jueves, 8 de marzo de 2018

La primera vez


Yo tenía una amiga, Paula, compañera de clase, con la que tenía mucha confianza. Nunca nos habíamos liado, pero nos llevábamos muy bien. Paula era una morena, bajita, pero muy buena de cuerpo, con buenos melones y un trasero algo gordo pero firme. La verdad, estaba bastante buena. Aún así, repito, nunca habíamos tenido el más mínimo roce. Desde nuestra confianza y amistad salíamos juntos, con o sin amigos, y bebíamos y hablábamos. Precisamente fué uno de esos días que terminamos la borrachera de cháchara en la casa que yo compartía con otros estudiantes, que ese día aún no habían llegado, cuando salió el tema. Hablando, hablando, llegamos, como casi siempre, al sexo. Envalentonado por el alcohol le comenté a Paula "¿Sabes?... mi mayor fantasía sexual es el sexo anal, dar por el trasero a una tía... y que le guste, claro. Pero bueno, eso es fantasía, porque creo que sólo lo hacen las tías de las pelis porno". Paula se interesó por la fantasía, diciéndome aquello de "Debe doler una barbaridad, los tíos tenéis el punto G en el ano, pero las tías no notamos nada..." y cosas así. Después de un rato me dijo "Claro que, Nela, la que va a la clase 3B, dice que es lo que más le gusta". Yo me quedé helado con la frase. La tal Nela estaba como un queso. También morena, con ojos negros, altita y con dos peras pequeñas, de las que caben en un puño, había sido incluso maja de las fiestas de un pueblo. Yo casi no la conocía, pero Paula había salido con ella. Le rogué que quedara con ella para el próximo fin de semana, para salir juntos e intentar liarme con ella. Tanto rogué que al final accedió, pero con una condición "Traéte a Carlos, a ver si cae...". Carlos era uno de mis mejores amigos, por el que Paula estaba coladita hacía tiempo, aunque él no hacía nada caso. Así lo hicimos, quedamos con ellos (y más gente) el siguiente fin de semana.

Todo parecía ir rodado, yo le tiraba los tejos a Nela, mirando su trasero prieto y pensando en la noche que me iba a pegar. Paula intentaba poner cachondo a Carlos y, la verdad, estaba como en celo y si yo fuera Carlos me la hubiera tirado en el baño... pero la vida te da sorpresas y a nosotros nos la dió, cuando al final de la noche vimos con la boca abierta como Carlos y Nela se liaban, dejándonos con el calentón.

