viernes, 9 de marzo de 2018

La Golfista

Corría el verano pasado en el cual yo contaba con 20 años recién cumplidos, no se puede decir que sea de mala familia y siempre nos han gustado los lujos y el glamour por eso cuando mi padre se aficionó a jugar al golf, yo también cogí esa afición, más que nada por hacer algo de deporte aunque en principio este me pareciese un deporte de viejos. Además desde el primer día que acompañé a mi padre al campo de prácticas ver cómo había chicas de mi edad, de mi misma clase social con bastante nivel y algunas de ellas eran realmente unas preciosidades. Aparte de que me resultaban bastante atrayentes el resto de actividades de este club de campo, tenis, paddle, hípica, Polo, hockey, piscina privada... club social... y demás actividades lúdicas para el entretenimiento de un fin de semana.

Mi padre me compró un juego de palos de golf, y poco a poco fui adquiriendo el resto de accesorios y complementos necesarios para la práctica de este deporte que ya me estaba empezando a gustar un poquito más . Una mañana fui con mi padre al campo de practicas, pues los sábados y domingos me gustaba pasar el día allí lanzando unas bolas o jugando unos hoyos, y en ocasiones esporádicas jugar al tenis o montar a caballo con alguna pija amiga de mi edad de buena familia que había conocido por allí.

Estábamos en la cabina de tiro cuando vi llegar a una señora de unos 50 años, rubia, con unos melones enormes y un trasero de impresión enfundado en unos pantalones de color blanco cómodos pero que marcaban bien todas sus curvas y una camiseta que dejaba ver los dos grandes senos que se escondían detrás de ella . Cerró la puerta de su Mercedes y con una gorra se puso en la cabina de al lado a lanzar algunas bolas.

Me sorprendí bastante cuando vi que saludaba a mi padre, por lo visto se conocían de verse por allí a menudo los fines de semana, no pensé en otra cosa pues era normal que de coincidir allí se conociesen y hablasen. Mi padre me la presentó , ella se llamaba Marisa, y tenía 54 años. Le propuso a mi padre ir a jugar unos hoyos pero mi padre tenía cosas que hacer y no podía .

--- ¿ Te importa que te acompañe mi hijo ?

--- No, en absoluto. Contesto ella dedicándome una sonrisa que me turbó sobremanera.

Cogimos las cosas y subimos a la casa club donde sacamos los tickets y comenzamos a jugar uno a uno los 18 hoyos, charlando, ella era muy abierta y yo me mostré también muy extrovertido contándole mis gustos sobre mi música, el cine, la literatura... la conversación se fue haciendo más amena al paso de los minutos. Incluso me atreví a preguntarle cosas un poco más personales como si tenía hijos, estaba casada. Marisa tenía una hija de 25 años pero se encontraba separada y vivía sola. Su hija estaba ahora estudiando en la universidad en Francia. Marisa era francesa de padres españoles.

Según fue pasando el tiempo me iba fijando en sus caderas, su cintura, en cómo se contorneaba a través de las calles de los hoyos . Y en lo bien que le sentaba a su melena rubia la gorrita de Lacoste y las gafas de sol . En uno de los lanzamientos la bola se fue a los árboles así que nos encaminamos en su busca, no había mucha gente puesto que estábamos en agosto y la mayoría de la gente estaba de vacaciones en otros sitios más interesantes. Llevábamos 10 minutos buscando la dichosa pelotita cuando por fin apareció pegada al tronco de un árbol .

--- Bueno... desde aquí creo que va a ser bastante difícil sacarla a green ¿no?

--- Si , la verdad es que sí. Respondió Marisa.

La verdad es que había pegado un tiro malísimo, lo cual demostraba que no estoy hecho para este deporte pero todo era cuestión de práctica. En esto Marisa se agachó poniendo el trasero en pompa para recoger la bola del suelo... y no lo pude evitar me acerqué a ella, y le planté la mano en el trasero mientras se lo acariciaba, se dio la vuelta sorprendida y le planté un morreo de impresión, no se lo pensó dos veces y en cuestión de segundos nuestras lenguas se peleaban entre ellas y su lengua investigaba todos los rincones de mi boca. Nos fuimos detrás de unos setos y me desabrochó la camisa de golpe y el cinturón... para después de darme un mordisco en el cuello bajar hacia mi entrepierna . Empezó a acariciarme muy sensualmente mi paquete por encima de mis bóxer negros y mis 18 cm de carne se pusieron duros al momento.

--- A ver ¿qué tienes aquí pequeño pitufillo? Me dijo sonriéndome y guiñándome un ojo .

Mi miembro salió erecta al instante, y enseguida esos labios de carmín oscuro engulleron uno a uno la longitud de mi miembro, saboreando el glande y le daba lametones a la base hasta que por fin se la metió en la boca y empezó a hacerme una mamada a un ritmo frenético, no me la saboreaban así desde hace mucho tiempo, y la verdad es uno de los motivos por los que me encantan las mujeres maduras. Se levantó y se quitó la camiseta dejando a al visto dos melones enormes con unos pezones prominentes que empecé a lamer, succionar y mordisquear sintiendo su dureza y excitación ahora le tocaba disfrutar a ella se quitó los pantalones y comencé a acariciar su cocoy por encima de un bello tanga de encaje morado por el cual escapaba una mata de pelo rubio que me puso a mil... me arrodillé y ella como pudo empezó a frotar su monte de Venus con mi cara, el olor era embriagante, y seguidamente me empecé a dedicar a la cara interna de sus muslos, sus labios... su cocoy rezumaba flujos y yo me dediqué durante un buen rato a hacerle una mamada a su cocoy como buenamente podía, intentando hacerlo lo mejor posible pues es lo que más me gusta, no hay nada para mi como poderle dar sexo oral a una mujer madura y ver cómo disfruta... sus manos me acariciaban mi pelo rebelde de punta y sus gemidos pidiéndome más que siguiese saboreando y que no parase... se dio la vuelta y con el trasero en pompa le hice un beso negro espectacular , lamiendo su ojete y introduciendole mi lengua en él mientras veía cómo su mano con sus uñas largas y afiladas de color marfil se acariciaban su clítoris... después saqué un preservativo y comencé a introducirselo allí mismo ella con las manos apoyadas en un árbol... y comencé un mete saca a buen ritmo suave por momentos alocado en otros. Después la metí un dedo en el trasero e intenté sodomizarla pero me dijo que no , aquí no . Se puso en frente de mí se morreo conmigo en busca de sus flujos y comenzó a hacerme una cubana frotándome el miembro con sus melones hasta que la avisé de mi inminente corrida que fue a impactar a sus melones, su cara, su pelo y su boca tragando todo lo que podría de aquellos cinco trallazos potentes de espeso fluido caliente. Se relamió los labios recogiendo todo lo que había en su cara, y se vistió... diciéndome:

--- Eres un cielo... Oscar

Seguimos jugando los 7 hoyos que nos quedaban, después me invitó a tomar un refresco en la casa club y me propuso que fuésemos al cine y después a su casa donde pasamos todo el fin de semana juntos pero eso os lo contaré en otra ocasión .


