jueves, 22 de febrero de 2018

Mi bella residente



Estoy segura que al leer estas líneas muchos de mis amigos sabrán quién es la osada que rompe con los esquemas que nos impone la sociedad a las mujeres. Durante toda mi vida he sido muy popular, será por mi carácter amable y alegre o porque, como me dicen, tengo un cuerpo tan formidable que muchas veces a los chicos se les hace imposible verme sin dirigirme la palabra.

Me llamo Margarita y al momento hago mi residencia en el Hospital Primero de Mayo del Seguro Social. Tengo 28 años.

Hoy quiero compartir con toda la red una experiencia que me ocurrió no hace mucho, durante una guardia en el Hospital Rosales, mientras hacía mi internado en Cirugía. La noche había sido terrible y la faena ardua. De tal modo que a la una de la mañana estaba tan cansada que ya no podía más y casi me derrumbaba por el sueño. Así que para despabilarme un poco, salí del pabellón donde estaba de turno y me dirigí a la cafetería del hospital por un café. 

El resto de la madrugada se veía que iba a estar tranquilo. La emergencia estaba casi vacía, salvo por un par de heridos que habían llegado recién y ya eran atendidos por algunos compañeros.

Llegué al cafetín, pedí un café y me senté a paladearlo con toda tranquilidad. Rato después, apareció por la puerta de la cafetería la doctora Osorio. 

Inconfundible por su alta estatura y porte elegante y majestuoso. Era una residente de primer año de medicina entonces y creo que ni se le cruzaba por la mente llegar a ser neumóloga. Entró a la cafetería y pidió también un café y fue a sentarse a la misma mesa que yo.

-Hola -dijo- ¿qué tal?

-Aquí, tomando un descanso -contesté.

-Sí, ¿verdad?. Estuvo algo pesado el turno.

-Mucho.

Y seguimos tomando café sin decir muchas palabras. La Dra. Osorio era una mujer en verdad soberbia. Era la más alta de todas las residentes, y más que su estatura, destacaba en ella una belleza envidiable. Era blanca, cabello castaño oscuro y ojos café claro. Tenía un cuerpo espléndido y esbelto y un rostro de ángel.

- Oye -dijo sacándome de mis reflexiones- ¿tú te llamas Ángela Margarita, verdad?.

- Sí, ¿por qué?

- Yo me encontré un Manual de Terapéutica con tu nombre y... anduve averiguando de quien se trataba para devolvérselo. Hasta ese momento, recordé que cuando cursaba la rotación de Medicina Interna, durante un seminario dejé olvidado el libro en un asiento del auditorium y que, cuando regresé por él ya no lo encontré. -¿En serio?, no sabe cómo he buscado ese libro. !gracias a Dios que lo encontró usted!

-¿Sabes? -dijo- por las señas que me dieron me imaginé que eras tú.

-¿Cuáles señas?

-Bueno, estatura media, guapa, trigueña, cabello lacio, y...

-¿SÍ?

- Bueno, nalgas grandes y... bonitas...

Se ruborizó al decir aquello, y a decir verdad, yo también. Yo salí con una frase para desenredar el embarazo del momento:

- ¡Qué gracioso!, bueno, pero si ocupa el libro me lo entrega después.

-No -dijo- ya compré uno. Así que hoy mismo te lo puedo entregar.

-¿Lo tiene aquí?

-Sí en la casa de residentes. Si quieres vamos y te lo entrego allá. Asentí. En ese momento yo ya había terminado mi café, pero ella aún tenía la mitad del suyo. Lo tomó en sus manos y nos dirigimos al ala destinada a los médicos residentes. Llegamos y entramos a un cuartito con lo más indispensable: una cama, una silla, un escritorio y un armario. Ella se quitó la gabacha blanca aludiendo demasiado calor y me instó a hacer lo mismo si gustaba. Yo le dije que no sentía calor. -Veamos -dijo hurgando entre las cosas del armario- por aquí tengo tu libro...

Estaba buscándolo a una mano, así que dejó el café sobre el armario y se dedicó a buscarlo con ambas. Revolvió y revolvió como loca el closet sin encontrar el dichoso libro. En un movimiento brusco, el café cayó desde donde lo había colocado por mala suerte, y se desparramó sobre la delgada blusa del traje celeste que llevaba para los turnos. -¡Demonios! -vociferó -permíteme un segundo -me dijo. 

E inmediatamente se sacó la blusa, dejando semidesnudo su plexo. El líquido había traspasado con facilidad la tela de algodón y había ensuciado su brassier de fino encaje. -¡Vaya! -dijo- ahora voy a tener que lavarlo antes que se le pegue la mancha y sea difícil sacarla después... 

¡Y se lo quitó! Se lo sacó sin más ni más, como si en la habitación no hubiese nadie más que ella, como si mi presencia no le incomodase en lo más mínimo. Sus senos blancos quedaron al descubierto, trémulos, desafiantes, macizos, comandados por dos tetillas rosadas erguidas generosamente. En ese momento yo no sentí más que admiración porque la Osorio tenía unas tetas muy hermosas, tal como me gustarían que fueran las mías. 

Los senos se le veían un poco irritados pues el café aún seguía muy caliente. Para aliviar el ardor momentáneo, echó agua sobre ellos. Al refrescarse, sus pezones comenzaron a tomar una solidez exagerada, como punta de lanza y sus carnes se pusieron más firmes y tensas. Con delicadeza comenzó a lavar la prenda en el lavamanos, y dijo: 

-Espérame un momento, Margarita. Ya te voy a dar el libro... Al ratito salió con el brassier limpio, lo tendió de un clavo, sacó otra blusa celeste, pero no se la puso, y en lugar de ello se sentó a la par mía en la cama. 

Siempre he sido una mujer muy liberal pero aquella situación me incomodó poco. Ahí la tenía, con los senos al aire, hembra magnífica. Se acostó en la cama, cubriendo su desnudez echándose la blusa encima sin ponérsela, y dijo:

-¿Sabes?, me arde el pecho por lo caliente que estaba el café...

-Sí, me imagino.

-¡Ay!, si supieras como siento... -recalcó.

-Debe doler bastante.

-Sí...

Se quedó un buen rato así. Yo no decía nada y ella, al parecer estaba a punto de ser vencida por el sueño. Por fin dijo:

-Si quieres quítate tu blusa...

Yo sabía hacia donde nos estaba llevando con su actitud, ¿pero qué podía perder?. Además, acababa de descubrir que aquello no me desagradaba en absoluto y eso sólo significaba una cosa: me estaba gustando. Con poca prisa me saqué la blusa y el sostén y me recosté al par de ella. -¿Sabes una cosa? -dijo.

-¿Qué?

-Me gustan tus senos.

-A mí me gustan los suyos también -dije.

-¿Quieres tocarlos? -preguntó.

-Si me deja...

-Hazlo... Y tomó mis manos llevándolas a posarse sobre sus dos masas pectorales que se estremecieron bajo mis manos que empezaron a jugar con ellos con mucha naturalidad y a estimular sus pezones como si esa no fuera la primera vez que se lo hacía a otra mujer. 

Rosario tenía los pechos más suaves y dóciles que yo había tocado hasta entonces . Sus carnes se distribuían exquisitamente entre mis dedos causándonos a ambas un enorme placer. Rosario gemía y respiraba profunda y agitadamente, indicio que la excitación crecía cada vez más dentro de su magnífico cuerpo. Aquello me encendió sobremanera y entonces puse en juego mi otra mano también. -Vamos, Margarita -dijo- súbete encima mío.

Abriendo mis piernas, me senté a horcajadas abrazando con mis muslos su pelvis y continué el delicioso masaje pectoral al que la tenía sometida. Ella comenzó a acariciar mis pechos también con sus manos blancas y estilizadas. Fueron pocas fracciones de segundos las que ocupó para lograr que mis pezones se pusieran tan duros como los suyos. 

En verdad soy una mujer que necesita muy poco para excitarse. Sin embargo, en esa ocasión, con aquella hembra colosal me estaba probando una experiencia diferente.

Ella pasó sus manos delicadas detrás de mi cuello y me atrajo hacia sí y sus labios se fundieron con los míos en un beso apasionado y violento. Casi me ahogaba al deslizar su lengua dentro de mi boca, reconociendo con ella todos sus rincones. Con una de sus manos revolvía mis cabellos mientras con la otra acariciaba mi torso desnudo. 

Cuando soltó mis labios pude respirar por fin con un hondo y agitado suspiro. Empero, ella no permaneció quieta ni un instante, me volteó y quedé debajo de ella y su boca ávida siguió acosando de besos mi cuello, mis hombros y la parte superior de mi pecho. La excitación había hecho presa de mí desde hacía ratos, pero ahora parecía incontrolable, pues la doctora me encendía cada vez más y más y una sensación ardiente comenzó a socabar mi pecho y mi vientre. 

No era la primera vez que tenía sexo con una mujer. Por el contrario. Ya entonces había perdido la cuenta de cuantas chicas habían probado junto a mí los deleites del sexo puro y duro. Sin embargo, Consuelo tenía algo distinto, algo especial. Ella estaba casada y ya tenía un hijo, y quizás mi excitación consistía en que nunca lo había hecho con una mujer comprometida... y madre sobre todo. 

Los pensamientos se arremolinaban en mi cerebro en un torbellino desaforado sin orden, abruptos, locos, mucho más rápido que las sensaciones que experimentaba bajo el influjo y el peso del cuerpo de la mujer sensual que desparramaba sobre mi ardientes caricias y besos frenéticos. En la locura de estar bajo el influjo de aquella hembra formidable, no supe de mí, del momento en que ella nos desnudó por completo, sino hasta que ya tenía sus labios pegados a mi vulva, metiendo lenta y profundamente su lengua dentro de ella. 

