viernes, 2 de febrero de 2018

El viejo ciclista me lleva al paraiso perdido


Me puse guapa, acicale mi conejito dejándolo sexy, le puse perfume y aceites lubrificantes para preparar la visita, igualmente le puse cremita a mis pezoncitos para dejarlos suaves y tersos y me puse un conjunto negro casi trasparente para encender y activar a mi viejo ciclista cuando llegara.

Sonó el timbre y sabia era él pues ya me había llamado antes por teléfono,.. Le abrí la puerta recibiendo un sabroso y jugoso beso acompañado de un mmmmm tras mirar lo que me había puesto.

Levantas a un muerto Rosa, me dijo…estas tremenda, pensé íbamos a ir a cenar primero me dijo…

E iremos pero quería me ayudaras a elegir vestido que le vaya a conjunto con esta picardía…le respondí con tono sensual y picante.

Él iba con un pantalón blanco de lino que, marcando paquete y con una camisa azul clara semi abierta luciendo pectoral de macho que hizo peligrar la cena nada más verlo.

Paso a mi alcoba no sin darme un par de azotitos en mis posaderas, resoplando al caminar tras de mi hacia el vestidor donde le mostré mis vestidos para esta noche.

Eligio uno negro con gran escote para no desentonar con la picardía, ayudándome a ponérmelo no sin antes recibir alguna sutil caricia por mi cuerpo, a la vez que decía-- esperemos la cena sea buena y rápida pues mi armamento se recuperó rápido y parece quiere guerra pronto.

Deslice mi mano hacia atrás para ver testar el arsenal, palpando aquella enorme y larga daga que parecía palpitar de dureza cuando la tocaba.

Me beso el cuello suspirando y su lengua jugo con mi oreja con una maestría que me hizo doblar las rodillas levemente a la vez que suspiraba de placer al sentir aquel hombre detrás.

Creo que vas a tener que preparar la cena tesoro.. Me dijo mientras bajaba la cremallera que hacía pocos segundos había subido.. Tengo un empalme de órdago y tu caliente y mojada y así no podemos salir.

Su lengua entro en mi oído mientras pegaba su bulto contra mi trasero ardiente que se movía sinuosamente sobre aquel duro apéndice.

Dejo caer mi vestido al suelo y tras este, la picardía, para en la misma posición deslizar sus manos desde mis pechos a los que sobo con pasión, hacia mi arreglado chochito que andaba mojado y húmedo metiendo los dedos en su interior tras acariciarlo levemente.

Mis gemidos de hembra en celo lo tenían alterado y girándome me beso lascivamente con su lengua ocupando mi boca intrusivamente y casi dejándome sin aliento.

Le quite la camisa atoradamente al igual que los pantalones dejando al aire con un balanceo rígido aquel submarino nuclear que quería entrar en mi cálida gruta. 

Le acaricie el pectoral peludo con mis garras femeninas y con tanta fuerza que le deje marcas de mis uñas, motivándole y excitándole aún más mis gestos de hembra ardiente.

Me agache y sin miramiento di cuenta de aquel largo y venosos viejo pollon que parecía tener 20 años menos,… suspiraba y gemía el, mientras lo devoraba, haciendo se apoyara contra la pared del vestidor por el ímpetu que ponía mi ardiente boca y no menos las manos que sobaban con descaro y sin tapujos aquel par de enormes y rasuradas pelotas a las que estruje con pasión..

Me dejo varios minutos degustar su enorme y rígido caramelo, hasta que unas gotitas de líquido trasparentes asomaron por su enorme cabezón, avisando de su excitación y cercanías de una gran corrida por su parte.

Me retiro con sutileza, alzándome y tras poner su mano sin miramientos sobre mi sexo al que perforo con uno de sus dedos, me dijo,.. Ven que te voy a comer este chochito mojado que tienes hasta reventarlo de gusto y después de voy a meter pollazos hasta que pierdas el conocimiento, que me tienes caliente como un burro en celo.

No decía exageraciones pues, la comida de mi conejito que precedió a sus palabras, fue de las que hacen época, pues su lengua parecía la de un reptil, entrando larga y dura por las profundidades de mi cueva, sometiéndome de placer cuando sabiamente, tocaba en la tecla adecuada, llevándome casi a unir dos colosales orgasmos, a los que tuvo que mitigar tapando mi boca con su mano por los alaridos que por ella salían.

