sábado, 3 de marzo de 2018

Yo, Laura


Queridos amigos, mi nombre es Laura y vivo en Perú. Hace dos semanas tuve la mas gloriosa experiencia de mi vida y creo vale la pena contarsela.

Después de haber publicado Wilfredo, mi marido, un aviso en Latinparejas, un día respondió una persona llamada Eduardo quien dio una descripción suya bastante interesante. Wilfredo concertó una cita en un café de Miraflores.

Nosotros llegamos primero y mientras disfrutábamos de un sabroso capuccino conversábamos sobre diversos tópicos hasta que llegó Eduardo. Era una persona de unos 35 años, fornido, no mal parecido pero que tenía algo que no terminaba de convencerme. Después de conversar un buen rato, quedamos en que nos llamaría mas adelante. Yo le dije a Wilfredo que había algo que no me terminaba de gustar y que prefería no salir con él (la verdad era que todavìa no estaba muy convencida de tener una experiencia de trio).

Sin embargo Eduardo llamó a Wilfredo en las dos siguientes semanas tratando de concretar una cita definitiva y ante tanta insistencia e interés demostrado, aceptamos reunirnos con él , quedando en encontrarnos un viernes a las 8:00 PM en un hostal bastante discreto y tranquilo donde permiten el ingreso a una misma habitación a tres personas o dos o tres parejas sin hacer de ello un problema. Nosotros vamos con cierta frecuencia por allí y sabemos que es un lugar donde siempre la pasamos bien.

Cuando llegamos al hostal, Eduardo nos estaba esperando y luego de alquilar una habitación subimos los tres. Ingresamos a la habitación alfombrada que tenía una cama amplia, dos veladores, un televisor con cable y circuito cerrado donde pasan películas porno y un baño con ducha fría y caliente. Casi de inmediato tocó la puerta un muchacho que nos traía tragos de cortesía (tres cuba libres ), y procedimos a brindar a fin de ponernos algo mas cómodos.

Yo estaba algo nerviosa y apurè mi cuba libre para sentirme mas relajada. Conversamos sobre diversos temas y esperamos que nos trajeran otra ronda de tragos. Tocaron la puerta y Wilfredo se acercò a la misma y la abriò, apareciendo un muchachito de unas 20 años con una bandeja sosteniendo una botella de ron , hielo y coca cola. Mientras el muchacho ingresò a la habitaciòn para servir el trago, me sentìa bastante incòmoda pues estando sentada sobre la cama tenìa la falda muy subida dejando ver mis bien contorneadas piernas y parte de mis bragas. La situaciòn era extraña para mì, pues yo estaba en un dormitorio con dos hombres y un muchacho al que se le iban los ojos tratando de captar lo mas posible el panorama completo que ofrecìan mis piernas. Para hacer algo apurè casi de un solo sorbo el vaso que me sirvieron, comenzando a sentir un leve cosquilleo en la cabeza y en el cuerpo al mismo tiempo que notaba una extraña calentura que me iba invadiendo.

Wilfredo, que estaba muy caliente, se acercò a mí y tomàndome de la manos me ayudò a bajar de la cama besandome ardientemente en la boca y comenzó a acariciarme mis senos con una mano y mientras con la otra me levantaba la falda y me presionaba las nalgas. Al ver ello, Eduardo se acercó por atrás apretándome contra su cuerpo, acariciándome mis senos y mis bragas por la parte delantera. El trago ingerido comenzò a hacer sus efectos pues de pronto me sentìa absolutamente desinhibida y cada vez mas dispuesta a disfrutar de la ocasiòn.

Me peguè a Eduardo presionando mi trasero hacia èl y sentí nìtidamente que su bulto crecía a medida que se restregaba contra mis nalgas. Me gustó la percepción del aumento operado y por un momento me olvidè de Wilfredo, dandome vuelta ofrecì mis labios para que me los besara, Eduardo me atrajo hacia èl y me introdujo su lengua, jugando con la mía, besandonos con desesperaciòn. Yo me sentìa muy caliente y mi ocasional amante, apretándose contra mi cuerpo me hacìa sentir con mas nitidez el gran tamaño de su bulto. Wilfredo primero y después Eduardo se quitaron la ropa quedándose en calzoncillos y luego comenzaron a desnudarme acompañando esta acción con besos en todo el cuerpo y caricias cada vez mas audaces.

Yo ya estaba bastante excitada y sentía una gran humedad en mi sexo. Procedí a bajarle el calzoncillo a Wilfredo besando como a el le gusta su rico miembro ( mide unos 13 o 14 cms. y es bastante grueso) . Me sentìa eufòrica porque al fin podía cumplir con una de mis caras fantasías, estar con dos hombres a la vez y seguía disfrutando de manera golosa el rico aparato de mi marido mientras Eduardo me rozaba las nalgas con algo que cada vez era mas duro y que trataba de ser encajado entre mis nalgas por encima de mis pequeñas bragas que apenas resistían tamaña presión. Me di vuelta,  comencé a besar y mordisquear el pecho de Eduardo y deslizando mi lengua por su torso hacia abajo lleguè al inicio de su slip color negro notando la cada vez mas evidente forma que adoptaba su ya pronunciada carpa. Comencé a bajarle el calzoncillo a Eduardo y con ello liberé un enorme miembro que saltó balanceándose frente a mi cara (calculo que medía unos 20 cms.) Yo estaba impresionada por la magnitud del hallazgo pues honestamente no pensaba que fuera tan grande.

