martes, 20 de febrero de 2018

Historia de una infidelidad


No sé cómo empezar a relatar la historia de cómo una vida de una mujer decente y corriente pasó a otra cosa bien distinta. Mi nombre es Ana, tengo 39 años y me casé a los 20 con Juan un hombre 20 años mayor que yo. En principio deslumbrada, por alguien con una buena posición social y económica muy distinta a los jóvenes de mi edad. No se si le podría llamar amor pero me cautivó. Ignoraba la realidad de este señor maduro que me llevó al altar. La verdad la supe cuando fue tarde. Se casó para acallar las habladurías, por que en su posición necesitaba tener una esposa, de la misma manera que coches, chalet o ropa cara. Yo, como dije antes desconocía todo esto aunque tuve una venda en los ojos durante muchos años.

Sexualmente de lo más corriente aunque no tenía con qué comparar en este tema. En la cama me evitaba (y luego dicen de las jaquecas femeninas) y yo creyendo que esto era de lo más normal.

No tuvimos hijos en todo este tiempo pero él sí de un matrimonio anterior, Fernando que en la actualidad tiene 22 años. Bueno para no aburrir voy a contar los acontecimientos que cambiaron mi vida desde hace 3 meses.

Decidí pasar unos días en la costa en un viaje organizado, para dejar al lado la monotonía (y vaya si lo conseguí), Juan me dijo que por motivos de trabajo no podría venir conmigo, así que me tocó viajar sola, bueno hay un refrán que dice más vale sola que mal acompañada, cogí la maleta y me propuse disfrutar de estas vacaciones.

Me subí en el autocar y la primera persona que vi fue Arturo, el chofer, y juro que esta visión me dejó impresionada, alto, morenazo, cuerpo atlético, 35 años, simpático, vamos todo un play-boy por el que cualquier mujer suspira al verle. No lo dudé y me puse en los primeros asientos para alegrarme la vista con este hombre-bombón.

Al llegar al hotel inicié conversación con él, de que no conocía la ciudad y que me aburriría como una ostra a lo que él se ofreció como guía para enseñarme los sitios más bonitos - eché el anzuelo y picó - aunque la verdad sea dicha a él no le iban a faltar oportunidades con el sexo femenino.

Para el primera día me puse coqueta, tuve que buscar urgentemente una boutique donde vendieran ropa más sexy que la que yo llevaba. Vestidos ajustados, sedas y demás para lucir un cuerpo que dicho sea de paso no está nada mal (valga la modestia). A mi edad tengo unos pechos generosos y nada caídos, mido 165 y un trasero algo respingón, vamos en una palabra deseable.

Mi ángel estaba en el hall del hotel y me llevó a pasear, yo parecía una niña la primera cita, me hablaba y yo parecía estar transportada a otro mundo. Al final terminamos en una discoteca bailando, pusieron música lenta y nuestros cuerpos se juntaron, qué maravilla sentirle tan cerca, mis vellos se pusieron de punta y por primera vez en mi vida mi sexo se humedeció. Le deseaba pero mi timidez y los prejuicios de los cuernos me jugaron una mala pasada, más tarde me dijo que estaba algo cansado por el viaje y yo también asentí (se me escapó vivo) nos dimos un beso y quedamos para el día siguiente.

Me acosté y casi sin darme cuenta mis manos recorrían mi cuerpo, con suavidad, primero en los pechos haciendo círculos alrededor de unos pezones ya duros. Me estremecía al pensar que eran sus dedos los que bajaban por mi vientre. Mi mano era su mano y mis dedos y sus dedos jugaban con mi sexo en un bosque de placer, en los labios exteriores de mi vagina y poco a poco se introducían en la morada donde quería dar cobijo a su ser. En mis pensamientos no había otra cosa que no fuera él. Cerré mis piernas aprisionando a mis manos y un dulce y profundo orgasmo se apoderó del resto de los sentidos.

Me masturbé como en la vida lo había hecho.

Sonó el teléfono, era mi marido. ¿Qué te pasa en la voz?. Nada, es el aire acondicionado. Ten cuidado no ve vayas a resfriar (si él supiera lo caliente que estaba).

Al siguiente día me encontraba nerviosa. Quería seducirlo con armas de mujer, poseerle y ser poseída, pero no sabía como abordarlo, mi estúpida timidez evitaba dar el paso definitivo hacia un encuentro más íntimo, pero a la vez disfrutaba de su compañía. Me parecía imposible que no notara mis sentimientos al mirarle a sus ojos o tal vez esperaba mi rendición total y absoluta.

Llegó la noche y en la puerta de mi habitación nos despedimos con un beso y al cerrar la puerta me maldecía una y mil veces por no haber sido capaz de contárselo.

Ya me disponía a acostarme cuando sonó la puerta y al abrirla allí estaba, mi corazón casi me da un vuelco, nos miramos a los ojos y sus manos rodearon mi cuerpo en un abrazo desesperado, sin palabras. Nuestros labios se unían en un beso interminable y sus manos comenzaron a acariciar mis pechos, primero sobre la tela de mi vestido hasta que suavemente bajó la cremallera y cayó al suelo. Yo ya sentía el roce de su sexo, me urgía desnudarle y lo hice sin perder tiempo, mi timidez estaba superada. Sus dedos bajaron a mi coño (esta vez no eran unos dedos imaginarios) echó a un lado mi tanga que parecía recién sacada de la lavadora de lo mojada que estaba y empezó a acariciarme ¡¡¡qué dulzura!!!.

Con los brazos me aferré a su cuello y de pie como estábamos agarró mis muslos hasta acercar su polla a la entrada de mi coño. Introdujo la punta de su glande me miró a los ojos como diciendo aquí estoy yo y sin más me la clavó toda hasta el fondo.

El grito que di lo debieron de oír en la China y empecé a susurrarle al oído - te deseo, te deseo, haz de mí lo que quieras - y vaya que si lo hizo.

Con nuestros sexos unidos me llevó a la cama, abrió mis piernas al máximo y continuó taladrándome. Yo ya empezaba a notar lo que era un orgasmo, no era una palabra vacía, era un estremecimiento de todo mi cuerpo - sigue mi amor, me viene, qué gusto, me viene, no pares.

Arturo era el dueño de la situación- toma mi polla, vas a sentir lo que es un hombre de verdad y no el cornudo de tu marido, te voy a follar como nunca te han follado - Mientras tanto su verga entraba y salía muy despacio, la sacaba hasta dejar su punta en los labios exteriores de mi coño, quieta y de repente se metía muy lentamente hasta que notaba que sus huevos me rozaban. Me estaba volviendo loca de placer. Cuando la tenía toda dentro se paró y me enseñó a contraer las paredes de mi coño para que notara su verga dura. Estaba húmeda muy húmeda y hacía que su polla se deslizara con una suavidad desconocida para mí.

No tenía noción del tiempo, no existía, solo dos cuerpos unidos por sus sexos. Yo ya me había corrido no sé cuantas veces y él seguía allí con su mástil duro y majestuoso.

Sin sacarla de mi cueva nos volteamos y me puso encima suya, para mí todo empezaba a ser nuevo, hasta la fecha una relación sexual constaba de bajarme las bragas, abrir algo las piernas y por último dos minutos (escasos) de penetración, vamos que no me daba tiempo ni de gemir y un ahhh tímido anunciaba su descarga. Esto era todo lo contrario con Arturo no se sabía cuando podía acabar (ni me importaba) y los gemidos y comentarios obscenos no paraban como ahora - venga trágate mi estaca, trágatela toda que tienes hambre atrasada de polla. Sus manos se posaron en mi culo para que no parara de moverme y su boca dirigió su ataque a mis pechos primero con la lengua y después con la boca y los dientes dándome mordisquitos en los pezones produciendo el delirio - ayyy, qué gusto mi amor, qué grande y dura está, me vas a matar, qué cachonda me tienes .

- Ahora vas a saber como se folla un coño desde atrás -. Me hizo ponerme a cuatro patas y cerró algo mis piernas para sentir más el roce de su herramienta al entrar en mi interior. La punta de su polla empezó a jugar con mi clítoris y mis labios exteriores y a veces subía hasta mi ano volviendo a bajar para hacer círculos con mi sexo - no me hagas sufrir más y métemela ya - , y parece que oyó mis súplicas y como un buen torero metió su estaca de un golpe.

Qué mojada estás, si quieres mi leche pídemela - síííííí, dame tu leche, métemela hasta el fondo, fóllame, córrete. Me agarró de las caderas, embistió y yo creía que me iba a sacar por el estómago. Qué manera de correrse, qué maravilla y después nos quedamos exhaustos y nos dormimos.

Me desperté con los primeros rayos del día, estaba abrazada a Arturo que todavía dormía, empecé a observarle y me fijé en su sexo. Oh, Dios, otra vez duro, mi mano se posó en él y volví a excitarme, se despertó y me dijo - Ahora te vas a tomar el desayuno - , no me lo pensé, mis labios y mi lengua comenzaron a recorrerlo desde su base hasta la punta hasta que me agarró la cabeza - chúpamela es toda tuya - abrí la boca y me la empecé a tragar. Arturo se incorporó y también dirigió su boca a mi sexo. Sentí un doble gusto al chupar y ser chupada de esa manera. Esa lengua me hacía ver las estrellas otra vez hasta que se separó, me apartó la cara, nos miramos y ya sabíamos que vendría después, me tumbé con las piernas bien abiertas y nuevamente comenzamos a hacer el amor. Vaya fiesta de sexo.

Pasamos toda la mañana en la habitación follando sin parar, él ya era mi amo y yo ya estaba dispuesta para hacer, decir, tocar o chupar lo que me ordenara. Me hizo afeitar mi sexo dejando unos pocos pelitos en el Monte de Venus y, a partir de ese momento cuando estuviera con él no debía llevar bragas para tener libre acceso cuando se le antojara, incluso me mandó llamar por teléfono a mi marido a la vez que me estaba comiendo el coño.

Hola Juan. ¿Cómo te encuentras?. Muy biiiien en la gloria. ¿Qué te pasa en la voz?. Nada me acabo deeee despertar ummmm. ¿Qué vas a desayunar?. Un plátano, me apetece un montón - ahora Arturo apartó su boca de mi chochito y lo cambió por su polla - ayyyyyy cariño no te lo vas a creer pero me acabo de clavar una estaca. ¿Te has hecho daño?. Un poco, te dejo porque me voy a curar, un beso, adiós.

Venga Arturo clávame la estaca hasta el fondo que me quiero correr - ¿Vas a ser mi puta?. Si tu putaaa, Cómo no me obedezcas, te saco la polla de dentro. Si amor, te obedeceré pero por favor mi vida fóllame, fóllame, sigue, no pares, dame máááássss.

Las vacaciones acababan, no quería separarme de mi macho, le quería para mí todo el día. Arturo me dijo que le tenía que llevar a mi casa, en principio pensé que era imposible, aunque al final ideamos un plan para que pareciera que era un primo mío que venía de viaje y se quería instalar en mi ciudad y de esa manera estaríamos juntos. Pero eso os lo contaré más adelante.

Besos.

Compañeros de oficina


Cuando empecé a trabajar en esa oficina yo contaba con 30 años y estaba divorciada después de 10 años de matrimonio, se podría decir que fue un matrimonio bonito, pero se tornó muy monótono y ambos decidimos separar nuestras vidas por el bien nuestro.

En fin como les decía yo estaba recién divorciada y a los hombres en mi país les llama mucho la atención las mujeres divorciadas, porque según ellos son más fáciles de usar me entienden ¿verdad?, pero se llevaron muchas desilusiones conmigo, porque aunque esté mal que yo lo diga, no soy una mujer de fácil convencimiento, soy mas bien dada a la cosa de conquístame primero y luego de varias salidas veremos qué hacemos.

En varias oportunidades estuve tentada de salir aunque sea para divertirme un rato, pero me aterraba la idea de salir con casados porque lamentablemente el mejor material masculino estaba casado.

Pasó un año de trabajar en esa oficina entre flirteos y coqueteos, hasta que un día me di cuenta que uno de los que allí trabajaba, que era casado y que parecía bastante fiel a su mujer y fiel padre de familia me llamó poderosamente la atención, por su forma de ser, de tratarme; cada vez que estaba a su lado sentía un terrible cosquilleo en todo el cuerpo y me di cuenta que a él le pasaba lo mismo. 

Un día nos fuimos de juerga entre cuatro mi jefe, una amiga mía que por cierto estaba bastante enamorada de él, mi amor imposible y yo, fuimos a cenar a un restaurante alemán porque mi jefe era alemán y le gustaba mucho recordar su juventud y después terminamos en una disco, estuvimos un tiempo prudencial divirtiéndonos sanamente y luego yo dije "bueno tengo que retirarme"; 

a lo que mi amor imposible al que voy a llamar William contesto muy gentilmente "te llevo", el sólo pensar en subirme a su carro fue para mi como si me estuviera diciendo móntate aquí que te cojo y sentí un calor en el cuerpo que hasta el momento no puedo describir, obediente me subí al carro y partió para mi casa; al subir una cuesta que había casi al llegar a mi casa, paro en seco el carro y me dijo, "lo siento, pero las ganas que tengo de hacer esto son más grandes", de pronto sentí su boca rozar mi boca y no pude resistirme me colgué de su cuello y respondí con un beso apasionadísimo, no sé si producto del gusto que sentía por ese hombre o por la abstinencia sexual a la que estuve sometida por mucho tiempo, creo que había ambos sentimientos, pero con ese beso estuve a punto de hacer lo que ninguna mujer que se decía decente como yo hubiera hecho, por lo que un poco bruscamente le dije que no debía hacerlo, que su situación, que era casado y bla bla, lo único que él dijo fue.