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Mi enfermero particular


Esto me ocurrió hace ya 2 años, yo vivo con mi padre a causa de la muerte de mi mamá hace 4 años en un accidente automovilístico.

Ahora tengo 20 años, soy una joven estudiante de odontología, soy delgada, mido 1.76, pelo largo a media espalda liso y negro como la noche, mis ojos azules, blanca con la espalda llena de pecas, de buen cuerpo, bueno tengo mi pecho de tamaño normal, una cintura bien finita y las caderas un poquito grandes, lo que me hace tener un trasero grandecito y redondo (que es lo más atractivo en mí), me dicen que era igual a mi madre de joven pero con los ojos de papá. Cuando tenía 18 años, que todavía estaba en el instituto, en el laboratorio de química, una sustancia se me derramó, lo que causó que se me quemaran las manos y la parte baja del vientre hasta donde empieza el pubis. Después de ir al médico me recetó una pomada para que me pusiera.

Esta quemada no me permitió ir a clases por una semana ya que no podía usa mis manos, ni poner mucha ropa en la zona del vientre. Al llegar a la casa, me di cuenta que me tenían que ayudar en todo, vestirme, bañarme, darme de comer, en todo lo que implicara usar las manos, en fin toooodo.

Mi papá me dijo que no me preocupara que él la ayudaría y se las arreglarían entre los dos. Cuando llegó la hora de comer, me dio la comida como cuando estaba pequeña, después llegó la hora de bañarme, lo que me angustió, porque él ya me había visto en ropa interior, pero no me veía desnuda desde que me desarrollé a los 12. Le dije que me daba pena y él me dijo que si quería llamaba a la vecina para que me ayudara y le dije que no importaba que él era mi papá. Él también estaba medio nervioso, no quería ni mirarme, me ayudó a quitarme el vestidito que tenía, me volteé para que me desabrochara mi brasier, sostén o sujetador como lo quieran llamar, lo cual le costó por los nervios y me bajó las pantaletas, al principio me tapé un poco como pude y entré deprisa a la ducha que ya estaba con agua bien caliente como me gusta, a los pocos minutos lo llamé para que me pusiera jabón cosa que me daba pena y él también, cerró las llaves y abrió las puertas, no quería ni mirar, le dije que se calmara que era su hija a lo que respondió precisamente, buscó una toallita pequeña y la lleno de jabón, y comenzó por la parte de atrás, primero la espalda, luego bajó a las piernas y de último mis nalguitas, luego me volteé y la pasó por mis brazos, cuello axilas, al llegar a la parte de mi pecho se detuvo un momento y le dije que dejara la pena que tenía frío, lo que había ocasionado que se me pararan mis pezones, lo enjabonó y después fue bajando por mi barriga hasta llegar a mi herida la cual saltó a mis piernas, le dije que le faltaba el entrepierna, que lo lavara porque cuando hacía pis, no me podía limpiar bien y sólo me echaba agua en el bidé, le abrí un poco las piernas y pudo ver por completo mi conchita que me la habían afeitado por completa en la clínica para que no se fuera a infectar la herida con mis vellos, la enjabonó con mucho y cuidado y pena, luego me lavó la cara y me puso champú y abrió las llaves para que me enjuagara y esperó a que estuviera lista para secarme y mientras lo hacía me dijo que ya era toda una mujer y sonrió, después fuimos a mi cuarto y me vistió con un camisón de los que uso para dormir, le dije que sin pantaletas porque me molestaba la liga en la herida, en eso me dijo que me acostara que me iba hacer la limpieza con las cosas que nos dieron los médicos, con mucho cuidado me puso agua oxigenada en las manos y vientre para desinfectarlo bien y después me puso la pomada con más cuidado ,ya que con cada roce de él, yo me quejaba del dolor.

Al día siguiente me dio el desayuno y se fue a trabajar, me dijo que me ayudaba a bañar cuando regresara, pasé todo el día aburrida y pensando en cómo me había gustado que me bañaran, parecía una princesa, en realidad ese era el trato que me estaba dando mi papá y lo esperaba ansiosa para que me volviera a bañar. Cuando era la hora del almuerzo llegó y me dijo que se había tomado la tarde libre para hacerme compañía y había alquilado 2 películas para verlas en el transcurso de la tarde, comimos y fuimos al baño.

Me quitó el camisón y abrió las llaves, yo me metí y le dije que por qué no se ponía algo más cómodo mientras me mojaba un rato y así fue, cuando se cambió volvió y me preguntó si ya está lista y le dije que sí, cerró las llaves y abrió las puertas, se había puesto un boxer y estaba sin camisa, como anda normalmente por la casa (mi papá es un hombre de 35 años, se casó muy joven con mi mamá porque como se dice en mi país metió la pata, mide 1.80, cuerpo normal, ni gordo ni flaco, cabello rubio y ojos azules, de muy buen porte y buen mozo, mis amigas siempre dicen que es bello, lo que es verdad), me dijo que iba a buscar la toallita y le dije que no, que raspaba mucho y me dijo que con qué entonces, le dije que con la mano como se bañaba él, agarró el jabón y se lo frotó y me volteé y comenzó por la espalda nuevamente, me sentía extraña pero me gustaba, tenía una manos grandes y fuertes, bajó a las piernas y por último el trasero, me di la vuelta y enjabonó brazos y cuello, al empezar a enjabonarme los melones, al sentir sus manos se me pusieron los pezones duros de inmediato, lo cual el sintió y yo me estremecí, bajó a mi barriga y piernas, al abrir mis piernas un poco para facilitarle el lavado de mi concha noté que le estaba empezando a crecer un bulto en el short, al tocarme vi una erección que ya no podía disimular, me la lavó bien, cosa que me causó una sensación indescriptible, ya que había sido el primer hombre que me tocaba todas las partes de mi cuerpo, al pararse para enjabonar mi cara y ponerme el champú, no aguanté la risa y le dije papi mira cómo te has puesto, él me pidió disculpas y me dijo es que tú eres una señorita muy bonita y desde que murió tu madre no había vuelto a tocar a una mujer, cerró la puerta y abrió las llaves. Al terminar me secó y mientras me secaba le pregunte si en verdad no había estado con una mujer desde hace 2 años que murió mamá y me dijo que no, yo le comenté que él había sido el primer hombre en tocarme todo mi cuerpo y me preguntó si no había tenido nunca novio a lo que respondí que no, y tampoco me había dado ni un beso en la boca con nadie, me dijo que si mis amigos eran ciegos que yo era una señorita muy bella. Fuimos al cuarto y me hizo la cura y me puso el camisón.

