sábado, 10 de febrero de 2018

mi papá



A mí lo de irme de la montaña me daba mucha pena y me hacía ilusión, todo a la vez.

Pena sobre todo por papá, por que dejara de venir a buscarme y eso. Yo solo había follado con papá, y me gustaba mucho. Ya sabía que podía follar con otra gente, claro, yo no soy tan bobalicona como Aitor, pero me parecía raro. Por eso, cuando los tíos sacaron la baraja y empezaron a explicarnos las reglas del chinchón ese que se habían inventado, me alegré. Por entonces, eso de follar me parecía una cosa como muy familiar, como que era más cómodo pensar en ello en casa. Era una sensación extraña la de imaginarlo con extraños, así que pensé que con ellos estaría bien también. Eran de la familia, y parecían muy majos.

Ya por la mañana, mientras nos lavaba, tía Marga me había tocado un poquito. El bobo de Aitor ni se dio cuenta, o estuvo disimulando, no sé. Empezó con que a enjabonarme y, en un momento, me estaba metiendo un dedo en el coñito. Yo creo que lo hizo para probarme, a ver qué pasaba. Tuve que morderme los labios para no ponerme a dar gritos. Me corrí como una loca.

Con una mujer nunca lo había hecho, pero me gustó mucho. Solo lo había hecho con papá. Llevábamos casi un año haciéndolo. La primera vez fue en la Garganta del Lobo, un día que habíamos subido a dar una vuelta a las vacas y hacía calor. Nos metimos en una charca a darnos un baño y la cosa se fue liando. Primero me dijo que ya estaba haciéndome una mujercita, y estuvo tocándome las tetitas; luego empezó a decirme que si cuando a las chicas nos salían pelitos es que nos hacíamos mayores, y cosas así. La cosa fue rodando sola, y, cuando me quise dar cuenta, me estaba tocando la rajita, y yo abrazada a su cuello jadeando. Luego me echó en una lancha de piedra grande de la orilla, y estuvo chupándomela mucho rato. Era increible. Yo no sé las veces que me correría, hasta que no podía más y me daba como calambre.

Al final, me dijo que, si yo quería, que a él también le gustaba, y me explicó. Yo, que estaba supercontenta, se la comí hasta que se me corrió en la boca. Me puse muy caliente al notar cómo se ponía y eso.

Al volver a casa, me dijo que a mamá no le gustaría eso si se lo contaba. Me dijo que esas cosas normalmente las hacían las mujeres con sus maridos y nada más, y que si mamá se enteraba, no podríamos hacerlo más, así que no dije ni mu. Por la noche, vino muy tarde a mi cuarto, me despertó y fue la primera vez que me folló.

Pasamos un año follando. A mi me gustaba. Me gustaba mucho. Venía a buscarme muchas noches, y pasábamos muchas tardes en los prados altos. Era dulce conmigo, y yo disfrutaba. Por eso fui de mal humor a casa de los tíos. No quería dejar de estar con él.

Luego, ya sabéis. La tarde de la partida se me pasó la pena. Echaba de menos a papá, claro, pero ya no tenía miedo de perder ese gustito. Por el contrario, se abría todo un mundo de posibilidades. Hasta el bobalicón de Aitor tenía una polla. La cosa prometía.

Cuando terminamos de picar ya se había hecho de noche. Manoli, la muchacha que se encargaba de las cosas de la casa, había terminado sus tareas y vino al jardín con nosotros. Debía tener poco más de veinte años, y hablaba con un acento meloso que luego supe que era ecuatoriano. Era una muchacha pequeñita, de cuerpo compacto y unas tetas y un culo tremendos; tenía la piel aceitunada y el pelo muy negro recogido en una cola de caballo, muy brillante. Tío Manu, que la llamaba “Indiecita”, le dijo que no tenía que preocuparse, que estábamos “como siempre”, y se quitó el bañador. A Aitor pareció que le gustaban aquellas tetazas blancas y apretadas de pezones muy oscuros, por que la polla “se le paró”, que dijo ella riéndose.

Así que la cosa fue animándose otra vez, por que tía Marga le empezó a enredar. Estaban sentadas juntas, en una toalla grande, y fueron liándole hasta que acabó entre ellas. Tía Marga le invitaba a que se las tocara diciéndole que no se preocupara, que la indiecita era bien puta también, y él, que parecía mucho menos tontaina desde que habíamos llegado, empezó a manoseárselas animadísimo. La muchacha gemía de una manera que a mí me pareció una exageración, sobre todo cuando la tía empezó a acariciarle el coño. Se puso detrás de ella, de rodillas, como sujetándola, y se lo tocaba y le metía los dedos entre el vello negro y rizado. Le decía que se lo tocara así, que la tenía muy perra. Yo no había oído hablar de esas cosas con tanta libertad, y empecé a inquietarme. A tío Manu, que estaba a mi lado, debía gustarle también, por que se le puso gordísima y empezó a toquetearme.

- ¿Te gusta verlo?

- Me gusta… mucho…

Y es que era verdad. Con papá, la cosa era como más delicada, como más llena de eufemismos y de sobreentendidos, mientras que allí, en casa de los tíos, todo parecía natural. Por alguna razón, aquello me parecía más excitante. Supongo que ver a otros debía contribuir mucho a ello.

El caso es que yo seguía mirándoles como hipnotizada. La polla de Aitor estaba otra vez como una piedra, y la indiecita se la tocaba mientras culeaba como una perra con los dedos de tía Marga follándola a la vez que le mordía el cuello. Cuando me quise dar cuenta, tío Manu me hacía a mí lo mismo, y yo, con la mano a la espalda, se la agarraba como si me diera miedo caerme. Pronto empezó a acariciarme el culito con un dedo que debía haber untado en crema. Me daba un escalofrío. Tenía un poquito de miedo, pero estaba muy caliente.

- ¿Quieres que probemos?

Me tenían como loca. Tía Marga había hecho a Manoli ponerse a cuatro patas, y le había colocado a Aitor la polla a la entrada de aquel coño peludo. Parecía que llevaba toda la vida follando, por que se le agarró a las caderas y la culeaba como un animal. Tía Marga le decía que no fuera tan deprisa, que lo disfrutara. Las tetas de la indiecita se balanceaban debajo de su pecho y entrechocaban. Yo, que tenía un dedo del tío en la rajita, y otro en el culo, me sentía excitadísima.

