lunes, 12 de febrero de 2018

Empleada de hogar


Llevo días viniendo sin sostén a trabajar. Me observa atento, constantemente buscando la oportunidad de ver mis pechos bailando mientras me muevo; como intentan emerger por el escote de mi camiseta de tiros cuando me agacho, como la tela se me pega a la piel por el sudor y mis aureolas y pezones se marcan perfectamente en ella.

El pobre está sudando, excitado. Veo su bulto bajo su pantalón.

De vez en cuando con la parte baja de la camiseta me limpio el sudor de la cara, y así puede ver mi abdomen y la mitad de mis pechos; sin llegar aun a ver mis pezones.

Tarde o temprano termina desapareciendo durante un rato. No lo compruebo, pero seguro que se está desahogando en algún rincón. Más tarde vuelve y otra vez a revolotear a mi alrededor. Al menos tres veces, en las cinco horas que estoy allí, se alivia.

¿Cuantas veces al final del día?, es lo que tiene tener 15 años.

Todo esto me está resultando más morboso cada día.

Hoy he decidido ponerme una falda corta y el tanga más pequeño que tengo.

Su carita ha sido todo un poema al verme con la falda y poder ver mis muslos.

Me entretuve más de la cuenta limpiando la escalera; para que pudiera verme desde abajo. Me agachaba, me ponía en cuclillas, buscaba posturas para que él pudiera ver mis intimidades.

Me humedecí viendo como me espiaba y que estaba comiéndome con los ojos; mis muslos, mis nalgas, la raja de mi culo donde se escondía el hilo de mi tanga. Y también mi coñito, que prácticamente no lo tapaba el tanga, en todo caso se enterraba en él.

¡Jesús!, que sofoco tengo, tengo calor, no tanto por el trabajo en si, si no por lo morboso de la situación. Gotas frías de sudor bajan por mis sienes, serpentean por mi cuello, se dividen para descender entre mis pechos y por mi espalda, alguna incluso llega a adentrarse entre mis nalgas.

Me miro en el reflejo de un cristal y tengo los cachetes rojos. Mis pezones los tengo duros; necesito que me los toquen. Mi chochito lo tengo húmedo y seguro que él lo ha notado, ¿sabrá el realmente lo que es un coño mojado de excitación?

Tengo sed. Voy a la cocina a beber, pero después de beber mi boca sigue seca.

Sigo excitada. Sergio ha desparecido, estará desahogándose en algún rincón. Mi corazón late rápido. Necesito tocarme. Mis pezones piden que los pellizque. Pero aun quiero sufrir más este suplicio truculento.

Tengo sed.

Busco a Sergio. El escondite es bueno, porque tardo en encontrarlo, el cuarto del Jardín.

Por una rendija de la ventana lo veo de pie; mirando al techo con los ojos cerrados, la boca abierta, los pantalones y calzoncillos bajados y haciéndose una paja con desesperación.

¿Que imagen de mi tendrá en su mente ahora?, seguro que mi coñito.

Entro sin hacer ruido. Al verme delante de él, dio un brinco del susto. Su cara se enrojece, Lo he pillado pajeándose, algo vergonzoso para un niño de 15 años.

No digo nada.

Me paro ante el y me quito la camiseta. Mis pechos y mis pezones quedan libres a su vista. El pobre se queda en shok al ver mi actitud.

Me desabrocho la falda y dejo que caiga sola. Sus ojos se fijan en mi rajita, apenas tapada por el tanga.

Me queda el tanga.

Me pongo de espaldas a el y me agacho nuevamente para quitarme la prendita, despacio, para que pueda ver el hilo del tanga salir de la raja de mi culo. Mi culo esta en todo su esplendor a su vista. Me entretengo un poco más para que vea mi chochito mojado y depilado.

Cuando me vuelvo esta aun de pie, estupefacto, con su polla recta, con el glande gordo, rojo e hinchado.

Sin decir nada me acerco a él. Me pongo en cuclillas, con las piernas separadas y mi coñito abierto goteando. Sus ojos bailan de mis pechos a mi coño.

Mis manos lo agarran de la cintura, delgada y ahora temblorosa. Su glande está soltando liquido seminal. Mi boca busca su polla y me la meto en la boca.

Él suspira al sentir su polla entrando en mi boca despacio, sintiendo el calor de mi boca, la suavidad de mi saliva, la textura de mi lengua rozando su glande, el roce de mis dientes. Mis labios apretándola y retirando su piel hacia atrás provocando que se estire el frenillo de su glande.

