viernes, 16 de febrero de 2018

Los amigos de mis papás


Hace algunas semanas mis papás hicieron una reunión en su casa con algunos amigos suyos, Arturo no estaba en México, así que tuve que ir sola. Yo no sabía quién estaría en la reunión, pero de seguro habría alguien que podría darme una buena cogida, de seguro estaría alguien de quien ya había sentido entrar su verga en mi cuerpo.

Ese día decidí usar una tanga blanca, un pantalón blanco demasiado pegado, tacones negros de aguja, blusa negra, un pequeño brassier negro, la blusa me la deje por fuera para que me tapara el culo y mis papás no se enteraran que su hija es una puta que vive para tener sexo.

Al llegar a casas de mis papás una amiga de ellos me dijo que solo faltábamos mi esposo y yo, le comenté que mi esposo no podía ir. Los saludé a todos y vi que solo eran personas muy grandes, ninguno de ellos me había cogido. Era un grupo de amigos nuevos, llevaban poco de juntarse como unos tres años.

Para no variar todos me veían con deseo pero era difícil aventármele a unos de ellos ya que por lo que podía ver tenían mucho respeto por mis papás.

Mientras pasaba la fiesta yo los veía, comencé a desearlos hasta que sentí unas enormes ganas de que todos me cogieran ahí mismo. Me fui al baño de la que fue mi recamara y me masturbé pensando en varios de mis amantes.

Al regresar a la fiesta, todos bailaban, algunos ya habían tomado mucho alcohol. Baile con varios de ellos, pero nadie intento tocarme. Yo necesitaba sentir unas manos agarrándome las nalgas, mis tetas, que me dedeara la concha, otra vez estaba caliente.

El baile siguió por varias horas, yo seguía caliente, le escribí a mi sobrino Julián, pero él no podía verme ese día, le pedí que me escribiera cosas calientes.

J –Sí estuviera contigo te estaría agarrando las nalgas, diciéndote que eres mi puta.

P –Yo te diría que soy tu puta, te tocaría la hermosa verga que tienes, y después te la mamaría.

J –Me vendría en tu boca, después te acostaría abriría tus piernas y te la metería toda.

P –Que rico, me tienes bien mojada, siento como me entra, dame verga.

Así estuvimos un rato, hasta que Javier un amigo de mi papá me sacó a bailar, cuando mis papá se distrajeron le puse el culo sobre su verga, y lo moví, después me voltee y le sonreí, el me sonrío.

Nos fuimos a sentar un rato, estuvimos platicando de todo. Javier es un hombre divorciado. En algún momento me comentó que yo le gustaba mucho, yo le dije que él era muy guapo.

J –Que suerte tiene tu esposo, si mi esposa fuera como tú jamás me hubiera divorciado.

P –Solo me lo dices por caballeroso.

J –No Pamela, te lo digo en serio, desde que te conocí no he dejado de pensar en ti, eres hermosa.

P –Gracias, sabes hoy vine en taxi, porque no te ofreces a llevarme, podemos pasar un buen rato en mi casa.

J -¿Hablas en serio?

P –Por supuesto.

J –Vámonos ahora mismo.

P –No, se paciente, espera que termine la fiesta.

J –Está bien, pero se me hará eterno.

La fiesta siguió. En algún momento yo estaba en la cocina, sirviendo unas botanas, cuando llego Abraham otro amigo de mis papás, se acercó por atrás y me dio una fuerte nalgada, yo gemí del placer que sentí.

A –Veo que te gustan las nalgadas.

P –Sí que rico, dame otra.

Me nalgueó otra vez, volví a gemir.

A –Tenía que arriesgarme, necesitaba tocarte el culo.

P –Pues ya viste que me gusta, porque no vas conmigo a mi casa al terminar la fiesta.

A –Claro que sí.

P –Javier también irá.

A –Así que te gusta con varios putita, muy bien.

Le expliqué como estaría todo, que Javier me llevaría que él debía de alcanzarnos. Regresamos a la fiesta.

Javier y Abraham no dejaban de verme todo el tiempo, Abraham era soltero. Como los dos vivían solos podría tenerlos en mi cama toda la noche.

Llegó el final de la fiesta, mis padres me dijeron que me llevara uno de sus carros, pero Javier dijo que con mucho gusto él me llevaba, acepté y les di las gracias, salimos.

En el camino me acerqué a él y le acaricie la verga por encima del pantalón, en un semáforo lo besé en la boca.

P –Abraham nos va a alcanzar en la casa.

