miércoles, 28 de febrero de 2018

Cartas de amor


Mi amor, te echo mucho de menos ya van muchos días sin verte, sabes te quería contar un pequeño sueño que tuve contigo mi amor, fue tan bueno que casi lo sentí real, te cuento:

Soñé que estabas sentada frente a tu computador, vestida con tu camisa de dormir, entonces entraba yo y nos saludábamos con un apretado, largo y lindo beso, así seguíamos besándonos, entonces yo te tomaba por la cintura haciendo un lado lo que estaba sobre el escritorio te ponía sobre él, sentada frente a la silla, yo siempre tomado de tus caderas seguía besándote mientras me sentaba en esa silla donde tú siempre estás cuando estamos juntitos.

Yo acerqué la silla a ti, mientras tú abrías tus piernas poniendo una a cada lado de mi cuerpo. Con mis manos comencé a acariciar tus piernas, mientras iba subiendo tu camisola acerqué mis labios a tus piernas y di un beso en cada rodilla, luego fui metiendo mis manos más arriba hasta que logré ver tus calzones, eran blancos de algodón tipo bikini los que a mí me gustan mucho, eso y la sensación de calidez y suavidad que sentía al acariciarte y besarte las piernas me excitaron cada vez más. La verdad es que con sólo tocar tus labios con los míos fue suficiente para lograr sentir esas cositas tan ricas que sentimos cuando estamos juntos, mi pe?e ya estaba creciendo.

Y la verdad es que lo estoy sintiendo ahora mientras te escribo porque me acuerdo de ello, entonces seguí besando tus piernas ahora iba trepando por ellas, tu camisa de dormir ya estaba hasta tu cintura, tenía a la vista todas tus piernas y los calzones en los que se marcaba tu sexo, seguí besándote las piernas ahora ya iba por los muslos por la parte interna de ellos, tenía mi cara entre tus piernas, y tú las habías abierto más aún, era una vista de ti maravillosa sentada sobre el escritorio. Hasta que llegué a tu entrepierna sintiendo ese maravilloso olor a tu excitación, puse mis labios en tu calzón sobre tu vagi?a, estaban húmedos, calientes te di un beso hundiéndome en tus labios vagina?es, mientras mi nariz rozaba tu clíto?is, tú reaccionaste apretándome con tus piernas y tus manos sobre mi cabeza y lanzando un calido gemido, yo ya estaba muy caliente por lo que tuve que acariciar mi pe?e sobre el pantalón.

Me puse de pie y tú comenzaste a desabrochar y sacar mi camisa, mientras yo desabrochaba mi pantalón, sacamos mi camisa y me besaste en el pecho, luego seguí con mi pantalón lo bajé y saqué completamente quedé en calzoncillos y mi pe?e estaba muy erecto sobresalía por sobre el elástico del calzoncillo, tomé éstos últimos y los saqué quedando todo mi duro pe?e a tu vista, me miraste, suspiraste y gemiste de maravillas mientras pasabas tu mano por sobre tu vagi?a, entonces me volví a sentar y me fui a tu entrepierna besándote con más calor, tomé tus calzoncitos por los costados y los tiré hacia abajo sacándolos completamente, los tomé y los llevé hasta mi nariz y mi boca poniendo la parte que cubría tu vagina sobre mi boca pasé la lengua sobre ellos ¡¡¡haaaaaa!!!, sentí el olor y ese sabor maravilloso, mi pe?e daba respingos, palpitaba por ti, lo mismo pude ver en tu clíto?is, estabas muy caliente querías sentirme sobre tu vagi?a, así que me fui lamiendo tus piernas hasta llegar con mi lengua y mis labios a sentir los de tu sexo, besé tu clíto?is ¡mmmmm! Qué delicia empecé a pasar mi lengua haciendo círculos sobre él, palpitaba estabas muy excitada, metí mi lengua entre tus labios y fui recorriendo toda tu vagini?a, qué hermosa y caliente que estaba, seguí lamiéndote por un rato, luego llegaba hasta tu ano, metía la puntita de la lengua en tu cu?o, regresaba a tu vagi?a y metía bien adentro mi lengua sacando y saboreando los líquidos de tu hermosa vagi?a.

Ya no aguantaba más, mi pe?e estaba muy parado y duro con el glande bien rojo y mojado con liquido preseminal, lo tomé con mis manos y me acerqué a ti hice rozar mi glande a lo largo de toda tu vagi?a, especialmente apretando en tu clíto?is, ah qué placer me hacías sentir haciéndote eso mi amor, es que te amo tanto, luego te tomé de la espalda y tu culi?o y te acerqué a mí abrazándonos y besándonos fuertemente y haciendo rozar nuestros sexos, tú bajaste una mano y tomaste mi pe?e acomodándolo en tu vagi?a para que te penetre, entonces mi glande quedo ahí rodeado de tus labios sintiendo la humedad y el calor de ti y comencé a empujar metiéndote mi pe?e despacio y muy sabroso, ¡ha! Qué cosa más deliciosa, mi pene se iba metiendo dentro de ti, hasta que de un solo empujón te lo terminé de meter todo, quedó todo mi pe?e dentro de tu vagi?a, mis testícu?os pegados a tu nalgas.

Así comenzamos a movernos, metiendo y sacando mi pe?e de tu vagi?a, ¡haaaa! Adentro y afuera, tú te movías me tomabas de mi espalda de mi cu?o, seguimos así por un buen rato hasta que comenzamos a sentir los estertores de nuestro maravilloso orgasmo, ¡¡¡haaa!!! ¡¡¡haaa!! ¡¡¡haaa!!!, ¡mmmmm! Qué delicia, venían esas cosquillas esas sensaciones fuertes y placenteras que nos estremecían enteros, ¡uff! ¡Haaa! Muy rico amor, ¡hooooo! Nos susurrábamos cosas calientes al oído con nuestra respiración muy agitada, amor tanto que te quiero, cómo me haces falta, fue un orgasmo intenso fuerte, llené toda tu vagi?a con mi sem¿n, nos quedamos así, unidos por nuestros sexos, por un buen rato disfrutando de nuestro calor de la suavidad de nuestra piel. Después como siempre regaloneamos el uno con el otro, nos dimos besitos y cariñitos, nanais tiernos.

Fue un muy, pero muy lindo y cálido sueño, me gusta tanto disfrutar contigo mi amor, que me haces sentir estas cosas, espero a ti te pase lo mismo, amor juntémonos hoy te quiero tener, voy a estar en todas partes esperándote, sólo buscame ¿Ya?. Te quiero mucho Besitos

Hola mi amor, anoche me quedé dormido, o más bien dicho antes de quedarme dormido, estuve pensando en ti, como tú me lo dijiste y te hice el amor en mi mente y lo hacía sentir acariciándome, cosa que me resulta muy rico.

Lo que pensaba mientras lo hacía era que estábamos en una habitación con un gran ventanal con vista a un jardín, entonces yo estaba sentado frente a ti, tú estabas de pie y te acercabas a mí despacio mirándome, te parabas justo enfrente de mí, entonces yo te abrazaba por la cintura y ponía mi cara sobre tu estomago, estábamos vestidos, luego yo empezaba a sacar tu blusa, besaba tu ombliguito, tu ayudabas desabrochando tu sujetador que luego caía al suelo dejando tus senos desnudos frente a mi cara, yo los empezaba a besar les pasaba mi lengua por alrededor de tus paraditos pezones, mi pe?e reaccionaba y ya estaba bastante duro bajo del pantalón, luego mordisqueaba uno y luego pasaba al otro pezón, te acariciaba tus teti?as con mis manos las apretaba delicadamente, mientras tú reaccionabas tomándome de la cabeza y dando unos lindos y suaves gemidos, tu respiración comenzaba a agitarse. Luego bajé mis manos abrazándote y acariciando tu cu?o, llegué con mis manos hasta tu parte delantera y comencé a desabrochar tu pantalón, saqué el botón luego bajé el cierre y tomé tu pantalón por los lados y comencé a sacarlo, ahora sólo estabas en tus colaless, tu pubis estaba justo frente a mí, yo estaba muy excitado, cada cierto rato llevaba mi mano a mi entrepierna para acariciar y darle un apretón a mi pe?e que estaba ya muy duro por ti amor, luego metí mi mano entre tus piernas acariciando tu vagi?a por sobre la tela del calzón, al tocarte lo sentí húmedo, tu respiración se aceleraba cada vez más, todo eso hizo que unas intensas cosquillas recorrieran desde mi estomago hasta la punta de mi pe?e.