Paula y yo nos fuimos para mi casa, medio borrachos y acordándonos de las madres de Carlos y Nela. Llégamos a mi casa y nos pusimos a beber más. Entre risas le dije a Paula "Joder, que pena, llevo 3 días sin cascármela y he estado toda la noche con un empalme de cojones y ahora a casa a matarme a pajas". Paula se rió "Y yo a matarme a dedos, no te jode". Nos reímos con ganas, Paula se sentó a mi lado.. Llevaba unos pantalones negros muy ajustados y no pude evitar fijarme en su entrepierna, Marcaba todo el cocoy, los labios... en mi calentura hasta juraría haber visto humedad. No se cómo paso, pero mirándola a los ojos plante mi mano en su cocoy, sobándoselo por encima del pantalón. Ella no dijo nada y yo creía que era de la sorpresa. "Si quieres... los dedos te los hago yo". Ella llevó la mano a mi paquete, agarrándome el miembro que se me marcaba en los pantalones de los dura que estaba. "Entonces, las pajas te las tendrá que hacer yo", me dijo, dejándome a mi sorprendido. Comenzamos a besarnos, muy a lo bestia, metiéndonos las lenguas hasta el fondo, separando las bocas para sacar las lenguas y juntarlas. Gemidos de gusto se escapaban de nuestras bocas. Lo suyos aumentaron cuando me dirigí al cuello, que yo sabía que era su punto débil. Lancé mi lengua y con mis labios empecé a absorver. Se retorcía de gusto y cosquillas. Puse mi mano sobre su pecho derecho y comencé a estrujarlo, busqué a tientas su escote y metí la mano para sobárselo por debajo del sujetador. Pronto le quité la camisa y el sujetador y sus hermosos pechos quedaron a la vista, suaves, con el pezón pequeño y muy oscuro. Me lancé de cabeza a lamerlos, mordiendo sus pezones, duritos, cubriendo de saliva todos sus pechos, pellizcando, subccionando. Bajé mi mano de nuevo a su cocoy, por encima del pantalón. Gemía como una perra "Jodeer, cómo me has puesto", me decía mientras le desabrochaba el pantalón para acceder a su vello púbico. Levantó el trasero para bajarse más los pantalones y las bragas, se descalzó y en un segundo la tenía completamente desnuda, tumbada en el sofá. Yo hice lo mismo mientras ella me miraba sobándose el cocoy. Me tiré encima de ella. Qué gusto sentir su piel suave debajo mío, nos besamos, yo colocado entre su piernas, rozando su sexo con el mío. Agarró mi trasero y me clavó las uñas. Yo subí mi cuerpo y ascendí por el suyo hasta que mi cipote quedó a la altura de su cara. Primero hice unos movimientos circulares, frotándoselo por la cara. Ella me puso de nuevo las manos en el trasero y me hizo bajar hacia su boca. La abrió para recibir mi miembro. ¡Que gusto!, mi miembro entraba en su boquita, suave y húmeda. Sólo metí la punta, para no hacerla daño, pero ella presionó mi trasero y casi se la metió hasta la mitad. disfrutaba y yo mientras comencé a tirar. Movía su lengua dentro de la boca, haciéndome gemir de gusto. Joder, sabía disfrutarla. Paré porque veía que en dos minutos me corría, así que me deslice hacia abajo para comerla el cocoy. Separé sus piernas y observe su cocoy, depiladito a los lados pero con una buena mata de pelo arriba, negro y rizado. Acerqué mi cara para lamerlo, aspirando primero su aroma. Creo que es uno de los cocoys que mejor olía de los que he podido catar en mi vida. No tenía ese olor fuerte característico de alguno, era muy suave. El sabor tampoco era tan ácido, como pude comprobar cuando lo lamí. Me lancé directo al clítoris, pegando mi boca como para comerme el cocoy entero y jugando con mi lengua, haciendo diabluras, círculos, lametones. Ella tenía espasmos de gusto con mis movimientos, sobre todo cuando los acompañé de un dedo que entraba y salía de su cocoy.

Estaba mamando ese  cuando me lo pidió, con voz de auténtica buscona caliente, "Méteme un dedo en el trasero, por favor". Yo no lo había hecho porque la experiencia con otras tías me decía que era sinónimo de joder el polvo, pero ahora era ella la que lo pedía. Joder, me puse a cien y comencé a comerle el cocoy como un salvaje, llenándome la cara de flujos y saliva cuando metí mi dedo por su ano, que lo recibió con facilidad, porque ella lo quería y por los jugos que resbalaban de la comida que yo le estaba haciendo. Lo metí y lo saqué, lo giré, lo doblé hacia los bordes, lo saqué completamente y lo volví a meter, en principio hasta el nudillo, pero luego hasta el fondo. Ella gemía y se retorcía de gusto. "Otro dedo, ahora por favor, metéme otro", me pidió de nuevo. ¡La gustaba!, vaya si la gustaba. Obedecí y pronto la metí otro dedo más, que entró también sin mucha dificultad. Los giré en su ano, los metí y los saque´, primero despacio, luego mucho más fuerte, como para hacerle daño aposta y comprendí que le gustaba jugar fuerte, porque cuanto más hacía el burro con los dedos en su trasero (y más fuerte le comia el cocoy, claro), más gemía ella y me pedía que siguiera. Añadí un tercer dedo sin que me lo pidiera. Esta vez aparté mi cara de su cocoy porque quería ver áquel trasero recibiendo 3 dedos. Quizá por ser ya 3 dedos o por haber parado de comer su cocoy, el caso es que algo debió dolerla, porque ahora si se quejó "Ayyyy, espera, despacio". Viendo que aunque se quejaba no me pedía que parara, comencé a mover los dedos lentamente. Ella pronto empezó a gemir de nuevo. Yo estaba lanzado, así que poniendo voz de vicioso pregunté "¿Quieres que te la meta por el trasero?". Esperaba la respuesta que me dió "Siiiiiiii, hazmélo por favooooor, pero con cuidado que nunca lo he hecho". Saqué los dedos y le metí dos en el cocoy, mojándolos bien (la tía estaba empapada, yo creo que había tenido algún orgasmo). También le lamí un poco el ano, en principio con un poco de reparo, pero luego disfrutando (y ella también...). Le levanté las piernas, hasta que sus rodillas se pusieron a la altura de su cabeza. Algo nervioso dirigí mi miembro a su agujero. Ella se separó las nalgas con las manos, me miró con una cara de viciosa que no veas y me dijo "Venga, metélo, hazme lo que le ibas a hacer a Nela". Agarré mi miembro por la base y apreté contra su agujero. Lo ví aplastarse, coger como forma de seta, hasta que empezó a deslizarse dentro. Paula se quedó sin respiración, quieta, con los ojos muy abiertos. El capullo entró dentro de su ano y entoncés se relajó, lanzando un suspiro y soltando el aire de la respiración contenida. El ano estaba muy prieto, se ceñía a mi miembro mucho más que un cocoy. Se notaba seco, a pesar de la lubricación, así que me escupí varias veces en la mano e intenté untarme el miembro con la saliva para facilitar las cosas. Lentamenté empecé a moverme, muy, muy despacio, con empujones mínimos. Cada 10 empujones o así, metía un poco más de rabo en su trasero. Paula tenía los ojos cerrados y lanzaba ligeros quejidos, aunque no decía nada. Al fín entró entera y se lo dije.