Al entrar la noche le dije para ver una de las películas que había traído, me acosté en el sofá que está en el estudio donde está el VHS y él se sentó en su silla de cuero que era reclinable, comenzamos a ver la película y la media hora le dije que la parara un segundo que iba a buscar mis almohadas, pero las buscó él, me preguntó que cómo las quería y me levanté para que las pusiera debajo de mi barriga cosa que al acostarme boca abajo que era como me gustaba acostarme no me molestara la herida y así lo hizo, las acomodó de tal forma que estuviera cómoda. Seguimos viendo la película, la cual estaba muy interesante y sin intención doblé las rodillas con los pies para arriba y los abría y cerraba, como no tenía pantaletas y no me acordaba se me veía todo por debajo del camisón, como la pared que estaba por detrás del T.V. era de espejos, vi que mi padre me estaba viendo muy concentrado, y como la silla de él quedaba al fondo de la habitación y el sofá donde yo estaba quedaba a un lado él podía verme toda la entrepierna y noté que tenía una erección más grande que la del baño. Eso, no sé por qué pero me estaba gustando que él me viera y disimuladamente abrí un poco más las piernas, después con la excusa que me picaba la herida, me subí un poco el camisón al rascarme con el brazo lo que le daba una mejor vista de mi conchita, eso me empezó a excitar y por lo visto a él también, no me quitaba la vista de encima. Terminamos de ver la película y le dije que me iba a dormir, me acompañó al cuarto y me arropó, costó mucho para que me durmiera, no hacía otra cosa que pensar en mi papá, la forma en que me miraba y sus manos tocándome mientras me bañaba, así que pensé que si me tenía que afeitar se iba a tardar más y me iba a tocar más.

Al día siguiente ya era sábado, así que no tenía que ir a trabajar, desayunamos como siempre y le dije que cuando me bañara me tenía que hacer un favor y me dijo que sí cómo no. Al ir al baño, le dije que me tenía que afeitar las piernas, axilas y el pubis porque ya me habían crecido mucho los vellos, me dijo si no queda más remedio lo haría con mucho gusto. Me quitó el camisón y me senté en el inodoro, le dije que buscara la espuma y la máquina de afeitar que estaban en mi gaveta debajo del lavamanos, me puso espuma primero en las axilas y las afeitó con cuidado y de vez en cuando me rozaba los senos, lo que me estaba poniendo caliente, ya mis pezones se habían puesto duros, luego siguió con las piernas, después me dijo que iba a tener que abrir las piernas para afeitarme el pubis, me puso espuma en mi conchita ya estaba totalmente excitada, lo hacía con mucho cuidado, para ese entonces ya se notaba en su short su erección. Me tocaba para poder estirar la piel y le dije aparta un poco los labios de mi cocoy para que lo hagas bien, eso lo puso a temblar y mí me excitó más, sentir como con sus dedos me abría mi cocoy, él aprovechó para meter un poco dos dedos para separar lo que hizo escapar un gemido debido a mi excitación, el cual él disimuló no escuchar, al terminar me metí en la ducha y después de mojarme me empezó a enjabonar, ya lo hacía con más confianza y seguridad, me lavó todo el cuerpo y puso más empeño cuando lavó mis nalgas y mis melones, cuando bajó a lavar mi concha le dije que la lavara bien que tenía unos pelitos y me picaba para que así me la tocara un rato, lo cual no dudó en hacer, ya que estaba tan excitado como yo, enjabonó todo por afuera y después empezó a meter un poco su dedo, me gustaba mucho, me saqué el jabón rápido y dije que me secara, no quería tardar mucho para que no se me quitara la calentura, me secó y fuimos a mi cuarto, me acosté desnuda en la cama mientras me hacía la cura, después le dije que me pusiera crema en las partes afeitadas para que no se me irritara y la buscó donde le dije, me puso en las axilas, luego se inspiró en las piernas con un buen masaje, cuando iba a poner crema en mi conchita yo estaba muy caliente y vio que estaba mojadita y me dijo, como que yo no soy el único que lo está y sonrió, yo le dije es que con tus caricias me has excitado muchísimo papi y tú a mí con ese cuerpo tan bello que tienes, me comenzó a poner crema y yo como un reflejo abrí mis piernas lo más que pude y solté un gemido, él al ver mi reacción, me comenzó a frotar más y me fue metiendo un dedo, yo le dije que siguiera que me gustaba mucho, luego metió dos y me comenzó a disfrutarme, me tocó mi clítoris y lo movía con movimientos circulares, yo le decía ¡¡¡ahhh!!! Siiii sigue así, me preguntó si me gustaba y le dije que mucho y me dijo ahora vas a saber lo que es gozar, se puso entre mis piernas y comenzó a lamerme, me saboreo el clítoris mientras me metía 2 y hasta 3 dedos, lo que me provocó el primer orgasmo de mi vida y lo había ocasionado mi padre.

A la mañana siguiente (domingo) cuando me tocó bañarme, le dije que esto era trampa, ya él me veía mí y yo no podía verlo a él, a lo que reaccionó bajándose el short y quedando completamente desnudo ante mí y le propuse que nos bañáramos juntos y cuando terminó de quitarme el camisón me cargó, me dio un beso y me dijo sí pero después de algo que quería hacer conmigo hace días. Me llevó a su cuarto y nos acostamos los dos desnudos, me comenzó a besar por todo mi cuerpo y yo le hacía lo mismo, me saboreo, lamió, pellizcó, tocó mis melones, yo no dejaba de retorcerme, gemía como loca esta en el clímax total, cuando iba a bajar a mi concha, le dije que yo también quería disfrutar de él, que formáramos un 69 a lo que accedió sin pensarlo, mientras él hacía su parte en mi concha, yo veía por primera vez el miembro de un hombre de tan cerca, qué grande y grueso era, lo comencé a besar y a lamer, me lo metí de un solo bocado en la boca y comencé a saborearselo hasta que nos corrimos los 2 al mismo tiempo, yo le llené su boca por segunda vez de mi líquido y él me llenó la mía de su cálida leche que me fui tragando, sin dejar chorrear nada.

