domingo, 4 de febrero de 2018

Boquita sucia


El secundario siempre es un ramillete de nuevas sensaciones, y más si la pubertad, las hormonas y la calentura nos convierte en sus mejores presas.

El 12 de marzo cumplí los 16, y ese mismo día empecé cuarto año en una escuela modesta pero exigente. La primer semana fue un bajón porque, si bien la mayoría nos conocíamos de primero, había 5 repitientes, uno nuevo y 2 chicas que venían de otra escuela. Una de ellas era Daniela, con bastantes problemas de conducta según aclaró la preceptora. La otra era Tatiana, con serios inconvenientes con su integración en su anterior colegio, por contar con pocos recursos económicos, y por eso fue discriminada. Además era gordita.

La segunda semana pasó inadvertida por una serie de huelgas docentes. Pero la siguiente ya había rumores de que Tati era una nena fácil.

El Rulo nos contó primero que ella le dibujó en la carpeta una pija gorda escupiendo leche. ¡Todos la vimos!

Luego el Tincho nos confesó que le manoteó el pedazo cuando se sentaron juntos para hacer un práctico de informática, y pronto Carlitos se animó a contar que la pibita durante la hora de lengua le metió la mano debajo de su slip y lo pajeó brevemente, mientras le balbuceaba al oído:

¡si querés te saco la lechita en el baño de los varones!

La bola se corría con el transcurrir de las semanas, y mayo fue para mí llegar a casa y matarme a pajas con todo lo que me enteraba de nuestra compañerita. Lucas una vez nos compartió una fotito de su cola cuando la pilló apoyada con los codos sobre la mesa meneándola lujuriosa. ¡se le veía hasta el inicio de su rayita y el elástico de su bombacha, y para nosotros era terrible!

Más tarde el Laucha nos dijo que él y Omar se la tranzaron en el baño de nenas, que la dejaron en tetas y que ella los pajeó hasta hacerlos acabar en sus manos.

Tatiana no era linda. No tenía un buen culo, ni tetotas, ni ojos preciosos. Sólo una cabellera larga negra, una vocecita de gata alzada, un aroma ensordecedor a su paso y una picardía que la diferenciaba de las demás bobitas del curso. Ellas se horrorizaban, nos trataban de degenerados y asquerosos, pero se morían por estar en la piel de la Tati. Ella sabía sugerir lo que quisiera.

Durante ese mayo la fama de lecherita de la Tati creció. El Rulo, Omar, el Chelo y Ramiro nos confesaron que la borrega les dijo por separado en el recreo pero bajo la misma consigna:

¡si me das 5 pesos te hago flor de pete en el baño!

Los 4 dijeron que sí. Se mostraban felices detallando cómo la pasaron.

¡a mí me chupó hasta las bolas, y cuando me saltó la leche se la tragó toda!, dijo el Chelo.

¡faaaa, a mí también, y me la escupió como una guanaca!, agregó Omar.

¡yo le ensucié hasta la nariz, y la gila se enojó porque la quería en la boca!, afirmó el Rulo.

¡yo, apenas pelé el choto se lo mandó a la boca y no pude aguantar bolu, casi la ahogo, y no me cobró!, se nos burló Ramiro.

Yo estaba lleno de pudores, curiosidades y preguntas. Todavía era virgen, aunque gracias a Tatiana me pajeara hasta 8 veces al día. Es más, una vez hasta me acabé encima en clase cuando me senté con ella. Ahí descubrí que me calentaba su olor a villerita, el aliento de su boca siempre nutrida por el arsenal de caramelos, pastillitas y chicles que había en su guardapolvo, y hasta la brisita del movimiento de sus piernas que acentuaban su esporádico olor a pichí. En esos días escribió en un papel que dejó en mi carpeta:

¡quiero que me acabes en la boquita, por 5 pesos!

Yo me hice el dolobu, pero esa misma mañana me apretujó el pito sobre el jean, me dijo que soy uno de los pocos que no le dio la lechona, y luego, mientras la de historia nos aburría con el imperio romano, su manito se reveló entre mi bóxer para moverse lentamente.

Apenas me susurró:

¡pendejito, la tenés durita y mojada… parece que te hubieras meado, porque tu calzoncillito está empapado!, ahí nomás le saqué la mano y, avergonzado como nunca sentía cómo derrapaba el semen por mis piernas.