Impresionada pero a la vez fascinada. Su sola vista me producía una intensa humedad y comencé a sentir como algunas gotas recorrían mis muslos. Tomé el hermoso ejemplar entre mis manos y comencé a besarlo recorriendo con mi lengua los 20 centímetros de gloria que se me ofrecía hasta llegar a la base del monumento rodeada de pelos ensortijados que tenían un aroma indescifrable que poco a poco me hacía perder la cabeza.

Traté de introducirlo en mi boca pero fue prácticamente imposible por su gran tamaño, así que comencé a saborearlo como si fuera un delicioso chupete o un helado en barquillo que necesita ser repasado continuamente con la lengua. Wilfredo, que siempre me dijo que las mejores mamadas de su vida se las había dado yo y que tenía una habilidad inusual para el sexo oral, estaba también impresionado por el descomunal aparato y acercándose a mi oído me dijo suavemente que esta era mi noche y que estaba seguro de que yo alcanzaría mi satisfacción total.

Seguí succionando a placer el poderoso miembro que tenía entre mis manos, humedeciendo y lamiendo toda su extensión desde la punta de su cabeza hasta la casi redondez de sus huevos, sintiendo como Eduardo se estremecía moviendo acompasadamente su pelvis mientras me tomaba con fuerza la cabeza. Al mismo tiempo, mi amor se banqueteaba con mi cocoy introduciéndome la lengua y moviéndola hábilmente en el interior y en los costados, recorriéndola a plenitud , deteniéndose sabiamente en mi clítoris, bordeando su entorno con un fino y rápido movimiento haciéndome estremecer de placer, inundando su rostro con un chorro abundante de mis exquisitos jugos. Eduardo me tendió en la cama y ante la espectaciòn de mi marido, comenzó a introducir su enorme miembro en mi sexo que se encontraba totalmente humedecido

Al principio tenía algo de temor y pensé que no lo iba a resistir por lo que le pedì que fuera delicado , pero luego de cierta dificultad, lo recepcioné con placer moviéndome cada vez mas a gusto mientras sentía que paulatinamente, Eduardo empujaba con mas fuerza su ya encabritado potro, ocupando totalmente mi cavidad. Creo que perdí la noción del tiempo pues en ese momento solo existía la inenarrable sensación de estar siendo "ocupada" literalmente por una pieza monstruosamente bella Esta nueva dimensión del placer se acrecentaba porque tenía en mi boca la también formidable (por su grosor) pieza de Wilfredo. Así pasamos un buen rato intercambiándose ellos arriba y abajo y yo explotando permanentemente ante cada descarga de mis fluidos.

Calculo que hasta ese momento habría tenido no menos de nueve orgasmos por lo que los tres estábamos totalmente mojados haciéndose evidente en la gran mancha húmeda de las sábanas. Yo estaba encabritada y sentìa como mis dos amantes disfrutaban a placer todos los rincones de mi cuerpo, no querìa que se acabe la mas gloriosa tirada de mi vida y se los hice saber gritando que continùen, que me lo introduzcan , que yo les pertenecìa y que podìan hacerme lo que quisieran. Besando desesperadamente a Eduardo le repetìa al oido que me lo meta, que querìa sentirlo todo dentro de mì, Eduardo me abriò las piernas separàndolas cun tal fuerza que comencè a sentir un fuerte dolor en las caderas y tomàndome por los tobillos me encajò brutalmente la totalidad de su pieza sacando y metiendo, anchando cada vez nas mi hasta ayer reducida gruta. Sentìa que la cabeza de tan formidable ariete me golpeaba internamente, de manera desesperada y tenìa la impresiòn que deseaba atravezarme, lo cual no me importaba en absoluto. En un momento, Wilfredo se separó y fue al baño.

Nos quedamos solos Eduardo y yo. Sentìa que el mundo se habìa reducido a nosotros dos y juntàbamos nuestros cuerpos, unìamos nuestros alientos, sentìa su sudoraciòn impregnarme cada milìmetro de mi cuerpo y querìa mas, mucho mas, no estaba dispuesta a renunciar a tan maravilloso regalo que se me habìa ofrecido esa noche y le dije que era suya que hiciera de mì lo que quisiera. Ante esa peticiòn, Eduardo dejò de empujar su glorioso miembro dentro de mì y la sacò dejandome un vacìo desesperante que reclamaba ser llenado nuevamente, yo sentìa que estaba quebrando todos mis records de venidas, siempre fuì multiorgàsmica y la vez que mas vaciadas tuve fuè en otra jornada gloriosa con mi marido donde tuve 17 orgasmos.

Eduardo me ayudò a levantarme y cambiando de posiciòn me puso doblada sobre mis rodillas en posición de perrito, luego se colocò detràs mio y sentì el dedo de Eduardo humedeciendo mi ano, introduciéndolo y girando por los entornos despertando una extraña sensación . Adivinaba lo que vendría y un estremecimiento recorrió mi espina dorsal cuando Eduardo comenzó a besarme las nalgas apretándolas con sus manos , acercando su lengua a mi ano e introduciéndola mientras con sus dedos separaba cuidadosamente mis nalgas, luego me colocó su enorme pieza y comenzó a introducirla.

Por un momento se me paralizó la sangre al pensar en la para mí infructuosa empresa de tratar de introducir tan descomunal arma en un orificio tan reducido y delicado, pues Wilfredo muchas veces trató de ingresar por esa vía sin resultados ya que su enorme cabeza no lograba pasar produciéndome solo dolor. Grande fue mi sorpresa al sentir como se introducía dentro de mí sin mayor esfuerzo hasta llegar a aplastar sus huevos contra mis nalgas. Parecía mentira, mi pobre culito había recibido en toda su magnitud y esplendor esa formidable lanza que taladraba sin miramientos mis profundidades. Yo sentìa que le pertenecìa, nunca antes habìa sentido tal disfrute, todo desapareciò, incluso mi marido, en ese momento glorioso solo existìamos los dos , yo y mi amante furioso que sacaba y metía su enorme miembro con fuerza y velocidad. Nunca antes habìa sentido lo que era ser dominada literalmente y me sentía desfallecer.

