
Como he dicho en mi anterior relato, Paula tuvo el trasero bastante mal durante casi una semana. Fueron 5 días en los que estuvimos algo preocupados porque ella tenía bastantes dolores. Llegamos incluso a pensar que debíamos ir a urgencias y así lo hicimos. Tras contar al médico lo que había pasado (que vergüenza, ni se como fuimos capaces...), la examinó y afortunadamente no pasaba nada. Nos recomendó utilizar cremas lubricantes y esperar a que el ano estuviera más dilatado. Creo que se puso algo cachondo examinando a Paula.
Efectivamente a los 7 días Paula no tenía ningún rastro de dolor. Comenzamos a hablar de nuevo acerca de tener sexo anal y ya de paso nos prometimos que siempre y cuando no causara daño y los dos estuvierámos de acuerdo, teníamos que hacer realidad las fantasías del otro.
Paula insistía en volver a tener sexo anal, ya que la vez anterior no había sido muy satisfactoria, pese a llegar al orgasmo. Yo también quería, pero viendo que a ella le apetecía mucho, decidí al mismo tiempo pedirla que me dejara acabar en su boca, otra de mis fantasías, a cambio de tirarmela por el trasero. Tenía suerte, una de las cosas que más morbo me daba hacer y de regalo otra más.
De nuevo quedamos en mi casa, esta vez más preparados, con crema lubricante (vaselina) y condón, pues a Paula le daba asco tragarse mi fluido si mi miembro me iba a salir tan sucia como la vez anterior. Lo primero que hicimos fué darnos un baño, para lavarle bien el trasero a Paula. Nos desnudamos y nos metimos en el agua caliente cubierta de espuma, uno enfrente del otro. Inmediátamente, Paula empezó a jugar con sus pies acariciando mi miembro, que se puso dura al momento. Me acerqué a ella y con las manos empecé a sobarle el cocoy, los muslos, los melones. Ella se reclinó más en la bañera, abriéndose de piernas y sacándolas del agua. Su ano quedó a mi alcance y empecé a meter el dedo. Gracias a la relajación del baño y al agua el primer dedo entró fácilmente. Paula abrió la vaselina y cogió un poco con uno de sus dedos. Metió la mano dentro y aprovechando que la vaselina no se iba con el agua, lo dirigió tambien a su ano. Teníamos los dos dedos dentro de su trasero, cada uno los movíamos de una manera y ella empezó a gemir mientras con la otra mano se trabajaba el clítoris. Yo metí un par de dedos de mi otra mano en su cocoy. La escena era muy excitante, porque parecía que éramos mcuhos, con cuatro manos liadas para poder acceder a su cocoy y su trasero. Así transcurrió un rato, con Paula corriendose con mi ayuda, hasta que se metió otro dedo en el trasero. Ambos acelerámos el ritmo de la corrida y ella empezó ya a gritar como una loca "¿Me vas a dar el trasero?...¿me la vas a meter?", mientras se retorcía de gusto. La muy buscona estaba gozando de lo lindo y yo nada... así que decidí ponerla cachonda, al borde del orgasmo, para tirarmela mejor. Y así lo hice. Cuando empezó a gemir más fuerte y noté que el orgasmo andaba cerca, saqué mis dedos de su trasero y de su cocoy y dije "Vamos a la habitación, que quiero metértela".
Ella protestó por lo cerca que había estado de correrse, pero eso la hizo salir corriendo de la bañera y, aún chorreando, ir a la habitación. Se sentó en el borde de la cama y la ordené que me pusiera un condón. Me agarró de el miembro y acercó sus labios a mi glande. Poniendo los labios como para besarme empezó a disfrutarme la punta, que estaba cubierta de agua del baño junto a los fluidos que de ella empezaban a salir. Se la metió de golpe en la boca, rozándome con sus dientes lo justo para notar un escalofrío de placer, hasta donde le entraba. Volvió a sacarla y dándole lametones mientras me corria me miró con su carita de vicio y me dijo "¿Te vas a correr en mi boca luego?". La verdad que la muy buscona sabía como calentarme. Me puso el condón y le pedí que se pusiera a cuatro patas en el suelo, con el torso apoyado en la cama. Me arrodillé detrás de ella y separando sus nalgas tras azotarlas, me dirigí directo al ano con mi lengua. Primero lo disfrute haciendo círculos, luego intentado meter la lengua lo más adentro que podía. Ella me pedía que siguiera, moviendo su trasero hacia atras en busca de mi lengua. Me puse vaselina en dos dedos y con cuidado se los metí hasta los nudillos. Entraron sin problemas y empecé a girarlos en ambos sentidos. Volví a sacarlos y cogí más vaselina. Esta vez los metí hasta el final en su trasero, ella pedía más y nuevamente perdía la cabeza "Ayyy, asiiiiii, por el trasero, como a una buscona, asiiii", Con la otra mano empecé a masajearla el clítoris y el cocoy, metiendo dos dedos y sacándolos para volver a su clítoris. Añadí un tercer dedo a su ano. Era curioso notar los dedos entrar y salir de su ano a través de las paredes de su cocoy. Me anoté mentalmente que tenía que pedirla que hicieramos un trío.
