viernes, 23 de febrero de 2018

Un paseo inolvidable



Hola a todos, espero que estén disfrutando tanto como yo de los excitantes relatos que está página nos ofrece diariamente. Por lo pronto yo quiero hacer mi propio aporte así que por eso me he animado a enviar algo que me sucedió hace algún tiempo con mi mejor amiga.

Esto me sucedió hace varios años cuando no tenía muy claras preferencias sexuales aun cuando para ese entonces tenía novio y nuestra vida sexual era bastante activa. Si no lo han notado soy una chica, actualmente tengo 26 años y soy de Colombia. Físicamente no me puedo quejar puesto que Dios me ha dado un cuerpo bien formado, unos ojos verdes que embrujan (eso me dicen), una buena estatura (mido 1,75). Y, además, soy rubia con un trasero redondito y firme al igual que mis senos.

Siempre fui una chica muy inquieta y cuando me sucedió lo que luego les contaré ya había tenido una que otra experiencia con chicas pero nada tan profundo como lo que me pasó con mi amiga Dani. Nosotras siempre andábamos juntas, compartíamos nuestros más íntimos secretos y pasábamos horas charlando de todo un poco. Debo decir que para ese entonces Dani, al igual que yo tenía un novio al que adoraba. Ella es una morena espectacular con unos ojos cafés muy lindos, un culo enorme, firme y redondo y con unos senos grandes los cuales he envidiado siempre. Era un poco más baja que yo (podía medir 1,70 o un poco menos). Me gustaba mucho estar con ella porque me hacía divertirme y pasarla bien. Bueno, sin más preámbulos pasaré a contarles cómo sucedió todo.

Cierto día estábamos solas en su casa charlando y viendo televisión. Ella fue a la cocina a buscar algo que comer y al regresar apareció con un pastel de chocolate. Ella tomó un pedazo con la mano, como lo había hecho en tantas ocasiones, y me lo metió en mi boca pero me embarró toda la cara. Ella se acercó a mí para limpiarme la cara y en ese momento yo, por molestar, le tiré a morder el labio. Ella no alcanzó a esquivarme y accidentalmente la mordí. Ella me dijo que si me gustaría que me hicieran eso, que yo era una bárbara y me tiró a morder también pero no me mordió sino que, sin querer, me dio un beso en la comisura de los labios. Sin darnos cuenta prolongamos nuestro beso hasta hacerlo apasionado. Yo después de eso quedé confundida así que me fui de inmediato sin decirle nada.

Al día siguiente, ella me llamó y me dijo que teníamos que hablar. Y así fue. Nos reunimos y acordamos que lo que había sucedido no debía repetirse, que todo ocurrió en un momento confuso. Pero no fue así porque a los dos días volvió a suceder. Esta vez fue en mi carro. Yo la dejé en la puerta de su casa y cuando nos íbamos a dar el típico beso de despedida nuestros labios como por inercia volvieron a juntarse. Desde ese momento todo cambió. Yo le dije que desde que nos habíamos besado por primera vez no había dejado de pensar en ella y que había empezado a tener sueños con ella. Ella me dijo que le estaba pasando lo mismo y que le extrañaba mucho esa sensación (es decir, supuestamente segura de que sólo la atraen los hombres y siendo feliz con su novio, no se explicaba qué pasaba).

Después de aquellos hechos pasaron como cinco meses. Habíamos aceptado lo que sentíamos pero teníamos miedo de lo que podía suceder. Seguíamos con nuestros novios y las cosas entre nosotras andaban de igual manera aunque aún no habíamos llegado más lejos (una que otra vez nos acariciamos pero nada más).

Hasta que por fin, tal vez sin planearlo, pasó lo que tenía que pasar. Salimos de paseo con nuestros novios y otras dos parejas más. A la hora de determinar quién iba a dormir con quién obviamente los chicos querían que durmiéramos emparejados. Dani se opuso rotundamente y sugirió que durmiéramos las chicas en una habitación y los chicos en otra. Ellos protestando aceptaron la decisión. En la habitación de las chicas, había una cama doble y dos colchones tirados en el piso. Acordamos con las otras chicas que seríamos Dani y yo las que nos quedaríamos a dormir en la cama doble. Estuvimos esperando todo el tiempo a que las chicas se quedaran dormidas y mientras estuvimos jugando en la cama "como amigas" (nos tocábamos, nos hacíamos cosquillas y cosas así).

Se hicieron las 4 de la mañana y ellas aún seguían despiertas por lo que no nos aguantamos más y empezamos a "calentar" el ambiente: nos metimos debajo de las sábanas y ella me empezó a acariciar todo el cuerpo. Finalmente las otras chicas se durmieron y ahí empezaron las cosas más fuertes. Yo tenía mucho miedo porque las otras chicas sólo dormían a centímetros de nosotros y podían despertar en cualquier momento. Debido a eso, decidí darle la espalda para que ella se calmara un poco (se notaba que tenía muchas ganas de hacerlo conmigo). Pero eso fue lo peor que pude hacer porque mis zonas débiles son justamente mi espalda y mi cuello. Ella lo sabía perfectamente y aprovechó para calentarme más. Sentí mi cuerpo estremecer, la piel se me erizó toda y estaba mi excitación creció mucho más. No aguanté más y di una vuelta para besarla como antes lo había hecho.

Empecé a ser yo la de la iniciativa en ese momento. Me olvidé por un instante que teníamos compañía y me dediqué a besarle el cuerpo empezando por su cuello. Cuando subí su blusa y le vi los senos por primera vez algo en mí se congeló. Nunca antes había visto su cuerpo desnudo. Ella terminó de quitarse la blusa y yo le bajé los pantaloncitos de la pijama. Dani me volvió a besar y eso me dio a entender que lo que estaba haciendo le gustaba. Seguí besándola por todo el cuerpo y al mismo tiempo la tocaba sin cesar.

Ambas éramos inexpertas así que tratábamos de ayudarnos mutuamente para poder gozar al máximo de nuestra primera vez. Al darse cuenta que yo no sabía hacia dónde dirigir mis manos, ella me las tomó y las llevó a su entrepierna. Pude sentir su humedad (¡qué sensación!). Me dediqué a acariciar su clítoris y noté que eso la volvía loca puesto que se movía como si quisiera que su cuerpo se rompiera en mil pedazos. No gemía porque teníamos compañía pero estoy segura que de no ser así lo hubiera hecho a rabiar. Bajé mi cabeza hasta acercarla a su vagina y pude sentir su aroma por primera vez. Eso me excitó mucho más y me llenó de confianza. Al principio no quería pasarle mi lengua pero después de una lamida no pude detenerme hasta conseguir que ella llegara al orgasmo (fue la primera vez que usé mi lengua para chupar algo que no fuera un helado). Todos sus jugos vaginales me empaparon la cara y aun cuando ella había terminado mi cabeza permanecía enterrada entre sus piernas (sus manos no me permitían separarme de ella).

Cuando terminamos, eran las 5:30 AM. A esa hora nos colocamos nuestros vestidos de baño y bajamos a la piscina del hotel para refrescarnos un poco. luego volvimos y nos acostamos así mojadas. A la mañana siguiente todos se levantaron y nos vieron durmiendo con vestido de baño así que nos preguntaron el por qué. Nosotras sólo atinamos a decir que hacía mucho calor en la habitación por lo que decidimos ir a refrescarnos un poco.

Julio


¡Pero Julio!

Se me ha caído el mundo encima, ¿cómo me puede pasar esto a mí?, claro, alguna vez tenía que ser la primera, tanto tiempo con la misma mujer... ya se sabe.

Ya me lo advirtió mi padrino: "Cásate y sabrás lo que es joder sin ganas". Así expuesto suena brutal, desde luego, también de mal gusto, pero si lo resumimos, quitamos las palabras malsonantes, etc., etc., tenemos la resultante de la verdad.

Ya llevaba tres años con mi mujer, no la he sido infiel nunca, muchas noches y días, por no decir todos, hemos practicado sexo. A parte de nuestra relación a nivel humano, que es excelente, tenemos nuestra relación sexual, como todas las parejas, vamos, digo yo.

Pero lo de hoy, ¡Ay lo de hoy!, juro ante todos ustedes que en mi vida había tenido semejante gatillazo, siempre he gozado de muy buena salud sexual, ya lo dice la canción:

Todas las mañanas, cuando me levanto, tengo la chisma más dura que un canto...

Tengo treinta y dos años, y no es plan, desde luego, mi mujer tiene treinta y seis, pero está de muy buen ver, por lo menos para mí. ¿Diferencia de edad dicen ustedes? No, no estoy de acuerdo, ella me da una estabilidad emocional muy buena, y además aporta una madurez a toda nuestra relación que me parece p-e-r-f-e-c-t-a. A parte de su experiencia sexual, Dios mío, ¡con qué placer realizamos nuestros encuentros!, mucha pasión, gran cantidad de imaginación, que les voy a contar que no se puedan imaginar.

Me parece Julio que tenemos un problema. - Me abordó por la mañana. Pero cariño, no ha sido mas que un simple gatillazo, no hay que echarse las manos a la cabeza. - Esto era lo que le contesté a ella y lo que yo repetía una y otra vez dentro de mi cerebro, pero estaba acojonado, y perdonen la expresión.

Claro, ella empieza con eso del medico, revisiones, pruebas... Yo me quedo mirándola fijamente y le propongo:

¿Qué te parece si esperamos un poquito y observamos?, si vuelve a ocurrir, pues entonces, adelante, medico, etc, etc... ¿Tu crees que no volverá a ocurrir? Por favor, que no se repita. - Recé para mis adentros. - No te preocupes mi amor, simplemente a sido un susto. Ojalá. - preconizó Mabel.

Me ducho, me visto, desayuno como un campeón y ¡hala! ¡A currar!

Buenos días Julio Buenos días Luis, dame el Marca y el ABC O sea, que lo de siempre, ¿no? Pues claro... ¡Ah, dame un paquete de Marlboro! ¿Light?, ¿Médium? No, damelo "enterum" si no te importa.

