
Al principio no me atrevía a meterlo mucho, pero conforme me fui lubricando, el aparato se me metía con más facilidad, lo que facilitaba mi excitación y provocaba una mayor lubricación El aparato colmaba todas las expectativas. Me llenaba totalmente y al agitarlo me causaba una fuerte excitación que no tardó en llevarme hasta el orgasmo. Una de esas mañanas que las dos estábamos solas, Úrsula dio muestras de estupor y de sobresalto al descubrir a su hijastra paseando con aquel miembro colgando por los pasillos del piso donde estaba su dormitorio. La miré lascivamente y me quedé cruzada en el pasillo, pero ella me rechazó como tantas veces. No cabe duda de que empezaba a desesperarme, pero me surgió pronto la oportunidad de conseguir mi deseo.
Mi padre y Úrsula habían planeado viajar hasta Madrid, para pasar un par de días de negocios, mientras mi madre hacía compañía a papá o se iba de compras. Misteriosamente, mi padre cambió de opinión y decidió ir solo, ya que de esta forma , le cundiría más el viaje. Así que Úrsula se quedaría a mi merced un par de días.
Mi padre se marchó y a Úrsula se le ocurrió la idea de ir de compras. Fuimos al cajero automático a sacar un poco de dinero en efectivo para hacer pequeños pagos. Nos metimos en el cajero y nos cerramos por dentro. Úrsula comenzó a teclear la clave y yo a meter la mano por debajo de su falda. -¡Chica!.- Me dijo la primera vez para apercibirme -¡Chica! Cuando le subía la falda y asomaban unas bragas negras escotadas que permitían que la cámara de seguridad recogiera el esplendor de su trasero. -¡Chica!.- Cuando las bragas se le metieron entre las nalgas y apareció todo su trasero delicioso.
-¡Joder!- dijo al fin, colocándose bien la falda, a lo que yo respondí con una sonrisa maliciosa y entonces me coloqué a su lado y comencé a darle besitos en el cuello y en el hombro y en el lóbulo de la oreja y la mejilla. -¡Hala! ¡Ya está!.- Me dijo recogiendo el dinero pero olvidando la tarjeta, que yo recogí advirtiéndoselo.- ¡Eh!, la tarjeta, que se te olvida la tarjeta!.- Pero me la guardé en el bolsillo.
Fuimos a comprar algunos trapitos, pero no encontramos nada que nos gustara. Para descansar del trabajo extenuante que es ir de compras, nos metimos en una cafetería y tomamos un café. Al acabar, me dijo que iba al servicio. Yo pagué la cuenta y la seguí. - Úrsula, abre, por favor.- Está abierto. Úrsula se acicalaba un poco en el lavabo. Entré y cerré la puerta tras de mí y me puse a pintarme los labios.
Úrsula entró en el apartado donde estaba el inodoro y se puso a mear con la puerta abierta, yo la vi, agachada pero haciendo esfuerzos porque su piel no rozara la tapa del inodoro. Me metí con ella cuando acabada de orinar, hacía un movimiento convulsivo para sacudirse todo el pipí. Me acerqué y le puse suavemente la mano en la boca y mi otra mano sobre su cocoy en el que aún podía sentir alguna humedad.
Ella estaba de pié, con las bragas a la altura de los tobillos y la falda a la altura de la cintura y le pilló de improvisto. Mis dedos comenzaron a hacerse paso en su sexo peludo, y mi boca sustituyó a mi otra mano y le di un beso largo que le costó aceptar al principio, y luego rechazarlo. De repente se separó de mí y poniendo una expresión de "No seas mala, niña" me alejó y se subió las bragas y se bajó la falda.
Salimos de la cafetería corriendo y fuimos a comprar como desesperadas, transformando nuestra excitación sexual en desenfreno consumista. Había un conjuntito que nos gustaba mucho. Me metí para probarme el traje. Me desnudé y me coloqué el traje. Me estaba un poco ancho. Le hice una seña a Úrsula para que se metiera y se lo probara. Se metió y le dije que se desnudara y que se lo probara pues a mí me estaba ancho. Volví a sentirme excitada al estar tan cerca de ella, desnuda, mientras ella a su vez se desnudaba. Luego me vestí mientras ella se probaba el traje. Se miraba en el espejo - ¿Me queda bien?.- Sí, pero... no lo puedes comprar.- ¿Por qué?.- Porque yo tengo la tarjeta y no te la voy a dejar... a menos que me beses. -
Úrsula se quitó el vestido rápidamente y susurró.- A tomar por su trasero el traje.- Pero al sacarse al traje por arriba la agarré de la cintura y le endosé un fuerte beso, que ella rechazó en cuanto pudo. Volví a besarla, esta vez en la cara mientras se abrochaba la camisa -¡Chica!.- De nuevo.