Con quince años, él huele a niño, pero su polla huele a macho. Me la meto toda. Me llega hasta la campanilla. Como me la meto despacio puedo controlar el que no me provoque una arcada.

Le mamo despacio su polla. La succiono constantemente. No dejo que salga de mi boca ni un hilo de saliva y todo el excedente de líquido en mi boca me lo voy tragando.

En mi boca ya noto el regusto de su liquido; en mi lengua y mi garganta al tragar.

Él intenta mover su cadera intentando follarme la boca, pero mis manos en su cintura se lo dificulta.

La mamada no dura mucho.

Noto que le va a venir el orgasmo y se va a correr. Sus manos se aferran a mi cabeza. Le mamo solo el glande, como si fuera un chupachup. Le agarro los huevos y se los apreto un poquito. Ese fue el gatillo. Se corre dentro de mi boca, mientras oigo su grito de placer. Su esperma es abundante. No dejo que se salga nada. Me trago todo mientras chupo su glande y mi boca queda con el regusto amargo y un poco salado de su esperma. Me trago su miembro entero un par de veces más. Sin soltarle los huevos, con la otra mano, lo masturbo para limpiarle el caño de esperma.

Sigo mamando su polla todavía. Noto que su polla empieza a flojear, así que le masajeo los huevos, los acaricio... su miembro empieza a recobrarse.

Mi vagina me palpita, noto como suelto liquido, como baja hasta llegar a mi ano y se humedece.

Su polla esta dura otra vez. Lo miro a los ojos. Mi cara de sensualidad obscena lo excita más.

Dejo sus huevos, su polla. Me tiendo de espaldas y me abro de piernas.

El chico titubea unos segundos. Pero se tira sobre mí con desesperación. Su cabeza queda entre mis pechos. Noto su polla golpeando mi coño intentando entrar en él.

Por fin atina. Entra toda a la primera de golpe. Lo recibo con gran placer. Abro más mis piernas, cierro los ojos y me dejo hacer. Me folla con rapidez, con juventud, hasta el fondo.

Le toco, su piel es suave, lampiño. Sus manos no saben dónde agarrarse, así que le guio para que se agarre a mis pechos. Sus dedos se hincan en ellos, pero necesito que me toque los pezones. Guio su boca y lo llevo a comerme mi pezón, y lo chupa, ¡por fin!, mama de mi teta con ansia.

Noto el roce de sus dientes, finalmente, me muerde el pezón; lo estaba esperando. El dolor me hace gritar de placer y apreto su cabeza contra el pecho para que no lo suelte. Sigue dándome mordiscos mientras chupetea.

El ansia que llevaba rato aguantando lo descargo con un orgasmo. Abrazo el cuerpo delgado y joven que esta sobre mí follándome. Su boquita sigue castigando mi pezón mientras me corro y mi vagina constriñe su polla.

Él, al sentir mi goce, enardece su hombría y apremia sus embestidas. Pasa al otro pecho y me muerde el pezón. Me hace daño, pero a la vez me excita el dolor.

Ya se va a correr, lo noto. Se agarra con fuerza a mis pechos mientras da las últimas embestidas a mi coño corriéndose dentro de mi y gritando de placer. Cuando termina se desploma sobre mi exhausto. Yo quedo complacida.

Con delicadeza me lo quito de encima dejándolo a mi lado, en el suelo.

Me levanto y me visto. Él sigue en el suelo mirándome, sudoroso, recobrando el aliento.

El tanga, lo miro, húmedo y oliendo a mi coño. Se lo tiro, como trofeo, para que pueda presumir con los amigos.

Sergio sonríe.

Me voy de allí, con los pezones doloridos. Aun tengo que terminar unas cosas antes de terminar mi jornada. De camino a la casa noto como sale de mi coño los fluido de Sergio y bajan por mis muslos.

Un concierto de Rock muy Húmedo


Hacía tiempo que no salíamos con mi marido. Entre los trabajos, la agenda, las actividades, los hijos, etc, había hecho que la agenda se llenara de tareas que habían impedido salir como pareja.

Esa noche había un concierto de rock de un grupo muy bueno y conocido, y pensé que seria una buena ocasión para sacar mis mejores prendas de rock y volver a sentir la energía de la juventud. Siempre se fustraban los planes a última hora, y esperaba que esa noche no ocurriera.

Mi marido trabajaba hasta la medianoche, pero habíamos quedado en la puerta de la sala de conciertos, ya que quedaba a medio camino entre casa y su trabajo.

Esa tarde y noche invertí un tiempo en mi misma. Había ido a la peluquería, y me dispuse a hacer una buena siesta para estar fresca y radiante por la noche.