Nos abrazamos y besamos un largo rato, hasta que de repente sentí que su miembro comenzaba a chocar contra mi cuerpo, lo que indicaba que ya estaba duro otra vez y listo para seguir, le dije que me introdujera, me abrió las piernas y se situó encima de mí, yo estaba nerviosa y le pregunté que si me iba a doler, porque como era tan grande y grueso, él me respondió que al principio un poquito y progresivamente me iba a gustar cada vez más. Me preguntó que cuándo me venía la menstruación y yo le dije que me vendría en uno o dos días, me dijo perfecto. Agarró su trozo de carne duro y tieso lo puso a la entrada de mi conchita, fue empujando poco a poco hasta que metió la cabeza, yo grité porque me dolió y él dijo aguanta un poco, la dejó hasta que me acostumbrara, y luego metió otro poco, volví a quejarme, dejó que estirara mi conchita y me dijo voy a empujar lo que queda de una sola embestida, yo dije ok, me empujó todo lo que le quedaba afuera de un solo golpe, yo grité y hasta se me salieron las lágrimas, sentí que se me había roto algo por dentro y por supuesto, era mi virginidad, me besaba mientras esperaba un segundo y empezó a moverse muy despacio, ya no diferenciaba entre el dolor y el placer que me causaba, poco a poco fue aumentando el ritmo de sus embestidas, yo gemía y me estremecía estaba en el paraíso, le decía sigue así más rápido ahhhh, mmmmmmmm siiiiiiii me gusta papi mételo hasta el fondo, no aguanté más y me corrí, él seguía con el mete y saca hasta que sentí sus espasmos y su leche calientica corrió dentro de mi cocoy, lo que hizo que me corriera por segunda vez, lo sacó y yo se la empecé a saborear para limpiar los restos de leche que le quedaron.

Nos metimos a bañar y me enjabonó pero esta vez no fue como siempre, ahora lo hacía con deseo e intensidad, después que estaba toda enjabonada le dije que ahora yo lo enjabonaría a él y me preguntó que cómo iba a ser, para su sorpresa ya mis manos habían sanado, a lo que acotó, eres una bandida, y dejabas que yo te hiciera todo, le dije claro papi si desde que me empezaste a bañar no he podido arrancar el pensamiento de tus manos sobre mi cuerpo tocando cada centímetro de él. Espero que las cosas no cambien, ya que me gustaría que me siguieras bañando por siempre, él me dijo y tú a mí. Lo enjaboné y por primera vez sentí todos los entornos de su cuerpo, era espectacular, nos terminamos de bañar, vimos la otra película pero esta vez los dos sentados en su silla tocándonos y besándonos y al llegar la noche dormimos juntos a partir de ahí.

Llegó el lunes y empecé a ir al instituto y todo volvió a la normalidad, claro en el aspecto laboral, ya que en el familiar ya no era sólo su hija sino también su compañera y amante. Al vernos en la noche me agarró y me acostó en su cama, mi nueva cama y me quitó la ropa y yo a él, nos besamos y tocamos y cuando se estaba situando encima de mí, le dije papi que había un problema, me preguntó cuál y le responde que me había venido la menstruación, él me dijo eso no es problema para mí, pero para mí sí me siento incómoda, ya tengo la solución, sí ¿cuál es?, espera un segundo y fue al baño y buscó vaselina, me puso en cuatro patas y me dijo relájate, ¿qué vas a hacer?. Voy a hacer que sientas una nueva experiencia, bueno en realidad yo tampoco nunca lo he hecho, te voy a coger por tu trasero lindo, yo respondí, no me va doler y después no me voy a poder sentar hasta que me convenció, se llenó el dedo medio de vaselina y lo comenzó a meter lentamente y daba movimientos circulares, mientras yo le hacía una paja para excitarlo, luego cambió al pulgar el cual me hizo quejar un poquito, cuando lo vio medio dilatado me puso su cabeza en la entrada de mi trasero y empezó a empujar suavemente, me dolía muchísimo, me aguantó por la cintura hasta que logró meter toda la cabeza, yo lloraba del dolor y le decía que parara, luego metió otro poco, no aguantaba el dolor y de un empujón sentí su vientre chocar contra mis nalgas, lloré y le rogaba que lo sacara, me dijo que no que ya lo había metido todo, comenzó a moverse lentamente y empecé a cambiar mi llanto por gemidos de placer, ya no me dolía tanto, aceleró las embestidas mientras me agarraba los melones que se bamboleaban con su movimiento, me hizo tener tres orgasmos, cuando en el último sentí su chorro de leche que entraba con una presión que no había sentido antes, gracias a que le había provocado el mejor orgasmo de su vida y fue en mi trasero, lo sacó cuando ya estaba flácido y mi agujero dilatado como 3 o 4 centímetros dejaba salir su cálida leche, la cual agarraba con la mano y me la llevaba a la boca, luego le saborie su miembro para limpiarlo por completo, lo que ayudo a que se pusiera duro en mi boca y lo comencé a a saborear, le saborie las bolas hasta que llegué al NIE como se dice en mi país (esto quiere decir ni es trasero, ni es bola) es esa pielecita que separa el hueco del trasero de la parte baja de las bolas, mi papá gemía y mientras me pedía que no parara, nunca le habían saboreado ese sitio y lo ponía a 1000, mientras él se halaba lo cual provocó que botara todo su fluido en su estómago el lamí hasta dejarlo limpio.

Desde ese entonces duermo, me baño y soy pareja de mi papá, claro cuando estamos en la casa o nos vamos a un sitio donde nadie nos conozca, hacemos el amor cada vez que nos provoca e inventamos nuevas posiciones o técnicas para mejorar nuestra relación como pareja.


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Enfermera de noche


Al final de los 40 él había tenido su momento de mayor esplendor. Era el galán de radioteatro más famoso y mejor pago de toda la historia de la radiofonía argentina.

Las empresas competían por auspiciar sus programas, los autores morían por que él dijera lo que ellos escribían.

Las otras emisoras a la hora en que él actuaba pasaban música o programas muy puntuales, como "La hora del relojero", "El campo por sus paisanos", o similares de interés para un público muy puntual que no suspiraba al ritmo de sus romances del eter, porque era imposible competir con él.

Y lo principal, el centro de todo, las mujeres radioescuchas se mojaban las bombachas escuchando sus diálogos, bloqueaban las líneas telefónicas de la emisora, atoraban las oficinas de correo con sus cartas donde, desde pedirle una foto autografiada hasta ofrecerse abiertamente para que él las hiciera pasto de sus necesidades sexuales, cabía todo.

Ella por esa época tenía 10 años y como su madre, adoradora incondicional del ídolo, ya consumía todos los almibares que chorreaban del aparato de radio cuando era la hora de la novela de él.

Al principio de los 50 apareció la televisión y, como es lógico ante la novedad, el auge de la radio mermó considerablemente.