J –Pero ¿por qué? No te quiero compartir.

P –Después podemos estar solos, pero esta noche estaré con los dos.

J –Está bien.

Seguimos, todo el camino le acaricie el pene. Él se veía muy caliente. Al llegar a la casa entramos a la sala, le pedí que se sirviera algo de tomar, que yo iría a ponerme algo cómodo. Me metí a mi cuarto me puse una tanga negra, un brassier de ese color, medias hasta la mitad de los muslos con tacones de aguja, todo esto negro también. Retoque mi maquillaje, me puse un poco de perfume. Estaba acabando cuando tocaron el timbre, Javier abrió la puerta, escuché varias voces. Le grité a Javier, llegó a mi cuarto, le pregunté que quienes habían llegado, me dijo que era Abraham con varios de la fiesta.

Entró en mi recamara Abraham.

A –Vamos putita te estamos esperando.

P –Con quien viniste, te dije que estaría solo con ustedes dos.

A –Con varios de la fiesta, vamos puta, sabes que quieres varias vergas.

P –Pero qué tal si dicen algo.

A –Nadie dirá nada, a todos les pedí discreción.

J –Vamos Abraham, esa no era la idea.

A –Que no ves que esta puta quiere verga.

P –Está bien, salgan y ahorita los alcanzó.

Ellos salieron, yo me quede un momento en mi cuarto, pensando en que pasaría si mi esposo o mis papás se enteraran, estaba un poco nerviosa. Tenía dos opciones vestirme y pedirles que se fueran, o acostarme con todos. Todos sabían a lo que iban así que si me arrepentía podrían chantajearme, decidí salir, coger con todos y disfrutar, como casi siempre lo hacía.

Cuando llegué a la sala Abraham gritó.

A –Llegó la puta de la noche.

Los vi a todos, estaban además de Javier y Abraham, Norberto, Luis, Omar y Eulogio, los 6 eran mayores de 60 años. Todos aplaudieron cuando entré en la sala. Abraham puso música y me pidió que les bailara, la canción era una de esas que se usan para mover mucho el culo y excitar a tu pareja. Yo bailaba mientras los 6 estaban sentados viéndome, tome de las manos a Javier, lo puse de pie y le moví el culo sobre su pito, él lo tenía bien parado. Seguí bailando, se paró Omar y me bajo la tanga.

O –Ya no aguantó, te quiero coger puta.

P –Desnúdense todos.

Todos nos desnudamos, senté a Omar, tomé su verga bien parada y me la metí sentándome frente a él.

P –Que vergota, dámela toda.

Comencé a brincar sobre ella, él me tomó de las nalgas, me hacía bajar y subir muy rápido, me llenaba muy rico, pero casi no aguanto, no llevábamos ni cinco minutos cuando se vino en mi vagina.

O – Toma todo mi semen perra.

P –Dámelo papi, lléname la concha.

Cuando terminó, me levanté.

P –¿Quién sigue?

Norberto me jalo del cabello, me hizo hincarme y que le mamara la verga, le chupaba todo el tronco y después solo la cabeza, mientras se la mamaba Omar se vistió y se despidió. Norberto me sacó su verga de la boca, me levantó y me puso en cuatro sobre el sillón, ahí me la metió completa por la concha. Empujaba muy fuerte, sentía como mi vagina se abría para recibirlo, su verga estaba muy caliente, me estaba dando mucho placer.

P –Así dame duro, enséñame que eres mi macho.

Él me tomaba de la cadera, con su verga me empujaba y con las manos me jalaba hacia él, todo al mismo tiempo, me hizo llegar al orgasmo.

P –Aaaahhhh, sííííííííííííííííí me estás haciendo acabar.

Las contracciones de mi vagina le hicieron sentir mucho placer y me llenó la concha con su leche caliente. Salió de mí, cuando inmediatamente otra verga entró en mi coño, la verga era la de Luis.

L- Que rica estás Pamela.

P –Cógeme, hazme tu mujer.

Empezó con un movimiento lento, sentía como resbalaba fácilmente, ya tenía la leche de dos machos adentro y esto le facilito el trabajo a mi tercer amante de esa noche, yo sentía mi vagina muy caliente, ahora el que se iba era Omar, por lo visto me cogía y se iban.

P –Dame más rápido, enséñame que eres mi macho cogedor.

Él se empezó a mover más rápido, mi cuerpo iba de atrás hacia adelante muy rápido, él no me detenía solo me llenaba de verga, no aguanté más y tuve otro orgasmo.