Después de cenar me di un baño, y me dispuse a vestirme de la manera más sexy que podría aportar.

Aquella noche estaba dispuesta a conseguir que más de uno se girara al verme. Lo necesitaba. Necesitaba sentirme viva y deseada nuevamente.

Así que salí de casa enfundada en mis pantalones negros ajustados, mi blusa escotada, y mis zapatos negros de tacón dispuesta a todo. No me puse sujetador porque tenia ganas de sentir mis pechos libres. Y saqué unas bragas recién recibidas como regalo de mi marido. Pensé que le gustaría saber que las llevaba.

Cuando llegué a la calle del local a medianoche puntual, revisé el móvil, y pude leer el mensaje de mi marido donde me avisaba que llegaría un poco mas tarde, que nos encontraríamos dentro. En otro momento le hubiera esperado pero no tenia ganes de perderme aquel concierto.

El local normalmente es un lugar frecuentado para gente de nuestra edad, entre los 40 y 50, pero esa noche al entrar pude observar que habían grupos mas jóvenes de lo habitual.

El concierto empezó y decidí quedarme por la parte trasera de la sala, más cerca de la entrada esperando que cuando llegara mi marido me encontrara fácilmente. Las primeras canciones fueron sonando y poco a poco me fui introduciendo en su ritmo. Los dos cantantes nos pedían a los espectadores de vez en cuando que entráramos en las canciones levantando las manos, o gritando alguna parte de las mismas. Poco a poco me fui metiendo en la atmósfera del concierto.

Tan entusiasmada por la música que me hacía vibrar, y no me había percatado, pero me di cuenta que estaba rodeada por un grupo de hombres bastante mas jóvenes, que deberían rondar los 30. Vestían con bastante clase y me sentí bien admirada cuando el más cercano a mi, me dedicó una sonrisa muy atractiva, mientras me repasaba de arriba abajo.

Me sentí bien, pero también un poco avergonzada, y estuve tentada de salir de ahí, pero me relajé y pensé: -, relájate y disfruta. ¿No me dice mi marido que no es celoso?

El siguiente tema fue subiendo de ritmo, y la gente íbamos juntándonos más y más. No me percaté del momento exacto, pero de repente fui sensible y sentí alguien detrás de mi. Me gire levemente y ví que era un joven que sin previo aviso iba cada vez mas restregandose contra mi trasero. Volví a mirar al concierto como si no le diera importancia.

La primera reacción fue quedarme quietecita al notarlo, pero la música no me dejaba estar quietos y él se comenzó a frotar como disimulando al ritmo de la música. Yo me resigné a sentir como el chico se estaba dando el lote con mi trasero. Y a mi me agradaba la sensación. Nunca había estado con otro hombre desde que conocí a mi marido pero aquella novedad me excitaba.

Por un momento se me congeló la sangre cuando vi a mi marido a unas pocas cabezas de mi observándome directamente y sonriéndome con una copa en la mano. Le hice un leve gesto que él interpreto muy rápidamente de lo que estaba sucediendo. Su respuesta me calentó porque me dedicó un guiño de ojo mientras subía su copa en alto y me dedicaba un brindis en la distancia.

El joven que seguía detrás mío, poco a poco iba apretándose más y más. Yo me estaba calentando con la situación, y mi marido seguía sonriéndome. Era un trio en la distancia de emociones. Lo que siempre había deseado mi marido y yo le había negado.

En estas me volví a meter en la música y vi que la canción pedía las manos en alto y la gente estaba con el símbolo de cuernos con los brazos extendidos. Aproveché y le dediqué mis manos alzadas a mi marido, mientras mi compañero trasero ya estaba bien pegado a mi e incluso ya me agarraba con una mano por la cintura.

Por un momento, olvide mis limitaciones y creencias y disfrute del momento. Si mi marido lo estaba disfrutando de lo Lindo, no iba a cortarle yo el rollo a ese muchacho, ni a mi que ya estaba humedecida.

Los toques del muchacho se hicieron cada vez más intensos y sentí su verga bien crecida entre mis nalgas, entonces comencé a moverme a ritmo con él.

Me agarró fuerte y noté como empujaba su miembro, mientras con una mano ya me estaba tocando toda una teta. Por un instante intenso me apretó contra él. Noté los movimientos de expulsión de carga de su verga mientras me suspiraba en mi oreja. Luego se relajó y me soltó, entendí que ya se había corrido.

Yo me había quedado muy caliente, así que me acerqué a mi marido. Le besé, y le dije al oído: - me han dejado a medias, estoy muy mojada. ¿Vamos a casa?