La sensación era extremadamente agradable y su intensidad era tal que comencé a convulsionar estallando en una serie ininterrumpida de orgasmos que mojaron por completo mis piernas , aumentando groseramente el borde humedecido de las sábanas.

Yo gritaba sin ningùn tipo de control y le pedìa que me lo metiera mas profundamente, pero ya no habìa mas que meter, pues sentìa el golpeteo constante de sus huevos contra mis nalgas. Hubiera dado mi vida para que ese instanta supremo continuara, que nunca acabara, yo seguìa convulsionando ante cada ataque feroz de mi adorado amante. Sentìmos el ruido de la puerta del baño y le comenté a Eduardo que mi marido nunca pudo hacerlo pues cada vez que lo intentò solo me causaba un gran dolor y seguramente le ba a parecer increible lo que estaba viviendo. Efectivamente, Wilfredo retornó del baño y se quedó atónito ante el espectáculo que se ofrecía ante sus ojos. Vio a su mujer totalmente encapsulada por detrás, gimiendo y gritando de placer mientras su furioso jinete empujaba y sacaba violentamente su poderoso armamento.

No lo podía creer, se negaba a aceptar lo que veía y se acercó para comprobarlo constatando que efectivamente el enorme miembro de Eduardo entraba y salía con pasmosa facilidad y su mujercita, a la cual nunca pudo sodomizar disfrutaba hasta el delirio. Eduardo sacó su hermoso juguete y me invadió un gran alivio pues sentía como si me hubieran descorchado, pero a la vez también sentía que me faltaba algo, que por alguna extraña razón se me había formado un vacío interior que necesitaba llenar pues en ese momento hubiera jurado que el habitàculo natural de ese monstruoso aparato era mi cavidad anal.

En ese momento Wilfredo tuvo una brillante idea y nos propuso hacer una doble metida. A estas alturas yo estaba dispuesta a todo y verdaderamente deseaba sentir desesperadamente esta nueva experiencia. Eduardo se echó de espaldas sobre la cama mojada y yo me subí sobre el poniéndome en cunclillas, tomé su enorme pieza con la mano, presionándola con placer y la introduje de a pocos en mi ano, comencé a hacer presión al sentarme sobre el, sintiendo como se llenaba totalmente mi interior y disfrutando de esta nueva sensación moviéndome hacia arriba y hacia abajo, midiendo calculadamente mis movimientos a fin de asegurarme mayor placer. Wilfredo mientras tanto me besaba en la boca con sus labios y lengua experta trabándonos en una desenfrenada y desesperada orgía bucal.

Yo estaba sentada sobre Eduardo, dándole la espalda y me recosté ligeramente hacia atrás, luego, mi amor se acercó por delante, se arrodilló y comenzó a introducir su miembro en mi cocoy, primero con mucha dificultad y luego de manera abierta y decidida, llevándome al paroxismo. Lo que sentía en ese momento era algo increible, ni en mi imaginación mas audaz me había acercado algo a lo que estaba viviendo. Mis dos hombres introducían y sacaban sus miembros a la vez produciéndome una gama de sensaciones que estremecían de manera intensa todo mi cuerpo, sus enormes, queridas y monstruosas piezas ocupaban totalmente mis interiores yo me sentía desfallecer alcanzando una serie ininterrumpida de orgasmos que hacían brotar los líquidos cual fuente milagrosa.

Yo gritaba de placer y los ojos se me llenaban de lágrimas de gratitud por el sublime momento que estaba viviendo y quería que pararan ya de una vez, pero al mismo tiempo deseaba que nunca se acabara el ejercicio. Mi ano y mi cocoy se habían unido en un solo elemento. Creo que si alguien hubiera tomado una fotografía en ese momento, yo aparecía con una cara de loca desatada pues en verdad el momento fue sublime y extraordinario, intenso y emocionante por la novedad del exitoso experimento.

Sentía que todo se nublaba y me mojé varias veces. Wilfredo no pudo resistir mas y se vació llenándome de leche caliente que se comenzó a derramar por mis muslos alcanzando también a Eduardo quien no pudo resistir mas y estalló en convulsiones mientras descargaba un potente chorro caliente que llenó mis entrañas mientras yo me estremecía con varios orgasmos desatados en cadena.

Fue en verdad una noche para recordar en la que tuve tal vez unos cuarenta orgasmos y que hicieron de mì una fervorosa devota del sexo anal. Hoy tengo dos hombres que se comprenden muy bien y que siempre estàn dispuestos a satisfacer mi cada dia mas fuerte adicciòn pues después de haber probado este delicioso manjar, siento que es una experiencia absolutamente repetible.

