martes, 27 de febrero de 2018

Rosa



Mi nombre es Paty, tengo 18 años. El relato que contaré sucedió hace casi un año.

Soy una chica delgada de 1.65 de estatura, de piel blanca y pelo castaño. Mis amigas siempre me han dicho que mi rostro es muy bello debido a mis facciones que son muy finas. Como lo mencioné soy una chica delgada, aun así tengo un cuerpo bien formado. A pesar de eso noté que de un tiempo para acá había aumentado algo de peso. Eso me preocupó ya que en mi familia, concretamente mis tías, son algo pasaditas de kilos. Así que decidí entrar a un gimnasio que queda cerca de mi casa.

Habían pasado apenas unas semanas desde que había empezado ha asistir a este gimnasio, hasta que cierto conocí a alguien que cambió mi forma de ver el sexo y la forma de sentirlo. En esa ocasión me encontraba pagando la mensualidad a la secretaría en una oficina que está al lado del gimnasio. De pronto entró por la puerta que comunica la oficina con el gimnasio una mujer, que resultó ser la dueña de el lugar. Se llama Rosa y es una mujer impresionante, desde el primer momento en que la vi me dejó con la boca abierta. Es como de 1.80 de estatura, morena con unos músculos impresionantes, su rostro era lindo, pero lo que te llama más la atención es su cuerpo. En un momento me encontré admirando sus enormes pechos, su tremendo trasero y sus muslos musculosos y grandísimos. Ella pasó junto a la secretaria y le dijo que estaría en su oficina y que quería que entrara cuando terminara de atenderme.

Ella entró a la oficina, cerró la puerta haciendo que el ruido me despertara de mi letargo. Le pregunté a la secretaria que quién era esa mujer, ella me contestó que era la dueña y que se llamaba Rosa. Me dio el recibo de la mensualidad y enseguida entró a la oficina. Después de eso me quede pensando otra vez en Rosa, realmente me había impresionado. Nunca antes una mujer me había dejado impresionada de esa forma. Pensé que se trataba de admiración, pero no era así y yo lo sabía. Sacudí mi cabeza y estaba apunto de dar la media vuelta cuando escuché un sonido proveniente de la oficina.

Pensé que había sido mi imaginación, me puse a escuchar más detenidamente, y otra vez escuché ese sonido. Era un quejido de mujer. No sé qué impulso y me acerqué a la puerta, ésta estaba entreabierta y traté de ver lo que sucedía en el interior. Me acerqué más, no podía creer lo que estaba viendo era esa mujer musculosa sentada en un sillón, tenía las piernas abiertas y a su secretaria hincada enfrente de ella mamándole el co?o. La mujer tenía a la secretaria agarrada de el cabello con las dos manos mientras emitía esos quejidos que había escuchado.

Ella no tenía más ropa que un top que apenas podía contener sus te?as, los pezones erectos se le marcaban claramente y su respiración era acelerada. De pronto tomó con más fuerza a la secretaria y sumergió la cabeza de ésta en su co?o y se vino. Tuvo un orgasmo bárbaro. Lo supe por cómo tembló por un momento levantando la vista al techo y soltó un grito.

Después de un momento ella se levantó de el sillón y le dijo a la secretaria:

- Lo has hecho muy bien zorri?a, ahora mami te va comer el coñi?o.

Le levantó la falda, la tomó de la cintura, la levantó como nada y la subió al escritorio. La abrió de piernas, bajó su rostro hacia la entrepierna de la secretaria cuando de pronto se me cayó mi bolso y éste hizo un ruido, me asusté por temor a ser descubierta, tomé mi bolso y salí corriendo de ahí, llegué hasta mi casa, entré a mi cuarto me tiré en la cama y me quedé pensando en lo que había visto. Esa escena me había excitado mucho. Recordé a Rosa y su imponente cuerpo. La recordaba sentada en ese sofá tomando a su secretaria firmemente del cabello. Hubiera querido ser yo quien estaba hincada satisfaciéndola. Ya no tenía duda esa mujer me causaba una completa excitación. Me bajé el pantalón. Mi tanguita ya estaba mojada, también me la quité y me empecé a masturbar. Metía un dedo, después otro y me refregaba el botoncito. Empecé a jadear, sólo recordar el voluptuoso cuerpo de Rosa me volvía loca. La imagen de la secretaria hundida en el sexo de ese mujerón me excitaba como nunca. No sé cuánto tiempo estuve ahí masturbándome. Me levanté, tomé un baño y me puse a ver la televisión, volví a pensar en lo ocurrido esa mañana. Me preguntaba si me habrían visto espiando, si sería buena idea ir al siguiente día como si nada hubiera pasado. Pero pensándolo bien nada había pasado, ya que no había yo hecho nada y muy probablemente no me habían visto.

Al siguiente día fui normalmente y me puse a hacer mis ejercicios como siempre. De pronto la vi, estaba haciendo pesas, llevaba un diminuto short, que dejaba ver sus magnificas piernas, traía un top que alcanzaba a mostrar los lados de sus grandes te?as. Las gotas de sudor corrían por su cuerpo, estaba sentada con las piernas abiertas y eso me hizo recordar lo pasado anteriormente, me empecé a calentar, me levanté y fui directo al baño de mujeres, me aseguré de que no hubiera nadie y me metí a uno de los escusados, me senté en la taza, noté que la puerta no tenía picaporte así que sólo la emparejé. Me bajé el short que traía, me bajé las bragas y empecé a darme dedo pensando en Rosa. Apenas empezaba a tocarme cuando se abrió la puerta. Era Rosa estaba parada ahí mirándome fijamente, mientras yo me encontraba con las piernas abiertas, y mis dedos dentro de mi puchita. Me había seguido hasta aquí. Su mirada me daba algo de miedo, su cuerpo se veía aún más imponente de cerca. No sabía qué hacer traté de hacerme la enojada y decirle que se fuera, pero estaba paralizada y no podía ni abrir la boca.

Así que fue ella la que habló:

- Pero a quién tenemos aquí, eres la mirona del día de ayer.

- Yo, yo no...

- ¡Cállate!, aquí sólo se habla cuando yo lo diga. Eres una perrita muy caliente, mira que hacerse una pa?a en el baño. ¿En quién estabas pensando? ¿En mí? ¿Crees que no noté cómo me mirabas hace un rato?. ¿Y qué chingados pensabas ayer mirándome en mi oficina?.

- Yo, este no...

- Ven acá puti?a.

Me tomó del cabello y me levantó de la taza.

- Parece que tu mamá no te educó muy bien, pero yo te enseñaré a no espiar a otras personas.

Tenía mucho miedo, esa mujer era enorme, cuando me levantó apenas si le llegaba hasta los pechos me tomó de los hombros y podía sentir su enorme fuerza, sería mejor no resistir, o podría irme peor. Me ordenó que pusiera las manos en la pared y me hizo levantar el cu?o y me lo empezó a acariciar.

- Qué lindo culi?o tienes perri?a. Me encanta hacer esto.

De pronto me dio una nalgada que casi me hizo gritar y casi llorar.

- ¡Aaaah!

- ¿Te duele mucho chiquita?.

- ¡Siiii!. Ya no me pegue por favor. - Entonces intenté voltearme para tratar de hacerla desistir, pero ella me tomó de la blusa con una mano y con la otra mano me soltó dos cachetadas y me dijo:

- ¿A dónde crees que vas linda?. Mejor no intentes nada o sólo tendré que usar más fuerza. Sabes que puedo hacer lo que quiera contigo pu?a.

Me volvió a voltear y continuo pegándome. La verdad es que me dolía mucho, pero eso también me estaba excitando mucho ser castigada como una niña malcriada. Ya tenía la concha chorreando sólo por la zurra. Después de no sé cuántas palmadas en el cu?o ella paró. Me empezó a acariciar de nuevo mi dolorido cu?o mientras me decía:

- Ya ha sido suficiente perri?a, si te sigues portando mal la próxima vez te irá peor.

Me tiró en el piso y quedé hincada. Se quitó su short y me mostró su co?o totalmente depilado.

- Ahora agradéceme el haberte castigado dándome una mamada de co?o.

Me quedé mirando su concha, era imponente, sus labios eran muy gruesos, se veía enorme parecía que si acercaba mi rostro sería succionado. Cerré los ojos y me acerqué sacando la lengua e hice contacto. Empecé a lamer y chupar suavemente. Ella ya estaba algo mojada, parece que ella también se había excitado al pegarme, sus jugos me ponían más caliente, abrí los ojos y miré sus enormes muslos a mi lado.

- Qué rico chupas puti?a, pareces un cachorrito no cabe duda de que eres toda una marico?a chupa puchas.

Sus palabras también me excitaban, empecé a sentir mi conchita más húmeda. Trataba de darle la mamada que mejor podría hacer. Estuvimos así un rato cuando ella empezó a decir:

- ¡Uummm!, ¡aah!, así pequeña, ya me vengo, hazme venir puti?a, hazme venir, chupa más fuerte. Así, mas aaah.