Luis ya sabe que cuando pido tabaco sin desleír, es que algo me ocurre, frunció el ceño y me observó fijamente.

¿Qué pasa?, ¿Tengo monos en la cara? Nada, hombre nada, no te pongas así, ni que hubiera perdido el Numancia... Bueno, pues déjame en paz, ¿vale? Que, ¿mal rollo con la parienta? Pero ¿tú eres gilipollas o que te pasa?, ¿Quién te manda meterte en la vida de los demás? Esta bien Julito, tranqui hombre, que no sé nada, no quiero saber nada y no quiero que me lo cuentes, ¿vale? Luisito, tío, vete a la mierda. Igualmente caballero, hasta luego. Hasta luego

Luis es el personaje más pintoresco que conozco, el tipo tiene el quiosco de debajo de casa, lleva vendiéndome los mismos periódicos desde que tengo veinticinco años, antes eran las revistas porno, mucho antes los fascículos de Cousteau y los tebeos de Mortadelo y Filemón y los cromos de fútbol, la verdad que me conoce de toda la vida, y es como un padre para mi. Por eso, él me trata con toda confianza y yo también.

¡Maldita sea! ¡Ya he vuelto a perder el puñetero metro!

Son cinco malditos minutos los que tengo que esperar, pero claro, cinco minutos tarde se notan muchísimo a la hora de entrar en el trabajo. Sobre todo porque me voy a perder una de las escenas más sugerentes de toda la semana: Beatriz entrando en la sala de reuniones. Todos los viernes hay reunión de zona, y claro, cuando llega ella... ¡qué les voy a contar, esperen un rato y verán.!

Buenos días Don Julio Buenos días Ramón - este tío es de los buenos, todas las mañanas me cuenta los cotilleos de la guardia nocturna. - ¿Algo nuevo? Sí, pero se lo cuento más tarde... ¿vale? De acuerdo, hasta luego.

Aquí llega el ascensor.

¿Planta? Veintisiete. Siguiendo las normativas de seguridad de esta compañía, le ruego vamos a realizar una lectura de iris, por favor, acerce sus ojos a la pantalla que se enciende a su derecha. - Todas las mañanas el mismo rollo. Lectura de iris confirmada, buenos días Don Julio. Por favor, relajase para una mejor ascensión.

Entonces empieza el circo, el ascensor empieza su ascensión a una velocidad vertiginosa, y justo en el momento que crees que vas a vomitar todo el desayuno, y este se estrellará por todo el habitáculo, ¡Zas! Frenazo.

Planta veintisiete. Ingeniería bio-molecular. Bienvenido. ¡Mierda, coño! Todas las mañanas igual, que asco. Hombre Julio, si te das prisa llegarás a la reunión antes que Beatriz. ¿No jodas? - Ahí voy, a todo lo que dan mis piernas después de la experiencia del puñetero ascensor.

SALA DE JUNTAS

Rezaba el cartel, efectivamente, de muy juntas, porque no cabíamos más, estábamos como alfileres.

Buenos días a todos Coño Julio, buenos días, ¿has descansado bien? A ti te lo voy a contar, Mario, déjame en paz hombre, que no tengo el coño para ruidos. Vale, hombre, vale, y perdona ¿eh? Que sí, que sí.

Mario es el típico listo-moderno-enrollado de la oficina, tiene todo lo último de todo lo que uno pueda comprar en cualquier tienda del mundo. Hace poco me vino con un cartucho, me lo dio a escondidas, lo probé y... se lo tuve que devolver, este tío esta mal de la cabeza, era un programa para desarrollar el pene, efectivamente funcionaba, pero tampoco era plan de tener luego que buscar nuevo vestuario, a ver donde metía yo la tercera pierna, ¿no te digo?

Ahora se abría la puerta y... sí..., es ella, ahí está, Dios mío, es perfecta, morena, media melena, pelo ondulado, ojos como la miel, nariz respingona, pero con personalidad, boca jugosa, orejas pequeñas y pegadas a la cabeza, esas dos perlas de pendientes, la camisa blanca medio abierta, enseñando el canalillo, justo lo necesario, esas curvas que se adivinaban debajo de su traje-chaqueta eran simplemente la locura de la planta veintisiete. Tenía siempre la piel de un color tostado maravilloso, no sé dónde tomaría los rayos, pero seguro que era en un sitio carísimo y exclusivo, no en el gimnasio de la empresa, no. Sus manos, perfectamente hidratadas, las uñas siempre con la manicura francesa, no eran ni largas ni cortas, estaban en su punto exacto. ¿Y las piernas? Qué decir de ellas, tenían el punto perfecto, bien tonificadas, moldeadas a la perfección, no se observaba ni el menor atisbo de bello en ellas, y terminaba en unos pies planificadamente calzados siempre por unos zapatos de tacón.

Por supuesto, inmediatamente que ella entraba, se hacía un silencio absoluto de fascinación. Ella lo sabía, claro, si no de qué...

Buenos días a todos los presentes - dijo con esa voz delicada pero firme que siempre tiene. Buenos días - rezaban todas las cabezas de la mesa. ¿Empezamos?

Y así se comienza una reunión más de viernes, siempre la misma lata, no llega el dinero..., hay que esforzarse más..., un poco más de imaginación, etc, etc... Una vez terminada ésta, esperábamos todos a salir en tromba detrás de Beatriz, nada como el espectáculo de su trasero duro y redondo yendo de un lado al otro, haciendo balancear nuestras cabezas al ritmo que ella marcaba, pero hoy...

¿Julio Mendoza? -preguntó Beatriz

Yo no sabía dónde meterme, todas las cabezas giraron hacia mí, observándome con envidia.

Sí, soy yo. Preséntate después en mi despacho, tengo una proposición que hacerte.

Ni que decir tiene que todo el mundo empezó a murmurar acerca de la suerte que tenía, que así cualquiera, etc, etc... Yo, todo sonrisas.

Muy bien.

Efectivamente, salimos todos detrás de Beatriz, las costumbres no había que romperlas.

Julio, machote, ¡vaya suerte! - me dijo Mario - si quieres te dejo el cartucho del otro día Mario, para cartucho el mío, ja, ja, ja

Me acerqué hasta la maquina del café, y pedí uno bien cargadito. Me lo tomé y dirigí mis pasos hasta el despacho de Beatriz. Justo enfrente estaba su secretaria, Sonia.

Buenos días Julio. Buenos días Sonia, bonita. ¿Esta tu jefa? Claro, espera un segundo - pulsó el interfono ¿Sí? - respondió Beatriz desde el otro lado. Está aquí Don Julio Mendoza Hazle pasar. Pasa bonito. Gracias.

Abrí la puerta del despacho y... allí estaba ella, sentada en la silla detrás de la mesa... pero no me miraba.

Siéntate - me dijo sin dirigir su mirada hacia mí. Muy bien. - Ella seguía sin mirarme, estaba como hipnotizada mirando hacia el fondo de la habitación, yo me giré para mirar hacia allí, pero no vi nada. Pasados unos segundos, ella pareció volver en sí. Perdona, pero estaba probando el ultimo producto de nuestra línea sensorial. ¿Cómo? Sí, ja, ja, no te preocupes, son unas lentillas especiales... espera, pruébalas. - Me acercó un estuche plástico - son como lentillas normales, no te preocupes, colócatelas. Ya, pero es que nunca he usado... ¿De verdad? ¡Qué suerte! - yo sin lentillas seria un desastre, como un topo, ja, ja

Algún fallo tenia que tener. Se puso en pie y se acercó a mí con el estuche en la mano, abrió éste y deslizó una de ellas en su dedo índice derecho, me abrió el párpado derecho y me la puso, realizó el mismo movimiento con la otra lentilla y el ojo siguiente. Cuando se acercó, olí su fragancia, era un olor especial... muy rico, como ella misma. Volvió a su silla y me dijo:

Relájate, como si fueras en el ascensor. Pero es que... SShh... calla. Pero... Relájate. Ya, pero es que... ¿No sabes? No, en el ascensor soy incapaz de relajarme, me lo has recordado y entonces... es peor. Está bien, tranquilo, no te preocupes, cierra las ojos, empieza a contar de diez a cero y respiras al ritmo que vas contando.

Hice lo que ella me indicó, cerré los ojos y empecé a contar:

Diez - inspiración Nueve - expiración Ocho - inspiración Siete - expiración Seis - inspiración Cinco - expiración Cuatro - inspiración Muy bien, así, tranquilo - la oí acercarse, y un suave susurrar de tela caer en el enmoquetado suelo. Tres - expiración Eso es - me dijo. Escuché su voz justo a la altura de mi cintura, y sentí como sus dedos abrían la hebilla del cinturón, abría los botones del pantalón y con sus manos sacaba mi pene, ni que decir tiene que la erección fue instantánea, un segundo más tarde, sentí la suavidad de su lengua chupando suavemente la base de mi glande, poco a poco fue metiéndoselo en la boca, sentí su paladar acariciando todo lo largo de mi miembro. Dos - inspiración. Ella sacó mi pene de su boca y dijo: Uno, explosión

Y efectivamente, así fue, llegué a un orgasmo fenomenal. Abrí los ojos e iba a abrazar a Beatriz para besarla por todas partes, cuando me encontré que ella seguía sentada en su silla detrás de la mesa. Inmediatamente, dirigí la mirada hacia los pantalones, pero estaba todo en orden, salvo por la tremebunda erección que tenía.

¿Y bien? - me preguntó con media sonrisa en la cara ¿Bien? ¿De qué? ¿Qué te pareció? Pues no sé, la verdad que no sé, me he quedado un poco... ¿A medias? A medias, a medias, no, pero sí un poco desilusionado. ¿Qué has sentido exactamente? - preguntó sin malicia ¿Cómo? La sensación que has tenido, buena, mala, regular, real, irreal... Que quieres que te diga, ¿qué función deben desemplear estas lentillas? Felicidad ¿Perdón? Lo que hacen estas lentillas es reflejar un pensamiento, o una idea muy fuertemente en nuestro cortex, haciendo que todo lo que sintamos parezca completamente real. Ya. ¿Qué has vivido? No te lo puedo explicar. ¿Es algo muy personal? La verdad es que sí. Ya estaba empezando a recomponerme, maldita sea, - ¿sólo lo he visto yo? - pregunté No ¿QUÉ? Todos los datos impresos en tu cortex son recogidos por un ordenador, estos son grabados en cartuchos y posteriormente recuperables para volverlos a reproducir. ¿CÓMO?, Ya, ¿esta sesión ha sido grabada? Por supuesto, aquí tienes tu cartucho. - me lo entregó y yo inmediatamente lo introduje en mi bolsillo.