"Tú lo querías tanto como yo".

 ambos estamos descontrolados y no tienes que cohibirte, siento como tiemblas en mis manos, siento como te estremeces cuando me acerco a ti en la oficina, tuve que admitirlo y romper con todos los escrúpulos que yo misma me había puesto encima. Bueno dijo tengo que dejarte me esperan, puedo invitarte a salir el domingo, el domingo, imagínense los domingos ningún hombre bien casado o feliz sale de su casa, pero supongo que cuando se trata de tener una aventura inventan cualquier cosa. 

En realidad no me importo, lo único que yo quería es tener un momento a solas con ese hombre que me estrujaba los sentidos más íntimos.

Llegó el domingo esperar ese día para mí fue como esperar un regalo en mi cumpleaños, me encontraba en casa de una amiga, hasta que escuché la bocina de su carro, salí corriendo como si me estuvieran liberando de un encierro, me subí a su carro como elevada por un pedestal, ni siquiera le pregunté dónde íbamos, cuando me di cuenta estábamos en la puerta de un motel, mi corazón latía tan apresuradamente que no tenía ni fuerzas para decirle porque, mi razón luchaba con mis deseos, hasta que nos vimos dentro de una habitación bonita, cómoda con un enorme jacuzzi y todas las comodidades que te puede dar un hombre apasionado. 

De pronto sus manos rodearon mi no tan esbelto cuerpo, tengo que reconocer que no tengo un cuerpo como todas las heroínas de los cuentos eróticos más bien un cuerpo rellenito, pero eso sí mis meritos son tener dos hermosos, grandes y redondos pechos, acompañados de dos larguísimas y sexys piernas, ¿dónde iba? ¡¡Ah!!, me rodeaban sus manos y sus brazos, qué rica sensación, qué calor, ¡¡¡qué gusto!!!, estaba al borde del éxtasis, con manos de experto iba desabrochando mi blusa, sin dejar de acariciar mi culito que se estremecía de placer al sentir manos tan varoniles, mi blusa cayó al piso y sus ojos se agrandaron de placer al ver el espectáculo que le mostraron mis bien dotados pechos, se puso de rodillas al piso para con su lengua acariciar mi vientre y jalar con sus dientes mi falda que ya estaba casi del todo abierta, el placer hacía que mi corazón latiera cada vez con más fuerza y le pedía casi a gritos que hiciera conmigo lo que quisiera, me veía despojada de casi toda mi ropa.

sólo quedaba para salvar la poca decencia que quedaba en mí, una braguita pequeña que dejaba ver mi tímida y bien guardadita rajita, pero él estaba tan ansioso de mí que sus manos no dejaban de acariciar y estrujar mis pechos, mis pezones estaban tan parados que no sentía ningún dolor cuando él los mascaba como si se tratara de un suculento bocado su lengua los recorría una y otra vez, yo ya me había encargado de sacarle toda su ropa y nos encontrábamos tendidos en la cama, que buen trabajo él hacía conmigo, sus dedos dejaron un momento mis ansiosos pechos para bajar a mi vientre y luego uno a uno se encontraban acariciando mi rajita, la cual a esas alturas se encontraba húmeda y loca por ser penetrada por ese hombre tan bien dotado, sus dedos se encontraban en mi coñito acariciando mi clítoris y masturbándolo.

no podía razonar le gritaba que me penetrara, que acabara con esa agonía de amor a la que me tenía sometida, pero él no iba a dejar que ningún lugar de mi cuerpo dejará de gozar de tan enorme, poderoso e inenarrable placer, empezó a bajar poco a poco de mi vientre a mis pies, su boca se encontraba chupando uno a uno los dedos de mis pies lo hacía con tantas ganas, de pronto lamiendo mis piernas, hasta sentir su cabeza entre mis muslos, separó mis piernas y con su riquísima lengua empezó a comer mi coñito, él estaba tan sediento como yo.

su respiración era caliente y me transmitía ese calor hasta el interior de mi vientre sentía como su lengua entraba y salía de mi rajita, chupando, mordiendo e invadiéndome de todo ese placer que sólo un amante sediento sabe dar, de pronto se sentó frente a mí y separando mi piernas puso su gran pene erecto, caliente y duro en mi entradita toda mojada y chorreando mis jugos como si hubiera tenido diez orgasmos con todo ese chupeteo, no pude contener sentir ese miembro todo hinchado y caliente en mí, que levantando mis caderas introduje todo ese portento dentro mío.

lo sentí gritar de placer, arremetió contra mí una y otra vez no dejaba ningún lugar dentro mío sin tocar, nuestros movimientos eran como si un terremoto los estaría guiando, sus manos no dejaban de estrujar mis pechos y yo no dejaba que ningún movimiento de sus caderas se escapen del compás de las mías, de pronto sentí cómo toda su leche caliente invadía mi vientre, mi coñito se estremeció de tanto calor y empezó a sentir unos hermosos espasmos de placer, todo mi cuerpo se estremecía por el éxtasis y el orgasmo que estaba sintiendo.

esto duró unos cuantos segundos como dura todo lo bueno en el mundo, luego nos dejamos caer en la suave cama y el con todo el cariño que puede sentir un amante por su pareja me abrazó y acarició la cara, indicando que todavía no había sido suficiente y estuvimos así repitiendo esa misma hazaña por casi 4 horas, porque no podía dedicarme más tiempo, ya saben estaba casado.

Esa fue la primera vez que salí con mi hombre ideal, luego de un tiempo les cuento nuestros otros encuentros íntimos que fueron muchos y más excitantes.

Aventuras de una noche


Me gustaría platicarles lo que me ocurrió cuando estaba mi pareja de viaje y yo me quedé sola 8 días en una ciudad extraña, ya que sólo estamos aquí por 6 meses; él vino a trabajar y bueno, con tantos viajes de trabajo que tiene que hacer creo que tenía que ocurrir esto.

Nosotros somos una pareja swinger; desde hace dos años siempre lo hacemos en grupo. También hemos hecho tríos, pero esta vez fue diferente. En la ciudad donde vivimos actualmente no hay clubs, así que es un poco difícil contactar parejas sw. Le echamos el ojo a un muchacho que no es sw, sino que es el novio de nuestra vecina. A mí no me terminaba de convencer así que todo quedó ahí, sólo en plática. Siempre estamos de acuerdo con quien vamos a estar, pero esta vez mi pareja tuvo que irse de viaje de imprevisto y yo no lo pude acompañar. Mi vecina que es muy amable me dijo que podía estar con ella todos los días, al fin que no tenía nada que hacer y yo no conozco a nadie; aquí donde estamos hablan otro idioma y yo no lo sé muy bien todavía. Mientras mi pareja estaba de viaje algunos días comíamos, otros cenábamos, etc.

Una noche que era un poco tarde Cristian (su novio) se ofreció a acompañarme a mi casa, que está como a 100 m. de la suya con el pretexto de que ya era muy tarde. Ahí me di cuenta que no le era indiferente, se despidió de mí y casi me besa; yo no dije nada. Al día siguiente él estaba muy risueño conmigo y muy atento, yo sólo le sonreía, pues tenía a su novia enfrente. Se ponía un poco complicado el asunto. A mí ya no me parecía tan indiferente, y yo también empecé a coquetearle un poco.

Al día siguiente me invitaron a tomar unas copas a un bar, yo estaba un poco cansada pero al final terminé aceptando y aquí empezó todo. Él brindaba conmigo y me veía con un toque de malicia, un poco pícaro que a mí me estaba poniendo nerviosa. Daniela, mi vecina, ni se imaginaba lo que estaba pasando a su alrededor con nosotros, parecía que no entendía nuestras frases en doble sentido, ella sólo sonreía.

Así pasaron un par de horas y circularon por nuestra mesa tres botellas de vino blanco, yo ya me sentía un poco mareada, regularmente no paso de cuatro copas pero esta vez el vino era buenísimo y la compañía mejor, empezaba a sentir cierto cosquilleo por todo el cuerpo; fui al baño y ya me sentía un poco pasada de copas, así que se me ocurrió refrescarme un poco poniéndome agua helada en el cuello, cuando sonó la puerta del baño y abrí. Era Cristian que me estaba apurando para irnos, yo salí de inmediato, pero cuando estuve cerca de él bastó para que me besara; mi primera reacción fue separarme de él, pero enseguida lo volvió a intentar y ya fue demasiado para mis fuerzas así que le correspondí, me dijo que lo esperara en mi casa, que sólo iba a dejar a Daniela y regresaba. Ya en mi casa sólo me dio tiempo de ponerme un poco cómoda: me puse algo transparente, pensando de qué manera lo podía excitar más; esta vez era diferente, en un club conoces a las personas casi desnudas y esto no era así, yo ya traía un toque de más malicia; la verdad él es mucho más joven que yo, tiene 23 años y yo tengo 31. Me sentía tan excitada, era como una fantasía para mí estar con un joven no muy experto, poder tener yo el dominio de la situación, eso me pone un poco caliente sólo el hecho de pensarlo.

Cuando abrí la puerta yo sólo traía puesta una diminuta pijama de nylon transparente, un mini short, y una camisetita pegadísima que deja ver mis formas en su totalidad. Como era de esperarse él se vino sobre mí para tenerme entre sus brazos, no faltó decirnos nada, entre las copas que ya traíamos encima y nuestros besos. Nos tocamos todo, él inmediatamente subió mi short para poder acariciarme las nalgas, yo lo abrazaba más fuerte contra mí para que sintiera mis tetas en su pecho, me besaba en el cuello, los hombros, las tetas. Abrazados, besándonos y acariciándonos llegamos a la recámara, yo estaba que escurría de lo caliente que estaba, le pasaba la mano encima de su pantalón para tocar su verga, la tenía grande y bien parada lista para que yo me la comiera; cuál iba a ser mi sorpresa que cuando yo pensaba montarme en él para empezar a desvestirlo él me tiraría en la cama, se puso sobre mí dejando caer todo su peso, yo sentía su verga y cada vez estaba más caliente, me sentía incluso impaciente porque me penetrara, seguíamos besándonos y cachondeándonos, me quitó la parte de arriba de mi sexy pijama dejando al descubierto mis redondas y suculentas tetas, se las quería comer todas, iba de una a otra rápidamente parando mis pezones de inmediato y calentándome cada vez más, yo le agarraba las nalgas apretándolo contra mí, poco a poco fui desvistiéndolo él seguía recorriendo mi cuerpo, ya me había dejado desnuda, comenzó a acariciarme entre las piernas yo se las fui abriendo cada vez más; estaba tan caliente que quería estallar, me tocaba tan rico, sus dedos eran muy ágiles, hacían que me mojara más, y yo gemía de placer, quería su verga, lo quería a él dentro de mí, él me giró y me puso boca abajo alzándome las nalgas para comenzar a chuparme, sentía su lengua por todas mis partes, haciéndome que yo me moviera junto con su lengua, qué rico me chupó, yo seguía deseando su verga así que me senté en la orilla de la cama y lo puse frente a mí para comerme entera su verga, él se puso tan caliente, le gustaba como lo hacía, él empujaba mi cabeza para que cada vez me la comiera más, estaba toda en mi boca, le agarraba los huevos y las nalgas, estaba a punto de venirse en mi boca pero se contuvo, me empujó otra vez a la cama yo le abrí las piernas para que viera lo que tenía entre ellas, no lo pensó más y se dejo caer sobre mí para penetrarme de un jalón yo lo sentí tan adentro, sus huevos pegaban en mí con su entrar y salir, empecé a gemir más fuerte, él lo hacía cada vez más rápido, sentía su verga dura, grande cómo entraba y se clavaba más fuerte cuando regresaba, qué placer, qué caliente estaba, nos comíamos a besos, yo empujaba mi cadera contra él, estaba a punto de venirme, él se hincó colocando mis piernas alrededor de su cuello, qué manera de coger, qué rico mete su verga en mí, ya no puedo más, me quiero venir, voy a estallar, no pares le decía, hasta que hizo que me viniera, él se salió de mí y empezó a jalársela tan rápido y fuerte que acabó en un grito viniéndose sobre mis tetas que se las junté para que mojara las dos, se vino delicioso, me besó otra vez mientras se vestía, me dio un beso más de despedida.