Ella tomó mi cabeza y me la hundió la cara en su co?o mi nariz y mi boca estaban totalmente dentro, sentí su temblor.

- ¡Aaaaah!, ¡me vengoo!, ¡aaaaah!, ¡siiiii!, ¡aaaaah!.

Se vino increíble y vinieron sus líquidos que entraban a mi boca, continuaba Agarrándome fuertemente de la cabeza sentí que me ahogaba con su venida pero ella no me soltaba. Me empecé a retorcer tratando de soltarme pero era inútil. Ella se calmó un poco, empezó a reír y me dijo aun jadeando:

- Qué pasa cariño, ¿ya no quieres más coño?.

Por fin me soltó y yo empecé a toser por sus líquidos en mi garganta.

- Lo has hecho muy bien rame?a, pero todavía no terminamos.

Se inclinó y me tomó de las axilas levantándome para sentarme en el pretil del lavamanos, de esa forma mi rostro casi quedaba a la altura del suyo. Con una mano me sujetó la cara tomándome de la barbilla mientras que embarraba un dedo de la otra mano con los restos de su venida que había en mi rostro y me lo metía en la boca sacando y metiendo como si fuera un pe?e.

- No desperdicies nada puti?a, chupa mi dedo. Qué linda te ves mamándolo.

Yo le chupaba el dedo con entusiasmo, realmente me encantaba.

Yo continuaba con mi respiración acelerada mientras que ella sólo me miraba con una sonrisa de lujuria y diversión. Parecía que le resultaba gracioso jugar así conmigo sin que yo pudiera hacer nada. Cuando termino me sacó la playera que traía y después me quitó el sujetador. Al ver mis teti?as empezó a reír mientras me las palmeaba suavecito.

- ¡Pero qué miniaturas son éstas!. Parecen de nenita. Pero cómo se me antojan.

Tomó una con cada mano y las empezó a amasar suavemente, después me pellizcaba los pezoncitos también despacito. Empecé a gemir. Enredó mi cintura con su fuerte brazo, se abalanzó sobre mi pecho y empezó a comerse mis teti?as. Sentí que de verdad las devoraría. Las lamía, chupaba, les daba pequeños mordiscos que me hacían dar saltitos. ¡Cómo me los chupaba!. Me estaba comiendo viva. De pronto metió uno de sus dedos en mi cosita. Solté un gritito y empecé a jadear aún más. Sentir cómo me tenía inmovilizada con su brazo en mi cintura, cómo me comía las te?as y me perforaba el co?o con su dedote me estaba volviendo loca.

Dejó mis te?as un momento y empezó a lamer mi cuello, después mis orejas, luego pasó a mi boca. No me besaba sólo me lamía los labios y me los mordía. Ahora ya tenía dos dedos en mi interior. Empezó a bajar su rostro hasta mi cosita y me empezó a chupar el clíto?is. En ese momento me vine como nunca, empecé a gritar como loca sentí como salían los jugos de mi conchita, exploté y quedé totalmente sin fuerzas.

- ¿Te gustó zorri?a?, ya veo que sí, no puedes ni hablar. Ahora tengo que irme pero mañana te quiero en mi oficina a las 7 de la noche.

Se vistió, le quitó el seguro a la puerta del baño y me dejó ahí toda vaciada y dolorida del cu?o, el co?o y las te?as. Me comencé a vestir como pude. No podía creer lo que había pasado, ella prácticamente me había violado y me había gustado mucho. Quería ser su amante, su esclava, quería que me hiciera todo aquello otra vez y todas las veces que ella quisiera.

Así el día siguiente fui a su oficina como me había dicho. Al llegar vi a su secretaria, la misma chica que había visto el otro día hincada comiendo el co?o de Rosa. Era es una chica rubia de ojos color miel como de unos 22 años, muy linda con un cuerpo del tipo mío y que de seguro también sabía que yo las había visto. Nerviosa le dije que tenía una cita con Rosa. Ella respondió:

- Ahora no está ella pero me dijo que te hiciera pasar para que la esperaras ahí.

Se levantó, me tomó la mano, y me llevó hasta su oficina. Entramos y me pidió que me sentara en el sillón, ella se sentó conmigo y dijo:

- Conque tú eres la chica que nos miraba el otro día verdad. ¿Te gustó lo que viste?.

Yo no sabía qué decir, ella estaba muy pegada a mí y me miraba muy fijamente.

- ¿Quieres que lo hagamos ahora?

Me susurró al oído. Después empezó a lamérmelo.

- Sí.

Dije suspirando. Ella me empezó a lamer el cuello y a acariciar una te?a por encima de la blusa. Yo estaba muy caliente desde el momento que salí de mi casa, así que ella no necesitaba mucho para convencerme. Ahora lo estaba haciendo con otra chica, no lo podía creer, Rosa me había hecho una lesbiana y me encantaba. En eso entró Rosa.

- ¡Pero que par de mari?as tan calientes son, conque ya están cogiendo!.

Volteé sorprendida y me paré inmediatamente. Angélica que es su secretaria también se paró y trató de hablar.

- Ama yo sólo...

- ¡Cállate!. Quiero que se encueren ahora. ¡Rápido!

Nos comenzamos a desvestir lo más rápido posible, ella también se quedó Totalmente desnuda.

- Ahora quiero verlas besándose, quiero que me exciten.

Nos miramos Angélica y yo y nos comenzamos a besar y acariciar, poco a poco empezamos a entrar en calor otra vez. Rosa estaba sentada, en su silla masturbándose mientras nos veía.

- Así par de puti?as cojan para su ama.

Se levantó de pronto, se acercó a nosotras, tomó a Angélica de los cabellos, la jaló hacia ella y la besó fuertemente. Era excitante verlas, Angélica parada de puntitas y Rosa bajando un poco la cabeza para pegar su boca con la de Angélica. Rosa la besaba como si se la fuera a comer, alcanzaba a ver cómo sus lenguas se abrazaban, a Angélica le corría saliva por la boca y yo me calentaba cada vez más. Por fin Rosa soltó a Angélica dejándola con la respiración acelerada y con la pintura de labios embarrada alrededor de la boca. Me volteó a ver como a un objeto de su propiedad, y me hizo lo mismo. Me penetró con su lengua y me dejó casi sin aire.

Sacó unas esposas de cuero, me puso los brazos en la espalda, y me las colocó en las muñecas. Lo mismo hizo con Angélica, después sacó una correa de cuero como de tres metros con dos bozales en las puntas y nos puso un bozal a cada una. Ese juego me gustaba cada vez más.

- Qué sumisas se ven puti?as. Esto me calienta mucho. Ahora son mis perras personales.

Me encantaba esto, me sentía más suya. Ahora era su esclava, me podría hacer lo que quisiera.

- Chúpenme perritas, chupen las te?as de su ama.

Las dos nos dejamos ir a sus te?as, se las mamábamos con devoción mientras la mirábamos al rostro como si fuera nuestra diosa. Chupábamos como un par de bebes lactando.

- Chupen mamonas. ¿Esto les encanta verdad mari?as?.

Bajó sus manos y nos empezó a acariciar el cu?o. Me apretaba las nalgas muy fuerte, yo sólo soltaba su teta para soltar quejidos por el dolor. A Angélica también se las apretaba, a las dos nos encantaba. Un dedo empezó a penetrarme el cu?o, solté un gritito de dolor y placer, al mismo tiempo gritó Angélica, al parecer a ella también le estaba dando dedo.

- ¿Les gustó perri?as?.

Después nos metió todo lo que pudo los dedos haciéndonos levantar de puntillas y chillar de placer. Me había desvirgado el cu?o. Yo empecé a llorar por el dolor. Me tomó la cabeza y me empezó a lamer las lágrimas.

- No llores bebé, apenas vamos empezando.

Nos sacó los dedos y no los metió a la boca, haciendo que los chupáramos. Sacó una tanga con un pe?e de plástico enorme por dentro y otro por fuera. Tomó a Angélica y le hizo chupar uno de los pe?es. Se puso la tanga metiéndose el pe?e que chupó Angélica en su sexo. Después me obligo a hincarme y me hizo mamárselo.

- Chúpalo bien pu?a porque te lo voy a meter enseguida en tu conchita.

Yo se lo empecé a chupar para dejarlo bien lubricado y evitar que me doliera mucho. A Angélica le empezó a acariciar su coñi?o y a meterle un dedo, ella se deshacía de placer. Rosa se veía imponente con su enorme pe?e, teniéndonos controladas, amarradas, a mi mamándole el pe?e de plástico y teniendo el co?o de Angélica bien agarrado. En un espejo grande que cubría una de las paredes podía verme hincada delante de ese mujerón. Angélica y yo nos veíamos pequeñas junto a ella. Totalmente a su disposición.

Rosa tomó mi cabello con una mano y me empezó a meter el pe?e cada vez más adentro y más rápido, me llegaba hasta la garganta, sentí que me ahogaba.