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Después del verano


después del paron veraniego, a contaros las múltiples aventuras sexuales que durante la temporada me han ocurrido. Comenzaré por una que me ocurrió el 9 de julio, unos días antes de irme de campamento. No sé si recordareis a mi amigo Jonah, el marine. Un negrazo con un rabo que hace honor a su raza. Me había invitado a su casa, en la Castellana, a una fiesta de despedida. Además, tenia unos amigos de los EEUU, que le estaban visitando y quería que vieran lo ardientes que somos las españolas así que me puse unas mallas muy ceñidas negras y un top azul muy sugerente. Debajo, sólo me puse un tanga, para que no se marcara nada en las mallas. Llegué a casa de Jonah y comenzó a presentarme a sus amigos: Jim, otro negrazo, con unas espaldas más anchas que un armario; Carl, un rubio de California con unos ojazos azules que tiraban y Sam, un tejano moreno guapisimo. Todos eran muy amables y muy educados. Bebimos un poco, nos achispamos lo que pudimos y al final, acabamos sentados en el sofá hablando de los temas más peregrinos. Indudablemente, la conversación derivó hacia el tema que ellos querían: - - Vamos- les dije- que yo sé lo que queréis. - - ¿Cómo que lo que queremos? - - Vosotros queréis echar unos polvos gratis porque aquí vuestro amigo os ha dicho que él lo hace cuando quiere.

Jonah sonrió débilmente mientras Carl se ruborizaba hasta las pestañas. - - Vamos Rosa- dijo Jonah- solo les he dicho que eres una chica fantástica, muy liberal y sin prejuicios en lo que al sexo se refiere. ¿Tu crees que te lo haríamos pasar mal?

Le miré sonriendo. La verdad, es que ya estaba cachondisima. Mis pezones se marcaban una barbaridad en mi top y mi cocy se había puesto a trabajar, expulsando una humedad incipiente. Me acerqué a Carl y le dije que no se preocupara y acerqué mi boca a la suya, comenzando a besarle. Al principio, se mostraba tímido, pero cuando mi lengua se adentró en su boca, comenzó a manejarse. Deslizó su mano hasta mis melones y comenzó a pellizcarme con fuerza un pezón a través del top. Mientras, Jonah se había levantado y metiendo los pulgares en la cintura de mis mallas, tiró de ellas hacia abajo, con la suerte de enganchar la cinturilla de mi tanga, con lo cual salieron con las mallas, dejándome mi almeja palpitante desnuda. Jonah cogió el tanga y se lo pasó a Jim. - - Mira, esto es humedad y no la de Nueva York. Y era cierto. El tanga debía de estar empapadisimo pues notaba el calor húmedo de mi flujo.

Jonah se arrodilló y levantando mis muslos, comenzó a comerme el cocoy como él solo sabe hacerlo. Primero pasa su lengua por el clítoris y comienza a hacer círculos, muy, muy lentamente, tan lentamente que creo que me voy a volver loca cuando ya estoy en un estado cercano al paroxismo, hunde su lengua en las profundidades de mi cocoy y la mueve como si de una batidora se tratara. En ese momento estoy casi catatónica y ya debo de haber tenido tres o cuatro orgasmos. El útero salta dentro de mi vientre como un caballo desbocado y mi cocoy se contrae salvajemente... Pero en ese momento Jonah había empezado el cunnilingus, todavía quedaba satisfacción para rato Carl seguía besándome y Sam y Jim me miraban como tontos, con la boca abierta.

- ¡¡¡Qué pasa con esos miembros!!! ¡¡¡Vamos, sacadlas ya de una buena vez !!!

La ultima palabra se perdió en un gemido de placer cuando Jonah mordisqueó ligeramente el clítoris. Pero no tuve que repetirlo más veces. En un momento se quedaron en pelotas, ofreciéndome el lote de miembros erectos más grandes que jamás había visto.

Carl parecía el mas lanzado ahora, se subió al sofá y de un golpe me metió su miembro en la boca, un miembro corto pero grueso. Jim y Sam se pusieron cada uno a mi lado y les agarré sus miembros, comenzando a jugar. disfrutaba como una desesperada. Me llenaba la boca de saliva y luego la rebozaba bien con la lengua. También la descapullaba con los labios y saboreaba el sabor agridulce de su prepucio.

Jonah le pareció que no estaba integrado en la fiesta, así que se despojó de sus pantalones y el slip y me dijo: - - Te voy a destripar, cariño.

Agarró su miembro con la mano y comenzó a restregarme la entrada de mi cocoy con la punta de su capullo. Eso sí que es para volverte loca Berreando como una perra, con un miembro en la boca y moviendo convulsivamente mi pelvis para empalarme cuando consideró que su miembro ya estaba suficientemente rebozado de flujo, me la metió de golpe. Abrí la boca, y a pesar de tener el miembro de Carl, grité de gusto, un autentico grito de placer. Arrecié en mi disfrutada y en mis yo con yo. Mientras, Jonah empezó a bombear mientras en la habitación solo se oía el chapoteo de mi raja, mis gemidos y los jadeos de los chicos. Notaba como gotas de flujo resbalaban por la raja de mis nalgas y se detenían en mi ano y también como mis músculos de mi cocoy trabajaban el aparato de Jonah. En ese momento me vino mi quinto orgasmo. Carl de repente, gimió más fuerte que de costumbre y me agarró con fuerza del pelo. Mi boca comenzó a llenase de un fluido cálido y liquido; yo tragaba y tragaba y no daba abasto. Finalmente Carl, sacó su miembro y dirigió los últimos chorros a mis labios y caras. Yo tragué los restos de su delicioso esperma y le hablé: - - ¡¡¡Límpiate el miembro en mi pelo!!! ¡¡¡En mi pelo !!!

