sábado, 24 de febrero de 2018

Entrando a saco


Aquel era un golpe fácil para mi colega y para mí. Llegar al chalet cuando no hubiese nadie, abrir la caja fuerte y llevarse todo el montón de dinero y joyas que allí había. Escogimos un fin de semana en donde la familia estuviese fuera. Era casi medianoche cuando llegamos. Estaba todo a oscuras, entramos en silencio, nos extrañó que el sistema de alarma estuviese desconectado, más fácil sería nuestro trabajo. Llegamos a la caja fuerte que estaba en el salón , y en poco más de media hora la habíamos abierto y limpiado. Estábamos a punto de irnos cuando mi colega me hizo una seña.

"Escucha" - me dijo muy bajito. Puse toda mi atención, efectivamente de arriba venían algunos ruidos, eran como los muelles de una cama y jadeos.

"Joder, no tendría que haber nadie", le dije.

"Subamos a ver quién es" dijo el.

"No jodas, ya hemos hecho nuestro trabajo, vámonos antes de que nos pillen" - le respondí, pero él insistió, así que empezó a subir las escaleras con mucho sigilo. Yo no sabía qué hacer, así que al final decidí seguirle. Los ruidos venían de uno de los cuartos, la puerta estaba cerrada, pero se oía perfectamente cómo un hombre y una mujer estaban follando.

"Este es el cuarto del chico" - dijo él "El muy cabrón no tiene ni dieciocho tacos y ya esta follando" - comentó mientras que reconocía una sonrisa sarcástica en su rostro. Mi colega no es que fuese gay, la verdad es que le gustaban tanto los tíos como las tías, pero le encantaba romper culitos. Por mi parte, la verdad es que me gustan las mujeres más que a un tonto una piruleta, y me da igual por donde metérsela siempre y cuando sea una hembra, así que el plan era perfecto para los dos, no sólo íbamos a limpiar la casa, sino que nos llevaríamos un polvo de recuerdo.

Entramos de repente en la habitación, encendimos los dos y efectivamente allí vimos al hijo de la familia, que se estaba follando a una chica, seguramente alguna compañera de clase, pero la muy zorra estaba como un quesito, era pequeñita, morena, muy delgadita pero con un buen par de peras. Además el chaval debería ser un poco depravado, porque la tenía atada a la cama, y se la estaba follando medio desnuda, tenía una faldita como de colegiala, todavía puesta, los calcetines y la blusa, completamente abierta pero puesta.

Mi colega le cogió a él, no tuvo mucho tiempo para reaccionar, había más cuerda por la habitación, así que no le fue difícil atarle las manos y la pata de la cama. Ella no hacía más que gritar, pero como estaba atada, poco más podía hacer.

"Joder qué morbo" le dije a mi colega, la verdad es que nunca me había excitado tanto una tía como aquella. "Bueno, ahora vamos a hacer un pequeño cambio, pequeña" la dije, mientras me quitaba los pantalones y me subía a la cama. "De momento vamos a ver cómo me la chupas" la dije mientras le apoyaba la polla en la boca. Ella se negaba, yo la cogí del pelo y la dije que me obedeciera o que sería mucho pero, mientras señalaba a mi colega que sacó una pistola de la chaqueta.

"Por favor, no me maten, no me maten" gimoteó, ella.

"Pues haz lo que te digamos" la ordenó él. Entonces abrió la boca y empezó a chupármela, al principio la notaba temblar su boca en mi polla, pero con un par de tirones de pelo que hicieron que mi polla se hundiera en su garganta pareció comprender que quería algo más, así que empezó a chupar, y joder cómo chupaba la putita. En seguida me puse a cien. Mi colega se puso a su lado, la soltó una mano que tenía atada y se la metió en su bragueta.

"Pajéame, putita", le dijo mientras que ponía su pollaza en la mano de la chica, la pobre empezó a meneársela, mientras que yo le seguía follando la boca. "Venga tío, ahora quiero que me la chupe a mí" comentó.

Él se puso en mi lugar, yo me puse detrás de ella, ahora ella usaba una mano para pajearle, evidentemente parecía que no se lo estaba pasando muy mal, la puse de lado, le levanté una pierna con intención de follarme su coñito, le paseé la mano por su sexo, lo tenía muy húmedo, y se retorció como una gata, estaba deseando que la volviesen a follar, aquello la estaba calentando a tope. No me gustó, parecía como si ella llevase la iniciativa, así que cambié mi objetivo, le levanté más las piernas y la eché un poco hacia adelante, ahora su culito quedaba a mi alcance, ella pareció saber lo que se le venía encima, pero mi colega le sujetó la mano, yo la tenía presa una pierna con la mía, y la otra con mi brazo, aparte que su tamaño y fuerza no tenía nada que hacer con dos tíos como nosotros. Me humedecía los dedos y se los apliqué a la entrada de su ano, al momento se contrajo y se cerró lo que pudo, yo hice fuerza, ella se retorció de dolor al sentir un dedo perforar su culito, pero mi colega le tapaba la boca con la polla, se empezó a poner nerviosa e intranquila.

"Sácale la polla, tío, quiero oírla gritar" le dije a mi colega, él comprendió y se la sacó, siguió sujetándole la mano, yo apliqué mi polla a la entrada de su culito, lo seguí encontrando muy estrecho, tremendamente estrecho para el tamaño de mi pollaza.

"Ábrete putita si no quieres que te parta en dos" la dije, no pareció ceder.

"No, por favor, no me des por ahí, no me des por culo, por favor" aquello me excitó más, el chico gimoteaba y nos insultaba, entonces empecé a clavarle mi polla en su culito.

AAAAAAGGGGGGGGGHHHHHHHHHHHHHH, gritaba ella.

"ÁBRETE, ÁBRETE" jadeaba mientras empujaba mi polla en aquel habitáculo tan cerrado, al final cedió a mis esfuerzos, cedió un poco, lo suficiente para que mi polla se fuese haciendo camino y la abriese por la mitad su culito, ahora ya no tenía posibilidad de parar, mi polla se hundió hasta el fondo, mis huevos tocaron sus nalgas y ella estalló en un increíble orgasmo.

AAAAAAAUUUUUUUUUUUUUAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGUUUUUUUUUUUUUU SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII MÁSSSSSSSSSSSSSSSSSSS, CÓMO ME CORROOOOOOOOOOOOOO, DAME FUERTE

gritó ella ya fuera de sí, entonces empecé a follarme su culito, con una mano le levantaba la pierna y me la follaba de lado, la otra le apretaba una de sus tetazas. Mi colega volvió a meterle la polla en la boca, era la imagen de la lujuria, la chica atada de una mano, con la camisa medio abierta, la falda por la cintura, los calcetines blancos, un tío dándola por culo con la pierna levantada y el otro metiendosela por la boca.

Cada vez la sodomizaba más fuerte, ella se movía a mi compás, entonces noté que mi colega ponía cara de envidia. Se levantó y se fue hacia donde estaba el chico.

"¿A que a ti también te gusta?" le preguntó, el pobre empezó a temblar. Le desató, el chico empezó a luchar, pero no era ni la mitad de grande y de fuerte que mi colega, le puso a cuatro patas encima de la cama al lado de donde yo daba por culo a su amigita.

"NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO"

Fue su único grito cuando mi colega se puso detrás de él y empezó a follarse el culito del chaval.

AAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG

Gritaba el pobre según se hundía el pollazo en su culito, yo le veía y me compadecía de él, desde luego a mí no me gustaría que me hicieran eso, pero el chaval parecía muy excitado, al menos su polla se estaba poniendo cada vez más tiesa.

Así seguimos follándonos aquellos culitos, ella cada vez se lo pasaba mejor, metía la pierna enroscándose con la mía, para poder así ser perforada con más facilidad, él en cambio no hacía más que gritar y gritar, pero su polla seguía empalmadísima.

Decidí que aquello tenía que tener un gran final. Me tumbé en la cama, ella seguía atada de una mano a la cama, así que me fue fácil ponerla encima mío, ella misma se ensartó de lleno mi polla en su coñito, su espalda se combó y dio un jadeo de alivio y de placer, tenía el coño empapado, no sé cuántas veces se había corrido la muy puta.

"Venga tío, que el chaval se la meta por el culito mientras tu le das a él" le dije a mi colega, entonces cogió al chaval casi en vilo, apenas se podía mover del dolor que sentía, estaba como empalado en el pollazo de mi colega, se puso detras de la chica que se pegó a mí mientras me la seguía follando.

"SIIIIII SIIIII MÉTEMELA, MÉTEMELA" gritaba ella, el chico pareció excitarse más, a duras penas se puso encima de ella mientras recibía su ración de carne por el culo. Ahora le fue mucho más fácil metérsela por el culito, lo tenía mucho más dilatado.

AAAAAAYYYYYYYY SIIIII SIIIIIII gritó ella al sentirse completamente perforada, ahora él parecía pasárselo también bien, se había hecho a que le dieran por culo, y el saber que él hacía lo mismo le ponía a tope, mi colega se lo estaba pasando bomba.

"Es como follarme dos culitos" decía el muy cabrón entre jadeo y jadeo.

Al poco rato acabamos corriéndonos, la chica recibió doble ración de semen, mientras que el chaval aceptó como pudo la corrida de mi colega.

Después de aquello, los dejamos a los dos tumbados en la cama completamente agotados, nosotros nos vestimos, cogimos las cosas y nos fuimos de la casa, aquello sí que había sido entrar a saco.

Mi confesión


Les cuento mi historia, es real y me paso hace un tiempo, edad 45 años pelo castaño con algo de canas, 1,79 de estatura, 85 kilos de peso, profesional universitario, casado tres hijos, heterosexual, hasta que me sucedió lo que paso a narrarles.