La conversación giró hacia temas profesionales, y no volvimos a hablar de las puñeteras lentillas hasta el final. Entonces, me regaló el par que yo había utilizado.

Hasta pronto - dijo Sí, hasta pronto. - eso espero.

Cuando salí de su despacho sentí un gran alivio, porque me encontraba como encerrado.

Hasta luego bonito ¿Eh? ¡Ah, sí! Hasta luego, Sonia, preciosa.

Me fui a mi despacho, y ya me esperaba un corrillo de curiosos de noticias frescas... o calientes, según se mire. Les di a todos con la puerta en las narices y seguí con mi jornada habitual. A las once cuarenta y cinco me dirigí al gimnasio, mareo en ascensor hasta la planta treinta y seis. Me machaqué un poco y fui a la piscina. No se cuantos largos hice, pero cuando salí de allí estaba como nuevo, y con un hambre feroz. Comí una porquería de esas ultra-rápidas y bajé al despacho a terminar. Tenía ganas de ir a casa.

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Graves enfrentamientos en Granada, mil setecientos muertos por las represalias del Frente Árabe para la liberalización de Al-Andalus. Un total de mil setecientos muertos han sido contabilizados hasta ahora durante el último ataque del Frente Árabe para la liberalización de Al-Andalus, para hacer frente a estos ataques, la confederación de estados euro-asiáticos han decidido resolver dicha crisis con la introducción del virus ébola entre la población... Mabel, quita eso que me estoy volviendo loco. Pero si son las noticias... Precisamente, no pretenderás que me concentre en lo nuestro escuchando las noticias... Está bieeen... ¿prefieres esto? - preguntó, mientras cambiaba el canal y ponía los dichosos documentales sobre animales extinguidos. Mabel, no puedo estar a lo que estamos, si tengo una vaca holográfica paciendo en nuestra habitación... De acuerdo... ya sé lo que quieres... ven... - Se deslizó hacia abajo y empezó a chuparmela con una fuerza desmesurada. Tranquila, mi amor, lo único que vas a conseguir es que absorba la sábana por el culo... Pero que bestia eres, lo hago con toda delicadeza...

Un fracaso más, ¡Qué horror!, no sé como acabará esto. De todas formas, me acerqué al cuarto de baño, me senté en el inodoro y me puse a reflexionar. Encima del lavabo, fijé mi vista en el estuche conteniendo las lentillas que me había regalado Beatriz. Lo abrí y me las coloqué. Me senté de nuevo en el inodoro y empecé a relajarme como ella me había dicho. Cerré los ojos y comencé la cuenta atrás, cuando quise darme cuenta ya estaba de nuevo, ahí estaba ella, en mi habitación, entraba como una bocanada de aire fresco, yo estaba tumbado, leyendo el periódico, ella se acercó y me preguntó:

¿Qué haces? Esperarte. - Le dije yo, inmediatamente, ella empezó a reír, con esa risa fresca que ella traía. Se sentó a mi lado, y suavemente empezó a besarme el cuello, la nuca, los hombros, siguió bajando hasta mi pecho, yo cerré los ojos, y ella apretó mi pezón derecho entre sus labios. El periódico había volado. ¿Te gusta? Me gusta más mirarte, eres preciosa. - Ella volvió a reír. Tengo una sorpresa para ti. - me dijo - He venido con una amiga, entra Mabel.

Aquí estaban las dos, Mabel estaba magnifica, tenía el pelo suelto, la llegaba hasta la cintura, se acercó a Beatriz y la acarició el pelo, fue bajando su mano, acariciándola, hasta la espalda. Se sentó a horcajadas encima de ella y la empezó a besar. Yo estaba observando la escena, como distante, mientras ellas dos se besaban y acariciaban con sensualidad.

Entrelazaron sus lenguas en un largo y húmedo beso. Mabel fue recorriendo su esbelto cuerpo hasta llegar al ombligo, donde le dio otro magnifico y húmedo beso, Beatriz gemía bajo los efectos de la lengua de mi mujer.

Giró la cabeza y me miró, mientras mi mujer empezó a realizar un delicioso cunnilingus, Beatriz , con la mirada me ordenó que me acercara y la besara. Así lo hice. Mientras la besaba, una cuarta persona entró en la habitación, era un tipo bien constituido, venía con unos vaqueros y una camiseta blanca. Beatriz me preguntó:

¿Te importa que se folle a tu mujer? En absoluto.

Efectivamente, el magnifico amigo de Beatriz, se quitó los pantalones, y mientras Mabel le comía, que digo comer, la absorbía completamente a Beatriz, éste abrió las piernas de mi mujer y empezó a su vez a chuparla. Mabel se movía como una anguila, se la veía gozando como hacía mucho tiempo que no lo hacía, a mí eso me excitó muchísimo, Beatriz lo notó, ya que empecé a mordisquear suavemente su pezón izquierdo, sumando sus estremecimientos a los que yo le producía.

Mi mujer levantó la cabeza y se dio la vuelta, agarró el pene del invitado y empezó a chupárselo con la agresividad que la caracteriza, cosa que al tipo no le importó, todo lo contrario. Mientras Beatriz procedió a lo propio, introdujo poco a poco mi pene en su boca, y rememoré la visión de la mañana, pero amplificada en un cien por cien. Beatriz y Mabel, culo con culo, estaban allí, chupándonos como si fuéramos una tabla de salvación. Cuando pensé que iba a correrme, Mabel cambió su posición y ofreció al extraño su hermoso culo, éste lo tomó entre sus manos, abrió sus piernas y fue introduciéndosela poco a poco, la cara de ella lo decía todo, la quería tener hasta dentro, me miraba fijamente a los ojos y me sonreía:

¿Te importa? - me preguntó, Beatriz se giró sobre si misma y me ofreció su precioso pandero a mí, se la metí hasta dentro y respondí: En absoluto.

Estuve cabalgando unos cinco minutos, y cuando Beatriz había llegado a su primer orgasmo, se la sacó y se la volvió a meter en la boca, diciéndome antes:

Lo que más me gusta es saborear mis propios orgasmos.

Mabel ya había alcanzado dos, y estaba machacándosela al suyo, cuando éste llegó al orgasmo, salpicando a mi mujer en la cara, los hombros, los brazos, las manos, ella, aviesa de sexo, se la volvió a meter en la boca y saboreó todo lo que pudo. Justo en ese momento yo también llegué, Beatriz se movió ágilmente, se colocó encima de mí y se la metió de un golpe hasta el fondo, mientras giraba suavemente las caderas, mi orgasmo fue de órdago.

Julio, ¿Qué haces? Machacándomela, mi amor.

Trío de lujuria


Me encontraba de viaje y como estaba algo aburrido, me dirigí a un local cercano al hotel donde me hospedaba a tomar una copa, en ningún momento había pensado lo que me esperaba en ese local.

Nada más entrar y pedir una copa me sentí observado, había una pareja sentada frente de mí y noté que mientras charlaban lo hacían refiriéndose a mí. Era una pareja joven, de unos 30 años; ella bastante atractiva, con una blusa bastante escotada, bajo la cual se movía un pecho voluminoso y por lo que parecía muy suelto, o lo que es lo mismo no llevaba sujetador; él un chico normal, pelo largo delgado y con buena planta. Nuestras miradas se cruzaban, y la chica se acercaba a él de modo insinuante, rozándole con su pecho, intentado ponerme cachondo, pensé, y, la verdad es que lo estaba consiguiendo.

Tras un rato de insinuaciones, caricias con él y algún pequeño morreo, siempre con los ojos puestos en mí y haciéndome algún que otro guiño, podía ver desde donde estaba cómo movía su mano sobre el paquete de él, como si le estuviese acariciando la polla mientras, me miraba con intensidad y pasaba la punta de la lengua por sus labios, el chico se levantó arreglándose el paquete como mejor pudo, se notaba que estaba empalmado, se dirigió al servicio.

Sin pasar dos minutos la chica me hizo señas que me acercara a su mesa. Un poco intrigado decidí acercarme. Hola, ¿te apetecería tomar una copa con nosotros?. Ante este saludo. Contesté pues sí, ¿por qué no?

Siéntate, me senté a su derecha, pues a su izquierda estaba el asiento de su compañero. Desde que entraste nos fijamos en ti y nos gustaría poder pasar tomar una copa y pasar ardiente velada contigo, si no tienes inconveniente, claro. Me dijo.

La verdad es que eres muy atractiva, pero estás acompañada, y no me gusta interferir en medio de una pareja así por las buenas. No quisiera tener problemas con tu acompañante.

No te preocupes por él, estará encantado de que participes con nosotros, creo que le has gustado tanto o más que a mí. Para que lo tengas más claro, somos una pareja que nos gusta practicar el sexo a tres en todas sus variantes, mi compañero es bisex y le gustan tanto las chicas como los chicos, lo pasaríamos muy bien.

Su mano ya se deslizaba sobre mi muslo o comenzó a acariciarlo, sus caricias se hicieron cada vez más intensas e iba subiendo hacia la entrepierna. Se me estaba poniendo la polla morcillona, y terminó de ponerse dura cuando ni corta ni perezosa comenzó a acariciarme los huevos y la polla sobre del pantalón.

Solemos disfrutar mucho con los tríos, verás como al final te va a encantar.

Me está encantando ya, pensé para mí.

Quitó la mano de mi polla y tomando la copa me pidió un brindis, tocamos las copas y tras beber un trago, me dijo: Si estás decidido, ¡acompáñame!.