- a mi también me ha puesto mucho el espectáculo. Pero quiero ver el concierto.

- pues disfrútalo. Tú te lo pierdes.

Me separé otra vez unos metros y esta vez fui yo la que se metió en medio del grupo de hombres. Me puse delante de otro muy atractivo con su camisa blanca, y me dediqué a bailar. La escena no tardó en repetirse. Enseguida noté un miembro pegado a mi trasero. De hecho ni les miraba. No me importaba. Le estaba dando placer y él a mi. Esta vez fui un paso más adelante y al momento de notar su mano en mi cintura, metí la mía en los pantalones de él. La gente estaba entusiasmada con el concierto y nadie se daba cuenta. Nadie a excepción de mi marido que seguía allí sin perder detalle aunque no creo que viera nuestro juego bajo.

Note una verga dura y grande en mi mano. Se intuía bastante más grande que la de mi marido. La agarré con fuerza. El se apretó a mi y me besó el cuello. Una de mis debilidades. Y mientras podíamos por el poco espacio que había, y nos movíamos un poco al ritmo, me dediqué a hacer una paja a aquella dura verga que disfrutaba en mi mano, mientras su mano ahora ya estaba jugando con mi pezón.

No tardo mucho. ¿Qué le pasa a estos Hombres?

El hombre se acercó a mi oído y me susurró en un tono de placer un - me corrooooo... Que me encantó. Mi mano estaba rodeando la punta de su miembro, y noté la descarga caliente en mi mano.

- gracias, preciosa. Es lo único que escuche en mi oreja, mientras me daba un beso en mis labios superficial, y desaparecía entre la multitud.

Me acerqué a mi marido con una sonrisa y le volví a susurrar y exigir al oído:

- estoy más caliente. Llévame a casa y fóllame, o me follo a otro.

- cuando acabe el concierto, mi amor. Queda poco.

- me lo prometes?

- por supuesto.

Le extendí la mano para estrecharla con él a modo de pacto entre los dos. Y el también hizo lo mismo.

Nos dimos la mano fuertemente, mientras le miraba a los ojos con una sonrisa y ví su mirada asombrada al notar mi mano llena y caliente del fruto de otro hombre, mientras levantaba la otra mano con el símbolo de cuernos mirándole.

- pues hasta que acabe voy a ver el concierto allí que se ve mejor. Tú mismo.

Y volví a desplazarme a unos metros donde aun quedaban 3 hombres del grupo anterior. Quedaban 6 canciones para acabar el concierto. 



Una ecuación que hacia encajar perfectamente mis matemáticas.

El club de las adictas a el esperma (3)


Renato hubiera preferido otro lugar público pero ellas se sentían más cómodas en esa habitación de un motel barato. Se sentían dos putas con un cliente al que debían satisfacer al máximo para que regrese.

Él llegó primero, alquilo la habitación, se duchó y las esperó completamente desnudo. Ellas llegaron puntualmente. Menos nerviosas que en la primera ocasión. En ese lugar nadie podría verlas ni descubrirlas.

Sin quitarse la ropa se arrodillaron sobre la cama donde yacía el hombre, completamente empalmado. Karen cogió su polla con la mano derecha y empezó a masturbarla despacio mientras se relamía de gusto mordiéndose los labios, saboreando el momento previo a tragarse ese mástil de carne. Georgette masajeaba con algo de rudeza los muslos del hombre.

La verga de Renato estaba muy dura. Karen se acercó con lentitud y empezó a lamer el glande con su lengua. Georgette la miraba con envidia mientras seguía masajeando los muslos de Renato. El hombre estiró una mano para acariciar los muslos de Georgette por encima de la ropa. Ella se acomodó para que también pudiera acariciarle el culo.

Karen no se distrajo de su labor. Chupaba con verdadera devoción la polla de Renato. Ya se había metido la mitad en la boca. Apretaba los labios al máximo para disfrutar de esa deliciosa barra de carne.

De pronto se incorporó y le hizo un gesto inconfundible a su amiga.

Georgette no se hizo repetir la invitación, se agachó para tragarse todo el capullo del hombre. Sus labios apretaban con mayor firmeza aun. Karen se acomodó para que el hombre pudiera acariciarle la espalda, el culo y los muslos. Le dio un ligero piquito al hombre y luego se abrió la blusa para que pudiera tocarle las tetas si él lo deseaba.

Georgette seguía chupando maravillosamente la polla del hombre. Renato estaba en la gloria, ella era una verdadera experta. Supo que no podría resistir mucho tiempo más.