Yo le huía a sus provocaciones. No quería saber nada, pero era más miedo que otra cosa. Encima, una mañana el Tincho me confirmó que por 10 pesos la turra dejó que le acabe en la parte de atrás de la bombacha después de que se la mamó haciendo globitos con un chicle. Nunca le creíamos del todo, porque él por las dudas siempre llegaba un poco más lejos que el resto. Pero su relato logró que por la noche entre mis sábanas escupa 5 lechazos bien abundantes.

Al fin junio fue el mes de la verdad para mi credibilidad hacia los chicos. Gracias a profes permisivos como la de inglés o el de biología la Tati salía dos veces al baño de varones, y enseguida alguno de nosotros iba detrás de ella con cualquier excusa. Una de esas veces me la jugué envalentonado por los pibes.

Cuando la de inglés preguntó quién se ofrecía a buscar tizas y el libro de temas a preceptoría, lo hice de inmediato ni bien los pasos de Tati cruzaron el umbral del aula. Atravesé la galería al trotecito hacia el baño y comencé a buscarla, con las manos sudadas, la boca seca y con millones de temblores en el cuerpo. La vi de casualidad, sentada detrás de la puerta de uno de los bañitos con la pollerita subida y el pelo suelto. Creo que por los nervios le dije: ¡qué linda que estás!

Ella se rió burlona diciendo:

¡dale nene, pelá la verga que mi lengua te va a sacar toda la leche!

Me bajé el pantalón como pude, y ella pegó su cara a mi bulto, me olió desesperada, me mordió suave la cabecita del pito sobre mi elegante slip, y en cuanto se la metió a la boca balbuceando: ¡qué pijita guacho, dame leche bebé. ¿te gusta cómo te la chupo?!, le pinté los labios con una suculenta acabada que me perturbó por un instante. Me sentí mareado pero feliz, y ella no me cobró.

A la mañana siguiente no quise esperar ningún recreo ni oportunidad generada por los pibes. Después de lengua, sabíamos que la de historia siempre llegaba 15 minutos tarde. Le di 5 pesos a Tati y nos fuimos a sentar al último banco, ya que no podíamos salir del aula. Ella se metió debajo de la mesa, fregó su cara de lado a lado en mi carpa viril, me abrió la bragueta, dijo que mi bóxer tenía olor a semen apenas lo corrió para escupirme hasta los huevos. Le dio unos besitos a mi pija y la anidó en su boquita de golosina para subir y bajar, ladear su cabeza con su lengua juguetona contorneando mi glande, estremeciendo mi tronco con sus labios afiebrados y entrecortando las cosas que decía cuando se la clavaba más en la garganta. Pero esa vez le acabé en las manos antes de que entre la dire.

Finalmente pasó que el Rulo tuvo la idea de enfiestarla en el baño de nenas del primario que por la mañana no se usa, pero solo para nuestro grupete de amigos. Esto se le ocurrió luego de que un recreo la Tati se la mamó a él y a Omar, mientras afuera del bañito esperaban dos más. Aquella vez a la piba se le ocurrió ir al cole sin bombacha, y según Omar no toleraba su olor a conchita de nena en el salón. Necesitaba descargar, y lo invitó al Rulo. Nos juró que se metía las dos vergas a la vez, que pedía leche como nunca y que hasta se quedó con las tetas al aire para que ambos se las encremen.

Ahora Omar, el Tincho, el Chelo, Rami, el Rulo y yo queríamos su boquita sucia para nosotros.

Sabíamos que el lunes la de inglés no venía. Pero los seis fuimos igual al colegio con el motivo de terminar una monografía en la sala de computación. La Tati se las arregló para entrar a primera hora y esconderse en el baño. entre todos juntamos 80 pesos, y apenas sonó el timbre corrimos hacia ella. ¡la chancha estaba de pie contra la pared comiendo un chupetín de frutilla, con el pantalón en los tobillos y oliendo contenta un calzón rosa que alguna nena dejó tirado.