Luego tú comenzaste a desabrochar mi camisa y la sacamos entre los dos, luego saqué mi pantalón y mis calzoncillos quedando desnudo y con mi pe?e bien parado, tus ojos se clavaron en mi erección, querías sentirla entre tus manos, yo me volví a sentar enfrente de ti y te tomé por tu cu?o metiendo mis manos entre tus nalgas y recorriéndolas hasta llegar al borde de tu vagi?a, ¡¡¡huuu!!! Qué rico se sentía estaba mojada, caliente, sonrosada por tu excitación, comencé a besar tu pubis todo el sector depilado de tus bellos y fui bajando, luego llegué al borde de tu vagi?a, donde nacen tus labios y tu clíto?is, ya podía sentir ese olor y calor maravilloso de tu cuerpo, ¡¡¡ haaaaa!!! Realmente estábamos muy excitados, muy calientes.

Después comencé a apretarte contra mí, mientras tú me tomabas de mi cabeza apretándome contra tu pelvis, comencé a besar tu vagi?a, a rodear tu clíto?is con mis labios y a pasar mi lengua alrededor y a lo largo de él, tu gemías y dabas grititos de placer mientras yo te chupaba tu caliente sexo, ¡¡¡mmmm!!! Qué delicia era hacértelo amor. Mientras te metía mis manos entre tus nalgas y apretaba tu culo, tu clíto?is palpitaba, comencé a meter mi lengua entre los labios de tu vagi?a y te recorría de atrás hacia delante.

Tú abrías tus piernas y yo metía más mi cara entre ellas, comencé ha hacerte el amor con mi lengua, la metía y la sacaba de tu vagi?a, yo estaba muy caliente con todo esto así que con una mano también tomaba mi duro pe?e y me masturbaba al ritmo que metía mi lengua dentro de ti, mi glande estaba todo mojado con el liquido preseminal que salía por su punta, sacaba parte de ese liquido con mis dedos y lo pasaba por tu vagi?a y luego te los acercaba a tu boca, tú me chupabas los dedos con mucha pasión.

Cada vez que metía mi lengua dentro de tu vagi?a te acercabas más y más a tu orgasmo, ya lo podía sentir en ti, tu respiración y tus gemidos así me lo indicaban, además, tenías tu vagi?a muy mojada, yo te chupaba y tomaba tus jugos tan calientes y deliciosos, de repente empiezo a sentir tus jadeos más fuertes y cómo empiezas a apretarme con tus piernas, estabas iniciando un orgasmo fuerte e intenso, disfrutabas como nunca, sentía cómo dabas saltos con cada contracción, a todo esto yo movía la piel de mi pe?e de arriba abajo tapando y destapando mi glande y como sentí cómo te llegaba tu orgasmo el mío se dejó sentir junto al tuyo, tiré de la piel hacia atrás y saltó un fuerte y exquisito chorro de mi espeso sem¿n que fue a mojar toda tu vagi?a, tu metías tus manos y restregabas el semen por todo tu pubis y vagi?a, ¡¡¡haaaa!!! Qué delicia sentíamos los dos sintiendo nuestros orgasmos, a cada bajada de mis manos por mi pe?e seguían saliendo chorros de sem¿n tú te agachaste y lamiste mi glande con tu lengua sacando los restos de sem¿n y terminado de masturbarme con tu boquita, qué delicia, mientras con tu mano la metías entre tus piernas metiendo tus deditos dentro de tu vagi?a terminando de masturbarte como yo lo hacía, disfrutamos como nunca o mejor dicho como siempre, fue maravilloso, luego nos recostamos y quedamos abrasaditos regaloneando el uno del otro, hasta un ratito más en que empezamos de nuevo con mutuas caricias, pero esto lo dejaremos para otra carta.

Espero te haya gustado mi sueño despierto contigo, en esto pensaba mientras me masturbaba, lo pasé muy bien con tigo anoche amor, espero disfrutes leyendo esto, y ojalá te excites pensando en mí.

Te quiero mucho y te deseo igual Tu príncipe Besitos besitos.


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Fantasía en la sauna



Les voy a contar una de mis mejores historias. Me encantaría intercambiar anécdotas de este y otro tipo entre nosotras.

Les voy a contar una historia que me pasó hace menos de un año que es el día de hoy que me acuerdo y me mojo toda. Fue tanto el placer y no la pude repetir nunca, increíblemente.

En un cumpleaños de una conocida de la facu, a medida que nos fuimos quedando pocos la conversación se hizo más caliente y cada uno empezó a contar, típico, su fantasía sexual. En ese lugar no sabían de mis inclinaciones y conté una fantasía que tenía pero le cambié el sexo de mi "acompañante". Les dije que me encantaría que un hombre me haga unos buenos masajes, profesionales, y que después una vez, relajada, me chupe la concha hasta hacerme acabar. Cómo verán, nada del otro mundo, pero era lo que se me ocurrió en ese momento. Uno de los chicos que estaba en la fiesta, me llevó a mi casa en su coche y me dijo que le encantaría ser ese masajista profesional, porque él también había tenido esa fantasía, con una mujer, la cumplía muy a menudo, y tenía conciencia lo hermoso que es.

Cómo la mano venía pesada, no tuve otro remedio que decirle que a mí me gustaban las mujeres y que en realidad, mi fantasía era con "una" masajista profesional. Para mi sorpresa, me dijo que el conocía un lugar dónde se podía hacer realidad lo que yo deseaba.

Me contó que su fantasía personal se le hizo realidad, una vez que fue a una "sauna" de lujo, donde atienden masajistas profesionales que después de un excelente masaje le chupan la pija hasta acabar todo. Cómo él iba seguido a ese lugar, que era para hombres, se iba a tirar el lance si yo podía disfrutar del servicio. Yo no sabía qué hacer, dudé mucho, pero al final quedamos en encontrarnos al día siguiente para ir a ese lugar.

Cuándo llegamos nos atendió una morocha que realmente era muy linda y muy simpática. Lo trató a mi amigo con mucha confianza y extrañada porque había ido con una mujer. Él le hizo el verso que era compañera de oficina que estaba muy estresada y que seguramente no iba a haber problema con que alguna de las chicas me haga un masaje. Él le pidió que me atienda Angie. Entré sola a un dormitorio privado que aparte de tener unos sillones muy cómodos, tenía una camilla en el medio. Me bañé, y sin saber cómo seguía la cosa, me puse una bata que había ahí y me senté a esperar. Pasaron dos ó tres minutos y entró Angie. Estaba también con una bata muy cortita, se notaba que no llevaba nada abajo. Si bien era muy menudita, estaba muy bien de cuerpo, y ese físico chiquito le hacía sobresalir unos pechos voluptuosos que se notaban detrás de su bata.

Me pidió que me saque la bata y me acueste boca abajo en la camilla. Me preguntó si me gustaba fuerte ó despacio. Yo le dije normal y empezó. Empezó a masajearme la planta de los pies. Primero tomo una y le dedicó unos cinco minutos. Me apretaba fuerte el talón con sus dedos, me acariciaba la planta y cada uno de los deditos con una suavidad asombrosa. Se dedicó muy especialmente a mis dedos, sorprendiéndome lo hermoso y placentero que era.

Siguió con mis piernas, masajeándome una por vez. Primero la parte de abajo, como veo que le hacen a los deportistas en las pantorrillas. De más está decirte que sus manos eran muy suaves y era una experta en lo que hacía. Siguió subiendo por mis piernas, me masajeaba con una mano cada una de ellas, y a medida que se iba acercando a mi cola lo iba haciendo cada vez más suave. Si bien yo ya estaba excitada, cuándo rozó mi cola por primera vez supe que lo que iba a vivir era fabuloso. Comenzó a acariciarme las nalgas con cierta presión, pero de vez en cuándo dejaba escapar un dedo por la raya que me hacía estremecer. Cómo veía que me gustaba, lo empezó a hacer más frecuentemente hasta que lo único que hacía era pasarme su índice por la raya, cada vez más abierta. No te imaginás lo que me excitaba. Le pedí que me abra más y me meta el dedo en la cola porque estaba por acabar y la muy güacha me dijo, " ah, entonces esperamos un ratito" y comenzó a hacerme masajes en la cintura. "Te prometo que después vuelvo", dijo antes de empezar a pasarme la mano por la espalda.

Me hizo masajes en la espalda como una verdadera profesional. Tan bien los hizo que logró relajarme a pesar de la calentura que tenía. Realmente estuvieron muy buenos y muy descontracturantes los masajes que me hizo en los hombros. Con mucha fuerza, puesta en el lugar justo, me deshizo muchos nudos que yo tenía sin provocarme ningún dolor. En un momento, cuándo estaba terminando en los hombros me susurró si quería que se saqué la bata. Recordando esos pechos voluptuosos, obviamente le dije que sí, y ella me dijo: " ahora vas a ver lo que es bueno".