Un día de esos en que andaba en un estado de excitación decidí calmar mi calentura visitando una casa de masajes, andaba con ganas de algo especial, no sabía que, pedí que me atendiera un varón, su atención fue muy buena, me hizo un masaje manual muy erótico, muy placentero que me produjo un gran relajo y me dejó muy caliente. Luego me ofreció un baño de relajación para lo cual pasamos a una pileta que tenía agua tibia y espuma, nos sentamos juntos uno frente a otro y él me empezó a acariciar entre las piernas los testículos y el ano, me sentí muy excitado, le tomé el pene que lo tenía totalmente duro, nunca en mi vida había sentido la experiencia de tener un miembro ajeno en mi mano, realmente fue muy agradable. En estos toques ya estaba apunto de acabar, pero yo quería sentir en ese momento otras sensaciones, y le pedí a que cambiáramos de posición y que me abrazara por detrás, para sentir como es ser tomado por alguien desnudo y caliente como estábamos. Me di vuelta afirmándome en el borde de la pileta y me agarró con fuerza de los hombros se pegó a mí y se movió como si me estuviera penetrando, la sensación de que alguien me estaba tomando de esa forma me hizo terminar casi de inmediato. Luego de eso nos secamos y vestimos, pero él parece que quedó muy caliente y me pedía que me quedara un rato y le permitiera penetrarme, yo le dije que no, pues además de tener un pene muy grande yo nunca lo había hecho y no quería tener problemas posteriores. Esa noche, con mi mujer tuvimos las relaciones sexuales más intensas de los 20 años de casados que llevábamos a esa fecha.

La cosa me quedó gustando y en otra oportunidad en que andaba con las mismas calenturas fui nuevamente a una casa de masajes, pedí como la vez anterior que me atendiera un muchacho, este resulto ser mucho más varonil y atento que el de mi primera experiencia, se llamaba Antonio y era bastante buen mozo y con muy bello cuerpo. Le indiqué que tipo de atención quería, le pedí un masaje erótico pero sin contacto, él me dijo que no me preocupara que me atendería con mucha delicadeza y que quedaría satisfecho. Así fue, me hizo un masaje exquisito que me dejó muy excitado. Al terminar el masaje yo esperaba que me acariciara en forma más erótica a fin de poder acabar pero en vez de eso estando yo de espaldas me levanta las piernas y me besa profundamente el ano, me introduce la punta de la lengua en él, lo que en un instante me hace acabar con una fuerza increíble, esa sensación fue realmente de otro mundo. Después de eso me lavó, me acarició un rato y luego me fui.

Ya parecía que esto no terminaría hasta que se consumara todo, así que pasado un tiempo fui nuevamente a visitar a Antonio, en esa oportunidad avanzamos un poco mas, me hizo un masaje en una especie de camilla con agua tibia y espumas, esta vez él desnudo me efectuó un masaje con su cuerpo frotándose contra el mío, primero de frente, luego me pidió que me diera vuelta y lo hizo por atrás, así estuvimos un buen rato, yo en ese momento estaba exitadísimo, se retiro de encima de mí, se alejó a buscar algo y luego sentí como lentamente me introducía un dedo lubricado en mi ano y lo movía lentamente en un movimiento de entrar y sacar, esa nueva sensación para mi me hizo eyacular con una fuerza increíble. Luego de eso nos duchamos, él me secó cariñosamente, yo le agradecí lo bien que me había hecho sentir, y realmente durante varios días no pude de dejar de pensar en esta aventura sin volver a calentarme a full.

Hasta que al fin me decidí, un día, 7 de Octubre de 1994, fecha que no se me va olvidar, me dirigí nuevamente donde Antonio, y le solicité lo que ya no podía aguantar más, ser penetrado por un verdadero pene, yo estaba muy excitado con esta posibilidad y a la vez estaba muy nervioso, él se dio cuenta de eso, me tranquilizó diciéndome que sería muy cuidadoso y que en cualquier momento si yo no estaba en agrado, lo suspenderíamos.

Nos desvestimos, yo me tendí boca abajo en una camilla y él empezó un masaje de relajación exquisito, lo que rápidamente me tranquilizó, cuando él notó esto, me hizo abrir un poco las piernas y se puso entre ellas para seguir su masaje, ahí sentí por primera vez su pene ya bastante duro, que golpeaba contra mis piernas y nalgas.

Fue variando su masaje a uno más erótico, se puso una crema en sus manos y me la empezó a pasar entre las nalgas acercándose cada vez mas a mi agujero, el que luego alcanzo y comenzó a lubricar, primero por fuera, luego introdujo un dedo y lubricó por dentro, luego me introdujo un segundo dedo e inició un trabajo de dilatación del esfínter, realmente exquisito, yo ya a esa altura estaba con una calentura increíble. Como todo en la vida, lo que yo había venido a buscar empezó a suceder, me puso un almohadón bajo mi vientre para levantar mi trasero, me abrió un poco mas las piernas y empezó a introducir lentamente su miembro dentro de mí. Al principio me pareció que un fierro caliente se trataba de introducir, pero lentamente y con gran paciencia me fue dilatando y penetrando hasta que estuvo todo dentro de mí. Me pidió que me relajara y nos mantuvimos un largo rato en esa posición, yo sintiéndome totalmente penetrado y dominado, una sensación que es indescriptible, luego empezó a moverse al principio lentamente y luego un poco más rápido, yo trataba de estirar mis manos para atrás y tomarlo para sentirlo lo más cerca posible, al poco rato ya no daba mas y termine con una profunda y gran intensidad, a pesar de no tener erección. Al sentir él que yo había terminado, se detuvo con su pene profundamente enterrado en mi abrazándome, acariciándome y besándome el cuello, luego empece a sentir como acababa sin moverse, lo que me permitió sentir sus contracciones dentro de mí y sentir su semen caliente y abundante. Se retiró lentamente, nos quedamos abrasados un rato, me duché me despedí de él y ahí termino mi aventura.

Este hecho real se los cuento a fin de que me conozcan y sepan de mis gustos, me ha excitado mucho solo el hecho de estar contándolo. Luego de esa vez, principalmente por el asunto del SIDA, y que ya había satisfecho mi curiosidad al respecto no he vuelto a tener este tipo de experiencias.

Las andanzas de mi esposa


Como recordarán en uno de mis relatos anteriores les comenté que me he casado tres veces, dos de ellas con la misma mujer que es mi actual esposa, la misma del relato y video Un juguete nuevo, que ustedes leyeron y vieron. Resulta que durante el tiempo que estuvimos separados, unos dos años, ella nunca dejó de perseguirme; en cierta forma, me hacía la vida imposible, pero a la vez se mantenía muy tranquila en su casa, bueno aparentemente; todo esto, más los constantes reclamos de mis hijas, que no querían saber de la esposa que tenía en ese tiempo, me hicieron reflexionar y busqué un motivo para separarme y volver con mi primera familia, que es donde actualmente vivo, bueno éste es mi rollo.

Después del relato Un juguete nuevo, nosotros nos hemos vuelto más comunicativos y más abiertos, en cierto modo, más liberales, ya que los constantes e-mails que hemos recibido felicitándonos realmente nos han hecho mucho bien. En este sentido, una mañana, después de una buena dosis de sexo, comenzamos a charlar sobre un intercambio de parejas que estamos planificando; después de ponernos de acuerdo, se me ocurrió hacerle una pregunta que siempre me había inquietado.

-Durante el tiempo en el cual estuvimos separados ¿tú saliste con otro hombre? -dije con voz temblorosa. No quería ofenderla y tenía la absoluta seguridad de que ese cuerpo sólo lo había poseído yo.

-Eso es personal -me dijo, dándome la espalda.

Yo insistí, exponiendo todos los argumentos que me vinieron a la mente en ese momento, recordándole que si íbamos a un intercambio de parejas, necesariamente iba a participar otro hombre y que no me importaba.

Ella lo pensó mucho y pareció convencida, pero puso una última resistencia.

-¿Tú no estás preparado para eso todavía? -me dijo poniendo tensión en el ambiente.

Sentía un nudo en la garganta, sólo quería oír que ella nunca había follado con otro hombre, pero al parecer algo había pasado. Ella seguía pensativa a mi lado, mientras yo ansioso esperaba una respuesta.

-Sí -dijo de pronto-, dos veces.

Yo sentí como si un millón de agujas pincharan mi cuerpo todas juntas, un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, mi primer impulso fue empujarla de mi lado, pero me contuve y respiré profundamente, guardando silencio. Ella también estuvo callada durante un lago rato; de pronto, siguió hablando.

-Te lo dije, te dije que me estaba enamorando y que si tú no volvías a mi lado me iba a casar con mi jefe.

Guardó silencio por un momento y prosiguió hablando, haciendo una pausa más larga de lo común. Yo no hablaba, para ser sincero, la voz no me salía.

- Él me enamoró, yo sola me fui enamorando de él, hasta que un día me propuso salir y acepté, y no me arrepiento. Salimos esa vez y una vez más. Dijo todo esto de un solo esfuerzo de voz, haciendo más grande el nudo que me ahogaba, y luego volvió a guardar silencio.

Pasamos un tiempo en silencio. Después de hacer cientos de muecas, buscando palabras que no me salían, logré decirle:

-Dime los detalles.

-No estas preparado -volvió a repetir.

-Si no lo estuviese ya no estaría aquí, pues acabas de decirme que has follado con otro hombre. Esto pareció convencerla y casi enseguida comenzó a hablar.

-Bueno, un día al salir de trabajo él me invitó a almorzar. Después de la comida hablamos mucho y nos tomamos una copa de vino. Como era un restaurante de estos elegantes y formales no podíamos más que tocarnos las manos. Esta limitación contribuyó a aumentar el morbo entre nosotros, así que cuando nos despedimos yo estaba loca por hacerlo y él también. A la media hora de llegar a su casa, él me llamó y me preguntó si podíamos vernos esa noche, no lo pensé ni por un momento, estaba muy caliente. Coordinamos y él pasó a recogerme a las siete de la tarde.

-¿Adónde fuisteis?- dije para hacerle más fácil su confesión.