El Chelo le sacó el vaquero mientras yo la sostenía, y los 5 nos quedamos en calzoncillos, aunque arriba vestidos por si algo fallaba. Ella entretanto gateaba moviendo su colita, se abría las nalgas para enterrarse la tanguita en ese orto pobretón, y enseguida comenzó a olernos los bultos con urgencia, fregonera y jadeante.

Se apartó para pasarse el chupetín por toda la cara. Ahí la amarramos para comerla a besos entre todos, y pronto se arrodilló contra una pileta del baño. se engolosinó un largo rato con la del Chelo primero entre nuestros piropos obscenos y manoseos deshonestos. Después se prendió a la del Rulo, se pegaba en la cara con las manos y el pene, se lo escupía y se la encajaba en la boca como para hacernos desearla más. Luego Rami y yo le desprendimos el uniforme y le subimos la remerita media chivada para tocarle las tetas mientras Omar testeaba la profundidad de su arte bucal, y los demás acustizaban el ambiente con una paja terrible.

No recuerdo bien, pero creo que lo saqué a Omar para que me la chupe como solo esa cochina inmunda sabía. Jugaba con el chupetín y lo escabullía junto con mi pija pegoteada y dulce, se baboseaba, se azotaba el orto y me daba unos mordisquitos que por poco me la violaba ahí nomás, mientras el Rulo le acababa escandaloso entre las manos, porque aprovechaba a pajearnos. Enseguida Omar empezó a estirarle los pezones y el pelo para que mi pito siga regalándole arcadas a su garganta, lo obligaba a pajearlo y hasta en un momento se detuvo para mearle los pies cuando el resto seguía acogotándosela. Incluso Omar pajeaba al Tincho, y Rami dudaba si vestirse o sacar fotos.

Pronto la zorra se comía la de Omar y la del Rulo mientras yo le pegaba en el culo, le pegoteaba las nalgas con el chupetín, y hasta logré sacarle la bombachita para hacérsela oler sin que ella detenga su peteada. Fue increíble verla estornudar con las pijas en la boca, entretanto que el Tincho le mordía las gomas como podía, y como al parecer tenía alguna alergia o algo, luego me la mamó a mí y al Tincho entre estornudos, lamidas intensas, escupidas fatales y hasta con lagrimitas cuando le pellizcábamos el culo con vehemencia.

Omar no podía aguantar más, y en cuanto ella gemía atragantándose con su exceso de baba, apenas dijo: ¡quiero toda tu lechita perro, quiero ir toda sucia a casa!, le enchastró la cara con un chorro que parecía no tener fin, y la muy puta se pasó la bombacha para untarla allí y luego metérsela enterita en la boca.

Eso nos encegueció de tal manera que Rami y yo quisimos cogerle la boquita a la fuerza, y más cuando la escuchamos eructar lamiendo su bombacha. Rami le ordenó que le eructe en la cara y lo pajee mientras el Tincho intentaba ubicar su cabecita roja entre sus pompis, Omar se vestía y el Rulo seguía con sus fotos, pero con la pija dura de nuevo.

En eso el Tincho dijo que quería acabarle en las tetas ya. Así que la pendeja se puso de rodillas en el suelo y le fregó las gomas en la tripa con un ritmo espeluznante mientras se la escupía, y cuando podía le mordía la puntita. ¡y el guacho se las enlechó todas apenas ella le enterró un dedo en el orto, sin detener su fricción ni la violenta paja que me daba su mano izquierda!

Ella se puso el corpiño, Omar y el Tincho se fueron para no despertar sospechas, y el Rulo quiso que la Tati se la chupe recostada en el piso.

Ella se arrojó sobre su ropa revuelta y él se le sentó en la cara para ahuecarle aún más la garganta mientras la cerdita nos pajeaba, nos exigía que le peguemos con las pijas donde quisiéramos, estornudaba de nuevo y cruzaba las piernas frotándolas fuertemente.

Todo hasta que el Rulo le gritó: ¡abrí las piernas y meáte toda puta de mierda!, mientras notamos que pronto acabaría, y así fue.

De repente su pene salió disparado de la boquita de Tatiana y salpicó leche por doquier, aunque ella con su lengua ancha logró apoderarse de cada gota del Rulo, que transpiraba más que jugando a la pelota con nosotros, y se las tomó. Pero antes le sacó una foto a la nena así como estaba, tendida en el piso sobre su ropita meada, con la carita enlechada y con mocos.