P –Sí me vengo, que cogida me están dando, soy su puta, denme más verga.

Luis se siguió moviendo hasta que me la saco y se vino en mi espalda, yo me recosté en el sillón, se acercó Javier que me hizo acomodarme boca arriba en el sillón tomó mis piernas y las puso sobre sus hombros, apuntó su verga a mi concha, me la metió muy rápido, empezó a moverse.

P –Así me querías, dame duro, enséñame lo mucho que me deseas.

Él controlaba los movimientos tomándome de la cintura con lo cual me hacía levantar mi cuerpo y me dejaba caer sobre su verga, estás cuatro vergas que ya me había cogido eran normales, y ellos sabían moverse bien, Javier casi no aguanto y me llenó la concha de semen.

Cuando me la saco, me dio las gracias y dijo que esperaba repetirlo algún día, comenzó a vestirse y se fue junto con Luis. Por lo visto Javier si quería tenerme en exclusiva, tal vez algún día podría ser así, pero esa noche yo quería disfrutar de todas esas vergas que me estaban cogiendo, lo malo era que de las seis, cuatro ya se habían ido.

P -¿Quién sigue, quién me quiere dar su rica verga?

E –Tu primero Abraham, enséñale a esta puta para que esta hecha.

Abraham se acostó atrás de mí, levanto mi pierna derecha y me metió su dura verga.

P –Aaaahhhh que grande la tienes.

Su verga era muy grande y gorda, sentí como me llenó, y a pesar de que recibí 4 vergas antes esta tenía que abrirme más la concha para poder entrar.

P –Que delicia, sigue.

A –Toma puta, que buena estás, si te viera tu papá, eres una puta.

P –Sí los viera a ustedes cogiéndose a su pequeña hija, son unos aprovechados.

Eulogio se rió, mientras que Abraham seguía entrando lentamente en mí, cuando estuvo totalmente adentro sentí que me desmayaba de tanto placer. Él empezó a entrar y salir lentamente, yo no sabía qué hacer, que buena verga tenía ese hombre, nunca me imaginé que él tendría algo así entre las piernas. Con sus movimientos lentos me hizo llegar a un delicioso orgasmo, no dije nada, solo lo disfrute.

Cuando se dio cuenta que me hizo acabar me dijo que ahora le tocaba a él, siguió cogiéndome pero ahora muy rápido, me dolía un poco pero quería enseñarle que puedo ser una buena puta, así estuvo un rato hasta que termino dejándome todo su semen en el coño, salió de mí.

A –Te toca a ti.

E –No, dejare que descanse un poco, después de la cogida que le diste no podré disfrutarla bien si no se recupera.

A –Muy bien Eulogio pues yo también me voy.

Abraham se vistió y se fue, Eulogio me dejo descansar, paso como media hora, cuando me desperté, vi mi reloj eran las 5 de la mañana.

P –Es tu turno.

E –No, primero báñate.

Fuimos a mi recamara, me metí al baño, me di un rico baño, trate de sacar toda la leche de mi concha. Salí como 40 minutos más tarde, completamente recuperada. Eulogio estaba acostado en mi cama, vi su pene, era de un largo normal, pero extremadamente grueso, mucho más que la de Abraham.

P –Me vas a matar con esa verga.

E -¿Crees que partiré tu coño?

P –Sí, no creo que todo eso entre en mí.

E –Y también te la quiero meter en el culo.

P –No, como crees, jamás entraría en mi algo tan grueso.

E -¿Serías capaz de dejarme con las ganas de cogerme tu culo?

P –No mi amor, si quieres mi culo te lo daré, pero lo haces despacio.

Me puse entre sus piernas, comencé a chupar el tronco, pasaba mi lengua por todo ese pene, trate de metérmelo un poco en la boca, pasaba mi lengua por su cabeza, el gemía mientras yo seguía con eso.

Comenzó a dedearme el coño y a chupar mis tetas.

P –Así, soy tuya.

Pasaba rápidamente su lengua por mis pezones, ya eran las 6 de la mañana y yo estaba ahí siendo la puta de un maduro que estaba haciéndome gozar.

E –Lista para recibir mi verga.

P –Sí, ya la quiero adentro.

Me acosté y me abrí de piernas lo más que pude, él tomó su verga y la apuntó a mi concha, la metió muy lentamente, era impresionante lo difícil que era meterla, mi vagina no se podía abrir tanto tan fácilmente. Era un reto para mí ser llenada por aquella verga, cuando metió la mitad me dejo respirar, me dejo acostumbrarme a todo eso que tenía en mi concha. Después metió un poco más, yo le sonreía, sentía dolor pero podía más mi personalidad de puta, la cual me hacía también sentir muchísimo placer. Cuando terminó de meterla toda, le sonreí.