- Sí…

- ¿No te da miedo?

- Un poquito…

Tía Marga, que no perdía detalle de nada de lo que sucedía y parecía dirigir una orquesta, se acercó a nosotros con una botella de aceite para niños y, sonriendo, empezó a mojarse las manos y a acariciarme haciéndome gemir.

- Deja que te ayude, cariño, o este bruto te hará daño.

A mí, que un día antes ni se me hubiera podido ocurrir que esas cosas pudieran hacerse entre mujeres, tía Marga había empezado a gustarme muchísimo. Cuando su mano comenzó a resbalar entre mi coñito y mi culo, fue como si me enamorase de ella. Me agarré a su cuello y empecé a besarla en los labios. Me volvía loca. No tardó en meterme un dedo en el culito. Lo movía despacito adentro y afuera y cada vez lo metía un poquito más. Yo estaba como loca. Frotaba mi rajita en su muñeca. No tardó en hacer asomar la punta de otro de sus dedos. Me besaba y sonreía.

- Has salido bien putita, cariño. Me recuerdas a tu mamá.

La idea de mamá follando, de repente, me parecía la más excitante del mundo. Me sentía temblar entera. Aquellos dos dedos dilatándome, resbalándome dentro, me volvían loca. Sentía la polla de tío Manu en la espalda y se me iba el miedo. Estaba loca por que me la metiera.

- ¿Estás segura de que la quieres?

- Sí…

- ¿Seguro?

- Síiiiii…

La agarró con sus dedos largos y delgados, y la colocó en la entrada. Noté una sensación extraña. Tía Marga parecía controlar la situación, y se las arreglara para que todo sucediera muy despacio. La notaba dilatándome, entrando, tan gruesa y tan dura. Aitor follaba a la india, que chillaba como una gata, y la polla de tío Manu se me clavaba despacito mientras tía Marga me besaba los labios y acariciaba mi rajita hipersensibilizada.

- Así, mi amor, con cuidado, con mucho cuidado…

No me dolía. Era extraño, pero excitante, y estaba tan caliente… Frente a nosotros, Aitor se había agarrado muy fuerte a Manoli, como si quisiera atravesarla, y estaba tenso, muy tenso. La india chillaba y la pedía que se lo diera, que se lo diera todo, que la llenara. Se metía los dedos en el coño y gimoteaba. Me dejé caer.

Fue una sensación extraña, entre el dolor y el placer. Supongo que la excitación me podía. La sentí clavarse entera. Me llenaba. Tía Marga me follaba el coñito con los dedos muy deprisa y me decía que respirara hondo. Me tenía loca. Me había dejado caer sobre la espalda de tío Manul, que me abrazaba por debajo de las costillas y me follaba muy despacito. Metí dos dedos en su coño y sus caricias se hicieron más rápidas de repente. Me escuchaba gemir como a lo lejos. Era como un mareo.

- ¿Te gusta, putita? ¿Te gusta?

- ¡Sí! ¡Sí! ¡Síiiiiii!

- Sigue… así… no… pares…

Clavaba los dedos en su coño como una loca. Cada vez más, hasta que supe que toda mi mano se había clavado en ella. Arrodillada a mi lado, mientras tío Manu me follaba el culito ya muy deprisa, me agarraba la muñeca y me mordía los labios. Temblaba. Notaba sus tetas grandes y mullidas resbalándome en la mías, y sus dedos acariciaban mi rajita frenéticamente. A veces, se me escapaba un chorrito de pis, y la oía reír entre gemidos. Todo tenía un aire irreal, como de fantasía.

Empecé a correrme de una manera salvaje. En algún momento, Aitor debía haberse colocado arrodillado junto a mí. Tenía su polla en la boca y la chupaba con ansia. Tía Marga seguía masturbándome y la polla de tío Manu estaba enterrada en mi culito. Sentí el calor al derramarse. Mi cuerpo entero temblaba. Mi hermano se corría en mi boca y tragaba su lechita tibia con ansia sin dejar de estremecerme. 

Manoli abrazaba a tía Marga por la espalda. Estrujaba sus tetas y le mordía el cuello. Tenía los ojos en blanco y la cara contraída en un rictus de placer. Todo parecía sumarse y arrastrarme como una ola gigantesca: imágenes, sonidos, la sensación abrasadora de aquella polla grande y dura llenando mi culito de leche, la de Aitor estallándome en la boca. Me derretía entre temblores convulsos. Fue como desmayarme. De repente, no veía nada. Solo oía y me sentía temblando violentamente, deshaciéndome en un temblor como un escalofrío intenso y prolongado

Un cumpleaños inolvidable


Todo el mundo tiene recuerdos señalados: el primer beso, el primer novio, la pérdida de la virginidad, … La fecha que yo recuerdo con más satisfacción es el día que cumplí 21 años, al no ser una fecha redonda normalmente nadie se acuerda del día que llegó a esa edad pero para mí ese fue el día que cumplí muchas de mis fantasías e incluso aquellas que nunca había soñado.

Había quedado con mis amigas para celebrarlo por todo lo alto, sería una sorpresa, no querían decirme que tenían planeado, qué haríamos ni donde iríamos, pero conociéndolas sabía que sería una noche para recordar.

Shaira, mi mejor amiga, me dijo que fuera a su casa y luego nos reuniríamos con el resto del grupo; Shaira es nigeriana, vino a España muy jovencita junto con su madre y su hermano mayor, a pesar de tener una infancia y adolescencia difícil (su madre murió cuando ella tenía 15 años) es una chica alegre, siempre tiene una sonrisa en la boca y un montón de chicos detrás de ella porque es preciosa, un diosa de ébano con carnes duras y curvas peligrosas. Nos conocimos en el colegio y desde entonces hemos sido inseparables, juntas hemos compartido nuestros mejores y peores momentos.

Como he dicho anteriormente, había quedado con mi amiga en su casa, era un día soleado y hacía mucho calor, llevaba un top y unos mini shorts muy ajustados, Shaira me había dicho que ella me daría el vestido para la fiesta, fui en metro pero desde la salida hasta su casa había unos cinco minutos y ninguna sombra, llegué a su portal casi sudando y llamé al interfono

- Hola, ¿quién es?