Se levantó y yo me fui tras ella, pues me había puesto la polla lo suficiente dura como para que solo pensase en follármela. Movía el culo de forma que parecía estar pidiendo guerra, sabía moverse la muy condenada, tenía una nalgas rotundas que se le marcaban bajo la fina tela del traje, que transparentaba la sombra del tanga negro que llevaba puesto. 

Si estaba cachondo, el verla caminar ante mí, ofreciéndome su esplendoroso cuerpo, terminó con las pocas dudas que albergaba sobre si acompañarla o no, se dirigió al guardarropa y yo detrás como un autómata pues no podía apartar la vista de sus nalgas, qué bien movía, la condenada, aquel culo rotundo y hermoso que tenía, aquella visión se bastaba para despertar a un muerto, era digno de ver cómo lo movía, insinuando y provocando. 

Pues, no sólo yo, que iba tras de ella, tenía la vista fija en cómo se movía, por donde pasaba, todos se la comían con la vista, al final me sentía orgulloso de ir tras una hembra de ese calibre que me estaba pidiendo la acompañase para follar como locos.

Retiramos los abrigos del guardarropa y salimos a la calle, se dirigió a un coche que estaba frente a la puerta y abriendo la puerta trasera, me invitó a subir, entre tras ella y nada más arrancar al coche comenzó a acariciarme la polla sobre del pantalon, mientras me ofrecía su boca para que la besase. 

La besé y acaricié sus pechos, mientras ella pugnaba con el cierre del pantalón para abrirlo y liberar mi polla, la sacó fuera del pantalón y tras acariciarla con sus manos, me dijo que quería chupármela, me acomodé en el asiento de forma que me la pudiese chupar sin ningún impedimento. 

Comenzó por pasarle la lengua, desde el prepucio a la base, la lengüeteaba como si fuera un helado, luego comenzó a chupar el capullo. Qué bien lo hacía la condenada, terminó metiéndosela toda en la boca, comenzando a chuparla como un pirulí, desde la base a la punta, cuando llegaba a la punta la exprimía y la sorbía, como si fuese un sorbete, luego se la tragaba toda de nuevo.

Estaba a punto de explotar, cuando noté que el coche se paraba, habíamos entrado en un garaje y ni siquiera me había dado cuenta. Se abrió la puerta y su acompañante me invitó a bajar, intente guardarme la polla pero ella no me dejó, no te preocupes aquí no hay nadie, sólo nosotros. 

Me bajé un poco cortado, pues bajarme de un coche con la polla fuera y goteando a punto de correrme, es algo que no me había pasado nunca, ella se bajó tras de mí y comenzó a besarme en la boca, mientras me acariciaba la polla, su amigo se agachó a mi lado y cogiéndome la polla comenzó a chupármela, cómo chupaba el chaval, parecía que tenía una succionadora por boca, creo que me estaba sacando hasta la médula espinal.

Si sigue chupando me voy a correr, le dije a la chica.

Déjalo descansar un poco, que no se corra todavía. Vamos arriba.

Me guardé la polla dentro del pantalón como mejor pude y les seguí hasta el ascensor. Nada más entrar en su apartamento comenzaron a desnudarme mientras me iban acariciando y besando por todo el cuerpo. 

Mientras ella me morreaba en la boca él me chupaba los pezones, me acariciaba la polla, los huevos, las nalgas, luego acercó su boca a la nuestra y comenzamos a besarnos los tres, mientras se iba quitando la camisa el chico se arrodilló ante mí y comenzó a chuparme la polla, ella se desnudaba sin dejar de besarme y chuparme la boca, la lengua, se bajó a mi polla y se la disputaban los dos, ahora chupa uno, ahora la otra.

No puedo más, me voy a correr, les dije. Aguanta un poco. Dijo ella, mientras me soltaban la polla, me quedé con la polla dando saltos y goteando, mientras se levantaron y comenzaron un ritual de besos en el pecho, la boca, la cara, la espalda, las nalgas, creo que me besaron y chuparon todo el cuerpo, pero procurando no tocar mi polla, evitando que me corriese.

Así nos darás más leche luego.

En esto ya habían terminado de desnudarse, mientras ella frotaba sus pechos en mi espalda y acariciaba mis nalgas él me chupaba las tetillas, me pasaba la lengua por los muslos, por todos lados menos por la polla, no querían dejarme correr. Nunca me había pasada nada parecido, pues estaba deseando correrme, si que con el más leve roce de unos labios o de una mano, me hubiese corrido, pero lo evitaban por todos los medios. 

Ella fue bajando con el masaje de sus tetas a mi espalda mientras me chupaba y me pasaba la lengua, cuando llegó a mis nalgas, comenzó a acariciármelas y abrírmelas mientras metía la lengua buscando chuparme el ojete. Era un sensación indescriptible, me chupaban y acariciaban por todos lados, incluidos los huevos, pero la polla no la tocaban para nada. 

Terminaron rotando sus posiciones ahora ella estaba delante de mí chupando mi boca, las tetillas, mientras él se frotaba contra mi espalda, noté como ponía su polla en medio de mis muslos y con la misma me golpeaba los huevos a la vez que acariciaba mi ojete, me abría las nalgas para que la sintiese en toda su extensión, tenía una buena polla y la sabía usar, se notaba que tenían bastante experiencia en este tipo de relaciones, ya me tenía culeando, deseando sentir ese trozo de carne caliente y dura dentro de mí, pero la falta de lubricación impedía que entrase, no sé cuánto tiempo me estuvieron gozando de esta manera; hasta que ella dijo:

Vamos a la cama.

Entramos al dormitorio era muy amplio con varios butacones y una cama gigante en medio, allí cabía mucha gente, era un dormitorio preparado para las orgías, para disfrutar de los mejores placeres del sexo. La chica se tendió en la cama con las piernas abiertas y nos dijo: ahora me toca a mí, hacedme disfrutar.

Nos abalanzamos sobre ella y comenzamos a chuparla por todos lados, los pechos, los muslos, el sexo, la boca, nos íbamos rotando, pasando de una zona del cuerpo a la otra, a veces coincidíamos en la boca los tres juntos chupándonos e intercambiando saliva.

Me tendieron boca arriba y la chica se sentó sobre mi cara, comencé a chuparle el coño, mientras le metía los dedos y le acariciaba las nalgas y el ojete. El chico se puso tras ella y se la metió en el coño, ver su polla entrando y saliendo del coño que me estaba comiendo, me ponía más a gusto si cabe, yo ya chupaba de todo, el clítoris de ella, los huevos de él, al ver que no me retraía sacó la polla del coño de la chica y me la metió en la boca, chupé su polla, mientras la acariciaba a ella. 

Luego se la volvía a meter, la sacaba y la metía en mi boca, así estuvimos un rato, hasta que ella comenzó a moverse más fuerte, notaba sus contracciones y cómo se apretaba contra mi boca, me restregaba su coño en mi cara, mientras le pedía a su compañero que le diese más fuerte, terminó corriéndose en mi boca, con unos jadeos y unas contracciones que demostraban que estaba disfrutando de una corrida bestial, me llenó la boca y la cara con sus jugos, mientras él seguía dándole cada vez más fuerte, no tardó mucho en correrse, podía notar cómo le metía la polla hasta el fondo del coño, cada vez que le echaba un chorro de leche, las contracciones de sus huevos y con qué potencia le llenaba el coño de leche.

Tras la corrida mutua, se dedicaron a hacerme disfrutar, comenzaron a chuparme la polla a dúo, mientras me acariciaban los muslos, me llenaron de saliva la polla, saliva que sentía bajar por mis huevos y llegar hasta el ojete, donde unos dedos, se dedicaban a meter dentro, cada vez era más la saliva y más los dedos, me estaban dando un gusto enorme, no sé si por la chupada que estaban dando a mi polla, por la saliva que resbalaba por mis huevos o por los dedos que me habían metido abriendo mi culo, ya era demasiado y no pude aguantar más, me corrí a borbotones, me salían los chorros de leche desde el fondo de mi alma, tenían razón cuando me dijeron anteriormente que así les daría más leche, creo que nunca había disparado tanta leche en un misma corrida. Salían los chorros de leche uno tras otro y no paraba, se peleaban entre ellos para saborear mi leche, se la comían toda, pasándosela de uno a otro con su lengua y lamiéndose la cara mutuamente, pues parte de ella había ido a sus caras. Qué fenomenal corrida, realmente valió la pena esperar, disfruté con la corrida como nunca lo había hecho, sentía que la leche me salía de la espina dorsal, como si me estuviesen chupando la médula espinal. 

Tras dejarme seco por completo la chica me llevó a otra habitación, en el centro de ella había una bañera gigante, llena de agua burbujeante, nos metimos en ella y al momento nos estábamos morreando y acariciando, yo chupaba sus pechos, sus labios, su cuello, mientras le acariciaba el clítoris y metía los dedos en su coño, mientas ella me acariciaba la polla, los huevos, dábamos vueltas en el agua abrazados, besando nuestras bocas y acariciándonos.

En esto llegó su compañero y puso su polla entre nuestras bocas, comenzamos a chupársela a dúo, mientas él me acariciaba el culo, abría mis nalgas y me masajeaba el ojete. La chica se sentó en el borde de la bañera y me atrajo hacía ella besándome y pidiéndome que le chupara los pechos y el coño, se tendió hacía atrás dejando su coño abierto ante mi boca, que no me pude resistir a chupar. Su compañero se había dedicado a comerme el culo y lo hacía maravillosamente bien, me abría las nalgas con las manos. 

Mientras metía la lengua y lo ensalivaba estuvo así un rato hasta que comenzó a meter sus dedos en mi culo, primero uno, luego otro, yo seguía comiendo el coño y los pechos a la chica y me decidí a tenderme sobre ella y meter mi polla en su coñito abierto, nada más clavársela levantó los pies y cruzó sobre de mi espalda, en esta postura mi polla entraba hasta el fondo de su coño, pero también me dejaba prisionero a lo que quisiera hacer su compañero con mi culo.

No tarde mucho en sentir que los dedos eran sustituidos por algo más gordo, era su polla que pugnaba por abrirme el ojete y penetrar en mi interior. Al principio, costó un poco e intenté apartarle, pero ella me sujetó mientras susurraba a mi oído: aguanta un poco, que te va a gustar mucho.