- Hasta el fondo bebé, cómetelo todo perri?a. Chupa mi pe?e pu?a, chúpalo bien. Eres una rame?a sucia mamaver?as. Trágatela toda.

Continuo un buen rato, haciendo que el pe?e que llevaba por dentro de la tanga se le metiera más. Por fin me soltó, tiró a Angélica al piso y dijo:

- Suficiente. Ahora vamos al sofá, es hora de coger. Vengan conmigo perri?as.

Jaló la correa para que la siguiéramos a gatas como un par de cachorros siguiendo a su ama. Su cu?o se veía enorme desde aquí, no le podía quitar las ojos de encima. Al llegar al sofá, ella se sentó y tomándose el pe?e dijo:

- Ven nena a ti te toca primero.

Me subí al sofá y me metí el pe?e poco a poco.

- Así rame?a, cómetelo todo.

Me dolía bastante era muy grueso, como de unos 5 cm de ancho y unos 20 cm de largo. Estaba muy excitada, mi co?o se sentía muy apretado. Yo quedaba de frente a ella, podía ver su mirada maliciosa con una sonrisa de lujuria como lo había hecho en el baño. Me tomó de la cintura con sus manos y me empezó a subir y a bajar. Empecé a jadear y quejarme. Era doloroso pero excitante a la vez. Ese mujerón me tenía totalmente ensartada como una muñeca. Me la metía y me la sacaba rápidamente sin contemplación. Yo sólo podía gritar como poseída ante su mirada perversa.

- Así bebita siéntela hasta el fondo.

Me soltó y me dijo que siguiera yo sola pero con la misma velocidad.

- Continua per?a. Si paras antes de que te lo permita te pondré una paliza.

A Angélica la tomó de los cabellos y la empezó a besar más fuerte que como lo hizo al principio. La soltó y la empezó a masturbar, sacaba los dedos de la concha de Angélica y la hacía chupar sus jugos. Yo no paraba de jadear y gritar de placer. No sé cuánto tiempo estuve ahí, ni cuántas veces me vine, no aguanté más y le dije:

- Por favor ama ya no puedo más.

- Esta bien puti?a, pero la próxima vez tendrás que aguantar más.

Me desplomé cayendo en sus pechos, sin tener más fuerza para levantarme y sacarme el pe?e. Me tomó de la cintura y me desensartó de aquella tranca. Me acostó, me metió un dedo en mi concha y lo sacó empapado de jugos.

- Qué perri?a tan caliente eres. Mira cómo quedaste de empapada.

Lo chupó y después me lo metió en la boca haciéndome que lo chupara hasta quedarme dormida mientras que ensartaba a Angélica.

No sé cuánto tiempo dormí, pero desperté por los gritos de Angélica que se venía de la cogida que le estaba dando Rosa. Ella también quedó rendida. Rosa la levantó y la puso junto a mí. Rosa se paró y se quitó la tanga.

- Miren que empapada dejé la tanga, ustedes dos per?as me calientan tanto con su sumisión.

Me restregó la tanga en la cara untándome todo su jugo e hizo que Angélica me la lamiera.

- Vengan ahora les voy a dar su premio por portarse bien.

Nos arrastró hasta el baño que tiene en su oficina, nos jaló por la correa y nos metió a la regadera, nos hizo acostarnos en el piso y nos ordenó que nos besáramos. Ahí empezó a masturbarse un poco y luego se empezó a orinar en nuestros rostros mientras nos besábamos. Eso fue muy excitante.

Nos quitó las esposas y el bozal, abrió la llave de la regadera y nos bañamos las tres. Nos cambiamos y salimos. Rosa me llevó a mi casa y me dijo que me esperaba al siguiente día para seguir jugando no sin antes darme un beso como ella sabe y un buen par de nalgadas. Esa noche dormí profundamente esperando el siguiente día para poder estar de nuevo con ella y entregarme a todos sus deseos.

Después de eso seguimos cogiendo en diferentes lugares, siendo yo siempre la sumisa y ella mi ama a veces cariñosa y otras bastante ruda, pero yo siempre disfruto.

Las otras cosas que pasamos tal vez las contare después, por ahora eso es todo.


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Cocktail de vinagre y miel



Mi nombre es Adela. Esta experiencia que os voy a contar la tuve hace unos años. Era una chica de veinte años, estudiante de segundo de derecho. Soy morena, de estatura mediana y de cuerpo bien formado, ahora estoy un poco más rellenita, pero cuando me sucedió la historia que os cuento, era bastante delgada. Eso no quita para que tuviera un pecho bonito y un cu?o redondito. Soy de caderas anchas y cintura estrecha. Mis ojos son marrones oscuros y mis labios son pequeños pero gorditos

La historia que les voy a contar no me ocurrió por ser guapa, pues me considero una chica normal, ni por ser coqueta, pues soy normal en ese sentido. Me ocurrió porque sí.

Tengo un hermano un par de años menor que yo. Tenía dieciocho años cuando le tocó hacer el servicio militar. La verdad es que se deprimió un montón al principio. Mi hermano se llama Juan. Juan venía todos los fines de semana y la verdad es que algo cambió en su carácter, porque estaba insoportable, de un lado, pero de otro comencé a darme cuenta de que perseguía desesperadamente a todas las chicas con la mirada, inclusive... a mí.

Un fin de semana, Juan estaba especialmente mirón. Yo hice lo que estaba harta de hacer, ni más ni menos. Me dirigí con una toalla alrededor del cuerpo del dormitorio a la ducha. No estábamos más que los dos en la casa. Sentí que sus ojos se clavaban en mis nal?as que se movían libres desnudas bajo la toalla.

Me duché y volví a dirigirme de la misma forma, pero con el pelo mojado, a mi dormitorio. Juan estaba sentado en el mismo sitio, pero era evidente que había estado en mi cuarto porque mi ropa interior, que había dejado sobre la cama estaba revuelta. Seguro que la había estado toqueteando pero al sentirme llegar, había salido disparado.

-¡Juan! ¿Qué has estado haciendo con mi ropa?.- Le grité como a un chiquillo. Discutimos. Él decía no haber tocado mis bragas, pero yo insistía e incluso le insulté -¡Cerdo! ¡Eso es lo que te enseñan en la mili, a ser un cerdo en lugar de ser un hombre!. -

Juan se encolerizó y se puso a forcejear conmigo. Me quería pegar en la cara y yo le marqué un par de arañazos. La toalla cayó al suelo y apareció mi cuerpo desnudo. -¿has visto lo que me has hecho?- Le dije tapándome los se?os y la conc?a como podía.

Juan me miró extasiado y para mi sorpresa me dio un empujón y caí sobre la cama. Le miré con cara de odio, pero el estaba dispuesto a desahogarse de tanta disciplina. Me agarró de las piernas y me tiró hacia él. Yo me retorcía pero él me agarraba fuertemente con la intención de penetrarme con la ver?a que se había sacado rápidamente del pantalón. Estaba fuera de sí.

- ¿Qué haces? ¿Estás loco?... ¡Juan, déjame!... ¡Juan!... ¡Que me puedes dejar preñada!- Sólo al decir esto accedió a no penetrarme pero a cambio le prometí que le comería la polla.

Juan se sentó sobre la cama, y cogiéndome de los pelos me obligó a ponerme de rodillas sobre él , y a meterme su pe?e excitado en la boca. Yo tenía cierta experiencia de algún novio anterior y no se me daba mal. Así que comencé a darle con la lengua mientras sentía que la mano de Juan me acariciaba con más o menos fuerza mi cuerpo desnudo.

Sentía su mano sobre mis pechos y su pe?e tenso en mi boca. No pude evitar lo que hice cuando comenzó a decirme aquellas obscenidades. -¡Vamos, pu?a per?a! ¡Cómeme el rabo como se lo comías al gilipollas de tu novio!.- Le mordí su miembro con fuerza y Juan comenzó a gritar.

Me tiró de los pelos para separar mi cabeza de su dolorido miembro, y nos miramos a los ojos. Él me miraba con rabia y yo con todo el odio que podía.

Me arrepentí pronto de mi ocurrencia, pues directamente, y tirándome de los pelos, me puso de rodillas en el suelo, pero apoyándome sobre la cama, y él se puso detrás. Volví a pedirle que no me penetrara y no lo hizo... por delante.

Me agarró de las manos y podía sentir su respiración en mi oreja, que mordisqueaba. Comencé a sentir una presión en mi ano. Me hacía daño. No podía revelarme, así que intenté evitar el dolor relajando y dejando que introdujera su miembro en mi estrecho ano que acabó desvirgan?o. Le pedí que me soltara y me separé las nalgas y que pudiera metérmelo mejor, y él me agarró del pelo y me estrujaba el pecho, como si fuera una cabra a la que ordeñar.

Aquello, increíblemente, me excitaba y acabé manoseándome el coño mientras sentía a Juan eyacular en mi interior, tras embestirme varias veces agresivamente. Juan se quedó sobre mi espalda y recuerdo incluso haberle acariciado la cara durante aquellos segundos de conciliábulo.