Me sorprendí porque esperaba escuchar a Shaira pero me recibió una llamada masculina

- Hola, perdón creo que me he equivocado, quería visitar a Shaira

- Hola, ¿eres Sofía?, soy Enam, el hermano de Shaira. Sube, te estaba esperando

Se abrió la puerta y entré al edificio. Qué raro, pensaba que estaríamos solas Shaira y yo, mientras bajaba el ascensor le di vueltas, que tonta había sido seguro que estaban todas allí para darme una sorpresa, ¿cómo no lo había pensado antes?, pero de todas formas, si iba a ser una fiesta de chicas ¿porque estaba su hermano?, sabía que se había ido a trabajar a Londres hacía 3 años, ¿quizá había venido de vacaciones?, entonces no haríamos la fiesta aquí. Seguí dándole vueltas mientras el ascensor subía, entre el calor y los nervios por no saber que estaba pasando, estaba sudando cada vez más.

Finalmente, el ascensor llegó a su destino. Respiré hondo y me dije: ‘Vamos Sofía, déjate de tonterías y disfruta con la sorpresa’. Salí del ascensor y llamé a la puerta. La puerta se abrió y ante mí apareció un Adonis negro en pantalones cortos y el pecho descubierto, me quedé helada a pesar de las gotas de sudor que me caían por la cara, cómo había cambiado Enam desde que no lo veía, al irse a Londres era un chico normalito pero ahora me encontraba ante un hombre guapo, fibroso y al que me entregaría sin ningún tipo de condición.

- Sofía, ¿te encuentras bien?

- ¿Qué? – ¡Oh!, me había quedado embobada mirando su pectorales mientras me hablaba y no me había enterado, espero que no se haya dado cuenta

- ¿Te pasa algo? – su boca dibujó una sonrisa, ¡se ha dado cuenta! – Ven, entra en casa.

- No, estoy bien, es que he venido por el sol y tengo mucho calor

- Sí, hace mucho calor, estoy acostumbrado a otro clima y este calor junto con la humedad hace que no pare de sudar

- ¿Cómo te va por Londres?

- Bien, hay mucho trabajo que no quiere hacer nadie y pagan mucho mejor que aquí

No sabía ni de qué hablar, en mi cabeza sólo había una frase: ‘Mírale a la cara, no le mires el paquete. Mírale a la cara, no le mires el paquete’, pero mi vista no le hacía caso y de sus labios carnosos bajaban a su musculado pecho para subir a sus ojos y bajar inconscientemente hacía sus shorts que, a pesar de ser anchos, apretaban un buen rabo

- ¿Dónde está Shaira? – tenía que cambiar de tema o sino Shaira me encontraría cabalgando sobre su hermano

- No está, ha tenido que salir un momento pero no te preocupes me ha dicho que cuando vinieras pasaras por su habitación y abrieras el regalo que tiene sobre la cama.

- Ahh, vale, pues voy a ver que es

Al girarme e ir hacia la habitación, por el rabillo del ojo vi como Enam miraba mi culo, vaya así que yo también le ponía a él, esto no iba a acabar bien. Entré en la habitación y saqué el móvil para escribirle un WhatsApp a Shaira

‘Shaira, ¿Dónde estás?, tu hermano es muy majo pero me habías dicho que viniera a esta hora porque estarías en casa’

Vi la caja en la cama y la abrí, había un vestido de tirantes rojo, un poco corto y con mucho escote, mientras lo sacaba de la caja recibí contestación del WhatsApp

‘Lo siento, pero me ha salido una urgencia. Mi hermano no te está tratando bien?’

‘Sí, es muy majo. Estoy viendo el vestido. Es un poco atrevido, no?’

‘Nop. Atrevida eres tu ;). Voy a tardar una media hora. Vete poniendo el vestido y cuando llegue nos vamos.

‘Media hora?’, ‘Por favor, ven rápido que estar sola con tu hermano me pone nerviosa’.

‘Tranquila, no te va a hacer nada’

‘Si quién me da más miedo soy yo, no él’ ‘Por favor, ven pronto’

‘Jeje ;)’

Al desvestirme me di cuenta que el top estaba empapado y que se marcaban mis pezones (ohhh, he estado así delante de Enam y no me ha dado cuenta), después me quité los zapatos y el mini short quedándome sólo en braguitas. Me puse el vestido, gracias a la Madre Naturaleza mis pechos son generosos aunque no demasiado grandes y el escote me iba perfecto y de largo, bueno, me llegaba por encima de las rodillas, aunque cuando me sentase o me inclinase un poco, mis braguitas estarían a la vista de los ojos más indiscretos. La verdad es que me gustaba mucho ese vestido, era provocativo pero sin ser obsceno.

Toc, toc

- Sofía, ¿estás ahí?

- Sí, Enam. Un momento, ya salgo

- Guau, estas preciosa

- Gracias, ¿no te parece un poco provocativo?

- No, el vestido no es provocativo pero la diosa que lo viste sí lo es

Ese comentario me pilló de improviso, aunque era normal que llegase: mi embobamiento mirando su cuerpo, mi embobamiento mirando su paquete, mi top sudado y transparentando mis pezones erectos, un hombre caliente, una mujer ardiendo, … sólo podía acabar así.

Se acercó a mí, él era más alto que yo así que su manos me cogieron por el culo y me subió para que nuestras bocas estuvieran a la altura, nuestros labios se unieron y se abrieron para liberar a nuestras lenguas que empezaron a jugar, los ojos cerrados, mi culo entre sus grandes manos, mis piernas le rodearon la cintura y noté su enorme miembro, aunque todavía fláccido, en mi entrepierna.

Mientras nuestras bocas se conocían, él fue andando hasta el sillón, se arrodilló y me dejó sentada en él

- Mi hermana me contó que una de tus fantasías sexuales es follar con un negro con una gran polla, pues aquí tienes tu segundo regalo.