Yo seguía boca abajo, por lo que no la podía ver, pero grande fue mi sorpresa cuando empecé a sentir en mi espalda, el roce de unos pechos inmensos. No dejó punto de mi espalda sin tocar con esos pechos espectaculares. Te imaginás el sólo contacto me estremecía toda. A medida que iba llegando a mi cintura sus pezones se pusieron duros y sentirlos fue como un orgasmo. Cerrá los ojos y pensá lo que es sentir un buen par de pechos, con pezones muy duros recorriéndote toda la espalda. Salteó la cola, y continuó pasándome los pechos por mi pierna. Esas tetas tenían vida propia. Cada roce era estremecerme toda. Sentía que iba a acabar en cualquier momento. Cuando apoyó los pechos en mi cola, le pedí que pare, que no aguantaba más. La güacha se subió a la camilla, apoyó sus te?as en mi cola y las empezó a refregar de manera tal que mi concha se pegaba cada vez más a la camilla. Yo me refregaba contra la camilla porque ya no aguantaba más y quería acabar. De repente paró y me pidió que no acabe que me tenía reservada una sorpresa. Yo apenas si me pude contener. Tomó una de sus te?as y me pasó el pezón por la raya del cu?o. Creí que me moría, cuando con la otra mano me abrió la cola y sentí su pezón en mi agujero. Por favor, qué placer, dios mío. Su pezón estaba reduro, y era como un dedo dentro de mi agujerito. No aguanté más y me deshice en una acabada que nunca había tenido. Un pezón en mi cola, qué divino. Fue una acabada increíble, por favor. Ni siquiera me acordaba de su cara, pero lo que me había hecho boca abajo me hizo más que cumplir mi fantasía.

Después de descansar dos ó tres minutos, me pidió que me dé vuelta que iba a empezar con los masajes boca arriba. Lo primero que hizo fue levantar una de mis piernas y chuparme el pie. Qué divino, increíble. Chupó cada uno de mis dedos con una maestría inolvidable, pasando la lengua entre los dedos, increíble. ¿Nunca les chuparon los dedos del pie? Es increíble cómo me calienta eso.

Siguió dandome besitos en las piernas, iba subiendo muy dulcemente. Todo era como yo lo había soñado. Cuándo llegó a mi concha, que ya estaba por estallar de vuelta, pasó de largo y me empezó a pasar la lengua por mi pancita, su lengua era dulce y dura a la vez. A cada paso me estremecía más. Subió con su lengua a mis pechos, que ya me dolían de tanto placer. Primero los masajeó un buen rato, sin tocarme los pezones que estaban por explotar. Cuando puso su boca en uno de ellos sentí que iba a acabar por primera vez en mi vida sin contacto en la concha, qué placer, por favor. Me lamió y mamó con una pasión increíble. Luego su lengua bajó por todo mi cuerpo hasta mis vellos y su lengua que no era tímida para nada empezó a buscar mi clíto?is. Su lengua no paraba de lamerme y meterse en mi conchita. Me veía venir un orgasmo increíble y así fue, qué placer, por favor, fue un orgasmo interminable porque con sus manos me apretaba los pezones y el placer no se terminaba nunca.

Cuando terminé de acabar le pedí que se acueste ella para poder satisfacerla yo pero se negó porque no sabía si le iba a gustar, pobre se ve que nunca le había chupado la concha una mujer, yo insistí pero quedamos en que otra vuelta volvía y ella se entregaba toda a mí.

Lamentablemente, cuando volví una semana más tarde, Angie ya no trabajaba más , ahí y nunca la volví a ver.

Fue la unica vez en la vida que pagué por sexo, bah, en realidad pagó mi amigo y nunca me lo voy a olvidar.


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Deseo



Mi nombre es Miriam, estoy casada con Alberto desde hace 10 años, tenemos dos niños y aunque tal vez al leer este relato alguien lo dude, pero amo a mi esposo más que a nadie.

Él ha sido el único hombre en mi vida; aunque antes que él, tuve muchos novios. Con ellos no pasaron las cosas de besos apasionados y una que otra caricia íntima de ellos. De hecho sólo recuerdo que un exnovio, me tomó la mano y la puso sobre su pantalón y sentí su miembro erecto, pero solamente lo froté un poco y sentí su rigidez, pero la retiré al poco rato. Ese es el único otro miembro masculino que he sentido en mis manos y fue sobre la ropa. Nuestra actividad sexual siempre ha sido muy apasionada a pesar del tiempo y siempre he tratado de complacerlo, manteniéndome bien físicamente. Me compro algunos aparatos de gimnasio y los uso casi a diario.

Tenemos unos compadres que frecuentamos dos o tres veces al mes. Salimos con ellos a cenar y después nos vamos a casa de ellos o a la nuestra a tomar algunas copas y conversar. Hace unos meses, después de que nuestros compadres se marcharon, Alberto me dijo; -"¿Viste cómo me enseñó las piernas la comadre?" -"No". Le contesté yo. -"Sí, creo que se molestó, porque vio cómo se las estabas enseñando al compadre". La verdad no sé por qué me dijo eso, porque yo no vi, ni hice lo que me decía Alberto. -" La próxima vez, te pones una falda más corta y le enseñas más, para ver qué sucede". Yo no sabía si Alberto hablaba en serio. Siempre ha sido muy celoso, pero su comentario no me dejó dormir. Pensaba en lo excitante que podría ser, pero al mismo tiempo, no sabía si Alberto me lo decía para ver si podía confiar en mí. La verdad nunca me llamó la atención mi compadre, aunque no está mal. Siempre nos hemos respetado. En fin, la siguiente vez que me dijo Alberto que saldríamos con los compadres, que me arreglara muy guapa, le dije que claro, que lo haría como siempre.

Ese día me puse una minifalda de mezclilla muy corta, con una blusa delgadita, sin brasier y unos tacones altos. Cuando me vio Alberto, no dijo nada. A Alberto le gusta mucho el fútbol y ese día jugaba su equipo favorito, por lo cual dejó grabando el partido para verlo regresando. Cuando llegaron los compadres a recogernos, yo salí primero y mi compadre se bajó del carro para saludarme y cuando me vio me dijo; - "Que bárbara comadre, qué bien te ves". Yo le di las gracias y me subí a su carro en el asiento de atrás y al sentarme, obviamente se me subió la falda, que de por sí estaba muy corta. En ese momento vi cómo no dejaba de verme las piernas. Nos fuimos a cenar y todo normal, la plática y las copas, como siempre. Aún no sé si intencionalmente, pero ese día Alberto estaba tomando más rápido que los demás. El caso es que al terminar de cenar, Alberto se veía un poco tomado. Al llegar a casa, Alberto subió primero las escaleras, enseguida, mi comadre y yo, y mi compadre, atrás de nosotras. Supongo que la vista debió ser muy buena para él. Entramos al departamento y Alberto nos sirvió tragos a todos y por supuesto también para él. Después fue al cuarto de nosotros y sacó el video del partido y lo puso en la videocasetera de la sala. Yo le dije que tal vez no sería muy buena idea, ya que a mi compadre no le gusta el fútbol. Él me dijo que quería verlo y que además a la comadre si le gustaba. Se puso a verlo y a comentar las jugadas con la comadre, que se sentó frente a él y con el televisor a la derecha de Alberto, a la izquierda de mi comadre. Yo quedé a un lado de Alberto, frente a mi compadre. Estaba nerviosa con la situación, pero después de un par de tragos más, me relajé y empecé con mi juego. Como ellos estaban muy entretenidos con el juego, yo de vez en cuando abría un poco las piernas dejando ver mi entrepierna y cruzaba las piernas y veía como mi compadre se desconcentraba de nuestra plática. Así estuvimos un buen rato, hasta que me terminé mi trago y mi compadre se ofreció a servirme el siguiente. Se levantó y me dijo que ya no había hielo. Le dije que le traería más de la cocina. Él me dijo que me acompañaba. Entonces sí me entraron los nervios. Me puse en cuclillas para sacar el hielo del refrigerador, con las piernas abiertas. Mi compadre al ver me dijo:- "Qué bonitas piernas tienes comadre". Yo sólo le sonreí. Puse el hielo en la mesa para meterlo en la hielera y él se acomodó detrás de mí y me dijo al oído; - "Déjame ayudarte". Tomé la hielera con mis dos manos y él tomó la bolsa de hielo y lo empezó a vaciar en la hielera. Se pegó a mi trasero y sentí cómo me frotaba. No quería que dejara de salir hielo, pero tenía un gran temor que entrara alguno de nuestros cónyuges. Solamente le dije; - "Compadre, esto no está bien". - "Comadre no me dejes así, tú tienes la culpa". Le di la hielera y lo besé suavemente en la mejilla. Le dije que sólo era un juego y me salí de cocina. La reunión siguió normal, ellos viendo el fútbol y nosotros con nuestra plática. Nos despedimos y mi compadre me besó cerca de la boca. Cuando se fueron vi unas llaves que no conocía y le pregunté a Alberto si eran suyas y me dijo que no, que tal vez eran de ellos. Sobre lo sucedido no comentó nada, supongo que por su estado, ni se enteró de nada. Al poco rato, sonó el teléfono, contestó Alberto. - "Era mi compadre, que son de él las llaves, que mañana en la mañana, viene a recogerlas." - "Ok". Le contesté.

