viernes, 23 de febrero de 2018

Mi esposa y mi fantasía 1



Soy un hombre profesionista, de 34 años, hombre que ha tenido la oportunidad de viajar por todo México y parte del extranjero, permitiéndome con ello tomar la vida de una manera distinta a la mayoría. Me gusta mucho la lectura y ella me ha enseñado a liberar mi mente, mis criterios y decisiones (los libros son considerados las llaves de la libertad).

Mi esposa Mary, mujer de 27 anos de edad, poderosamente sensual, coqueta y de excelente cuerpo. Es bajita de estatura (1.58 m) pero con unas curvas más que perfectas para satisfacer la mirada de cualquier hombre, sobre todo al latino que como todos saben, gusta de cuerpos curvilíneos, delineados y bamboleantes (rítmicos), y no los cuerpos parejos, sin movimiento sensual y rígidos. Para el hombre, un buen cuerpo hace que la ropa se vuelva curva tras la tela y una mujer que explota su vestimenta para lucir su cuerpo es una mujer de decisión. 

El vaivén de las caderas de Mary, la exposición orgullosa de sus senos bajo escotes atrevidos y su coquetería natural, resulta ser el símbolo más femenino de ella.

Mary, como les he dicho, posee un cuerpo delicioso y tal vez parezca repetitivo con las demás historias que han leído, pero en este caso, les puedo asegurar que la descripción de ella, es verdadera.

Todo sucedió después de haber cumplido tres años de casados. Cualquier lector de esta sección, casado sabrá que ahora en día el apetito sexual dentro de los matrimonios, se acaba peligrosa y rápidamente lo que motiva que el hombre o mujer, tengan sueños con más y variadas fantasías sexuales. La mujer es más reservada y eso lo entendemos ya que es su naturaleza; al ser la mujer más reservada, conserva en silencio sus fantasías y aun llega a negarlas frente a su pareja. El hombre tiende más a hablar sus fantasías y planteárselas a su mujer.

Por ello, Mary, siendo una mujer deliciosamente atractiva, despertó desde el noviazgo, un deseo sexual en mí, que incluso podría rayar en lo lujurioso, ya que su cuerpo me incitó a desearlo y verlo lucir tras ropas atractivas en un principio y cada día más, recortar el tamaño de la misma hasta casi desear verla exuberantemente provocativa: minifaldas, escotes, zapatillas altas, tanguitas, y prácticamente prohibirle usar brassiere y medias en sus piernas, de forma tal que al usar minifaldas, sienta la libertad de no traer nada debajo que le limite la visión de sus prendas íntimas.

Mary se acostumbró a vestir de esa forma y además al salir conmigo a distintos lugares, ha visto que es normal ver a varias mujeres vestidas así, lo que provocó que hasta ella, busque la manera de vestir más atrevida que otras mujeres.

El morbo de verla más atrevida y hasta exhibirse entre la gente nació desde un día que la vi sentada, frente a unos cuatro jóvenes en el restaurante, ella con minifalda y un gran escote. Al regresar yo del baño, logré ver debajo de su minifalda, su tanguita a la vista, resaltando lo blanco de la tela. Ella no se inmutaba de exhibirla tal vez por no darse cuenta o porque le gustaba. Sentí unos terribles celos pero a también un deseo bestial.

El morbo de sentírla con otro hombre nació cuando un día revolcándonos sexualmente en el carro después de salir de una Discoteca, en mi mente no se desaparecería la imagen de ella bailando con un amigo que se encontró ahí, y con el cual bailo unas veces rozándose sus cuerpos ocasionalmente generando en mi un sentído de odio, celos y voyeurismo. 

Esa noche Mary y yo nos cogimos deliciosamente en el carro, dentro de un estacionamiento y el deleite del sexo, revolucionaba nuestros instintos y nuestras fantasías, generando que ambos gritáramos de placer. Por mi parte, caí en el "error" de plantearle al momento que sentía su máximo placer - Mary, mi amor, qué culo tienes, esta riquísimo... Ya veo por qué vuelves locos a todos - a lo que mi querida esposa revolcándose de placer en la parte posterior del auto, sentada de frente a mí y con su mirada dando a la parte posterior del auto, se enrollaba con sus brazos alrededor de mi cuello, agitando su melena corta (que por cierto es algo que me excita sobremanera, ya que despide un aire de puta que me hace venir majestuosamente). 