Carl, obediente cogió su miembro y comenzó a limpiarse los restos en mi pelo. Jim retiró su miembro de mi mano y poniéndose en pie, metió su cacharro, grueso y largo, en mi boca, mientras Carl se retiraba a mirar. Disfrutaba como una loca y le jugaba  con mi mano libre. En eso Jonah comenzó a correrse explosivamente en mi cocoy. Notaba el calor húmedo de su leche y como los chorros golpeaban las paredes de mi cocoy. En ese momento Jim no aguantó más y eyaculó con fuerza en mi boca, una lefa espesa y grumosa. El primer chorro me llegó directo al estomago y el resto de su crema se fue acumulando en mi boca. Jonah sacó su miembro de mí, brillante por los flujos mucosos de mi cocoy y su fluido. Él y Jim, también se limpiaron los miembros en mi pelo, mientras saboreaba lentamente el yogur de Jim. Cuando me disponía a comerle el cipote a Sam, se corrió en mi cara. Saqué mi lengua y recogí lo que pude, que fue poco porque la mayoría de chorros fueron a mi pelo ¡Qué desperdicio!.

Me encontraba en la gloria, toda sucia de esperma y con su sabor en mi boca y mi estomago bien harto de él. Yo esperaba que la cosa no hubiera acabado. Eso me lo confirmó Carl, sentado en una silla, halandose el ganzo. Me levanté y me acerqué despacio a él. Carl me dijo que era fantástica. Yo sonreí y me senté encima de él, cara a cara. Agarré su miembro, lo dirigí hacia mi cueva y me senté encima. Fue como si me hubiera dado una descarga eléctrica. Su grueso rabo se abrió paso en mis húmedas y viscosas interioridades. Carl me agarró con fuerza de la cintura y comenzó a tirarme a un ritmo endiablado. Gritaba y gemía como un animal en celo. Tenía cerrados los ojos y por eso no me di cuenta de que Jim se acercó por detrás y con cuidado apoyó su prepucio en mi ojete. Carl, al darse cuenta de lo que pretendía, detuvo momentáneamente sus embestidas. Jim, de una manera casi sádica, comenzó a empujar su miembro. Notaba como mi ano gimió, como si se rasgara un trozo de tela. Abrí los ojos y me quedé boqueando, casi sin aire y sin poder respirar apenas. El sexto, séptimo y octavo orgasmo me vinieron de una manera salvaje y parecía que la matriz se me iba a salir por la boca. Por fin, Jim acomodó su cipote en mi recto y así empecé a ser tirada por dos rabos al mismo tiempo. Mientras, Jonah le decía Sam: - - ¡¡¡LaESPECIALIDAD DE LA CASA... El sándwich!!!

Mis jadeos eran ya gritos sentía los dos miembros y los orgasmos eran casi continuos me estaba casi deshidratando por la cantidad de flujos que perdía por mi raja parecía un grifo. Cuando Jim empujaba, mis intestinos recibían su miembro como un misil y el golpe me empalaba en Carl, que a su vez empujaba y notaba los dos miembros a través de la delgada pared que separa intestino y cocoy. Finalmente, Carl, agarrándome los pechos casi hasta reventármelos se corrió. Volví a notar los espasmos del miembro y el calor húmedo de su lefa. No sé si fue por simpatía o por qué pero Jim, también se corrió en mis tripas. Sus chorros me causaban cosquillas en los intestinos, notaban como resbalaban. Me quedé abrazada a Carl, respirando ruidosamente y llorando de placer. Jim se retiró y cuando creía que todo había acabado, sin desacoplarme de Carl, Sam me volvió a encular ¡¡¡Para qué contar!!! Grité de tal manera que Jonah me tapó la boca, pero como no me callaba, se subió a una mesa y me metió su miembro en la boca. Chupé ávidamente, como una drogadicta, viviendo un orgasmo continuo para qué decir más. Sam se corrió en mi trasero y Jonah unió su leche a la que había en mi estomago y a la de la gruesa máscara que cubría mi pelo y cara. Por fin me desacoplé y me dirigí al sillón. Gruesos regueros de esperma me bajaban por las piernas de mi trasero y cocoy. Me tumbé reventada en el sofá. Debía ofrecer un aspecto increíble, con todo el fluido ese por mi cuerpo pero la fiesta tuvo su traca final. Los cuatro chicos se empezaron a jugar delante de mí. Era increíble, cuatro miembros ofreciendo su carga seminal a mí la leche nunca mejor dicho Se corrieron como cuatro cataratas; pelo, boca, cara y mi top quedaron cubiertos de lacama viscosa más deliciosa del mundo. No tenía fuerzas ni para relamerme, mi útero todavía vibraba de contracciones supongo que me dormí

A la mañana siguiente me desperté en la cama de invitados de Jonah. Me levante y fui al cuarto de baño. Ofrecía un aspecto dantesco: Mi pelo esta cubierto de un emplasto blanco seco, mi cara de una costra reseca de esperma, así como todo mi cuerpo y mi top esta tieso del fluido seco. Sonreí al espejo y desnudándome por completo, me metí en la ducha, pensando en lo que haría en el campamento pero eso es ya otra historia.


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Fiesta fin de año


Todo lo que voy a contar a continuación ocurrió en una fiesta de fin de año que fue este año (2000 comienzo 2001). Voy a cambiar un poco los datos pero la historia es la misma.

Resulta que a mi hermana la transfieren a otro país. Vive ahí durante 3 meses y nos cuenta que es increíble y que hay una joda terrible. Entonces con mis demás hermanos decidimos ir a visitarla y pasar año nuevo con ella. Por supuesto que esto incluyó solamente a los hermanos nada de padres. Viajamos al destino y ya la primer noche tuvimos una reunión donde conocimos a todos los amigos de mi hermana. Es decir, eran todas mujeres, muy lindas. Eran todas chicas grandes para mí ya que tengo solo 17. Las edades rondaban los 23 años para arriba. Me sentía en el paraíso. Además me trataban muy bien por el sólo hecho de ser el hermano menor.