Toda la noche estuve pensando, cómo lo recibiría. Y decidí, que después de que Alberto se fuera a llevar a los niños al colegio, me bañaría y me pondría ropa de hacer ejercicio. Y así lo hice. Me puse una tanga de hilo dental y un juego de lycras muy sexy, sin brasier. Mientras terminaba de secarme el cabello, sonó el timbre. Por el videoportero vi que era él. Le abrí la puerta y le dije; - "Pasa compadre". Cuando subió le dije que si quería pasar a tomar un café y obviamente me dijo que sí. Solamente con eso mis pezones se empezaron a endurecer. En ese momento me di cuenta que ya no había retorno. Pasamos a la cocina y encendí la cafetera, él se me acercó por detrás y me tomó de la cintura, me dijo al oído: "comadre esto es demasiado." Me sujetó fuerte y me besó en el cuello. Yo levanté mis brazos y le tomé la cabeza. Al ver que estaba dispuesta, dejó de apretarme y fue deslizando sus manos por mi abdomen hasta mis pechos, que estaban duros por la excitación. -"Comadre, qué buena estas". Le pedí que no hablara, porque si lo hacía, tal vez me arrepentiría. Frotó con cierta fuerza mis senos, como para ver qué tan firmes estaban y me acercó su miembro a mi trasero. Sentí una gran excitación, al darme cuenta que estaba como piedra. Ya quería sentirlo en mis manos, en mi boca y en mi vagi?a, que ya estaba húmeda. Me di vuelta y lo besé en la boca con una pasión que era nueva para mí. Él volvió a acariciar mi pecho con una mano y con la otra tocaba mi trasero. Yo, que no aguantaba las ganas de conocer un miembro diferente, acaricié desde abajo del tiro de su pantalón, hasta el cinturón y sentí cómo se aceleró mi corazón al darme cuenta que lo tenía muy grande. Repetí el movimiento varias veces, y no pude aguantar y yo misma le empecé a desabrochar el cinturón y el pantalón. Mentiría si les dijera qué me hacía mi compadre mientras tanto, porque yo estaba concentrada en su miembro. Cuando cayeron sus pantalones, pude ver que su miembro salía por arriba del resorte de su truza. Me agaché y le bajé rápidamente la truza y de allí salió su miembro que casi me pega en la cara. Me hinqué y lo tomé con mis manos, lo acaricié, lo observé, sentí su textura suave y acerqué mi boca. Lo besé suavemente con mis labios. después saqué mi lengua y recorrí toda su cabeza. Escuchaba cómo estaba disfrutando mi compadre. Después lo metí en mi boca, lo que cabía y lo chupaba, mientras lo acariciaba con mis dos manos. Alberto, que sí ha tenido más experiencia, me dice que lo hago muy bien. Y no creo que exagere, porque mi compadre estaba como loco. Así estuve como cinco minutos, hasta que mi compadre me pidió que parara, porque si no terminaría y yo no quería que terminara; yo quería sentirlo dentro de mí. Me levanté y lo tomé de la mano, para llevarlo a mi habitación. Me quitó las lycras, dejándome totalmente desnuda. Me acosté en la cama bocarriba. Él me acaricio las piernas. Me besó desde la punta de mis pies. Mientras él me besaba, yo le acariciaba su hermoso pe?e. Fue subiendo, hasta llegar a mi vagi?a, al tiempo que me acercaba su pene a mi boca. Tiene una lengua enorme que hizo que me estremeciera. Después le pedí que se recostara. Me acomodé sobre él. Tomé su miembro con mi mano y lo puse en la entrada de mi vagi?a. Me fui bajando para sentir cómo entraba poco a poco. Sentí cómo se llenaba toda mi vagi?a de esa carne dura. Cuando me sentí llena, comencé a subir y bajar, primero lentamente y cada vez más rápido. Él me tomó de la cadera y me empujaba, para que entrara más. Sentía cómo tocaba su pe?e el fondo de mis entrañas.

De repente su cara me dijo que estaba por terminar y sentí como su semen se derramaba dentro de mí, lo que provocó que yo tuviera el orgasmo más increíble y prolongado de mi vida. Me recosté sobre él y me quedé descansando en su pecho. Él hablaba, pero yo no estaba ahí, sólo pensaba en la experiencia increíble que acababa de vivir. Cuando me relajé empezaron a llegar a mí los remordimientos lógicos de la situación. Le pedí que se fuera, le dije que nunca olvidaría la experiencia que me había hecho sentir. Que amaba a Alberto pero que los deseos de probar algo diferente, eran más grandes lo que yo podía controlar. Nos despedimos como siempre con un beso en la mejilla. Por la noche lo hice con Alberto y fue muy excitante, porque me sentí más mujer, más experimentada, más en el nivel de él. No sé si algún día probaré de nuevo con alguien, pero como dije en un principio, amo a mi esposo. Por el momento me siento bien con él y conmigo misma.

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Una experiencia singular



Me llamo Carola y soy boliviana. Hace unas semanas mi marido, José y yo descubrimos este sitio en forma casual y después de haber disfrutado leyendo las interesantes aventuras de diferentes parejas e individuos, es que me animo a contarles una experiencia que tuvimos hace muchísimos años....es decir cuando aún éramos jóvenes.

José y yo nos casamos muy jóvenes. Yo no había conocido ningún otro hombre excepto él. Eran los tiempos cuando las mujeres no se iban a la cama con la facilidad que lo hacen ahora. Yo era una muchacha muy guapa, con una delantera que desviaba la mirada de muchos hombres y un atractivo trasero. No soy muy alta, pero en esa época era un poco delgada.

Nuestra vida íntima fue maravillosa. Como toda pareja recién casada, cogíamos como locos y disfrutábamos de la vida a todo dar. Practicábamos el sexo en todas sus formas y variaciones. Los hijos tardaron en llegar y esto nos permitió gozar del sexo bastante más que el común de las parejas.

En cierta oportunidad, cuando habían transcurrido unos siete años de matrimonio, una amiga mía, me sugirió que le gustaría mucho verme hacer el amor con mi pareja. Lo que no me dijo fue que ella estaba también interesada en participar, y como una tonta, acepté.

Habíamos quedado en que ella se escondería en nuestra recámara y observaría todo desde su escondite. Cuando llegó mi marido de la oficina, no me costó convencerlo de irnos al dormitorio de inmediato. Nos desnudamos y besamos, y luego empecé a mamársela con pasión y lujuria, suponiendo que mi amiga observaba todo. Grande fue mi sorpresa cuando, mientras mi esposo me lamía el clíto?is, ella, seguramente excitada por lo que veía, salió de su escondite y empezó a mamar la erecta verga de José. Cuando me di cuenta de lo que sucedía, ya era tarde, pues mi esposo, repuesto de la agradable sorpresa (para él), estaba a mil y deseoso de montarse a la hembra ajena, lo que en realidad sucedió.

Lógicamente que esta situación no fue de mi completo agrado, y si bien no corté la amistad con mi amiga, la misma se fue enfriando poco a poco. Pero con José la cosa fue diferente. Lo celaba por todo y por nada y cada vez que peleábamos yo le echaba en cara lo que había pasado, como si fuera su culpa, y así lo tenía siempre a la defensiva.

Con el tiempo él llegó a sugerirme que hiciéramos un nuevo trío, pero esta vez con un hombre, cualquier cosa, con tal de que dejara de joderlo. Sin embargo a mí la situación no me atraía. Yo gozaba, y gozo, de lo lindo con él. Yo lo amaba, y lo amo, y no concebía sexo sin amor.

Pasaron los meses y los años. Mientras no lo molestara con el tema de la amiga, nuestra relación era perfecta. Íbamos a fiestas, teníamos muchos amigos y la pasábamos bien.