Mary me respondió tal vez por deseo o por deleite - Ah sí, tú crees que vuelvo locos a los hombres - a lo que contesté inundado de sudor sexual - No me digas que no te das cuenta que tu cuerpo vuelve locos a todos - decía en lo que la penetración se hacía cada vez más acelerada - Creo que todos al verte desean cogerte incansablemente, meter sus vergas en tu conchita y darte un revolcón de ensueño - Mary con los ojos drogados de placer agitaba su cabeza de un lado a otro sin mirarme y entre gemidos me respondía - no seas loco, sólo quiero ser tuya, soy tu mujer y tú mi hombre, sólo quiero tu verga dentro de mí, ahhhh - sin embargo la naturaleza misma del reto y del placer por dominarla y hacer lo que yo quisiera, me hacían insistirle, y ella a negarse, generando tal vez una situación de placer por dominio. Para ese momento, ambos estábamos por llegar a una explosión increíble, cuando de pronto, sentado yo en el asiento posterior, la volteé dándome la espalda, de forma tal que me cabalgara dándome sus nalgas en mi miembro - 

Entonces sucedió algo extraño: tenerla así, me causo un encanto maravilloso, ya que al verla reflejada en el espejo retrovisor del carro, me dio la sensación de que era otro quien se la cogía, ya que solo veía parte de su rostro y senos, gimiendo de placer, sin que yo me viera en el mismo. 

No sé si ella apreció lo mismo, pero sus movimientos se volvieron incansables galopando sobre mí, hasta que próximos a explotar, Mary comenzó a decirme - Mi amor, qué rica verga tienes, me haces feliz y más estando aquí, en tu carro, fuera de mi casa, ahhh, cógeme más, dame hasta que te canses, dame hasta que llegue a la casa escurriendo de tu semen 

Yo tomé sus palabras como si no me las dijera a mí ya que como casados que estábamos en ese momento, los dos deberíamos llegar a la misma casa (no sé si ella pensó lo mismo, pero yo aproveché y le comencé a hablar como si yo fuera otro) - Así putita, dame toda tu conchita, déjame llenártela toda de mí, para que cuando llegues a tu casa, no sepas qué decir y la emoción te vuelva a surgir cuando te digan de dónde vienes - Mary, quedó pensativa, como dudando de lo que le decía y a la vez como si se sintiera con otro - Hummm, qué rico, ... 

pero ¿qué crees que me puedan decir? - a lo que sutilmente contesté ya más excitado - No sé, Mary, pero tal vez tu esposo te llame la atención por llegar tarde, tomada y con olor a sexo - Mary ya entrando en el juego me contestó excitada - No me pueden decir nada, ya que saben que adoro el sexo, las vergas y que haría todo por coger con quien me desee. 

Yo estando ya a los límites de aguantar no colmé en llenarla de besos en su espalda y agarrando sus senos, mientras ella apoyaba sus dos manos en los respaldos de los asientos delanteros, para embestirme directamente y decirme - Te gusté esta noche querido, ya que me has cogido increíblemente, y sólo espero que mi esposo no se dé cuenta de que me has cogido pero sobre todo, que me gusta andar de puta buscando más vergas para que entren en mí - yo estaba ya con la cabeza apoyada hacia atrás, próximo a explotar cuando de pronto hice mi ultima pregunta _ asiiii Mary, assiiiii, ohhhh, qué puta eres ( y se me ocurrió hacerle la pregunta más fuerte) assssii y por cierto Mary... 

sólo aceptaste salir conmigo sin saber mi nombre - a lo que ella contestó salvajemente - Claro amor, para coger no importa quien seas, pero sabes... vi tu credencial y sé que te llamas... ¡¡¡Eduardo!!! - al decir eso, me vine como nunca ya que ese no es mi nombre y ella llena de deseo, me nombró por otro nombre causando en mí todo lo incontrolable. 

Ella por su parte comenzó a girar y subir y bajar rítmicamente para exprimir con su conchita toda mi verga que hacia erupción dentro de ella. Sus movimientos eran salvajes y logré ver que su rostro se deformaba de placer pero sin dejar de verse en el espejo, hasta que se retorció echando su cabeza hacia atrás brindándome todos sus senos ante mis manos que la abrazaban por atrás.