Y diciendo esto, se bajaba los pantalones y dejaba al descubierto sus atributos sexuales, mis ojos no daban crédito a lo que veía, era la polla más grande que había visto en mi vida y todavía no estaba erecta. Me arrodillé delante suyo, con la mano derecha cogí su tranca y empecé a estimularla; mientras tanto, mi lengua lamía uno de sus huevos que eran directamente proporcionales a tamaño de su pene, mi boca se abrió para engullir su huevo derecho, lo succioné , mmm, esos huevos estaban llenos de leche que sería toda mía. Mi trabajo manual ya estaba surgiendo efecto, las venas de su “maravilla” se iban llenando de sangre, poniéndola cada más dura, más gorda, más larga; dejé salir su testículo babeado de mi boca, mi lengua pasó por su escroto y lentamente empezó a lamer su polla desde la base para ir subiendo, sin prisas pero sin pausa, hacía la cima de esa montaña infinita, de ese volcán lleno de lava caliente para llegar hasta el cráter y saborear su prepucio, mi lengua recorría su capullo en el sentido horario provocando que ese palo negro aumentara de tamaño. A continuación, mis labios empezaron a cubrir la punta del tótem, su mano en mi cabeza, su polla penetrando mi boca, milímetro a milímetro, cada vez un poco más, su mano empujando mi cabeza, su polla follando mi boca, mi nariz intentado coger todo el aire posible porque mi boca está llena de una verga negra, mi mano en sus huevos, mis ojos lloran, aprieto indicando que hemos llegado al tope, su polla llena de babas saliendo entre mis labios.

- Ummm, vaya mamada me has hecho. Ahora me toca a mí comer.

- Vale, espera que me quito el vestido, no lo quiero manchar

Me quité el vestido y las braguitas, una vez desnuda me senté en el sillón, abrí mis piernas y dejé a la vista mi sexo depilado (menos mal que conozco las fiestas de Shaira y me había rasurado el día anterior), Enam se arrodilla delante de mí, empieza besando mis muslos, suavemente, primero el derecho, luego el izquierdo, avanzando hacía su objetivo, sus fuertes manos rodeando mis piernas, su labios cada vez más cerca, hasta llegar besando a mi monte de Venus y bajar su húmeda lengua hasta mi entrepierna, su lengua lame mi rajita, con sus dedos abre mis labios vaginales y deja al descubierto mi clítoris, lo mira, me escupe, lo chupa, lo lame, lo rodea con sus labios, mi cuerpo se estremece de placer, mientras su boca sigue jugando con mi pollita, su dedo índice se introduce lentamente en mi boca, lo chupo, lo lubrico bien porque sé que es un dedo muy travieso y le gustan las profundidades del sexo femenino, saca su dedo mojado y lo introduce lentamente en mi interior, mmmm, estoy a su merced, me tiene en un grado muy alto de éxtasis y sólo soy capaz de gemir, mmm, una vez lubricada mi vagina un segundo dedo entra en la cueva, mmmm, no puedo más, alcanzo el orgasmo y mi cuerpo tiembla de placer.

- Mmmm, ahhhh, ¿te han dicho alguna vez que tienes unos dedos que parecen pollas?

- No, ¿te ha gustado?

- Siii, me ha encantado

- ¿Estas lista para recibir al GRAN hermano?

- Sí, pero ten cuidado

- Lo tendré, vamos a mi cama

Me cogió de la mano y me llevó a su habitación, una vez allí me estiré en la cama, me abrí de piernas y él se arrodilló entre ellas, estaba asustada por su gran tamaño pero ansiosa por empezar, fue metiendo poco a poco su erecta polla en mi vagina, la verdad es que después del trabajo bucal mi chochito estaba muy húmedo y entraba fácilmente, hubo un momento que le dije basta y dejo de meter, se apoyó en sus brazos y su cara quedo delante de la mía, sus ojos mirando los míos, su pecho sudado contra mis pezones erectos, su palo llenando mi agujero, nuestros cuerpos unidos en uno, su polla entrando y saliendo de mi coño, rítmicamente, su polla ensanchando mi vagina, mis gemidos de placer provocando una embestida mayor que la anterior. ¿Dolor, placer?, no era capaz de distinguir cual era sentimiento que me provocaba, lo que sí distinguía eran las embestidas que me provocaba esa gran, dura, mojada, negra polla y de repente el volcán explotó, notaba cómo su caliente semen llenaba mi vagina provocándome un brutal orgasmo. Durante unos instantes, perdí la noción del tiempo, no sabía dónde estaba, todo mi cuerpo temblaba de placer. Poco a poco, fuimos recobrando el aliento

- ¿Te ha gustado el regalo de cumpleaños?

- El mejor que me han hecho en toda mi vida. Voy a ducharme antes de que venga tu hermana

Me levanté de la cama y fui hacia el baño, antes de salir de la habitación me giré para mirar a Enam y tuve que resistir el impulso de lanzarme otra vez entre sus brazos, no sabía cuánto tiempo había pasado disfrutando de mi regalo pero Shaira debería llegar ya pronto y aunque había sido idea suya no era cuestión que nos encontrara juntos.

Antes de entrar al baño, pasé por el comedor para coger el vestido, mi chochito todavía estaba húmedo, por mis muslos bajaban gotitas de semen mezcladas con mis propios fluidos, cuando me estaba metiendo en la ducha oí que Enam estaba hablando por teléfono, seguro que estaba diciendo a Shaira que ya podía volver, lastima, si llego a saber que tenía que llamarla hubiera repetido.

Abrí el grifo y el agua empezó a caer sobre mí, estaba fría, o a lo mejor es que yo seguía muy caliente. Me enjaboné los pechos que habían sido chupados, los pezones que habían sido mordisqueados, la barriga que había sido besada, el coñito que había sido besado, chupado, excitado y penetrado, terminé con un dedo en mi boca que había chupado, lamido, rodeado y follado esa gran polla.

Un timbre me devolvió a la realidad, cómo podía seguir tan cachonda después de lo que había disfrutado, supuse que sería Shaira y salí de la ducha, mientras me secaba oí varias voces pero ninguna era la de Shaira, que extraño.

Una vez seca, me puse el vestido. Oh, me he olvidado de coger las braguitas, deben seguir en el comedor.