Recorrimos un poco la ciudad al día siguiente y es ahí donde empezaron los preparativos para la fiesta de fin de año. Nosotros pensábamos que iba a ser algo tranquilo pero mi hermana se descontroló y contrató un Dj y compraron muchas bebidas. Es decir que fiesta iba a haber seguro. Mi hermano tenía onda con una amiga de mi hermana y mi otra hermana (que había ido con nosotros) no tenía ningún acompañante pero después lo encontró en la fiesta. Eso no importa. El tema era que yo no tenía con quién estar ya que cada uno estaba en lo suyo. Empezó la fiesta y la gente iba llegando. Habría 25 personas, la mayoría mujeres. En medio de la fiesta me entero que habían llevado a una chica de mi edad o más chica para mí. Pero la verdad es que cuando la vi no me interesó para nada. Entonces me concentré en la fiesta. Es decir había música y mucho alcohol además de muchas mujeres hermosas. Me dediqué a bailar y a pasarla bien. Bailaba con las amigas de mi hermana y estaba todo bien, hasta que me puse a bailar con Carla que tenía 32 años (vamos a llamarla así). Ella estaba medio tomada al igual que yo y era tanto el calor que estábamos los dos sudados. Nos pusimos a bailar juntos y yo me le insinuaba y ella no mostraba ninguna muestra de rechazo. Fue así que nos pusimos a bailar muy provocativamente a tal punto que un momento me doy vuelta y estaban todos los de la fiesta parados mirando y sacando fotos. A mí no me importó para nada. Yo mientas que bailamos le alcanzaba alguna que otra copa o cerveza simplemente. Yo tomaba la misma cantidad es decir que no la quise emborrachar. En la mitad del baile me dice que estaba medio mareada y que la acompañara a la cocina que quedaba adentro y donde no había nadie. Me llevó de la mano a la cocina donde tomó un vaso de agua. En ese momento me agarro un no sé qué y la abracé esperando algún rechazo. Pero ella no hizo nada, ahí no más me acerqué y le di un beso. Les cuento que he besado y estado con mujeres en mi vida pero como esto no hubo ningún beso parecido. Fue algo muy lindo. Nuestras bocas húmedas empezaron a compartir la misma saliva y así hasta que la temperatura llegó a tal punto que empezamos a tocarnos. Ahí no más ella me dijo NO, vení para acá. Y me llevó al patio que quedaba delante de la casa. Me llevó al garage y ahí no más saltó sobre mí y empezó a besarme. Ella tenía una falda negra y un top blanco. Yo tenía solamente un short de baño y sin remera ya que había estado en la pileta. La apreté contra una pared y nos seguimos besando, se sentía raro pero muy lindo. Le empecé a tocas sus maduras nalgas que se mantenían muy bien porque iba todos los días al gimnasio. Ella se excitaba mucho y gemía como nunca lo había escuchado. Le mordía el cuello y se lo besaba, ella me apretaba y clavaba sus uñas en mi espalda. Todo esto iba acompañado de un movimiento pélvico de parte de los dos que hacía que nuestros miembros se frotaran constantemente. Así subía el nivel de excitación de los dos. No dude en nada y ahí no más le metí la mano por debajo de la falda que llevaba. Ella se excitaba mucho y gemía, cosa que me hacía poner como loco. Cuando llegué a su entrepierna, estaba toda humedad y caliente. En ese momento produjo un grito que me hizo estremecer de la calentura. Yo tenía miembro al máximo no podía más ya me estaba empezando a doler. Nos tiramos al suelo y yo le arremangué el top y empecé a tocar sus senos que no estaban tan mal como yo creía. Tenia sus pezones muy erectos a punto que empecé a lamérselos y ella seguía con sus gemidos y apretándome fuerte. Después empezó ella a tocarme. Me tocaba las nalgas y mi miembro que estaba que no podía más. La acosté sobre el suelo y me deslicé desde su boca hasta su entrepierna besándola y lamiéndola. Cosa que la volvía loca ya a mi también. Me metí entre su falda y corrí su hermosa ropa interior y comencé a lamer su hermoso cocoy. Ahí no más me dijo que parara, y que se la introdujera de inmediato. Entonces me arrodillé y saqué su bombacha, lo que me dejó una vista increíble. Luego de sacarme mi short me monté sobre ella y ella me acomodó el miembro para que lo introdujera. Ahí no más la introduje y estaba tan caliente ella que la sensación cuando la introduje fue terrible. Ahí no más empezamos a movernos los dos lentamente y así cada vez más fuerte hasta que ella tuvo su primer orgasmo. Pero yo no había podido, y ella no me dejaba seguir ya que me decía que estaba mareada y cansada. Esto hacía que mi calentura se fuera por el techo. Parecía una locomotora, más que nada por lo que tenía entre las piernas que estaba como loco. Me dijo que nos fuéramos de ahí y que volvamos a la fiesta. Volvimos a donde estaba la fiesta, que solamente quedaban los restos y el Dj y había empezado a desarmar y llevarse todo. Entonces cada uno se fue a dormir con su respectiva pareja y yo me quedé con Carla esperando a que se fuera el Dj para cerrar la puerta y pagarle.

Una vez que se fue el Dj quedamos Carla y yo solamente, la tendí porque no se sentía muy bien, estaba media mareada así que le lleva agua y algo de pan. Se acostó en un sillón, ya que era el único lugar porque todos los cuartos estaban ocupados, y yo con ella nos abrazamos e intentamos dormir. Pero era tal mi calentura que no podía dejar de acariciarla y besarla y ella respondía. De repente de un salto se subió encima mío corrió su bombacha, me corrió el pantalón e hizo que la introdujera. Se repitió la historia nuevamente, es decir ella tuvo su merecido orgasmo pero yo no. Yo estaba loco. Días después yo pensé que todo iba a quedar en el olvido pero no fue así. Luego de quedarnos solos en la casa de mi hermana nos besamos , y todo indicaba que íbamos a repetir lo de aquella fiesta, pero esta vez la historia tenía que cambiar.