La humedad y el roce me producía una mezcla de cosquillas, escalofríos y estremecimiento indescriptible con palabras. Éramos, como se diría, dos hembras fuera de lo común, haciendo de un lado la modestia. Ella, como ya la he descrito, alta, espigada, bien proporcionada; yo de estatura media, rellena, pero todo bien distribuido. En tanto su lengua literalmente trapeaba toda mi vagina, comenzó a encajar uno de sus dedos en mi ano. ¡Fatal! Yo no sé si ella estaba enterada, pero lo que más me enciende es eso: que me manipulen el culo. 

Es algo que en un santiamén me pone a mil. Es el máximo placer que puedo sentir de un hombre o de una mujer. Con eso logró llevarme al primer orgasmo "en un dos por tres". Como entonces comencé a gemir alocadamente (como siempre que voy a "terminar"), ella me tapó la boca introduciendo en ella lo primero que cogió con la mano: la blusa que se había manchado con el café.

Aunque yo ya había alcanzado el orgasmo, Consuelo no paró de lamerme y chuparme la torta, era una hembra pertinaz, resistente en lo que hacía. Ya la mezcla de mis jugos y su saliva bañaban buena parte de sus mejillas y resbalaban entre mi ingle, empapando las sábanas, pero ella continuaba con la succión. 

Una, dos, tres, cuatro veces más me hizo explotar en oleadas orgásmicas, una tras de otra sin control, estremeciendo por completo mi cuerpo. Por fin se cansó de las chupaderas y distanció su boca de mi sexo. Sin embargo, aún su dedo seguía enterrado en mi culo y fue entonces cuando éste entró en verdadera acción. 

Originalmente lo había metido hasta la mitad, pero fue deslizándolo, rápida pero suavemente hacia adentro, profundo, por completo, una y otra, y otra vez hasta casi alcanzarme el fondo de mi pelvis. Aquí les confieso que muchas veces antes he hecho el sexo anal. 

No era la primera vez, es más, hasta perdí la cuenta de docenas de vergas que me han acometido por mi hoyito posterior. Sin embargo, no sé que tenía Consuelo que solamente con un dedo me estaba llevando mucho más allá del placer que me habían proporcionado antes. Lo atribuyo a la excitación del momento, quizás o talvez a la forma en que ella lo dirigía y que sabía exactamente qué puntos tocar dentro de mi recto para hacer que me desmoronara en un mar de deleites. 

En total me hizo alcanzar el orgasmo 8 veces en un lapso de cinco minutos. ¡Un nuevo récord para mí!. Ella sacó el dedo de mi ano, visiblemente agotada por el esfuerzo y se desplomó en la estrecha cama. Aunque sabía que debía dejarla descansarse unos minutos, la excitación que tenía en mis adentros era tanta que no quería desaprovecharla: después no sería lo mismo. 

Tiré el trapo que tapaba mi boca y sin decirle nada la volteé boca abajo, le alcé las caderas dejándola en cuatro puntos y me apropié de su vulva, embistiéndola por detrás. Desde el primer contacto, mis mejillas y mi barbilla quedaron llenas de sus secreciones, que en ese momento ya eran abundantes; mi lengua profanó aquella intimidad cavernosa hasta lo más profundo. 

Mi excitación se multiplicó al millón al darme cuenta que, como mujer que ya había tenido hijos, su vagina era más amplia, y me permitía introducir buena parte de mi rostro por lo menos hasta la entrada y con mi lengua podía explorar mucho más dentro que lo que había hecho con mujer alguna. 

A todo esto, Consuelo era una gran muñecota blanca poseída por demonios de placer que convulsionaban su esplendoroso cuerpo y lo hacían estremecerse, gemir, y revolver las caderas como una loca, como nunca había visto a nadie disfrutar. 

Era tanto el placer que su cabeza parecía un péndulo descoordinado, instantes enterrado en las almohadas e instantes alzado y revolviéndose como negándose a creer la inmensa satisfacción que estaba experimentando. 

- Mete tus dedos, mi amor, mételos! -dijo en un instante que sus gemidos se lo permitieron. - Yo introduje un par de dedos dentro de su vagina, teniendo que disminuir la presión que mi boca ejercía dentro de su vulva.

- No, ahí no. -dijo- ¡en mi culo, mételos en mi culo! A diferencia del mío, su ano era más estrecho, más firme, menos "usado". Por eso me costó un poco hacer que mi dedo índice penetrara hasta el fondo. Pero el estímulo de algo dentro de su recto fue haciendo que el esfínter aflojara poco a poco hasta que pude con menos dificultad, meter otro simultáneamente. 

¿para qué voy a explicar con palabras lo que decía o como gemía locamente? Solamente imagínense. 

Cuantas veces se vino, no sé. Solamente me di cuenta que su vagina manaba caudalosamente un jugo hialino y ralo que prácticamente bañaba sus muslos y mi rostro. Por fin, hasta el cuerpo joven y resistente de Consuelo tiene un límite y por fin cayó,IMPOTENTE de mantenerse en cuatro, sudorosa y exhausta. Yo tenía un poco más de fuerzas, pero con lo que habíamos tenido bastaba para estar satisfecha. 

Caí recostada sobre aquella diosa blanca, colosal y ardiente. Mi "médico residente" hasta hace unos momentos y ahora, mi amiga, mi mujer, mi amante. - ¿Sabes una cosa, Margarita? -me dijo

- ¿Qué? -pregunté

- Es mi primera vez.

- ¿En serio? Pues lo hiciste muy bien.

- Sí, Hugo y yo vemos películas XXX con frecuencia y allí he aprendido lo que te hice.

-¿Y desde cuando te gustan las mujeres? -pregunté.

- Bueno... Fíjate que al principio me repugnaban las escenas de sólo mujeres, después me eran indiferentes porque ya me había acostumbrado a verlas, pero luego hasta me gustaron, y la verdad es que nunca había sentido tanto deseo por una hasta que te conocí. Ya me habían contado muchas cosas de ti y de lo que te gusta y por eso me atreví. 

Las palabras que me dijo me hicieron reflexionar un poco sobre mi "popularidad", pero sin llegar a la trascendencia de "debo cambiar mi vida un poco, o tengo que moderarme, bla, bla", porque las siguientes palabras me sacaron de mis pensamientos. - Y ¿sabes? No me arrepiento de haber hecho lo que hice hoy. He quedado completamente satisfecha, como nunca antes en mi vida, ni siquiera con mi esposo.

Eso era algo que he escuchado infinidad de veces y ni siquiera hice un comentario. Ella continuó.

- ¡Lástima que sea la última vez que lo hagamos!

- ¿Por qué? -pregunté sin encontrar alguna causa por lo que no debiéramos seguir esa relación.

- Entiéndeme, soy casada, tengo un hijo. Por el bien de mi matrimonio no debo seguir con esto.

- Está bien, como quieras. -hice una pausa-. Debo regresar a mi servicio. Ya deben extrañarme las enfermeras.

- Ok. Yo también. Nos vestimos, tomé mi libro y salimos a nuestros respectivos lugares. Al volver, me esperaba Diana, la enfermera de la Observación Mujeres evidentemente disgustada. - Por qué se tardó tanto, Dra. Trejos? -dijo en tono sarcástico, a pesar de ser buenas amigas.

- Porque tuve que hacer un "procedimiento de emergencia", Srta. Alonso- contesté con la misma ironía. Y me dirigí a seguir mis tareas. Diana me cogió por el brazo y me hizo girar el cuerpo hacia ella, mientras me señalaba amenazadoramente con un dedo. - Mira, Margarita. Te conozco muy bien y sé que algo te traes entre manos. Tú me conoces también como soy y ten por seguro que si me estás engañando con un hombre les va a pesar a los dos. Para aplacarla la empujé hacia el cuartito de baño y dentro le besé en los labios unos instantes y le dije en susurro: - No seas tontita. Te juro que no te estoy engañando con ningún hombre.

- Más te vale. -dijo un poco furiosa todavía y se largó. No pude menos que sonreír ante aquel suceso, Ay, no sé porque a veces me gusta complicarme la vida...

Provocadora Escarmentada



El relato que les voy a contar me pasó el último verano, una noche salí con una amiga a provocar y recibí mi castigo, pero tal vez recibí mas de lo que me merecía. Antes de empezar me gustaría decirles que soy lesbiana, aunque me excita muchísimo el morbo y la provocación.

Antes de todo les digo que me llamo Marta y tengo 20 años. Soy pelirroja, tengo los ojos azules, y soy alta, 1,76, más o menos, mis piernas son muy largas y creo que tengo un buen tipo (94- 62-92). Me gusta vestir provocativa, llevar minifaldas muy cortitas, con tacones, para lucir mis piernas, y escotes o tops ajustados.

El verano pasado, me fui con mi amiga de viaje y con nuestros padres. Ella también es mi vecina de abajo, y con ella me llevo fenomenal, nos conocemos, desde que nacimos prácticamente, y no tenemos ningún secreto, bueno sí, sólo uno, y es que soy lesbiana y ella no lo sabe. No se lo he dicho porque a ella le encantan los hombres, y me da miedo que deje de ser mi amiga. Bueno, el caso es que me fui a la playa con ella y sus padres, cenamos, y decidimos salir de fiesta. 