Abrí la puerta muerta de vergüenza (¿cómo podía tener vergüenza después de lo que había pasado?), pero la situación que me encontré me dejó estupefacta, con la boca abierta: 3 machos negros desnudos

- Sofía, te presento a Ade y Kendi, cómo no hay 2 sin 3, aquí va tu tercer regalo. Mi hermana me dijo que otra fantasía era hacer un trio, por eso le he pedido a un amigo que viniera, aunque al final también se ha apuntado su hermano. ¿Te atreves con los 3?

Seguía en shock, no sólo había follado con una enorme polla negra, ahora tenía 3 a mi disposición.

- Sí, no puedo rechazar una propuesta como esta – dije mientras me quitaba el vestido, otra vez – pero id con cuidado, si en algún momento me siento incómoda lo dejamos, ¿vale?

- Tranquila, queremos que recuerdes tu cumpleaños agradablemente, tú pones los límites.

Me puse de rodillas y me rodearon, uno delante y los otros dos a cada lado, no me lo podía creer, a escasos centímetros de mi cara había 3 enormes vergas fláccidas con 6 huevos gordos llenos de leche. Con la mano derecha cogí el miembro de Enam, con la derecha el pene de Kendi y en mi boca se metió la polla de Ade, notaba cómo las ardientes lanzas de obsidiana iban aumentando de tamaño entre mis dedos, cada vez más larga, cada vez más duras, cómo engordaba entre mis labios. Tenía tanto entre elegir, ahora tocaba un testículo a Ade, mientras succionaba un huevo a Kendi y acariciaba el capullo de Enam, luego chupaba un glande, tocaba un escroto, manoseaba un falo, … hasta terminar con 3 astas levantadas

- ¿Quién quieres que te folle primero?

- Me da igual el orden pero os voy a extraer hasta la última gota de esperma

Fuimos a la cama, me eché en la cama, Kendi me cogió por los pies y me movió hasta que mi culo llegó al final de la cama y mis piernas quedaron fuera de ella, abrió mi coñito con sus dedos, escupió y empezó a meter su verga en mi vagina, lentamente, mi vagina estaba bien lubricada, sin dolor pero notando cada centímetro de su polla en mi interior, cerré los ojos, arqueé el cuerpo, noté que alguien subía a la cama y se ponía encima, abrí los ojos, era Ade que colocaba su palo entre mis pechos y empezaba a follarlos. Sin darme cuenta, ante mis ojos apareció el pene que faltaba, lleno de venas hinchadas finalizando en 2 cojones enormes, Enam me folló la boca. Kendi explotó en mi interior, noté cómo su leche caliente llenaba mi vagina.

A continuación, Ade se echó en la cama con su erecto rabo mirando al techo, me puse de rodillas a su altura y descendí poco a poco, a pesar de lo húmeda que estaba por mis fluidos y los externos, notaba como su pollón iba entrando en mi vagina, Kendi puso su polla a la altura de mi boca y le limpié los restos de esperma que quedaban. Enam se quedó mirando esta vez, esperando su turno. La estaca de Ade cada vez entraba más adentro, cada embestida era más profunda y finalmente descargó su semen en una última embestida que me hizo gritar de placer

- Aahhh, sííí, llena mi bollito con tu nata

Al sacar su polla de mi coño, su blanco esperma junto mis flujos bajaban por mis piernas

- Ahora es mi turno – dijo Enam

Me puso a 4 patas y me penetró sin dificultad, estaba totalmente mojada, húmeda, lubricada, excitada, me follaba como un perro en celo, sus cojones golpeando mi monte de Venus, sus manos en mi cintura, empujando fuerte. Ade puso su polla delante y limpié su sable, Kendi acercó la suya y dos pollas follaron mi boca, sólo podía respirar por la nariz, se me caían las babas y finalmente Enam expulsó su carga.

- ¿Te han follado alguna vez por el culo? – preguntó Ade

- ¿Qué? – contesté sorprendida yo

- ¿No te gustaría ser penetrada por tus 3 agujeros a la vez? – insistió Ade

- Boca, coño y culo – explicitó Kendi, aunque ya me había quedado claro

- Nunca me han dado por culo y la verdad con esos miembros me da un poco de miedo

- Tranquila, sólo necesitas estar bien lubricada y con todo lo que sale de tu coño ya lo estas

- Vale, pero si me duele lo dejamos

Me eché sobre la cama, con mi culo en pompa y mis 3 regalos mirándolo, noté un dedo acariciando mi año, ¡relájate!, me escupieron cada uno para que entrara más fácilmente, el dedo entró y fue ensanchando mi agujero, nunca había practicado sexo anal, ni siquiera me lo había planteado pero hoy era un día para experimentar.

Ade se sentó en el sillón con su pene otra vez erecto y metió la puntita, poco a poco, no me podía creer que ese miembro cupiera en mi recto pero este se iba ensanchando cada vez más permitiendo que su polla fuera desapareciendo en mi agujero negro, me dolía un poco pero me gustaba, lo hacían con tacto, sin forzar, no querían hacerme daño y que la fiesta terminase, cuando ya estaba bastante profunda, Kendi introdujo su verja en mi chochito. ¡Ohhh!, nunca había sentido tanto placer, dos pollas follándome a la vez, mi culito virgen siendo profanado por primera vez, gemía, chillaba, lloraba, disfrutaba y finalmente, cuando Enam volvió a estar empalmado, mi boca también fue follada.

Tenía los ojos cerrados, sólo sentía placer, en mi coño, en mi culo, en mi boca, mis agujeros llenos por 3 increíbles vergas duras como el sílice, negras como el ónix, mi cuerpo golpeado por 6 testículos, gordos como uvas y llenos de un líquido superior a más caro vino de Rioja, notaba sus pulsaciones, sus corazones bombeando sangre para mantener esas maravillas erectas y finalmente una explosión coordinada de esperma para llenarme de blanca leche todos mis orificios.

Había perdido la noción del tiempo, quería vivir en ese momento en un bucle sin fin, un orgasmo detrás de otro, alcanzar el clímax una y otra vez. Su esperma manchó mi cara, mis pechos, mi barriga, mis muslos. La fiesta llegaba a su fin y no había parte de mi cuerpo que no quisiera ser bendecido con la lava de esos volcanes en erupción.