A partir de ahí, todos nuestros encuentros sexuales los hacíamos de esa manera, imaginándonos con otros y otras alcanzando orgasmos increíbles y cuantiosos.

Como les comentaba en un principio, el deseo sexual como pareja formal, se acaba y sólo renace cuando sabemos que nuestra pareja no está tan segura con nosotros y que por el contrario, causa emoción y deseo entre otros.

Por ello, comencé a comprarle ropa a Mary, cada vez más juvenil, de moda y provocativa, así como ropa interior sexy que causara en mi persona deseo al sentírla vestida así por dentro.

Después de semanas de hacer el amor así, imaginándonos en locuras, decidí un día que nos fuéramos de reventón por ahí, iniciando a las tres de la tarde de un viernes hasta que ya no aguantáramos más. Para tal efecto la cité en mi trabajo a esa hora, a las tres, ya que es la hora en que salgo a comer, sin embargo yo ya no regresaría pues me iría con Mary.

Al dar las tres de la tarde de ese día, mi esposa Mary llegó a mi oficina, causando estragos en mi mente y en los ojos de mis compañeros de trabajo. Llegó con una minifalda de color azul rey, tela durazno (de esas que se untan al cuerpo sensualmente). El diseño de la minifalda era algo avergonzante, ya que era tan diminuta que apenas cubría las redondeces de sus nalgas. 

Todo era un conjunto, para lo cual la parte superior cubría su busto dejando un escote amplio, ya que tan sólo se detenía el vestido en la parte superior sólo se sostenía por un pequeño listón que rodeaba su cuello. Su cabello arreglado para la ocasión y un maquillaje que la hacía resaltar su bella boca pequeña, su naricita respingada y esos ojos seductores que lanzan miradas de deseo. Llevaba un par de zapatillas altísimas y lo más impactante: no llevaba medias en sus piernas.

Al pasar a mi privado, se sentó, dejando ante mí un agradable panorama, ya que su minifalda, se recogía naturalmente al sentarse, exhibiendo sus piernas totalmente y mostrando entre ellas, una prenda blanquísima ( su tanguita), provocando que no dejara de verla. Sus senos se apreciaban sin sostén e invitaban a mirarlos detenidamente ya que incitaban por mostrar algo más de sí, por el escote tan pronunciado. 

En una ocasión en que ella se inclinó brevemente para acomodarse su zapatilla derecha, logré admirar su pezón erecto libremente al extenderse la tela dejando tan maravillosa vista.

Al preguntarle cómo había llegado, me excitó aún más al decirme que había decidido tomar un microbús (transporte pequeño en México, buseta en algunos países sudamericanos), lo que me puso cachondon pues en esos transportes todo se ve, y todo se intenta. Ya me imagino al chofer al verla subir y a los pasajeros al verla sentar.

Ya estaba por recoger mis cosas y Mary me comenzó a platicar algo que me dejó pensativo.

-Mi amor, ahora que nos vayamos a comer, no quiero que me lleves a un restaurante formal, como es viernes, que te parece si me llevas a una cantina (restaurante donde te cobran la bebida, mas no la comida, por lo que es frecuente que la gente salga de ahí ebria).

Otra cosa que me dejó pensativo fue que Mary me indicó, que ella se adelantaba para reservar el lugar y que yo llegara posteriormente.

Y eso ¿por qué, mi amor? - le pregunté inquieto. -Es que déjame decirte que hoy me siento otra, como que deseo romper con las reglas y por eso quiero hoy hacer más cosas -. Salió sonriente y al tomar el elevador, volteó y me sonrió.

A los quince minutos salí corriendo hacia el BAR ANTONIOS, y al llegar realmente tardé en encontrarla. Al verla sentada, me dirigí hacia ella, quien ya había tomado dos copas, según vi en su mesa. Al acercarme más, logre ver una blancura que destellaba bajo su mesa, ya que sus piernas cruzadas, no lograban ocultar su tanguita, por lo pequeña de la minifalda. 

No sé si ella se daba cuenta pero no tapaba esa situación y enfrente de ella una mesa de ocho individuos bebían y comían admirando a mi mujer. No dije nada aunque dentro de mí sentía un nudo en el estomago por los celos que ello me causaba. En esos momentos, realmente me olvidaba de los que tanto fantaseábamos en la cama, imaginándola con otros.