Ella palpo con su mano para comprobar que era cierto. Creo que eso la relajó, porque cuando empecé a moverme un poco más fuerte empezó a gemir, pero ahora ya de gusto. Yo empecé a ponerme otra vez muy burro "Joder, qué trasero tienes, joder, te la voy a clavar hasta el fondo", le dije, junto con otras guarrerías similares. Ella empezó a decirme "Ayy, siii, asiii, despacito, ayy, mi traserooo, tiratelo". Aumenté el ritmo y ella aumentó sus gemidos de gusto. Yo estaba cachondísimo, aquello lo había soñado mucho tiempo y por fín lo estaba haciendo... y encima la estaba gustando, así que me vino la corrida muy pronto. "Me voy a correeeer", le grité a Paula, acelerando el ritmo. A estas alturas ya me la tiraba dando empujones como si se tratara de su cocoy y ella no se quejaba. Yo tiraba y ella incluso levantaba un poco la espalda como para recibir más rabo. Cuando comencé a correrme sentí como ella se arqueaba y empezaba a lanzar gemiditos de gusto, como suspiros entrecortados "yo-yo también, ah, ah, ah, ah, ah". Lancé mis chorros dentro de su trasero, metiéndole hasta los últimos milímetros de mi rabo. Cuando acabé miré para abajo y ví que ella tenía la mano en su cocoy. Se había corrido mientras me la tiraba y debía haber tenido un buen orgasmo a juzgar por lo mojada que estaba. Mi fluido se salía de su trasero. Saqué mi miembro y sonó un ruido como de ventosa. Tenía el miembro morado, con un aro oscuro en la base, mezcla de lo que tenía en su miembro y de que había sangrado algo. El ano se le quedó abierto unos instantes y luego se cerro con un par de espasmos.

Nos abrazamos y nos besamos. Yo la hice caricias por todo su cuerpo, cubriéndola de besos. Ya más tranquilos empezamos a hablar de lo sucedido. Resultó que ella siempre había querido probarlo por el trasero, habiéndose corrido varias veces metiéndose dedos. No me había contado nada por vergüenza, porque, la verdad, los tíos somos muy machistas y si una tía dice que le gusta el sexo anal... es una buscona para nosotros. Su orgasmo, me contó, había sido un poco extraño, corto pero intenso, diferente a los que había tenido halandose. El mío había sido de los buenos, aunque, sinceramente, esperaba más. Ambos esperábamos más, así que, tal y como dijo ella "yo creo que es por haber sido la primera vez de ambos" y estuve de acuerdo cuando mi insistió en que "había que hacerlo más veces".

Próximamente os contaré como fueron las siguientes veces con Paula, que finalmente se mostró como una tía muy abierta y con la que probé de todo en la cama, aunque tardamos en volver a hacerlo, sobre todo porque ella estuvo casi una semana con el trasero muy mal.