P –Gracias por darme toda tu verga.

E –Voy a esperar a que te acostumbres, para después darte una cogidota.

Estuvimos así un poco, pero sabía que por su edad era riesgoso que esperáramos tanto, pues se le podría bajar aquella vergota, así que comencé a mover.

P –Cógeme, dame esa rica verga.

E –Toma puta, que rico te mueves.

P -¿Te gusta cómo cojo?

E –Sí Pamela, que rica puta es la hija de mi amigo.

P –Sí soy una puta, siempre he sido así.

El aumentó el ritmo de sus movimientos, yo estaba empezando a disfrutarlo mucho, su verga hacia contacto con toda mi vagina, me llenaba muy bien, no aguante más y tuve un orgasmo.

P –Aaaahhhh que rico, síííííííííííííííííííííííííííí, eres un semental, soy tu puta.

Él seguía moviéndose, entrando y saliendo de mí, yo no dejaba de disfrutar de aquella verga que me llenaba de placer, las veces que había visto a Eulogio no me imagine que podría darme tanto placer.

Comenzó a chuparme los senos, mordía suavemente mis pezones, yo sentía como el placer iba por todo mi cuerpo, lo rodee con mis piernas y lo jalaba de la espalda para que me cogiera más fuerte.

Después me la sacó y se sentó en la cama, yo me paré, me senté en su verga dándole la espalda. Empecé a darme sentones, quería que me rompiera el coño con su verga.

E –Que rico te mueves.

P -¿Te gusta? Dame rico.

Seguí moviéndome, de abajo a arriba, y de arriba abajo. Empezaba a amanecer y yo estaba siendo cogida muy rico. Vi una foto de mi esposo que estaba en el buro, pobre Arturo con qué clase de puta se casó pero no lo podía evitar.

E –Ya te la quiero meter en el culo.

P –Sí.

Me quite de él, me puse en cuatro sobre la cama, le dije donde tenía lubricante, él preparó mi culo y su pene. Me metió un dedo, después dos, al meter el tercero yo ya no aguantaba quería sentir su pito en mi culo.

P –Ya métemelo, quiero tu verga en el culo.

El tomo su verga y la apunto a mi ano, cuando intento meter la punta sentí un poco de dolor.

E –Voy a meter la cabeza, te dolerá un poco.

P –No importa, cógeme, soy tu puta.

Empujó muy fuerte y su cabeza entró toda.

P –Aaaahhhh duele pero que rico se siente, métemela toda.

E –Espera, podría desgarrarte.

Me dejo acostumbrarme, poco después metió la mitad, yo sentía que mi ano se abría por completo, sentía como sí se fuera a romper, pero me gustaba ser sometida por mi macho, me gusta que el que me coge cuando me vuelve a ver, mire mi culo y piense que el metió su verga en mi ano, y yo se lo pedí.

Dio otro empujón y me la metió toda.

P –Aaaahhhh que rico me llenaste con tu vergota.

Yo empecé a moverme, él me tomó de la cintura y empezó a cogerme duro, sentía como me llenaba de verga para después sacármela. La mezcla de dolor y placer era deliciosa.

E –Muévete puta muévete.

Yo seguía moviéndome, el no aguanto más y me llenó el culo de semen.

P –Que rico, lléname de leche.

Me la sacó y se la limpie con la boca, se paró fue al baño, al regresar tomo su ropa y comenzó a vestirse.

P –No te vayas quédate conmigo.

E -¿Estás segura?

P –Sí acuéstate, durmamos un rato.

Nos acostamos, el en ropa interior yo desnuda, nos abrazamos y así nos quedamos dormidos. Poco después delas 12 me levante hice el desayuno. Eulogio llegó a la cocina me dio una nalgada.

P –Ya está el desayuno.

Nos sentamos a desayunar, platicamos de lo mucho que yo disfrutaba el sexo, que no tenía miedo a disfrutar. Terminamos de desayunar, descansamos un rato, como a las 2 nos bañamos.

A esa hora se despidió de mí, lo acompañe a la puerta, me dio las gracias por la excelente noche que paso. Cuando él iba a salir de la casa, lo tome de la mano y lo jalé hacía adentro.

P –Cógeme otra vez.