Muchas veces, cuando hacíamos el amor, José me sugería incorporar un hombre a nuestra cama, - yo creo que lo hacía para que dejara de molestarlo con lo que pasó antes, - y la idea se fue haciendo más tentadora cada vez. Ambos nos excitábamos mucho y hacíamos el amor con pasión, pero la cosa no pasaba de ahí. Cuando la excitación se me pasaba, yo desechaba la idea por absurda.

Sin embargo muchas veces me ponía a pensar sobre el asunto. Cuando hicimos el infeliz trío con mi amiga, yo llegué a deducir que, lo que en realidad más me había molestado, no había sido tanto el hecho de que mi marido se montase a mi amiga, sino el hecho de haber quedado yo como una espectadora o una participante pasiva. José había tenido relaciones con ella, y no conmigo, y cuando terminó, no le quedaron energías para montarme y me dejó frustrada.

Si hiciéramos un trío con otro hombre, la cosa sería diferente pues yo sería la estrella de la película, y tendría dos machos a mi disposición y podría follar alternadamente con ellos sin parar. La idea no dejaba de ser tentadora, pero mi educación victoriana me la hacía rechazar inmediatamente. Sin embargo poco a poco la idea se volvía obsesiva y muchas veces me masturbaba pensando en la situación. Lo que si que no lograba imaginar era quién sería el tercero. Ya había descartado a todos los amigos de mi esposo por diferentes razones y la posibilidad de hacerlo con un extraño no me agradaba.

Sin embargo la ocasión se presentaría pronto. Nos habían invitado a una gran recepción que daban unos amigos nuestros para festejar el bautizo de su primogénito. Nos vestimos adecuadamente para la ocasión. Yo estaba radiante. Me había puesto un traje negro muy ceñido al cuerpo que resaltaba mis hermosos se?os. Mi cabellera abundante caía sobre mis hombros y me permitía resaltar mi sensualidad aún más. Mi esposo quedó satisfecho con mi atuendo y me dijo que estaba apetecedora y que después de la fiesta me gozaría como nunca.

Llegamos a la casa de nuestros anfitriones bastante puntuales. No había mucha gente, pero los invitados fueron llegando poco a poco. La cena fue fantástica. Nos sirvieron un buffet donde se podían degustar todo tipo de carnes y mariscos. Una magnífica orquesta empezó a amenizar la fiesta poco después. Era tiempo de bailar.

Daniel, un conocido nuestro, se había divorciado hace poco y era uno de los pocos hombres solos en la recepción. No lo conocíamos muy bien, pero noté que no dejaba de mirarme. Le pedí a José que fuera a buscarme una bebida, y apenas quedé sola, él se acercó y me invitó a bailar. Bailamos una pieza muy movida y posteriormente la orquesta empezó a tocar música suave.

Él no dejaba de observarme y noté que su vista no se movía de mi escote. Me fue apretando hacia él poco a poco y llegó un momento en que empecé a sentir un bulto entre mis piernas. Daniel estaba excitado. No quise seguir y le pedí que me llevara a mi mesa. Cuando llegamos, José le pidió que nos hiciera compañía.

Empezamos a bailar, charlar y contar chistes. Resultó ser un excelente bailarín y narrador muy ameno. Mi cabeza me empezó a dar vueltas y a pensar..."este es....él...ahora o nunca". Había decidido lanzarme a la piscina. Al fin se cumpliría aquello que tal vez siempre lo deseé y que nunca quise hacerlo. ¿Qué pensaría José?, ¿cómo se lo diría?, ¿y si sus sugerencias hubieran sido solo bravuconadas de macho herido?...

Cuando Daniel se levantó un instante para ir al baño, yo decidí encarar el problema con mi marido.

Amorcito,- le dije, - ¿¿¿realmente estás decidido a que hagamos un trío con otro hombre???, Bueno...me contestó, no sé....pero si tú nunca lo has querido hacer..

- Ahora quiero hacerlo, le contesté, ...con Daniel. Tal vez siempre lo quise hacer, pero mi subconsciente siempre lo rechazó. Por favor, hagámoslo, le rogué, y te juro que nunca más te molestaré con el asunto aquel con mi amiga.

- Como quieras, me respondió, pero con mucha discreción y cautela. No quiero que nuestros amigos se den cuenta de lo que pueda suceder.

- No temas, le contesté. Nos iremos a casa y allí, en la privacidad de nuestro hogar estaremos a salvo de miradas indiscretas y rumores enfermizos.

Cuando Daniel regresó, me encontró muy sonriente y locuaz. Le sugerí ir a casa a tomar unos tragos y seguir contando chistes, pues la fiesta ya estaba agonizando. Aceptó encantado.

En el trayecto a casa, me empezaron a asaltar dudas. No sabía cómo reaccionaría Daniel, ni cómo reaccionaría mi marido. Ni siquiera sabía cómo reaccionaría yo. Jamás había visto a otro hombre desnudo aparte de José y por supuesto jamás había hecho el amor con otro hombre.

Llegamos a casa y pasamos a la sala donde disfrutamos unos tragos que José preparó rápidamente. La amena charla continuaba y Daniel no parecía darse cuenta de mis intenciones, aunque no me bajaba la vista de encima.

Sin embargo, fue José el que dio el primer paso. Daniel, le dijo, ¿¿¿te interesaría compartir con nosotros algunos films pornos que tenemos???. Si ustedes lo quieren, no hay problema, contestó.

José fue a traer su proyectora, telón y los rollos de 8 mm que estaban de boga esa época. En unos minutos, que me parecieron horas, armó todo y empezó la proyección. Eran películas suecas, en blanco y negro, pero con actuaciones mucho más convincentes que las de los actuales videos norteamericanos en colores.

Mientras la película pasaba, yo era un manojo de nervios. Estaba sentada entre ambos hombres. Nuevamente José tomó la iniciativa. Estábamos tomados de las manos, y suavemente llevó la mía hacia su bragueta. Al poco rato empezó a sobarme las te?as por sobre el vestido. Daniel, mientras tanto, miraba el film y de reojo observaba lo que pasaba entre nosotros, pero sin animarse a nada.

Al terminar la película, Daniel nos preguntó, así de sopetón, si queríamos hacer un trío amoroso con él. A mí me dio un vuelco el corazón y de inmediato le dije que NO: Pero parece que mi negativa fue tan débil y poco convincente que él sonrío y mirándome a los ojos me dijo

- ¿Por qué no?.

Carola, continuó - si tu esposo está de acuerdo, esta noche te haremos la reina de la pasión y la lujuria. Sólo di que sí y te aseguro que no te arrepentirás. Miré a José, él me devolvió una mirada comprensiva que me decidió.

Bueno, dije. Empecemos a bailar y veremos qué pasa.

Daniel y yo empezamos a bailar y al poco rato, José me empezó a acariciar por detrás y a intentar desnudarme. Daniel me apretaba fuertemente y yo sentía su bulto en mi entrepierna como un fuego que me quemaba. Me quiso besar en la boca, pero lo rechacé. El beso es un mensaje de amor, y lo que yo sentía ese momento por Daniel, era lujuria. José me quitó el vestido y luego el brassiere. Daniel me pidió que le quitara la ropa lentamente mientras me devoraba los se?os y los pezones erectos con sus labios. Al poco rato, los tres nos encontrábamos desnudos en el medio de la sala. De inmediato pasamos al dormitorio.

Una vez allí, Daniel me empujó suavemente de espaldas sobre la cama y me regocijé mirando a los dos machos desnudos frente a mí, dispuesta a gozarlos toda la noche. Observé a Daniel, tenía unos pectorales cubiertos de vellos, brazos musculosos y una hermosa ver?a. Se hincó delante de mí, me abrió las piernas y metió su cabeza en mi intimidad. Mientras esto sucedía, José me acariciaba los senos y me introdujo su deliciosa ver?a en la boca. Desesperada, mientras se la mamaba a mi marido, empecé a buscar con mis manos la ver?a de Daniel. Él se dio cuenta de lo que yo quería y se colocó de forma que pudiera acceder a ella. Así, en ese instante me encontraba en el cielo, con dos pitos dispuestos a darme placer sin límites. Empecé a imaginarme lo que vendría después mientras tenía mi primer orgasmo, producto del manejo eficiente de esa lujuriosa lengua.

Luego, Daniel y José se echaron, lado a lado en la enorme cama matrimonial, y me pidieron que les mamara sus miembros mientras ellos recorrían mi cuerpo con sus manos. Yo empecé a chupar esas bellas ver?as alternadamente, a uno y a otro hasta que estuvieron a punto de venirse. Como yo no estaba dispuesta a que terminaran en mi boca, paré justo a tiempo.