Muchos actores y actrices que por radio eran jóvenes, bellos y etéreos, sucumbieron porque la realidad de la televisión los mostraba calvos, gordas o decididamente horrendos.

El, en cambio no, a los 35 años era un hermoso ejemplar de hombre, alto, elegante y bastante buen actor.

La pantalla multiplicó su popularidad, su vigencia entre las mujeres de 15 a 60 años y fundamentalmente su cuenta bancaria.

Ella y su madre siguieron su devota vida, ahora adorando al ídolo en la plenitud de su imágen.

Hasta los años 70 su carrera siguió vigente. Paso de ser el galán irresistible a ser un actor de carácter, especial para interpretar hombres maduros, seductores y mujeriegos.

A los 55 años se enteró que un cáncer minaba lentamente su vida. Se retiró de la actividad para cuidar su salud y tener, hasta el fin de sus días, la mejor calidad de vida posible.

Ella y su madre, ya mayorcita, como el 99,9% de las restantes mujeres del país recibieron la noticia consternadas. El se iba a morir y ya sus vidas perdían el sentido.

La enfermedad seguía su evolución pero mediante periódicas internaciones, donde le hacían chequeos, tratamientos y transfusiones gozaba de un considerable buen estado general.

Casualmente fue en una de esas internaciones, durante el verano del 75 cuando ella, enfermera profesional, tuvo oportunidad de conocerlo y hablar con el personalmente.

Una noche tuvo ella la responsabilidad de asistirlo. No podía creerlo y a pesar del dolor por su estado, sentía una alegría indescriptible.

El era tal cual sus personajes, simpático, con muy buen humor a pesar de su enfermedad, seductor compulsivo. Ella sintió que al rato de hablar con él mientras cumplía con su rutina sus bombachas estaban húmedas y un calor le subía por el pecho. Cuando se retiró al office pasó por el baño donde no pudo resistir la necesidad imperiosa de halarse intensamente.

Se tranquilizó algo pero al momento él reclamó su presencia y nuevamente sientió que el calor se acrecentaba en su pecho, que latía intensamente.

–No puedo dormir, preciosa, ¿me darías una pastilla, por favor?

–Lo siento, pero ya le dí la que tenía prescripta. Espero un ratito que seguro le va a hacer efecto. Si quiere me quedó haciendole compañía así se distrae y quizas se duerma más rápido.

–Eso sería muy agradable, no hay nada que supere el dialogar con una bella mujer.

Ella sintió que su cocoy latía y temió tener su primer orgasmo parlante. Muchas veces le había escuchado decir cosas similares en la radio o en la tele pero siempre la interlocutora era otra.

–Usted siempre tan adulador, me hace poner colorada.

–Si no me equivoco es la segunda o tercera vez que nos vemos, ¿porqué me decís que soy adulador?

–Porque hace tiempo que lo conozco –dijo ella y comenzó a contarle toda su historia de admiradora. Nombrarle los trabajos que más le habían gustado. Repetirle de memoria díalogos enteros de alguna de sus novelas. Habló hasta apabullarlo.

–¡Dios mío! Estoy en presencia de mi admiradora más informada. Esto se merece un autógrafo muy especial. ¿Me alcanzás papel y una lapicera?

–No se ofenda pero no me alcanza con un autógrafo, aunque sea muy especial –dijo ella con cierta intencionalidad, producto de la calentura que estaba sintiendo.

El percibió el tono de ella y le dijo:

–¿Y que te gustaría? ¿Una foto, la copia de una de mis películas…

–Hacerle el amor –lo interrumpió ella, que tomó conciencia cuando escuchó el retumbar de sus palabras en el oido.

–¿Eso está prescripto? –dijo él con su tono más seductor y cargado de ironía.

–No, pero tampoco está explicitamente prohibido.

El sentía como iba subiendo la intensidad del diálogo. Desde hacía tiempo no era el gran cogedor que supo ser hasta antes de su enfermedad.

Sus relaciones sexuales ahora eran exporádicas y algunas veces frustrantes. A causa de la enfermedad y de tantos medicamentos sus erecciones eran endebles y a veces no le alcanzaban para llegar al orgasmo. Por estas razones a veces declinaba muchos ofrecimientos que todavía, a su edad, le hacían las mujeres.

Tuvo el presentimiento que esta vez podía ser diferente, ella era una mujer jóven y por lo que se percibía, debajo del uniforme había suficientes motivos para intentarlo. Como jugador empedernido y casi siempre ganador, apostó.

–Ha mi me encantaría, sos muy atractiva.

Ella cerró la puerta del cuarto con llave. No había posibilidades que nadie molestara a esas horas de la noche, pero por precaución. Además era totalmente normal que se hiciera para practicar curaciones.

Se acercó a la cama y corrió la sábana, el batín que tenía apenas cubría sus genitales. Mientras lo besaba le acarició la pija.

Ese beso la transportó a las miles y miles de fantasías que durante su vida había tenido con él. Sabiendo que esto era real se dispuso a disfrutar esta oportunidad de concretarlas.

Se dirigió a la pija, aún flácida y se la metió en la boca.

–Desnudate –le dijo él– me encanta ver el cuerpo desnudo de una bella mujer.

Bajo el uniforme sólo llevaba una bombacha mínima y el corpiño, que al sacárselo, libero dos hermosas y redondos melones.

Su intuición no lo había engañado. Ella tenía un cuerpo sensacional y rellenito, como a él le gustaba. La visión de esa imágen activó su sangre, que ayudada por los sabios lenguetazos que ella le daba, fluyó a su pija endureciéndola como hacía tiempo no le pasaba. Esto le satisfizó e hizo subir su excitación, que acrecentó cuando en posición de 69 pudo saborearse profundamente la concha, totalmente empapada por el flujo que le producía a ella el estar cogiendo precisamente con él.

A pesar que el estado físico era bueno, ella lo montó con sumo cuidado apoyándole los melones en la cara para que se las saboreara. Cosa que el hizo mientras ella con movimientos de su pelvis y cadera, hacía que la pija entrara y saliera comodamente de su concha.

Estuvieron así un largo rato, saboreandose, metiendosé las lenguas hasta la garganta, acariciándole los melones o metiéndole un dedo en el trasero.

Si la pija seguía manteniendo ese grado de dureza, con seguridad podría hacerle el trasero tranquilamente.

Cuando se lo propuso ella aceptó encantada, si algo le gustaba más que tenerla en la concha, era sentirla en el ojete.

Como tenía muy buena dilatación, la pija todavía durísima, se enterró con facilidad, sintiendola ella a través de todo su trayecto.

Además de buen cogedor el era especialmente hábíl con sus palabras. Le decía cosas que producían picos de excitación que ella enseguida traducía a una presión, con la concha o el trasero, según donde la tuviera, sobre la poronga inconmovible en su rigidez.