-A los moteles que están al final de la avenida. Llegamos como en 15 minutos, luego él pidió una cerveza, la cual sólo pudimos probar, pues el deseo era muy intenso entre nosotros. Él me paró para bailar, pegamos nuestros cuerpos, y al compás de la música comenzamos a movernos, rozándonos suavemente. Luego él me besó y comenzó a quitarme la ropa suavemente, una por una. Besaba cada parte que desnudaba de mí, consiguiendo, con todo esto, calentarme cada vez más y tú sabes cómo me mojo. Cuando quitó mi vestido quedé cubierta sólo con un babydoll de seda, que tenía guardado para la ocasión. Sin sacar mis senos comenzó a besarlos por encima de la seda, desabrochó el sujetador y lo bajó hasta mi ombligo, en ese momento acabó la música, pero seguimos bailando hasta que él soltó la tela y cayó a mis pies. Quedé sólo con un tanguita diminuto y transparente, que no cubría nada. Él estaba arrodillado justo frente a mi coño, yo con los ojos cerrados podía ver, más que sentir, todo lo que pasaba. Como si probara algo caliente comenzó rozando los jugos que salían por mi tanguita, por arriba de él, esto me desesperaba, ¡yo quería sentirlo ya!. Él no tenía prisa. Me empujó hacia la cama y me sentó. Apartando mi tanga, comenzó a lamer con intensidad mi parte íntima, sentía cómo su lengua me limpiaba, sacando abundantes flujos de mi interior, hasta que, sin poder más, me llegó un orgasmo, lo hice en silencio.

Iba a preguntarle otra cosa, pero ella me tapó los labios con un dedo -señal de guardar silencio-, cerró los ojos y siguió hablando.

-Subimos a la cama. Justo en el centro de una inmensa cama de forma circular, rodeada de espejos, incluso en el techo, él se dispuso a penetrarme, pero yo no lo quería ahora. Le hice acostarse boca arriba y comencé a devolverle el favor, fui besando cada rincón de su cuerpo hasta que llegué a su palo. Aunque de un tamaño normal, estaba bien duro, parecía más grande de lo común. Comencé besando la cabeza de su verga, chapándola como a esas paletas redondas que se le dan a los niños, acumulando mucha saliva sobre ella, y de un solo chupón me la tragué toda, dejándola suspendida en el interior de mi garganta. Luego la saqué lentamente consiguiendo oír un suspiro suyo, muestra de que le gustó, por lo que volví a repetir la acción con los mismos resultados. Mientras él acariciaba mis cabellos, fui dando la vuelta y me puse de lado para chuparle sus bolas, pero él interpretó que yo quería hacer un 69 y, aunque no era el propósito, me agradó sentir su aliento caliente en mi concha. Me lamía con mucho cuidado, golpeando con su lengua el abultamiento que tengo en la parte alta de mi concha. Podía sentir cómo se me inundaba, por un momento perdí la concentración en lo que hacía y me entregué al placer, un placer que sentía con aquella boca caliente que me succionaba, pero me quité, sentí que se avecinaba un orgasmo de esos que tú conoces, esos que me hacen gritar como loca. Me acosté boca arriba y abrí mis piernas, estaba lista para recibirlo, y él listo para follarme más, pero antes me quitó el tanga y lo puso a mi lado, se hincó justo detrás de mi trasero y sobó su verga por mi concha mojada. Me gustó aquello, pero fue breve, pues él encontró, en la parte baja de la concha, mi húmeda caverna y ayudado por su mano metió parte de su tranca. Comenzó a bombear muy despacito, como si temiese hacerme daño, como cuando tú me hiciste mujer, la diferencia es que ahora yo estaba deseando la penetración, pero él seguía lentamente penetrándome, poco a poco, y cada vez más profundo, hasta que sintió que me lo había entrado todo, se recostó sobre mi vientre y bombeó. Pero casi enseguida comenzó a gemir y llenó mi concha de semen, quedando rendido sobre mí. No te niego que me decepcioné, aunque luego lo entendí.

Ella hizo una pausa larga, tanto que me hizo pensar que había terminado todo el relato, guardé silencio igual que ella, permanecí con los ojos cerrados. Aquello que me había confesado me estaba doliendo mucho. Hacía un esfuerzo sobrehumano por superarlo, por hacerme ver que no me importaba, pero no era así, temí que en cualquier momento estallaría de rabia y le gritaría, pero no lo hice, hasta que la voz de ella me sacó del limbo.

-Él me pidió excusas -dijo con voz queda-, me dijo que yo lo excitaba mucho y que al sentir la tibieza de mi sexo no pudo contenerse. Así que comenzó nuevamente a acariciar mi monte de Venus y se colocó sobre mí, yo me había enfriado un poco, pero tú sabes cómo me caliento, él tuvo una segunda erección, no como la primera, pero suficiente para que me penetrara, y comenzó a culearme, duró unos tres minutos, suficiente para que yo me inundara otra vez. Además el semen que él me había tirado rodaba por mi culo, así que me puse sobre él y comencé a cabalgar, le vi constreñir su rostro tratando de aguantar y no quise esperar más, pues sabía que él, en cualquier momento, terminaría y me dejaría a medias, es por eso que cabalgué cada vez más fuerte, me olvidé de los gritos que él daba y logré tener mi orgasmo felizmente.

Vino otra pausa larga, la cual interrumpió ella nuevamente.

- Regresamos a casa y a la semana siguiente salimos otra vez, fue más o menos igual, luego hablamos claro y terminó todo. Dejamos eso ahí, pasó un tiempo y tú volviste a reconciliarte conmigo y no he vuelto a mirar a ese hombre ni a ningún otro.

Yo no hablaba. Ustedes, hombres como yo, sabrán lo que duele una confesión como ésta, uno siente que se le cae el mundo encima, que bajo tus pies se abre un abismo y te traga, pero lo soporté estoicamente y ella volvió a interrumpir.

-¿Ya no soy la misma para ti?. ¿En que ha cambiado tu visión? -me dijo sin mirarme, pero inquiriendo una repuesta.

Me moví como un león herido en su lecho de muerte, me senté en la cama y le di la espalda. Ella pudo percibir que algo malo pasaba y me hizo volverme hacia ella, enfrentarla.

-¿Qué pasa?

-Nada -dije. Evidentemente que mentí, ella pudo percibirlo, mis ojos, mi voz, mis gestos no mentían, aunque las palabras sí.

-¿Me odias? -dijo casi llorando.

Esta última palabra me hizo reflexionar un poco, pues es evidente que no la odio, sólo estaba muy herido en mi orgullo, pero es evidente que ella tenía todo el derecho para hacer lo que hizo. Mas yo no le perdonaba, y no le he perdonado, que me hubiese hecho creer que sólo yo había sido amo y señor de su coño, pero no la odio. Traté de cambiar mi rostro, acaricié su vientre sobre el ombligo, buscando en su piel la tibieza de aquella mujer ingenua que yo conocí, que llevé hasta el altar, a la que juré amor y fidelidad para siempre ante Dios y los hombres.

-No, no te odio, lo único que ocurre es que yo creí que tú sólo habías sido mía. Pensé que el sabor de tus excreciones sólo lo sabía yo, que esos labios no habían sido profanados por nadie -dije esto y volví a guardar silencio.

-En qué he cambiado para ti -me inquirió de nuevo.

-No, en nada, es más me alegro que haya pasado, pues tenías todo el derecho de hacerlo -le dije de la manera más convincente que pude. Pero es lógico que estaba siendo hipócrita, tanto como podía.

Ella comenzó a acariciarme con una mano y con la otra se tocaba su concha. No lo deseaba, mi corazón no estaba para eso, pero no quería hacerla sentir mal; así que me puse un poco positivo, respondí las caricias y mi verga respondió con una erección, ella parecía que con su relato se había calentado mucho y en pocos momentos tuvo un orgasmo. Esto me hizo enfurecer, le agarré por las caderas, le acosté boca arriba y de una sola estocada le penetré hasta las bolas y le follé, descargando toda la rabia e ira que había en mí. Sentí cómo acababa una y otra vez y seguía dándole con rabia, en otras circunstancias ella me hubiera mandado parar, pero en cierta forma ella era cómplice y sabía que estaba mitigando mi sed. Por eso ella respondía con la misma violencia, se acariciaba el clítoris de una forma salvaje y los orgasmos venían uno tras otro, hasta que sentí que me desmayaba, pero seguí dándole, aun cuando estaba indefensa, y me llegó la hora. Me salió un rugido de león, saqué mi verga tirando semen sobre el cuerpo de ella, por la cama, colchón, piso, lo llené todo, es como si quisiese ensuciarla, verla sucia, dañar la imagen de mujer seria que tenía de ella, de hecho cuando eyaculaba le gritaba ¡puta, zorra!, ¡perdida!... y cuantos improperios más me salieron. Luego le miré y vi que de su concha salía un poco de sangre, le desperté y fuimos al baño. Nos dimos un buen baño y salimos de viaje hacia la casa que tenemos en el campo. Hemos tenido sexo dos veces más después de eso, pero sin volver a tocar el asunto.



Bueno, ahora quiero confesaros que estoy muy confundido, no sé si separarme, una vez más, de ella o simplemente enterrar el asunto. El hecho es que a cada momento me asalta este pensamiento y no me deja tranquilo, incluso ya en ocasiones la he rechazado, pensando en todo lo que hizo sin contármelo. Estoy sumamente confundido y temo por mi relación con ella, pues me conozco bien.

Ahí estaba ella


Ahí estaba ella, acostada de espaldas, con sus ojitos tapados con una funda y sus senos al aire, hermosos como siempre... esperando...

Y yo, trémulo de excitación y miedo, viéndola dispuesta a correr la aventura de nuestras vidas, y yo sin saber si estaba realmente seguro de querer lo que seguiría a continuación, pero convencido de que era lo que ambos habíamos planeado... y no había marcha atrás...

Todo comenzó como un juego, primero yo buscando cosas nuevas e inesperadas que la excitaran comencé a planear fantasías que pudiéramos compartir, partiendo de las fantasías básicas que he escuchado a otras mujeres y luego ensayándolas en ella para encontrar las cosas que la hicieran excitarse más, poco a poco fuimos encontrando la fantasía que para ambos fuese más excitante...