Sentí un poco de dolor cuando comenzó a entrar, luego comenzó un vaivén lento, un mete y saca súper lento y acompasado que me empujaba a meter mi polla cada vez más hondo en el coño de ella, que no paraba de besarme y decirme cosas al oído: te gusta, siento tu polla en el fondo de mi, notas cómo te abre el culo...

A estás alturas ya lo que sentía era un placer enorme, tan enorme como la polla que tenía en mi interior, que me taladraba ahora con más intensidad y fuerza, cada vez empujaba con más ganas, lo que hacía que yo le pegase unos embates bastante fuertes a ella, que suspiraba, mientras me apretaba contra de ella y como mejor podía frotaba su coño contra mi pubis. 

No tardé mucho en notar las contracciones de ella, mientras me chupaba y mordía los labios: me estoy corriendo, qué gusto, qué locura, qué placer... mientras yo seguía dándole que te pego y su compañero no paraba de follar mi culo, cada vez lo sentía más adentro, era tanto el placer que me corrí yo también entre suspiros y contracciones comencé a soltar leche en el interior de ella, mientras notaba cómo mi culo se abría cada vez más para recibir tan tremenda polla y tanto gusto como me estaba dando.

Sin terminar de correrme noté como el chico comenzó un mete y saca más fuerte y sentí como los chorros de semen invadían mi interior, fueron tres o cuatro chorros seguidos, acompañados cada uno de ellos de un empujón que me hacía sentir su polla en toda su intensidad, grandeza y grosor, tenía una buena polla, el condenado, y la sabía usar de forma maravillosa. 

Nos desasimos del abrazo y terminamos revolcándonos en el agua los tres, nos enjabonamos mutuamente y en el momento en que consiguieron que se me pusiera la polla dura nuevamente el chico se tendió en el lugar que antes ocupo ella y poniendo los pies en alto me pidió que le follase. 

Era algo que estaba deseando, una pequeña, pero gratificante venganza después de la sabrosa, aunque en sus comienzos algo dolorosa follada que me había dado hacía poco rato. Sin pensarlo mucho, puse la polla en su ojete que estaba lubricado con el jabón que se había puesto y de un golpe le metí más de la mitad de la polla. 

Se contrajo un poco por el dolor que le produje, pero luego tiró de mí y cogiéndome por las nalgas, me pidió que se la metiese hasta el fondo, que lo follase con fuerza, con ganas:

Dame duro, quiero sentir tu polla en toda su intensidad, fóllame..., mientras la chica se dedicaba a acariciarnos y besarnos a los dos, chupaba su polla, sus pezones, lo besaba en la boca, volvía a sus pezones, su polla, mis pezones, mi boca, así estuvo hasta que el chico le pidió que se subiera sobre de su polla y se la metiese. Se sentó sobre de su polla y se la metió en el coñito. 

Luego se tendió sobre él dejando su culo abierto ante mis ojos, era una invitación irresistible y tras acariciarlo con un dedo y un poco de saliva saqué mi polla de dentro de él y me fui a por ella. Puse la polla en su ojete y comencé a empujar, costó un poco para que entrará, pues al tener la de él dentro, se hacía más difícil abrirla, cuando entró la cabeza de la polla, dio un gemido que estuvo a punto de hacerme desistir, pero las palabras de su compañero, me obligaron a seguir adelante: dale con ganas, rómpele el culo, le encanta sentirse llena. 

Y la voz de ella: sigue, hasta dentro, no pares,..., comencé a moverme dentro de ella, primero suave y lentamente, luego con más intensidad, mientras ella se contorsionaba, para sentir las dos pollas a la vez, no tardó mucho rato en ponerse a gemir y contorsionarse como una loca, se estaba corriendo de una forma endemoniada, parecía que le estaba dando un ataque, pero un ataque de placer. Se corrió ella y nosotros casi a la vez, pues al verla corriéndose de esa manera, tan fuerte y tan violenta, me llevó a correrme sin más dilación, podía sentir cómo me exprimía la polla con su culo, cómo lo cerraba y lo contraía alrededor de mi polla.

Desfallecidos nos quedamos dentro del agua unos diez o quince minutos, luego el chico trajo unas bebidas, conectó el yakuzi, nos relajamos un rato y tras una buena ducha me dirigí a buscar mi ropa, la chica salió conmigo y tras ayudarme a buscar la ropa y vestirme me besó en la boca mientras me despedía me dijo: lo hemos pasado fantásticamente contigo igual puede haber otra ocasión. 

Se puso una bata y me acompañó hasta el garaje, se quedó en el ascensor y me dijo que cogiese el taxi que estaba esperando. Subí al taxi y le di la dirección del hotel sin molestarme en mirar o preguntar dónde estaba, pues, la discreción es lo primero en estos casos y el tener el taxi esperando era síntoma de que lo habían llamado precisamente para que no tuviese que estar buscando uno o deambulando por las calles adyacentes en su busca.

He vuelto dos veces al mismo lugar pero no los he encontrado, lo podremos repetir algún día, la verdad es que me gustaría, pero claro no depende de mí solo, ellos tienen la palabra.

Mi Cuñadita


Mi primera mujer fue Camila, y eso nunca lo he podido olvidar. Ahora ya estoy casada y esto da muchas ventajas en cuanto al sexo, los viajes, etc. Mi esposo viaja mucho, y para que no me quedara sola, me asignó como guardián a su hermana Juliana.

Juliana es una bella chiquilla de 17 años, con muy poca experiencia , sus padres, que son fanáticos religiosos la cohiben a morir. Estudia en un colegio de esa comunidad religiosa y sólo para mujeres, tiene un amigo (casi novio) en el colegio de la misma comunidad para hombres.

Como estrictamente religiosos que son le prohiben todo lo que tenga que ver con sexo, es pecado mortal, le dicen. A su novio lo mismo, hasta los besos son pecaminosos según ellos.

Cuando ella llego a mi casa fue una sorpresa, casi ni la conocía, la había visto dos veces con uniforme y una en el matrimonio muy elegante. Me sorprendí al verla en sudadera y mucho más cuando estuvimos en la piscina de la unidad residencial.

Desde ese momento me entraron deseos de hacerle el amor, de recordar lo que habíamos hecho con Camila, pero ¿cómo? Era mi cuñada y bastante inocente, ¿qué hacer?

Decidí observarla y facilitarle los libros de la Pareja y la Sexualidad así como los videos educativos que tenemos mi esposo y yo. Pero debía hacerlo con mucho cuidado, tener mucho tacto.

Una vez que salía del baño me puse a leerlo en mi cuarto, ¿qué lees? me pregunto, ah , educación sexual, Pero vos sos casada. Y ¿que? Más debo aprender. Y le metí mi primer veneno : Como me case sin saber mucho, ahora debo aprender bastante para que no se me aburra el flaco, je, je. Ella se sonrojo, pero tomo el libro y lo miró, le dije. Aprenda que usted está en edad... Pero en el colegio... nada, yo sé cómo son allá, pero no les vamos a decir nada. Ok..., OK., me respondió.

Te lo dejo en tu cuarto, el tomo I, para que empieces cundo quieras. Ok, Ángel (así me llama).

Esa tarde le dejé el libro junto a la cabecera de la cama, así que después de cenar se fue tempranito a su cuarto, ya me lo sospechaba . Sentí que se lavaba los dientes y encendió la lámpara de la cama. Como estaba viendo TV. La sentí ir al baño varias veces. No le dije nada

Al día siguiente como si nada, pero estaba más contenta antes de ir al colegio. En la noche, lo mismo, después de hacer unas tareas, se fue temprano a acostarse.

Al día siguiente en la noche me pidió el tomo dos, aproveché para decirle , lo que quieras preguntar sólo dime, se sonrojó otra vez.

Pegué la oreja a la puerta pero sólo oía el movimiento de las paginas del libro. De verdad estaba muy interesada.

Como sabía de su temor a la oscuridad quise hacerle una broma y me hice la que iba al supermercado al ratico fui y apagué los interruptores de la luz. Quedó a oscuras y sentí el grito, no obstante me escondí un ratico y volví, ¡Juliana! ¡Juliana! Qué pasó, me contestó casi llorando, ¡se apagó la luz...!. ¡Espera!

Busqué los interruptores y encendí la luz, ella me buscó y me abrazó, le sequé el par de lágrimas. Después de consolarla le recomendé, tomemos una ducha que está haciendo calor. Ella fue primero y luego yo, de verdad me sentí fresca.

Más tardecito sentí que me buscaba, no quería acostarse sola, eran las 9 y media y no se había acostado, generalmente lo hacía a las 9. Le dije, si tenés miedo dormís conmigo. Sí tenés ¿verdad? Sí Ángel, anda y busca tus cosas... el corazón me latía a prisa, no sabía qué hacer.

Ya en la cama, le dije ¿qué tal los libros? Se tapó la cara y me dijo "muy interesantes" Si te dije que hasta yo tenía que aprender. Sí pero uno no se imagina haciendo eso... ja, ja, estás muy joven además en el colegio te enseñaron que el sexo es pecado... en el libro es lo primero que dice que eso no es pecado ni nada de eso... AH ya estas aprendiendo algo. Mira, para que no digas no te imaginas eso te puedo mostrar uno de los videos, eso sí, no se lo digas ni a tu hermano. Ahí puedes salir de la duda. ¿Ok? ¡Ok!

Espera traigo algo para que nos sintamos más cómodas, y encendé el VHS. Traje el primer video de introducción mostrando los genitales y las diferencias sexuales. Y además traje una botellita de vino chileno deliciosa junto con dos copas.

Ella miraba curiosa y algo excitada, yo no podía evitar observarla, estaba súper excitadísima pero tenía que calmarme. Cuando terminó el primer capítulo la mandé por hielo, para adelantar un poco la cinta. La coloqué justo antes de una escena de caricias que termina en hacer el amor. Mientras disfrutaba la escena se apuró su copa como si fuera agua, no podía separar los ojos de la pantalla, hasta vi como movía las piernas abriéndolas y cerrándolas, en clara señal de excitación.