Hablando en la playa me decía que iba a ser una noche increíble, y que íbamos a salir a buscar tíos. Después de cenar con nuestros padres, subimos a la habitación y empezamos a arreglarnos y a hablar. Como estábamos en una playa donde no nos conocía nadie, decidimos provocar al máximo. Mi amiga se puso unos pantalones ajustadísimos y un top mucho más ajustado todavía, era de esos palabra de honor, sin tirantes y por supuesto sin sujetador y un tanga negro. 

Yo me puse una minifalda que me había comprado esa mañana en los hippies, muy curiosa, porque se abrochaba con un lazo, un tanga rojo y daba vueltas a la ropa, sin saber qué ponerme, porque quería ir mas sexy que mi amiga. Al final decidí ponerme la parte de arriba del bikini, como era exagerado, me puse una blusa negra casi transparente encima. Pedimos un taxi, y salimos a la calle. En el taxi mi amiga no dejaba de hablar de lo bien que lo íbamos a pasar y el taxista no dejaba de mirar por el retrovisor. 

De repente mi amiga se empeñó, en que llevaba el nudo del bikini mal y me lo desabrochó para hacerlo de nuevo, y justo en ese momento el taxista se volvió para mirar, y vio prácticamente mis pechos, nos fuimos del taxi riéndonos pero diciéndole de todo al taxista.

La noche había empezado como queríamos, provocando.Nos dirigimos a un bar que tenía una terraza y nos sentamos y empezamos a beber, cuando ya llevábamos un buen rato bebiendo, y empezábamos a ir bastante borrachas se nos acercaron 4 tíos, los cuatro estaban muy bien,y nos preguntaron si podían sentarse, enseguida mi amiga les dijo que sí. Pidieron varias rondas mientras hablábamos como si fuéramos amigos de toda la vida y es que eran muy simpáticos, y se notaba que mi amiga les volvía locos. Y es que es preciosa, tiene una cara muy dulce, y un autentico tipazo.

Así que seguimos bebiendo y hablando y nosotras íbamos ya bastante suaves. De repente uno de ellos dijo, la verdad es que nos gustan las mujeres como vosotras, y otro añadió, "bueno, pero sin ropa interior". Todos nos echamos a reir.Al rato nos levantamos y nos fuimos al baño, a hablar,ella me dijo que le gustaba uno de ellos,y yo le dije que estaba bien.Y ella sugirió dar un paso más, ya sabes lo que les gusta, ¿Qué dices?. Me dijo que me quitara el tanga, y se lo diera, y que ella me daría el suyo, y así lo hicimos,y los guardamos en el bolso.

Yo había salido perdiendo, porque llevaba una minifalda y decidí aprovechar eso, se lo dije, y bajándole el top le dije, vamos a equilibrarlo, ¿no quieres volverlo loco?. Empecé a jugar con sus pezones, ella me miraba sorprendida, yo cogí un cubito del vaso y empecé a jugar con él en sus rosados pezones, restregándoselo por todo su pecho y después empecé a chuparlos, la verdad es que estaba disfrutando muchísimo de aquello, pero sabía que tenía que dejarlo. 

Le puse en su sitio el top, la miré y le dije que así estaba mejor, ella me miró y sonrió. La verdad es que iba increíble, la excitación que tenía, unida con el frío del hielo,y la humedad de sus pechos, hacían que sus pezones se marcaran muchísimo y al mojarse la fina tela, también se entreveían ligeramente sus pezones. Estaba deliciosa, y lo mismo pensaron los chicos, que en cuanto llegó no pudieron dejar de mirar sus pechos. 

Mi amiga se dio cuenta de eso, y se puso a hablar con Marcos, el que le gustaba a ella, pero él no podía evitar desviar la mirada hacia el escote de mi amiga. Ella se dio cuenta, y pidió un botellín de agua, cuando estaba bebiendo,y hablando con él, dejó que se le cayera agua que deslizó por su cuello, y mojó todavía más la tela, ella, Marcos y yo, estábamos muriéndonos de la excitación y las miradas que se echaban lo decían todo.

Al final ella se levantó, lo cogió de la mano y se fueron, no volví a saber nada de ella, hasta un buen rato después. Yo me quedé allí, con los otros tres tíos, hablando, y bebiendo un poco más, la verdad es que consiguieron ponerme muy borracha.

Al rato, uno de ellos dijo de ir a bailar, idea que me gustó muchísimo, me llevaron a un bar donde había mucha gente y hacía mucho calor. Estuvimos bailando un rato, y enseguida yo empecé a sudar porque hacía mucho calor. Uno de ellos se acercó a la camarera y le dijo algo. Ella me llamó y me puso un cubata, y me dijo que le diera la blusa, que ella me la guardaba. A mí no me convencía mucho. 

Me dijo, vamos no seas tonta, llevas un bikini precioso, además del calor y el alcohol y me convenció. Ese fue mi error, enseguida mis amigos me dijeron de subir a la tarima a bailar, a lo que accedí encantada.Era una tarima muy rara, cabían dos personas a lo ancho, pero era muy profunda,y acababa en un hueco bastante grande debajo de la escalera que había para subir al piso de arriba. 

Empezamos a bailar,y pasado un rato,acabamos en primera fila. Juan se puso delante mío, de espaldas a la gente y los otros dos chicos estaban detras. Empecé a bailar con Juan, la verdad es que el chaval no estaba nada mal. Sus amigos estaban detrás de mí. En un momento, Juan cogió mis manos, para bailar, algo normal, pero justo en eso momento, sus amigos me desataron el bikini, los dos a la vez, uno me desabrochó el nudo del cuello y al mismo tiempo el otro me quitó el de la espalda.Cuando fui a reaccionar para impedirlo Juan tenía cogidas mis manos muy fuerte,y no podía soltarme.

Vi sin poder hacer nada cómo uno de ellos se bajaba de la tarima y le llevaba el bikini a la camarera.Yo lo único que pude hacer fue abrazarme rápidamente a Juan, para que no pudieran verme. Le miré y le pregunté que qué hacían, que de qué iban y el rió y me dijo, procura que no me enfade o me voy de aquí. Le pregunté que qué querían, y me dijo bailar un rato. Estuvimos así un par de minutos, los dos abrazados, y de repente me dijo, ya sabes que soy lo único que impide que la gente de abajo te vea, así que no me sueltes.

Justo cuando le contestaba, vi a uno de sus amigos, sonriendo, y noté cómo el otro, me desabrochaba el lazo de la minifalda, y noté cómo ésta deslizaba por mis piernas, la cogí con una mano, y Juan hizo el gesto de separarse de mí, tuve que volver a cogerlo con los dos brazos,y entonces noté cómo la mini caia.Y otra vez lo mismo, uno de ellos la cogió y se fue a la barra con ella.Yo empecé a llorar un poco, y me dijo.No llores, sólo vamos a bailar contigo,a no ser que dentro de un rato tú quieras algo más. Yo accedí, la verdad es que estaba convencida de que harían algo más así que sólo bailar... 

Me llevaron al fondo de la tarima, yo ya no podía ver la gente desde allí, y me dijo, ahora vamos a bailar.Estuve bailando con ellos una hora,más o menos, cada vez con uno, mientras dos de ellos, tapaban y miraban.Al rato empecé a notarme excitada, pero yo no quería,y no dije nada.Ellos lo notaron, y empezaron a manosearme todavía mucho más, antes se limitaban a manosear mis pechos, y sobarme el culo, pero después pasaron a jugar con mi coño, y a hacerme bailar con una pierna suya entre las mías. 

Empezaron a jugar con mi clitoris,a meterme un dedo,primero,esperaban que yo cediera, pero no lo hice. Estaba que me moría, pero no abría la boca. No iban a salirse con la suya. Poco a poco empezaron a enfadarse, y a bailar conmigo de dos, en dos, notaba los dos cuerpos, apretándome a ellos con fuerza. 

Mis pechos aplastados contra el tórax de uno de ellos, mi culo igual, contra la pelvis del otro, y siempre con un par de dedos dentro de mi entrepierna.Yo tuve un orgasmo, que fingí como pude apretando mi cara en el pecho de uno de ellos, y ellos siguieron, de repente noté como uno de ellos me metía un dedo en mi culo y empezaba a moverlo, y mientras el otro seguía jugando con mi sexo. 

Yo no pude resistirlo y tuve un orgasmo bestial, me vine abajo con mi cara hundida en el pecho de Juan. Después de esto me soltaron, y destrozada me senté en un rincón en el suelo, con las piernas abiertas. Uno de ellos, decidió ir un poco más allá y empezó a masturbarse al lado mío y otro se tiró al suelo y empezó a mordisquear mi clítoris, la verdad es que sabía cómo hacerlo, me estaba volviendo loca, y tenía esa polla junto a mi cara, pero me prometí no tocarla, pero de repente me vino otro orgasmo y lo único que se me ocurrió para amortiguar mis gritos fue meterme ese pedazo de carne en mi boca. 

El tío que estaba comiéndome mi coño lo dejó y el otro sacó su polla de mi boca y se corrió sobre mis pechos. Al final se dieron por vencidos, me pidieron perdón y me trajeron mi ropa, toda menos mi bikini, me dijeron que así iría mucho mejor. Al final me dio igual, salí de allí, con mi blusa transparente, con mi cara totalmente transpuesta y sin limpiarme el semen del tío.