Tomo un cojín seguidamente poniéndomelo debajo de mi espalda para levantar levemente mi supurante y mojado chochete, y posicionándose sobre mí con su enorme y largo rabo en la mano, restregó su gorda cabeza sin miramientos por todo el exterior de este, a la vez golpeaba con toques suaves su musculoso y duro apéndice sobre él, haciéndome saltar de gusto, pues parecía una hembra salida y hambrienta de sexo sobre mi cama.

Me miró fijamente serio y con mirada perforante, mientras su mano guiaba su arsenal hasta poner la punta dentro… mis ojos se entornaron de placer, aguantando un par de segundos el, hasta dar el estoque de gracia.

Me clavo con su enorme picho con un fuerte toque de cadera y se postuló con su masculino y varonil cuerpo sobre el mío, comenzando una armoniosa y fogosa follada con un ritmo atroz pero sabrosamente placentero.

Era una máquina de follar aquel viejo, pues parecía haber recobrado la fuerza de la juventud,.. mi pequeño cuerpo se hundía en el colchón, por la fuerza y virulencia que me estaba penetrando, haciéndome llegar sin previo aviso un orgasmo que me dejo medio lela por la explosividad del mismo, no atinando a articular palabras ante tanto goce y placer.

La cama se bamboleaba al ritmo que el imponía, forzando unas fuertes y profundas penetraciones que me tenía aturdida y sin aliento, pero aflorando un gustirrini por mi pequeño cuerpo, que parecía manar placer con el roce de aquel viejo semental y no menos por la sabrosa monta que me estaba dando.

Apoyo sus manos sobre la cama para que mi cuerpo no sufriera el peso del suyo y a la vez permitirme ver entre ambos como entraba y salía de mí,aquel enorme y rígido trozo de carne, notando como afloraba ya gotas de sudor por su espalda, resbalando algunos por su frondoso pecho, por el esfuerzo de aquella doma salvaje que me estaba infringiendo dulcemente.

Comenzó a gemir más intensamente como preludio de lo que me iba a depositar dentro, contagiándome instintivamente mientras recibía aquella pastosa descarga que se juntó en segundos con el mana que fluía por mi cochito tras nuevamente volver a explotar a la vez.

Me puse tan loca de gusto sobre la cama que si no deja caer su cuerpo sobre el mío, hubiera casi levitado como endemoniada por el inmenso placer de aquel colosal orgasmo, besándome el intensamente ahora mientras seguía depositando sus últimas ráfagas de jugosa y espesa crema en las profundidades de mi gruta.

Quedamos en esa postura sin mediar palabras varios minutos, aunque él seguía acariciándome mientras tomaba aliento para desclavarse y levantarse, aunque prefería seguir sintiendo aquel macho sobre mi cuerpo y más su frondoso pectoral envolviendo mis pezones y acariciando estos lascivamente.

Saco al fin su arsenal de mí, y de mi chochito manaron jugos por el exceso de estos en su interior, impregnando delicadamente con su mano para ponerlos sobre mis pezones embadurnando estos, para posteriormente mordisquearlos mientras me miraba picaronamente.

Me sentí poseída por aquel viejo macho que me había dejado como vulgarmente diría, “para el arrastre..”, el polvo recibido era para valorarlo con un diez y esperaba no fuese el ultimo con el… aunque para mi interior pensaba que la agenda la estaba llenando de sementales que tendría que dosificar, pues iban a acabar con una….pero que bien me lo pasaba…. ..

Tus manos, mi lencería.


Me agarras de la cintura, me acercas contra tu cuerpo y clavas tus labios sobre los míos mientras noto tu erección en mi bajo vientre.

Se me escapa un gemido y noto tu sonrisa sobre mi boca.

Me das la vuelta, pegas tu pecho a mi espalda y empiezas a acariciarme el cuello, suavemente. Yo cierro los ojos en un intento desesperado de controlar la respiración.

Vas deslizando las yemas de tus dedos hacia mis pechos mientras desabrochas los botones de mi camisa, uno a uno. Besos en el cuello al despojarme del sujetador.

Mi falda desaparece en cuestión de segundos y, en ese momento, me veo reflejada en el espejo; tus manos se convierten en mi lencería. Una bonita imagen para el recuerdo.

Vuelves a girarme y, antes de darme cuenta, ya me has empujado contra la cama. Mis manos atadas al cabecero y mis ojos observando esa sonrisa que me atemoriza.