Rami y yo estábamos en la gloria encerrados en ese baño con semejante pendeja, y más cuando se sentó a mamarnos las pijas, por momentos de a una y a veces juntitas, sin dejar de frotar su cola en las baldosas frías y mojadas. Le fascinaba que se la sacudamos entre los labios, escupirlas y fregarlas en su cara, gimiendo bajito y comiéndose nuestros huevos colmados de leche con felicidad. Aunque, debo confesar que le acabé en las manos mientras me pajeaba y la veía hacerse pichí. Pero ahora estaba más alzado que antes, disfrutando de su boquita besando mis piernas, mi panza y el pito, de los roces de su aliento en mi piel y de sus lengüetazos hasta por mi culo.

Rami al toque le pidió explotar en su conchita. Pero ella se puso la tanga y el pantalón, lo pajeó un rato mientras me la succionaba arrodillada junto a la puerta para que él hiciera como si se la estuviese cogiendo aprovechándola medio en cuatro, con las manos sobre la pared y parada. Pero solo frotaba su poronga entre su bombacha, su colita y esa conchita deseada de perrita incurable, donde finalmente le derramó toda la leche, la que según ella le chorreaba por las piernas. Yo le chupé las tetas, y justo cuando se la metí en la boca escuchamos unos golpes en la puerta, aunque me fue inevitable no atragantarla con mi estallido seminal, el que saboreó y dejó caer en sus manos para amasarse las lolas.

Al rato todos estábamos perplejos en el aula por su aspecto, su olor a pis, su aliento a leche y su aparente tranquilidad. Las chicas desde entonces le hicieron la guerra, y ese fue el último día que Tati vino al cole.

¡su familia se mudó a otra ciudad por inconvenientes laborales!, nos explicó esa mañana la preceptora, sin comprender nuestra verdadera tristeza. fin

Mi primer moreno


Conoci a Tammy en un gimnasio, cuando vas pasando años debes de cuidarte un poco para mantener la figura. Enseguida vi que me iba a llevar bien con ella, es alegre, muy dicharachera y muy graciosa. Siempre esta de buen humor. Tiene un buen cuerpo, con grandes pechos y un culito resultón, es trigueña y de media melena. Yo a mis 34 años estaba pasando una mala racha y mi novio me apuntó a hacer unos cursos de “pilates”. Allá estaba ella. Con el tiempo empezamos una relación de amistad y solíamos ir juntas a tomar un café o algo después de la clase. Me dió la sensación de que yo la gustaba, nuestras conversaciones eran cada vez mas calientes y relacionadas al aspecto sexual de la vida. Además me miraba en el vestuario de manera descarada y me decía que vaya suerte tenía mi novio con ese cuerpazo que yo lucía.

Un dia me comentó que la tenía que ayudar en una cosa. Me explicó que ella y su marido deseaban hace tiempo hacer un trio con otra mujer.. A mi me pilló de sorpresa y sin decirle que no, le dije que tenía que pensarlo. No es que no me apeteciera, pero la propuesta me cojió desprevenida. La verdad es que hacía tiempo que no hacia sexo con gente “desconocida” y el tema me parecía excitante….así que a los pocos dias, le di mi contestación.

Ella se puso muy contenta y me dió un beso en los labios que me dejó atónita.

Una cosa-me dijo- ¿sabes que mi marido es de color?

¡Otra sorpresa!”..Yo nunca había tenido relaciones con ningun “negro” pero no me podia negar. ¿Diría que soy racista? Así que la contesté….. bueno, veremos si es cierto eso que dicen.

-No te defraudará, contestó Tammy.

Quedamos un domingo, yo debía de ir a su casa . Me puse un vestido negro, escotado y que tenía una falda con mucho vuelo que me llegaba casi hasta la altura de las rodillas, y un conjunto de sujetador con tanga tambien negros.