Ya fuera me encontré a mi amiga, llevaba arena en el escote, y una sonrisa de oreja a oreja y cuando me vio aparecer me dijo, vaya parece que no soy la única que se lo ha pasado bien, ¿no? a lo que yo contesté que sí, que ella era la única que había disfrutado aquella noche. Se lo conté todo y nos fuímos, ella se moría de envidia y no se explicaba cómo podía haber salido de allí sin tirármelos. A lo que le respondí, tal vez sea lesbiana y no lo sepa. Nos echamos a reír,y nos fuimos al hotel.

Bueno, esto ha sido sin duda lo más fuerte que me ha pasado nunca. Pero desde aquel día decidí que nunca más estaría con un tío.

Deseos


Tengo una mujer increíble con un cuerpo seductor y muy apetecible. Ella sabe perfectamente lo que me excita y sabe darme todo lo que necesito sexualmente. Cuando estamos en casa, y yo estoy viendo la tele en el salón, algunas veces ella se va al dormitorio y se viste sexy para luego ir a ponerme caliente, provocándome y acabamos haciendo todo tipo de juegos eróticos.

Solo pensarlo e imaginármela me calienta muchísimo y cuando oigo el inconfundible sonido de sus tacones altos acercándose por el pasillo tengo que contenerme para no correrme en los pantalones. Soy un fetichista de los zapatos de mujer y ella lo sabe, tiene una pequeña colección que hemos ido comprando juntos y cada compra tiene su pequeña historia derivada de mi excitación.

Esa tarde yo estaba en el salón y mi mujer en el estudio trabajando en el ordenador, cuando empecé a oír el inconfundible sonido de la lujuria, esos tacones que golpeaban el parquet y con cada golpe aceleraban mi corazón y hacían crecer mi paquete.

Ahí estaba mi mujer, en la puerta del salón acariciándose levemente la pierna y la cadera seduciéndome con su conjunto. Tenia puestas unas sandalias negras de una sola tira en la parte delantera y una pulsera en su tobillo, de tacón alto y fino. Unas medias blancas brillantes que terminan en una liga de encaje en su entrepierna. Un tanga blanco pequeñísimo y un sujetador de media copa de los que ponen los pechos juntos y elevados y muestran medio pezón.

Yo no podía mas, ella lo sabia y se reía traviesa. Se acercaba lentamente tocándose por encima del tanga, chupando un dedo y acariciándose el pezón. La escena era muy caliente y mi polla estaba a punto de romper el pantalón.

Ella delante de mi me puso un pie en mi paquete y luego lo subía hasta mi cara para que se lo chupase, sabia que me encantaba. Yo acariciaba su pierna y llegaba hasta su coño, tenia el tanga húmedo, ella también disfrutaba.

Se agacho de espaldas a mi y se aparto el hilito del tanga de entre sus nalgas tocándose, yo metí mi cara entre ellas y lamí su rajita del culo, tiene un culo redondo para comérselo. lamí el ano de mi mujer mientras tocaba los labios de su coño mojado y sus grandes tetas. Ella se volvió a dar la vuelta y saco mi polla empezando a chuparla.

Lo hace muy bien, es una experta chupando pollas. Después de estar jugando de esta manera la senté encima de mi y se la clave en el coño. Ella cabalgaba con ganas y sus pechos ya fuera del sujetador botaban arriba y abajo en un sube y baja no muy rápido pero si a buen ritmo. Cuando estábamos a punto de corrernos se quito de encima mío y se agacho para que me corriera en su cara y sus tetas cosa que la encanta.

Después de un poco me dijo que quería ir a dar una vuelta y yo la dije que si pero que debía ir así vestida. Ella me miro sonriente y le gusto la idea. Se puso encima un vestido muy escotado y corto que apenas tapaba los ligueros de las medias.

Nos dirigimos con el coche a un centro comercial en el que había multicines, bares, etc.

Decidimos ir a una zapatería que había allí a ver si había algo nuevo que mereciera la pena. Estando en el escaparate vimos unas sandalias negras da tacón alto de aguja de las que solo tienen una tira ancha adelante y nada detrás, unas mules.

Entramos en la tienda y mi mujer se sentó en un banco para ser atendida. Yo permanecía de pie y vi como se la veían las tetas casi por completo por el escote. 

Encima al sentarse en el banco que era bajito, el vestido se le subió casi hasta la cintura dejando ver la parte alta de las medias. Yo estaba cardiaco, estaba mas excitante que nunca y el morbo de estar en un sitio publico aumentaba las sensaciones.

Ella estaba muy a gusto y tranquila, además sabia que yo estaba a mil y eso la empujaba a hacer cosas excitantes. Vino a atendernos un joven que al ver su cara creería que le había tocado laLOTERÍA ya que esa escena de mi mujer casi desnuda era de película porno. El mientras hablaba con ella sobre las sandalias que queríamos comprar le comía con la vista todo el cuerpo.

Tuve que irme al servicio y allí nada mas tocarme lancé un chorro de semen contra la pared ya que estaba que estallaba. Me lave la cara y salí un poco más fresco. Al entrar de nuevo en la tienda vi a un par de chicos que estaban mirando el escaparate y hablando entre ellos sobre mi mujer. 

Yo mire al interior y la vi con las piernas ligeramente abiertas mientras el joven dependiente le calzaba una de las sandalias. Se le adivinaba desde fuera el tanga así que el dependiente dentro debía estar al rojo. Los chicos del escaparate hablaban de lo buena que estaba y de cómo se la tirarían. Eso me encendió otra vez, esta vez con nerviosismo de celos y a la vez de deseo.

Entré en la tienda y al llegar donde estaba mi mujer, casi me da algo. Mientras le calzaba la sandalia, tenia su otro pie descalzo en el paquete del chico que estaba en cuclillas mirando directamente a sus tetas y a su tanga. No sabia que decir, hasta que mi mujer me miro sonriente diciéndome que le gustaban y que quería llevárselas.

El chico dijo que iba al almacén a por otras ya que esas tenían un pequeño defecto en el tacón. Cogió la caja con las sandalias y se fue al almacén quedándonos solos en la tienda. Le dije a mi mujer que pretendía y ella me respondió que tenia ganas de pasarlo bien y que no me preocupase.

Ella un poco impaciente dijo que iba a ver que pasaba ya que tardaba un poco el chico y se dirigió al almacén. Yo la seguí diciéndola que no fuese allí. 

Cuando termine de decirlo ya estábamos dentro y vimos al chico oliendo una de las sandalias que se había probado mi mujer y en la otra tenia la polla metida. Me quede de piedra y el chico mas aun. Mi mujer sonreía y se dirigió hacia el agarrándole la polla que tenia metida en la sandalia y masturbándole con ella puesta.

Le quito la sandalia y se trago la polla estando de cuclillas. El chico empezó a gemir y ella tragaba esa gran polla lentamente. No tardo mucho en hacer que se corriera en su boca y en gran cantidad ya que le escurría por los labios el semen que no se podía tragar.

Yo estaba calentísimo viéndola con la leche escurriéndole por los labios y cayendo en el canalillo después de haberle mamado la polla al dependiente. Detrás de mi oí un ruido y al girarme vi a los dos chicos del escaparate con las pollas fuera masturbándose mirando a mi mujer en esa postura.

Ella les dijo que se acercasen y se puso entre los dos sentada con las piernas abiertas en la escalerilla que estaba apoyada en la estantería. Cogió cada polla en una mano y empezó a masturbarlos tocándose los pechos con la punta de sus penes mientras me miraba sonriente. El dependiente se tiro al suelo y comenzó a chuparle el coño tras quitarle el tanga. 

Después de un rato así, se sentó encima del dependiente que ya tenia su polla tiesa y se la clavo en el coño cabalgando sobre él, mientras chupaba las pollas de los chicos alternativamente.

Yo había empezado a masturbarme y me acerque a ella. Me puse detrás de ella y separándole las nalgas lamía su raja y su ano mientras veía como entraba esa gran polla en su coño. Después de haberla chupado el ano un rato le metí la polla hasta que mis huevos se juntaron con los del dependiente.

Ella gemía y disfrutaba y estuvimos follando así un buen rato. Yo me corrí el primero dentro de su ano. Seguido de los dos jóvenes que inundaron su cara de leche. Ella nos limpio las pollas a todos mientras el dependiente se corría terminando de llenar de leche a mi mujer.

Ella se arreglo y se seco con una toalla que llevaba uno de los jóvenes del escaparate en una mochila. Les pregunte que si eran de fuera y el de la mochila me dijo que el si, el otro era un amigo con el que se iba a quedar unos días. Mi mujer al oír esto dijo que no, que se iría a nuestra casa. Yo me quede mirándola como diciéndola que ya era suficiente, no me parecía bien llevar a un desconocido a casa. Pero ella insistió y así hicimos.

El chico, claro esta, prefirió alojarse en nuestra casa antes que en la de su amigo adivinando lo que podía pasar. Y así nos fuimos del centro comercial hacia casa.

Al llegar y tras haber enseñado la habitación a nuestro huésped nos pusimos a cenar. Mi mujer se puso cómoda con un pantaloncito muy corto y ajustado y una camiseta semitransparente y sin sujetador. La cena fue tranquila en todos los aspectos, conversamos sobre varias cosas, su ciudad, la nuestra etc...

Después de cenar nos sentamos el chico y yo en un sofá y mi mujer en el otro y conversando salió el tema de unas fotos que el chico había hecho en un anterior viaje a otra ciudad. Mi mujer quiso verlas y se sentó entre el chico y yo. 

Mientras veía las fotos el chico no la quitaba ojo de encima ya que su coño se notaba perfectamente en su pantalón ajustado y sus pechos bailaban libremente con cada pequeño movimiento de mi esposa.