Al día siguiente recordé mi noche de copas y en lo que había terminado, sólo pensaba cómo se lo confesaría a Manuel, mi pareja; no sabía qué tal le caería la noticia, para mí era como una puesta de cuernos, era la primera vez que lo hacía con otro sin él. Cuando regresó quise platicarle de inmediato lo que había sucedido, él me escuchó detenidamente y muy comprensivo, sólo me dijo ¿por qué no me esperaste? Ese día hicimos el amor como locos por horas, y me decía 'cuéntame la historia otra vez'.

María del Val.

El amigo de mi primo desaparecido


¡Hola! Escribo una de mis tantas historias que me han sucedido a lo largo de dos años 7 meses de casada...

Empecemos, soy una mujer de 24 años recién cumplidos de piel blanca de ojos grandes de color verde aceitunados, con unas pestañas muy grandes boca chica pero carnosa, delgada con bastante busto, que generalmente provoco miradas, soy de cadera ancha aunque no tengo mucho trasero mis piernas son largas y duras pues hago ejercicio, desde que conocí el placer del sexo, me volví adicta a él. 

Mi esposo no es tan guapo pero es un buen hombre aquí el problema es que él no es muy activo sexualmente, y desgraciadamente para él yo sí... me considero una ninfomanía aunque la verdad muy exigente, no con cualquiera me acuesto, en estos años de matrimonio he tenido experiencias sexuales y no precisamente con mi marido.

Hay una en especial que me fascina, y fue con el mejor amigo de un primo lejano que hace mucho no lo veía por el destino me lo encontré en un bar, cuando lo vi me emocioné y fui a darle un gran abrazo, saludé a su amigo y sin más me fui a otra mesa con mi esposo quedando que otro día nos veríamos, pasó el tiempo y llego él a mi casa con el amigo mi marido no se encontraba en casa pues trabaja todo el día, cuando me percaté su amigo no dejaba de ver mis tetas, que son redondas, suaves de pezón rosado y grandes, no me molestó pues estoy acostumbrada a tal acontecimiento, mi primo me veía de una manera rara pero con ternura su amigo era de la misma altura que yo de buen ver moreno claro bien peinado, con unas nalgas de ensueño, y unas piernas y brazos que me decía que podían aguantarme sin problemas al momento de hacer el amor parados, su amigo llamado Alex, despedía un olor de su loción que me podía volver loca pregunté sin más preámbulo ¿quién de ustedes huele a CÓGEME? los dos sonrieron e hicieron un movimiento con sus hombros dándome a entender que no sabían me acerqué a mi primo y después a su amigo, diciéndole tú eres el que huele a sexo.... me gusta tu olor, él perturbado por el comentario volteó a ver a mi primo y le sonrió y le dijo tu prima quiere abusar de mí siendo que soy mucho más chico que ella, y le pregunté qué tan chico me contestó tengo 18 años... 

Sonreí y me dije a mí misma es hora de que alguien te de una buena lección de sexo... pasaron los días y un día sin avisar tocaron a la puerta demi casa era Alex, sonriendo me saludo y me dijo que no me invitas a pasar, claro le contesté, la segunda frase que salieron de esos labios carnosos fue ¿y tu esposo? trabajando... ¡ah! si quieres otro día regreso sólo permíteme hacer una llamada pues se acabó el crédito a mi celular, claro se acercó al teléfono mientras yo admiraba esas nalgas duras y bien puestas, me dio un escalofrió al oler que olía a esa loción que me volvía loca, terminó su llamada y le dije hoy también hueles a cógeme... 

sonrió y me dijo y luego qué esperas, me dio una gran sorpresa y le dije por mí no hay problema... me acerqué y empecé a oler su cuello despacio apenas teniendo contacto de mis labios con su cuello inmediatamente se erizó su piel regresé mi mirada a su cara y sonreí, acerqué mis labios y le di un beso húmedo cachondo pero tierno dándole a sentir mi deseo por él... mordí sus labios él se dejaba querer y no oponía resistencia alguna, después de un rato de besarnos sus manos llegaron a mis tetas y me dijo me encantaron desde el primer día que las vi, son tan redondas y tan suaves que me ponen a 100, mi mano sin esperar más llegó a sus nalgas y empezaron a acariciarlas, después de un rato vi que él no iba a ir a más allá me despegué de él y me quité la blusa blanca ajustada que llevaba, él sonrió y se puso rojo sus manos en dos segundos tenía mis tetas aprisionadas empezó con movimientos inexpertos a acariciarlos le tomé sus manos y le ayudé a hacer el trabajo bien movimientos circulares lentos y apenas rozando mis pezones después de un jugueteo no mayor a cinco minutos decidí quitarle su camisa empecé a besarle los pechos y su abdomen y sin avisar fui a buscar lo que tanto deseaba su pene, me acerqué lo tomé con mis dos manos, era una verga normal pero sus huevos era muy grandes llenos de leche esa leche que quería dentro de mí, con la punta de la lengua empecé a recorrer el cuerpo de esa verga hasta podérmela comer toda sentía cómo las venas se hinchaban y como estaba a punto de correrse me hice para atrás y le pregunté qué pasa estas excitado y sin poderme contestar me levantó y empezó a desnudarme era tanta su excitación que rompió los botones de mis pantalones ajustados y me bajó el pantalón con todo y tanga... desabrochó el sostén y su boca mamaron con gran desesperación mis tetas, no tan bueno haciéndolo pero su desesperación y deseo me excitaban, lo desnudé por completo y lo aventé al sillón de mi sala en ese momento su verga parecía explotar y aunque lo quería dentro de mí no me iba a arriesgar que se viniera en dos minutos así que decidí que la primera fuera una corrida de boca y verga y así fue se la mamé de principio a fin entraba su verga hasta mi campanilla y hacía que me diera cierto asco pero después de unos minutos ya no la sentía sólo sentía su calor y su textura suave dentro de mí succioné hasta que se corrió en mi pecho, se me quedó viendo y me dijo te toca gozar... 

¿cierto?, sonreí y me limpié con un pañuelo que estaba cerca, acercó una pequeña mesa y me abrió mis piernas él se arrodilló y quedó a la altura de mi coño, me afirmó aquí huele a ¡cógeme ya! y reí, me gusta tu olor es suave y excitante yo le dije deja tu comentario para después y cométela, empezó por besarme el pubis, y el poco vello que tengo dejaba observar el terreno desde el pubis, clítoris y vagina su lengua era larga y se movía muy bien, empezó por besarme la ingle se fue acercando hasta rodear solamente con la punta de su lengua el pubis mi cuerpo se estremecía y deseaba que la chupara que se la comiera por completo pero también quería disfrutar esa excitación de no sentir su lengua y sus labios en mi clítoris, bajó hasta mi vagina y introdujo su lengua mi espalda se arqueó sintiendo el placer del sexo oral, metió y sacó varias veces su lengua dentro de mi vagina hacía movimientos circulares pequeños pero perceptibles hasta el culo, después regresó al clítoris después de dos vueltas al ruedo del clítoris decidió comérselo lo tomó con sus labios y empezó a succionarme como si fuera un ostión que se quiere salir de la boca, 

¡¡¡por Dios!!! exclamé quería que parara y me cogiera pero al mismo tiempo quería seguir sintiendo ese orgasmo de contracciones y de corrida.... después de cinco minutos le pedí a gritos fóllame ahora ya quiero sentirte dentro de mí por favor hazlo...

Sin dudarlo se levantó y me la dejó ir hasta el fondo mi lubricación permitió que entrara hasta el fondo que sus huevos rebotaran con mis nalgas pues mis piernas las tenía él en sus hombros, empezó a moverse despacio, sin ninguna prisa, sacándolo casi por completo y regresando lentamente, cada vez me volvía loca un chico de 18 años hacía mejor el sexo que mi marido no puedo creerlo, después de varias embestidas decidió ocupar una de sus manos en mi clítoris en ese momento más de una contracción me hicieron retorcer, de placer mis senos se movían al compás de sus movimientos de cadera, él sólo gemía y cerraba los ojos, después de que mis contracciones cedieron un poco me giró sin sacar su verga de mi interior y bajó mi cadera quedando solo mi cintura y mi pecho recargada en la mesa, ahí sus embestidas eran más rápidas más arrítmicas hasta que de un grito los dos terminamos, quedó recostado en mi espalda y sonriendo los dos decidimos irnos a acostar al sillón, después de unos minutos me levanté y me dirigí a la cocina, le ofrecí algo de tomar y no quiso abrí el refrigerador y encontré un poco de crema chantilly, en tubo, riendo y llevándomelo con las manos atrás de la espalda la crema me dirigí a él qeu mantenía sus ojos cerrados y sus manos tocándose la verga y sin aviso le eché la crema chantilly sobre su pene y empecé a devorarlo, en menos de un minuto su pene estaba de nuevo erecto que podía espera si tenía tan solo 18 años su capacidad de recuperación era magnífica mientras yo se la mamaba él decidió untar todo mi cuerpo de crema chantilly, mis tetas se veían más blancas y apetecibles que nunca mi abdomen mis piernas y mis muslos estaban blancos por la crema, después de que le quité toda la crema me tumbó al suelo y empezó a restregarse su cuerpo con el mío quedando los dos totalmente bañados de la crema, nuestros cuerpos se movían suave y se deslizaban tanto que cuando la penetración se dio sólo sonreímos y empezamos a gozar como dos locos, me sentía como si fuera mi primera experiencia sexual pero muy grata, después de más de una hora de bombeo terminamos nos limpiamos se despidió de mí, y desde entonces cada vez que se le acaba su crédito del celular viene a mi casa a hablar por teléfono... y algo más...



Ojalá les haya gustado porque para mí fue una de mis mejores experiencias...

De como Carmen se hizo bi


Cómo Carmen se transformó en bisexual...

Hace tiempo escribí sobre mi aventura con una chica de 32 años. Bueno el cuento siguió duro y cada fin de semana nos encontrábamos a mantener relaciones sexuales muy íntimas y cada encuentro iba subiendo de temperatura. La chica en mención es Carmen y definitivamente es una mujer que le gustaba la verga, pero tenía un problema: era muy conservadora y la verdad es que a mi con todas las visitas a las páginas web y cuentos eróticos y fotos y videos tengo la mente mucho más imaginativa y me gusta de todo. Como les digo las cosas iban subiendo de tono, una mamada de verga mas completa, con todo y bolsas, un rompimiento de culo, una penetración vaginal con objetos, en fin, todo caliente en cada encuentro.

Pero la verdad es que ella era mi juguete favorito y empecé a meterle algunas ideas innovadoras en la cabeza, una película tres X, y poco a poco la fui convenciendo que le hagamos participar en un trío a otra persona y la convencí de que sería fabuloso a una mujer. Ella para complacerme aceptó la idea, pero yo iría más allá.

Como ella no vive en la ciudad, la llamé un día miércoles y quedamos en encontrarnos para una noche de sexo el viernes, luego de nuestros trabajos. Ella llegó como a las 8 de la noche a la estación del bus, y yo había tenido un día muy duro con unas tres reuniones por lo que estaba cansado. Entre las sorpresas que ella no sabía es que me había metido hace un par de meses a un club de swingers y de mujeres solas y hombres solos buscando sexo, y había logrado una amistad muy íntima con una chica de 35 años, no muy alta y no muy agraciada en el rostro, pero con unos ojos y una boca de sexo. Además con un cuerpo que aunque medio regordete en las caderas que le hacían ver muy bien en jeans y unas tetas con unos pezones fabulosos. Cuando la conocí, cuento que no viene al caso, tuvimos sexo toda la noche y le había comentado de mis inclinaciones a mantener relación en trío y ella muy abierta me dijo que si tenía algo en mente. Le propuse una idea que se me venía ocurriendo desde hace rato.

La idea se concretó en lo siguiente: Cuando Carmen llegó aquella noche de viernes, la invité a tomar en una bar de parejas únicamente y empezamos a beber cerveza como a eso de las 9.00 de la noche. 

Como a las 10.30 Carmen estaba un poquitín alegre, iniciando como se dice, la faena del licor. Se me ocurrió que la cerveza sería demasiada inversión y quizás no llegaría a la meta propuesta, asiesque pedí con el consentimiento de ella una botella de ron. Iniciamos con una breves caricias por los senos y la chucha. Busqué un lugar super escondidito en la obscuridad y la mandaba mano, le acariciaba los senos, los pezones, la vagina encima del pantalón y se notaba claramente que estaba empezando a mojarse, le abrí el pantalón y con tino le bajé un poco la tanga y le metí los dedos. 

Ella como era de costumbre, empezó a moverse alegremente y mientras con la una mano tomaba el licor con la otra empezó a masturbarme. Sin embargo con los efectos del alcohol estaba medio inhibido y asi pasamos como una media hora, entre trago y manoseos. Me dí cuenta que ella había terminado como un par de veces y eso me excitaba más y me calentaba más que tenía el pene a punto de explotar pero había que cumplir una experiencia y decidí controlarme. Cuando estabamos a la mitad de la botella y sería cerca de las 12.00 pm, llegó Alicia tal como lo habíamos planeado. 