Llegué puntual y me abrio la puerta Tammy, llevaba un bikini amarillo que contrastaba con su piel bien bronceada. Nos saludamos con un par de besos y me invitó a tomar un bañito en su yacuzzy. No tengo traje de baño, le dije….. empezó a reirse….. ya te he visto desnuda muchas veces, y diciendo esto se quitó el bikini, lo dejo tirado por el suelo y acercó sus labios a mi boca.Nuestras lenguas se mezclaron en un tierno y calido beso. Ven, me dijo mientras me ayudaba a desnudarme, metete al agua que yo vuelvo ahora.¿ Y tu marido? –pregunté. No está, ya vendrá, contestó.

-Entonces, no.....¿ no vamos a hacerlo? Pregunté, no se si aliviada por la ausencia de Buddy.

-Disfrutemos tu y yo, y si viene….. pues mejor jajajaja, me dijo mientras traía una botella de champagne y unas copas.

Así que empezamos a beber dentro del agua, no me imaginaba que iba a disfrutar tanto en compañía de aquella mujer. Cuando el alcohol empezo a hacernos efecto, nos desihibimos y comenzamos con los toqueteos y besos propios de dos chicas que disfrutan de sus cuerpos humedos.

Al rato llamaron al timbre.

-Tu marido, dije.

-No puede ser…él tiene llaves. Se levantó y totalmente desnuda y chorreando agua se acercó a la puerta.

-¡Dios mio! Es un policia!. Bueno tu espera, veré que ocurre.

Agarró una toalla, se la envolvió en su cuerpo y la perdí de vista.

Yo no sabía que hacer, salir y vestirme… pero no estaba mi ropa a la vista, asi que me quedé dentro de la bañera en silencio, intentando escuchar lo que hablaban.

Al cabo de un par de minutos, Tammy llegó acompañada de un guardia, era enorme, un armario de tio, un negro que media al menos 1,90.

Como tenga su aparato en proporcion a su tamaño....pensé....

-Natalia, este el el encargado de la seguridad del complejo, me dijo Tammy, le han avisado que hay gente rara merodeando, y claro, el debe de controlar.

-Buenos dias señorita, dijo el moreno educadamente, siento tener que molestarla pero debo de pedir me enseñe su documentación.

-¿Como?, ¿por qué? Oigame, yo no he hecho nada, dije un poco molesta.

-Mire, yo entiendo que no le parezca muy normal, pero aqui, entre la prostitucion de lujo y el narcotrafico, tenemos un control muy ferreo de toda la gente que se acerca a nuestras urbanizaciones. Así que si hace el favor..... Me cortó autoritariamente.

Tammy trató de poner paz en la discusión.

-Vamos a ver, ella es una amiga mia, yo respondo.

-La documentación.... dijo el

-Pero no ve , que estoy en la bañera?

-si, ¿y qué?, salga usted y me la muestra.

-Vamos a ver, dijo otra vez Tammy, como podemos arreglar esto sin llegar a discutir?

-Yo, mire tratandose de usted, señorita Tammy, y para evitar un escandalo por traer PUTAS a su casa... estaria dispuesto a hacer la vista gorda, siempre que se me corresponda como es debido.

- Pero como se atreve? dije yo acalorada

-Ella no es mi puta…. y diciendo esto dejo caer su toalla al suelo para meterse en la bañera conmigo…. Es nuestra PUTA, … me beso mientras me dijo al oido….no te apures, es Buddy , mi marido-

-Tu si que eres una puta, la grite, vaya susto me has dado.

-Y tu eres además la más perra de todas las putas que mi marido se ha follado … a que si? y comenzó a abrazarme, acariciarme las tetas y a darme besos por el cuello.

Mientras nos besabamos, Buddy ya se habia desnudado, la verdad, ni me di cuenta, pero cuando vi su miembro, todavía semierecto me quede con la boca abierta, Dios mio, era preciosa, brillaba al reflejo del sol , era larga , no muy gruesa , pero se le notaban las venas,….. era la primera vez que veia la polla de un negro al natural, y ….. me gustó. Tammy me chupaba las tetas y Buddy se acercó a la bañera, yo estaba alucinando, ella agarró la pija de su marido y se la metió en la boca; chupaba con ganas y vi como iba creciendo de tamaño.

-Vamos, Tammy , deja a esta perra que haga su trabajo. Comentó él a su mujer.