Se hizo un poco tarde y nos fuimos a dormir. En el pasillo delante de la habitación de nuestro huésped, mi mujer le abrazo y dándole dos besos le dio las buenas noches. Cuando se separaba de el, le agarro de la mano y le dijo, "vente con nosotros, siempre he querido dormir con dos tíos, arropadita".

Yo ya no sabia que decir, esto se iba de madre. El chico mirándome y encogiendo los hombros la seguía sin oponer resistencia. así que nos metimos los tres en la cama, mi esposa en medio. Ella abrazada a mi me beso profundamente en la boca y me dijo que siempre había querido tener a otro hombre detrás de ella para que le diera "calorcito" en la espalda.

El chico la abrazaba y la tenia pegada totalmente a el. Ella y yo de cara nos besábamos profundamente mientras notaba que el chico agarraba las tetas de ella con las manos. Ella dijo que estaba en la gloria. Y también dijo que nuestros paquetes grandes restregándose contra ella la ponían cachondísima.

En esto que la quitamos la braguita y el camisón dejándola completamente desnuda. Yo la seguía besando y tocando el clítoris y el coño que estaba muy mojado. El chico la seguía sobando las tetas y la comía el cuello y la oreja.

De repente ella soltó un gemido de placer abriendo mas las piernas. El chico la había metido un dedo en el culo y la había hecho soltar mas líquidos vaginales ya que yo tenia mi mano empapada. Nos agarro las pollas masturbándolas mientras gemía. 

Estuvimos un rato así tocándonos hasta que ella le dijo al chico que se la metiera ya que no se aguantaba. El chico no se hizo de rogar y se la metió de golpe arrancando un grito de placer a mi mujer. Yo frote mi polla entre sus labios vaginales se le metí hasta el fondo de su coño y así la follamos los dos haciéndola alcanzar varios orgasmos.

Cuando nos íbamos a correr nos hizo sacar las pollas y poniéndonos de rodillas nos las chupo hasta corrernos en su boca. Mi mujer se quedó tendida en la cama sonriente y extasiada. Y al poco rato nos quedamos todos dormidos desnudos.

Al despertar por la mañana estábamos solos, nuestro huésped se había ido dejando una nota de agradecimiento por la hospitalidad recibida.



La Caliente amiga de mi madre


Saludos, lo que a continuación os contare fue la historia real que me ocurrió hace algunos meses, vivo en la capital de España y soy un chico de 21 años, alto, pelo corto , delgado, pectorales marcados ... vamos que no estoy nada mal aunque sé de sobra que hay muchos más tíos que están mejor que yo . El caso es que soy a primera vista bastante resultón para las mujeres, esto me hace no tener excesivos problemas a la hora de encontrar un ligue o un rollo, un polvo de una noche con alguna chica de mi edad en mis múltiples recorridos por las discotecas, pubs y locales de moda de la ciudad.

Mi madre se dedica a hacer arreglos de ropa por el barrio, coser los bajos de los pantalones , arreglar faldas, y yo muchas veces me encargo de hacer los recados, porque mi madre no tiene mucho tiempo. Aquella tarde estaba yo aburrido en casa, había terminado de estudiar y estaba chateando un rato en un canal de sexo intentando pasar el rato y solventar el aburrimiento cuando mi madre me mandó a que fuese a entregar una falda que mi madre le había arreglado a una amiga suya. 

Me encantan las mujeres maduras y gracias a esto he podido conseguir conocer a muchas maduritas atractivas de mi barrio, dependientas de tiendas, la mujer de la mercería de la esquina, la estanquera, y mujeres que trabajan en el mercado. Todas ellas han servido en mi imaginación para hacerme unas pajas antológicas y tener todo tipo de fantasías y posteriormente en la realidad todo tipo de experiencias con mujeres maduras.

Mi madre me dio la bolsa con la falda y me dijo que Angelines, la mujer del mercado que tiene un puesto de frutas y es la encargada, me tenía que dar 1200 pesetas que era lo que costaba el arreglo de la falda, por lo visto era algo complicado para ser tan caro. Me encaminé a casa de Angelines, a dos minutos andando de mi casa. 

Me abrió la puerta esa señora que tantas pajas me había " obligado " a hacerme . 55 años, pero muy bien conservada para su edad. Pelo ya blanco, gafas, me resultaba muy morbosa, además era bastante adinerada, y muy viciosona porque en el barrio tenía fama de ser un poco zorra desde que se quedó viuda cuando yo tendría unos 10 años o así. Pero desde siempre me he sentido muy atraído hacia ella.

--- Hola cielo, qué guapo estás. Sólo faltaba que me dijese eso para que mi mente empezase a cavilar .

--- Hola , Angelines, que traigo la falda que te ha arreglado mi madre ¿ qué tal ? --- Muy bien, aquí estoy sola, que estaba terminando de hacer unas cosas.

Le pregunté por su hijo Andrés, el cual tenía mi edad, su hijo era un poco amanerado pero nunca he llegado a saber si era gay o no, no lo sé. La verdad es que me da igual. Le dije que estaba tan guapa como siempre, es cierto que hace muchísimo que no la veía y ver a ese pedazo de mujer en sus plenos 55 años, me levantó " la moral " de una forma impresionante. 

Muy amable ella me ofreció tomar un refresco el cual acepté gustosamente. Me dijo que iba a salir y que la había pillado apunto de meterse en la ducha. Me dijo que me tomase tranquilamente el refresco, hablando con ella. 

La dije que qué planes tenía y bueno como se iba a quedar sola, me ofrecí a proponerla que por qué no íbamos al cine a ver una película y luego a tomar algo . Se quedó un tanto extrañada pero creo que enseguida adivinó (no es tonta ), que yo , aquel chico inocente que ella conocía desde que yo tenía 5 años, ya no era un niño, yo ya estaba hecho todo un hombretón. 

Aceptó gustosamente no con cierto reparo por si alguna amiga la viera con un jovencito de 21 años recién cumplidos qué iban a pensar (envidia seguramente... XD ) . La dije qué quería ver, eligió ella la película (la verdad es que la película me importaba más bien poco , lo único que en mi mente cabía era la oportunidad de cumplir mi sueño de calentar la cama de esta madurita que me ponía a mil por hora).

Ella se vistió, y no pude evitar acercarme a la ducha que dejó la puerta entreabierta y cual fue mi sorpresa al verla enjabonarse sus pechos bien dotados y para nada caídos a pesar de la edad, se mantenían bien firmes y jugosos. 

Empezó a pasar la esponja por su coño y seguidamente a tocarse y acariciar sus senos con una mano mientras con la otra se tocaba el coño inclinándose un poco e incluso creo que se estaba metiendo un dedo en el culo. Esta tía se estaba masturbando y no sabía si era porque sabía que presuntamente yo estaba en el salón escuchando música y viendo la tele, o porque realmente le había excitado mi presencia. 

No pude evitar sacar mi polla de los pantalones y pegarme una paja de campeonato, no llegué a terminarla, lo cual fue peor porque estuve caliente durante toda la tarde. Se visito y se puso elegantísima. Bajamos al garaje donde cogimos su todo terreno y nos fuimos a unos cines bastante grandes de las afueras, era la ultima sesión la de las diez, y nos sentamos en una de las ultimas filas y viendo la película, pude ver como a través de los destellos de luz se marcaban unos pezones duros a través de su blusa blanca y se podía ver de reojo su seno izquierdo puesto que no se había puesto sujetador, la verdad es que sus tetas aguantaban bien sin sujetador.

Al terminar la película la llevé a un pub , lujoso , donde nos tomamos una copa, es un pub donde maduritas elegantes van a ligar con jovencitos con pelas ( no es mi caso XD ) aquí en la capital. 

Tomamos una copa y la empecé a tirar los tejos de manera más descarada diciéndola lo guapa que era y que tenía un cuerpo realmente precioso y que se conservaba demasiado bien para tener la edad que tenía.

--- Pero qué dices... si ya estoy casi hecha una abuela

--- Venga Angelines, no digas tonterías, si estás en la flor de la vida , a mí me encantas (estuve tentado de decirla que se pone como un misil cuando la veo pero decidí lógicamente que era mejor no ser tan basto)

La saqué a bailar, y bailamos agarrados una canción lenta, no dábamos para nada el cante porque a nuestro alrededor había muchas más parejas de mujeres de 40 a 60 años bailando o charlando, o tomando una copa con jóvenes de 18 a 30 años... y por lo que pude comprobar ella ya había estado aquí más veces aparte de que me lo confirmó, empecé a bajar lentamente la mano y tocar disimuladamente su culo , mientras me acercaba ya con mi paquete duro hacia su entrepierna, se dio la vuelta y no pude evitar restregarla disimuladamente mi polla por el trasero a través de su falda, y ver cómo ella sacaba un poco más el culo en señal de aprobación.

Nos fuimos a su casa, pues era un poco tarde y ella ya estaba algo bebida, no había tomado más que dos Martinis con limón y yo dos whyskis con coca-cola pero se vé que le subieron enseguida. En el coche, en un jeep de estos modernos que hay ahora, no pude evitar meterla mano en el semáforo y tocar sus preciosos muslos a través de sus pantys negros y acercarme y empezar a besarle su cuello al tiempo que la dije:

--- Llévame a tu casa o a un hotel o a donde sea, porque te lo voy a comer todo y quiero que tengas el mejor orgasmo de tu vida .