Venda en los ojos y esa sensación que mezcla indefensión y excitación recorriendo mi espina dorsal. Estoy en tus manos.

De pronto, noto los flecos del látigo rozando mi piel, acariciando mi clítoris. Al gemir, te oigo sonreír. Un golpe. Grito y tú vuelves a sonreír. Dos, tres, cuatro, cinco… hasta que lo ves hinchado.

Sueltas la fusta y siento de repente tu lengua calmando mi dolor. Vuelvo a gemir. Intento moverme, inútilmente. Enredas tu lengua entre mis piernas hasta que consigues llevarme al clímax y estallo en tu boca. Pero no te basta, quieres más, y continúas, esta vez ayudándote de tus dedos, hasta que me vuelvo a correr.

Te apartas de mí durante unos minutos y me dejas ahí, atada y expectante, hasta que siento la punta de tu polla rozando mis labios. Abro la boca, pero tú has decidido no darme ese placer aún. Te recreas restregándola contra mi boca hasta que decides dejarte caer, hasta la garganta. Y empiezas a follarme la boca con embestidas bruscas, penetrando hasta el fondo, hasta que advierto tu sabor en mi paladar.

Sin rodeos, te siento dentro de mí. Se me escapa un grito, pero esta vez no es de dolor. Comienzas a moverte de forma muy bruta mientras yo no puedo dejar de chillar, una y otra vez. Un orgasmo, dos, tres… pierdo la cuenta.

Cuando te percatas de mi agotamiento, decides parar y desatarme. Me das la vuelta, me colocas a cuatro patas y percibo el roce de tu polla alrededor de mi culo. Puedo intuir tu siguiente movimiento.

Poco a poco me vas penetrando, despacio. Voy dilatando, controlando la respiración para sobrellevar el dolor, hasta que logras que entre entera. Entonces empiezas a moverte un poco más rápido y vas aumentando el ritmo con cada embestida. Yo sigo gimiendo, pero ya no es de dolor. Y me follas el culo hasta alcanzar el orgasmo juntos.

Una tarde como sumisa


Habíamos quedado aquella tarde con un amigo en casa. Yo, me atrasé en la oficina y mi mujer me llamó para indicarme que nuestro amigo, había llegado y que

me iban a esperar tomando una copa, les dije que no, que empezaran sin mi. A la media hora, llegué a casa y al abrir la puerta, lo primero que vi, fue

a mi mujer con las piernas muy abiertas y desnuda de cintura para abajo. Sus tacones apoyados sobre la mesa , hacían que la imagen de sus largas y

delgadas piernas ,fuera muy sensual. Nuestro amigo, se había encargado de ponerla muy caliente previamente, besándola y desnudando la mitad inferior de su cuerpo. Sin braguitas y abierta de piernas, el jugaba lentamente con su clítoris. Ella jadeaba y se movía casi al compas del roce del dedo con su pequeño punto de

placer, soltando de vez en cuando un pequeño quejido casi imperceptible. Me acerqué, le bese en la boca y le quité los botones que le quedaban por desabrochar de su camisa y empecé a manosearle suavemente sus pequeños

pechos y su pezones rectos y duros. Seguimos así un buen rato , aprovechando de vez en cuando para besarle cada pezón . Juan se acercaba , le besaba

y lamía un pecho y a la vez, yo lo hacía con el otro. Su coño estaba totalmente húmedo y ella tenía ganas de ser follada, pero aún teníamos que jugar

mucho más. Ella, empezó a tocarnos la polla a ambos por encima del pantalón tanto que nos apresuramos en quedarnos desnudos delante de ella. Nuestro amigo se sentó en un sillón, yo en otro y le dije que jugáramos a amo y sumisa, a lo que ella aceptó. Nuestro amigo, la acercó hacia él y le metió toda su polla en la boca y ella la lamía gustosamente por todos sus recovecos. Con los labios, subía y bajaba