Pero yo no podía permitir aquello. Me puse a gimotear y aunque Juan no dejaba de pedirme perdón no podía calmarme. Llamé a Sara, mi mejor amiga, que notó en seguida que me pasaba algo y le pedí ir inmediatamente a su casa.

Sara me esperaba preocupada cuando me vio aparecer con el rostro desencajado. Le conté lo ocurrido, cómo Juan me había intentado violar, cómo me había insultado y cómo al final me había desflorado por detrás. Sara me miraba estupefacta y puso su hombro para que llorara

¿Qué podía hacer?. Era la pregunta que Sara y yo nos hacíamos. Después de pensar en salidas como una denuncia o una venganza, Sara me dijo que le gustaría ver cómo tenía el cu?o, para ver si me había hecho daño.

Me dio mucha vergüenza decirle que el semen que Juan había depositado en mi interior se había salido en el camino y me había manchado las bragas. Sara me tranquilizó ofreciéndome su colección de lencería.

Me quité las bragas y me tumbé de espaldas en la cama. Me separé las nal?as para que Sara pudiera ver si me había hecho alguna almorrana. -La verdad es que es comprensible... que Juan... quisiera follarte...- Me decía aquello Sara con la voz entre cortada. A mí me entró mucha vergüenza y hubiera salido corriendo, pero no podía dejarla así, de repente, con lo bien que se había portado conmigo.

Sus manos me separaban las nal?as y me acariciaban sensualmente Yo estaba bastante caliente, pues no me había bajado la excitación desde que Juan me poseyó. Sentí una húmeda esponja en mi agujero escocido como una sensación aliviante.

Pero luego sentí algo más aliviante pero por otra parte más inquietante. La lengua cálida de Sara me acariciaba mi dolorido agujero, aduciendo las propiedades curativas de la saliva. Era sensual y excitante.

Sara era una chica castaña y más bajita y delgada que yo. Pero tenía las carnes bien concentradas donde tenía que tenerlas. Tenía un cu?o más gordo, las caderas más anchas y la cintura más estrecha y unas te?as que daban envidia. Eso fue lo siguiente que sentí sobre mi agujero Sara se había desabrochado la camisa y el sostén y tras sacarse los pechos restregaba sus pezones entre mis nal?as. Yo no sentía más que una masa caliente y tierna ir de arriba hacia abajo, pero el pensar lo que me sucedía me comenzó a excitar terriblemente. Mi sexo se humedecía por momentos.

Sara se percibió de ello y me preguntó dos veces si me había corrido con Juan. Le tuve que contestar, a la tercera, que no. Comenzó entonces a acariciarme el sexo con unas manos dulces y delicadas. Sentí sus dedos en mi clíto?is. Me di la vuelta y pude ver entonces a Sara mirándome tiernamente y jugueteando con mi sexo.

Sara comenzó a introducir un dedo en mi chochi?o, que lo esperaba ya deseoso, a pesar de que era la primera vez que una mujer me tomaba. Su dedo se introdujo y se movió dentro de mí explorándome, para luego ir directamente hacia un sitio donde sentí un gran placer. Me sorprendió que conociera mi cuerpo mejor que yo.

Su boca se posó sobre mi clíto?is y comenzó a dirigir un ataque de placer contra mí, pues alternaba la penetración de los dedos índices y corazón con los rápidos masajes de su lengua sobre mi clíto?is, lo que me estimulaba.

Finalmente, su mano libre se posó sobre mi pecho y comenzó a sobarme los pezones. No tuve por menos que colaborar yo misma en mi propio orgasmo. Por vez primera metí un dedo profundamente en mi dolorido trasero, lo que venía a completar mi sesión de masturbación.

Estiraba de los pelos de Sara al sentir la proximidad de mi orgasmo. La agarraba con toda mi fuerza mientras que me agitaba contra su mano y su boca hasta conseguir soltar toda la rabia contenida y toda mi fuerza en un orgasmo del que acabé sin ganas de levantarme de la cama en un buen rato.

Bueno, Sara me dijo que no fuera egoísta y que le diera a ella un poco de placer, así que le tuve que comer el co?o a ella luego, por vez primera, también

Tengo que decir que, si bien la experiencia con Juan no fue agradable, la que tuve con Sara sí me agradó. Y si para volver a iniciarme con Sara tuviera que pasar otra vez lo que me pasó con Juan, pues creo que lo aceptaría. No sé es que además, esa mezcla de algo tan amargo con algo tan dulce, me gustó. Es como si después de un sorbito de vinagre, le dan a una, una cucharadita de miel.
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Desengaño amoroso


Mi nombre es Alberto y por fin me he decidido a contar lo que me pasó hace un par de meses. Esa mañana mientras me arreglaba y duchaba comprobé que mi mujer (Lidia), se había levantado antes que yo y se había arreglado demasiado para ir a comprar. Sin darle mucha importancia acabé mis quehaceres y me fui camino al despacho.

A mitad de camino comprobé que me había dejado en el despacho de casa unos papeles y decidí volver a buscarlos. Al entrar en casa pensando que no habría nadie y que disponía de una mañana bastante relajada, busqué una película que tenemos grabada ella y yo follan?o sin complejos y me la puse en el vídeo. Me pareció oír algo en el piso de arriba y bajé el volumen de la tele (vivimos en una casa de dos plantas) y me quedé quieto, intentando escuchar algo más. Suponiendo que no podía ser Lidia pues esta se encontraba de compras, subí con mucho sigilo esperando encontrarme cualquier cosa excepto lo que me encontré.