Luego de besarnos y acariciarnos en uno de los sillones me propuso que nos fuésemos a mi cuarto. Cuando se paró noté en su pijama gris que estaba muy húmeda y cachonda por lo tanto.

Nos fuimos a mi cuarto y luego de sacarle el pijama de inmediato empecé a manosear y a tocar esos pezones que me ponían loco por el tamaño. Ella me sacó la ropa y me besaba todo el cuerpo menos el miembro. Cosa que me hubiera encantado. La acosté y le empecé a lamer su cocoy que estaba húmeda y riquísima. Así hasta que no aguantó más y me hizo subir sobre ella y que la introdujera. Así fue pero esta vez yo estaba caliente y esto se mezcló con la furia entonces empecé a darle cada vez más duro. La cama estaba que se movía para todos lados y ella gemía de una manera muy silenciosa pero que a uno lo afecta igual. Mientras la estaba metiendo ella tuvo su primer orgasmo y fue algo hermoso porque sentía que mi miembro estaba entrando en el infierno. Pero yo continué porque no me iba a quedar así. Seguí metiendosela hasta el punto que me venía y noté que a ella también. Acabamos juntos y fue algo inexplicable. Es como si explotara algo dentro de ti hermoso...

Eso terminó ahí, pero con Carla nos seguimos viendo cuando viene a mi país cuando voy al de ella y todos mis hermanos están de acuerdo con esto a pesar de la diferencia de edad. Espero que les haya gustado y ya los sorprenderé nuevamente con alguna que otra historia... Johnny Bravo


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Hicimos un trío sin que ella lo supiera


Judith es mi novia. Tiene 27 años, mide 1,70, no se puede decir que sea una belleza sino más bien que es bastante atractiva, no tiene un cuerpo espectacular pero tiene bastante buen tipo y, eso si, unos pechos preciosos y grandes.

Llevaba ya mucho tiempo con la idea de hacer un trío ella y otro chico y alguna vez se lo había comentado, pero ella se negaba, no porque no le apeteciera o no le fuera a gustar, ya que a ella le encanta practicar el sexo y nunca tiene fin a la hora de querer disfrutarlo, sino porque tenía miedo de que pudiera afectar a nuestra relación. Yo tengo muy claro que una cosa es el sexo con amor, que es maravilloso, y otra cosa muy diferente es el sexo como fuente inagotable de placer físico y disfrute, una oportunidad que nos ofrece la naturaleza y que no hay que desperdiciar con convenciones sociales o tabúes.

Yo sabía que a ella le gustaría, ya que siempre que veíamos en alguna película porno alguna escena de grupo ella se ponía muy caliente. Me imaginaba lo que disfrutaría ella una vez en la situación, el morbo que me daría a mi ver disfrutar a otro de ese cuerpo voluptuoso hecho para dar placer.

Al final, como vi que no podía convencerla, me decidí por un plan alternativo. El plan era el siguiente: aprovechando que alguna vez hacíamos el amor con ella atada y con los ojos tapados (es una situación que nos gusta y nos excita a los dos), yo introduciría a alguien sin que ella se enterara. Había que hacerlo muy bien para que no fallara nada, ya que si en algún momento ella sospechaba algo se podría estropear todo.

Lo primero que había que decidir era quien era la persona elegida. Puse un anuncio en Internet y tuve muchas ofertas, pero ninguna me acababa de convencer, ya que no conocía a la persona y tampoco tenía tiempo de ir conociéndolos, aparte que me resultaba una situación un poco embarazosa.

Pense en un amigo mío de toda la vida, que en más de una ocasión me había comentado lo buena que estaba Judith (a él le encantaban las chicas con los pechos grandes, y Judith tiene unos pechos grandes y bonitos) y la envidia que le daba él que yo pudiera disfrutar de esos pechos. A mi también me gustaba su mujer, muy diferente a Judith (más alta y delgada, con los pechos no tan grandes pero también bonitos, no tan sensual pero muy guapa) y en alguna ocasión le había comentado que no me hubiera importado meterle un buen polvo. La relación era de mucha confianza, ya que los dos sabíamos que ninguno haría nada sin permiso del otro.

Así que un día quedé con él, y después de tomar unas copas le propuse mi plan, aunque le dije que todavía no estaba decidido a hacerlo, que era sólo una idea. Se quedó un poco sorprendido, y me dijo que no sabía si se atrevería, aunque dijo que le gustaría disfrutar de Judith.

Al día siguiente quedamos las dos parejas para ir al cine, y mientras ellas hacían cola para entrar nosotros fuimos a comprar las entradas. Carlos me empezó a comentar:

"-Oye, de lo que me comentabas ayer..."

A mi me dio corte, y le dije que no hiciera caso, que estaba muy bebido y que era una idea que se me había ocurrido en aquel momento...

El me dijo que lo había pensado bien, y que desde luego no le importaría participar, es más, que le encantaría disfrutar de esos pechos, y que si alguna vez me decidía a hacerlo lo tuviera en cuenta...

Pasó un tiempo y al final un día me decidí a tirar adelante el plan. Mientras yo había visto como Carlos se miraba a Judith con otros ojos, y aprovechaba cualquier oportunidad para sobarla un poco (en plan de amigo). Cuando se lo comenté a Carlos, me confesó que se había hecho el yo con yo muchas veces pensando en esta situación que yo le había propuesto tiempo atrás y que tenía muchas ganas de hacer realidad esta fantasía, aunque no me había comentado nada porque pensaba que a lo mejor me había arrepentido...