La trabajé el cocoy y el trasero durante un tiempo, hasta que estuvo otra vez muy, muy caliente. Me rogaba que le metiera mi miembro, que le reventara el trasero, que la destrozara, pero yo prefería esperar por la experiencia anterior. Probé con un cuarto dedo y entró. Aquello era suficiente, me puse en pie y unté algo de vaselina en la punta del condón. Dirigí mi miembro a su trasero, que ella se esforzaba en abrir con las manos, "Venga, por favor, metémela", pedía, así que empujé. Me sorprendí por lo fácil que entró hasta casi la mitad de mi rabo. La dejé dentro, sin moverme, dejando que fuera ella la que controlaba cuánto más se metía. Para mi sopresa, agarró fuerte las colcha de la cama, apretó los dientes y con un gemido de estar dando y se la clavó de golpe hasta el fondo. La agarré de la cintura dispuesto a tirarmela así como a una perra, pero no me dió tiempo a empezar cuando ella comenzó a tirar atrás y adelante, llevando mi miembro hasta el borde para volver a metérsela dentro, haciendo además un movimiento circular. "Me-me corrooo, me corroooo", comenzó a gritar apenás acababa de empezar a tirar. Sin tocarse, el cocoy, sin que yo me moviera, se había venido en un orgasmo que la debía estar matando. Me hubiera gustado decir que mi miembro la destrozó, que mi manera de tirar era tan buena que casi la mato de gusto, pero lo cierto es que no llegué a hacer nada, lo hizo todo solita.
Sus espasmos fueron largos, menuda corrida estaba teniendo. Yo me animé y empecé a tirarmela también. Me tiraba su trasero hasta que mis cojones daban con su cocoy. Nada más correrse ella empezó de nuevo a gemir, esta vez acompañando a mis embestidas con su mano en el cocoy. Perdí los papeles un poco, pues mis embestidas empezaban a ser muy bestias, con ganas de metérsela hasta la garganta. Ella no protestaba, al contrario, me animaba a que la reventara y su mano aceleraba el trabajo en el trasero. Me la tire 10 minutos de ESTA FORMA, hasta que me cansé porque estaba casi en cuclillas y los muslos no me daban más de sí (hay que estar en forma para ser un Rocco Sifreddi aficionado).
La saqué y la pedí que se tumbara en la cama, agarré sus piernas y me las puse en los hombros. Coloqué mi miembro en el agujero y empujé. Ella volvió a correr al mismo tiempo, mientras yo la insultaba "nena, ¿te gusta mi miembro?, ¿te gusta en el trasero?", ella gemía de gusto y en nada de tiempo comenzó a gritar que se corría otra vez. De su cocoy brotó una gran cantidad de líquido, casi parecía la corrida de un hombre. Sus gemidos eran de auténtica lujuría y placer, se retorcía por el gusto. Cuando ví eso aceleré mi ritmo, apunto de correrme. Justo cuando su orgasmo acababa noté que yo también me venía. En el último momento saqué mi miembro de su trasero y me quité el condón. El primer chorro de fluido me salió acercando mi miembro a su boca, por lo que le manché los melones y la cara en una línea de corrida que llegaba a su frente. Abrió la boca y yo se la metí justo para el segundo chorro, que esta vez si recibió entero en su boca. Descargué bien descargado, debí de soltar lo que me parecieron litros, todo dentro de su boca mientras ella gemía.
No lo tragó, lo mantuvo en la boca. Cuando acabé del todo rodé a un lado, agotado por la tirada. Ella se levantó y se fué al baño, que yo veía perfectamente desde la cama... y mirándose en el espejo abrió la boca y llevó mi fluido hasta el borde de su lengua, mirándolo, de repente se lo tragó, poniendo cara de vicio. Luego cogió con un dedo el que quedaba en sus pechos y cara y comenzó a lamerlo como si fuera una minga, comiéndoselo todo. Me quedé helado porque ella no me había comentado nada acerca de que le gustara tragárselo. Vaya con Paulita, parece que guardaba muchas sorpresas. Volvió a la cama y fué directa a mi miembro, para metérsela en la boca. Me plantó un beso en ella y me dijo "No me ha dolido nada, creo que puedo repetir...".
Me encendí un cigarrillo, pensando en las cosas que podíamos hacer a continuación.
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