Cuando llegué a la planta superior, las voces se aclararon y distinguí una de ellas, la de mi mujer que junto con otra que no podía identificar pero reconocía, hablaban de viejos tiempos, en un tono muy relajado y sentados en la cama de matrimonio. Eso me extrañó mucho, pues no es una habitación de matrimonio lugar muy apropiado para conversar. Sin decir nada, entré en una sala contigua que utilizo como despacho en casa. Salí a un pequeño balcón que une las dos estancias y me escondí tras las cortinas de nuestra habitación (al estar en verano todas las ventanas estaban abiertas). Cuando lo vi lo reconocí al instante. Era un exnovio compañero de trabajo que hacía tiempo había tenido que irse a un pueblo de los alrededores a trabajar y desde entonces sólo se habían visto en alguna cena de trabajo cuando se juntaban para ir a cenar todos los compañeros y excompañeros. Me quedé petrificado cuando oí que le decía lo apenado que estaba porque su relación no hubiese funcionado y lo mucho que la estaba echando de menos desde su ruptura hacía ya mas de 2 años. De repente observo que le coge la mano y se la besa y acto seguido le da un beso en la boca. En un principio lo separa pero él le insiste. Oigo como Lidia le dice lo mucho que me quiere y lo feliz que es conmigo. La vuelve a besar y le empieza a morder la oreja y el cuello (cosa que los dos sabemos que la vuelve loca) y empieza a acariciarle las te?as por encima de su camisa. Ella pone su mano sobre sus piernas y le deja hacer. La respiración de mi mujer se va acelerando a cada mordida y lametazo que él le da en el cuello. Cuando me doy cuenta veo la mano de mi mujer empezar una serie de caricias lentas pero decididas sobre su polla. Entre los gemidos roncos de ella, las caricias que le estaba dando en las te?as y la mano de mi mujer sobre su ya abultado paquete Pablo se decide a pasar al siguiente paso. Comienza a desabrochar los botones de la camisa lentamente y sin dejar de morderle el cuello le saca las te?as por encima de los sujetadores. Pablo le comenta lo mucho que las ha echado de menos y que aun después de 2 años, siguen estando igual de grandes (gasta una 105 de sujetador) e igual de duras (lo mío me había costado. Hacia 1 año se las había operado para recuperar su autoestima ya que decía que se le habían descolgado y no se gustaba). Empezó a lamerle un pezón mientras que con sus dedos apretaba el otro. Se las apretaba y chupaba como si en ello le fuera la vida y ella seguía ronroneando y acariciando su entrepierna. Desde mi posición veía perfectamente cómo le devoraba las te?as. Mi respiración sé hacía cada vez más rápida y mi cabeza dudaba entre salir de mi escondite y romperles su bello momento o seguir detrás de las cortinas. Opté por lo segundo. La mano de Pablo se desliza desde el pezón que apretaba y se posa bajo las faldas de mi mujer. La respiración de ella se hace más intensa cuando él empieza a acariciarle por encima de las bragas su ya, supongo, húmedo coñito. Le retira las bragas, y sin quitarlas, le pasa la lengua por su ya mojado coñi?o. Lidia le hecha una mano y se separa las bragas para facilitarle la chupada. Es una escena increíble. Ella con las bragas puestas y él lamiéndole el co?o. Así están como cinco minutos, comiéndole el coñi?o De un tirón le baja las bragas a la altura de los tobillos y ella separa rápidamente las piernas, permitiendo así que sus caricias abarquen la mayor parte de su co?o. Cuando retira la mano del co?o para ayudarla a recostarse veo lo mojada que está. Los rayos de sol reflejan su humedad. Sus labios están completamente separados y el clíto?is asoma su cabeza exigiendo alguna atención. Cuando la tiene totalmente estirada, vuelve a su quehacer con las te?as, lamiendo y succionando los pezones y restregando su rodilla por el ya empapado coñi?o de mi mujer. Sus gemidos aumentan de tono y el arqueo de su espalda es ya bastante seguido y cada vez más largo. Sigue lamiéndola y comienza a descender por su barriguita, parando en su ombligo para juguetear con la lengua. Ella, mientras tanto, se acaricia el clíto?is de una manera muy sensual y calmada. Se lo ofrece para que lo lama. Pablo lame el dedo y sigue bajando. Cuando llega a su almejita y le da dos chupadas al clíto?is, Lidia se corre como pocas veces la había oído hacer. Entonces se incorpora lo separa, lo estira en la cama, y con la boca le quita el cinturón y le baja los pantalones. Empieza a lamer la punta del capullo que asomaba entre sus calzoncillos. Esta vez con las manos le quita del todo los calzoncillos y deja caer sus bragas que aun seguían paradas en los tobillos de ella. Cuando se retira para quitarse la falda veo algo que me deja de piedra. Pablo ya sin bóxers se acaricia la polla y puedo verla en todo su esplendor. Realmente me deja impresionado. Debería medir unos 27 ó 28 cm de largo y unos 5 cm de ancho o más. Yo soy algo más normal, 20 x 4. Créanme, era algo realmente descomunal, rozando la exageración. Me recordaba la polla de un caballo. Cuando Lidia ya desnuda, se monta encima de esa polla y sin metérselo, se acaricia y presiona el clíto?is con ella, alargando el rato de placer y corriéndose. Ahora se oyen claramente los gemidos de ella porque esta alcanzando su primer orgasmo. Pablo se da cuenta y le mete dos dedos mientras que con el dedo gordo le acaricia el agujero del cu?o. Lidia en ese momento tiene dos orgasmos seguidos (ella es multiorgásmica), y lejos de enfriarse se calienta más. Pablo se levanta y le pone la punta de su polla en el agujerito y le mete el capullo nada más. Así juega con ella durante unos segundos sacándolo y metiéndolo hasta que ella le grita que se la meta de golpe y de una vez porque no aguanta más y quiere volver a correrse, a lo que él sin darle tiempo a que acabe de hablar se la mete de golpe arrancándole otro orgasmo y unos gritos que yo nunca pensé que podía hacer Lidia. La coge y la pone a 4 patas y le sigue comiendo el co?o pero ahora es por el cu?o por donde mete dos dedos. A mi nunca me deja que la encule dice que le duele mucho pero a ese cabrón le dejaba hacer de todo, aunque no creía que se dejase encular por ese trozo de carne. Pablo deja caer saliva en sus dedos y en el cu?o de Lidia y le mete un tercer dedo. Pablo se saca la polla y se la da a chupar otra vez. Lo que a mí antes me parecía que se la estaba engullendo no era así sólo se metía en la boca un tercio de polla porque no le cabía más. Cuando Pablo saca la polla de su boca esta reluce al sol como si fuera un lingote de oro. Y nooooooo la pone en la entrada de su cu?o y empieza a apretar suave pero con decisión mientras la pu?a de mi mujer se acaricia el co?o. Cuando acaba de meterla (sólo unos 20 ó 25 cm) empieza a bombearla. Los gritos de Lidia y de Pablo son totalmente audibles (me imagino) para el resto de vecinos. Lidia no para de correrse hasta el punto que creo que le va ha dar un infarto. Pablo saca su polla del cu?o de mi mujer y se corre en su cu?o y su espalda, su pelo, su nuca, aquello era un torrente de leche que sólo hacía que salir e inundar todo lo que tocaba. Nunca había visto una corrida tan larga y con tanta leche. En ese momento fue cuando me di cuenta que acababa de correrme yo, al notar mi semen caliente y viscoso resbalar por mi pierna. En todo ese rato la había tenido muy dura pero me corrí sin tocármela, estaba muy pendiente de lo que pasaba en aquella habitación). La pu?a de mi mujer lamió su polla hasta dejarla limpia. Él aprovechaba para acariciar sus te?as. Por sus labios resbalaban gotas de semen que caían en la cama. Su vello púbico, estaba totalmente manchado de semen. Y la limpieza que le hacía con la boca dio por fin sus frutos. Aquella enorme polla empezó a crecer otra vez. Y Lidia al darse cuenta aceleró sus chupadas. Pablo la retiró la puso de pie y se la clavó sin contemplaciones en el coñi?o. En ese momento ya no pude mas. Salí de mi escondite, ya desnudo, y le puse mi polla en la boca. Su susto fue descomunal, pero al ver que no decía nada y apretaba mi polla contra su boca, la abrió y comenzó a chuparla con glotonería. Pablo se quedó blanco al verme. Por respuesta le ofrecí una sonrisa que le tranquilizó e hizo que continuase con su penetrada. La follamos los dos. Hicimos con ella todo lo que nos pedía y algo que nos apetecía a nosotros y por fin al cabo de dos horas Pablo se marchó. Sin comentar nada me fui al baño a ducharme y entonces entró ella. Su cuerpo era un mar de sudor y semen y brillaba con la luz. Me comentó lo destrozada que estaba y lo mucho que le dolía la almejita y el cu?o y se metió en la ducha conmigo. Allí follamos dos veces más (Ella no se atrevía a negarme nada) y cuando salimos me vestí hice mis maletas, y salí de casa. Ahora vivo en un apartamento con dos compañeras, muy abiertas a todo pero sin ningún compromiso. Me comentaron que ha vuelto con Pablo pero que no les va muy bien y están pasando una crisis. A mí me ha llamado un par de veces para hablar pero aún no estoy preparado para eso y no he contestado.


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Retórica y dialéctica


Durante una temporada estuvimos saliendo, incluso llegamos a vivir juntos, Marta y yo. Mi nombre es Pablo. De esto hace ya tres años. Marta es una mujer que rondará la treintena en estos momentos. De 1,68 de estatura, piernas largas, quizás un pelín gruesas de rodilla hacia abajo, pero con muslos y nal?as duritas y cuidadas, de un tacto que cuando colocaba la mano en sus muslos, la reacción en mi pe?e era automática. Era lo que se denomina principio de acción y reacción: manoseo de muslo, endurecimiento de polla.

Te?as importantes, neumáticas de alta presión, y muy sensibles, pezones marrones oscuros, siempre salientes y resultona de cara. Dientes grandes y robustos, labios finos, ojos tirando a pequeñajos y cabello fuerte y grueso. Me gustaba agarrarla por la cintura, estrecha, superestrecha...mmmm, pero con los huesos cubiertos con una fina capa de músculo, a la que seguía unas caderas amplias, sin exageraciones, donde uno se podía agarrar cómodamente cuando se producía un ataque por la retaguardia. En fin que daba gusto verla.

Me encantaba el triángulo de aire que formaban sus muslos y su pubis: amplio, exento, que permitía alcanzar cualquier punto de su anatomía pubiana desde cualquier posición. ¡Joder, que ricura!.

Lo que quiero contar hoy es una excursión de fin de semana que hicimos a Segovia, ciudad impresionante por sus vestigios romanos, románicos, góticos y un aire, sobre todo el de madrugada, limpio, puro, transparente, que para los que vivimos en una ciudad como Madrid, casi hasta nos duele al respirar.

Salimos de Madrid el viernes por la tarde, yo conducía, ella ocupaba el asiento del acompañante. La noche anterior me acosté temprano, porque ella había quedado a cenar, por causa de su trabajo, con un ciudadano japonés, representante de no sé que empresa. Iba contándome el desarrollo de la cena: que si el restaurante era de los caros, que si la carne era muy buena, que si el precio un poco alto, que si el ambiente muy bueno, etc. etc. Al parecer el japonesito, a los postres, le puso la mano en el muslo, ella protestó. El explicó, como disculpa, le dijeron que era normal que las españolas se fueran a acostar con los hombres que las invitaban a cenar y había querido tomarse un anticipo.

Siguió contándome, a todo esto yo ya estaba jodido pero a punto de reventar, que luego la llevó a su apartamento, donde había una jacussi y todo. Que se tomaron una copa y luego la llevó a su casa. La traducción que yo, inconscientemente hacía, era que Marta se lo había tirado seguro, pero el asunto no debió tener mayor trascendencia porque creo que no volvió a salir con él. ¡Se iba a perder Marta una oportunidad como esa para saber como follan los japoneses!. ¡Ni de coña!. ¡¡Anda que le costaba mucho trabajo bajarse las bragas (cuando las llevaba) y abrirse de piernas donde fuera!!. Y os preguntaréis... ¿Por qué no te confesó la verdad? Pues porque yo como la mayoría de los tíos somos unos gilipollas, sufrimos cuando nuestras parejas se toman ciertas libertades, y a veces nos ponemos insoportables. ¡¡No pasa nadaaaa... no se desgastan!!.