Después de la escena, le dije, ahora hay que dormir... ¡Ahhh, que pereza..! Mañana vemos más, ¿te gustó? Sí, interesante. Ya no te da pena, ¿verdad? No, seguro que no. Mañana vemos más, OK. . Apagué todo y me hice la dormida, pero juro que una vez ella se durmió me tendí en la alfombra y me masturbé como loca, pensando en ella y cuidando de no gritar para no despertarla...

Me acosté, y ella , instintivamente se recostó en mí. En medio de esa dicha me quedé dormida.

Al día siguiente estuve bastante atareada, pero busqué el cassete sobre la masturbación era necesario darle un empujoncito a mi Julianita. Esta vez, y aprovechando que era viernes, preparé vodka con zumo de naranja... Mientras lo preparaba se me ocurrió buscar un video más real, busqué uno que tiene una escena donde una muchacha de unos 17 se hace una deliciosa pajita, en una escena como de 10 minutos. La dejé lista, por si ella preguntaba más detalles. Para estar más seguro, le pregunté por la tarde, ¿necesitas toallas sanitarias? Voy al súper, ¡NO! No me viene hasta dentro de 15 días. ¡OK! Todo bien.

Después de que estuviéramos listas ella fue rápidamente a mi cuarto. "Bueno Julianita, ahora vas a ver una de las cosas más importantes de la sexualidad, la autoestimulación erótica", "escucha la importancia que le dan." El narrador empieza haciendo una introducción donde habla de las maravillas de la masturbación como preparación para el orgasmo en pareja, a medida lo veíamos le daba más vodka a Juliana, hace calorcito, me dijo, ¡fresca! Quitémonos lo de arriba y nos quedamos en brasier. Ella empezó a observar curiosa y apuraba el vodka, la chica del video educativo hacía un simulacro de masturbación que no convencía, mostraban vibradores y otras cosas , pero todo fingido. Ella lo notó, "pero no muestran bien" me dijo, tranquila que si no yo te explico. Pero no me sentía con fuerzas todavía y seguí mi plan. La envié por hielo. Mientras cambiaba el casette. Cuando ella volvió le quité la pausa, "siéntate que ya van a explicar bien" , OK, y ella se apresuró. La escena es deliciosa, sin apuro muestra como ella comienza acariciándose, desde el cuello, pasando los senos y el vientre ,y termina en un delicioso orgasmo que la hace estremecer y gritar...

"¿Así se siente de fuerte?" Sí, Juliana, pero , ¿no hay peligro de lastimarse? No si lo haces delicadamente. Espera y apago el VHS. Para contestarte. Apagué y vino la avalancha de preguntas mientras le servía más. Pero dime la verdad. ¿Qué? ¿Vos sí lo has hecho? Claro Juliana... y ¿sí se siente así como muestran? Sí, probalo y verás. Mañana lo pruebo... Pero ¿de verdad no se lastima uno? No Julianita... Interminable.

Ok, acostémonos y mañana lo probás ¿Ok? Sí ¿OK? Estaba que ardía de deseos pero no me atrevía, estaba que me abalanzaba sobre ella, pero temía su reacción.

Decidí acostarme, ella se tendió en el otro lado... Me quedé dormida un momento, y me despertó un movimiento de las cobijas, ella se movía para un lado y otro, y le notaba una mano entre las piernas: este sentimiento me paralizo casi totalmente, mientras trataba de ver bien qué hacía. Esperé un poco y cuando pensé que ella ya estaba resuelta estiré mi brazo y le toqué la espalda, "hacelo bien" le dije, y ella brincó del susto, "Yo ¿qué?" No, no te de pena, bobita... y comencé a acariciarla suavemente, yo te enseño, para que podás dormir. ¿Sii? Sí, Julianita.

Le comencé a quitar el brasier, despacio, "tócate los senos, como la chica de la pelicula" suavecito, qué delicia sentía a medida que se los iba tocando... qué piel tan suave...

Mis manos recorrieron su cuerpo, suavemente tratando de guiarla ... Le quité los pantis y le coloqué la mano en su sexo, y comencé a movérsela suavemente. Suavemente mientras la sentía respirar fuerte... y hacía todo el esfuerzo por no besarla...

Le comencé a acariciar junto con su mano, y comencé a acariciarle los senos, ella se dejaba, le sentía húmeda su cuquita, tierna, dulce, ... Busqué su clítoris y ah sorpresa, se sentía grandecito ya durito por la excitación. Julia, le dije, acaríciate aquí, suavecito, ella lo hacía y se estremecía. Cuando comenzó a mover las caderas y a gemir, comencé a besarle los senos. Ella gemía más y más, gritaba de placer, poco a poco fui bajando, por el ombliguito, mientras le acariciaba ese clítoris delicioso, llegué a su nidito, le abrí las piernas y ella me empujó instintivamente la cabeza contra ella. La lamí unos dos o tres minutos y sentí cómo se soltó en su primer orgasmo... Delicioso... terriblemente fuerte y delicioso...

Esperé a que se recuperara acariciándola en los senos y la cara... ¡Ahhh delicoso! Me dijo, volví a besarla ahora con más ganas , fueron no sólo uno sino 6 orgasmos que le hice tener... Ella a mí me acarició y me hizo tener dos pero no quiso lamerme allá, por pudor...

No te preocupes mi amor, tu educación apenas está empezando...

Fantasía Brasileña



En la playa la mañana era inmejorable. La sensación de placer era constante desde que habíamos llegado a pasar una semana de vacaciones. La temperatura del aire en combinación con su suave brisa, producía en nuestros cuerpos una sensación que podíamos comparar a la que se siente cuando rozan tu piel con los dedos casi sin tocarte.

Estábamos tumbados en la arena medio dormidos tomando el sol cuando llegaron Naí, Elena y Shu, como días anteriores después de salir de la escuela. Se pusieron delante de nosotros cerca de la orilla.

Nuestras chicas acababan de comenzar el paseo que todos los días les llevaba a recorrer la playa durante algo mas de una hora, dejándonos solos con las mulatitas, con las que cada día ganábamos más confianza, obsequiándonos mutuamente con prolongadas miradas y sonrisas.

Hoy nuestras amigas parecían dispuestas a provocarnos sin rodeos, tocándose sus pechos y culitos al tiempo que nos miraban y se interesaban por nuestra estancia en la villa.

Pronto Naí tomó la iniciativa cambiando de posición en su toalla quedando ahora cabeza hacia el mar y sus piernas hacia nosotros. Después de los primeros instantes en los que se tocaba el pubis por encima del bañador, cogió una lata de cerveza, la abrió y se la derramó en su conejito apartando su tanga con la otra mano para que la cerveza mojase directamente su sexo, mostrándonos claramente toda la operación.

Pepe y yo nos miramos, para asegurarnos que realmente lo estábamos viendo y no soñando. Una vez comprobada la autenticidad de tan agradable visión, seguimos disfrutando de la película que nuestra joven y exuberante mulatita nos ofrecía.

Una vez vaciado todo el líquido amarillo de la lata, deslizó sus dedos por su húmedo chochito arriba y abajo, centrándose posteriormente en un movimiento circular sobre el clítoris.

Ante tal numerito nuestros bañadores experimentaron un crecimiento central, asunto del que se percataron las niñas riéndose y ofreciéndonos más espectáculo. Se levantaron, dirigiéndose a la orilla del mar. Una vez allí se tumbaron boca arriba y, desprendiéndose de la parte superior de sus bikinis, jugaron con la flotabilidad de sus tetas medio sumergidas en el agua.

Durante unos minutos, Pepe y yo seguimos los movimientos de seis nuevas islas surgidas en la orilla, lo cual nos ponía cada vez más cachondos. Después de unos comentarios calientes decidimos sentarnos junto a ellas con la esperanza de que el agua aplacara nuestros mástiles. Una vez en la orilla, ellas seguían con sus juegos sin cortarse lo mas mínimo por nuestra cercanía, más bien al contrario intensificaban sus voluptuosos movimientos mientras miraban los bultos de nuestros bañadores, tocándonos con sus miradas. Después se acercaron y cogiéndonos de las manos nos llevaron hacia el interior, buscando aguas más profundas donde sus manos pudieran tocar nuestras pollas sin que se viera desde la playa.

Al tiempo que nos toqueteaban, nosotros empezamos a acariciar sus culos, pubis, cinturitas y todas las partes de sus cuerpos que el mar tapara, excitándonos cada vez más mientras hablábamos como si nada estuviera sucediendo. Pasados unos minutos, dos de ellas se sumergieron y comenzaron a realizarnos una mamada.

Aquello era sublime y lo hacían con una maestría oriental. De minuto en minuto subían a respirar, bajando rápidamente a continuar la misión que se habían impuesto.

Y como todo lo que bien empieza bien acaba, sus chupadiñas provocaron sendas descargas de semen en esas aguas costeras de Brasil, justo cuando ya se acercaban nuestras chicas después de su paseo mañanero. Nosotros quedamos de maravilla y las mulatitas encantadas de practicar uno sus juegos preferidos.

Caribe


El sol hace horas que se asoma sobre el azul horizonte que enfrenta a la inmensidad del cielo y el mar con los edificios descuidados y descoloridos que sin duda han conocido tiempos mejores.

Eva y Pamela tomaban el sol en la interminable playa de arena blanca, de arena de mármol molido, las dos solas como tantas veces, esperando despreocupadas y desocupadas la llegada del resto de los chicos de su pandilla. Es domingo, eso les ha permitido bajar antes a la playa. No diré que tienen una especial obsesión por ponerse morenas, pues no tienen el problema de mal color en la piel: Eva es mulata, y Pamela es morena.

Eva y Pamela se conocen desde siempre. Viven en el mismo barrio ruinoso desde toda la vida y han jugado juntas desde siempre, Son sus respectivas mejor amiga. Lo saben todo la una de la otra, pues todo se lo cuentan. Son como hermanas, y de hecho, se llaman la una a la otra "prima".