Y ella sacandola de su boca, me ofreció la pija de Buddy, dandome previamente un beso para que notase el sabor que tenía. Por vez primera la pude obserbar de cerca, y vi como ya tenia liquidos en su hermoso glande, mezcla de su propia calentura y de la saliba de Tammy. La chupe a lo largo previamente mientras acariciaba sus huevos, que eran grandes y pesados, mientras Tammy me besaba acariciendo mis pechos.

Salimos del agua y fuimos al sofa donde él, tras colocar unas sabanas se acomodó mientras nosotras nos secamos la una a la otra, parando lógicamente en nuestras partes mas humedas….mmmmmmm.

Al acabar nos abalanzamos sobre la negra polla que nos esperaba impaciente. Nos alternabamos en lamerla en toda su longitud, en introducir sus bolas en nuestras bocas y en chupar el glande y el tronco. Cuando ésta ya tomó una dureza importante, Tammy se la ensartó dando la espalda a su marido.

-Comeme el coño zorra,! me ordenó, y yo obediente asi lo hice, me excitaba cómo me trataban con dureza insultandome. Mientras alternaba pequeños mordiscos y lametones en el clítoris de ella, y en la polla y huevos de él. Al rato ella empezó a tener un orgasmo y yo lamí los jugos que corrían por sus muslos y nalgas antes de llegar al cuerpo de Buddy.

-Te toca , me dijo Buddy, no hizo falta que me lo dijese dos veces. Como una perra en celo, y de un brinco me coloque encima de él y me metí su gran polla, estaba tan lubricada que no me costó nada a pesar de su tamaño. El me dio un beso de esos que te quitan el sentido, me chupaba y mordía las tetas, mis pezones se endurecieron de tal forma que crei iban a reventar mientras me decía lindezas de lo puta que era , o que las perras como yo deberían de estar siempre dispuestas. Por un rato me olvidé de Tammy hasta que noté como empezo a lamer mi culito. Ahí ya no aguante mas y me corrí gritando apasionadamente SSSSIIIIIII dame masssssssssss, soy tu putaaaaaaaaaaaaaa.

Después de mi orgasmo quede abrazada al moreno, pero el seguia sin correrse, y ella seguia lamiendo mi ojete. Empezo a meter un dedo y luego otro, uuuuuuuufffffffffff. Estaba llena de liquidos, cuando note algo en mi culo que se abria camino, era Tammy que se habia colocado un arnés con un dildo y pretendía hacerme una doble penetración.

-No , por favor, me duele, no lo hagas. La rogué.

-Callate puta , relajate y disfruta, me ordenó ella.

El me agarró del cuello y me dió un beso que casi me hace marear, mientras ella me penetró con dificultad debido a la complicada postura. Estaba medio mareada, no podia mas, cuando ellos decidieron darse la vuelta y cambiar las posiciones. Vi con terror el tamaño de la polla de Buddy, y me negue a que me la metiese en mi culo, pero mi trasero estaba ya dilatado y el con mucho cuidado me la metió, la mitad nada más, pero era tan larga que yo creía iba a partirme en dos, hasta que se adaptó perfectamente. Tuve otro orgasmo, ya ni sabía cuantos había tenido…

-¡Perra! toma mi leche caliente, aulló Buddy, y se corrió en mi culo. Se salió y cayo derrumbado en el sofá, mientras Tammy paso a lamer todos los fluidos que yo tenía, los de mi vagina y los que salían de mi trasero.

A continuación me dijo, -tu ya has tenido lo tuyo, ahora quiero que me folles- y me dió el arnés para que me lo pusiera. Lo hice y la penetré mientras ella colocada a cuatro patas, le chupaba la polla a su marido. Aproveché para lubricarle el agujero del culo con mi saliba y meterle 2 dedos. Sus gemidos quedaban ahogados al tener la boca ocupada y pude sentir sus contracciones al llegar al orgasmo.

-Para ser una puta , la metes bien, me dijo y agarrandome del pelo me acercó a la polla del negro.

Este literalmente me folló la boca, dandome contra el fondo de la garganta y provocandome unas arcadas que dejaron su polla y sus huevos empapados. Al llegarle su momento expulso un montón de leche caliente sobre nuestras caras mientras gritaba; ""sois las mejores putas del barrio…..""" Tammy y yo después de limpiar su pene, nos dedicamos a darnos unos besos con nuestro rostro lleno de ese jugo, que terminamos de lamer la una de la otra.