Daniel me pidió que me pusiera de cuatro patas y, antes que me diera cuenta, me enterró su herramienta, por atrás, en mi lubricada vulva, de un tirón. Estaba sintiendo la verga de otro hombre dentro mío por primera vez en mi vida. Mientras esto sucedía, José se masturbaba y rociaba su leche en mi cara y pecho. Yo no sabía lo que me pasaba, los orgasmos se sucedían sin parar y yo gritaba y jadeaba como una per?a en celo. Poco después, descansamos un rato y vino el turno de José. Cambiamos posiciones y mientras mi marido me fornicaba yo gozaba la ver?a del otro macho en mi boca. Y lo hicimos así, alternadamente durante muchas horas. Que maravilloso era tener dos hombres; mientras el uno trabajaba, el otro se recuperaba para seguir complaciéndome.

Más tarde, y después de un merecido descanso, Daniel nos propuso una doble penetración; encajarme su falo por el ano, mientras mi marido lo haría por la vulva. Acepté, con un poco de miedo, pues ese asuntito del ano no era algo que me atraía...pero la idea de sentir las dos ver?as simultáneamente dentro mío sí me atraía.

Esta vez José se echó de espaldas en la cama, yo me monté a horcajadas sobre él, mirándolo de frente, mientras Daniel me lubricaba el cu?o con saliva y lo expandía metiéndome los dedos. Esta vez la penetración fue lenta y dolorosa. Estaba estrenando mi ano a una ver?a. Sin embargo, una vez que me excité de nuevo, empecé a gozar desesperadamente. Nuevamente tuve un clímax extraordinario. Dormimos un poco, ya amanecía, y Daniel se tenía que marchar. Nos despedimos muy cariñosamente de él y quedamos en concertar una nueva cita más adelante.

Esa es toda la historia. Pese a todo lo que gocé, jamás el trío se repitió, ni con Daniel ni con nadie. Ahora comprendo a mi marido, le estoy inmensamente agradecida y somos muy felices. Cuando hacemos el amor, a veces, recordamos ambas experiencias, pero sin celos ni reproches sino con lujuria. Jamás José me volvió a proponer hacerlo con otro hombre o mujer. Ni yo tampoco. Creo que en la repetición está el peligro. Soy una ferviente defensora del sexo entre dos amantes. Todo lo demás, tríos, intercambios, orgías, shows eróticos entre amigos etc. están bien como experiencia, pero no como hábito.

¿¿¿Les gustó la historia???


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La Fábrica



Llevo trabajando en la empresa un año y cuatro meses y durante todo este tiempo, quizás algunos piensen que no es mucho pero en el sector en el que me muevo si se puede considerar un tiempo aceptable, como iba diciendo, en todo este tiempo me han ocurrido varios sucesos que he decidido contar a través de esta fantástica WEB.

Una típica jornada laboral se compone de diez horas de trabajo, divididas en dos turnos de cinco horas cada uno, a excepción de los viernes que sólo se hace el turno de cinco horas de la mañana, la plantilla es mixta compuesta por una cadena de montaje (exclusivamente masculina) y una cadena de terminado y empaquetado (exclusivamente femenina), por cierto yo soy jefe-administrativo encargado de la supervisión del buen funcionamiento de estas dos secciones, como he dicho los viernes se suele terminar a la una del mediodía a excepción de algunos viernes que por causas diversas se pueden llegar a hacer las dos o dos y media, en estos casos los operarios se suelen ir marchando conforme van acabando su tarea, las dos ultimas en irse siempre son Adela y Mª del Mar, en estas dos mujeres se va a concentrar el suceso que paso a relatarles.

Adela es una mujer de mi quinta (treinta y tantos) pelo castaño oscuro liso y largo, en el trabajo suele llevarlo recogido en un precioso moño que deja ver su no menos maravilloso cuello, pechos generosos con unos hermosos pezones oscuros hechos para ser amamantados (el cómo lo sé es otro suceso que dejo para otra ocasión), 1.70 de altura, ojos castaños, boca sensual con un lunar irresistible junto a la comisura de los labios y un cu?o y piernas verdaderamente espectaculares. Mª del Mar es más joven no llega a la treintena también pelo castaño pero más claro y más corto y toda ella insinuante, ojos castaños, 1.68 de altura, sus pechos no tan grandes como los de Adela y sus pezones son más sonrosados y pequeños, lo que sí es comparable es su cu?o y sus piernas. En fin era viernes y serían las dos y cuarto, yo estaba en la oficina esperando que terminasen para cerrar la fabrica, cuando me decidí a asomarme por una ventana para ver si quedaba alguien todavía trabajando, diré que la oficina se encuentra un piso más arriba donde hay un patio y enfrente unos pequeños ventanales desde los cuales se puede ver toda la fabrica incluido los vestuarios, las ventanas que dan a los vestuarios son opacas y suelen estar cerradas con candado pero yo sé dónde se guardan las llaves y suelo tener el candado abierto para poder observar... bueno sigamos, viendo que no había nadie en la fabrica decidí mirar en los vestuarios, en el de los hombres no había nadie y pasé a ver en el de las mujeres entreabrí la ventana con mucho cuidado y sigilo para mirar y lo que vi me dejó anonadado, allí estaban Adela y Mª del Mar dándose un morreo que ni en las mejores películas porno, ninguna llevaba puesto el guardapolvo del trabajo, Adela llevaba un sujetador de color blanco tipo bóxer y Mª del Mar uno también blanco pero más tradicional, estaban abrazadas pecho contra pecho, te?as contra te?as, boca contra boca, era un morreo amplio y profundo, oía claramente sus respiraciones agitadas y entrecortadas, girando sus cabezas apretándose una contra la otra, de pronto Adela hizo un rápido movimiento y le desabrochó el sujetador, se separaron un momento, se lo terminó de quitar a Mª del Mar y acto seguido se quitó el suyo, durante unos instante cada una observaba las te?as de la otra y se las acariciaban con los reversos de la mano muy suavemente, Mª del Mar se entretenía especialmente en los pezones de Adela, era maravilloso ver cómo esos pezones grandes y oscuros todavía se hacían más grandes y oscuros al sentir las caricias de Mª del Mar, de pronto se volvieron a abrazar y empezaron a morrearse nuevamente pero ahora se apretaban más fuerte y se frotaban más, Adela empezó a lamerle el cuello, luego los hombros, Mª del Mar gemía, y siguió hasta llegar a las tetas y a los pezones, éstos estaban erectos y sonrojadísimos producto de la excitación de Mª del Mar. A todo esto me encontraba yo presa de una erección descomunal, mi polla pugnaba por salir del pantalón, me desabroché el cinturón, el botón, me bajé la cremallera y la saqué, estaba toda colorada, caliente y dura con unas gotas de liquido preseminal en la punta del cipote con lo cual empecé a masturbarme muy lentamente, mientras observaba cómo era ahora Mª del Mar la que chupaba con ansia las te?as de Adela y cómo lamía sus pezones tan oscuros y duros que parecían pitones apuntando al techo, Adela la agarró y la subió para morrearse de nuevo pero esta vez observé cómo le metía la mano por dentro del pantalón de lycra que llevaba puesto Mªdel Mar y cómo esta abría la boca de placer a lo cual aprovechó para meterle la lengua hasta el gaznate. Entonces se desabrochó sus pantalones, se bajó la cremallera y cogiendo la mano de Mªdel Mar se la metió por dentro de sus también blancas bragas y cómo le indicaba qué hacer "... así... así... por favor no pares". Yo estaba a mil por hora, mi polla estaba a reventar de lo dura y gorda que se había puesto, me quemaba la mano, tenía unas ganas terribles de encontrarme en medio de esas dos estupendas mujeres y participar en la sesión de morreos y caricias, pero mi sexto sentido me decía que no rompiera aquel momento mágico y extremadamente morboso haciendo notar mi presencia, preferí seguir masturbándome, eso sí muy, muy lentamente, no quería acabar antes que ellas, lo cual dado mi excitación era bastante complicado. Ellas estaban alcanzando el clímax, cada vez se movían más frenéticamente, sus manos realizaban movimientos rítmicos cada vez más velozmente, sus jadeos y gemidos eran más profundos y entrecortados se morreaban con más fuerza, se les notaba cómo gotas de su saliva se les escapaban por las comisuras de los labios y caían resbalando por sus cuellos, sus manos libres viajaban de sus pechos a sus caderas y de allí a sus cabezas... y por fin llegó el momento, se contrajeron y se quedaron inmóviles unos instantes, para seguidamente apoyarse cada una en el hombro de la otra relajadamente mientras que con sus manos todavía en el sexo de la otra se daban pequeños besos y caricias mientras se susurraban cosas, yo por mi parte acabé con un surtido de semen increíble que fue a parar a una distancia considerable de donde me encontraba, aproveché que todavía estaban acariciándose y hablándose para irme de allí aún más sigilosamente, pero con un pensamiento fijo en mi mente, cómo hacer para que la próxima vez pueda participar yo también.