Yo sabía que había llegado la hora, la señal que esperaba se había dado y sólo me detenía mi propia indecisión... lentamente me acerqué a la puerta y la abrí despacio, podía sentir el sudor brotar de mis manos, y mis piernas temblar mientras la miraba a ella, con su boquita entreabierta y sus pezoncitos erguidos esperando... finalmente abrí y me asomé afuera... ahí estaba él...

Era un completo desconocido, no podía ser de otra manera, lo encontré en uno de esos bares para mujeres, de buena complexión física, estatura regular y de apariencia agradable, no uno de esos machos que son pura pretensión, sino alguien normal y agradable, el tipo de persona con la que ella pudiera querer tener un desliz y disfrutarlo, parecido un poco físicamente a alguien que ella en una ocasión me confesó que le parecía muy atractivo, quizá por eso lo elegí entre todos...

Él estaba como habíamos acordado sentado en el cofre de mi auto, con una señal le dije que podía entrar y así lo hizo, al cruzar la puerta vi en sus ojos el placer de ver a mi mujer en la cama, al recorrer su hermoso cuerpo con la mirada vi el chispazo del deseo, en ese momento quise que se fuera... pero ella quería que sucediera y yo estaba dispuesto a dárselo... que no le daría yo a esa mujer...

En una ocasión anterior yo fallé al proporcionárselo, quizá me dio demasiado miedo, en esa ocasión yo había citado a la misma persona al mismo hotel y me tardé demasiado en abrir, en esa ocasión ella estaba completamente desnuda, le conté lo que tenía preparado y me dio su aprobación, se encontraba boca abajo y con sus bracitos cubriendo su rostro, y al escuchar la puerta abrirse separó al máximo sus muslos y levantó maravillosamente su delicioso trasero... y yo podía ver entre sus piernas el flujo de su líquido mojarla...y no pude hacerlo...

Él entró en la habitación y yo cerré la puerta, no podía parar de temblar, después, según lo acordado, le quitó sus zapatos con movimientos sensuales, que ella sintiera el contacto de las manos de un desconocido, luego desabrochó sus pantalones y trató de bajarlos, pero se hizo bolas y no pudo, quizá por la misma excitación que nos embargaba a los tres, entonces lo hice a un lado y yo mismo despojé a mi mujer de sus pantalones, dejándola únicamente en sus bragas y calcetines, luego yo me coloqué a un lado de ella mientras le pedía que se pusiera boca abajo al tiempo que él la despojaba de sus calcetines dejando sus preciosos pies al descubierto, luego él continuó quitándole sus pantaletas mientras ella lo ayudaba levantando su trasero, los dedos de él recorrieron esas maravillosas caderas mientras la desnudaba por completo, luego sus muslos y sus piernas... y ella jadeaba de excitación...

Cuando lo planeamos yo le dije a ella que iba a ser exactamente como ella lo quisiera, pero de último momento decidí que le iba a tratar de proporcionar el beneficio de la duda, así que cada vez que él la tocaba yo soltaba una de mis manos de sus manitas para que pudiera creer que yo lo hacía.

Le pedí a ella que fuera levantando su trasero hasta colocarlo en la posición que me había dicho que más disfrutaba al tener relaciones, esto es lista para ser penetrada por detrás, así se puso y él descubrió su miembro y con éste la tocaba en sus nalgas mientras yo acariciaba sus pezones con una mano y sentía la turgencia de su cuerpo celestial henchido de placer, él estuvo recorriendo el maravilloso camino de sus nalgas unos momentos, yo le había pedido que la recorriera desde donde comienza la separación de sus nalgas hasta su vulva repetidas ocasiones, y se ella se empujaba hacia atrás se separara... la verdad yo no vi cuando eso sucedía debido a que el cuerpo de mi amor estaba entre yo y la zona de trabajo... , lo que pude ver es a él moviéndose detrás de ella mientras ella se revolcaba de placer... al hacer ella el segundo intento de ser penetrada le pedí que se pusiera boca arriba, y así lo hizo, él se fue a donde estaba su cabeza y en el camino se quitó los pantalones y calzoncillos, al estar el colocado le pedí a mi amor que se masturbara para nosotros, y ella comenzó a hacerlo, primero lentamente, después más rápido, yo tocaba su seno y ella respondía loca de pasión...

Mientras él la veía comenzó a acariciarse su pene con movimientos suaves y yo le dije a ella que él se masturbaba cerca de su boca, ella separó sus labios como esperando ser penetrada por ellos mientras continuaba su marcha y sus manos la recorrían por completo,

Le pregunté si deseaba que la tocara y ella me respondió que sí, él posó su mano en su seno y lo apretó, ella levantó su mano para tocarlo y lo hice que la retirara, al no sentirlo ella abrió su boca y él le acercó su pene para que lo pudiera tocar, rozó repetidamente su naricita con él, y ella deseaba chuparlo con todas sus fuerzas, al menos eso creí ver...

Entonces creí llegado el momento y le pedí que se retirara, y él se vistió rápidamente y lo dejé salir de la habitación.

Le pedí a mi amor disculpas por no haber llevado el asunto más lejos, ella estaba preparada como nunca para que pasara, ella me dijo que no estaba segura que hubiera nadie en la habitación y no la saqué de su duda, después hicimos el amor de una forma maravillosa, en repetidas ocasiones, yo le prometí que la siguiente ocasión le permitiría tocar lo que quisiera y hacer lo que se le antojara, que en la siguiente ocasión le daría el placer de ser poseída por dos hombres simultáneamente... y así será...

Al estarnos preparando para salir de la habitación ella me dijo que seguramente él estaría en otro cuarto masturbándose por la excitación, después me enteré que así fue.

Sucedió en un restaurante


sucedió ya hace tiempo y fue en un tiempo en que tenía una amante casada y que por lo mismo evitábamos cualquier lugar concurrido para aprovechar el tiempo que estaba libre.

En esa ocasión habíamos decidido solamente ir a comer, buscamos un lugar no muy conocido dentro de la zona metropolitana de nuestra ciudad y decidimos ir a un pequeño restaurante que tenía dos pisos, era un día entre semana por lo que, cuando llegamos al mismo, se encontraba prácticamente solo, en la planta baja había solo un par de mesas ocupadas y decidimos subir al segundo piso procurando tener una mejor vista del lugar.

Al subir vimos que ninguna mesa estaba ocupada, así es que teníamos todo el espacio para nosotros, escogimos una mesa amplia redonda, quizás para varios comensales, la cual estaba bellamente preparada con un mantel largo que casi la cubría, unas flores la adornaban y el arreglo de todos los platos y cubiertos listos para empezar a comer la hacían ver muy agradable.

Le pedimos al mesero algo de beber, lo cual lo trajo rápidamente y le dijiimos que posteriormente le hablaríamos para solicitar la comida, por lo que nos quedamos solos en ese espacio.

Vi que Imelda, me estaba mirando con ojos lujuriosos y me empezó a besar apasionadamente y a frotar por encima de mi pantalón mi miembro, el cual pronto se endureció y empezó a sobresalir por sobre el mismo.

Me dijo que por qué no salíamos al balcón para ver hacia la calle y así lo hicimos, mientras tanto no dejaba de frotarme por el pantalón y agarrar ya con la mano mi endurecido miembro, estuvimos admirando el paisaje y entonces me pidió que me la sacara para poder tomarle una foto, fue por la cámara y así lo hizo... tomó la foto del recuerdo, misma que acompaña a este relato.

Nos regresamos a la mesa, yo con la verga de fuera y entonces le dije que iba a lavarme las manos para comer.

Entre al baño, en realidad lo que quería además era lavarme la verga, pues pensé que ella lo que quería además, era darme una mamada y a mi me gusta que antes de hacerlo que esté bien limpia. Así lo hice pensando en el disfrute que iba a obtener enseguida.

Cuando salí vi que Imelda no estaba en la mesa, lo cual me decepcionó un poco, pero pensé que habría olvidado algo en el carro o que tal vez también habría ido al baño a lavarse sus manos, así que fui a la mesa y me senté a esperar que ella llegara.

Me senté en la mesa, por supuesto que todavía con la verga de fuera, sentía su largo y el peso de la cabeza engruesada por el deseo, como el pantalón era blanco no quería que se manchara con mis jugos, así es que me senté de manera que prácticamente estaba colgando entre mis piernas, además de parada y endurecida, estaba chorreando jugo el cual escurría por la cabeza, sentía su calor y su espesor que seguramente goteaba hasta el piso.

En ese momento volvió el mesero a preguntar si se ofrecía algo o si ya queríamos ordenar, no notó nada, de mi instrumento ya que el mantel cubría adecuadamente mi herramienta.

Le estaba diciendo que nos esperara un poco más para ordenar y que mientras nos trajera otras bebidas cuando empecé a sentir un aire cálido que soplaba sobre la cabeza de mi verga parada y casi enseguida el paso de algo suave, húmedo y caliente e inmediatamente supe que era una golosa lengua, y es que Imelda se había escondido debajo de la mesa para darme la sorpresa de una mamada inesperada.

Sentí en seguida no solo su lengua acariciando mi verga, sino que se la introducía casi toda en su boca. Mientras tanto yo trataba de ordenar y platicar con el mesero, queriendo que no se fuera a dar cuenta de lo que debajo de la mesa estaba pasando: que una caliente mujer estaba toda desbocada mamando como solo se puede dar en circunstancias inesperadas. Creo que no fui muy convincente y algo detecto el mesero que estaba fuera de lugar, sin embargo decentemente se retiró de la mesa a cumplir con lo ordenado.

Imelda continuó mamándome, la verga la cual estaba cada vez más grande y yo disfrutando el enorme placer que daba saber que me la estaba chupando prácticamente en un lugar público.

Esta vez el mesero regresó muy rápido con el encargo, y creo que algo comentó en la cocina, porque cerca de la escalera de acceso alcancé a ver que alguien, otra mesera, se quedó medio escondida tratando de ver que estaba pasando en el lugar donde estábamos.

Para entonces, ya eran muy obvios los movimientos que se daban debajo del mantel y pensé que el mesero nos iba a correr del lugar, sin embargo lo que quería yo en ese momento era llenarle la boca de leche a Imelda ya que estaba casi a punto de venirme.