Ella era amiga del barman del bar y la dejaron entrar sola si ningún problema. Yo no me había dado ni cuenta con la emoción en la que me encontraba cuando la vi de reojo. Parecía que se estaba marchando y la llamé discretamente. Ella llegó y de lo más natural me dio un besito en la mejilla y le presenté con Carmen. Como lo planeamos, Alicia le contó la historia de que su novio la había plantado y que estaba sola a punto de irse. Yo le dije que se quedara y que nos acompañara, que ella era una chica con la que a veces realizaba trabajos y que a los tiempos la veía. Carmen no se tragó mucho la idea pero la aceptó en todo caso. Como Carmen y yo estabamos muy juntos sentados, necesitaba que más bien Alicia la empezara a trabajar en la idea del lesbianismo y decidí poner el pretexto del baño y me separé un rato. 

En efecto en el baño traté de demorarme y serían como 15 minutos que salí y vi directo una escena que me encató y me prendió más de lo estaba: Alicia tenía unas de sus manos en las piernas de Carmen y esta la agarraba. Asiesque decidí sentarme en la barra a ver el acontencimiento y mientras la botella se acababa. Así pude ver que poco a poco y entre conversaciones Alicia empezó a meterle la mano en la entrepierna de Carmen y ella como reaccionando o quizás sin saber qué reaccionar se dejaba y tenía el rostro enojado al principio, por lo que pensé en intervenir y terminar con esta cuestión inmediatamente y hacerme el loco, pero al rato Carmen le clavó un beso en los labios, que creo que ni Alicia se esperaba. Se separó rápido pero me quedó la idea de dejarlas un rato más. Así se acabó la botella y yo un par de vasos de licor que había solicitado en la barra. 

En ese momento pensé en intervenir pues lo más complicado ya estaba hecho y no lo había hecho yo sino Alicia. Ese día ella estaba con unos jeans apretados pero descubiertos desde la pantorilla y con tacos altos, Carmen en cambio con unos jeans apretados pero hasta los tobillos y con unos tenis blancos. Cuando estaba por acercarme, Alicia le robó un beso y ví la mano de Carmen dentro de la blusa de Alicia manoseando sus seños y pezones, y las manos de Alicia dentro del calzón de Carmen, pero no por delante sino por detrás, metiéndole el dedo en el culo. Con todo el ruido de la música se podía oir cerca el jadeo de Carmen entremezcla de dolor y placer.

Cuando me acerqué, Carmen se sonrojó y con el rostro medio desencajado por el trago me increpó la tardanza y me dijo que sería bueno salir del lugar e irse a descansar. Era la primera vez que me lo decía así, pues en otras ocasiones y en otros bares me decía que quería irse para tener "sexo rico papito" En efecto cancelé la cuenta y salimos los tres, Carmen me cogió del brazo muy fuerte y prácticamente apartó a Alicia que salió detrás nuestro. Al salir le dije que nos ibamos a mi apartamento, pues vivo solo, pero nos ibamos los tres, porque Alicia no se podía ir así en un taxi y sola. Carmen se puso un poco molesta porque trataba de decirme algo, pero no quería que lo oiga Alicia. En fin nos trepamos a un taxi y nos fuimos a mi departamento. En el camino nadie mencionó palabra y todos parecíamos estar dormidos y en mi cabeza me daba vueltas no solo el trago sino también las confusas ideas de que es lo que sucedería en los siguientes minutos.

Cuando llegamos, Carmen se caía del sueño y en mi mente se dibujó la idea más pesimista que tenía del plan. Dejar durmiendo a la una y terminar culeando el resto de la noche con una sola mujer, cualquiera de las dos que fuere. Asiesque instalé en la sala a Alicia y le dije que me esperara lista y desnudita porque pronto regresaba, y ella me pidió disculpas porque el plan hasta ese momento no se estaba concluyendo. 

ME contó que le había propuesto hacer el amor entre los tres pero que la idea no le agradó mucho y aunque le gustó el manoseo era una verdadera confusión. Cuando regresé a la habitación principal encontré a Carmen en el baño con la puerta entreabierta y masturbándose con un cepillo de dientes!. Entré y se sonrojó con lo que le dije que no había problema que en nosotros, en Alicia y en mí, podía confiar y hacer todas sus fantasías. En ese momento, me bajó el pantalón y me dio la más dulce y fuerte mamada que me habían dado en mi vida. "Así quieres sentirte verdad cabrón? Así te hace sentir ella? Pues yo puedo mejor.......! y por la influencia del trago y gracias a eso, no terminé en la cara de Carmen, más bien, llegó Alicia y dijo que lo hacía porque había llegado el ruido hasta la sala de mis jadeos. 

Salimos del baño y Alicia se acostó en la cama con las piernas abiertas, yo estaba admirado por la belleza de Alicia y al parecer Carmen también que inmediatamente se botó a la chucha de Alicia y la empezó a mamar pero en forma desesperada que antes de excitarla la estaba molestando. Mientras yo había lubricado mis dedos con vaselina y estaba penetrándola con los dedos por el culo, cuando ya estuvo abiertito, le metí la verga hasta el fondo y de un solo tirón. En ese momento dejó de lamer el clítoris de Alicia desesperadamente y lo hizo con más calma que ella no tardó y en 5 minutos terminó con un montón de jugos vaginales que se regaron el rostro de Carmen. Cambiamos la posición y Carmen y Alicia hicieron un 69 muy rico enfrente mío. La que estaba debajo era Carmen que era masturbada, mamada y violada por Alicia y por la excitación empezó a mamarme la verga. Sin embargo aun faltaba la faena con Alicia.

Mientras Carmen le mamaba la chucha a Alicia yo aproveché mi erección todavía lista y le penetré por el culo a Alicia, una escena grandiosa y rica, de la más rica! Me sentía en el cielo y cuando estuve a punto de terminar, saqué la verga y les terminé a las dos en sus cuerpos sudorosos y se mezcló con mi semen. Yo terminé extasiado, pero ellas se pegaron otro polvito entre besos y jadeos, entre aruñazos de desesperación de Carmen sobre todo, que le mordisqueaba los pezones a Alicia y esta parecía que había encontrado el punto preciso que también reaccionaba con más destrampes y manoseos fuertes a Carmen.

Cuando me dí cuenta, el sol estaba saliendo y empezaba a clarear, eran 15 minutos antes de las 6.00 de la mañana. Todos caímos extasiados y con ganas de descansar y nos dormimos. Cuando en el transcurso del día me levanté, las ví sudorosas y olían a una mezcla exitatante de semen y sudor y flujos vaginales. Pude ver algunos moretones, lo que acá llamamos chupones en varias partes del cuerpo.

Cuando ellas se levantaron nos duchamos los tres y pude nuevamente hacerle el amor a Alicia y a Carmen. Finalmente nos vestimos y ahora, Carmen decidió cogerse el brazo mío por un lado y de Alicia por el otro. Dejamos a Alicia en su departamento, y con ella subió Carmen. No se qué se dijeron pero cuando subí a ver qué es lo que pasaba las encontré en un beso muy pero muy tierno y profundo. Preferí bajar las gradas y esperar y al rato salió Carmen con una cara de yo no fui pero con todo el cabello alborotado, con una expresión de puta recién terminada de trabajar.

En el camino a la parada de autobuses me reclamó porque no le había contado todo desde el principio y cual podría ser el final, pero que quería seguir teniendo sexo con mujeres siempre y cuando yo esté allí y con mi permiso, que podía elegir a las acompañantes pero empezamos una nueva etapa sexual que aunque está en sus comienzos puede ser gratificante en el tiempo. Esto sucedió en le mes de junio de 2002 y al momento intentamos salir con la tercera mujer, pues en septiembre pasado tuvimos otra experiencia muy rica con otra señora de 37 años y nos gustó mucho. Por ello si alguna mujer decide integrar un trío con mi conviviente y conmigo, no dude en contactarme. Con respecto a Alicia, yo sigo manteniendo sexo con ella de manera esporádica quizás cada 15 días y entre semana, pues los fines se lo dedico a mi putita Carmen.

El cuarto rojo


El pub donde a veces nos encontramos el grupito de amigos de aquí lo lleva un tipo muy gordo de unos 50 años. Yo parezco una miniatura a su lado.

Hace unos días quedamos allí y, como de costumbre, estuvimos un rato charlando y jugando a billar americano, y también como de costumbre estaba el chulito de Mario y su novia, con los que había hecho el trío un finde y después del cual ya no era tan chulito conmigo porque en esa ocasión le había demostrado que yo ya no era la niña aquella temblorosa e inexperta que no había sabido chuparle la polla y había sido un corderito en sus manos.

Yo ya había notado que las miradas del dueño del pub no eran inocentes en absoluto y como desde que había vuelto yo de Londres la ropa que usaba era bastante provocativa, la cara con la que me miraba indicaba lo que pasaba por su cabeza. Y tengo que admitir que cuando le pillaba mirándome de aquella manera tan evidentemente lujuriosa, me picaba el chichi.

Como he dicho, es muy gordo, mucho mayor que yo y me pasa por lo menos veinte o treinta centímetros, pero eso añade más morbo a la situación. Me gusta probar con todo tipo de gente. Eso es lo que llaman promiscuidad, creo.

Había visto también a su mujer, que no trabajaba en el pub, pero había pasado alguna vez y aunque no tan gorda cómo él, también estaba muy rolliza. Era bastante simpática, pero no me podía imaginar la postura en la que se pondrían al follar, porque era imposible que con sus barrigas y sus culos llegaran a hacer contacto su polla y su coño.

Pronto me enteré de que cuando le dijo a su mujer quien iba a trabajar en el bar los fines de semana, le dijo que mucho cuidadito, que yo parecía una puta. Eso no me ofendió en absoluto, más bien al contrario, me dio un subidón de autoestima. Londres me había cambiado radicalmente.

Normalmente había una chica que le ayudaba en el pub, pero ese día no estaba y cuando le preguntamos dijo que se había marchado y él estaba buscando a alguien para echarle una mano los fines de semana.

Yo necesitaba dinero para escaparme a Londres otra vez y le dije que podía ser yo, si le iba bien. Por la reacción que tuvo, me di cuanta que la idea le gustaba mogollón, así que quedamos al día siguiente, un domingo, un rato antes de abrir para que pudiera enseñarme cómo funcionaba todo antes de abrir por la tarde.

Mientras me enseñaba donde estaban las bebidas en los frigoríficos no perdía oportunidad de rozarme por todas partes y como yo no decía nada, cada vez eran más atrevidos los roces. Mano en la espalda, en la cintura… De manera cariñosa, eso sí, pero se veía por donde iban los tiros, cosa que yo ya sabía. Seguramente era su manera de averiguar si yo era una puta o no.

Después de enseñarme donde estaba todo, cogió una llave del bolsillo, abrió una puerta que había al lado de los servicios donde había una señal de no pasar y me dijo que allí era donde él se relajaba de vez en cuando.

Desde luego el lugar ideal para una puta. Había una luz tenue azulada, un sofá, una mesita y una pila de sillas amontonadas en un rincón. Y todas las paredes e incluso el sofá estaban tapizadas de un rojo intenso muy sugerente.

Me lo dijo en un tono demasiado casual para creerme que allí solamente se relajaba, pero no le di la más mínima importancia. Solamente le dije sonriendo que parecía muy cómodo.

Me miraba a la cara como mandándome un mensaje sin palabras y se veía claramente que se moría por meterme mano, pero no se atrevía a más, supongo que no sabía como reaccionaría yo y temía que no fuera de la manera que a él le habría gustado. El paso lo tenía que dar yo, y lo iba a hacer, pero quería calentarle más. Dirás que soy un poco perversa, y es cierto, pero quería ver hasta donde le provocaba, cuándo no se iba a poder contener. No era para putearle, ya había decidido que al final tendría su recompensa aunque sólo fuera una paja.

Esa tarde estuvo lloviendo bastante; de unos días de calor insoportable habíamos pasado a lluvia, viento y frío, así que no vino mucha gente. Mis colegas un rato y pocos clientes más.

El pasó por detrás de mi unas cuantas veces cuando estaba yo en la barra y como tenía que pasar de lado, cada vez que lo hacía rozaba su barriga contra mi espalda, cada vez menos disimuladamente.

Una de esas veces, cuando vi por el rabillo del ojo que iba a pasar, abrí la tapa del botellero y me incliné simulando buscar una lata de dentro sacando un poco el culo hacia atrás justo cuando pasaba. Sentí que mi trasero tocaba justo por debajo de su barriga y noté que estaba empalmado. Vaciló un momento y por un instante pensé que se iba a parar ahí, pero pasó frotando su paquete contra mi culo. Le pedí perdón con una sonrisa muy maliciosa y el contestó que no pasaba nada de manera demasiado natural, pero creo que entendiendo que yo lo había hecho a propósito. Me dio la impresión de que de haberse parado un momento haciendo contacto con mi culo se habría corrido sin sacársela de los pantalones.

Llegó un momento en el que ya no quedaba nadie en el pub y aunque todavía faltaba un buen rato para la hora de cerrar, dijo que cerrábamos porque seguramente ya no iba a ir nadie con el tiempo que hacía.