Nos quedamos relajados los tres en el sofa terminando el champagne.

Se trata de pasarlo bien , ¿no?

De fiesta no esperada


No sé cómo me dejé liar. Mi amiga Carmen me indujo. Somos amigas desde hace muchos años, desde el instituto. Las dos tenemos 39 años, casadas y con hijos. Sólo en eso nos parecemos. Yo soy morena, un poco más de carne de lo que me gustaría, pechos abundantes y ancha de caderas, o sea, buen culo. Ella es castaña tirando a rubia, delgada, más alta que yo, cuerpo de modelo, extrovertida pero sin llegar más a bromas.

Aquella tarde me llamó y me dijo que nos íbamos de copas con tres amigas más de aquella época. Sí, me apetecía, salía poco, la vida matrimonial ya estaba en la rutina, mi marido es un encanto pero siempre trabajando. Ella estaba igual. Se lo dije a él y me dijo,

- Sal, diviértete, hace mucho que no estás con tus amigas, yo estoy cansado y me quedo con los niños.

Me arreglé bien, moderna, sin estridencias pero me gusté. Falda corta, camisa blanca de botones, ropa interior sugerente, blanca, con encajes, culotte alto, sujetador con transparencias. Carmen venía también muy guapa, las otras tres a juego. Éramos cinco casi maduras con ganas de divertirnos.

Fuimos a un local de salsa, a las cinco nos iba bailar. Llegamos unas copas para entonarnos y enseguida llegaron moscones y empezamos a bailar. A mí me encanta, aunque lo hago poco porque mi marido es “es un palo”. Las cinco bailábamos sin parar, bailes sensuales, salsa, bachata,… Algunos se propasaban un poco pero reíamos y los apartábamos. Poco a poco el alcohol, el baile, el ambiente, me iba calentando, me sentía a gusto.

Las otras tres amigas, cuando estábamos tomando una copa más, dijeron de ir a otro sitio de más ambiente. Se veía que buscaban más marcha. Yo no quise ir y Carmen me dijo de quedarse conmigo. Cuando nos quedamos solas, le dije que si nos íbamos y ella me dijo que un poco más de baile y a casita.

En ese momento, dos chicos se acercaron. Unos 27 años, guapísimos, ligones. Nos pidieron baile, la miré a ella, y les dijimos que sí. El mío, Juan, bailaba de maravilla, me llevaba en una nube, me rozaba atrevido pero elegante, bajaba la mano por la cadera, subía por mi vientre, ufff. Miraba a Carmen y ella estaba igual, entregada, gozando. En un momento que estábamos cerca, me dijo de ir al servicio. Ellos nos dijeron que nos esperaban en la barra con otra copa. Al llegar al servicio, me dice

- Joder, como me está poniendo el niñato...

- Oye, le dije, ¿no pensaras hacer una locura?

- Claro que no. ¿Crees que soy una asalta cuna? Tomamos la copa, un par de baile y nos vamos.

Salimos y nos tomamos la copa con ellos. Ufff. Era la tercera. ¿O la cuarta? Me sentía flotar. Juan me cogió por la cintura y me llevó a la pista. El baile era lento, sus manos me envolvían, sus labios rozaban mi cuello, su voz me embriagaba. Me sentía arder. O sea, mojada, con los pezones durísimos, entregada. En un momento dado, me besó. Los labios, poco a poco, su lengua jugaba, abrí los míos y su lengua entró. ¡Dios, que gusto! En ese momento reaccioné. Estaba loca. Mire en mi alrededor y no vi a Carmen. Me puse nerviosa. Él me dijo que siguiéramos pero le dije que no que quería irme y buscar a mí amiga. Me dijo, cogiéndome de la mano

- Venga, ven, vamos a buscarla, no estará lejos.

Me llevó a una zona más oscura, de sofás, con parejas. No había estado allí. Tras una columna, me dijo, señalando un sofá

- Mira a tu amiga, anda que lo está pasando mal

Miré y me quedé de piedra. Estaban besándose, apasionados. Juan me abrazó por detrás, rozando mis pechos, sintiendo su dureza en mi culo, y me decía

- Mira, están gozando. Mira la mano de él…

Me fijé y más asombro, estaba dentro de su falda, claramente tocándola. Ella con su pierna encima de él y la mano muy cerca de la entrepierna. Juan me agarró las tetas y me decía cosas que hacían arder.