Sigamos... así transcurrió el viaje hasta el hotel que había reservado.

Yo con una especie de mal rollo por el tema de Marta y el pu?o japonés, pero no era cosa de fastidiar un fin de semana con la mujer que me gustaba por una cosa que ya no tenía remedio, por lo que decidí creerme su versión.

Entramos en la habitación, estábamos un poco cansados, nos dimos una ducha y los dos desnuditos nos tumbamos en la cama. Comencé a acariciarle las te?as, las tomaba con mis manos y apretándolas le pasé la lengua por la punta de los pezones, apreté sus pezones entre mis labios, utilicé mis dientes para darle mordiscos suaves en los pezones.

Ella gemía ligeramente mientras se sujetaba al cabecero de la cama con sus manos. Después seguí lamiendo su cuerpo y dejándole un rastro de saliva por todo él. ¡¡Que piel tenía!!.. suave, pero tersa, daba gusto acariciarla y lamerla. Hasta que llegué a su co?o.

Yo sabía que cuando se masturbaba, porque la había visto como se lo hacía, se acariciaba a entre los labios exteriores y los interiores. En esa parte tan sensible, por lo poco que se utiliza, de piel finísima... y le gustaba hacérselo con los dedos mojados de saliva... o sea que mi lengua debería ser un buen sucedáneo, y allí le ataqué yo; al principio con suavidad y luego cada vez más rápidamente, con mi lengua inicialmente y después con los dedos, previamente lubricados con los jugos de su vagi?a. Metí la cabeza entre sus piernas y estuve comiéndole con los labios humedecidos, pasándolos unas veces juntos a lo largo de su raja, y otras separados, metiéndole la lengua, explorando todos sus recónditos huecos a los que podía acceder hasta que sus piernas empezaron a temblar apretando mi cabeza. Lanzó un gemido que casi me hace correr, y se quedó paralizada unos instantes. Luego me agarró de los pelos y me lamió la cara llena de sus jugos. Me sonrió y se sentó en la cama, colocándome boca arriba.

Mi polla estaba al máximo, cuando la agarró con sus manos y comenzó a subir y bajar el prepucio. De vez en cuando dejaba caer saliva sobre el pe?e. Yo me dejaba hacer.... me estiré en la cama y me dispuse a disfrutar, viéndola y sintiéndola.

Al cabo de un rato se metió mi polla en la boca, pero me dí cuenta que el tacto con su boca era suave, muy suave. No había dientes que descuidadamente tropezaran con la sensible piel del glande. Me fijé que sus dientes estaban cubiertos por sus labios, y sus carrillos estaban como absorbidos hacia el interior de su boca, que además estaba llena de saliva generada por ella. ¡Así que mi polla solo rozaba con sus labios, carrillos y paladar!. Imaginaos el placer que sentía...... la sensibilidad de mi polla crecía ante cada introducción en su boca. La notaba a punto de estallar, a punto de explotar y romperse en mil trozos. Recuerdo haberme incorporado en la cama como proyectado por un resorte, lanzar un gemido salvaje y volver a caer postrado, abandonándome al placer que sentía. Marta me miraba de reojo observando mis reacciones, pero sin parar. Seguía engullendo mi polla que inexplicablemente adquirió un tamaño desconocido para mí....... y exploté, exploté, gritando salvajemente, en su boca que seguía rodeando mi polla. Marta se quedó quieta cuando sintió mi caldito. Sin separarse conseguí tranquilizarme al cabo de un rato. Allí seguía ella, quietecita, con mi polla en su boca tragándose todo. Un instante pasó su lengua por el glande y solté un aullido de dolor... o de placer, es difícil distinguirlo.

¡¡Que mamada!! Nunca, nunca me lo hicieron igual, ni sentí la sensación de salto al vacío como aquel día. Se lo dije .."Marta, creo que ha sido la mejor mamada que me han hecho". Fue como si te torturasen estando atado... Impresionante....

Aquel fin de semana comenzó así, y aunque solo duró dos días y medio tuvo bastante más que contar.

Si lees esto Marta, que lo sepas, te echo de menos muchas veces, echo de menos tu coño, tu culito que tantas veces follé durante horas, y echo de menos tu boca...mmmmm.


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S3x0 onírico



Mi nombre es Fredy y este es el relato de un extraño y vívido sueño que tuve hace un par de noches.

Hacía tres meses que aquella belleza se había mudado al 7º piso de mi edificio, al apartamento que quedaba justo encima del mío que estaba en el 6º. Habíamos coincidido en el ascensor en contadas ocasiones por lo que nuestras conversaciones nunca trascendían del trivial saludo entre vecinos. Además, siempre que me encontraba con ella yo enmudecía por su atractivo y era incapaz de articular palabras que no sonaran entrecortadas, así que debía de pensar que era algo corto. Después de cada encuentro mi fascinación por ella aumentaba un poco más a la par que mi torpeza para dirigirle la palabra.

Ignoraba su nombre, pero yo la denominaba diosa debido a su impresionante aspecto: mediana estatura, delgada pero con unas preciosas curvas que ella evidenciaba aún más con su vestuario, piel pálida y sedosa, labios algo carnosos en los que prescindía de rouge prefiriendo aplicarse brillo, y unos deslumbrantes ojos de un verde clarísimo, grandes, ligeramente almendrados y con unas pestañas largas y curvas. Pero más impresionante que sus ojos era la forma en que éstos miraban, tan profunda e intensamente que parecía tener un efecto hipnótico.

La noche en la que soñé con ella yo me había acostado algo tarde tras haber estado sentado delante del ordenador dando los retoques finales al último relato erótico que estaba escribiendo. Cuando me tumbé en la cama y apagué la luz aún permanecí unos minutos con la imaginación alterada por la lectura de lo que yo mismo había escrito.

No sé en qué momento me quedé dormido, pero en mi sueño ya había transcurrido la noche y estaba amaneciendo, yo me encontraba desnudo de pie en un dormitorio que no era el mío, junto a una cama desconocida, en la que había un mujer dormida. A través de la claridad que ya entraba por la ventana pude distinguir que era ella, mi diosa, quien dormitaba plácidamente en aquella cama.

Quise acercarme para observarla mejor pero en ese momento sonó el despertador y ella salió de su sueño. Apagó el despertador y manteniendo los ojos cerrados se estiró sobre la cama para desperezarse tensando su cuerpo como si fuera una gata. Yo temía su reacción cuando abriera los ojos y me descubriese allí, pero inexplicablemente cuando lo hizo pareció no verme, pese a que me encontraba a apenas dos metros de ella. Me moví para acercarme y nada ¡era invisible!¿Cómo diablos podía ser? El realismo de las sensaciones visuales que estaba teniendo me hacía ignorar que se trataba de un sueño.

En ese momento ella empezó a levantarse, observé cómo retiraba las sabanas, cómo descubría su figura desnuda, la opalina palidez de su piel. Estiró los brazos y pude ver la perfección de sus pechos alzándose al unísono junto con sus brazos. Después se sentó en el borde de la cama dejándome ver sus hermosas piernas torneadas. Se levantó y comenzó a moverse por la habitación, con lo que por fin pude contemplar a mi diosa en toda su plenitud, sus caderas hacían un perfecto juego con su redondos pechos, su espalda de línea perfecta dividida en su parte inferior por la redondez de las nal?as separadas por una rajita central, tenía un culi?o venerable .

Aprovechando mi invisibilidad la espié siguiendo su rutina matinal, cómo se dirigía a la cocina, cómo sacaba una botella de zumo del frigorífico y la acercaba a su boca. Reparé en la carnosidad de sus labios e imaginé lo que serían capaces de hacer, Luego la seguí sigiloso en su camino hasta el baño, y su andar felino, contorneando suavemente las caderas y las nal?as a cada paso, desencadenó en mí una erección instantánea. Una vez allí, abrió los grifos de la ducha y entró cuando el agua empezaba a despedir vapor. El agua se deslizaba por su cabello, por su cuello, por sus pechos, envolviéndolos y cayendo en cascada desde sus pezones. Recorría su torso descendiendo hasta su ombliguito, donde se metía como si hubiera cobrado vida propia y excitada por el cuerpo que estaba acariciando buscara penetrar en todos sus rincones.

También jugueteaba entre el vello del pequeño triángulo de su pubis depilado y recorría los bordes de los labios externos de su precioso conejito, formando un chorro que se precipitaba desde su entrepierna al juntarse con el agua que recorría las nal?as y se introducía entre ellas, Y finalmente se deslizaba por sus torneadas piernas acariciándolas y envolviéndolas hasta los pies con un húmedo abrazo. No soportando por más tiempo la tensión que estaba despertando en mi entrepierna la visión de esa diosa bajo la caricia del agua me arriesgué a introducirme en la ducha. Estaba a su espalda y rocé con mis dedos su piel esperando a ver cómo reaccionaba. Ella ni se inmutó tal vez confundiendo mis dedos con las caricias del agua. Lo hice una segunda vez pero ahora deslizando mi mano por la espalda. En ese momento dio un respingo, y trato de darse la vuelta, pero yo se lo impedí agarrándola por los brazos firmemente aunque con suavidad y susurrándole al oído que no temiera, que mi intención no era hacerle el menor daño, que era mi diosa venerada, que llevaba tiempo amándola en silencio, velándola en sus sueños.