Bajó la persiana de hierro de la puerta, rellenamos los botelleros y limpiamos el bar. Cuando acabamos me dijo si quería tomar algo y le acepté un whisky, que aunque no me gusta mucho, las veces que lo he bebido me ha dado un toque guapo.

Sirvió dos copas y se dirigió directamente con ellas en las manos al cuarto rojo diciendo que estaríamos mejor. Le seguí y se sentó en el sofá dándome un de los vasos.

La verdad es que todo rojo oscuro y con aquella luz azulada, aquel cuarto daba un toque de morbo, parecía la habitación de un prostíbulo.

Si tenía la polla dura, no se le notaba, ya que sentado como estaba su barriga le llegaba casi hasta las rodillas tapando lo que tuviera debajo.

Yo me quedé de pie mirando alrededor del cuarto, me preguntó si me gustaba y le dije que lo encontraba “muy acogedor”

Intentando hacer una broma me dijo que podía sentarme en el sofá también, que no me iba a comer.

Le miré sonriendo y pensando que si alguien iba a comer algo, esa sería yo y no él.

El whisky que bebía a sorbitos estaba empezando a hacerme efecto y empezaba a sentir su calor, además el ambiente de la habitación me hacía sentirme un poco putilla sabiendo que tenía la sartén por el mango.

Yo aún no me había sentado y estaba de pie delante de él, que me miraba de tal manera que parecía que iba a empezar a babear.

Aún le hice rabiar un poco más. Puse la mano por debajo de la camiseta subiéndola un poco dejando ver mi vientre y dije que en aquel cuarto hacía mucho calor, y era verdad. La boca se le habría llenado de saliva, pues tragó varias veces dirigiendo su mirada a mi mano.

Y ya no seguí con el juego.

Estiré la camiseta hacia arriba y me la saqué. Llevaba unos sostenes negros de puntillas que me había comprado en Camden y que tapaban solamente media teta, justo por encima de los pezones. Le dije que no lo tomara por costumbre y me acerqué a él. Su cara quedaba justo a la altura de mis tetas y vi como temblaba su mano. No se decidía a levantarla. Era curioso ver a un tipo tan grandote y muchos años mayor que yo temblando como una criatura indeciso ante lo que le estaba poniendo yo al alcance de la mano. Parecía la primera vez de un adolescente.

Quizás pensaba que realmente era un puta y tenía que pagarme, no lo sé. El caso es que me acerqué aún más y ya me puso las manos sobre mis pechos. Con un dedo bajó los sostenes por debajo de los pezones, acercó la cara y se metió uno en la boca. Le cogí la nuca y apreté contra mi. Lo chupó y lamió como un perrito la mano de su amo.

Ahora ya no se trataba solamente de él, yo también me estaba calentando y algo tenía que hacer. Necesitaba ver su polla.

Le aparté un poco y me quité los sostenes, luego me bajé los shorts que llevaba puestos y me quedé con las mallas apretadas que suelo ponerme y que dejan ver perfectamente la raja de mi chichi. Ahora ya se había abierto la veda y bajó una mano hasta ponerla encima de mi entrepierna apretando hacia dentro. Como me cuesta muy poco mojarme, en ese momento ya lo estaba y cuando lo notó respiró profundamente como si estuviera suspirando.

Me frotó un poco por encima mientras seguía chupándome un pezón tras otro.

Como parecía que no iba a cambiar de táctica y se iba a pasar toda la noche haciendo lo mismo, me aparté y me saqué las mallas, debajo de las cuales nunca me pongo bragas, me subí al sofá con una pierna a cada lado suyo, le puse mi coño sobre la cara y le dije que bebiera, que el licor que me salía era más sabroso que el whisky.

Me puso las manos sobre las nalgas apretando y me lamió metiendo la lengua todo lo que podía dentro tragando zumo varias veces.

Él parecía que fuera la primera vez que veía un coño con lo que yo seguía dirigiendo porque él no tenía iniciativa y yo seguía intrigada por saber lo que tenía debajo de la barriga.

Cuando ya llevaba un rato chupando de mi, me bajé del sofá y le dije que se pusiera cómodo también. Se levantó y se quitó la camisa, los pantalones y los calzoncillos como un corderito. Dios! Su barriga aún parecía más gorda que con ropa y por debajo le sobresalía la punta de de una polla que dudo él se pudiera ver si no era con un espejo.

Chupársela tal como estaba era imposible, pues la cabeza haría tope con su barriga y no llegaría a tocarle ni con la lengua. Él lo sabía y también sabía mis intenciones. Se sentó en el sofá y aún despareció más engullida por su vientre, pero se tumbó dejándome la visión completa de lo que tenía.

Aunque sin ser minúscula, era una de las pollas más pequeñas que he tenido el placer de ver y tocar, pero cuando la agarré noté que estaba tan dura como una roca.

Me arrodillé en el suelo al lado del sofá y le pasé la lengua un par de veces antes de metérmela en la boca. Él también estaba mojado, por la raja del capullo le salían gotas de zumo suave y dulce. Me puse manos a la obra y empecé a chupársela hasta el fondo sin problemas. Mi boca ha acogido tamaños mucho más grandes.

Él metió la mano por debajo de mis piernas y mientras yo le chupaba me fue follando con los dedos. Los metía y sacaba demasiado deprisa y le dije que fuera con más calma. Al cabo de muy poco ya noté que iba a correrse y paré. Le aparté la mano de mi chichi y yo misma me hice una paja mientras le sacudía la polla hasta que se corrió enseguida encima de mi mano. Yo seguí un poco más sin soltarle la polla hasta que me vino.

Se quedó casi sin respiración tumbado allí, yo salí del cuarto, me lavé un poco, me vestí y él seguía tumbado en el sofá respirando profundamente sin creerse todavía lo que había pasado.

Antes de irme le recordé que no se lo tomara como algo habitual.

Yo ya había saciado mi curiosidad y algo más.

Eso pasó anteayer, domingo y hasta el finde que viene no vuelvo a trabajar, pero ya le he compensado por haberle calentado la polla con mis provocaciones y además voy a ver si me sube el sueldo, que tengo que irme a Londres.

En realidad, una polla es una polla y nunca hay que despreciarla sea quien sea su dueño!

Empezamos hablando sobre lliteratura y...


Pues como todo en ésta vida éste relato tiene un comienzo y de momento no hay un final, esperemos que dure mucho y el final se demore lo máximo posible.

Los protagonistas de la historia van a ser Amalia, una mujer de 38 años del Este de la Península Ibérica y yo, Ramón un madrileño de 34 años.

Ella aproximadamente 1,65, actualmente rubia y cuerpo de los que miras y dices ufff, ni mucho menos lo que nos vende la sociedad como un cuerpo 10, tampoco gorda está… macizorra y sinceramente me encantan así las mujeres, tener de todo donde te puedes agarrar como se suele decir, que estando en 4 cuelguen unas buenas tetas y su cuerpo quede coronado por un buen culo.

Yo, aproximadamente 1,85 castaño y cuerpo… normal hago mucho deporte, sobre todo aeróbico mucha bici de carretera aunque también voy al gimnasio pero debido a las largas salidas con la bici incluso de 7 horas por sesión no estoy musculado, más bien fibrado como se suele decir.

Todo empezó un día en un grupo de Facebook, donde se hablaba acerca de literatura en éste caso erótica y tras intercambiar un par de comentarios nos agregamos como amigos y yo comenté que me gustaba escribir relatos eróticos, a ella le gustaría leer lo que escribía y muerto de la vergüenza pasé enlace a mis primeros relatos, hacía mucho que no leía mi primer relato y al releerlo me dio vergüenza ya que me pareció muy malo. Tras ésta primera lectura me pidió más y me dijo que le gustaba, fue cuando leyó la saga con mi excompañera de trabajo (la cual tengo que ampliar, ya que se han dado más capítulos) y una cosa llevó a la otra y empezamos a hablar de sexo.

Qué te gusta, que no te gusta donde lo has hecho… ese tipo de cosas, a la vez que hablábamos de nuestra vida, lugar de trabajo, desengaños amorosos, follamigos, ese tipo de cosas del día a día, tras las numerosas charlas ella quedo con el nombre de viciosilla y la verdad que le viene al pelo, porque lo es.

Tras estar hablando durante unos cuantos meses y aprovechando que ella iba a visitar a una de sus mejores amigas a Madrid decidimos que nos íbamos a ver en persona, sabiendo perfectamente como iba a terminar la visita.

Fue hace dos sábados, el 23 de Septiembre había llegado antes, pero fue el día que me había reservado, mejor dicho la tarde noche, que es cuando nos íbamos a ver, hasta el día siguiente que ella volvía a su tierra.

Fui al lugar donde habíamos quedado y allí estaba ella, sin muchas florituras, como me gusta a mi un pantalón vaquero negro ajustado, zapatillas, y una camiseta con escote palabra de honor que dejaba entrever como dije antes unos formidables pechos, yo parecido vaquero, zapatillas y camiseta, muy en mi línea. Tras dar una vuelta por el barrio de la Latina, tomar unas copas unas tapas… decidimos ir a tomar una copa a algún bar pero lo pensamos mejor y decidimos ir directamente a tomar esa copa a mi casa, yo pregunto, ¿estás segura viciosilla? Sabes que de mi casa no sales entera mientras guiño un ojo, ella empieza a reírse y dice segurísima.

Ponemos rumbo hacia mi casa, para ello vamos en metro unos 15 minutos no había mucha gente, pero tampoco estaba vacío así que hicimos el trayecto de pie, yo en su espalda y ella moviendo con disimulo su culo sobre mi paquete, consiguiendo lo inevitable, yo mientras acariciaba sus hombros, su cintura… y daba pequeños mordiscos en su cuello o en su oreja, a la vez que dije, ésta me la vas a pagar que lo sepas.

Ya en mi casa subimos en el ascensor besándonos aprovechando el tiempo, nuestras manos no estuvieron quietas ni un momento hasta que entramos a mi casa y nos pusimos formalitos, tomamos la copa que habíamos hablado y empezamos a hablar de nuevo, de lo que nos gustaría hacer y si sería tan bueno como las expectativas que nos habíamos formado. Antes de terminar la primera copa ya estaba ella sentada encima de mi, sin camiseta y comiéndome la boca, a la vez que yo agarraba su culo y no dejaba quieta mi lengua, que pasaba de su boca, a su cuello, a su oreja de nuevo… y mis manos cambiaban de ese culazo a esas tetas, hasta que ella me pidió que le quitara el sujetador, sin pensarlo lo hice, dejando libre esas dos tetas que tantas ganas tenía de ver, como presentí… eran dos tetas grandes con un pezón rositay muy grande, ya estaban erectos y no pude evitarlo, mordí uno de ellos suave para tantear su cara, que fue de sumo placer, cerró los ojos y emitió un gemido ahogado.

Tras quedarse sin nada en su parte superior hizo lo propio y me quitó mi camiseta, hizo exactamente lo mismo que yo y se rió al ver mi sobresalto ya que no esperaba ese mordisco en mi pezón, se puso de pie y se fue quitando el pantalón, quedándose solamente en tanga, yo me puse de pie igual que ella, quitándome mi pantalón y quedamos los dos en ropa interior, sin que ella se lo esperara le di un azote desde atrás a la vez que decía en su oído esto por viciosilla, hoy vas a ver lo que es bueno, sabía que nunca le habían dado un azote en ese contexto y no supe si le gustó en exceso, lo que sí que puedo garantizar es que no le disgustó. 

Como estaba detrás de ella empecé a besar su cuello, pasar mi lengua por su nuca, bajar dando besos por su espalda y volvia a subir, la giraba y pasaba besando cerca de sus pechos pero sin tocarlos, bajaba por su tripa, con mi lengua hacía el contorno de su tanga, por sus ingles, por su culito y cada vez que pasaba notaba más humedad, bajé por sus piernas besando, su corva sus gemelos sus muslos… y ella apenas podía evitar los suspiros, según subía y sin que lo esperara de manera muy rápida retiré un momento su tanga y di un lametazo rápido a su húmedo coñito, lo cual provocó un flaqueo en sus piernas y un gemido fuerte, me miró y dijo joder como me tienes, me puse detrás de ella y apreté sus pezones fuerte mientras que mordía su cuello de nuevo y dije en su oído muy suave, te voy a quitar el tanga y te voy a poner en 4 para comerte entera y así fue, ella muy dócil muy sumisa se bajó el tanga y se puso en 4 en el sofá y yo tal y como dije… 

empecé a dar besos y lametazos ya sí cerca de la zona donde ella quería, para cuando menos lo esperaba… pasar mi lengua por toda la longitud de su coño para ahora sí quedarme ahí bebiendo de la mejor fuente del mundo, de su coño húmedo y chorreante, ella ya no gemía, si no que gritaba de placer y me pedía más, yo hacía caso a la vez que metía ya un dedo en su coño, dedo que iba jugando con la entrada de su culo ya que es algo que sabía que tenía a medias, el placer con el sexo anal, como sabía que iba a querer probar estaba bien preparado y para ello… todo empezaría con una buena preparación de su culo a base de lametazos y besos, cuando estaba bien lubricado ya metí un dedo y al rato tenía dos dentro, ella solo me decía sabía que ibas a querer terminar de iniciarme por el culito y he venido preparada y concienciada para ello. 