- ¡Qué pajita le está haciendo! Le está tocando todo su coñito, mira como ella busca su polla.

Mientras, me sobaba las tetas y me tocaba bien el culo sobre la faldita, me besaba el cuello, la oreja, me temblaban las piernas.

- Anda, vamos a sentarnos mientras terminan.

Me llevó a otro sofá y ya no respondí. Me empezó a besar. Que lengua tenía, sus manos me tocaban, mis muslos, se acercaba a mis braguitas, metía la mano bajo la falta y agarraba mi culo. Estaba empapada. Cogió mi mano y la llevo a su pantalón. ¡Dios, que polla! Era algo duro, enorme me parecía. Reaccioné y le dije que paráramos, que no podía más que estaba casada, que quería ir con Carmen. Sonrió, muy seguro, y me dijo

- Anda, vamos.

Fuimos al sofá en el que estaban y no había nadie. Me puse nerviosa pensando que se hubiera sin mí y se lo dije.

- No se habrá ido sin ti, tontita, vamos a buscarlos.

Me cogió de la mano y me llevó al fondo, a una puerta que ponía Privado. Entramos y oí voces. Había cajas, mesas… Dimos una vuelta y me dijo que mirara. Me quedé muerta. Carmen estaba de rodillas, con las tetas fuera, comiéndole la polla, mientras el joven la magreaba y le decía cosas flojito:

- Chupa, putita, que tenías hambre. Que tetitas tienes. Te voy a dar como nunca te han dado.

Y ella más chupaba. Juan, detrás de mí, me iba desabrochando la blusa, me cogías las tetas, los pezones, y me decía cosas, como el amigo

- Sois las dos unas putitas casadas con ganas de polla y te voy a dar.

Su mano bajo y entró en mis braguitas. Estaba chorreando. Cuando llegó a mi coño, tocó mi clítoris, lo masajeó, y bajó a meter sus dedos en mi coño. Cuando entraron sus dedos, me corrí sin remedio, que placer, cuánto hacía que no corría así. Él me dijo, entonces

- Agáchate y come polla, zorra.

Nunca me habían hablado así y me puso a mil. Me agaché, lo desabroché y me quedé pasmada. ¡Vaya polla! Durísima, gorda, depilado. La metí en mi boca y chupé, como nunca había chupado. A mí marido apenas se lo hacía, no me apetecía, pero esto era riquísimo. Cuando estaba llena mi boca de polla, escuché un largo y alto gemido. Miré y era mi amiga, Carmen. La había vuelto contra unas cajas y la estaba follando, fuerte, clavándola, bien agarrado a sus caderas. Le dio un azote en su culo y ella gemía más fuerte. Me levanté, me apoyé en la pared, me bajé las braguitas y le dije

- Fóllame, Juan, dame fuerte.

Él se rió, apuntó su polla y me clavó de golpe. Se me escapó un fuerte gemido y vi cómo nos miraban ellos. Me daba como jamás me han follado. Hasta el fondo, con fuerza, con ritmo, mientras estrujaba mis tetas. Al poco tiempo, me corrí. Vaya orgasmo. Juan le habló al amigo

- Vaya dos putas, Luis. ¡Qué hambre de polla tienen!

Entonces le dije

- Por favor, no te corras dentro

- Pues anda, zorrita, de rodillas y a tragar.

Nunca había hecho eso. Pensé que me daba asco, pero ahora lo deseaba. Me agache y lo chupé, con ganas, me agarró la cabeza, subió el ritmo y me llenó la boca de leche. No pude con toda y me cayó parte en las tetas. Empecé a limpiarme y miré a Carmen. Estaba igual que yo, de rodillas y llena la cara de leche. Ellos se sonrieron me dio un beso en la frente y me dijo

- Guapa, te espero otro día, eres maravillosa, y me besó en la frente.

Carmen y yo nos limpiamos en silencio, nos vestimos sin hablar y nos fuimos para el coche. Al montarnos, nos miramos y ella me dijo

- Yo pienso volver.