En su casa no podíamos ir porque se supone que su hijo ya había llegado puesto que estaría cansado en cuanto saliese de la pizzería donde curra, además no me gustaría que me diese una hostia o que lo intentase al ver que yo me había ligado a su madre .

Así que como ella de pelas andaba muy sobrada decidimos ir a un hotel que ella conocía donde la reservaron una habitación, el hotel estaba situado en la zona del Barrio de Salamanca y cuando llegamos mis sospechas se confirmaron , no era un mal hotel en absoluto, subimos a la habitación y yo me pedí una copita pequeña de güisqui solo, nos empezamos a besar frenéticamente, mientras Angelines se quitaba la blusa dejando al descubierto unas maravillosas tetas, una talla 100, no muy grandes pero estaban muy bien, su piel era suave , tersa, con la madurez que a mí me encanta, empecé a deslizar mi lengua desde su cuello hacia sus pechos, esos pezones de un tono oscuro palpitaban mientras yo los recorría con mi lengua . 

Le quite los pantys y empecé a hacerle un buen trabajito en su almeja caliente que ya chorreaba flujos y daba claros síntomas de estar excitada, recorrí todos los pliegues de su almeja con mi lengua , mientras notaba su calor, sus palpitaciones, me desnudé y comenzamos un 69 alucinante que me transportó al séptimo cielo , hasta que con el calentón que duraba todo el día me tuve que correr porque no aguantaba más... me corrí sobre sus pechos. En seguida volví estar a tono y después de ver desaparecer mi miembro entre los labios de Angelines. Decidí que mi misil no podía esperar más y tenía que entrar en esa cueva cuanto antes.

--- ¡Métemela! . Suplicaba Angelines.

Y así fue empecé a acomodarme para meterme dentro de su cueva , y el folleteo duró un buen rato hasta que nuevamente me corrí en su abdomen. Lo hicimos de nuevo tres veces más, la sodomicé y me pasé horas y horas comiéndome el coño de aquella mujer que tanto me excitaba desde mis quince años. 

La verdad terminé exhausto, y lo peor fue la hora de dar explicaciones a mi madre cuando aparecí a las nueve de la mañana del sábado y sin darle el dinero de la falda (puesto que me lo gasté en pagar los refrescos y las palomitas del cine ). Todo quedó en que pasé una noche de desfase con mis amigos y que me quedé sin dinero y no llevaba la tarjeta y tuve que usar ese. 

Se lo devolví la semana siguiente puesto que aquella noche de sexo, y pasión salvaje con la madurita de Angelines, con la cachonda y viciosa amiga de mi madre me costó el quedarme sin paga y por consiguiente en casa el fin de semana siguiente , pero sin duda, valió mucho la pena.

Puse un anuncio y encontré lo que buscaba



Mi nombre es... Bueno, mi nombre no importa y prefiero no decirlo. Sólo diré, porque es importante, que soy una chica de 22 años que estudia en la Universidad Complutense de Madrid. Nunca he salido en serio con ningún chico y mis relaciones sexuales hasta hace unos meses eran muy esporádicas y bastante tradicionales. Nunca he sentido nada especial al acostarme con un chico, siempre he tenido la luz apagada y nunca he visto el cuerpo desnudo de mis amantes.

Vivo sola, en un departamento del centro. No soy de Madrid. Mis padres me envían dinero para que me concentre en mis estudios y no me preocupe de nada. En principio parece un buen trato, pero la vida en Madrid para alguien de fuera puede ser un poco difícil cuando sólo te limitas a ir a clase y tomar apuntes. Ir a comprar, hacerte la comida, recoger la casa y estudiar para luego cenar y marchar a la cama. De vez en cuando me quedo a tomar algo con unas amigas de clase y sólo un par de veces me han ligado y he acabado en un lecho ajeno, pero nada espectacular.

Por error hace unos meses llegó a casa un libro de una tienda por correo. Iba a nombre del antiguo inquilino y lo encontré en mi buzón. Durante dos semanas estuvo envuelto, pero un día me picó la curiosidad y lo abrí. Era una colección de cuentos del Marqués de Sade. Lo metí en un cajón y me olvidé de él, no me interesaba, pues estaba en periodo de exámenes y no tenía tiempo más que para estudiar. Odio ver la tele, de hecho ni siquiera la tengo, por eso, en un descanso abrí el libro y me resultó perturbador, extraño...

Las situaciones que planteaba me producían gran curiosidad. Mencionaba prácticas sexuales que me parecían como mínimo extravagantes. Las protagonistas de las historias hacían cosas que yo ni me había planteado. Me parecían un poco manipuladas por la mente del autor; al fin y al cabo, un hombre; y es un hombre quien las "sometía".

Terminaron los exámenes y quería ir a casa a ver a mis padres unos días, pero empecé a darle vueltas a una de las historias. Es difícil de explicar, sentía un vacío, una gran duda y un deseo oculto; una idea me sobrevino. Empecé a temblar y me tuve que dar una ducha para despejarme. Al salir de la ducha me tumbé en el sillón y me quedé dormida. Tuve sueños revueltos y turbadores. Me desperté de repente y tenía la entrepierna súper mojada, me tuve que duchar de nuevo. Me di cuenta de que lo prohibido me llamaba. Era un deseo oscuro, un poco sucio; pero enormemente excitante, y tenía que hacerlo.

A la mañana siguiente fui a una Facultad que no era la mía (no diré ninguna de las dos) y puse un anuncio que ha dado lugar a lo que la gente llama una "leyenda urbana". Cuando lo escucho me río porque realmente sucedió y yo fui la protagonista. Me aseguré que no había nadie mirándome y lo puse dentro de un anuncio de alumnos. El anuncio decía lo siguiente: Chica buenísima onda, busca chico discreto para que la inicie en la sodomía. Y debajo mi número de celular y salí corriendo.

Temblaba pensando en lo que acababa de hacer. Esa misma tarde recibí siete llamadas pero no me atreví a responder a ninguna, y apagué mi teléfono un poco avergonzada. Cené y me fui a la cama pero no podía dormir, estaba muy nerviosa. Mi celular estaba en mi mesita y no dejaba de mirarlo. Me decidí a conectarlo. Sólo quince segundos después me llegó un mensaje, lo habían enviado media hora antes. Decía lo siguiente: He visto tu anuncio. Un amigo mío y yo queremos conocerte, somos de fiar. Si estás interesada házmelo saber y te daré mi dirección. Te prometo discreción.

Empecé a notar mis latidos en las sienes, mi respiración agitada y mi nerviosismo patético; me mordí el labio inferior y me decidí a responder. Me temblaban los dedos y sólo pude escribir "lo estoy" y lo envié. Me contestó con su dirección y una hora. Le hice una llamada perdida para confirmarlo… Apenas puede dormir esa noche. Al día siguiente no tenía clase y me quedé en la cama hasta las doce. Me levanté al mediodía. Comí, me duché y volví a echarme sobre el sillón esperando que pasara el tiempo. Estaba histérica, lo deseaba, lo deseaba mucho, pero iba a encontrarme no con un extraño, sino con dos, pero tenía dudas…

No voy, no iré… ¡Ni que estuviera loca!... –

Pero lo estaba deseando, lo único que hacía era justificarme a mí misma. El encuentro no era muy lejos de mi casa, 20 minutos; y media hora antes salí de casa. Llevaba puesto un jersey y unos vaqueros azul oscuros con lo que me veía bastante nalgona pues me quedaban untados. Era marzo y en Madrid el tiempo era un poco frío aún. Llegué al sitio con el corazón en la boca. Me planté frente a la puerta. Creí que me desmayaría, y en un impulso apreté el timbre. A los cinco segundos me abrieron… Era un chico de dieciocho años, de físico vulgar, mediana estatura, ni gordo ni flaco; moreno ojos marrones. Muy español, muy del centro.

Me saludó y entré. Era una casa antigua. Allí estaba su amigo, que era casi igual que él, pero bastante feo. Tenían puesta música chillout y estaban bebiendo whisky bailey’s, para calmarse, claro. "Tontín", el menos feo se dirigió a mí: Entramos a la sala donde había unos sillones y nos sentamos.

Hola nena, me llamo... –

¡No!, nada de nombres por favor… -, creo que lo dejé un poco asustado.

Como quieras... ¿Quieres tomar algo?... –

Sí, lo mismo que ustedes… -

"El Babas", el más feo, me preparó un vaso con torpeza. Me lo bebí con la misma torpeza. Evitábamos mirarnos fijamente, todo era muy violento, ridículo. Estaba arrepintiéndome… Me hablaron de los discos que tenían, del tiempo en Madrid, y de todo lo alejado del asunto que allí nos reunía. Yo no paraba de beber bailey’s y ya estaba por el segundo trago. Mientras pensaba: «En cuanto me termine este vaso pongo una excusa y me voy, me voy... Esto es una estupidez. Les diré que era una broma y en paz»…

Los chicos no cesaban de hablar y yo bebía, mientras el licor hacía su efecto. Me relajé, pero seguía decidida a irme. Ya llevaba diez minutos en ese departamento, y según yo, había tardado demasiado. Me levanté y dije:

Bueno... –

Empecé a caminar hacia la puerta ante el asombro de los dos muchachos, me iba. Pero vi la puerta del dormitorio abierta y me asomé. Había una cama muy grande y una lámpara cubierta con un pañuelo azul oscuro que dejaba el cuarto en una curiosa penumbra azul.

Se han preparado muy bien, ¿eh?... -, dije.

Era el momento…

¿Empezamos?... -, dijo "Tontín".