Mis palabras parecieron tranquilizarla, aunque sus músculos permanecían tensos. Continué hablándole dulcemente sin dejar de sostenerla y poco a poco note cómo su cuerpo perdía poco a poco la rigidez. Entonces cerré los grifos del agua y empecé a besarle el cuello y la nuca apartándole con una mano el pelo mojado, mientras, con mi otra mano empecé a acariciar sus te?as suavemente, pero ella cogió mi mano y apretó con ella una y otra alternativamente, a lo que yo reaccioné uniendo mi otra mano y agarrándolas y estrujándolas con firmeza. Ella abrió la boca de placer echando la cabeza hacia atrás mientras mis manos acariciaban, apretaban y juntaban sus maravillosos pechos redondos, muy apetecibles para la boca.

Pero decidí empezar por su también malditamente hermoso cu?o, el cual sentía apretado justo bajo mis testícu?os. Me separé y me puse en cuclillas y entonces empecé a besar primero la nal?a izquierda y luego la derecha, después de eso las mordí, chupé y succioné. Ella reía de placer mientras con sus manos acariciaba y apretaba sus pechos de la manera en que antes lo estaba haciendo yo. Ella no sabía si eran sus propias manos o las mías que estaban separando sus cachetes, las que le causaban tanto placer. Y yo no sabia si aquella nueva humedad que estaba apareciendo entre sus nal?as era por el agua o por los fluídos de su coñi?o. Así que recorrí con mi lengua el interior de su rajita trasera, de arriba abajo, una y otra vez.

Ella separó sus piernas, y echo hacia atrás la pelvis de modo que mi lengua pasaba ahora por entre sus labios mayores y por su estrella rosada que se contrajo de placer, mientras con las manos acariciaba la pelusa de su pubis, o recorría sus piernas, o jugueteaba con sus labios mayores. Empecé entonces a lamer su estrella rosadita, hacía círculos con la punta de la lengua sobre el esfínter y luego la introducía suavemente para lubrificar con mi saliva tan rico agujerito. Después, y de manera súbita, introduje todo lo que pude la lengua en él y ella dio un gritito de sorpresa y placer. Para hacerlo tenía que meter toda la cara entre las nal?as rozando con mi nariz en su unión lo que nos procuraba aún más placer a ambos. Estuve un rato así metiendo y sacando de manera suave la lengua, acariciando la entrada de la vagi?a con los dedos para tomar lubricante y ponerlo en la estrellita, pero también porque quería saborear su sabor, -Qué dulce es tu néctar diosa mía-, dije extasiado. Ella también empezó a acariciar con una mano entre los labios menores de su otra boca ya muy húmedos de su jugo viscoso el cual recogía con los dedos y chupaba, corroborando su dulzor.

Después de meter la lengua lo más que pude una vez más giré a mi divinidad de ojos verdes y empecé a besar y a lamer sus labios íntimos. Ella acariciaba mi cabello, mi nuca y entreabría la boca de placer. Después empecé a meter la lengua dentro de su vulva, la metía y la sacaba, rozando el clíto?is y los labios a cada salida, Saboreaba su deliciosa miel mientras mis manos acariciaban su culi?o respingón. De repente ella exclamó casi en una suplica: ¡méteme la polla, por lo que más quieras!, pero yo estaba convencido de que mi pe?e erecto y duro en su vagi?a no podría darle tanto placer como mis manos de dedos juguetones. Así que me levanté y le susurré al oído -¿Confías en mí?-. A lo que ella contestó -¡Sí, fóllame de una vez!-. Yo sonreí de satisfacción, y sin más dilación metí el dedo anular de la mano derecha en su mojada vagi?a, por supuesto que ella sintió placer pero no mucho. Pero lo que ella todavía no sabía es que ese movimiento era sólo para lubricar el dedo, ya que a continuación, lo metí en su entrada trasera al mismo tiempo que metía los dedos índice y medio en su cueva sagrada. Al hacerlo la minina de ojos verdes los abrió mucho con una expresión de sorpresa, pero también de placer.

No imaginó que el sexo anal fuera tan delicioso y menos aún que se pudiera combinar de esa manera. Los dedos se movían como tentáculos dentro de ella, acariciando cada rincón de su intimidad, entrando y saliendo. Ella gimió de placer cuando añadí el movimiento del pulgar acariciando su perlita, y el interior de su vulva. Toda mi mano le hacía sentir como si tuviera múltiples pe?es que la penetraran y rozaban por todos los lugares imaginables. Era como una de sus fantasías a dos bandas, donde un hombre le metía la ver?a por el co?o y el otro por el cu?o ¡al mismo tiempo!, ella se dejo llevar y por un momento se imagino que realmente la estaban follando varios hombres...

Para aumentar el placer, le acariciaba el cu?o con la otra mano, mientras ella se retorcía para disfrutar al máximo del placer que le producían mis dedos-falo. De repente, sin avisar de nuevo, y con una fuerza sobrenatural proporcionada seguramente por mi fantasía la levanté en el aire con la mano con que la estaba penetrando llena ya de los dulces fluidos de ella. Al alzarla todo su peso se concentró en su sexo y en la mano que sostenía su cuerpo. Entonces ella empezó a hacer intentos por mover las caderas y apretar con los músculos internos de la vagi?a, pero la gravedad por sí sola le estaba dando más placer del que habría sentido con cualquier ver?a.

Por fin empezó a perder el control de su voluntad, hasta que llegó al orgasmo convulsionándose y emitiendo gritos de placer mientras se agarraba a mi espalda clavándome las uñas y arañándola como si fuera una gata...

Después de eso, la bajé suavemente, sus piernas temblorosas apenas la sostenían. Muy despacio saqué la mano de su intimidad y sin decir nada tomé su cara y le dio un profundo beso en la boca al que ella empezó a responder con ansia, acariciando mi torso y deslizando sus manos hacia mi falo palpitante. -Es tu turno- dijo acompañando su voz con una mirada maliciosa...

En ese momento desperté en mi cama, sorprendido, sudando y con la ver?a bien tiesa y húmeda. Me levanté y me dirigí al baño tratando de recordar qué había estado soñando sin conseguirlo. Al encender la luz me protegí los ojos con una mano, entonces, percibí un suave aroma en ella y noté que estaba cubierta con un líquido algo viscoso, el cual estaba seguro de que no era mi leche: Decidí probarlo y sabía dulce, extrañamente me pareció reconocer ese aroma y sabor, aunque no sabía con certeza a qué me recordaba. Además tenía una sensación de ardor en la espalda y al volverme para mirarla en el espejo vi en ella varias señales de arañazos...

Dos días después de aquello, aun sigo sin comprender qué sucedió exactamente esa increíble noche.

A veces la frontera entre sueño y realidad es tan sutil que es difícil distinguir en qué lado nos encontramos.


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Mamá y yo



Les contare lo que me acontecio una vez, hace tiempo mi mama y yo nos dispusimos a viajar, ya que segun ella no habiamos tenido mucho contacto entre nosotras asi que nos dispusimos a ir a pasear sin rumbo durante una semana, y asi lo hicimos sin imaginar lo que nos iba a ocurrir.

Pues salimos hacia una zona donde hay un lago, alquilamos una cabaña y nos dispusimos a nadar y disfrutar lo mas que pudieramos todos los dias, pero por las noches me daba temor por que en la inmensidad del gran bosque donde estabamos no teniamos a nadie cerca, solo un pueblito como a 10 kilometros de distancia, el segundo dia fuimos a ese pueblo a comprar cosas para comer, y todo lo que necesitamos, al salir de comprar vi a cinco tipos platicando alrededor de una camioneta, pasamos junto de ellos y se nos quedaron viendo de manera tal que nos desnudaron con la simple mirada, pues regresamos a la cabaña y despues de ese acontecimiento nos olvidamos y la pasamos a todo dar, paseando, corriendo, nadando, y platicando.