Fuimos a casa y después de cenar y ver un poco de tele, nos acostamos, pero yo no estaba dispuesta a dejar perder la oportunidad, así que a poco de empezar la noche, me quité el camisón y me presenté así, en bragas sólo en el dormitorio de Úrsula, que abrió la luz de la lamparilla al oírme llegar.
-¿Qué haces?.- Pues, ya ves...- Le dije, asomándome desnuda a su puerta y sintiendo su mirada clavarse en mis senos desnudos y en mi sexo cubierto por las bragas. Me metí en su cuarto y me metí en la cama. Descubrí que Úrsula también dormía en bragas.
Úrsula no sólo no me rechazó, sino que me dijo.- Me has puesto muy caliente esta tarde, ¿Sabes?.- Yo le respondí.- Bueno, no pasa nada si ahora te desahogas, ¿con quién mejor que conmigo?
Úrsula entreabrió sus labios al sentir acercarse los míos y abrió sus piernas al sentir mi mano deslizarse por su cintura. Mi lengua se introdujo en su boca y mi mano en sus bragas, buscando su sexo húmedo tal vez aún por el último pipí de la noche. Mis dedos se ensortijaron entre sus labios y su clítoris: Un muslo, el índice, un labio, el corazón, el clítoris, el anular, el otro labio, el meñique, y su otro muslo. Doblé el corazón para introducirlo en la raja de Úrsula, húmeda, dulce.
Metí mi pierna entre sus piernas y ella hizo lo mismo. -¿Qué tal si nos quitamos las bragas?- Me dijo y yo asentí y nos deshicimos de ellas. Pronto nos prodigamos el placer mutuo que aprendimos a prodigarnos en el jakuzzi. Luchábamos las dos por provocarnos antes el orgasmo procurando que la otra no nos arrancara antes el orgasmo. Eso sí, esta vez deseábamos prodigarnos un placer verdadero, y todo ello mientras nos besábamos.
Veía acercarse mi orgasmo y no estaba dispuesta a ser vencida otra vez, así que cambié de tercio, y comencé a comerme el pecho de mi madrasta. Su mano ya no alcanzaba mi sexo, pero su rodilla se me clavaba. Yo lamía sus pezones. Sintiendo endurecerse y sobresalir más aún la punta de sus pezones, que sostenía entre mis labios y lamía con la punta de la lengua y estiraba de ellos, para volverlos a lamer.
Bajé mi cabeza hasta su sexo y comencé a saborear el clítoris y los labios de su sexo, como antes lo había hecho con los pezones. Su sexo rezumaba humedad y yo sentía el mío muy mojado y un gran calor dentro de mí y un peso en mi sexo que sentía inundado de sangre.
Úrsula hizo un esfuerzo por llegar a mi sexo, y cada vez nos íbamos escorando más. Al final, mi sexo estaba tan cerca de su boca que me pidió.- Dame tu sexo, dame tu sexo, por favor .-
Coloqué mi sexo encima de su cara, que quedaba entre mis piernas y pronto sentí sus manos agarrarme las nalgas y su lengua lamer mi sexo como si de un helado se tratara. Hundí mi cara entre sus piernas y saboreé su sexo golosamente. Comencé a correrme silenciosamente, sintiendo clavarse su barbilla en mi clítoris y su nariz en mi sexo. Me afané en hacerla llegar al orgasmo, se me acababa el orgasmo y sentía la desazón de una segunda derrota hasta que empecé a sentir el vientre de Úrsula agitarse bajo mis senos. Su sexo comenzó a destilar deliciosa miel y ella abandonó su empeño ya conseguido de halarme y comenzó a gemir felizmente.
Aquella noche dormimos juntas, pero a primera hora de la mañana, volví a mi cuarto. Había obtenido una victoria. Había introducido a mi madrastra en las relaciones lésbicas, pero de ahí a que se cumpliera mi fantasía de hundirsela había un abismo, pero al día siguiente volví por mis fueros.
La saludé por la mañana, en la cocina, con un beso en la boca. Estábamos vestidas con unos pantaloncitos de hacer deporte y una camiseta, pues antes de desayunar, íbamos a hacer deporte. Corrimos. Hablamos de cualquier cosa, para romper cualquier remordimiento sobre la noche anterior. Me decidí, por primera vez desde que se instaló la sauna, en meterme con ella en la sauna, desnudándonos completamente antes de entrar allí. Ella entró envuelta en una toalla. Yo llevaba la toalla atada a la cintura.