Carlos le diría a Ana que se iba a cenar con unos amigos, y vendría para nuestra casa a la hora convenida. Yo le dejaría un juego de llaves, para que pudiera entrar. Yo mientras iría preparando a Judith, veríamos una película porno, cuando ya estuviera caliente la llevaría a la cama, la ataría y le vendaría los ojos. Haría una llamada al móvil de Carlos, que sería la señal para que subiera y entrara en casa sin hacer ruido. El se desvestiría en el recibidor (sin quitarse los calcetines para no hacer ruido al caminar) y vendría para nuestra habitación silenciosamente. Yo habría puesto música para que ella no pudiera distinguir las respiraciones ni los pasos. Después de disfrutar un rato de Judith, sin decir una palabra, él se iría mientras yo acababa la faena con Judith. Además, él se pondría la misma colonia que yo y dejaría de fumar durante una semana, para que no oliera a tabaco.

Y así fue el día señalado. Con Judith ya caliente y atada llamé a Carlos. Judith estaba todavía en ropa interior, no se la había querido sacar... Seguí acariciándola...a los cinco minutos de llamar Carlos estaba ya en la habitación, desnudo y completamente empalmado, deseoso de disfrutar del manjar que le ofrecía...

Me retiré un momento y le hice una señal indicándole que era su turno. Se acercó muy poco a poco, como quien descubre un tesoro, una cosa muy valiosa y tiene miedo que se le rompa o se lo quiten. Empezó a acariciar y besar a Judith, las piernas, la barriga, los hombros... suavemente...fue retirando con mucha delicadeza los tirantes de los sujetadores...fue bajando hasta los pechos, recorriendo cada centímetro de la piel de Judith, bajando poco a poco los sujetadores hasta liberar por completo los preciosos pechos de Judith, grandes, tersos, con los pezones duros...empezó a acariciarlos con las dos manos, con delicadeza. Luego empezó a besarlos y lamerlos, dulcemente, deteniéndose en los pezones, cosa que tal como le había dicho, excitaba a Judith sobremanera. La respiración de Judith era cada vez más rápida...Carlos estuvo un buen rato disfrutando de esos pechos que tanto había anhelado y poniendo a Judith cada vez más caliente. Judith estaba gozando y la cara de Carlos era de puro vicio.

Al cabo de un rato le quitó las braguitas y mientras seguía lamiendo los pechos de Judith, con una mano le acariciaba el clítoris, el segundo punto débil de Judith, que si ya estaba caliente empezó a ponerse como una moto y a gemir. Yo me estaba poniendo muy caliente de ver a Judith disfrutar así con otro y de ver a Carlos como sobaba a mi mujer. Ella seguía con sus caderas los hábiles movimientos de la mano de Carlos.

Pero Carlos quería aprovechar esta oportunidad y quería disfrutar de Judith al máximo y hacer con ella lo que tantas veces había soñado. Se incorporó y puso su miembro tieso delante de la boca de Judith, que empezó a lamerla con auténtico placer, para luego rodearla con sus labios y hacerle una maravillosa mamada. Aunque era más bien Carlos el que hacía los movimientos, ella la rodeaba con los labios y movía la lengua con singular maestría. La cara de placer de Carlos era indescriptible, ya que era una cosa que siempre le había gustado y nunca había podido practicar con su mujer, ya que a ella no le gustaba.

La verdad es que no habíamos hablado hasta donde podía llegar Carlos, y cuando Carlos retiró su miembro de la boca de Judith se me quedó mirando, como no sabiendo que hacer. Yo le hice un gesto de asentimiento con la cabeza, indicándole que Judith era toda suya. Le di un preservativo, se lo puso y se dispuso a tirarsela. Empezó poco a poco, metiéndole sólo la punta, moviéndola en círculos, haciéndole disfrutar y sufrir a la vez, gimiendo como una gata en celo, hasta que al cabo de un rato estaba pidiéndole que se la tirara ya.

Carlos no aguantó mucho esta situación: era demasiado fuerte el tener a Judith con las piernas abiertas y pidiéndole que se la tirara... lo había deseado demasiadas veces como para aguantar ahora, así que se la empezó a tirar con todas sus fuerzas, mientras los gemidos de Judith pasaban a ser gritos de placer, mientras Carlos, al mismo tiempo que se la tiraba, no paraba de tocarle y sobarle los pechos.

Era una situación enormemente excitante, ver a mi mujer siendo tirada por otro, disfrutando con otro sin ella saberlo, y además sabía lo que Carlos estaba disfrutando con ella y el morbo que le daba estársela tirando... Judith tuvo varios orgasmos, hasta que por fin Carlos se corrió, aguantándose para no gritar, pero con la cara extasiada de puro placer.

Tal como habíamos quedado, se retiró rápidamente y yo me puse en su lugar, diciéndole a Judith que íbamos a cambiar de posición, que la desataba y la iba a poner a cuatro patas, para tirarmela por atrás. Ella estaba encantada de la vida de que el polvazo estuviera durando tanto y yo, que estaba como una moto, me la tiré por detrás de forma salvaje, mientras ella tenía varios orgasmos más.

Cuando acabamos, fui un momento a la cocina a beber agua y comprobé que Carlos ya no estaba... todo había salido bien, todos habíamos disfrutado de una sesión de sexo y placer sin límites.

La segunda parte vendría un tiempo después... me tocaba a mi disfrutar de Ana...


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