Noté una gran excitación, ¡iba a hacerlo!... Asentí con la cabeza, el whisky hablaba por mí. Los dos se dirigieron hacia la puerta del dormitorio; los dejé clavados porque me dirigí al ventanal del comedor y con violencia bajé las persianas, dejé la sala a oscuras. Me sentía ansiosa y con ganas de que me dieran fuego…

Prefiero aquí... -, dije.

Ambos estaban asustados. La sala a oscuras y sólo se veían perfiles azules debido a la escasa luz del dormitorio. "El Babas" quiso besarme, pero me negué.

Nada de besos, ni de meterme mano; no me excita ahora. Sólo quiero... Bueno, ya saben qué, ¿no?... –

Me miraron asombrados. Empecé a desabotonarme los jeans, tenía prisa. Me giré y los bajé hasta las rodillas, sabiendo que sus miradas acaparaban mis nalguitas. Me dejé los calzones y mi jersey puesto, y me puse de rodillas encima del sofá, incliné mi redondo culo y supe que se habían atragantado al ver mi enorme trasero de nalgas redondas y aterciopeladas. Oía sus respiraciones agitadas, la mía también lo estaba, y todos estábamos nerviosos y excitados. Me bajé las pantaletas y quedaron mis nalgas altivas y retadoras.

Te pondré un poquito de crema… -, dijo la voz de "Tontín".

Si, gracias… -, respondía, -pero antes, caliéntala con las manos antes-

Oí cómo se echaba la crema en las palmas y las frotaba. Me estaba poniendo muy tensa. Intentó abrirme las nalgas y deseé sentir su lengua en mi ano, pero sabía que con la crema, la penetración sería más fácil y me quedé con las ganas de sentir una lengüita en mi culo.

Abre un poco las piernas... –

Obedecí y separé mis rodillas. Me sentía como una mujer de los relatos de Sade, sumisa, expectante. Mi trasero en pompa expuesto y dispuesto a recibir una rica verga que lo abriera completamente. De pronto sentí su dedo embadurnado de crema sobre el borde de mi ano, estaba tibio; así que mi culo se contrajo un poco; y debido a la impresión, lancé un quejido pero no quería parar. Empezó a embadurnar las rugosidades de mi ano, mientras yo movía el trasero al compás de las caricias. Era una sensación dulce muy agradable, y creo que empecé a mojarme.

Métele el dedo hasta el fondo-, oí que dijo "El Babas", y poco a poco su dedo avanzaba hacia el centro, todavía con mimo. Tratando mi culito con mucha delicadeza, por eso mi esfínter empezó a relajarse.

Él se dio cuenta y comenzó a presionar ligeramente. Por fin mi culo empezaba a ser perforado. Estaba mereciendo la pena, ya lo creo. Metió hasta la segunda falange y musité algo.

¿Qué?... –, preguntó él.

Que lo muevas en círculos... –

Así hizo y me relajé. Sentía cómo el borde de mi recto rozaba con la suave piel de su dedo. Era dulce, muy dulce. Entonces apretó más, firme aunque lentamente. Por fin metió enterró su dedo hasta el fondo de mi culo. ¡No podía creerlo!, nunca me lo había ni tocado para excitarme y ahora tenía metido el dedo de un desconocido mientras otro me miraba. Lo movió más rápidamente y nuestras respiraciones se lanzaron a la carrera. ¡Qué rico, que rico!...

¡Mmm!... –, dije.

¿Te gusta?... –

Mucho... ¿Y a ti?... –

¡Me enloqueces nada más de ver como lo meneas, mamita!... ¡Estás muy culona!... -, noté entonces que su voz cambiaba, se excitaba muy violentamente.

¡Cógetela ya!... -, agregó "El Babas".

Acepté remisa. Ya no tenía tanta prisa, pero di por hecho que él sabía más que yo de aquello. Porque antes de esa tarde sólo sabía lo que había leído en un libro de un señor que había muerto hacía unos siglos.

Oí cómo se desabrochaba el pantalón y buscaba su falo de entre sus calzoncillos. Se la sacó y de inmediato escuché el sonido de su verga mientras se la meneaba. Siempre me ha repugnado ese sonido, de hecho he tenido un poco de reticencia a tocarlas y ya no digamos mamarlas. Aquel sonido me resultaba sencillamente asqueroso, por fortuna estaba muy excitado y tardó poco en conseguir una erección aceptable para ponerse el condón. De buenas a primeras sentí algo plano y duro sobre mis nalgas, era su glande. Mi culito era muy sensible y distinguí perfectamente el depósito de la punta del preservativo. Me asusté, pues no creía que eso fuera a entrarme.

"Tontín" empezó a empujar. Dolor, era algo así como cuando tomas mucho aire y no puedes soltarlo. Me sentí presionada, me dolía.

¡Espérate, me lastimas!... -, dije asustada.

Tranquila, siempre es así al principio-, decía "Tontín" entre jadeos- ya te acostumbrarás... –

Lo di por bueno dando debido a mi ignorancia, pero me dolía. Hundí mi cara en el reposabrazos del sillón, con lo que quedé más empinada y mordí el sillón y el sabor era seco, y sabía a polvo; en esa casa no limpiaban a menudo o ese era un sillón muy viejo. Mientras, sentía cómo su reata entraba poco a poco en mi recto. Me la metió hasta la mitad y se quedó quieto, esperando a que yo me acostumbrara a su grosor... Me acordé de la primera vez que cogí con un chico de mi pueblo en su coche; creí morir hasta que me la encajó toda. Esta vez era igual pero la presión era mayor. Le pedí un respiro y aceptó.

Los músculos de mi ano estaban tensos y necesitaban relajarse, él pareció darse cuenta y aplicó más crema, se lo agradecí desde lo más profundo de mi alma pues sentía que su lanza me quemaba, y de veras que fue un respiro para mi culito que ardía. Después empezó a sacarla y meterla hasta donde la mitad y aquel vaivén me pareció de lo más delicioso. ¡Al fin me estaban culeando, me sodomizaban, o como dicen algunos, me estaba dando por culo y me gustaba!... Comencé a jadear y a retorcerme a cada empellón de verga y sintiendo que lo peor había pasado, seguimos cogiendo unos cinco minutos.

Sentí que la verga de "Tontín" crecía dentro de mi culito, ¡iba a disparar su leche dentro de mi ano! Entonces pasó lo inevitable, el chico tomó aire, se afianzó a mis ancas y empujó su fierro dentro de mis entrañas, muy, muy adentro, tanto que tocó mi vagina con sus testículos. Eso me dolió mucho, muchísimo y ahogué un grito y empecé a chillar, pero "Tontín" no cejaba. El problema era que yo no era capaz de decir nada, sólo lloraba y él seguía arponeando mi culo, sin escuchar mis lamentos; no la tenía muy grande pero aún así me dolía.

Me agarré con ambas manos del sillón y las cerré con fuerza, mientras mis piernas temblaban al sentir los zarandeos de mi amiguito. Estaba confundida, pues sentía dolor y terror, me sentía violada pero no era verdad, simplemente mi amante estaba siendo demasiado efusivo; de pronto se detuvo, ¡se había corrido!... ¡Uf!

La sacó despacio, muy lentamente, y entonces me oyó llorar.

¿Estás bien?... -, dijo con voz de preocupación sincera.

Creo que sí... Sólo que has ido muy deprisa y ahora me duele-

Con las lágrimas corriendo por mis mejillas me subí los pantalones. Me ardía el culo y me sentí sucia, y mareada. Le dije al feo que lo sentía pero que no podría estar con él, no puso reparos. Fueron muy amables, y realmente eran buenos chicos. Estaban algo asustados, los tranquilicé y me fui.

En el camino a casa no paraba de darle vueltas. Mientras caminaba sentía cómo mi ano se retorcía, me costaba caminar a buen ritmo; tenía un gran escozor y me dolía. Entonces me dije a mí misma.

Es cierto, es real. ¡Me han dado por el culo, me la han metido por detrás y he satisfecho mi fantasía y me siento súper bien!… -, sabía que no volvería nunca a ser la misma.

Ya en casa me tomé una taza de nescafé caliente y me metí en la bañera. Seguía dolorida, escocida, el agua me molestaba el esfínter, pues lo tenía irritado; pero aproveché para enjabonarlo, lo limpié a conciencia y luego me puse cremita. Después de secarme. Como estaba segura de que esa noche me rozaría al dormir cogí una compresa y la puse entre mis nalgas cubriendo mi desvirgado trasero. Era bastante agradable, sentir entre mis nalguitas esa frescura y así pude dormir esa noche.

Las dudas me corroían: « ¿Habré hecho bien?... ¿Soy una puta?... » Pese a todo había gozado mientras aquel chico desconocido y más pequeño que yo me sodomizaba. Y luego pensé: «Aún tengo su número por si acaso... »

Entrevista humillante


Esta es la historia que le ocurrió a mi queridísima mujer, ella no se atreve a contarla, por lo humillante que resulto, pero tantas veces me lo ha contado que os contare paso a paso lo que le ocurrió como si lo contara ella:

Era la oportunidad de mi vida, (o eso creía) para entonces tenía 23 años , recién llegada a Madrid, y con muchísimas ganas de triunfar como modelo o actriz mis medidas casi perfectas 60-85-60 chica con estudios, con estilo, mona de cara con mis labios carnosos y mis grandes ojos marrones.