Karen volvió a agacharse para poder lamerle los testículos a Renato. Fue subiendo paulatinamente por el tronco de su verga.

Karen y Georgette chupaban con verdadera devoción el pene del hombre. A veces lo hacían por turnos y en ocasiones lo hacían al mismo tiempo. Ahí era cuando sus dos bocas coincidían y las dos amigas dejaban salir su vena lésbica para darse unos ósculos breves pero apasionados.

Las dos amigas usaban sus bocas con sabiduría.

Las dos bocas lamían y chupaban esa enorme polla. Para el hombre, era una imagen gloriosa ver a esas dos mujeres lamiendo y chupando por turnos o al mismo tiempo su verga

“Ya falta poco” dijo el hombre para advertirles de su pronta erupción.

Ella se detuvieron y él se puso de pie. Se sentó sobre el borde de la cama y ellas se arrodillaron en el piso, acomodando unas almohadas para estar más cómodas.

Las dos amigas abrieron ansiosamente sus bocas. Georgette cogió la verga del hombre y empezó a masturbarla con firmeza.

Renato no pudo resistir más y el primer chorro fue directamente a la boca de Georgette que hábilmente había dirigido la corrida del hombre. Pero Karen fue lo suficientemente astuta para recibir el segundo y tercer chorro sobre su lengua ya que abriendo la boca ampliamente y empujando suavemente a su amiga logró recibir los efluvios masculinos.

Luego siguieron lamiendo el glande del hombre hasta dejarlo brillante.

Al terminar Karen miró a su amiga y dudó un instante antes de besarla apasionadamente. Georgette le correspondió más por el afán de seguir probando el semen del hombre, ya que pequeños residuos se habían quedado en las comisuras de sus labios. Renato las miraba con curiosidad.

Hicieron una pausa para ver algo de tele. El hombre les dijo que se pusieran cómodas y ellas se quitaron los zapatos y se soltaron un poco las prendas sin desprenderse de ninguna.

Unos minutos después, Karen notó que el pene del hombre empezaba a despertar así que volvió a acomodarse sobre la cama y empezó a lamerle el capullo, suavemente, después empezó a darle lameteadas a lo largo de todo el tronco hasta que poco a poco se lo fue introduciendo en la boca sin dejar de succionar.

Solamente chupaba el glande mientras le movía la piel del tronco con ambas manos. Renato cogió su cabeza con ambas manos y empujó hacia abajo. Empezó a moverse de adelanta atrás para follarle la boca. La tenía completamente a su merced.

Renato fue metiéndole más y más el pene en la boca. Karen luchaba por seguir chupando y no atragantarse. El hombre soltó una mano para magrearle las tetas a ella y luego a su amiga que no veía la forma de ocupar su lugar sobre la verga del hombre.

Georgette no pudo esperar más y se agachó para lamerle los huevos a Renato. Lo hizo con dedicación y mucha delicadeza.

Finalmente Karen le cedió su lugar a su amiga. Georgette empezó a mamarla con ansia. Mientras ella chupaba la enrojecida punta del pene, Karen lamía el tronco arriba abajo. Las dos bocas provocaban en el hombre sensaciones indescriptibles.

En determinado momento Karen agarró con fuerza la base del pene y se lo introdujo casi completamente mientras miraba lascivamente a Renato. Georgette se mordió el labio inferior mientras observaba el espectáculo. Estaba muy excitada y lo demostró quitándose el pantalón y las bragas, quedando desnuda de la cintura para abajo.

Obviamente Renato tuvo que brindarle los favores de introducir sus dedos en la húmeda conchita de Georgette.

Karen se tomó una pausa para imitar a su amiga. Ni corta ni perezosa Georgette se acomodó sobre la verga del hombre. El primer escupitajo seminal la cogió desprevenida pues Renato no le advirtió. Se tragó todo lo que pudo y dejó un poco para su amiga que estaba ansiosa de disfrutar del líquido sagrado.

Cuando el falo perdía firmeza, Georgette lo cogió con decisión y comenzó a restregárselo por todo el rostro. Se lo introdujo nuevamente en la boca y empezó a mamarlo con ansias. Su rostro reflejaba mucho deseo. Miraba a los ojos de Renato mientras lamía y succionaba muy concentrada el glande. Lo dejó reluciente.

Renato las masturbó rápidamente a ambas. No hizo el intento de devolverles el favor ni ellas se lo pidieron. Las dos amigas no tardaron mucho en correrse.



Al terminar ambas hicieron una rápida visita al baño antes de despedirse. Le dieron un besito en cada mejilla al hombre y partieron raudamente.