Nunca podré agradecer lo suficiente a Shaira su regalo de cumpleaños

Desde un lametón a...


-Dame otro, por favor.

- ¿No decías que querías uno solo?

-Uno más, al menos. -Insistió él.

Mi lengua tocó de nuevo su glande y se deslizó suavemente por él. Su mirada se desviaba hacia el blanco techo de puro placer.

-Otro más, te lo suplico. -Sus ruegos me gustaban. Me ponía cachonda pensar que con tan poco pudiera provocarle tanto.

Accedí a un nuevo lametón, no sin antes vacilar un poco, alternando miradas a sus ojos y a su polla. De nuevo se estremeció al contacto con mi lengua. La pasé lentamente, dejando que sintiera todo el calor que mi boca desprendía.

Todo había empezado en el baño, donde mi novio y yo aún nos encontrábamos.

Nos habíamos dado una ducha relajante, y al salir, él me había pedido que lamiera su polla. Yo me había hecho la dura diciéndole que no me apetecía, aunque en realidad era todo lo contrario, pues llevábamos un par de días sin sexo por diversos motivos, y esa ducha relajante, enjabonando nuestros cuerpos mutuamente, me había puesto más que a tono, por lo que accedí en cuanto me lo pidió por segunda vez. Aunque había puesto una condición.

-Solo si tienes las manos a la espalda, que te conozco.

Le encanta "abusar" cuando le hago sexo oral, es decir, darme ligeros golpes con su polla en los labios, o restregarla por ellos, cosa que no me importa en absoluto, es más, me gusta que él domine la situación y en ocasiones, someterme, pero tenía en mente torturarle de placer, y sabía que, si no podía usar las manos, su ansiedad sería mayor.

Estaba realmente cachonda y él ya no necesitaba pedirme nada. Solo tenía que contemplar como mi lengua recorría con suavidad su endurecida polla. Me alejé levemente y escupí sobre ella, para dedicarle una sonrisa lasciva antes de engullir su glande poco a poco. Él cumplía con su parte, sus manos permanecían inmóviles tras su espalda. Las mías tenían tarea. Una, agarrar con fuerza su miembro para torturarlo con la boca. La otra, acariciar sus huevos con toda la delicadeza que me permitía la situación.

Me ponía muy cachonda que viera cómo le masturbaba frente a mi boca, con mi lengua tocando su glande, aunque sabía que le faltaba tiempo para que su leche saliera.

Intenté meterme toda su polla en la boca y por poco lo consigo. Notaba la punta del glande casi en mi garganta, lo que me hizo amagar con emitir una arcada más de una vez, pero logré acostumbrarme a alojar su poderoso miembro en mi boca casi al completo. Agarré su mano, que aun aguardaba obediente y seguro que impacientemente tras su espalda y la coloqué detrás de mi cabeza.

El entendió lo que yo pretendía. Tomó mi pelo con decisión y me obligó a permanecer de esa agobiante forma por un tiempo. Obligar, hermosa palabra según el contexto. Desde luego, en este era excitante. Respiraba por la nariz a duras penas, pues estaba ya muy acelerada. Notaba como mi boca empezaba a quedarse pequeña ante el exceso de saliva que producía. Comenzó a rebosar por las comisuras de los labios. Mientras tanto, me masturbaba el clítoris con celeridad por la tremenda sensación de agobio, que me encantaba.

De pronto, note un leve tirón de su mano en mi pelo y deje que mi cabeza se fuese hacia atrás mientras mi boca liberaba su gran polla. Exhale una gran bocanada de aire para recuperarme. Nos miramos a los ojos, veía su cara algo borrosa, pues los ojos se me habían vuelto vidriosos por el esfuerzo. Después, contemplé de nuevo su miembro empapado en saliva. De nuevo me llevó con su mano hasta tenerla otra vez en mi garganta, así varias veces, sin tregua. Y me ponía a mil por hora cada vez que lo hacía. Entraba, salía, respiraba. Entraba, salía, respiraba. Me encantaba que me poseyera de esa manera, que me sometiera. Cada vez que alejaba su polla de mis labios la escupía con una mezcla de lascivia y desprecio.

-Te gusta, ¿eh, cabrón? -Le dije cuando acabó el vaivén de mi cabeza.

Él no contestaba. Miraba, extasiado, la escena que le estaba dando. No perdía detalle.

Quité con la mano la saliva que me estorbaba y la aproveché para seguir masturbándome. Aunque, con lo mojada que estaba, no necesitaba mucha. Seguí comiéndosela, ahora de forma más dulce, como al principio. Es curioso, lo que había empezado como un juego por un lametón, se había convertido en la mamada más cerda que le había hecho nunca.

La atmósfera estaba envuelta de un calor infernal, pues la puerta del cuarto de baño permanecía cerrada desde que habíamos comenzado a ducharnos y el vapor acumulado casi ya no dejaba vernos las caras.

Ahora era él quien me follaba la boca. Se balanceaba y yo dejaba que entrase y saliera al ritmo que el marcaba. Agarré con mis manos sus potentes muslos, empapados por el sudor. Las subí hasta sus marcados abdominales, también húmedos. Yo también sudaba, y mucho. Era ya la guinda para que todo fuera más fluido y cerdo. Ese intercambio de flujos, en esa situación, me motivaba mucho más. Él se movía tan frenéticamente que en ocasiones su polla resbalaba y se escurría por mis mejillas. Me gustaba notarla tan caliente cuando resbalaba por mi cara.

- ¿Serás capaz de volver a aguantar con las manos tras tu espalda? -Pregunté.

-Me falta poco.

-Por eso.

Le masturbé ante mis labios. Casi no veía su cara, pero sabía que nos mirábamos.

-Córrete, vamos. -le imploraba mientras mi mano, cada vez más cansada, seguía resbalando por su polla con avidez.

Ni cinco segundos habían pasado cuando noté de nuevo su mano izquierda agarrando mi cabello, haciendo que mi cara apuntase hacia la suya; con la derecha retomó el control de su polla y, con su glande rozando mis labios, explotó contra ellos con un fuerte chorro de leche, seguido de otros menos abundantes, entre gemidos. Mi mano jugaba con sus huevos, con suaves caricias con las yemas de los dedos, casi imperceptibles. Con la otra mano me masturbaba frenéticamente ante su muestra de dominio. Tenía la sensación de que me iba a correr yo también de gusto, tenía el clítoris y los labios vaginales muy hinchados.