Fuimos a mi recamara, rápidamente nos desnudados, tomé su verga y se la mamé, no podía meterme mucho por lo gruesa que era, pero traté de mamar lo mejor que pude, y yo creo que a él le gustaba porque gemía mucho. Después lo hice acostarse y me senté sobre su pene.

P –Que grande tienes la verga.

E –Disfrútala puta.

Empecé a brincar sobre su vergota, el placer era enorme, rápidamente llegué al orgasmo.

P –Me vengo, que rico lo haces.

Él me hizo quitarme de encima, me puso en cuatro patas sobre la cama, y me la metió en la vagina.

P –Como me llenas con esa vergota.


Me cogió muy rápido, su verga entraba y salía a gran velocidad, me hizo llegar a otro orgasmo, cuando las descargas de placer estaban por todo mi cuerpo, Eulogio se vino en mi concha. Nos acostamos un rato para descansar, después se vistió y se fue, yo me quede en casa a descansar de la rica cogida que me dieron los calientes amigos de mis papás, espero ver a estos machos uno de estos días ya sea juntos o por separado.

El técnico de la nevera


Esta mujer mía cualquier día muere con una polla dentro, veréis, el otro día se le había estropeado la nevera y tuvo que llamar a un técnico. Lo siguiente es contado por ella .Había quedado en que vendría a las doce, así que me levanté temprano, fui a comprar y a las doce menos diez llegué a casa. Ordené las cosas de las compra y cuando me iba hacía la habitación a cambiarme, solo me dio tiempo a desnudarme y ponerme una camiseta, sin bragas ni sujetador, llamaron a la puerta. Fui a abrir y era el técnico un chico de unos 27 o 28 años, de la edad de uno de mis hijos, era rubio, de ojos verdes y bastante guapo. Le hice entrar en la cocina, vi, que el chaval cuando empecé a explicarle cual era el problema y empezó a mirar la nevera, y de reojo mi culo, yo le observaba y espera a que me diera su veredicto. Me dijo que tenía que cambiar una pieza. Como era verano y hacía calor ambos estábamos sudando yo además tenía el coño ya empapado ya me imaginaba la polla dura de aquel chaval y el aguante que tienen, así que antes de que continuara con aquello le ofrecí.

¿Quieres tomar algo? Hace calor y te refrescara.

No, gracias, señora. Es usted muy amable. –me respondió.

No me llames de usted, aunque puedo ser tu madre, le dije yo. - ¿De verdad no quieres tomar nada?

De verdad, me respondió.

Entonces voy a ponerme un poco más cómoda y así te dejo tranquilo.

Vale.

Me fui a la habitación, cuando oí la voz del chico tras de mí que decía:

¿Sabes? He cambiado de opinión...

Me giré hacía él intentado taparme la boca

Creo que te voy a follar porque aunque puedas ser mi madre, esta buenísima, dijo descaradamente acercándose a mí y abrazándome.

Pero ¿qué haces? – le pregunté un poco sorprendida y a la expectativa también deseando que sucediera algo más.

He visto como me mirabas y sé que no te soy indiferente y que desde que he entrado en esta casa me has deseado, no lo desmientas, conozco a las maduritas que están mal folladas y se les moja el coño cuando ven a un chaval.

Tienes razón, acepté, te deseo.

Entonces nos besamos y al separarnos el chico se quitó la camiseta que llevaba quedándose solo en pantalones, volvimos a besarnos apasionadamente y entonces dirigí mis manos hasta sus pantalones y primero le desabroché la cremallera y el botón dejando caer los pantalones al suelo, mientras el chico acariciaba mis pechos muy suavemente. Mis manos, entretanto, masajeaban el erecta y larga polla del muchacho que palpitaba deseoso, el chico se agachó, me hizo girar de espalda a él, apoyándome en el tocador y empezó a besarme los cachetes muy suavemente, yo entreabrí un poco las piernas y él besó y lamió todo mi culo hasta que decidió meterse entre mis piernas y se puso a lamer mi coño con avidez, lo que provocó un gran placer en mi cuerpo, ya que su lengua se movía muy sabiamente sobre mi pipa produciéndome pequeños espasmos de placer acompañados de gemidos. El muchacho abandonó su labor para quitarse los calzoncillos, y entonces yo me giré y decidí tumbarme sobre la cama con las piernas abiertas. Entonces el joven volvió a sentarse en el suelo, luego se arrodilló. Acercó su boca a mi coño y empezó a lamerlo, movía su lengua muy rápidamente sobre mi pipa, luego daba un par de chupetones y volvía de nuevo a mover su lengua con rapidez, haciendo que mi cuerpo se estremeciera. A continuación se puso a chupar mis labios vaginales, haciendo que mi cuerpo aún se estremeciera más, mientras yo enredaba mis dedos entre su pelo. Repentinamente sentí como metía uno de sus dedos en mi coño:

¡Oh! – gemí al sentirlo.