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El Escape



Todo sucedió un lunes como a eso de las 8:30 p.m yo venía de mi sesión de entrenamiento. y se me ocurrió la brillante idea de llamar a una personita (él es casado) y me lleva de ventaja como unos 18 años de edad, yo tengo 22 años, tenemos un año y medio saliendo juntos, que nos vemos a escondidas , ya que si su esposa se entera nos mata.

Yo lo llamé para echarle broma, saber cómo estaba, ya que había llegado de un viaje del extranjero y había durado 2 semanas fuera, y yo andaba más urgida que nunca, durante la conversación yo le pregunto qué él iba hacer mañana, para salir por ahí, y él me pregunta que yo iba a hacer ahora, y yo le contesté acostarme a dormir, entonces él me dice para vernos , y yo le contesto que sí, que me pase recogiendo por el mismo lugar de siempre (es donde él me recoge para que nadie nos vea).

Durante el camino yo le voy dando un masajito en los hombros para que se relaje.

Hablamos de cómo le fue en Nevada, y si había hecho algo fuera de lo común, ya que en un viaje anterior él me contó que dos mujeres le habían propuesto acostarse con él, pero él se negó (además en ese viaje yo también había viajado con él, pero nada pudo pasar).

Durante el trayecto, aparte del masajito , yo le pregunte si le podía decir un secreto al oído, y él me contestó que sí : yo le susurré de lo más sensual que era el hombre más buenote, y que si así se veía con tela cómo se vería en cuero (ya que me encanta verlo desnudo, con sus quilitos demás).

Después de susurrarle al oído, le empecé a acariciar el cabello, (él no sabe que yo sé que eso le excita mucho ), con mi mano izquierda, y acariciar su pierna con mi mano derecha, a apretarla suavemente, subiendo cada vez un poquito más hasta llegar a su güe?ote tan sabroso y grueso que tiene, empecé a apretárselo cada vez más ya que me excita mucho tocárselo.

Él me pide que me quede quieta que si sigo así podíamos chocar con otro carro, y yo me quedo tranquila , aun si antes decirle que es un corta nota.

Pero él como le encanta tocarme me puso la mano derecha sobre el cierre de mi pantalón y empezó a apretarme cada vez más fuerte , y a tratar de meterme el dedo, preguntándome qué siento y si me gusta , y yo le contesto que sí me encanta y que me excita mucho y que me muero de ganas porque él me coja durísimo, que me clave lo más fuerte que pueda.

Llegamos al motel, el mismo de siempre, ya que no podemos estar en sitios públicos, el motel tiene un ambiente así como Aladino, las mil y una noches;

Dentro de la habitación yo le doy masaje en los hombros, en las piernas, eso sí siempre rozando su pe?e, para que se vaya excitando, mientras él ve el canal Playboy, para decirme que le haga cosas que pasan en ese canal. Él me pide que le de un caramelo y yo se lo doy, él lo pica por la mitad, y me da la otra mitad en la boca, de repente él me empieza a acariciar mis te?as , a apretarlas suavemente y a besarme.

Él me pide que le bese el ombligo y suavemente me va empujando para que le bese su sabrosura de pipe que tiene(y a mí que me encanta mamárselo); empiezo a olerlo suavemente lo tomo con una mano y me lo meto en la boca y se lo chupo con suavidad, le paso la lengua por su cabezota, le paso la punta de la lengua por la pequeña abertura que tiene ahí y siento que a él le encanta, le sigo pasando la lengua por todo su güe?o, eso sí de vez en cuando chupándole el güe?o, después le empiezo a chupar las bolas, a darle pequeños mordiscos y a besárselas, mientras que con las manos le acaricio las piernas, él toma mi mano derecha y me la aprieta pidiéndome más.

Él conmigo se excita rapidísimo , el simple hecho de besarlo en los labios hace que se le pare el güe?o y tenga ganas de cogerme.

Cuando lo tiene ya grandote y durísimo me voltea y me pone con, las piernas bien abiertas para metérmelo mejor, pero antes de metérmelo yo lo tomo con mis manos y me lo paso rozando por mi cu?a para sentirlo , cuando me lo entierra me vuelve loca, empieza a mecerse, a metérmelo cada vez más duro y a hacerme gritar de lo sabroso que se siente, y yo me muevo con locura y aprieto para que él se vuelva loco, en pleno movimiento él me pregunta : por donde más me gustaría a mí que él me lo metiera , y yo le contesto que por el cu?o, y él me pide que tenga un orgasmo primero de esos que a él lo vuelve loco, y empieza a afincarse cada vez más para que yo tenga mi orgasmo , de repente empiezo a tener esa cosquilla rica y empiezo a gritar como una desesperada, entonces me aprieta, me besa, me chupa la te?as fuertísimo, y me pide que me ponga en cuatro, para clavármelo mejor: con una mano se lo agarra y con la otra me toma por la cintura y me lo clava durísimo y se acuesta sobre metiéndomelo cada vez más pidiéndome que levante más el cu?o y que abra más las piernas. Me besa con locura y desespero mientras yo le pido que me muerda el cuello y la espalda jalándome el cabello, esto me vuelve loca, me excita a reventar . Luego de sacármelo del culo tomamos un descanso, aún con su güe?o erguido él me pide que se lo mame y que me masturbe para él verme y excitarse más yo con mucho gusto se lo hago (ya que yo le hago y me dejo hacer todo lo él quiera), le lamo ese güe?o , se lo chupo cada vez con más fuerza, y esas ricas bolas que tiene , me meto ese dedo como a él le gusta, mientras él mira lo que le hago después, él me quita la mano de mi cu?a y la agarra él, empezando a meterme el dedo hasta lo más profundo posible, mientras que yo le mamo el güe?o , de un momento nos volteamos y se dispone a metérmelo otra vez por mi vagi?a , a clavármelo cada vez más duro, a afincarse como a mí me gusta, moviéndose en forma circular para verlo yo por el espejo que está en el techo a menearse para hacerme sentir todos los orgasmos posibles.

Yo le pido que me diga cosas sucias que tanto me excitan , le pregunto qué es lo que más le gusta que yo le haga y él me contesta : lo sabroso que es cuando yo le estoy mamando el güe?o y las bolas, que le gusta cuando yo aprieto mi cu?a yo le digo que me susurre al oído lo mucho que le gusta cogerme, mientras que se mueve clavándome fuertísimo ese güe?o y apretándome las te?as y luego mimándomelas. Al cabo de un rato él me dice que está a punto de llegar y yo le digo que llegue en mi boca para saborear y tragar su se?en, entonces él lo saca rápido y me pide que me ponga de rodillas y tome su güevo y empiece a mamárselo duro para hacerlo llegar lo mete en la boca y yo empiezo a chupar , a chupar duro hasta que salga toda la leche que tenga su güe?o, para tragármela, él se mueve con angustia , con desesperación. porque le fascina que yo chupe su leche, hasta llegar. Nos metimos en el baño para lavarnos , a él le gusta que yo se lo lave y a él le gusta lavarme metiéndome la mano en mi cu?a y en mi cu?o, luego me pasa el jabón por mis te?as suavemente, mientras que yo le enjabono suavecito su güe?o, luego nos sacamos el jabón y nos secamos.

Estuvimos en esto como unas dos horas y luego nos acostamos para acariciarnos y hablar de las cosas que nos pararon durante el día.

Me supongo que esto él nunca se lo contará a su esposa eso lo hace emocionante, cada encuentro es muy distinto, cuando estamos cerca de personas conocidas nos comportamos como dos simples amigos que sólo los une una linda amistad, sin saber que tenemos bastante tiempo devorándonos en una habitación o en el carro de él.


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Experiencia familiar



Esta historia que os voy a contar es real; sucedió en una Semana Santa y sigo excitándome muchísimo cada vez que la recuerdo. Veréis; me llamo María, tengo 41 años y estoy casada desde hace veinte. Tengo una muy buena comunicación en mi pareja, queremos introducir en nuestra relación esos acicates que la hacen siempre distinta y sorprendente, y por ello siempre fantaseamos con la posibilidad de poder incorporar a otra persona en la relación, pero ni pasábamos de ahí, ni hubiéramos sabido cómo ponernos en contacto con quien estuviera en la misma onda; quizás nos diese corte, o no sé muy bien porqué, pero lo cierto es que no habíamos llegado a traspasar el umbral de la pura fantasía, eso sí echando unos polvos impresionantes "actuando" nuestras fantasías.