Yo me reí tras su confesión y le dije eres una viciosilla mientras pellizcaba su pezón y arrancaba otro gemido más, sumado ese pellizco en el pezón, mis dos dedos en su culo y con el trabajo de mi lengua en su coño se corrió sin previo aviso se limitó a empujar mi cabeza y gritar su orgasmo a los cuatro vientos y a mis vecinos, que estoy seguro que se enteraron. 

Fui sacando dedos de su interior y mi lengua empezó a subir hasta llegar a sus tetas, aprovechando para lamer bien sus pechos, dar mordiscos y cambiando de uno a otro a la vez que ella iba recuperando su respiración y me dijo ven, acerqué mi boca y me la devoró probando sus flujos vaginales que todavía estaban por mi cara, mi lengua y me dio un beso a la vez que acariciaba mi polla, me puso de pie y me bajó los calzoncillos quedando mi polla a la altura de su cara la miró a ella, me miró a mi y dijo es hora de que coma yo y de una sola tacada se la metió hasta la mitad y poco a poco fue avanzando hasta que sentí su nariz contra mi abdomen, miré hacia abajo y ella también me miraba, la fue sacando poco a poco a la vez que iba agarrando mi polla a medida que salía de su boca, una vez fuera me masturbó contra su cara, contra sus pezones y me dijo siéntate tu mejor que yo me pongo de rodillas, quiero que recuerdes ésta mamada siempre que te sientes en éste sofá y creedme que así fue, iba masturbándome lentamente para cambiar el ritmo se la metía entera de repente, me lamía los huevos, se pasaba la polla por su cara, la olía, fue una mamada en toda regla y por supuesto iba a terminar con mi eyaculación de la cual no hizo falta que avisara mucho por que mis contusiones la hicieron saber que estaba cerca y me dijo… 

la primera corrida la quiero en mi cara, luego habrá tiempo de que elijas agujero y en cuanto terminó se la metió en la boca, me masturbo rápidamente hasta que mi cuerpo decidió que era el momento y a correrme en su cara, bajando mi leche hasta sus tetas, momento que aprovechó para esparcirse mi semen como si fuera una crema hidratante por ellas, siguió chupando hasta dejármela limpia, medio dura y bajándose poco a poco.

Tras limpiarse un poquito la comisura de los labios se sentó a mi lado y me dijo ¿vamos a terminar la copa, no?. Tras beber la copa ya habían empezado los juegos de nuevo, una caricia por aquí, un beso por allá, un toque en el pezón, que si ya la tienes dura y te masturbo un poco, que si tu te has mojado juego con tu coñito… de manera que otra vez se caldeó el ambiente y decidimos en ésta ocasión ir a la habitación, por supuesto que el camino hasta allí fue muy lento ya que íbamos tocándonos, una vez que entramos ella se sentó en la cama y se volvió a meter mi polla en la boca, una vez que estuvo dura me dijo te voy a follar sin perder el tiempo y me tumbé en la cama, ella de espaldas a mi se la fue metiendo poco a poco y una vez dentro del todo un gemido apagado me confirmó que iba a empezar una buena cabalgada, pero tardó unos segundos, tiempo que yo aproveché para coger el lubricante que tenía preparado, me embadurné bien las manos y lo esparcí bien por sus nalgas, veía como empezó a cabalgar con el culo brillante y lubricado mientras yo apretaba su culazo a la vez que me follaba, vi que estaba demasiado cachonda, hasta que supe el motivo… 

ella se estaba viendo en el espejo que tengo enfrente de la cama, veía como sus tetas botaban, se las agarró y yo creo que no pudo evitar llevarse una teta a la boca, se lamía su propio pezón e incluso según me dijo después incluso se lo mordió.

Mientras tanto yo aproveché para ir jugando con sus dedos en su culo, cuando estaba a punto de correrse me dijo por favor vamos a cambiar quiero aguantar un poco más y le dije pues ya sabes viciosa ponte como una perra que te la voy a meter por donde ambos estamos deseando, por primera vez se puso seria y me dijo ya sabes hasta donde llegan mis avances así que ve con cuidado por favor. 

Se la puse en la entrada de su culo y metí media polla dentro de ella, pero me dice sácalo o métela por favor, pensando que iba a romperla el culo de un pollazo, y se la metí de una sola vez lo que no se esperaba ella es que se la había sacado y todo lo rápido que pude se la había metido sí, pero en su coño muy mojado y empecé a follarme ese coño a la vez que mis huevos golpeaban su cuerpo, el ruido de mis embestidas casi no se oían de sus gritos y gemidos momento que aproveché para darle un azote contundente, no fuerte pero si sonoro a la vez que decía te gusta como te follo viciosilla? 

Ella quizá por la sorpresa de la sonoridad del azote o por que le había gustado más de lo que pensaba dijo un siiiiiiií pero no pares por favor que me has dejado apunto, me agarre bien de sus cadera y empecé a meterla más fuerte, veía como bailaban sus tetas y dije viciosa tocate el coño y córrete de una vez ella me obedeció y fue poner su mano en su clítoris y empezar a gritar y a sentir humedad en mi polla, a la vez que solo decía me corro me corro a voces, cuando ella sacó su mano yo fui reduciendo el ritmo y me dejé caer encima suyo y ella me dijo aprovecha mi humedad y rómpeme el culo sin piedad hasta que te corras dentro.

Sus deseos fueron órdenes para mi, cogí sus fluídos y volví a lubricar su culo y ésta vez no paré cuando iba por la mitad, se la metí entera y me quedé parado dentro de su culo, me miró y me dijo he dicho que sin piedad, fóllate a tu viciosa sin pensarlo empecé a follar su culo fuerte y rápido siendo consciente de que no iba a aguantar mucho, yo también estaba muy caliente y a tope… y aproximadamente 5 minutos después anuncié mi corrida a lo que solamente obtuve una respuesta que fue, me voy contigo, tu viciosa se va a correr con una polla en el culo eso fue una motivación extra y las pocas fuerzas que me quedaban hicieron que me follara su culo hasta que me corrí y ésta vez sí que caí rendido a su lado, nos dimos una ducha rápida con intención de seguir con la función, pero… ambos nos quedamos dormidos. 

Aunque a las 3 horas yo me desperté inquieto y cuando hice memoria y recordé lo que habíamos vivido decidí tomarme un desayuno prematuro y despertar a mi viciosa como sabía que más le gustaba, pero esto gente… es otra historia.

Lo que pasa en un autobús


Viajo en autobús para ir al trabajo. Es un engorro, pues mi curro se encuentra en el centro de la ciudad y yo vivo en uno de los barrios de extrarradio. Encima, no tengo carnet de conducir así que siempre me veo en la obligación de coger el bus.

Todo sabemos lo insoportable que es ir en transporte público. Llega tarde, siempre está abarrotado, nunca hay algún asiento libre y, por ello, hay que ir siempre de pie. Para colmo, como vaya muy lleno, te ves atrapado en una marea de personas sudadas que siempre se aprietan más a ti, como si quisieran aplastarte. Un auténtico asco.

Pero no todo tiene por qué ser siempre tan malo. A veces, en el autobús, pueden ocurrir cosas inesperadas y, en algunos casos, muy placenteras. Una de ellas, de hecho, me ocurrió gracias a estar tan apretujado entre la gente.

Venía de trabajar a eso de las dos de la tarde y, para esa hora, el autobús siempre va abarrotado. Tras pagar al conductor, me adentré en aquel maremágnum de personas que se apoyaban donde podían o se sostenían agarrándose de las barras que había arriba. Me abrí paso como pude y acabé en ese típico rellano que hay en los autobuses para que las madres puedan meter los carritos de bebé o los minusválidos puedan entrar con sus sillas. Ahora, no había nada de eso, solo cuatro personas. Me metí como pude y acabé en una esquina, agarrándome de las barras de metal para no caerme.

Fue en ese instante, cuando delante de mí, me fijé en que había una chica joven, seguramente en la veintena. Era bajita y delgada, con el pelo marrón oscuro recogido en una discreta coleta. No parecería gran cosa, pero tenerla delante me permitió fijarme en el increíble culazo que tenía. Envuelto en un pantalón de chándal, hecho de tela verde fosforito, el culo de esa chica era perfecto. Redondo, bamboleante y atrayente. Me lo quedé mirando por un largo rato. No podía apartar mi vista de él, era hipnótico. Como no, mi polla se empezó a poner dura. Menos mal que llevaba vaqueros para disimular, si no, se notaría el evidente bulto.

Mientras no dejaba de observar ese respingón trasero, el autobús pegó un fuerte frenazo. El vehículo traqueteó con fuerza, haciendo que mucha gente fuese empujada hacia atrás. Yo, para mi suerte, estaba pegado a la esquina, así que no tuve ningún problema, pero no la chica, quien acabó pegándose contra mí. Sentí todo su cuerpo aferrado contra el mío, sobre todo, su culo restregándose contra mi entrepierna. Fue un horror, al menos al principio, porque seguramente la chica se percataría de que estaba empalmado. Sin embargo, cuando noté sus nalgas posarse sobre mi endurecido pene, solo percibí como ella se refregó un par de veces contra este. Sentir aquel par de glúteos atrapando mi polla, me puso aún más excitado. Lo mejor fue cuando ella giró su cabeza y me miró por un instante. No fue más que un suspiro pero por lo que pude notar en sus hermosos ojos marrones claros, ella era plenamente consciente de mi excitación.

Después de esto, el autobús prosiguió su marcha sin mayores incidentes y ella se separó de mí. El viaje continuó sin mayores incidentes, aunque a mí la erección no se me bajaba. Estaba muy caliente y ansiaba que aquella chica volviera a apretarse de nuevo contra mí. Ella también parecía pensar lo mismo, pues de vez en cuando, me lanzaba alguna que otra provocativa mirada, dejándome más encendido de lo que ya estaba. Entonces, el autobús se detuvo y ella se bajó en la parada. Yo, sin dudarlo, la seguí.

Fui tras ella por un pequeño rato, hasta que la vi metiéndose en un callejón. Aunque algo reticente, decidí meterme. Una vez allí, la encontré, pletórica y ansiosa de tanto sexo como yo.

No hubo palabras, ni falta que hacían. Nos pegamos como amantes desesperados y nos besamos con ansiedad. Su correosa lengua se adentró en mi boca y relamió cada centímetro de esta. Yo, mientras era besuqueado de esa manera, llevé mis manos hacia el prieto culo de la muchacha, apretando con fuerzas aquel par de redondas nalgas. Se estremeció un poco al notar como la sobaba con total descaro, pero no pareció importarle. Más bien al contrario, le gustaba mucho. Sin embargo, esto no es lo que yo buscaba con deseo.

Me separé un poco de ella y le hice darse la vuelta. Ella pareció comprender enseguida, pues no dudó en pegar su respingón trasero contra mi paquete, comenzando a restregarse. Yo me estremecía de emoción al sentir como aquel par de redondos y apretados glúteos atrapaban mi endurecida polla. Atrapándola en la raja que se formaba entre estos, comenzó a friccionar con fuerza y, pese a que el áspero pantalón vaquero impedía un roce más cercano, se notaba bastante. Ella comenzó un movimiento de sube y baja que masajeaba mi miembro con intensidad, otorgándome un placer indescriptible.

Mientras, yo no me quedaba quieto. Comencé besando su cuello, lamiéndolo y dándole pequeños mordisquitos antes de acabar en su oreja, la cual también mordí, eso sí, con delicadeza. Mis manos no se quedaron en su sitio tampoco y atraparon los senos de la muchacha, envueltos en una camiseta de manga corta azul. Los apreté con suavidad, haciendo que ella emitiera un pequeño gemido. Sus tetas eran pequeñas, pero estaban redondas y firmes. Las notaba duras al tacto. Y contra mis palmas, podía sentir los endurecidos pezones.

Viendo lo cachonda que estaba y que no iba a tardar en hacer correrme, decidí hacerla gozar a ella también. Deslicé una de mis manos por su barriga y la metí por dentro de su pantalón. No tardé en dar con su tanga y al tocarlo, noté la incipiente humedad que lo empapaba. Ella tembló un par de veces cuando mis dedos rozaron la tela que recubría su sexo. Giró su cabeza para mirarme y pude notar sus marrones ojos con un brillo intenso. Le estaba encantado. Sin mediar palabra, la besé en sus finos labios y aparté su tanga. Mis dedos se introdujeron en el húmedo coñito, abriendo los labios y dejando que sus flujos se derramasen por estos. Ella gritó y empezó a menear su culito de manera más rápida.

La abracé con fuerza y besaba su cuello mientras mis dedos le proporcionaban placer. Emitía gritos ahogados al tiempo que mis falanges acariciaban su abultadito clítoris. Describía círculos sobre esa dura pepita al tiempo que mi otra mano aferraba uno de sus pechos, pellizcando el pezón que parecía querer atravesar la camiseta. Ella proseguía meneando su culito, llevándome al paroxismo más desbocado. Volvió a girar su cabeza y nos fundimos en un apasionado beso al tiempo que mis dedos se hundía en su húmeda gruta. Ahogamos los gemidos del uno en la boca del otro, preparándonos para el tan ansiado orgasmo que buscábamos.