Eva, la más morena, tiene ahora veintiún años, es de corpulencia mediana, pelo rizadísimo y largo, huelga decir que tiene unos ojos negros, y los labios carnosos y sensuales. La dulzura de su cara le hace tener muchos pretendientes en el barrio, pero ella se saber guardar para el hombre que le de una vida buena. Sus pechos son grandes y sus muslos en consonancia. Huelga decir que sus piernas son largas y su culo hermoso, bien hecho, de carne maciza. Pamela tiene la piel más clara, y sus dieciocho años están muy bien aprovechados. Es básicamente muy parecida a Eva, salvo que es más bajita, sus rasgos están menos desarrollados, ni el pecho es tan grande, ni los muslos tan gordos, ni su culo tan hermoso. Tiene en cambio un porte más elegante que Eva, que le gana en cambio en exquisita sensualidad.

Llevan las dos los bikinis de hace unos años, ya descoloridos, pero la economía no da para comprar trapos todos los años. Trabajan pero la escasez es mucha. Su sueño es que algún día un extranjero se enamore de alguna de ellas y se la lleve a Europa, o a Norteamérica. Mientras tanto, no les avergüenza decir que a cambio de bastante dinero, para ellas, han cumplido su sueño, y el de algún turista cincuentón, al menos por una noche. Son cosas de la vida y de la economía.

Charlan las dos divertidas, cuando Eva le hace caer en la cuenta de una figura elegante, de traje color vainilla y sombrero blanco que avanza por la orilla del mar. Usa un bastón, parece, en el que no se apoya. Se va acercando y va tomando forma y llega un momento en que la ilusión por el galán se convierte en una decepción al adivinar las arrugas sobre la cara que delatan la avanzada edad del figurín. ¿Sesenta? ¿Setenta?, especulan las doncellas.

El viejo saluda a las chicas con una simpatía y caballerosidad y se las queda mirando, observándolas como una obra de arte, observándolas de manera insistente, provocadora. Eva y Pamela se sorprenden y se incomodan, Pamela salta por fin y le pregunta al viejo qué carajo quiere y el viejo le responde que mirarlas por el momento .

Y qué carajo quiere mirar. Pues a dos bellas señoritas que toman el sol en la playa, que lucen más que el sol y cien mil galanterías más que salieron por la boca de aquel experimentado seductor que finalmente provocó la hilaridad de las chicas que empezaron a coquetear con el viejo galán.

El viejo era de palabra fácil y eso les gustaba a las chicas, que se sorprendían por las salidas ingeniosas del admirador y por su sentido delicado y poético. Pero el galán daba dos pasos hacia delante y otro hacia detrás y empezó a hacerle proposiciones.

Que si nos tomamos un café, que si les invito a comer, que si alquilamos un carro y nos damos una vueltecita por la ciudad, que si se vienen, que si se lo pago todo, que si luego les doy más. Las chicas sabían que eso equivalía a un ofrecimiento para prostituirse y aunque el galán en este caso era peor de lo que otras veces se les había insinuado, ganaba en elegancia, en modales y en cien mil cosas más que al último turista italiano, que encima pretendía sodomizar a Eva, y que al final, ni mojó ni pagó.

Bueno, se dijeron, bueno, le dijeron al viejo. Se fueron las dos. Era una costumbre que habían tomado en su corta experiencia, pues hay que insistir que las chicas sólo accedían a complacer a los caballeros de vez en cuando, para evitar problemas, pues así una sabía en que hotel se metía la otra y se ayudaban a calar al sujeto y más de una vez le había dejado colgado en un bar mientras ellas se escapaban tras salir del servicio donde ambas habían mantenido una charla decisiva.

Las chicas se vistieron ante la atenta mirada de su conquistador, que observaba cómo el pantalón corto vaquero engullía los cuerpos. Y así salieron de la playa, con el viejo en medio, agarrándolas de la cintura y preguntándoles el nombre. Tú, Eva y tú Pamela. Veréis qué bien nos lo vamos a pasar.

Cumplía el longevo Don Juan sus promesas y pasearon en un carro enorme que el señor llamó con un gesto elegante que fue entendido a la perfección por el conductor. Los tres se sentaron detrás. Las chicas en las ventanas y el viejo en el medio, acariciando los muslos calientes de las chicas que miraban por la ventana y hacían comentarios como si estuvieran en París.

Comieron delicias, manjares deliciosos, frutas que no conocían, mariscos de los que no habían oído hablar, manjares que hacía lustros que habían desaparecido de los mercados de abastos. Tomaron un cóctel en el mejor café de la ciudad, ante la mirada ávida del resto de los hombres, de los que pasaban a pie, de los que paraban sus coches, de los que miraban desde el otro lado de la calle. Al primer cóctel siguió otro, y luego otro.

Pamela era la más indiscreta y le preguntó al anciano que para cuándo pensaba dejarlo, pues ellas eran dos niñitas, le dijo en plan sarcástico y no podían llegar a la casa más tarde de las ocho. -Bueno, yo creo que de aquí a las ocho habré acabado con las dos-¿Con las dos? - Pamela y Eva se echaron a reír- Sí, con las dos,.- Bueno, entonces tendrás que darnos el doble...- Introdujo Pamela esta coletilla para sacar un tema tan escabroso.

-El doble--¿De cuanto?.- De veinte dólares.- ¡Carajo! ¡Sí que os cotizáis caro! Os daré el doble... de cuarenta dólares.- ¡Hecho!.- Las chicas siguieron riendo sorprendidas por la generosidad del viejo y por su ambición.

-¡Vaya!, parece que al señor las fuerzas no le van con la edad.- El viejo sonrió maliciosamente.

Se dirigieron hacia el hotel de los sueños, el hotel donde se hospedaban las personas con las que ellas soñaban con emparentar, de la mano de un viejo, que dijo ser su tío, tras dejar diez dólares en la mano del recepcionista que extrañado preguntaba quiénes eran las guapas señoritas

Subieron a la habitación por unas escaleras alfombradas, como las de aquella película, Lo que el viento se llevó, pasaron por un pasillo inmenso e interminable y llegaron a la habitación. Una habitación palaciega, de cama más ancha que larga de lámparas de araña, de armarios tallados, de suelos de mármol, de cuarto de baño de sueño, con grifería dorada, con cortinas en las ventanas, transparentes, como el velo de una novia.

- Duchaos mientras pido unas botellas de champagne muy frío, mientras me acicalo. Duchaos las dos a la vez , que si no vamos a perder mucho tiempo.- Las chicas obedecieron sonrientes. Se desnudaron en el baño pero no se atrevían a quitarse los bikinis hasta que no se lo pidió el viejo. Allí estaban Eva y Pamela, las dos, desnudas y las dos mirándose por primera vez, sorprendidas la una de la otra. Las dos se metieron en la ducha y las dos recibieron el agua templada, y utilizaron aquel jabón oloroso, delicioso, que hacía espuma,

-Dale en la espalda Eva, que ahí no llega ella sola... Dále tú ahora, Pamela. - El viejo ordenaba con voz alegre. Se ducharon rápido. Se aclararon el jabón del cuerpo, de la cabeza , y las dos desprendían un olor que las hacía sentirse más hermosas.

El viejo se sentó en un sillón comodísimo, y dijo -¡Hale, ahora a joderos la una a la otra! Las chicas no esperaban aquello. Cómo se iban a joder la una a la otra. Qué era aquello. Se negaron en rotundo. Fue Pamela la primera que habló para llamarle al viejo pendejo y otras maravillas que en nada se correspondían con las maneras con que el viejo las había tratado.

El viejo sonrió y ni se inmutó. Sólo dijo. El doble de sesenta dólares... Carajo, había que pensárselo. Era el sueldo de varias semanas. Dudaron. El doble de ochenta dólares.-

Bueno, aceptaron. No podían rechazar esa oferta. El viejo las dirigió al principio. -venga, bésense...con más ganas.- Ninguna de las dos había probado nunca los labios dulces de una mujer. Sus labios se sellaron. Se besaron como si ambas estuvieran besando a un chico. Se miraron tras el primer beso para descubrir confusas la cara de su amiga de siempre. Sus cuerpos se arrimaron y se abrazaron y las toallas cayeron al suelo por la fuerza de la gravedad y unos estironcillos que pegaba el viejo con la fuerza de la edad.

Sus senos se fundieron y ambas sintieron la suavidad de la piel de la otra, el calor de sus senos, la dulzura de la carne tierna, los pezones erizados que sobresalían como un grano de café en un baso de cacao. Unos pezones negros.

El viejo les pedía acción y Eva decidió coger el pecho de Pamela tiernamente. -¡Más ganas!...¡Carajo!...¡Más ganas!. Eva bajó su boca de labios rosas hasta los senos de Pamela, que se los ofrecía sin moverse, sin inmutarse aparentemente, pero sin oponer resistencia. A Pamela le excitaba la suavidad con que Eva le lamía los pezones, como si fuera un gatito que lamía leche. Le excitaba el áspero contacto de su lengua, le excitaba la visión de aquella mano, de piel más negra que la suya. Eva, por su parte lo hacía sólo por el dinero, pues ella se consideraba pasiva y lo era.

En efecto, Eva dejaba que los chicos fueran los que llevaran la voz cantante, los que la ordenaban que les hiciera una felación, los que le bajaban las bragas y los que se ponían encima para descargar sobre ella todo su semen.

El champagne llegó de la mano de un mozo que no pudo pasar del pasillo. El viejo cogió la botella, el depósito de hielo y las tres copas y las llenó, interrumpiendo a las chicas, para las que aquello fue un respiro. Bebieron desnudas, dos copas de champán. Fumaron un cigarrillo que el viejo les ofreció, aunque él no fumaba, por el pecho, toc toc... y se tocaba el lado del corazón.

Cogieron las dos chicas un puntillo y volvieron a lo que habían dejado. Las manos de Eva acariciaron de nuevo los pecho de Pamela y sus bocas se fundieron. La lengua de Eva penetró la boca de la mulata.