Esa Semana Santa nos fuimos con mi cuñado y su mujer a un lindo pueblo de Portugal. La playa era espléndida y estaba casi vacía; tanto, que aquella mañana le propuse a la mujer de mi cuñado que hiciésemos topless. Charlábamos tranquilamente tomando el sol cuando llegaron su marido y el mío. Ni nos inmutamos, aunque sí creo que ellos se quedaron bastante sorprendidos. Como quien no quiere la cosa y dando la impresión de la más absoluta normalidad, nos fuimos a dar un paseo por la orilla del mar. Mi marido y su hermano llevaban gafas de sol, pero estaba segura de que mi cuñado no dejaba de recorrer mi pecho con la vista. Nos metimos en el agua, pero como la encontré muy fría salí y me tumbé boca abajo en la toalla a tomar el sol. Mi cuñado no descuidó la oportunidad y amparándose también -creo yo- en que el agua estaba fría, salió enseguida y se sentó a mi lado. Algo me había picado en la espalda y como no dejaba de rascarme, mi cuñado se aproximó solícito para ver qué tenía ... Yo seguí en la misma posición, boca abajo y con los brazos debajo de la cabeza. "Te ha picado algo y tienes una buena roncha. Espera que te pongo un poco de crema", dijo. Se llenó las manos de crema y se dedicó con esmero a extenderla por mi espalda, rozándome levemente el pecho cuando la extendía por los lados. Me dio un gusto enorme. Después se lo comenté a mi marido porque, la verdad es que a me había excitado mucho que otro hombre hubiese estado cerca de mi pecho. "¿Qué te parecería mi hermano en caso de que llevásemos a cabo alguna fantasía?", preguntó mi marido. Habíamos jugado tantas veces a que mi marido era él, que me pareció lo más natural decirle que me parecería muy bien.

Al día siguiente volvimos a la playa. Mi cuñado buscó el momento y me dijo, "¿te pongo crema?". Creo que lo estaba deseando y le dije inmediatamente que sí. La cosa fue "más completa", porque sus dedos ya buscaban mis pezones descaradamente; aunque me dejaba hacer, o quizás por ello, notaba que me estaba poniendo colorada y como me estaba "mojando" y es que, sin duda alguna, me estaba gustando. Nuestras respectivas parejas estaban dando un paseo por la playa y aprovechando la coyuntura de que estábamos solos, mi cuñado me dijo, "¿te pongo crema por delante?". No respondí inmediatamente, pero tampoco me demoré mucho es responder, "muy bien, ahora por delante". Me di la vuelta y me tumbé boca arriba con los ojos cerrados.

Hasta que llegaron a rozarme los pezones, sus manos parecían de seda; a partir de ahí su dedos se volvieron casi agresivos. Sin dejar de controlar el paseo de su mujer y de su hermano, y aprovechando que la playa estaba medio vacía se inclinó y su boca comenzó a chupar mis pezones. No podía creer lo que estaba pasando. Haciendo un esfuerzo le dije, "para, ¿estás loco o qué?". La respuesta la dieron sus labios, que pasaron de mis pezones a mi boca, en donde introdujo su lengua y la recorrió entera.

Estaba casi derritiéndome cuando añadió, "ésto tenemos que acabarlo, no podemos dejarlo así; y no me digas que a ti no te ha excitado, porque no me lo creo, lo he notado en tu respiración". "Claro que me has excitado -dije- y claro que quisiera continuarlo y lo podremos terminar, pero con una condición, esta noche, después de cenar, creamos un ambiente idóneo entre los cuatro y hacemos un intercambio de parejas. ¿Qué te parece?. ¿Te atreves?".

"Uf, muy fuerte, tu. Muy fuerte", dijo con un respingo. "Si te atreves, insistí, convence a tu mujer, que yo hablo con mi marido".

Me di cuenta que me había pasado; aquello era impensable, porque aunque yo sabía que a mi marido su cuñada le hacía gracia, que pensaba que tenía un buen polvo y que siempre decía que estaba muy bien, no sabía cómo reaccionaría ella, claro que a mí eso no debía importarme; ya se ocuparía mi cuñado. Cuando llegaron de dar el paseo, le dije a mi marido que si nos íbamos a bañar. Le sorprendió y hasta dijo que estaba muy fría el agua, pero me acerqué a su oído y le dije, "con lo que te voy a contar... te vas a poner tan caliente que no creo que vayas a notar la temperatura del agua".

Efectivamente, aunque el agua estaba fría, su miembro amenazaba con salirse del bañador de la erección que tenía. Como me imaginaba, la idea le gusto un montón y me dijo que ayudaría a crear ambiente. A partir de que salimos del agua empezaron los juegos verbales, y algún que otro roce más o menos inocente. Después de comer yo me quedé tomando el sol en la piscina y perdí de vista al resto. Al cabo de un rato apareció mi marido, y empezamos a charlar y a meter un poco de mano hasta que nos fuimos a la habitación. Por fin llego la hora de la cena, y al terminar mi cuñado dijo que podíamos ir a su habitación a ver una película. Subimos todos a su cuarto y mientras ponían unas copas, mi cuñado me dijo al oído, "mi mujer está al 75\%, el resto es obra de todos". Aquello me hizo gracia. Pusimos música y mi marido y yo comenzamos a bailar bien apretado; al cabo de un rato mi marido -de acuerdo con su promesa de ayudar a crear ambiente- dijo en alto, "hagamos cambio de parejas"; su hermano dijo rápidamente que a él le parecía muy bien y cuando su mujer quiso reaccionar estaba bailando ya con mi marido y yo con el suyo. Comenzamos a bailar con la pareja del otro y más apretados de lo que hubiera parecido normal. Mi respiración era muy agitada porque además de bailar muy juntos, mi cuñado me pasaba la mano por la espalda mientras me rozaba la oreja con sus labios; yo me dejaba hacer y me pegaba aún más. Mi marido estaba haciendo lo propio y su pareja también se dejaba.

Pasamos a ver la película, porno, cómo no, con lo que acabamos de ponernos a cien. Tanta era la excitación que fui un momento al baño, y al volver mi marido estaba besando en la boca a mi cuñada sin importarle la presencia de su hermano. Al terminar el beso dejaron su baile y se fueron a tumbar más cómodamente a la cama. Les vi desnudarse el uno al otro y comenzar a acariciarse sin recato alguno. Mi cuñado y yo volvimos a bailar y a besarnos incansablemente mientras metía sus manos por debajo de mi top, acariciándome casi frenéticamente el pecho. No tardó mucho en quitarme el top y en llevarme de la mano hasta el sofá en donde nos tumbamos comentando que nuestras parejas ya nos llevaba ventaja, porque mi cuñada, con los ojos entornados, montaba ya a mi marido, que la tocaba por todas partes mientras se movían intensamente.

Sin dejar de besarme, mi cuñado me fue desnudando, y yo al él. No tardamos mucho en necesitar una cama, por lo que visto lo que había, nos acomodamos en la que ocupaban mi marido y su cuñada. Allí empezamos a vivir alguna de nuestras fantasías, porque mientras mi cuñado buscaba mi clíto?is con su lengua, mi marido me obsequió un beso grandioso. Al cabo de un rato fui yo la que me puse encima de mi cuñado y, devolviéndole las caricias, le fui lamiendo todo; a duras penas pudo aguantar cuando me metí su miembro en la boca y me lo iba comiendo como un helado. Casi estallaba de gusto cuando cambiamos y él se puso encima; subía y bajaba con unos roces que cada vez me excitaban más... pero aún no me había penetrado. Lo hizo al oír a su hermano decir "así, así, sigue"; el ritmo se hizo entonces cadencioso y acompasado; entraba y salía de mí sin parar, estaba a punto de llevarme al cielo... y el ver como a mi marido -al que nunca había visto con otra mujer- le estaban haciendo una mamada grandiosa mientras, con los ojos cerrados, sujetaba con las manos la cabeza de su cuñada, me hizo correr. Con lo que estaba viendo casi no me di cuenta de que mi cuñado me había puesto a cuatro patas y me había penetrado, a la vez que su mano subía y bajaba por mi cuerpo, como si me estuviera poniendo crema; cuando me dijo, "me vas a correr, cuñada, me vas a correr", me invadió un nuevo orgasmo. Quedamos tumbados viéndoles a ellos, mi marido la estaba penetrando desde arriba, se movían con frenesí y me acerqué a ellos, dándole un beso y acariciando su miembro como acompañando la entrada en la vagi?a de mi cuñada, hasta que mi marido y su cuñada se corrieron. Otro día os contaré el resto, pues la experiencia no acabó ahí.


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