Alzó el culo un poco más, causando un roce más placentero en mi polla y yo moví mis dedos en círculo dentro de su coñito, suficiente para que ambos llegáramos al orgasmo. Mientras yo notaba las fuertes contracciones de su vagina junto con la correspondiente cascada de flujos, ella debía sentir mi polla sufrir varios espasmos, clara señal de la gran corrida que estaba teniendo. La apreté aun con mayor fuerza contra mí al tiempo que cerraba mis ojos y apretaba los dientes al sufrir el intenso orgasmo. Ella se convulsionó un par de veces y gritó con fuerza, dejando escapar todo el aire que había en su cuerpo.

Poco a poco nos fuimos recuperando. Saqué mi mano de su pantalón y ella se despegó de mí. Tras esto, nos miramos un instante y, luego, la chica me sonrió de forma muy tierna. Era bastante bonita y lo cierto es que me gustaba mucho. Se acercó y me dio un besito antes de marcharse. Ese era su adiós.

Pero no todos los encuentros tienen lugar de pie. También sentado, a veces, te llevas inesperadas sorpresas.

Una de las cosas que más detesto es pillar uno de eso asientos que están orientados hacia atrás en vez de hacia delante. No es por nada, pero hacen que me maree un poco. Sé que alguno pensaría que lo mejor que puedo hacer es quedarme de pie. En serio, ¿preferiríais pasar todo un viaje de más de media hora de pie dentro de un autobús? Yo, desde luego, no. Así que por eso, si me encuentro con alguno libre, no dudo en sentarme, a riesgo de pillarme un mareo. Además, a veces, puedes ver a las personas que tienes delante y de vez en cuando, te llevas una grata sorpresa.

Eso fue lo que me pasó un buen día. Ya era tarde y llevaba todo el día trabajando. Lo único que deseaba era volver a casa para descansar. Al entrar en el bus, encontré un asiento libre, uno orientado hacia atrás. Resignado, me senté y decidí ponerme los auriculares para escuchar música del móvil y relajarme un poco. Mientras me los ponía, observé lo que tenía ante mí y no tardé en topar con algo interesante.

Justo frente a mí, tenía a un par de chicas bastante bonitas que estaban sentadas justo tras la puerta de salida del bus. Una de ellas, una chica de pelo rizado rubio largo y ojos azules claros, no me quitaba la mirada de encima. Yo aparté la vista un momento para ver por la ventana el anodino paisaje, pero al volverme, me fijé en que ella seguía observándome. No solo eso, me estaba sonriendo de una forma bastante coqueta, lo cual, me sorprendió. Siguió mirándome, esta vez sin ningún tipo de descaro y entonces, le dio un codazo a su amiga, quien estaba absorta con el móvil. Señaló hacia mí y la chica también me sonrió. También era guapa, con el pelo largo marrón claro y los ojos de color miel. Para colmo, su sonrisa era mucho más hermosa que la de su amiga.

Me estremecí un poco al ver que aquellas dos bellezas no dejaban de mirarme. Yo, al principio, creí que solo estaban de broma, pero la rubia comenzó a hacerme señas con la cabeza. A señalarme hacia la puerta. ¿Acaso pretendía que parase en la siguiente parada y bajase? Hice un gesto de indicación y ella asintió, al igual que su amiga. No sabía que pensar. ¿Iban en serio? Mi corazón retumbaba solo de pensar en las excitantes ideas que me venían a la mente, aunque una parte de mí, no se fiaba. Aún quedaba bastante para llegar a casa y bajarme en otra parada, supondría esperar a otro autobús. Y por la noche no es que pasasen demasiados. Pero, ¿y si esas dos querían parar para enrollarse conmigo? Estaba en una difícil encrucijada. Tenía que tomar una decisión y tenía que hacerlo ya.

Al final, pulsé el botón para detener el bus y este se paró. Sin dudarlo, me bajé y pude ver que las dos muchachas también lo hacían. Por su apariencia, debían de tener 18 o 19 años. Esperaba que fuera así porque como tuviesen menos….

Ambas se me acercaron sonrientes y me agarraron una de cada brazo. Luego, tiraron de mí, como si quisieran llevarme a algún sitio. Mirando a las dos, me fijé en que llevaban vestimentas parecidas. Camisetas top que dejaban al aire un atrevido escote y unas minifaldas que cubrían hasta la parte de arriba de la rodilla. Debían ir a una fiesta o, en otro caso, venir de una.

Fueron tirando de mí, adentrándome en aquel vecindario de luces apagadas y calles oscuras. El miedo comenzaba a meterse en mi cuerpo ¿Adónde me llevaban estas dos? Desde luego, no a un sitio confortable y seguro, bien visto. Temía haber metido la pata hasta el fondo y que esas dos estuvieran llevándome a algún sitio donde me esperarían unos tipos armados con navajas para desvalijarme todo lo que tuviera. Y quien sabe si ya de paso, para violarme. Sé que eso último sonaba estúpido, pero cosas peores se escuchaban por las noticias todos los días. Tirando de mí, atravesamos aquel sombrío lugar, mientras yo no dejaba de mirar de un lado a otro, alerta por si algo o alguien intentaba atacarnos.

Una vez salimos de allí, acabamos en un parque. Estaba vacío, ni una sola alma en kilómetros a la redonda. A lo lejos, se veía una parada de autobús, así que por esas, me podía sentir aliviado. Las dos chicas, agarradas a mis brazos, tiraron de mí para arrastrarme hasta un pequeño parque infantil que había allí. Se podía ver lo típico: toboganes, columpios, caballitos de plástico para mecerse y una caseta grande de madera. Una de ellas se acercó a la caseta y abrió la puerta, invitando a su amiga y a mí a entrar dentro. Esperaba que no hubiera un vagabundo dentro durmiendo. De haberlo, yo sería el primero en salir por patas de ese lugar. Afortunadamente, no lo había, así que entramos sin rechistar. Me senté en una banqueta que había allí y las dos chicas se colocaron una a cada lado. Entonces, apoyaron sus cabecitas en mis hombros y colocaron sus manos sobre mi pecho, comenzando a acariciármelo. Yo me sentía un poco extraño con todo aquello, pero por la forma en que me miraban, era evidente lo que iba a pasar.

Primero, besé a la morena. Tenía una boquita de piñón, con unos carnosos labios de color rojo sangre. La chica murmuró un poco mientras succionaba con deseo. Su amiga comenzó a chupar mi cuello y no tardé en corresponderla. Me giré y besé a la rubita con bastante ansia. Ella se estremeció un poquito, al principio, pero enseguida, se lo tomó con la mayor naturalidad del mundo. Nos estuvimos besando un poco más y luego, cambié de nuevo a la boca de su amiga, quien me esperaba deseosa.

Mientras mi boca estaba bien ocupada, mis manos no se quedaban quietas y se colaron bajo las faldas de ambas chicas. Acariciaba sus piernas, suaves y torneadas, se colaban por detrás para manosear sus ricos culitos recubiertos con un fino tanga que dejaba al aire sus turgentes glúteos y luego, se metían en sus entrepiernas, para acariciar sus húmedos sexos. Ambas gimieron al mismo tiempo cuando las tocaba allí. Pero estas tampoco se detenían por nada. Mientras me afanaba por masturbarlas, ambas amigas me acariciaban el torso y sus manos no tardaron en descender sobre mi entrepierna, donde ya se adivinaba un evidente bulto conformado por mi dura polla. Noté como frotaban mi dureza y como sus dedos apretaban el tronco, lo cual, me hizo temblar.

De repente, escuché el sonido de mi cremallera siendo bajada. Al girar mi cabeza, vi a la rubia con una amplia sonrisa de oreja a oreja y, al bajar la vista, fui testigo de cómo desabrochaba el pantalón para luego, colar su mano dentro de este y sacar mi caliente miembro.

Mi polla quedó al fin libre. Larga y un poco ancha, se notaba lo erguida que estaba, surcada de venas y con una cabezota gorda. Ambas chicas quedaron maravilladas ante lo que veían, o al menos, eso denotaban sus rostros llenos de fascinación. Estuvieron así por un pequeño rato en el cual, tan solo se limitaron a acariciarla con una mano y poco más. Al final, fue la rubia quien tomó la iniciativa.

Gemí fuerte cuando sentí su húmeda lengua recorrer mi glande. Y entrecerré mis ojos cuando decidió chupar la punta. Al mismo tiempo, la morena comenzó a lamer el tronco. Contemplé la espléndida escena y quedé totalmente maravillado. La chica morena me miró con picardía y acaricie su cabello, muy excitado al ver cómo me mamaban la polla. Estuvieron así por un ratito, lamiendo, chupando e incluso, atreviéndose a mordisquear. Yo suspiraba con cada leve alteración, incapaz de poder creer que aquello estuviera pasando, pero lo cierto es que, era real. Tras todo esto, la rubia cogió mi polla y se la tragó hasta la mitad más o menos. Se ve que era hasta donde podía llegar.

Emití un fuerte bufido al sentir mi miembro atrapado en esa cavidad tan húmeda y caliente. Su lengua se retorcía envolviendo mi tronco y se notaba como la muchacha hacía gárgaras, tratando de metérsela más adentro. La detuve, no fuera a atragantarse la pobre. Aun así, subió la cabeza e inició un movimiento de subida y bajada, haciendo que mi polla se deslizase por la boca, lo cual me trajo mucho gustito. Mientras, la morena me empezó a besar los huevos y a chupármelos. ¡Me hacía cosquillitas! Después de llevar un rato así, la rubia decidió sacarse mi pene de su boca y se lo entregó a su amiga, quien no dudó en tragárselo. Ella llegó también hasta la mitad pero comenzó a mamármela con mucho entusiasmo. Se notaba que le gustaba más. La rubia, mientras tanto, pasó a encargarse de mis huevos.

El espectáculo era magnífico, pero me dije que no podía dejarlas así a las pobres. Por eso, decidí satisfacerlas y llevé cada una de mis manos hasta el culo de las chicas. Tras sobarlos un poco, introduje mis dedos en las rajitas de sus nalgas y palpé la telita de sus tangas. ¡Estaban chorreando! Sin dudarlo, aparté estas y metí mis dedos en sus húmedos chochitos. ¡Y menudos coños! Bien mojados y estrechitos, se notaba que aquellas chicas estaban recién iniciadas en el sexo. Es más, cuando metí mis dedos dentro de la vagina de la morena, creo que pude sentir el himen de esta. ¡Era virgen!

De esa manera, mientras ellas mamaban mi polla, yo les daba placer con mis dedos, frotando sus clítoris e introduciéndolos en sus mojados conductos. Así nos encontrábamos, sincronizados en una orgiástica acción repleta de sexo y lujuria. Tan solo era cuestión de tiempo que llegásemos al punto límite y todos nos corriéramos. Y eso fue lo que sucedió.

El primer en correrse fui yo. Intenté aguantar todo lo que pude, pero cuando tienes a dos ardientes jovencitas devorándote el aparato con gula, cualquier resistencia es inútil. Ya había aguantado demasiado. Llené el rostro de ambas chicas con sendas corridas mientras sentía mi polla expulsar chorro a chorro. Cerré mis ojos y apreté los dientes ante tanto placer. Tras esto, les llegó el turno a las dos muchachas, quienes temblaron de forma intensa al mismo tiempo que llenaban mis dedos con sus fluidos vaginales. Tras convulsionarse un poco, lograron calmarse.

Ambas alzaron sus cabezas y pude ver que tenían sus rostros repletos de semen. Me preguntaron si estaban guapas y yo les dije que sí. A continuación, volvieron a descender y lamieron mi polla, como si de un helado se tratara, para dejarlo limpio de semen. Luego, se besaron entre ellas, limpiando con sus bocas y lenguas sus caritas llenas de mi corrida. Verlas en ese numerito lésbico estaba empezando a encenderme. La rubia se acercó de nuevo para besarme y luego, la morena fue la siguiente. Estuvimos así por un ratito, hasta que decidieron que ya era tarde y debían irse para sus casas. Eso me dejó algo desilusionad, pero antes de marcharse, intercambiaron los teléfonos conmigo. Algún día, me montaría un buen trio con esas dos.

Como puede verse, los encuentros en autobús pueden tener lugar en los sitios más sorprendentes, pero siempre se suele decir que, si hay un lugar habitual donde uno puede hallar su próximo ligue, es justo en el asiento de al lado. Lo cual, es una burda mentira.