Cuatro de la tarde de ese viernes y comenzamos a comer. Nos dieron las ocho de la noche y seguíamos, ya no comiendo pero sí bebiendo. Mary ya se notaba acalorada por el vino dentro de ella y yo algo más desinhibido por la situación. Mary más abierta y después de tanta plática de mil cosas, comenzó a abrirse ante mí.

-Ay mi amor, no sabes cómo me he sentído últimamente. Tenemos cinco días de no hacer nada de cositas por tus juntas en el trabajo, y en verdad me siento hervir por dentro. Hoy vine vestida así para que me hagas el amor como tú sabes. ¿O que no te habías hecho la pregunta de por qué venía así vestida?.

La verdad sí me pregunté el porque de la ropa, sobre todo porque esta muy provocativa y no me imagino cómo la pasaste en el transporte -

Uyyy si te contara todo lo que pasé. Desde que salí de casa, ni un hombre se quedó callado y me decían mil cosas, pero el que sí se pasó fue el chofer de la microbús, ya que cuando me bajé el también se bajó y acercándose a mí me dijo - señorita, no sé si mis ojos hoy hayan sido premiados, pero el que no está tranquilo, soy yo, viéndola tan puta, y aunque lo calla, grita por dentro que ya quiere mi verga dentro de usted, nadamás dígame y ahorita bajo a todo el pasaje-

Y tú qué hiciste amor, porque ese cabrón si se pasó - le dije

-Sólo me di la vuelta y sin decirle nada me retiré y aunque él me gritó no sé qué cosas, yo seguí mi camino.-

-Y cómo te sientes amor, porque yo me siento hervir de deseo. Es que vienes..., no sé cómo decírtelo... vienes distinta... vienes... riquísima... no sé, pero vienes...-

-Vengo muy puta, eso es lo que quieres decir verdad- directamente dijo. A lo que yo quedándome callado como buscando una respuesta sólo la miré.

-La verdad es que hoy quiero sentírme diferente, ser otra, hacer otras cosas, no sé, ser una PUTA - al decir esto me heló la sangre, ya que siempre lo habíamos fantaseado pero el sentírla así me incomodaba y a la vez me excitaba. Ya eran las nueve de la noche, y las copas ya habían hecho algún efecto en nosotros, por lo que en una de esas Mary me preguntó:

Oye mi amor, cuál fantasía tienes tú, alguna que sólo te caliente- a lo que le contesté inmediatamente sin ponerme a mirar las consecuencias.

-Pues veras, siempre he querido verte coqueta, putona, como si no te importara nada más que satisfacerte, en un lugar público, donde a la vez hagas travesuras sin que yo me de cuenta-

Ella me completó la fantasía diciéndome: sabes amor, algo similar he pensado yo, pero sabes cómo; Cuando me haces el amor, imagino que estamos en un lugar lleno de gente, donde todo es posible y lo que no , se inventa para lograrlo. 

Ahí tu ves chicas guapas y buenotas, y de vez en vez, te las ingenias para manosearlas, tocarlas o guiñarles el ojo como si yo no te viera. Y que yo por mi lado, coqueteo con algunos hombres sin que tú te des cuenta.

Sonreí y seguimos tomando pero avanzadas las horas, salí al baño y a mi regreso, Mary sentada, no se daba cuenta que su minifalda de plano estaba muy arriba enseñando todo lo lindo de sus piernas y parte de su tanguita. 

Al sentarme y sin decirle nada, apreciaba desde donde estaba yo sentado, su conchita, vestida de la delgada tela de la tanguita y de la cual me excitó sobremanera, algunos vellitos de su cuquita a la vista. Yo estaba ya cachondon y le indiqué a Mary que fuéramos a un salón de baile.

Ella aceptó y cuando íbamos rumbo al lugar, ella con unas copas encima, subió su minifalda hasta la cintura, mostrándome su tanguita. Inmediatamente la tomó de ambos extremos y la columpió hacia arriba, encajándose la tela entre su rajita, restregándola y su mirada entrecerrada me deleitaba, al momento en que su lengua jugaba recorriendo sus labios.