El anuncio decía:

- IMPORTANTE EMPRESA NACIONAL: ACTRICES MODELOS Y AZFATAS:

Busca chica joven, con aspiraciones a artista, para promocionarla como Modelo Actriz o Azafata. Dispuesta a pasar un duro plan de selección y tras un periodo de formación exhaustivo de un mes en Segovia, cobraría un sueldo fijo de 200.000 ptas al mes , más 50 \% comisión sobre los trabajos a realizar.

Parecía hecho a medida, no tenía problema por desplazarme fuera y total sólo un mes y qué pedazo de contrato sería.

Llegué a la empresa de modelos, situada en el centro de Madrid, me había citado con una señora llamada Almudena Sánchez, unos 40 años, alta, fuerte, morena vestida en plan ejecutivo. Me hizo mil preguntas, algunas me parecieron fuera de tono, pero las ganas podían conmigo:

¿ Eres virgen? Sí bueno tocamientos pero nada más

¿Te masturbas? Eh bueno me he acariciado pero, esto no

Muy bien ahora quiero ver tus aptitudes como actriz, espera por favor . (Llamó por interfono) Juan avisa a Pablo que igual os puede interesar la entrevista, venir por favor.

Entraron los Juan y Pablo, no hubo presentaciones se sentaron y me miraron, uno era joven unos 30 años , guapo, vaya muy interesante el otro era un gordo con cara de salido.

De repente me dijo Almudena: Bueno veamos que tal actriz eres: coge este libro, vete al centro de la sala y lee el primer párrafo.

Me esmeré todo lo que puse leyendo con atención, me sentía observada. Una vez leído el primer párrafo me callé esperando nuevas ordenes y llegaron ya lo creo que llegaron:

Muy bien dijo el gordo ahora haz lo mismo pero desnuda.

Mire directamente a Almudena a la cara y me hizo un gesto como diciendo venga que esperas. Era verano y tan solo llevaba un vestido azul celeste mi sostén y mi tanga . Me miraban esperando a que empezara a realizar un pequeño stip tease, me retiré los zapatos, retiré de mis hombros las dos tiras del vestido y este cayó dejando poco a poco ver mi impresionante cuerpo hasta caer al suelo, di un paso adelante me agaché para recogerlo y lo coloqué en la silla, me volví al centro de la habitación y cogí el libro, cuando iba a empezar me paró y con tono enfadada soltó Almudena: Rosa te han pedido desnuda y no lo estás, ¿realmente te ves capacitada para este puesto? POR SUPUESTO contesté yo , desabrochando mi sujetador, saliendo mis bien formadas tetas con esa aureola perfecta y pezones semi erectos por el frío del aire acondicionado, estaba nerviosisima pero quería el puesto, me coloqué en el medio y bajé mi tanga hasta las rodillas levantando el pie para que pudiera salir y cogiéndolo con la mano lo tiré en el sillón.

Traté de taparme con el libro pero tenía que leer y eran letras pequeñas por lo que me arrimé el libro mostrando mi monte de Venus perfectamente aseado y depilado suficientemente para broncear gran parte de mi zona sexual. Los ojos de los dos hombres se clavaron en mi sexo, ella me miraba con una pequeña sonrisa sádica. Empecé a leer y para los nervios que tenía no lo hice mal.

Muy bien, ahora siéntate en ese sillón que tienes detrás. Me ordenó Almudena.Era un sillón de madera tipo clásico para una persona. Me senté aprovechando la posición para taparme con libro brazos ,manos Bien ahora a ver si tienes memoria esta es la prueba final, no es fácil, pero estoy segura que la pasarás. Quiero que sueltes el libro y me recites el primer párrafo, es muy cortito o sea que esmérate, porque a cada olvido, te diré lo que viene a continuación, pero deberás de empezar de nuevo y en posturas y situaciones distintas. ¿LISTA? EMPIEZA

Empecé tenía gracias a los estudios bastante capacidad de memoria pero claro falló. Bien la continuación es "y la vi florecer" empieza de nuevo pero antes sube tus pies al borde del sillón y colócalos a cada extremo del mismo.

¡¡¡QUE HORROR!!! Pero ya estaba casi al final y lo hice, separando inevitablemente mis muslos y piernas, subí a cada extremo del sofá ,mis pies. Vente más al borde. Cosa que hice exponiendo absolutamente mi vagina entreabierta con sus labios superiores lo suficientemente separados como para ver mi clítoris, toda mi zona rosita y mi cueva, así como más abajo podía ver mi estrellita o sea mi ano también entreabierto.

Histérica por la situación , deseaba acabar y empece a recitar, pero los nervios me volvieron a traicionar y vi como Almudena sacó una cámara de vídeo del cajón. NO grité juntando mis piernas y tapándome, eso ya no. Vamos a ver Rosa me dijo el de 30 años que no habia abierto la boca y al cual se le veía un buen bulto entre los pantalones ¿tu quieres ser actriz no es cierto? Pues esto no es mas que una cámara, tranquila que la tendremos apagada, es para ver como actúas con presión.

Dicho eso me coloqué una vez más pero esta vez noté cómo mi sexo estaba humedecido no entendía el por qué pero esa situación me excitó. Empecé de nuevo mi recital, Almudena sujetaba la cámara y la arrimaba entre mis piernas y al subir la cámara para sacar mi cara vi como el piloto rojo de grabación estaba encendido y por supuesto paré y me quejé. Vamos a ver me estoy empezando a cansar, no te preocupes que la cinta te la entrego al final si no quedas contratada, me dijo Almudena, pero ves por tonta ahora te toca una complicación más.

Arrimaos aquí, le dijo a ambos hombres, se colocaron de rodillas frente a mi sexo, notaba en mis muslos la respiración de ambos, Almudena grababa. Bien dijo empieza es probable que notes algo ahí abajo pero te confirmo que como vuelvas a pararte o equivocarte no quedaras contratada.

Me esperaba cualquier cosa, empecé y no había acabado la primera frase que tenía 4 manos en mis muslos a escasos centímetros de mi sexo abierto y brillando por el flujo de mi excitación. Me callaba dos segundos seguía como podía, hasta que noté como un par de dedos separaban mis labios inferiores, abriendo así mi cueva vaginal. Me callé , Almudena me miró y conseguí continuar está el puesto en juego. De repente entre los dos dedos sentí uno más grueso, me imagino que el del gordo y empezó a restregar las paredes de mi cueva y cada vez lo hacía más dentro, hasta que noté el dedazo entero, los otros dedos jugaban con mi clítoris, obligándome a soltar ciertos quejidos pero continuando con mi trabajo. Con la misma mano del dedo que tenía dentro de mí noté que seguramente sería el pulgar intentaba abrirse paso por mi ano, pegando un ligero saltito, éste al ver la estrechez de mi culo, optó por un cambio drástico, sacó su dedo de mi dolorido pero mojado chocho y me metió sin contemplaciones 2. Me dolió machismo, grité y paré. Chica aquí acabas de arruinar tus proyectos de cara a ser actriz, me dijo Almudena te puedes vestir y marcharte.

No por favor me puse a llorar estaba en el medio de la sala desnuda, haré lo que queráis pero darme una ultima oportunidad.

Muy bien, chicos iros desnudando ella estaba sentada, se levantó de su silla sin levantarse en exceso la falda estrecha que llevaba se bajó y quitó las bragas, quédate de rodillas y así ven hacia mí quiero ver y oír como recitas cuando tienes un trabajo que hacerme en mi adorable coco.

Pretendía que le chupara el ¡¡¡coño!!! Ok me fui de rodillas hacia ella, ya tenía subida la falda y con su coño peludo entreabierto, el delgadito cogió la cámara y se puso a grabar, estaba desnudo tenía un cuerpazo y un miembro fino pero muy largo y lo tenía en plena erección. A mi derecha vi al gordo asqueroso con una barriga horrible, lleno de pelos y un mini miembro.

Mi cara estaba pegada al sexo de mi futura jefa, olía a flujo y notaba hasta el calor, saqué la lengua, ya no había marcha atrás posible, empecé a lamerme la zona clitorial esta cerró los ojos, me acerqué a su túnel y le introduje mi lengua, ella me presionó más la cabeza hacia su sexo para notar como entraba más y más mi dolorida lengua.

De repente el de 30 años le entregó la cámara al gordo que se estaba masturbando y no tardé en notar por detrás como un miembro durisimo trataba de abrirse camino por mi coñito, quizás deseoso de que le hicieran caso, notaba como sus testículos me golpeaban los muslos y nalgas la tenía totalmente dentro, de repente noté como mi cueva se encharcaba con su liquido, yo seguía mi trabajo. BUENO QUÉ ¿RECITAS O NO ¿

DIOS pretendían que recitara con la excitación que tenía empecé entre lengüetazo y mordisqueo de clítoris a recitar. Cuando iba por la mitad vi como el de 30 años sujetaba la cámara y tenía su pene hecho una birria. Mi sorpresa fue cuando sentí dos manos en mi cintura y al gordo por detrás mío.

SIGUE SIGUE, me dijo cuando ya notaba su glande en mi agujerito negro, la cámara se dirigió allí, que es donde venía el plato fuerte, casi de dos hincadas me clavó su dura pero afortunadamente pequeña herramienta, GRITÉ, pero seguí y acabé de recitar, sacando bruscamente de mi culo la pichita de aquel elemento y diciéndoles YA ESTÁ, cuándo empiezo.

Almudena recolocándose la falda saco de su carpeta un contrato, que leí y firmé.

No volví a ver a Juan ni a Pablo, sí a mi jefa la cual me hizo participe de varias entrevistas, pero esto ya es otra historia.