No son pocas las ocasiones en las que veo entrar a una chica preciosa al autobús y tú ya te pones en guardia, deseoso de que ella acabe sentándose a tu lado. No obstante, en vez de eso, pasa de largo o decide que mejor se queda de pie. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que, al final, mientras tú sigues vanamente ilusionado con la idea de que alguna diosa terrenal acabará a tu lado, entonces, una señora cincuentona acaba aterrizando en ese asiento libre, golpeándote con las bolsas de la compra que lleva encima y apretando su gordo culo contra el asiento, aplastándote a ti contra el cristal de la ventana. Eso, si no decide hacer sentar al hiperactivo de su sobrino, el cual no va a parar de moverse y molestarte durante lo que queda de trayecto, ansiando poder agarrarlo y tirarlo por la ventana para que te deje de una vez en paz.

Pero no siempre tiene por qué ser así. A veces, muy pocas, la suerte nos sonríe.

Un día en que el autobús iba más vacío de lo normal, vi entrar a la mujer más hermosa que mis ojos jamás hubieran contemplado. Debía tener más o menos mi misma edad, unos treinta y tantos, pero menudos treinta. Era alta y delgada, con el pelo muy largo y de color negro como el azabache. Piel morena, tostada seguramente bajo el sol de la playa, ojos verdes claros añil y uno labios carnosos que parecían decir, “bésame, bésame mucho”. Como digo, era espectacular. Y se disponía a sentarse justo a mi lado.

A pesar de que el asiento estaba libre, me aparté un poco más para que tuviera espacio. Ella se apartó un par de sus cabellos lisos que ocultaban su bonita cara y me obsequió con una hermosa sonrisa que mostraba su perfecta dentadura blanca. Tras esto, seguimos cada uno a lo suyo, pero de vez en cuando, nos mirábamos el uno al otro de manera un poco estúpida, para que engañarnos. Nos reíamos como dos niños pequeños y empezamos a charlar. Me dijo donde vivía, en que trabajaba, que era lo que le gustaba. Todo muy interesante, aunque mi interés estaba más centrado en ese cuerpazo que tenía ante mí. Sus tetas eran redondas y turgentes y así se mostraban bajo aquella blusa que las hacía muy apetitosas. La falda vaquera dejaba al descubierto sus dos preciosas piernas, que se revelaban como fuertes y perfectas. Sus muslos era anchos y prietos y sus caderas, aunque no podía verlas, seguro que eran curvas y bamboleantes. Y no quería pensar en su culito porque entonces, me daba algo.

El caso es que no podía dejar de mirarla por más que quisiera y ella, para mi sorpresa, se percató de ello. Sin ningún recato, me preguntó si le atraía y yo, alucinando como estaba, se lo reconocí algo avergonzado. De repente, ella se acercó y me plantó un beso increíble en la boca. Sus labios eran muy suaves y el leve roce de estos contra los míos, me llevaron al séptimo cielo. Y salté al décimo de forma directa cuando su lengua se introdujo en mi boca, revolviéndola por todos lados. El beso fue intensificándose cada vez más al tiempo que mi mano acabó en una de sus piernas y se dirigía hacia el interior de la falda pero entonces, ella me detuvo.

Yo tenía ganas de más, pero antes de que pudiera decir algo, la chica pulsó el botón para que el bus se parase y se levantó. Me quedé atónito ante esto, más cuando veía que ella se iba a bajar en esa parada, no dudé ni un segundo y fue tras su paso. Ya una vez abajo y viendo que el autobús se alejaba, me pregunté si había tomado la decisión correcta. Viendo a la espléndida belleza que me contemplaba, era evidente que sí.

Juntos de la mano, fuimos hasta su apartamento. Yo estaba muy nervioso, pues he de reconocer que jamás había estado con una mujer tan guapa e increíble como ella. Ya una vez dentro de este, me llevó al comedor y me dijo que me pusiera cómodo. Sentado en el sofá, esperé paciente a que volviese y lo hizo, con una botella de vino y un par de copas. Me quedé atónito cuando me sirvió una. Se notaba que venía dispuesta a ponernos a los dos a tono. Puso algo de música relajada y nos bebimos la botella en un santiamén. Hablamos más que de trivialidades, pero nuestros ojos no se podían apartar el uno del otro. Era evidente lo que deseábamos.

Para cuando la botella estaba ya vacía, yo me encontraba algo borracho. No es que estuviera ciego perdido, pero me sentía en ese estado que muchos llaman “contento”, o más bien, “achispado”, con ese calorcillo recorriendo tu cuerpo y sintiéndome más divertido e ingenioso que de costumbre. Ella también estaba algo animada, pero la notaba más capaz de controlarse que yo. El caso es que me quitó la copa y junto a la suya, las dejó sobre la mesa. Luego, me miró con ese par de preciosos ojos que me dejaron hipnotizado. Era una mirada llena de sensualidad y deseo, una mirada de alguien con ansias de pasión desenfrenada. Y yo se la iba a dar.

Sin dudarlo ni un segundo más, me abalancé sobre ella y comenzamos a besarnos como dos desesperados. Nuestras lenguas iniciaron una intensa lucha en el interior de nuestras bocas, retorciéndose la una contra la otra e intercambiando saliva, al tiempo que nuestras manos palpaban cada centímetro de cuerpo que hallaban. Yo amasaba su culo prieto y redondo mientras que ella acariciaba mi pecho bajo la camiseta. Nos separamos, mirándonos de forma intensa. Podía percibir el deseo ignifugo en esos ojos que me llamaban para quemarme. Sin perder más tiempo, nos levantamos y fuimos directos a su cuarto.

Con rapidez, nos arrancamos la ropa, haciéndola volar por la estancia. Mis pantalones acabaron sobre su escritorio, su sujetador en la cómoda que había la lado de la cama, mis calzoncillos sobre el monitor de su ordenador. Daba igual donde acabara cada prenda, ya la recogeríamos la mañana siguiente. Si es que había ganas de recuperarlas, claro.

Ya desnudos por completo, ella fue quien me lanzó sobre su cama. Se evidenciaba quien era el que tenía la iniciativa en este asunto y por mí, no había problema. Desde ahí, podía contemplar su espléndida anatomía. Su cuerpo se mostraba perfecto, recorrido por unas sensuales curvas que le conferían una erótica figura. Se apartó los mechones de largo y liso pelo negro, dejando al descubierto su perfecta delantera. Tenía unas tetas redondas y firmes, grandes y turgentes, provistas de un pezón pequeño y puntiagudo. Su vientre era plano y sus caderas, pronunciadas. Sus piernas eran largas y estilizadas, aunque se notaban también musculadas. De hecho, la chica poseía un cuerpo bastante atlético. Era evidente que debía de hacer mucho ejercicio. Mi vista recorrió ese maravilloso monumento que era su cuerpo hasta que acabó posándose en su entrepierna. Tan solo se adivinaba más que una mera línea de vello púbico oscuro y se podían ver sus labios mayores de la vagina, claramente abiertos y ansiosos por devorar una buena polla. Eso también percibía en sus recelosos ojos.

Sin perder más tiempo, se colocó encima de mí y agarró mi bien duro y largo mástil, el cual, no tardó en meterse dentro. Muy pronto, me vi rodeado por la húmeda calidez de su coñito que además, para sorpresa mía, estaba apretado. No es que fuera estrecho, pero se ajustaba a la perfección al tamaño del miembro. Pude ver como sus ojos se tornaban en blanco al tiempo que una expresión de excitación se formaba en su cara. Le gustaba sentir mi dura barra de carne en su interior.

De esa forma, comenzó a moverse, siendo atravesada por mi polla. Yo sentía el recorrido de mi miembro por su fluido conducto vaginal con bastante facilidad. La chica arreció con sus movimientos, notando como cerraba sus ojitos y emitía fuertes gemidos. Llevé mis manos hasta sus apetitosos senos y pellizqué sus pezones, añadiendo más placer al evento. Poco a poco, la situación se volvió más intensa. Me incorporé y besé sus tetas, chupando y lamiendo sus duros pezones para, a continuación, besarla en su boca. De repente, se puso tensa y emitió un fuerte grito. Estaba teniendo un buen orgasmo, algo que pude notar mejor por las contracciones que sentía en mi envuelto pene. Pero aquello no había hecho más que empezar.

Agarrándola con fuerza de sus majestuosas nalgas, inicié un movimiento hacia delante y atrás, deslizando mi polla con mejor fluidez por todo su coño al tiempo que yo alzaba mis caderas para clavarla mejor. Cada estocada hacía que ella emitiese un agónico grito. Yo no paraba de moverme, buscando que ella se corriera de forma rápida. Sentía mi cuerpo recorrido por copiosas gotas de sudor y como mi corazón parecía a punto de estallar por los fuertes latidos que emitía. La besaba por todos lados. Cara, cuello, orejas. Nada escapaba a mis labios y lengua. Sus tetas botaban contra mi pecho y mi entrepierna estaba mojada por los fluidos expulsados. Se corrió otra vez, temblando de la excitación que la recorría. Y yo, no iba a tardar en seguirla.

Me recosté de nuevo sobre la cama y pude contemplar como ella seguía moviéndose desatada, como si estuviera envuelta en una salvaje danza. Se desplazaba de arriba a abajo, clavándose mi polla lo más profundo que podía, apretando sus tetas con sus propias manos y pellizcándose los pezones. Emitía fuertes chillidos, clara señal de que iba a venirse de nuevo y a mí, tampoco me quedaba demasiado. Reanudando mis movimientos, la agarré de la cintura y la guie para que se moviera con más soltura. Alzó su cabeza, profiriendo el gemido más fuerte e increíble que jamás escuché y tuvo un nuevo orgasmo. Todo su cuerpo entero se agitó de pies a cabeza, convulsionándose con violencia, como si un rayo proveniente de una agitada tormenta hubiera impactado en ella. Volví a notar los succionadores movimientos de su vagina al sufrir la repentina explosión de placer y esta vez, sí, me corrí como si no hubiera un mañana. El estallido de semen fue espectacular y un potente chorro salió disparado, siendo el primero de varios que recorrieron la vagina de la chica. Cada disparo era una súbita descarga de placer que se arremolinaba en mí como un torbellino. Me sentí nublado, como si mi mente se evaporase ante el maravilloso éxtasis.

Calmándome, pude notar como el cuerpo de ella se desplomaba encima de mí. La agitación nos fue abandonando de forma lenta y nuestras respiraciones sonaban resonantes y contenidas. Nos miramos y sonrisas de satisfacción se formaron en nuestros rostros. Había sido algo tan intenso y magnifico que simplemente, no podía creer que hubiera ocurrido. Pero pasó y estaba lejos de haber concluido.

Sonriéndome con malevolencia, se sacó mi polla de dentro de ella y se la metió en su boca sin mediar palabra. Al principio, tan solo la lamía, limpiándola del semen que había quedado retenido, pero en cuanto se puso dura, se acomodó y me hizo una espléndida mamada como nunca antes me habían hecho. Se tragó la polla entera, metiéndosela hasta su garganta, lo cual me dejó alucinado. Ninguna mujer me había hecho algo así. El caso es que como acababa de recién correrme, pude aguantar más de lo que esperaba y así, pude gozar de la mejor felación que jamás había experimentado. Lamió, chupó y mordisqueó hasta que no pude resistirme más y descargué toda mi lefa en su boca. Fue la mayor cantidad de leche que jamás había expulsado y se la tragó sin ningún problema. Se la notaba satisfecha y todo.

Cuando creí que todo parecía acabado, la chica se sentó encima de mí, restregándome su encharcado coño por toda mi cara. Sin dudarlo, empecé a lamer ese dulce manjar lleno de sus fluidos y de los míos. Y aquello no fue nada. Tras más de 15 minutos sentada sobre mi rostro, donde no paró de gritar y retorcerse del placer que le provocaba, se quitó de encima y se puso a cuatro patas sobre la cama. Me señaló a su armario y tras inspeccionarlo, hallé un bote de lubricante. Ya sabía lo que ansiaba con tantas ganas. Embadurné mi polla, llené su ojete y sin dudarlo, metí la metí en su ano, iniciando así la primera sesión de sexo anal que tenía en mi vida. Fue espectacular ver como su culito devoraba mi polla y se sentía tan apretada dentro. Se empezó a mover de delante a atrás mientras yo la aferraba de las caderas y embestía como una bestia en celo. La apoteosis llegó cuando me corrí dentro de ella. Y aquel, no iba a ser el último polvo. Gracias a unas buenas reservas de RedBull que ella poseía, nos pegamos una sesión de sexo espectacular como nunca antes se había hecho. Nuestros gritos debieron resonar por todo el barrio e incluso, la misma ciudad.

Y eso es lo que puede suceder si viajas en autobús. Al menos, eso es lo que estoy esperando que me pase porque de momento, nada. Y es que lamentablemente, lo que os acabo de contar es más fruto de mi calenturienta mente que de la realidad. Mi experiencia con chicas guapas y jóvenes en transporte público tan solo se limita más que a incomodas miradas y la triste ignorancia por parte de estas.

De momento, la única que muestra cierto interés es una señora cincuentona, repleta de bolsas de la compra y con un insoportable sobrino que no para de pegar saltos justo delante nuestra. Me está mirando constantemente y por la expresión de su rostro, parece que le gusto. Una parte de mi me grita que huya, pero la otra me dice que igual, no todo es tan malo. En fin, como se suele decir, ¡en peores plazas hemos toreado!