-¿Esta disfrutando de su estancia en este lugar señor? –me dijo el mesero.

-Muchísimo. –le respondí. –No se imagina cuanto y de que forma.

Vi que el mesero volteaba descaradamente hacia donde Imelda me estaba mamando y también ví que la mesera observaba con mayor atención lo que estaba pasando y que se acariciaba inconscientemente con sus manos sobre sus muslos y sus caderas.

También vi que la verga del mesero estaba sobresaliendo por encima de su pantalón y pensé que tal vez no pasaría nada si lo invitaba a que se sentara en nuestra mesa.

Le dije, -a lo mejor también a usted le gustaría disfrutar del lugar, ¿por qué no se sienta un rato a descansar?

Me miro con ojos libidinosos y al parecer su miembro creció cuando escucho la invitación y de inmediato retiró la silla que estaba cercana a la mía y se sentó en ella.

Mientras tanto, Imelda que había estado escuchando la conversación se dio cuenta de lo que pasaba y se preparó a recibir al visitante inesperado. En cuanto vió que unos pantalones se acomodaban en la silla dejo de mamarme, (con lo cual yo obtuve un respiro y ya no eyaculé, sabiendo que tendría rato más de placer) para inmediatamente irse sobre la bragueta del mesero y sacarle su verga, de lo cual me dí cuenta al verlo como cerraba sus ojos y dejaba escapar un especie de suspiro o resoplido cuando Imelda colocó su boca y empezó a succionar.

Entonces, sin darnos cuenta ya que estábamos muy emocionados por lo que estaba pasando, cuando menos pensamos, la mesera, compañera de nuestro invitado, estaba de pie, entre el mesero y yo, con gesto muy serio y como tratando de regañar a su compañero, diciéndole que el patrón lo iba a despedir si se daba cuenta de su actitud.

El mesero que se llamaba Luis, en respuesta a la llamada de atención de su compañera que se llamaba Gloria, empezó a meter su mano por debajo de su vestido y le acarició los muslos y las nalgas a Gloria su compañera. Ella no chisto para nada, lo que me hizo saber que al estarnos viendo se había empezado a calentar y que si ahí estaba no era para regañar, sino para ver que le tocaba, así es que, yo también empecé a acariciarle sus nalgas y entre Luis y yo le bajamos las panties, sin dejar de acariciarla lo más que podíamos. Mientras debajo de la mesa Imelda continuaba con su trabajo, imperturbable, chupando una y otra verga a su placer, mientras succionaba una, con la mano le pelaba la cabeza a la otra, el caso era estar en acción completa, y también muy atenta a lo que estaba pasando con la llegada de la nueva compañera.

Le dije a Gloria que si quería meterse debajo de la mesa para ver si lo que encontraba ahí era de su agrado, y ni tarda ni perezosa así lo hizo y se fue a acompañar a Imelda y así estábamos: por encima de la mesa aparentemente dos hombres estaban sentados, quizás conversando, mientras que debajo del largo mantel entre las piernas de cada uno dos mamadoras comedoras de verga se estaban dando un banquete de jugosas vergas.

No sabría decir quien o cual de las dos me mamaba en ese momento, solo cuando en una ocasión en lugar de una boca sentí las dos lenguas en mi miembro me dí cuenta que eran las dos mamadoras al mismo tiempo.

Le pedí a Imelda que se pusiera a gatas para quitarle las pantaletas porque le quería meter la verga en el coño o en el culo que a ella le encantaba muchísimo, me obedeció y cuando dirigí mis manos para hacerlo, me dí cuenta que ella por su parte ya lo había hecho, pues encontré sus nalgas duras ya encueradas y listar a recibir lo que fuera y por donde fuera,

Les pedí que ellas escogieran la verga que quisieran para coger, y que luego, enseguida cambiaran de hombre para que los cuatro nos pudiéramos disfrutar todos, así lo hicieron y yo sentí como una mano estaba dirigiendo mi verga hacia un lugar cálido y empapado, súper empapado de jugos, con un coño caliente y deseoso de verga, luego, oimos los besos y las caricias que ambas mujeres se estaban propinando mientras que nuestras vergas las perforaban, así estuvimos un buen rato hasta que escuchamos como Gloria estaba acabando, salió de debajo de la mesa y se hincó delante de Luis y le pidió que se hiciera una puñeta para recibirle la leche en su cara.

También Imelda, salió de su escondite y se colocó boca abajo encima de la mesa y me pidió que le llenara el culo de verga, lo cual hice con mucho agrado y así en aquel lugar solitario y sin clientes se seguía desarrollando aquella pequeña orgía que espontáneamente se había iniciado.

Finalmente, vi como la verga de Luis explotaba en la cara de Gloría, llenando de leche no solo la cara y boca de Gloria sino hasta su pelo y en su uniforme, y yo sentí que el culo de Imelda me estaba succionando toda mi verga, como si quisiera que tambien yo me introdujera por su ojete, sentí que se estaba viniendo cuando los músculos de su culo me oprimieron con más fuerza y entonces recargué todo mi peso sobre sus nalgas para introducir mi verga lo más posible y le dejé ir toda la leche que en ese momento tenía.

Era tanta la leche que le metí en el culo, que cuando saque mi verga, quedó escurriendo alrededor de su ano, el cual todavía estaba palpitando, abriéndose y cerrando con la fuerza del placer recibido, Al ver esto, Luis y Gloría no pudieron resistir la tentación, y juntos empezaron a besar sus nalgas, y poco a poco, con la lengua empezaron a recorrer y besar todo el espacio alrededor de su tembloroso culo, Luis se animó y metió la punta de su lengua por el hoyo todavía vibrante de su ano lo que hizo que Imelda suspirara y apretara el mantel con sus manos de placer, mientras tanto yo me dedique a lamer el coño de Gloria ya que lo vi tan jugoso que pensé que estaba bien que la dejara bien limpia de jugos.

Finalmente nos dedicamos a descansar del juego que habíamos hecho, y enseguida ordenamos nuestra comida y por supuesto que fuimos muy bien atendidos en nuestra solicitud, y hasta recibimos un trago gratis cortesía de la casa y con los deseos que en cualquier ocasión en que quisiéramos regresar seríamos muy bienvenidos.

Amor en el trabajo


Lo que a continuación les relato, es verídico y sucedió hace 8 años y en todo ese tiempo no he olvidado ni uno de los detalles de ese acontecimiento que me dio la oportunidad de practicar el amor de una manera explicita y sin inhibiciones y que para mí fue realmente increíble.

Pero permítanme decirles que en ese entonces yo tenía 33 años y era gerente administrativo de una empresa y que por azares del destino me mandaron a cubrir la enfermedad de un compañero de trabajo a otra oficina, a esa edad yo vivía una etapa muy feliz y estable en mi matrimonio con dos hijos encantadores y una esposa dedicada a completamente a su hogar y al cuidado de mis pequeños, yo no soy un Adonis, pero para mi trabajo tenía que estar siempre con buen aspecto tanto física como mentalmente para poder dar esa imagen que tanto desean los altos ejecutivos.

Llegué a esa inolvidable oficina y después de las presentaciones de rigor y en el que conocí al personal tanto masculino como femenino que serían mis colaboradores, me pude percatar de la belleza de una muchacha de 30 años, morena clara, con una cara muy linda, que me tendió la mano de una manera muy cálida y amable y en su presentación pude darme cuenta del tono sugestivo de su voz y una mirada demasiado expresiva, de ojos profundamente negros enmarcados por unas cejas perfectas, una fina nariz y unos labios delgado y con la forma precisa aquella que invitan a ser besados apasionadamente, su cabello largo era el marco perfecto, negro, sedoso, brillante y ondulado y que hacían un juego perfecto con su imagen impecable, elegante enfundada en un uniforme tipo sastre que le daba un toque de mujer inteligente y muy femenina

No dejo de alabar aún esa imagen que causó un fuerte impacto en mí, tanto que al toque de sus manos sentí que me derretía completamente pero tuve que mantener esa imagen de ejecutivo que la empresa exigía, bueno al menos en ese momento.

En el transcurso de mi estancia en aquella oficina me enteré de era casada, obvio, quién dejaría soltera a una belleza como esa, y que su esposo era uno de los que trabajaban en aquella oficina, bueno, si en un momento cruzó en mi mente ligarla deseché la idea. 

En el trabajo me centré tanto en los problemas que se habían acumulado y dar buenos resultados que mi relación con esa belleza se redujo simplemente a cuestiones laborales y en particular sabiendo que produjo un fuerte impacto en mí evitaba todo lo posible un acercamiento que no fuera estrictamente profesional, hasta el día en que me avisaron de la llegada de gente importante de la empresa a la oficina y como deberíamos impresionarlos. 

Pues al informales a mis colaboradores solicité la ayuda de ellos para hacer de la oficina un lugar realmente agradable el día de la visita y también la ayuda de las mujeres para preparar unos bocadillos y unos refrescos para los visitantes, como siempre que pasan esos eventos todos estuvieron de acuerdo y después de planear cómo se haría todos volvimos al trabajo, ese día antes de terminar la jornada se acercó T. 

Así voy a llamar a esa lindísima mujer para presentarme un presupuesto de las compras para los bocadillos y refrescos, aprobado dicho presupuesto me dijo que como ya estaba metido el tiempo, que la acompañara a realizar las compras al terminar el trabajo de ese día, lo pensé dos veces pero como quería dar la impresión de ser una persona social y amigable pues accedí, antes de hacer las compras le invité a tomar un café haciendo uso de mis galanteos de días de fiesta, bueno ese día fue un día de fiesta para mí y que culminó en un acto feliz. 

Pues al estar haciendo las compras me di cuenta que se detuvo mucho tiempo en un espacio en donde se exhiben tarjetas postales, le di tiempo para que escogiera una tarjeta alejado de ella para no intervenir en sus cosas personales, vi que tomó una y hasta ahí no hubo anormal, al dejarla en las puertas de su domicilio antes.