Cuando acabó, volví a agarrar su miembro y rodeé el glande con los labios, apretando todo lo que pude, para sacarle hasta la última gota. Noté como su cuerpo entero se estremecía. Se levantó sobre las puntas de los pies hasta que despegué mis labios con un sonido hueco.

Me puse por fin de pie. Después de besarnos, me senté en la encimera del baño, pisándola y apoyando mi espalda contra el espejo empañado por el calor. Él supo lo que le tocaba. Mis piernas, flexionadas y abiertas, aguardaban.

Elena, mi amiga de la niñez


Reconocí a Elena en la cola del cine, iba con su novio o su marido y yo iba con Montse, mi mujer, y otra pareja de amigos. Se acercaron a comprar palomitas y un refresco y yo aproveché para saludar a Elena.

-Elena? –Le entré.

-Juan? Joder que sorpresa tío!! Cuanto tiempo!! –Nos dimos los dos besos de rigor y me dijo – Oye cómo está tu hermana? Se ha casado y tiene un enano. Dale recuerdos de mi parte. Me tienes que pasar su telf. que yo no lo tengo.

-Pues márcame tu telf. en mi móvil, yo te agrego al “wasap,” y con un mensaje te lo enviaré, porque no me lo sé de memoria.

-Yo me casé hace dos años – Me decía Elena mientras marcaba el número- y trabajo en el mercadona de Gran Vía.

- Joder, yo suelo ir allí a comprar -le di al botón de llamada y sonó en su bolso. – Ya te tengo fichada.

-En serio sueles ir a comprar? A mí me han contratado hace 2 meses. Mira este es Quique, mi marido. Nos dimos la mano.

- Juan, ya estamos –era Montse que venía con las palomitas.

- Ven Montse te presento a Elena, una amiga de la infancia que me he encontrado. –Se dieron dos besos. Y este es su marido Quique.

- Si me suena que Marta, la hermana de Juan, me ha hablado de ti Elena, más de una vez. Vais con alguien?

-No, hemos venido los dos solos. –decía Elena.

- Que peli vais a ver?

- La de ciencia ficción, Prometheus.

-Ah pues nosotros también, queréis sentaros con nosotros? –les ofreció Montse.

Entramos a la sala y en una fila donde había 6 sillas libres, se sentaron primero Javi y Clara, nuestros amigos, después nos sentamos Montse y yo, y luego Elena a mi lado y su marido en la fila del pasillo. La peli duraba más de dos horas y media. De vez en cuando Elena se acercaba a mi oído y me hacia algún comentario, normalmente sobre lo contenta que estaba de haber coincidido conmigo aquella noche. Ella acerco su mano en un gesto mientras hablaba y yo se la cogí y la acaricié con las mías. Devolvió su brazo al reposabrazos entre los dos.

- Estás muy bueno cabronazo. – Me dijo de repente, bien pegada a mi oído para que nadie pudiera oírla. -En qué trabajas?

-Tengo una tienda de informática. En Gran Vía 56.

-Coño, eso está...

- A la parte de enfrente del mercadona., -jajajjajaj reíamos los dos.

- shhhhhhhhhhhh!!! -Nos recriminó alguien de la fila de atrás. Mire a Montse y sonreía divertida. No tanto Quique, quien ponía cara de pocos amigos. Bueno, acabó la peli nos despedimos y ya no volví a ver a Elena hasta dos semanas después. Eso sí, antes le envié el mensaje con el telf. de mi hermana, me dio las gracias y punto.

Pues dos semanas después se me ocurrió ir al mercadona a comprar la merienda para Carlo, mi socio en la tienda, y para mí. Estuve mirando por la sección de bollería y panadería. Y de repente apareció ella. Llevaba un delantal blanco sobre su uniforme de blusa y pantalón.

-Ya creía que no venias porque intentabas evitarme. –Me dijo sonriendo.

- Me contó mi hermana que habíais quedado para tomar café un día  y que os lo habíais pasado de vicio recordando los viejos tiempos y poniéndoos al día.

- Y de cuando te gustaba decir que yo era tu novia… y me besabas. –Jajajaja

-Éramos unos críos, vecinos, pero críos. Hasta que nosotros nos mudamos. A qué hora acabas?

- A las 9:30 pm. Vas a pasar a recogerme?

-Supongo que vendrá tu marido.

- Mi marido se va al gym. Hasta las 11 pm. Tres veces a la semana.

- Si yo fuera tu marido…

- No lo dejes en el aire, acaba la frase.

-Si yo fuera tu marido… -me acerque a ella para que no nos oyera nadie – estaría deseando llegar a casa para follarte. Porque tú también estas muy buena cabrona.

- Ya he visto donde está tu tienda, me esperas allí a las 9:30?

-Te estaré esperando.

Llamé a Montse le dije que me quedaba a reparar un par de equipos de buenos clientes que los necesitaban para el día siguiente. Ya lo había hecho más de una vez. Yo tenía una habitación interna en el local, en la que había colocado una cama pequeña, por si se terciaba descansar. También había una pequeña nevera.

Elena llegó a las 21:45, llamó al timbre y subí la persiana para que pudiera pasar, y luego la volví a bajar por completo. La espera había valido la pena. Se había cambiado de ropa. Llevaba una falda azul marino y un jersey fino d color verde claro. La llevé a esa habitación. Metí las manos por debajo de su falda y le saque sus braguitas. Las tenía mojadas.

-Qué ganas tenia de hacer esto, Elena!

-Yo desde que te vi de nuevo en el cine, sabía que acabaríamos haciéndolo. –La desnudé completamente. Tenía enchufado un pequeño calefactor para no sentir demasiado el frio que estaba haciendo a principios de diciembre. Me la follé una primera vez y, sin sacársela, estuvimos besándonos, acariciándonos, comentando alguna cosa.

-Estás tomando precauciones?

-Sí, por eso no te he dicho nada. No quiero tener hijos.