Eran como eso de las 6 de la tarde y nos dispusimos a entrar en la casa, cuando de repente entramos y estaban los cinco tipos dentro de la cabaña, nosotras nos sorprendimos, uno de ellos se encontraba atras de la puerta y justo cuando entramos la cerro de un golpe que a nosotras nos paralizo el corazon, entonces uno de ellos se dirigio hacia mi, pero entonces mi mama, se opuso entre nosotros y le dijo que no me tocara, el rio y dijo que entonces empezarian con mi mama, me tomaron por la espalda y me amarraron a una silla, por mas intentos que hacia para safarme fue imposible, entonces dos de ellos sacaron una navajas filosisimas y entonces cortaron toda la ropa de mi mama dejandola totalmente desnuda, uno de ellos de un jalon la inco, y se puso enfrente de ella, entonces se abrio el pantalon y dejo salir una tranca grandisima, y empezo a frotarla en los labios de mi mama, entonces el le dijo que si queriamos vivir teniamos que portarnos muy bien con ellos y que de nada nos valia gritar por que nadie nos iba a escuchar, terminando de decir esto se volteo y miro a mi mama con una mirada atemorizadora, entonces me dijo mi mama, hay que estar tranquilas, y cuando termino de decir la frase el tipo de un golpe le metio todo su pene en la boca de mi mama, entonces los otros aplaudieron, despues de un rato de ver como mi mama se encontraba chupando el pe?e, otro de los tipos se acerco y le dijo al que mi mama le estaba mamando el pene que era su turno, entonces se hizo a un lado, y vi otro pene de grandes dimensiones, mi mama no se quejo solo abrio la boca y de un bocado engullo tan macizo trozo de carne, yo no lo podia creer lo que estaba pasando, viendo a mi mama chupando pe?es, entonces el la tomo de la nuca y empezo a embestirla hasta que la barbilla de mi mama tocaba los testicu?os del tipo, entonces uno de ellos empujo a mi mama al suelo el tipo que tenia su pe?e en la boca de mi mama, se acosto, y la pusieron en cuatro patas. cuando vi que otro llegaba ya desnudo por atras de mi mama, y de un solo golpe, le incrusto el pene en lo mas hondo de su vagi?a, ella grito y hasta se le escaparon las lagrimas, del dolor pero poco a poco fue tomando ritmo, entonces entre los dos levantaron a mi mama, y se la llevaron a un sofa donde uno de ellos se encontraba masturbandose sentado abierto de piernas, entonces la alzaron y la llevaron justo por encima del que se encontraba sentado, la abrieron las piernas en el aire el que estaba sentado se escupio su pene, y puso la cabeza del pene justo en la entrada del ano de mi mama y la dejaron caer, al pasar esto ella grito de una manera tremenda, pero estaba terminando de gritar cuando el uno de ellos la penetro por la vagi?a, era una doble penetracion, pero no conformes con esto el otro, se subio al sofa y le metio el pe?e a la boca, yo no podia creer lo que pasaba, hacian que mi mama temblara tremendamente, entonces dijo uno de ellos, no eyaculen dentro de ella todos afuera, entonces despues de un rato empezo a eyacular el que mi mama le chuapa el pe?e, y lo saco de su boca en ese justo momento y le lleno los senos de semen, y despues siguio el de la vagi?a, llenandole el abdomen de semen, y por ultimo el que se encontraba dentro de su ano, justo sobre toda su vagi?a, en eso ellos me voltaron a ver, y se dirigio uno de ellos hacia a mi y me desato, me llevo al lado de mi mama que respiraba jadeante, sobre el sofa con todo el cuerpo lleno de semen, entonces mientras me iba acercando a ella, ellos me desnudaban hasta que estuve de frente a ella y me indico uno de ellos que la limpiara, a lo cual le dije como, y me dio un empujon que me inco y me dijo que con la lengua, yo empece a limpiarle el semen de los senos comiendome todo lo que encontraba a mi paso, despues que estuvieron totalmente limpios, baje a su abdomen repitiendo la misma operacion, y hasta que llegue y le lami la vagi?a a mi mama, la cual se encontraba llena de semen y que me lo comi todo, en eso uno de ellos me tomo del cuello, y me subio, me dijo besala en la boca, entonces la bese de una manera suave, pero me dijo el tipo que queria ver mi lengua jugando con la de mi mama, y asi lo hicimos nuestras lenguas se enroscaban una con otra.

Despues de los besos y lamidas uno de ellos me tumbo al suelo, sabia lo que mi iba a pasar, pero de momento los dos que faltaban la dijeron que era su turno de ellos, y cuando me di cuenta, se encontraban alrededor mio ya desnudos y con la tranca bien parada y dura, entonces los otros se sentaron en el sofa poniendo a mi mama enmedio de ellos y sujetandola, y le dijeron ahora vas a ver como disfruta tu niñita, me pusieron los dos pe?es enfrente de mi boca y entonces uno de ellos me jalo y hizo que me la metiera a la boca, y despues de un rato el otro me jalo y yo soltando el pe?e que succionaba, tome el otro pe?e y lo empece a chupar, y asi estuvimos por largo tiempo entonces se acosto uno, y el otro me alzo hasta que llegue a sentir el pene de el en la entrada de mi vagi?a, entonces hicieron que me sentara en el pe?e de un solo golpe, senti un dolor tremendo hasta la cabeza, pero ya estaba bien ensartada, y el tipo empezo a moverse de momento el que estaba atras de nosotros dijo vaya mira que bonito ano, y terminando de decir eso se inclino y empezo a darme lengua en mi ano, la verdad al sentir eso me excite mucho, y voltee la cara hacia donde estaba mi mama, la cual tenia una cara de angustia por lo que me estaba pasando, pero con sus manos masturbaba a los dos tios que estaban sentados junto de ellos, de momento dejo de lamerme el ano y sabia lo que mi iba a pasar el puso atras de mi y me penetro, yo no lo podia creer estaba teniendo una doble penetracion , pero con las lamidas de ano que me dio no sentia tanto dolor, y asi paso el tiempo y de momento senti que el pe?e que se encontraba en mi ano se ponia super durisimo, y empezo a eyacular dentro de mi, era un dolor tremendo, y despues el otro me dijo bajate y sacame la leche con tu boca, yo obedeci creo que por el miedo que sentia, entonces al tenerla en mi boca, de momento senti que todo adentro de mi boca se llenaba de semen en una cantidad que trataba de tragarme pero no podia se me escapaba semen por la comisura de mis labios, y despues de esto me hizo que lo limpiara con mi lengua todos los rastros de semen que le habian quedado.

Nos llevaron al baño disque a lavarnos, pero no era asi, nos sentaron en la tina y uno a uno los cinco, nos orinaron a las dos, hicieron que abrieramos nuestras bocas mientras ellos orinaban, y nosotras cachabamos los orines, despues de eso nos dejaron bañarnos y secarnos, claro no sin dejarnos de ver, entonces uno de ellos le dijo al oido no se que cosa a mi mama, y ella dijo que no, pero yo no sabia que discutian, entonces nos llevaron a la sala y nos sentaron separadas una de otra, entonces le seguian diciendo no se que cosa a mi mama, y ella se negaba, entonces dejo ella lo hara yo, entonces todos ellos rieron, y uno de ellos salio, no sabia lo que iba a suceder, pero entonces entro el que habia salido y dijo lo que pasa es que le falta a mi perro, trayendo consigo un pastor aleman grandisimo, entonces deduje que ellos querian que el perro me lo hiciera, pero mi mama se opuso y ella fue la que dijo que mejor lo hacia ella, entonces se acercaron a mi y se sentaron como a ver una pelicula, pero le dijeron a mi mama, mira esto y me pusieron una navaja en el cuello, y le dijeron si no lo haces bien le cortamos el cuello.

Entonces, mi mama gateo hasta donde se encontraba el perro, y le empezo a masajear el pe?e, empezo a salirle una punta roja, y cuando ya habia salido bastante mi mama se inclino y se la metio a la boca, los tios estaban super emocionados, viendo tal espectaculo, entonces despues de un rato le dijo uno ya basta de mamadas que te monte, entonces mi mama se puso en cuatro patas y el perro la monto en movimientos freneticos el perro de momento la penetro y el pe?e del perro seguia creciendo descomunalmente y de momento vi una bola en la base del pe?e del perro, pero mi mama la tenia sujetada, entonces uno de los tipos le retiro la mano y ese bulbo entro, y mi mama y el perro se quedaron pegado, pero uno a uno, le ponian el pene en la boca de mi mama, pidiendoles que sacara la lengua y se masturbaran entonces cuando todo estaba bien caliente me tomaron y me incaron y uno a uno los cinco eyacularon en mi cara y en mi boca, me hacian comer lo que mas pudiera de semen, pero el cansancio me estaba ganando, despues de esto habian pasado cerca de 20 minutos y mi mama seguia pegada al perro, y de momento mi mama grito el perro estaba eyaculando dentro de ella, y despues de un momento se separo el animal y de la vagina de mi mama brotaban chorros de semen del perro.

Nos llevaron a la alcoba y ahi nos dejaron, nos abrazabamos y no deciamos nada hasta que nos quedamos dormidas ambas, al despertar por la mañana abrimos lentamente la puerta y nos dimos cuenta que estabamos solas, a mi me dolia mi mandibula, y mis caderas, a mi mama tambien, entonces nos metimos al baño nos bañamos y no comentamos nada hasta la noche, que me dijo mi mama, que mejor lo guardaramos como secreto entre las dos, y asi lo hicimos, y nunca mas se volvio a comentar nada entre ella y yo sobre esa noche en la cabaña.

Espero que les halla gustado.
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