De bajarse del coche me extendió la tarjeta y me dijo que era para mí y que me agradecía la tarde que le había dedicado y que la perdone por no firmar la tarjeta pero con lo que decía la misma expresaba todo, me dejó sorprendidísimo y ni siquiera pude articular palabra alguna, a la calle siguiente detuve el coche para leer el contenido de la tarjeta y volví a sorprenderme cuando me di cuenta que la dedicatoria era una invitación, era la apertura a una relación, pues la tarjeta decía que había pasado una tarde "súper" y esperaba no ser la única ocasión en tener una tarde como esa, ¡me sentía en la gloria!, ¡entre nubes!.

Además me había dejado escrito el número de teléfono de su domicilio, en el primer teléfono publico que vi, bajé y le llamé aun a sabiendas de que me podía contestar su esposo, grata fue mi sorpresa al escuchar su voz y más diciéndome que estaba esperando mi llamada, nos dijimos cosas muy bonitas ambos y quedamos en salir de nuevo otro día, pero que en la oficina deberíamos de guardar toda la discreción posible.

Después de la visita, al terminar la jornada salimos a festejar nuestro éxito con todo el equipo de trabajo y después de 2 horas de convivencia nos fuimos retirando. 

Al despedirse T me tendió la mano dejándome un papel discretamente, en ese papel me pedía que le llame a su casa en una hora, inmediatamente terminé con todo lo que tenía pendiente y me dispuse a llamarle, T me dijo que esperaba mi llamada y me pidió que nos entrevistáramos ese día, la cité en un café muy discreto ella estaba radiante y yo feliz, le tomé las manos y me atreví a probar un poco de cielo, la besé en la boca, eso me excitó tremendamente, salimos de ese lugar tomados de la mano al dejarla en su coche con delicadeza y firmeza a la vez le di un abrazo, mi propósito era hacerle sentir la dureza de mi miembro, ella se percató, se sonrió y me dijo que le gustaba causar esa reacción en mí, que se sentía halagada.

Durante la siguiente semana salimos tres veces y nos encontrábamos en diferentes lugares y cada vez las caricias eran más sensuales y atrevidas. Hasta que me atreví a pedirle que nos viésemos en un lugar mas íntimo, ella accedió a la primera, pero me pidió que sea en un lugar sumamente discreto, me di a la tarea de buscar un lugar que sería "la puerta al cielo", al fin lo encontré y al siguiente fin de semana quedamos en vernos a las 5 de la tarde, pero que sólo disponía de 2 horas, para mí eran más que suficientes.

Ese día llego a la cita enfundada en unos jeans y una camisetita informal en donde pude apreciar el esplendor de su cuerpo, le tendí los brazos y ella se pegó a mí nos besamos suave, la sensualidad que externaba estaba a su máximo esplendor. Como ambos sabíamos a lo que fuimos y el tiempo que teníamos, pues me dispuse a sacarle primero la blusita, acaricié su espalda, palpé la tersura de su piel y como yo, ya estaba más que caliente le desabroché su brasiere y se los saqué lentamente, me pude percatar que sus senos eran pequeños pero bien duros y bien puestos en su lugar, sus pezones eran pequeños coronados con un aureola café que le daban una hermosísima vista, después de besarle la espalda y el cuello y extasiarme de su piel seguí con sus senos, jugué con ellos lo suficiente para excitarla, me quitó la camisa y me fue mordiendo y besando de igual manera, mi palo estaba durísimo y no rompió la tela de mi pantalón porque la tenía pegada al cuerpo de T. 

Bueno le fui deslizando sus pantalones bajando mis labios besándole desde sus pechos su abdomen liso, metiendo la lengua en su ombligo y más abajo hasta sentir la suave tela de sus pantaletitas, besé su conchita sintiendo los vellos y sintiendo la humedad que la invadía y el aroma que desprendía de mujer excitada le bajé despacio la pantaletita roja y quedó completamente desnuda ante mí, arrodillado que estaba ante ella le alcé una de sus piernas y metí mi rostro en su sexo y mi lengua encontró sus labios sexuales y sentí ese sabor inigualable de los líquidos femeninos que son como miel para la abejas ahí estuve un buen rato sintiendo que cada vez estaba más mojada. 

Ella pegaba cada vez esa bella parte hacia mi rostro, yo me tenía asido de sus nalgas suaves y redondas a las que masajeaba con lujuria, ella estaba al borde de la histeria pidiendo que siguiera y que parase a la vez, me puse de pie y ella inmediatamente desabrochó mis pantalones, que no cayeron al suelo porque se sostuvieron con mi miembro, que en ese momento la tenía muy dura, como nunca antes, como pudo me quitó los calzoncillos y al ver mi miembro erecto frente a su cara la tomó con ambas manos acariciándome los testículos y después con su lengüita absorbió la gotita transparente que emergía y después de darle un beso se dispuso a chupármela, primero fue la cabeza, se la metió a la boca con una delicadeza increíble y poco a poco se fue metiendo todo mi miembro a su boca y sacándola despacio la volvía a meter. 

No sé cuánto tiempo duró esta acción, yo ya había perdido la noción del tiempo, y cuando ya no aguantaba más se paró y con una gracia sin igual se dio media vuelta y me ofreció su lindo trasero se pegó a mí y mi palo quedó entre sus nalgas, húmedos como estábamos sentí el roce de mi palo entre sus piernas exactamente en la entrada de su concha, ella ya se contorsionaba con la excitación y sólo murmullos de goce salían de sus labios, instintivamente ella separó sus glúteos y miré su trasero brillante y húmedo y puse mi palo en posición, ella con sus manos lo puso en dirección y empecé a empujar introduciéndose primero la cabeza de mi miembro en su trasero para después metérsela toda poco a poco, disfrutando de esas sensaciones sin par, ella misma empezó a moverse sensual y lentamente permitiendo que mi palo saliera de cu?o a menos de la mitad y después metérsela de nuevo, ¡qué delicia! 

Yo por mi parte no paraba de besarle la nuca y con una mano le acariciaba los senos y con la otra le acariciaba el clítoris, metiéndole uno, dos y hasta tres dedos en la concha, en ese momento empezó a gritar como poseída y ya no pudiendo más me vacié dentro de su hueco, le llené el hueco con mi semen y aunque me dolía no le saqué mi palo quedamos pegados por un buen rato hasta que ya no pudimos más y nos dejamos caer sobre la cama, lentamente se separó de mí, yo estaba acostado boca arriba ella se acercó a mí me dio un beso en la boca y con su mano me empezó a jugar mi verga al notar que aún permanecía dura se puso encima de mí y montándome, con sus manos dirigió mi verga hacia su vagina sentándose se la introdujo toda y empezó de nuevo el vaivén, me pidió que le estrujara sus pechos, que se los lamiera, que se los mordiera estábamos en un punto increíble de excitación, se vino 1,2, 3 no sé cuántas veces y yo le di de nuevo mi esperma exhausta cayó a mi lado me cubrió de besos y de nuevo me palpó la verga y notó que aún estaba dura. 

Me dijo que no podía desperdiciar esa maravilla y poniéndose de cuatro patas me ofreció un increíble espectáculo su ano y su concha listos y dispuestos a esperar mi palo y sin hacerla esperar empecé primero con su concha y después con su ano y los fui alternando hasta que ya estaba ella al punto sentí cómo de nuevo sus líquidos anunciaban que ya tenía otros orgasmos cuando externé que ya me iba también, se dio la vuelta tomó mi palo entre sus manos y se la metió a la boca y ahí en su boca estallé de nuevo se tragó todo mi semen que obviamente ya no era tan abundante pero lo sentí como un alivio, entonces fui yo quien cayó exhausto y ya mi verga mostraba el cansancio pues ya estaba flácida, atraje a T hacia mí y le di un beso y permanecimos abrazados por un tiempo, la verdad no sé cuánto tiempo, pero al ver los relojes nos dimos cuenta que habíamos estado entrados por ¡más de 5 horas!. 

T se dirigió al baño a asearse y cuando salió ya vestida, aún se notaba que había tenido un encuentro sexual, su expresión era inconfundible me dijo que no sabía que explicación podía dar, pero que por lo que más quisiera que le llame a su casa en una hora a más tardar, así lo hice y me dijo que cuando llegó a casa su esposo aún no llegaba, que bueno.

Sostuvimos una relación durante un año nuestros encuentros eran cada fin de semana, pero lo que disfrutamos ese fin de semana, la primera vez nunca se volvió a repetir, después de 8 años aún lo recuerdo como algo memorable.

Entregando y disfrutando a mi esposa 2


En un momento dado me di cuenta de que Lolita levantó un poco más su cadera y los movimientos de masaje de él casi se detuvieron mientras la sujetaba de los hombros, vi perfectamente cómo Jorge se pegaba a ella por detrás y nuevamente ella dio un pequeño brinco para después permanecer inmóvil, ahora el movimiento del masaje era mínimo, ahí estaban los dos disfrutando de lo lindo, y como si yo no supiera lo que estaba pasando le pregunté a Lolita: ¿pasa algo ?, y ella sólo se limitó a mover afirmativamente la cabeza, y claro que estaba pasando algo, se la estaban cogiendo y ella lo estaba disfrutando bastante.

Así estuvieron bastante tiempo hasta que Jorge le preguntó que si quería continuar en la cama (no escuché qué iban a continuar si el masaje o la cogida), ella dijo que sí y entonces él se hizo hacia atrás, claro, cómo se iba a poder levantar ella si la tenía bien ensartada. Él le alcanzó una toalla con la que ella medio se cubrió hasta llegar a la cama, él tomo otra toalla, se secó rápidamente y para asombro de ambos la dejó a un lado de la cama mostrándose ahora completamente desnudo y con su verga completamente parada.

Yo tragué saliva y ella no salía de su asombro al ver el tamaño y grosor de esa verga que de cualquier manera ya había probado un poco.