Mary y yo ya no podíamos más y me saqué la verga de mi pantalón en lo que manejaba. Mary seguía hundiéndose la tela entre su rajita y yo exhibiéndole mi trozo de carne. Mary se venció y se agachó dándome una mamada infernal en lo que yo manejaba sobre la avenida. Se recostó en su asiento bocabajo, dejando su culito al aire, permitiéndome hundir mis dedos en su culito y en su conchita en lo que ella mamaba con profesionalismo mi verga. Se la hundía hasta el fondo de la garganta y ensalivándola, la recorría con su lengua, para después enrollarla y succionarla con hambre. 

En cada alto, yo simulaba no pasar nada, ya que los autos que quedaban a nuestro lado, volteaban a ver y Mary, debajo ocultándose pero sin sacarse ese bastón de su boca.

Logré que Mary tuviera un orgasmo ya que mi posición al volante no me permitía hacer mucho, pero sí lo suficiente para que ella se prendiera totalmente. Al llegar a la MARAKA (salón de baile variable), Mary quedó a disgusto por lo inconcluso de este manoseo.

Estando estacionados en lo que el valet parking llegaba, Mary se salió del auto y desde la ventanilla del mismo, me dijo:

-Amor yo compro mi boleto, y para seguir nuestro juego, te espero allá adentro, me buscas eh-

El valet tardó como diez minutos en desocuparse y cuando llegó, le entregué el carro. Al dirigirme a la taquilla, cuál fue mi sorpresa al ver que las mujeres tenían entrada libre y los hombres tenían que pagar boleto, por lo que hice fila para comprar mi boleto. Eso me tardó más de veinte minutos lo que sumado, me daba ya media hora afuera y Mary dentro.

Logre entrar finalmente y tardé en localizar a Mary, ya que estaba bailando la salsa de Celia Cruz de moda. Al no encontrar una mesa, opté por colocarme en la barra y esperar a que terminara la música; no puedo negar que sentí unos celos terribles verla bailar con un desconocido totalmente.

Pero la música no terminaba y ella seguía bailando. Casi media hora después el tipo dio por concluida esa sesión y se dirigieron al otro lado de la pista por lo que tuve que levantarme para ir en su búsqueda. Al llegar a ella, se encontraba sentada en una mesa con dos tipos y una chica. 

Al verme, y antes de que me sentara se levantó y dirigiéndose a mí, me hizo una seña para que la siguiera. Así lo hice y alejados de esos tipos, me indicó al oído -Hola amor, te tardaste en llegar, mira no encontré mesa pero esos tipos me invitaron a sentarme y además me invitaron unas copas, que por cierto ya me hicieron efecto, porque están tomando otra bebida de la que bebimos antes. Ya llevo dos copas y tu no llegabas. 

Mira que te parece si jugamos a que no nos conocemos, pero tú me cuidas, en lo que estoy con ellos. Actúa como si yo te llamara la atención y no me quitas la mirada de encima para que ellos vean que me estas echando el ojo, qué te parece. -No me gusta la idea Mary, tú viniste conmigo a divertirte y no con ellos - Mary se adelantó diciéndome - Mira amor, esta noche vamos a vivirla diferente, vamos a ver, ¿cómo me dijiste que querías verme? Coqueta, provocativa, puta, ¿no es así? Pues vamos a jugar a ello, tú me cuidas y yo te doy gusto sí.-

Sin esperar respuesta se regresó al lugar, y sentándose al lado de esos tipos de aspecto corriente, tomó su vaso y echó un trago, cruzando su pierna y mirándome por la orilla de su vaso.

Yo sin decirle nada, pedí una copa más y la admiraba. Sentía unos celos terribles pero me fui tranquilizando en lo que me familiaricé verla sólo platicando y bailando con esos tipejos. Más de una vez, desde mi ángulo de vista, logré ver su tanguita al subírsele la minifalda y por el juego de luces, no lograba ver sus senos desnudos, cuando se agachaba para acomodarse los zapatos. No sé si esos tipos hayan visto sus senos y pezones por estar más cerca de ella, pero lo que sí vi fue que se estaban deleitando con lo que Mary les mostraba.

Nos dieron las dos de la mañana y tanto Mary como yo, ambos por nuestro lado, nos encontrábamos borrachos, ya que nuestras actitudes así nos lo decían. Mary se levantó para ir al baño y en su camino hacia mí, se tambaleaba, pero al estar a mi lado, me sonrió tontamente y abrazándome me dio un beso en la boca y acercándose al oído me dijo: Oye mi amor, se me ocurrió un juego que nos va a retar a los dos... ¿te atreves...?-

continuara....

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