Estábamos sudando de lo lindo y el vapor inundaba la pequeña estancia forrada de madera. Todavía era Úrsula un poco reacia a desnudarse delante de mí. Yo me deslié de la toalla que cubría mi cintura. Úrsula estaba sentada en el banco de madera con los ojos cerrados. Abrió los ojos al sentir que me sentaba encima de ella poniendo mis piernas a ambos lados de sus muslos. Mi pecho le quedaba la altura de la cara.
Arqueé mi cintura para llevarle mis pezones a la altura de la boca, rozando sus labios, que empezaban a sucumbir a la tentación. Poco a poco su boca se abrió para mamar de mi pecho y su mano se extendió entre mis piernas para acariciarme el sexo e introducir tiernamente su dedo dentro de mi cocoy.
Dejé hacer a Úrsula para que se creara una deuda conmigo. Úrsula parecía enloquecer con mis pezones entre sus labios y su mano introduciendomelo fuertemente. Yo disimulaba, haciéndole creer que me causaba más efecto del que en realidad me causaba. De todas formas, mi sexo estaba mojado, en la casa no había nadie y Úrsula me estaba provocando un orgasmo fenomenal. Comencé a chillar y a moverme contra su mano, -Ahhh Ahhh Ahhhhhh.- La verdad es que el calor de la sauna hacía que la sensación de asfixia hiciera que mis convulsiones orgásmicas fueran mucho más intensas.
Me corrí como si fuera una loca, permaneciendo así, sentada durante un largo tiempo después. Abrazada a mi madrastra y mezclando mis sudores con los suyos, con los cuellos pegados la una a la otra y las bocas fundidas, a veces.
Cogí a Úrsula de la mano y atravesamos corriendo la casa, en pelotas vivas para tirarnos a la piscina. Lo llaman a eso un "finlandés" o algo así. La sensación es bestial, y especialmente después de haberme corrido yo y en el caso de Úrsula, mantener el pulso acelerado. Jugamos en la piscina a atraparnos.
Una perseguía a la otra y no cambiaban los papeles hasta que no introducía lo levemente que las circunstancias requerían, el dedo en alguno de los agujeros de la otra. Así estuvimos jugando media hora entre ahogadilla y carrera y tenues metidas. Sentía introducirse su dedo en mi almeja anestesiada por el agua fría, lo mismo que sentía su carne rugosa en mi mano.
Salimos de la piscina y nos dirigimos al jacuzzi. Mi padre había ordenado instalar una ducha encima justo del jacuzzi. Era una ducha que cubría a quien se bañaba, completamente.
-Tú eras la que me cogía el agua .- Me dijo Úrsula, mientras recibíamos el agua templada en nuestro cuerpo. No le dije nada, pero enfrié el agua bastante. -Ahhh, ¿Qué haces?.- Me abracé a ella y ella se abrazó a mí fundiendo nuestro cuerpo y nuestra boca, buscando nuestro calor mutuo y permanecimos así abrazadas hasta que nos tiramos al jacuzzi que empezaba a llenarse.
Nos revolcamos la una en la otra, tomando la alternativa, sintiendo el agua fría sobre nuestra espalda, una vez una y otra vez otra, mientras volvíamos a acariciarnos nuestro sexo, y volvíamos a voltearnos, y a sentir el agua templada inundar ahora nuestro cuerpo.
M e quedé debajo de ella y ella se incorporó de rodillas, mientras continuaba metiéndome el dedo. Yo me agarraba los senos que me flotaban y miraba su expresión lasciva, mientras yo ponía carita de corderito sumiso. Arqueé la espalda y levanté mi sexo.
El agua fría empezó a caerme sobre mi vientre y mi sexo. Úrsula acercó su boca y comenzó a lamerme el clítoris mientras me seguía tirando con el dedo, mientras me asía de la cintura, ayudándome a mantener mi posición.
Sentía un cóctel de sensaciones sobre mi piel: El agua templada en mi espalda y en mis nalgas y la nuca, el agua fría sobre mis senos y mi vientre. Los pelos de Úrsula me rozaban el vientre haciéndome cosquillas. Los labios de mi madrastra sobre los labios de mi sexo, y su lengua sobre mi clítoris, y los dedos largos introducir. Me volví a correr.
El resto del día lo pasamos las dos muy enamoradas. Pegadas la una a la otra e intercambiándonos abrazos. Llegaba la noche y tenía que recuperar mi "deuda", ya que yo me había corrido dos veces. Úrsula me preguntó. -¿vas a dormir conmigo?-ya veremos-.
continuara....
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