Él le preguntó si quería seguir igual que en el jacuzi pero ella le dijo que no, que quería que le diera masaje pero de frente, por lo que se acostó boca arriba y Jorge sentado sobre ella acariciándole los pechos pero con su verga en contacto directo con la panocha de mi esposa, ahora ya descaradamente se la restregaba en su bello púbico mientras la acariciaba. En un momento dado y no sé de quién haya sido la iniciativa Jorge quedó en medio de las piernas de mi esposa y obviamente su verga mejor colocada que nunca, las caricias en los pechos se hacían mas eróticas y los pezones de Lolita parecía que iban a reventar de lo grandes que los tenía, él nuevamente le pidió permiso para besarlos, ella asintió pero esta vez él no aguantó y se metió uno de los pezones en la boca por completo para empezar a mamarlo, si hay algo que caliente rápidamente a Lolita es eso precisamente.

Mientras eso sucedía yo ya estaba súper excitado, no había la menor duda que ella lo estaba disfrutando, que era exactamente lo que yo quería, él por su parte ni se diga, estaba gozando a mi esposa como loco, y tampoco había duda que aquello iba a ser una orgía entre ellos.

Poco a poco pude ver como Jorge apuntaba su verga hacia la entrada de la panocha de mi esposa, hasta que una vez que estuvo en la entrada, él volteó a verme como preguntando: ¿me das permiso de cogérmela ?, yo hice un ademán de adelante y en ese momento vi cómo ella arqueaba ligeramente su cuerpo como buscando que la verga de Jorge entrara lo más rápido posible, pero él la quería hacer sufrir un poco, hasta que mi esposa empujó su vientre hacia arriba y por su expresión supe que finalmente la tenía adentro de ella.

Él entonces empezó a empujar hacia adentro pero ella hizo una mueca de dolor por lo que él se detuvo un poco para después empezar a besarla en los labios al tiempo que se veía que también le estaba metiendo la lengua. Nuevamente empezó a moverse y a metérsela aún más. Ella estaba inmóvil sólo recibiendo todo lo que él tenía para meterle, en eso él se separó de sus labios y Lolita le pidió que se la metiera toda, no le dijo dos veces, lentamente pero de una sola vez se la metió toda, me costaba trabajo creer que toda esa verga que había visto hacia unos momentos ahora estuviera completamente incrustada en el sexo de mi esposa.

En solo unos momentos Lolita explotó en un orgasmo fenomenal, de verdad que estaba en el cielo, Jorge por su parte no dejaba de moverse ni de acariciarle y mamarle los pechos y besarla en la boca, realmente eran en ese momento la pareja perfecta de amantes. Ella al sentir la cogida que Jorge le seguía dando en poco tiempo tuvo un nuevo orgasmo, yo sabía que sólo era el segundo de muchos que iba a tener esa noche.

Después del segundo orgasmo de mi esposa, él le sacó la verga y se recostó a su lado, la verdad es que me dio envidia de ver el tamaño de su instrumento y la forma en que había hecho gozar a Lolita. Sin pensarlo ella se prendió de sus labios mientras con una de sus manos le acariciaba la verga, en eso él presionó ligeramente la cabeza de mi esposa hacia abajo, en dirección a su verga, era obvio lo que quería, que ella se la mamara, Lolita volteó a verme le hice un gesto afirmativo y ella fue bajando poco a poco hasta llegar a la verga que tanta satisfacción le había dado y todavía le iba a dar.

La acarició con las dos manos a todo lo largo pasando su lengua y besándola con muchas ganas, después con una mano empezó a acariciarle los huevos que también eran bastante grandes y colocó su boca sobre la cabeza de esa vergota, se la metió lentamente y la empezó a mamar con ganas, en realidad no le cabía arriba de la mitad de lo grande que estaba y de hecho debido a que ella es de boca chica, le costó trabajo meterse la cabeza, ella abría lo más que podía la boca a fin de no lastimarlo con los dientes, mientras él daba la impresión de estar en la gloria.

Después de estársela mamando un buen rato se la sacó y sin dejar de acariciarla con una mano bajó su boca hacia los huevos, a ella le gusta mamarme tanto la verga como los huevos pero no creía que fuera a intentar meterse uno de esos en la boca debido al tamaño. Empezó a besárselos, a lamerlos y abriendo la boca lo más posible se metió uno de ellos, Jorge estaba que no aguantaba más, la tomó de las nalgas, la giró de manera que su panocha quedara exactamente sobre su cara y comenzó a mamarla también, era un espectáculo de lo mejor, era impresionante ver a mi esposa siendo mamada estupendamente mientras ella continuaba con los huevos de Jorge alternativamente en su boca.

Ella se volvió a meter la verga en la boca y como podía debido al tamaño empezó a darle una mamada estupenda, en un momento vi que él dejaba de mamarla y se concentraba en lo que ella estaba haciendo, se sentó en la cama para contemplar como estaba siendo mamado por mi esposa, él le dijo que no iba a aguantar más y Lolita aceleró el ritmo de su boca, varias veces me ha mamado y he terminado en su boca, de hecho no es eso lo que más le gusta a ella, por lo que no pensé que dejaría que Jorge se viniera dentro de ella, en unos momentos él le dijo que prácticamente se estaba viniendo, pensando en que ella se la sacara de la boca ya que no había tiempo para ninguna otra cosa pero ella hizo lo contrario, cerró sus labios pudiera yo decir que herméticamente cubriendo la verga de Jorge y empezó él a descargar toda su leche dentro de la boca de mi esposa, a leguas se veía que ella estaba haciendo un gran esfuerzo por tragarse todo lo que estaba saliendo de esa verga, no por otra cosa sino por la cantidad tan bárbara que estaba echando, sin embargo ahí seguían los dos, él descargando toda su leche y mi esposa perfectamente conectada con su boca y no dejando escapar ni una gota de semen, después ella me comentó que aunque le costó bastante trabajo lo hizo a manera de agradecimiento por la cogida tan rica que momentos antes Jorge le había dado.

Una vez que él terminó, ella le limpió con la lengua cualquier residuo que quedara en su verga, él estaba que no creía lo que había pasado, por dos razones, nunca había arrojado tal cantidad de semen y nunca nadie había hecho lo que Lolita hizo.

El caso era que los dos estaban fascinados el uno con el otro, debo de confesar que sentí celos al ver ese cuadro tan perfecto. Nuevamente se unieron en un beso con intercambio de lenguas de lo más rico.

Él se levantó para ir al baño, ella me pidió que me desnudara y me subiera a la cama, lo hice y ella de inmediato me comenzó a mamar, inmediatamente observé la diferencia entre una verga y otra pero tal parece que ella no lo notaba o bien no le daba importancia.

Ya que mi verga estaba como a ella le gusta se subió en mí y se la metió de un solo golpe empezando a moverse estupendamente, la verdad es que yo sentí su panocha además de caliente y completamente mojada algo holgada, lo que era perfectamente entendible después de haberse metido la verga de Jorge.

Se me hizo un detalle estupendo de parte de ella coger conmigo en esos momentos y tomando en cuenta las dimensiones de los miembros. Estábamos cogiendo así cuando él salió del baño, como estábamos casi en la orilla de la cama, él se colocó a nuestro lado y comenzó a acariciar la espalda de ella y sus pechos pero desde atrás, eventualmente se daban algún beso, eso calentó nuevamente a Lolita, me di cuenta que poco a poco la verga de Jorge empezaba a recuperarse, se montó sobre mis piernas quedando exactamente detrás de ella, la siguió acariciando y besando, ahora sujetando sus pechos con sus dos manos, nuevamente los tenía a re- ventar.

Jorge la inclinó sobre mí quedando completamente las nalgas de mi esposa a su disposición, yo pensé que iba a intentar metérsela por detrás pero cuando me di cuenta sentó cómo la colocaba junto a la mía y empezaba a presionar para meterla, en eso ella le dijo que no que cómo creía que las dos vergas cabrían en su panocha, él pareció no escucharla y siguió presionando poco a poco, en realidad su verga no estaba totalmente parada lo que yo considero que permitió que entrara, primero la cabeza y después un poco mas, yo calculo que unos cinco centímetros después de la cabeza, ella no lo podía creer, ya tenía las dos vergas dentro de su panocha, y lo más curioso es que conforme pasaba el tiempo y Jorge entraba más tanto su verga como la mía empezaban a tomar su máximo tamaño, tal parece que esto lo sintió de inmediato Lolita, cerrando los ojos y disfrutando de la doble penetración de que estaba siendo objeto.

Yo la sujeté de las piernas para obtener un mejor punto de apoyo y Jorge la tomó de la cadera e iniciamos una serie de movimientos de entrada y salida que la estaban volviendo loca, las dos vergas se habían acoplado a la perfección y no dejaban ni un rincón sin tocar dentro de la intimidad de mi esposa, ya para ese momento ella había tenido dos orgasmos.

En eso le pedí a él que sacara su verga y que se recostara para que Lolita se subiera en él y se metiera su verga nuevamente, así lo hicieron y yo me coloqué detrás de ella y me detuve unos momentos para observar el espectáculo que se ofrecía ante mis ojos, la panocha de mi esposa subiendo y bajando sobre esa estupenda verga, después me pegué a ella por detrás, la incliné sobre el pecho de Jorge lo que él aprovechó para ensartarse nuevamente en ese juego de lenguas que tanto les había gustado, coloqué la punta de mi verga en el culo de mi esposa y poco a poco se la empecé a meter, normalmente cuando se la meto por el culo ella me pide que lo haga muy despacio, pero en esta ocasión no me dijo absolutamente nada, y cómo me iba a decir algo si tenía en su panocha una deliciosa verga y en la boca una lengua que seguramente tenía alojada hasta la garganta, el caso es que en poco tiempo ya tenía toda mi verga dentro del culo de mi esposa y nuevamente estaba ella gozando como loca de una doble penetración, me empecé a mover rápidamente lo que hacía que la verga de Jorge también entrara y saliera con la misma rapidez, y ahí estábamos los tres cogiendo de lo mejor y todos disfrutando al máximo.

Le pedí a Jorge que me avisara cuando fuera a terminar porque tenía la intención de que la inundáramos al mismo tiempo, de ella ni me preocupaba ya que en esos momentos ni ella misma sabía cuantos orgasmos había tenido aunque conservadoramente calculo que por lo menos eran unos ocho.