El estaba totalmente eufórico porque este era un polvo similar al de sus grandes épocas. Tenía una compañera que lo disfrutaba tanto como él, y esa interacción se manifestaba a través de los continuos orgasmos que tenía ella y de los denodados esfuerzos de él por retener una eyaculación que estaba más que en la puerta.

Ella le pidió que le abacara en la boca y cuando él no pudo resistir más le avisó. Radidamente se la sacó del trasero y alcanzó apenas a darse vuelta antes de que él comenzara una lluvia de innumerables borbotones de leche blanca y espesa.

La mayor parte fué a parar a la boca de ella, pero era tanta que también le tocó parte a la cara y al pelo.

Ambos quedaron relajados y satisfechos del polvo que se habían echado. Se dieron un beso y se prometieron repetirlo.

Cuando ella se fué el estaba a punto de dormirse plácidamente. Cuando llegó al office, su compañera de guardia le dijo:

–¿Te lo cojiste? –ella asintió con la cabeza y una amplia sonrisa en la boca– ¿que tal es?

–Mejor que en los teleteatros.

–¿Si? Mañana me lo cojo yo.

–Mejor, las dos

–No, loca, alguna tiene que quedar aqui, por cualquier cosa.

–Tenés razón, pero yo te lo pongo a punto.

A la noche siguiente ella preparó todo y cuando estaba bien con la poronga al máximo, le propuso el cambio, entusiasmado dijo que sí, y apareció la otra enfermera que se encargó de la parte final del tratamiento que se realizó con mucho éxito ya que era muy experta en esos menesteres y también poseedora de atributos naturales acordes con la función que desempeña.

El quedó plenamente satisfecho y cuando se retiró a su casa, dejó una nota al director del sanatorio recalcando, la eficiencia, contracción al trabajo y experiencia que habían demostrado las enfermeras de la guardia nocturna.

Epílogo

El vivió casi un año más, tiempo durante el que tuvo una o dos internaciones mensuales, más por placer que por necesidad.

Se encargaba puntillosamente que siempre le tocara el mismo servicio de enfermeras nocturnas, por eso cuando en el testamento aparacieron esos dos legados jugosos en efectivo para ambas profesionales, a nadie le extraño.

Ellas fueron casi las principales responsables de que la calidad de vida del paciente fuera óptima.


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Su segunda experiencia, no dolor, solo placer


tiene 27 años, mide 1.70 es de piel morena clara, cabello negro hasta el cuello, es delgada, tiene unos senos pequeños, pero hermosos, unas piernas hermosas que, antes de hacerlas a los lados dan ganas de devorarlas, en general tiene una figura esbelta, curvilínea muy bonita, y unas nalgas que me encanta besar.

Después de su primera experiencia anal, que por cierto que fue un tanto dolorosa, me dijo que no habia problema en el hecho de que la hubiera lastimado, ella sabe que fue por la pasión que yo siento por ella, y que estaba interesada en experimentar esas sensaciones, y yo la verdad estaba ansioso por sentir como la introducia, pero al mismo tiempo de saber que ella sentia placer, en lugar de dolor.

Entonces planeamos bien el asunto, como les dije ella vive sola, y no hay el menor obstáculo para hacer todas las locuras que se nos ocurran.

Entonces, me comentó que en el mueble junto a su cama, hay un tubo de lubricante, y yo le dije que estaba perfecto.

Como a los 15 dias de su primera experiencia anal, llegamos a su casa, no se si muchos o muchas de ustedes compartan mi pensamiento, pero al llegar a casa con su pareja, tambien es muuuuuy excitante, la naturalidad con la que se desnudan, totalmente predispuestas a hacer el amor, en lo personal a mi tambien me pone muy caliente el hecho de estar platicando cualquier cosa totalmente ajena, mientras se va quitando la blusa, y desabrochando su brassierre, mostrandote esos encantadores senos, sin el mas minimo pudor, sabiendo que yo la estoy observando con todas las ganas de venirme dentro de ella, y ella, estando totalmente segura de que va a tener mi miembro adentro de su boca y de su cocoy.

Eso la verdad me comenzó a poner muy caliente, y todavía mas, cuando se dio cuenta de que yo la observaba totalmente inmóvil, ella se puso muy caliente, y comenzó a desnudarme, me quito la camisa, el pantalón, y al bajarme el boxer, inmediatamente saltó mi miembro totalmente erecto, y ansioso de recibir una rica mamada, ella lo notó, y sin mas preámbulo, lo tomó con sus labios, y lo insertó todo en su deliciosa boca, que empezó a dar las primeras succiones que me arrancaron un tremendo suspiro.

Continuamos con un 69, que no duró mas de 5 minutos, cuando abrí sus piernas y se lo introduje por su cocoy hasta hacerla casi venir, en eso, nos recostamos, la volteé, espaldas a mi, y de lado le comenzé a introducirsela de nuevo por esa deliciosa y jugosa cocoy, y al tener su hermoso ano a mi perfecto alcance, solo estiré la mano, abrí el cajón de el mueble junto a su cama, y saque el tubo de lubricante.

Ella al escuchar el ruido de la cajita, supo lo que habia hecho, lo que la estaba poniendo a 100, y el simple hecho de oir como ponía lubricante en mi mano, la excitó todavía mas, y hacer que con su mano tomara sus hermosas nalgas y las abriera para darme paso a lo que iba a hacer.

En este preciso momento me estoy corriendo, por el simple hecho de recordar el suspiro que dio cuando sintió lo frío del lubricante que comenzaba a untar en su ano, sin sacarle mi miembro de su cocoy, se me enchina la piel de escuchar su voz al decirme

"si papi, lo quiero alli, justo alli, que rico"

Con el lubricante que me quedó en la mano, comencé a meter un dedo sin sacar mi miembro de su cocoy mientras la otra mano la llevaba a su cara para que mamara mi dedo indice que tanto le gustaba también.

Posteriormente le metí dos dedos para dilatar su ano, hasta que metí tres, para que pudiera soportar un miembro que es de tamaño normal, que en lugar de lastimar, las mujeres sienten que les encaja a la perfección, y lo suficiente para hacerlas venir y arrancarles los mas profundos suspiros.

Cuando me percaté de que mis dedos entraban a la perfección, saqué mi miembro de su cocoy, y lo urgué con mas lubricante, y sin mas ni mas, la recosté boca abajo en la cama, quedando sus nalgas a mi entera disposición, y cuando ella me estaba diciendo "ya mi amor, metemelo porfavor, que ya no aguanto mas.