alrededor del glande y con la lengua la recorría de arriba a abajo. En un momento dado, ella quiso hablar y él como buen amo le ordenó dirigiendo su cabeza hacia su polla que siguiera lamiendo, ella sin decir palabra siguió lamiendo por un buen rato mientras yo observaba lo que ocurría. Nuestro amigo disfrutaba y ella también, solo con verlo disfrutar. Durante ese tiempo, yo me entretuve en toquetear su coño, abriéndole los labios y pasando los dedos por su abertura y de vez en cuando la penetraba con uno o dos dedos, ella movía su culito pidiendo algo más. Pasado un tiempo, nuestro amigo, le ordenó que se dirigiera a mi polla y ella, así lo hizo sin decir nada, empezó a lamerla . Con mi polla en su boca , subía y bajaba ,la recorría en toda su extensión, lamiendo el glande, enroscando su lengua alrededor de él, haciendo que mi polla estuviera tan recta que hasta me dolía de placer. Nuestro amigo, mientras ella estaba arrodillada delante de mi comiéndome la polla, sacó unas esposas con tela alrededor y le ató las manos a la espalda. Ella seguía lamiéndome la polla, pero esta vez no tenía donde apoyarse. 

Así que procedimos a subirla al sillón, la pusimos de rodilla y nuestro amigo la penetró con cierta brusquedad, ella que estaba muy húmeda , dio un pequeño respingo pero luego empezó a moverse al compas que la polla de Juan entraba y salía de su coño con cierto ímpetu. Ella estaba jadeando de placer , su cuerpo se movía hacia detrás y hacia delante, para acompasarse con el movimiento que describía la polla. Apoyaba su cabeza sobre el respaldo del sillón, mientras levantaba su culito, para que la polla le entrara hasta el fondo y así poder sentirla en su máximo placer. Le gustaba mucho tener a nuestro amigo dentro de ella, en varias ocasiones me lo había confesado y yo disfrutaba viéndola a ella recibiendo su polla Al poco, un gritito sordo y una serie de espasmos nos indicaron que se había corrido y que seguía teniendo orgasmos con cada entrada de la polla en su coño. Minutos más tardes, nos dijo que parasemos que quería descansar. Así lo hicimos y le quitamos las esposas. Aún quedaba mucha tarde para seguir jugando. Tomamos unas copas, charlamos un poco, sentados los tres desnudos en la cama de matrimonio, mientras ella, aún algo cansada pero muy húmeda, nos tocaba con suavidad a los dos, entre sorbo y sorbo de las copas que ambos tomábamos. Así, estuvimos minutos y mientras ella nos tocaba, nosotros nos encargábamos de abrir su vulva y de introducirle un dedo o dos en su pequeño orificio que volvía a pedir guerra. 

Juan se levantó , la acostó en la cama , le abrió las piernas y empezó a comerle el coño de tal forma que ella se movía, gesticulaba e intentaba levantar su culo y nosotros se lo impedíamos. Nuestro amigo le lamía los labios de su coñito y con la lengua jugaba con su clítoris , una y otra vez y mientras, yo volvía a acercar mi polla a su boca, que ella mamaba con gran interés. Tuvo así un orgasmo, pero no quisimos que descansara, por lo que sustituí a Juan en lamerle el coño y así varias veces, de forma que conseguimos que tuviera múltiples orgasmos, uno tras otro hasta que ella misma dijo que parasemos. La dejamos que descansara un minuto y seguidamente , de nuevo acostada ,le pusimos un cojín debajo de su cintura, de forma que su culo se levantara un poco y su coño estuviera más expuesto a nuestra vista y por tanto a ser más fácilmente penetrada. Me puse a nivel de su cabeza , le tome sus tobillos y le levante las piernas y se las abrí, de forma que le facilitaba a Juan la penetración, cosa que hizo con mucho gusto. Esta vez ella pedía ser follada, lo quería ,deseaba tener de nuevo la polla de su amigo dentro. Se movía acompasadamente siguiendo como si se tratara de un baile, los movimientos de Juan. El penetraba varias veces casi fuera y una o dos veces lo hacía en todo su interior. 

Y así estuvo durante un buen rato hasta que viendo, que ella estaba super excitada , redobló el movimiento de su penetración ,tanto que sus testículos hacían ruido al chocar contra ella, así, siguiendo este ritmo y sin poder aguantar más, ella se tensó, dobló su cintura y tuvo un orgasmo bestial seguido de pequeños temblores de placer ,mientras que nuestro amigo, se corría en su interior llenándola totalmente. Ambos se quedaron unidos, descansando uno encima del otro . Un día más habíamos jugado y disfrutado juntos. Pasado un rato, nos despedimos de nuestro amigo, pensando en la próxima vez que íbamos a jugar con él.