Al poco rato él me dijo ya estaba por venirse, por lo que aceleré mis movimientos y pude ver que ella estaba como hipnotizada, de verdad se veía que estaba disfrutando como nunca imaginó que pudiera hacerlo, en eso sentí como Jorge empujaba con fuerza su verga dentro de mi esposa y comprendí que era el momento, le meti hasta el fondo del culo mi verga a ella y tanto él como yo la empezamos a llenar de leche, justo en ese momento ella se sacudió en quizá el orgasmo más intenso que había tenido, estando los tres en una unión de lo mejor, éramos prácticamente un solo cuerpo, realmente sentíamos lo que estaban sintiendo los otros dos y de verdad es una experiencia maravillosa. Después de permanecer un buen tiempo así, la verdad es que nadie se quería mover de donde estaba, aunque ella se veía realmente cansada de la tremenda cogida que había te- nido en lo que había transcurrido de esa noche, pero a la vez se veía radiante, feliz, no sólo de haber disfrutado sino de poder proporcionar tanto placer a dos hombres, los mejores del mundo para ella en ese momento.

En unos momentos más nos desenchufamos los tres, recostándonos y quedando ella en medio, ella volteó hacia mí, me sonrió y nos unimos en un largo beso mientras Jorge jugueteaba con sus pechos.

Para esto ya eran como las once de la noche, le pregunté a él si se quedaría a dormir, y contestó que eso dependia si Lolita no tenía inconveniente en eso, ella dijo que ninguno, entonces yo comenté que por mi parte sí veía el inconveniente de que por lo que se había visto no me iban a dejar dormir, los dos se rieron.

Cansados como estábamos empezamos a dormitar, recuerdo que antes de quedarme dormido Jorge volteó a mi esposa hacia él y se prendieron en un interminable beso mientras él acariciaba en su totalidad las nalgas de ella.

Dormí algo así como dos o tres horas y me despertó el movimiento de la cama, claro estaban cogiendo de nuevo, él estaba encima de mi esposa pero con las piernas de ella sobre sus hombros y él empujando con fuerza su verga dentro de la panocha de Lolita, estuve viéndolos unos momentos y me volví a dormir.

Posteriormente ella me dijo que buena parte de la noche se la pasaron cogiendo y mamandose.

Al amanecer yo me desperté primero, ella estaba volteada de lado hacia mí y Jorge la tenía abrazada por detras, le dije que quería meterle la verga por el culo, ella asintió y quitando lentamente los brazos de Jorge se volteó hacia él dándome la espalda o mejor dicho las nalgas, la acaricié durante un rato y después coloqué mi verga en la entrada de su culo y se la metí lentamente, ya estando toda adentro me empecé a mover con rapidez y ella estaba ya bastante caliente, no tardé en venirme, le pregunté si ella había terminado, me dijo que no pero que le había gustado.

Nuevamente se volteó hacia mí y nos estuvimos besando un buen rato hasta que sentimos movimientos en la cama y era Jorge que se había pegado a ella y le estaba acariciando las nalgas y después también los pechos.

Me separé un poco para que él tuviera espacio suficiente para acariciarla, en una de las caricias en las nalgas según me dijo ella después, colocó la cabeza de su verga en la entrada del culo de mi esposa, ella pensó que sólo lo hacía por el simple gusto de ponerla ahí, pero se sorprendió cuando tomándola de la cadera con una mano la atrajo hacia él al mismo tiempo que empujaba su verga con claras intenciones de penetrarla, como ella estaba de frente a mí vi que abrió mucho los ojos y me dijo en voz baja: me quiere coger por las nalgas, yo le dije que si no quería le diría que se detuviera, ella me hizo un ademán de que esperara un poco, Jorge le empujó otra vez su verga consiguiendo que entrara la cabeza, ella hizo un gesto de dolor, yo iba a decirle algo a él pero ella me detuvo, me dijo que le dolió un poco cuando entró la cabeza pero que ya estaba pasando, y ahí estaba yo viendo cómo se ensartaban a mi esposa por las nalgas, dispuesto a impedirlo pero ella aún más dispuesta a darlas.

Jorge empezó a moverse lentamente metiendo y sacando lo que ya había logrado meterle a mi esposa por el culo, ella estaba empezando a disfrutarlo, ayudé un poco besándola y acariciándole los pechos y después mamándoselos, él por su parte en cada arremetida le introducía un poco mas de verga, yo calculo que para esos momentos ya tendría por lo menos la mitad de su verga enterrada en el culo de mi esposa.

En eso él comenzó a darse la vuelta y colocarse sobre ella quedando ahora Lolita boca abajo, Jorge se levantaba un poco cuando se la sacaba y se recostaba sobre ella al volvérsela a meter, en un momento dado él se quedó separado de ella pero sin sacarle la verga por completo y entonces fue mi esposa la que movía las nalgas hacia arriba para poder metérsela de nuevo, ella ya estaba bastante excitada, por lo que él empezó a metérsela cada vez más, produciéndole ciertamente algo de dolor, mismo que era superado ampliamente por el placer que ella estaba sintiendo, era impresionante ver esa cantidad de verga entrar y salir del culo de ella sin que le hiciera daño. Ella ya había tenido por lo menos dos orgasmos y alcanzó un tercero al momento en que sintió que Jorge se estaba viniendo dentro de ella, al terminar se volvieron a colocar de lado pero sin la menor intención de él de sacarle la verga a mi esposa quien por supuesto lo último que quería era eso.

Más tarde nos dispusimos a hacer lo necesario para retirarnos, dejé que se bañaran ellos solos, y de nuevo él se la volvió a coger, la verdad es que estaba más que sorprendido por la capacidad de mi esposa para estos menesteres, ya sabía que es muy caliente, multiorgásmica etc. Pero nunca pensé que aguantara tanto ni que pudiera disfrutar al grado que lo hizo.

Salieron del baño, se empezaron a vestir, mi esposa ya se había puesto el brassiere y la pantaleta y se disponía a ponerse el liguero y las medias cuando Jorge le pidió que dejara que él se los pusiera, ella estuvo de acuerdo y él le colocó el liguero, se lo abrochó correctamente, pasó los tirantes por debajo de la pantaleta como debe ser, le puso la media de la pierna izquierda y la sujetó con los broches, le puso la de la pierna derecha, la sujetó de la parte delantera con el broche y colocándose detrás de ella para sujetar la media con el otro broche, lo hizo muy lentamente y tomó a mi esposa de los costados de los muslos y se quedó mirando fijamente por unos instantes las nalgas de Lolita que se veían preciosas cubiertas con su pantaleta blanca con encaje, sin pensarlo mucho, hundió su cara en medio de las nalgas de ella y empezó a besarle el culo y las nalgas sin despegarse ni un milímetro de ahí, fue algo de lo mas erótico ver cómo Jorge se restregaba la cara contra la pantaleta de mi esposa, ella por su parte aunque sorprendida estaba disfrutando de lo lindo ese arranque de erotismo.

Unos minutos más tarde, él se despegó de las nalgas de mi esposa, se levantó, ella se volvió hacia él y se besaron jugueteando con sus lenguas dentro de sus bocas, él acariciaba con las dos manos las nalgas de ella y Lolita por su parte con una de sus manos palpó el bulto que Jorge ya tenía en el pantalón, entonces ella le dijo que no podía irse con tamaño bulto, él le pregunto que si se le ocurría algo, ella por toda contestación se arrodilló frente a Jorge, le desabrochó el pantalón que de inmediato cayó al suelo y se abalanzó pegando su cara a la trusa de él y besando su verga sobre su prenda, no tardó mucho en sacar el instrumento que tanto placer le había prodigado y de un solo impulso se la metió hasta donde le cupo, la empezó a mamar como si pensara que se iba a acabar, era obvio que Jorge no iba a aguantar mucho, con ambas manos sujetó la cabeza de mi esposa y empezó a moverse como si estuviera cogiendo y claro que se la estaba cogiendo solo que ahora por la boca, le dijo a ella que se estaba viniendo y nuevamente ella cerró por completo sus labios alrededor de su verga para empezar a recibir la descarga de leche de su amante, tragó como pudo lo primero que él le echó, y en un momento determinado pensé que se la iba a sacar y dejar de recibir todo el semen, pero sólo la sujetó con una mano separándola unos cuantos centímetros de su boca pero exactamente en la misma dirección, yo podía ver perfectamente como salían los chorros aunque ya no muy abundantes de la verga de Jorge y caían de lo mejor en el interior de la boca de Lolita, de repente ella se había convertido en una súper estrella porno, era fascinante ver aquello. 

Cuando él terminó de arrojar hasta la última gota, ella le pasó su lengua varias veces a fin de limpiar bien aquel miembro, que de hecho prácticamente empezaba a formar parte de nuestra familia, él se disponía a guardarlo dentro de la trusa cuando mi esposa hizo algo que me resultó fascinante, le dijo a Jorge que su verga, así le llamo, verga, aun estaba un poco mojada y sin decir mas, se quitó la pantaleta y con ella limpió y secó perfectamente aquello que estaba segura iba a disfrutar muchas veces más, él le agradeció con un beso ese gesto y una vez que estábamos listos para salir ella continuó con la última locura le dijo a Jorge que quería que se arrodillara detrás de ella, le levantara el vestido y le diera un buen beso en medio de sus nalgas, pero que sólo hiciera eso, él accedió, se arrodilló, le levantó el vestido y lentamente acercó su cara a las nalgas de mi esposa y le dio el beso solicitado no sin presionar hacia delante, se separó, colocó el vestido en su lugar, le dio otro beso a mi esposa y salimos los tres.

Ya en el camino nos agradecimos mutuamente el habernos prodigado tanto placer, él me agradeció la confianza que le había tenido y por tener una esposa tan linda y tan caliente, ella me agradeció la oportunidad de poder disfrutar tanto placer, y todos quedamos de acuerdo que esta era sólo la primera de muchas sesiones que tendríamos cuyo único objetivo era el de gozar plenamente de nuestra sexualidad.

FIN