Procedí a presionar un poco sobre la entrada de su anito. No se como, pero en ese momento solo vi como sus manos apretaban la almohada, y escuché su voz entrecortada que me decía "ese es el miembro que tan feliz me hace verdad mi amor??"

"quiero sentirlo dentro!"

Con toda delicadeza fui metiendo mi miembro, sintiendo como los pliegues de su ano se contraían, y al mismo tiempo escuchando sus suspiros y su voz que me decia:

"Me estás hundiendomela mi amor, siento delicioso, sigue, metemelo todo"

Solo escuché sus gritos y jadeos de placer cuando sentí como sus nalgas se restregaban a mi pelvis, yo, todavía con temor de lastimarla, no hacia movimientos bruscos, pero al escucharla jadear y decirme "ya estas adentro mi amor, ya no me duele, hazme venir por favor"

Comencé con un rudo movimiento de entrar y salir, y mas me excitó, al sentir como todos sus musculos se contraian en un profundo orgasmo, tan loco, que al pasar mi mano por su entrepierna, sentí como su cocoy estaba escurriendo de sus deliciosos jugos, mismos que yo recogí en mi mano, y me los llevé a la boca para saborearlos.

En verdad sentia como ella se estaba viniendo, cuando ya no pude mas, y al estar seguro que no había el menor riesgo de embarazo, solté toda la carga de leche que tenía, dentro de su ano.

Ella sintió tambien mi orgasmo y me dijo:

Que rico mi amor, siento tu fluido calientito dentro de mi"

Lo cual la hizo moverse todavía mas salvajemente al grado de prolongar mi orgasmo, y sentir que le estaba llenando todo el ano con mi fluido, que al escurrir por los lados sirvió todavía como mas lubricante para seguirselo introduciendoselo.

Después de todo ese tiempo de climax, ella volteó a verme a los ojos, y sin sacar todavía mi miembro de su ano, caimos rendidos en la cama, hasta que mi miembro se volvió a relajar aun dentro de su ano, bastó un movimiento para besarla, y mientras mi miembro salía de su delicioso abismo, mi lengua entraba hasta lo mas profundo de su boca, y quedar totalmente exhaustos tendidos los dos en la cama, con mi miembro fuera de su anito, pero todavía aprisionado por esas hermosas nalgas que parecen piel de durazno.

Quedamos inmoviles como por media hora, y como esa vez yo me quedaría a dormir con ella, le propuse que nos fueramos a bañar antes de dormirnos.

Me volvió a excitar, el hecho de ver que al levantarse de la cama para dirigirse a la regadera, el ver como las sábanas se deslizaban por su cuerpo, y ver la luz que destellaban sus deliciosos melones al ser descubiertas, ademas de verla caminar hacia el baño con esa mirada picara hacia mi.

Cosas que me hizo correrme de nuevo, y alcanzarla en la regadera con mi miembro, otra vez erecto, que fue el primero que cruzo el umbral de esa semitransparente cortina.

Tomé a mi niña entre mis brazos, y la besé mientras sentíamos como el agua cálida abrazaba nuestros cuerpos que eran uno solo. Después de eso, ella, con toda delicadeza, y sin el menor pudor, tomó mi miembro con su mano derecha, lo comenzó a masajear, y mientras lo estaba lavando, me decia "Asi que este es tu amiguito que me ha hecho disfrutar tanto, Qué bonito, es tan bello, como lo amo" En ese momento ese masaje ya habia terminado de lavar mi miembro, y se convirtió en una halada, acto seguido de un delicioso beso bajo el agua de la regadera, y su dulce voz que me decia: "voy a agradecerle a este amiguito"

Entonces ella se arrodilló, y lo metió en su boca, dándome una deliciosa mamada, que culminó en una rica venida en su boca.

Terminamos este acto, ella me secó a mi, me dio la toalla, yo la sequé a ella, y nos fuimos a la cama totalmente desnudos a dormir.

Cómo me despertó????, en el transcurso de la semana les contaré esto, porque ese delicioso despertar, ya corresponde a la categoría de sexo oral, esperenlo, esta delicioso también.


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La primera vez (2: Esta vez si)


Como he dicho en mi anterior relato, Paula tuvo el trasero bastante mal durante casi una semana. Fueron 5 días en los que estuvimos algo preocupados porque ella tenía bastantes dolores. Llegamos incluso a pensar que debíamos ir a urgencias y así lo hicimos. Tras contar al médico lo que había pasado (que vergüenza, ni se como fuimos capaces...), la examinó y afortunadamente no pasaba nada. Nos recomendó utilizar cremas lubricantes y esperar a que el ano estuviera más dilatado. Creo que se puso algo cachondo examinando a Paula.

Efectivamente a los 7 días Paula no tenía ningún rastro de dolor. Comenzamos a hablar de nuevo acerca de tener sexo anal y ya de paso nos prometimos que siempre y cuando no causara daño y los dos estuvierámos de acuerdo, teníamos que hacer realidad las fantasías del otro.

Paula insistía en volver a tener sexo anal, ya que la vez anterior no había sido muy satisfactoria, pese a llegar al orgasmo. Yo también quería, pero viendo que a ella le apetecía mucho, decidí al mismo tiempo pedirla que me dejara acabar en su boca, otra de mis fantasías, a cambio de tirarmela por el trasero. Tenía suerte, una de las cosas que más morbo me daba hacer y de regalo otra más.

De nuevo quedamos en mi casa, esta vez más preparados, con crema lubricante (vaselina) y condón, pues a Paula le daba asco tragarse mi fluido si mi miembro me iba a salir tan sucia como la vez anterior. Lo primero que hicimos fué darnos un baño, para lavarle bien el trasero a Paula. Nos desnudamos y nos metimos en el agua caliente cubierta de espuma, uno enfrente del otro. Inmediátamente, Paula empezó a jugar con sus pies acariciando mi miembro, que se puso dura al momento. Me acerqué a ella y con las manos empecé a sobarle el cocoy, los muslos, los melones. Ella se reclinó más en la bañera, abriéndose de piernas y sacándolas del agua. Su ano quedó a mi alcance y empecé a meter el dedo. Gracias a la relajación del baño y al agua el primer dedo entró fácilmente. Paula abrió la vaselina y cogió un poco con uno de sus dedos. Metió la mano dentro y aprovechando que la vaselina no se iba con el agua, lo dirigió tambien a su ano. Teníamos los dos dedos dentro de su trasero, cada uno los movíamos de una manera y ella empezó a gemir mientras con la otra mano se trabajaba el clítoris. Yo metí un par de dedos de mi otra mano en su cocoy. La escena era muy excitante, porque parecía que éramos mcuhos, con cuatro manos liadas para poder acceder a su cocoy y su trasero. Así transcurrió un rato, con Paula corriendose con mi ayuda, hasta que se metió otro dedo en el trasero. Ambos acelerámos el ritmo de la corrida y ella empezó ya a gritar como una loca "¿Me vas a dar el trasero?...¿me la vas a meter?", mientras se retorcía de gusto. La muy buscona estaba gozando de lo lindo y yo nada... así que decidí ponerla cachonda, al borde del orgasmo, para tirarmela mejor. Y así lo hice. Cuando empezó a gemir más fuerte y noté que el orgasmo andaba cerca, saqué mis dedos de su trasero y de su cocoy y dije "Vamos a la habitación, que quiero metértela".