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Con mi suegra


Sólo diré que si no fuera verdad no lo estaría contando. Sucedió de forma premeditada por mí aunque estuve, es cierto, cinco años para lograrlo. Mi suegra hace 6 años que se vino a vivir con nosotros, luego de enviudar. A los dos años comencé a notar que estaba más distendida con respecto a mí y que se paseaba en bombachas por la casa sin recato así estuviera yo. Yo comencé a sentir lo mismo y ya no tuve problemas en andar de slip, aunque a veces cuidando de que no estuvieran mis hijas pues la verdad es que tengo 23cms y el "paquete" abulta mucho. Con el tiempo y debido a que las relaciones sexuales con mi mujer no son buenas comencé a fijarme en la veterana con ojos diferentes. Ella se percató y no trató de esquivarme sino todo lo contrario, hasta que un buen día de esto hace dos meses comencé a acariciarle las piernas, mientras miraba TV. Como se dejaba hacer fui tratando de prodigarle las caricias cada vez más arriba y más a fondo. Primero fue la parte inferior de los muslos, que los tenía muy lindos y luego la parte superior. A los días comenzó a llevar un chal que se lo ponía por encima como para que mis manos no se vieran y eso hizo que me aventurara más, y comencé a subir mis caricias hasta llegar a su entrepierna. 

Yo la miraba de reojo y veía que su cara era una grana, lo que me decía que estaba muy caliente. Sucedió que tantos años solo a paja, hicieron que en mas de una oportunidad se acabara toda antes de yo llegar con mis manos a su concha que tanto deseaba acariciar y tocar y lamer. Fue así que un par de veces se orgasmó y luego me retiraba lo que me dijo que era mujer por ahora de un solo orgasmo, por lo que la próxima vez fui directo a su entrepierna y ahí fue cuando por primera vez me miró y sonrió como diciendo:"ahora sí, tiene que ser de primera intención". Comencé mis caricias pero su pollera era un estorbo por lo que fui bajando mi mano hasta su rodilla y cuando la puse sobre su piel reclinó algo la cabeza y cerró los ojos, por lo que me decidí y continué tratando de levantar aquella pollera mientras acariciaba sus carnes. Estaba con la pija tan dura que me dolía, cuando con un movimiento de cadera me ayudó a que la falda se elevara a la cintura. ¡Allí sí! me puse en contacto con su entrepierna de pocos vellos y noté la humedad de sus bombachas por lo que hacía rato que se estaba mojando y gozando exhaló su primer suspiro y llevó su mano a la mía para conducirme a que la acariciara a donde le gustaba corrimos la pierna de la bombacha y estuve en contacto con aquella concha que tanto deseaba juego de meterle un dedo cambié de mano y realicé la caricia con la otra pero abarcando toda aquella hermosura. Había comenzado a jadear ¡ag-ag-ag-ag-ag! sus ojos permanecían cerrados y sin dudarlo me arrodillé a su frente y de un golpe corrí su bombacha y me clavé de cabeza dentro de sus piernas para saborearlas hasta el hartazgo. Desde ese momento no paró de hablar; luego supe porque me lo dijo que sus mejores polvos eran así hablando hasta morir en un orgasmo.¡¡¡No!!! ¡qué haces? ¡¡¡eso no!!! ¡¡¡por favor!!! no lo hagas, no lo hagas- qué divino ,qué divino ,¡¡¡seguí, seguí, seguí por dios qué cosa mas divina jamás en mi vida me lo imaginé, más ,más, más, dale más, dale , dale que me viene me viene y es toda tuya ¡¡¡tomáááááá!!! y dicho esto se acabó en boca dándome toda la leche que contenía desde hace 7 años cuando enviudó.

Como comprenderán estaba exhausta, pues un polvo después de tanto tiempo y por una mineta de esas deja muerto a cualquiera y más a ella que tiene 81 años, aunque se cuida mucho. Hoy en día tiene casi 82 y tenemos relaciones 2 y hasta 3 veces en la semana pues ha aprendido a saborear la pija, lo hace muy bien y le encanta lo que hace que a veces me mame hasta 2 y3 veces en el día aunque yo acabo una sola vez de esa manera. Lo que más le gusta después de eso es coger el trasero ,lo que la pone histérica y profiere gritos de todos los tonos ,prefiriendo hacerlo siempre en lugares diferentes pues según me cuenta el marido solo la cogió en la cama y en la posición de papá y mamá, sin creatividad ninguna. Lamenta el tiempo perdido y trata de recuperarlo cogiendo a toda hora que se lo solicito o saboreandome el miembro a cada rato.

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