-Ah vale! Nosotros sí que queremos uno. Estamos en ello. –Se me había puesto a tono otra vez. Empecé a moverme dentro de ella, dentro, fuera.

-No me la has sacado? –quería saber ella sorprendida.

-Sin sacártela, te voy a follar otra vez.

-Dime cosas mientras me follas, háblame.

-Si putita, te voy a reventar ese coñito de puta q tienessssssss.

-Eso es, sigue así…ahhhhhh ahhhhhhhh

-Eres una zorra…

-Lo soy, mi marido… en el gym y… yo aquí contigo.

-Venga puta córrete. Córrete que te vea yo, quiero saber cómo te corres…

-Si me corrooo, ya llego… fóllame cabronazo… fóllate a tu puta… ahhhhh ahhhhhhh ahhhhhhhhhhh

Salimos de la tienda a las 22:30 pm nos dimos un beso y nos fuimos a casa. Por la noche estuvimos mandándonos mensajes hasta la 1 am. Me dijo que en Mercadona hacían turnos una semana de mañana y la siguiente de tarde. Esta semana obviamente iba de tarde. Que le gustaba más ir de mañana y como su marido trabajaba de 3 a 7 pm. Disponía ella de más tiempo libre, por la mañana entre la ropa, la comida… se le pasaba en nada. Le pregunté si había sido infiel antes, me contestó que cuando vivían en pareja sí, pero de casada no lo había sido hasta ahora. Continuó diciéndome que era un vecino. Que ella no trabajaba y su vecino estaba en paro y la que trabajaba era su mujer. Decía que se enrollaron varias veces. Y después añadió que desde niños cuando nos deshacíamos de mi hermana y nos tocábamos, sólo eso, jamás pasamos de ahí. “Muchas veces había soñado con esto, que nos volvíamos a encontrar por casualidad y quedábamos para consumar lo que empezó muchos años atrás.” “Eres vidente tía, tus sueños son premonitorios. Ahora podías soñar que nos toca LA PRIMITIVA” Me envió tres filas de caritas llorando de risa. Me preguntó si yo lo había sido, le dije que hasta ahora no, porque si lo hacía sabía que tenía que ser con alguien que me gustara mucho. Me envió un montón de besos. Nos despedimos y nos fuimos a dormir.

Esa semana pasó con esos mensajes y alguna llamada por la mañana, desde la tienda. Quedamos que la semana siguiente iría un día, una tarde a su casa. Quedamos en la tarde del martes. Me dio la dirección y me explicó cómo llegar allí. El martes salió un día lluvioso y desapacible. Pero tenía el aliciente de la visita a Elena. Le dije a Carlo que me cubriera en caso de una posible visita a la tienda de Montse, que le dijera que estaba en una reparación a domicilio. Llegué a su casa, era uno de los barrios para gente joven, muy despejado, con un jardín y parque entre los edificios. La pega es que estaba a las afueras de la ciudad. Subí en el ascensor y no hizo falta que llamara a su puerta porque ella misma me abrió antes. Fue como en las pelis. Nada más cerró la puerta nos fundimos en un beso salvaje. Le levanté los brazos por encima de la cabeza sujetándoselos con los míos, besándole la boca, las orejas, el cuello, bajando un brazo para abrirle la bata, albornoz, que llevaba, y descubrir debajo un camisón rojo transparente. Le dije que me llevara a su dormitorio, me dijo que si porque allí estaba puesta la calefacción. Le dije que ella era mi mejor calefacción. Y nos reímos los dos. Yo me desnudé y ella estaba sólo con el camisón me tiré encima de ella. La besé de nuevo, ella separaba sus piernas para dejarme sitio entre ellas. Le bajé los dos tirantes hasta descubrirle esas dos tetas tan imponentes que tiene. Son perfectas, para mí, redondeadas, plantando cara, nada de caídas, y unos pezones gruesos y que sobresalían mucho, justo como a mí me gustan.

- Eres mi puta

- Soy tu puta. Hoy y siempre que quieras.

- Chúpamela, bébete toda mi leche… sácamela toda. –Así lo hizo mientras yo le comía el coño en un 69. Después se dio la vuelta y subiendo hasta mi altura, abrió la boca para ver que no había quedado nada, que se lo había tragado todo. Le di una nalgada con la palma de la mano, le di otra y otra.

-Dime la verdad, no has sido infiel desde que te casaste?

-Me daba corte decírtelo por mensaje, pero si lo he sido.

-Eres muy caliente, lo imaginaba.

-Y qué quieres mi marido no me calma. –Sabía que era una hembra que necesitaba más.

- Con quién lo hiciste?

-Con mi cuñado, el hermano de mi marido. –como yo me callé esperando, ella siguió –Y con mi compañero en el horno, en el mercadona.

-Aún follas con ellos?

-Con mi cuñado ya no, con mi compañero si.

-Claro, estás cerca del horno, te calientas… -Jajajajaa –reímos, la cogí de la mano y nos fuimos al comedor-salón de su casa. Ella conectó la calefacción en esta sala. mos. La tumbé en el sofá boca abajo me subí encima. El culito lo tenía cerradísimo y entonces me dijo:

-Juan, por detrás nooooo por favor. Métemela por el coño.

-No te la han metido nunca?

-Nunca, me da pánico.

-Tampoco es para tanto mujer. – Se la metí en su coñito, caliente, húmedo y me corrí dentro de ella por segunda vez. Le di un mordisco en una de las nalgas. Ella protestó mínimamente, le di la vuelta, la puse boca arriba y me dediqué a su clítoris, a besárselo, mordisquearlo, chupárselo… hasta que se corrió como una loba en celo.

- Quiero que no folles con tu compañero. Solamente conmigo.

-Quieres que sea sólo tu puta. Pues dalo por hecho. Mi compañero es un egoísta que sólo quiere correrse él y no se preocupa de mí, como lo haces tú. Además no me gusta ni la mitad que tú.

-Te lo follas, follabas, allí mismo? En el curro?

- Si hay una especie de cuarto que esta para guardar material. Allí me mete y me folla, me follaba.

Lo dejamos ahí porque ya eran casi las 8 pm, me despedí y regresé a la tienda.