Ella protestó por lo cerca que había estado de correrse, pero eso la hizo salir corriendo de la bañera y, aún chorreando, ir a la habitación. Se sentó en el borde de la cama y la ordené que me pusiera un condón. Me agarró de el miembro y acercó sus labios a mi glande. Poniendo los labios como para besarme empezó a disfrutarme la punta, que estaba cubierta de agua del baño junto a los fluidos que de ella empezaban a salir. Se la metió de golpe en la boca, rozándome con sus dientes lo justo para notar un escalofrío de placer, hasta donde le entraba. Volvió a sacarla y dándole lametones mientras me corria me miró con su carita de vicio y me dijo "¿Te vas a correr en mi boca luego?". La verdad que la muy buscona sabía como calentarme. Me puso el condón y le pedí que se pusiera a cuatro patas en el suelo, con el torso apoyado en la cama. Me arrodillé detrás de ella y separando sus nalgas tras azotarlas, me dirigí directo al ano con mi lengua. Primero lo disfrute haciendo círculos, luego intentado meter la lengua lo más adentro que podía. Ella me pedía que siguiera, moviendo su trasero hacia atras en busca de mi lengua. Me puse vaselina en dos dedos y con cuidado se los metí hasta los nudillos. Entraron sin problemas y empecé a girarlos en ambos sentidos. Volví a sacarlos y cogí más vaselina. Esta vez los metí hasta el final en su trasero, ella pedía más y nuevamente perdía la cabeza "Ayyy, asiiiiii, por el trasero, como a una buscona, asiiii", Con la otra mano empecé a masajearla el clítoris y el cocoy, metiendo dos dedos y sacándolos para volver a su clítoris. Añadí un tercer dedo a su ano. Era curioso notar los dedos entrar y salir de su ano a través de las paredes de su cocoy. Me anoté mentalmente que tenía que pedirla que hicieramos un trío.

La trabajé el cocoy y el trasero durante un tiempo, hasta que estuvo otra vez muy, muy caliente. Me rogaba que le metiera mi miembro, que le reventara el trasero, que la destrozara, pero yo prefería esperar por la experiencia anterior. Probé con un cuarto dedo y entró. Aquello era suficiente, me puse en pie y unté algo de vaselina en la punta del condón. Dirigí mi miembro a su trasero, que ella se esforzaba en abrir con las manos, "Venga, por favor, metémela", pedía, así que empujé. Me sorprendí por lo fácil que entró hasta casi la mitad de mi rabo. La dejé dentro, sin moverme, dejando que fuera ella la que controlaba cuánto más se metía. Para mi sopresa, agarró fuerte las colcha de la cama, apretó los dientes y con un gemido de estar dando y se la clavó de golpe hasta el fondo. La agarré de la cintura dispuesto a tirarmela así como a una perra, pero no me dió tiempo a empezar cuando ella comenzó a tirar atrás y adelante, llevando mi miembro hasta el borde para volver a metérsela dentro, haciendo además un movimiento circular. "Me-me corrooo, me corroooo", comenzó a gritar apenás acababa de empezar a tirar. Sin tocarse, el cocoy, sin que yo me moviera, se había venido en un orgasmo que la debía estar matando. Me hubiera gustado decir que mi miembro la destrozó, que mi manera de tirar era tan buena que casi la mato de gusto, pero lo cierto es que no llegué a hacer nada, lo hizo todo solita.

Sus espasmos fueron largos, menuda corrida estaba teniendo. Yo me animé y empecé a tirarmela también. Me tiraba su trasero hasta que mis cojones daban con su cocoy. Nada más correrse ella empezó de nuevo a gemir, esta vez acompañando a mis embestidas con su mano en el cocoy. Perdí los papeles un poco, pues mis embestidas empezaban a ser muy bestias, con ganas de metérsela hasta la garganta. Ella no protestaba, al contrario, me animaba a que la reventara y su mano aceleraba el trabajo en el trasero. Me la tire 10 minutos de ESTA FORMA, hasta que me cansé porque estaba casi en cuclillas y los muslos no me daban más de sí (hay que estar en forma para ser un Rocco Sifreddi aficionado).

La saqué y la pedí que se tumbara en la cama, agarré sus piernas y me las puse en los hombros. Coloqué mi miembro en el agujero y empujé. Ella volvió a correr al mismo tiempo, mientras yo la insultaba "nena, ¿te gusta mi miembro?, ¿te gusta en el trasero?", ella gemía de gusto y en nada de tiempo comenzó a gritar que se corría otra vez. De su cocoy brotó una gran cantidad de líquido, casi parecía la corrida de un hombre. Sus gemidos eran de auténtica lujuría y placer, se retorcía por el gusto. Cuando ví eso aceleré mi ritmo, apunto de correrme. Justo cuando su orgasmo acababa noté que yo también me venía. En el último momento saqué mi miembro de su trasero y me quité el condón. El primer chorro de fluido me salió acercando mi miembro a su boca, por lo que le manché los melones y la cara en una línea de corrida que llegaba a su frente. Abrió la boca y yo se la metí justo para el segundo chorro, que esta vez si recibió entero en su boca. Descargué bien descargado, debí de soltar lo que me parecieron litros, todo dentro de su boca mientras ella gemía.

No lo tragó, lo mantuvo en la boca. Cuando acabé del todo rodé a un lado, agotado por la tirada. Ella se levantó y se fué al baño, que yo veía perfectamente desde la cama... y mirándose en el espejo abrió la boca y llevó mi fluido hasta el borde de su lengua, mirándolo, de repente se lo tragó, poniendo cara de vicio. Luego cogió con un dedo el que quedaba en sus pechos y cara y comenzó a lamerlo como si fuera una minga, comiéndoselo todo. Me quedé helado porque ella no me había comentado nada acerca de que le gustara tragárselo. Vaya con Paulita, parece que guardaba muchas sorpresas. Volvió a la cama y fué directa a mi miembro, para metérsela en la boca. Me plantó un beso en ella y me dijo "No me ha dolido nada, creo que puedo repetir...".

Me encendí un cigarrillo, pensando en las cosas que podíamos hacer a continuación.


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