El viejo no estaba satisfecho. -No, no, no...aquí hay que organizarse... os voy a explicar...Tú Eva serás la mujer hembra... ya sabes, bueno. Y tú, Pamela serás la mujer macho. Sí... Tú, Eva, la tienes que calentar y seducir...Y tú, Eva... cuando estés caliente...vas y te la follas...-

Ahora Eva tenía más claro lo que el viejo quería, pero comprendía que le tocaría la parte más de aguantar, la más pasiva. Pamela no estaba dispuesta a aguantar aquello, pero Eva le dijo que pensara en el dinero.- El viejo intervino: -El doble de cien dólares.-

Eva volvió a lamer los pezones de color cacao de Pamela y pasó su mano inexperta por el sexo cubierto de vello negro, de vello fuerte pero suave, más suave que el de los hombres, más suave que los suyos. Y tocó el sexo de su amiga, más suave que todo lo que nunca había tocado.

Llevó a la impasible Pamela hasta el borde de la cama, en la que la sentó y se inclinó de rodillas hacia ella, recorriendo con su lengua una distancia que le pareció inexistente, hasta las ingles de la mulata, que se abrió de piernas al ver la trayectoria de la cabeza de Eva.

Pamela no podía pensar que su amiga se atreviera a hacer aquello por el dinero. Ella que siempre había sido mucho más escrupulosa. Sentía sus labios sobre la cara interior de los muslos y los dientes clavarse ligeramente y la lengua, cálida, lamerle.

Y sentía la mano de la melana Eva, posarse sobre su sexo, tímidamente, pero cada vez más convencida, hurgando entre los entresijos de la cabellera rizada que cubría su sexo, buscando un resquicio por donde romper su tirantez, hasta encontrar el clítoris, orgulloso y desafiante como la propia Pamela.

Eva tomó el clítoris entre sus dedos y puso la palma de su mano sobre el sexo de Eva. El botón del sexo aparecía entre sus dedos, rosa, brillante. Lo lamió como si fuera un pirulí. Sintió a Pamela tensarse y notó que colocaba su mano sobre su cabeza. Pensó que Pamela empezaba a dejarla de tratar como una traidora.

Pamela comenzó a sentir la excitación de la situación y obsequiaba con su miel a Eva, que se embadurnaba la palma de la mano con su flujo. Eva agarró ambos muslos de Pamela y la tiró hacia detrás, abriéndole las piernas todo lo que podía y lamiendo el sexo de la mulata en toda su longitud, con su lengua extendida totalmente, lamiendo su miel, que se mezclaba con la sensación algo electrizante de los rizos del vello de Pamela.

Pamela comenzó a sentir el calor, la excitación, la sensación en el vientre de querer romperse, la sensación en su sexo de querer aplastarse contra la cara de Eva. Las piernas aflojadas, los pezones como encendidos con el fuego del deseo. Se corrió en silencio, pero no pudo, por más que quiso, reprimir sus movimientos y toda la furia reprimida por intentar ahogar sus gemidos se fue en apretar su sexo contra la cara de Eva, a la que obligaba a permanecer así porque ya no sólo depositaba su mano sobre su cabeza, sino que ahora le agarraba de un mechón de pelo y tiraba de su cabeza contra su sexo.

Eva recibió el orgasmo de Pamela con satisfacción y con alivio, pues como ya hemos dicho, ella era pasiva. Pero no pudo evitar cierta excitación por ver a su amiga disfrutar del orgasmo. Deseaba que Pamela cumpliera su parte de trato.

El viejo permanecía sentado en el sillón mirando sin pestañear, y sin abrir la boca hasta que les recordó a las chicas que aún había una parte del trato. Pero... ¿qué entendía el viejo por joder?. Pues eso, joder era que igual que los hombres poseían a las mujeres metiéndoles la pichita, ella le tendría que meter algo. Por ejemplo, el dedo.

Ahora le tocaba a Pamela. Eva se sentó sobre la cama y Pamela se puso de rodillas entre sus labios, La besó en la boca, para decirle que la quería, que no le haría daño, que la perdonara, que lo haría con cuidado.

Pamela puso sus manos sobre las piernas de Eva mientras le mordía el cuello, mientras le besaba la clavícula, mientras besaba su pecho por debajo de la axila, mientras recorría con su lengua las aureolas negras del pezón, mientras mamaba de su pecho como si fuera un bebé.

Las manos de Pamela comenzaron un recorrido de aproximación hacia el tesoro que se escondía al final de ellas, entre la espesa vegetación del vello fuerte de Eva.

Sintieron el calor del sexo de su amiga, la fortaleza de su vello, y al final, la suavidad y la humedad de la parte baja de su vientre, que aparecía rosa, como una fruta madura que enseña el interior de su fruto. Como un auténtico higo que se muestra rosado en su interior tras su exterior de color negro.

Pamela tanteó y le costó atreverse a introducir su dedo corazón, como una higa, levemente en el sexo de Eva. Pero el dedo aprendió pronto su camino, y una vez que entró, no podía estar sin visitarlo de nuevo, cumpliendo con todos los protocolos de la puerta que se estrechaba primero para dejarle el paso franco después, para intentarle cerrar el paso una vez en su interior. Pamela descubrió todo el poder de aquel su dedo en el cuerpo de su amiga.

El dedo de Pamela se combinaba con la boca ávida de leche imaginaria. Eva se sentía penetrada por su amiga y se abandonaba al placer que le producía la sensación maternal de darle su pecho por un lado y la posesión descarada de su sexo por el dedo de una mano femenina, inmensamente femenina y delicada.

Eva no tuvo reparos en soltar sus gemidos y agitarse en la cama mientras Pamela, orgullosa sin saber por qué, observaba y remataba su faena .

Las chicas quedaron así un rato y tras descansar unos segundos hicieron además de irse.-¿Cómo?¿Ya se van? .- El viejo aún quería más. - ¿De verdad crees que la has tomado como un hombre?.- . Se inició una discusión. Que sí, Que no. Que me pagues y me voy , que te pago pero no te vas. Que cuanto te doy , que qué más quieres.

El viejo miró la botella de champagne. Era una botella de 750 ml, de esas que tienen un cuello interminable, que se van ensanchando poco a poco..- ¡Tú estás chalado!- Dijo Pamela al fin. El viejo contraatacó.- ¡El doble de ciento cincuenta dólares!- Ni hablar - ¡Cuatrocientos dólares! ¡Como estos, míralos!-

El viejo se sacó una manojo de billetes y los puso sobre la cama. Sí allí había desde luego cuatrocientos dólares.- Eva llamó a Pamela y le pidió que la penetrara con aquello, mientras le acariciaba la cara. Pamela besó la mano de Eva.

Eva se puso a cuatro patas delante del viejo, puesta de lado pero un poco escorada. Esperaba que Pamela introdujera aquello de un momento a otro. Pamela ya estaba de rodillas con la botella puesta como un gran falo, a la altura de su sexo. Desde un espejo pudieron ver que el viejo se había sacado la verga, de un tamaño bastante apreciable, tersa y empinada, como si fuera un jovencito.

Pamela colocó la punta de la botella entre las piernas y no comenzó a presionar hacia dentro hasta que no vio como desde abajo y entre las piernas aparecía la mano de Eva dirigiendo la operación. Comenzó a presionar y a ver como aquello desaparecía dentro de Eva, mientras ella arqueaba la espalda.

Pamela introdujo bastante la botella, y entonces empezó a meterla y sacarla con lentitud, despacio. Despacito. El viejo las miraba desde el otro lado del espejo y Eva le apartaba la mirada, pero Pamela lo miraba como enojada.

El viejo expresó su último deseo.- Muévete... más deprisa... mueve las caderas.- y el mismo empezó a moverse espasmódicamente y a eyacular como si su pene fuera un volcán en erupción. Y Pamela cumplió con su capricho y comenzó a mover sus caderas ampliamente y a introducir la botella sin control, porque Pamela deseaba ahora causar el máximo placer a Eva, deseaba vaciarse en ella, llevarla a la extenuación.

Eva sentía aquello dentro, penetrarla como si fuera uno de esos chicos de la playa, uno de esos que sólo pensaban en poseerla, uno de esos machos sementales. Le pidió a Eva que se serenase, pero sin tener respuesta. Sentía que le llegaba, sentía que estaba próximo, que si seguía así se correría. Puso su mano sobre sus pezones. Puso su mano sobre su clítoris y al final le llegó.

Pamela sentía a Eva retorcerse de placer. Pensó qué era lo que le estaba haciendo a su amiga. Se arrepintió, se avergonzó. Dejó que se corriera con su miembro improvisado, siguió moviéndose hasta que Eva no dejó de moverse y gritar, hasta que sus codos no dieron en tierra y se volvió hacia Pamela para mirarla, pidiendo una explicación o al menos una caricia.

Pamela le sacó el cuello de la botella con cuidado y miró al viejo. Se había quedado como dormido, como lelo, tal vez muerto, tal vez sólo agilipollado. Se apremiaron en vestirse, Pamela agarró el dinero y salieron de la habitación, del pasillo, del hotel, de la avenida y no miraron atrás hasta que llegaron a un sitio apartado cerca del barrio. Contaron el dinero avergonzadas. Cuatrocientos treinta y dos dólares, doscientos dieciséis para cada una. Adiós. Adiós.

Pamela deseaba hablar con Eva, pero no se atrevía. Habían pasado varios días. Cómo iba a mirar a la cara a la chica en la que se había corrido en la cara, a la que le había masturbado y a la que se había follado salvajemente. Pues no tenia más remedio que verla.

Se acercó a la casa. Ahora estaría sola. Se la encontró llorando y se secó las lágrimas al verla. No quería que la viera así. Eva creía que se había enfadado con ella. Pamela pensó lo mismo. Nada de nada. Se abrazaron. Pamela sintió en su cuello el pelo rizado de Eva y el perfume de su cuello, y calor de su sangre. Le excitó

Luego siguieron hablando. Eva se desenvolvía por la cocina con un pantaloncito de deporte que mostraba sus muslos. Debajo de la camiseta blanca no llevaba nada, sus senos se movían libremente. Se dio la vuelta para agarrar un plato que había sobre la mesa y se encontró con la boca de Pamela, que la esperaba ansiosa de fundirse de nuevo con ella.