¡Ah! – Volví a gemir al sentir otro - ¡ah, ah!

Empezó a moverlos como si fueran una polla pequeña, a la vez que seguía lamiendo mi pipa, así consiguió que me corriera entre espasmos y gritos de placer. Entonces se acostó a mi lado y volvimos a besarnos.

¡Ahora ya estás lista! – Exclamó cuando nos separamos - ¡Anda fóllame!

Así, me puse a horcajas sobre su polla, lo guie hacía mi coño y descendí sentándome sobre él, cuando lo tuve totalmente dentro, empecé a subir y bajar sobre su tiesa polla, primero despacio una y otra vez, controlando los movimientos. El chico permanecía inmóvil, observándome, sujetándome por las caderas.

¡Oh, sí, muévete despacio! – murmuró, así que yo seguí subiendo y bajando sobre su polla, de vez en cuando me movía hacía adelante y atrás unas tres o cuatro veces y luego volvía a subir y bajar sobre la polla me recreaba porque era como la de Rafa el panadero me la estaba recordando, jajá.

¡Oh, sí, sí, más, más! – gemía el muchacho una y otra vez, mientras yo me seguí moviendo.

Me agaché acercando mis labios a los suyos y nos besamos de nuevo, al separarnos él observó mis pechos que bailoteaban frente a su cara, los masajeó un poco y luego yo me separé volviendo a la posición inicial para seguir moviéndome sobre la polla que llenaba mi coño produciéndome un agradable cosquilleo El chico acercó sus manos a mis tetas y volvió a masajearlos y estrujarlos con suavidad aumentando el cosquilleo de placer que sentía mi cuerpo, seguidamente se sentó acercando sus labios a mis tetas, y los besó, primero uno y luego el otro. Después volvió a tumbarse, mientras yo seguía cabalgando sobre su polla cada vez más rápidamente ya que el placer iba aumentando transportándome hacía un nuevo orgasmo que nacía en mi interior.

¡Oh, sí, sí, córrete! – me animaba él.

¡Oh, aaahhhh, ah, aaahhhh! –gemía yo al estallar en mi segundo orgasmo.

¡Uhm, guau! –Exclamó el muchacho cuando dejé de convulsionarme- ¡Eres una bomba sexual!

¡Oh, no! – Dije yo – Es sólo que llevo varios días de abstinencia y mi cuerpo lo necesitaba.

Anda ponte a cuatro patas – me ordenó – que acabe de follarte bien.

Tú mandas – le dije poniéndome a cuatro sobre la cama.

Él se puso de rodillas tras de mí, guio su erecta polla hasta mi agujero vaginal y la ensartó con maestría, posó sus manos sobre mis caderas y empezó con sus acometidas, primero despacio y luego aumentando el ritmo poco a poco.

¡Oh, uhm, uhm! – gemía él.

¡Oh, sí, ah! – gemía yo.

Sus acometidas eran cada vez más fuertes.

¡Oh, que caliente me estás poniendo! – Ronroneó el muchacho - ¡uhm, ah! ¡No puedo más!

Se puso sobre mi espalda acariciándome los pechos, sentía su aliento en mi oído mientras seguía embistiéndome con su polla.

¡Ah, ah, ah! – mi cuerpo se agitaba de deseo.

¡Oh, sí, sí, voy a correrme en tu coño! , gritó el muchacho con prepotencia al borde del éxtasis.

¡Oh, sí, sí! grité yo - ¡Córrete en mi coño!

¡Sí, sí, voy a correrme!

Entonces de un empujón dejándola dentro empezó a correrse que leche más caliente, que hizo que me corriera yo también, yo creía una vez se había corrido me la sacaría porque se le aflojaría pero no fue así, seguía con la polla dura, y empezó sacándomela y dirigiendo su capullo a mi culo, metiéndomela de un golpe, diciéndome tú ves cómo eres una madurita zorruna tiene el agujero del culo abierto, me parece que tu follas con todo macho que se te ponga a tiro menos con el cabrón de tu marido.

A mí me tenía loca la vitalidad del chaval, jugaba con los dos agüeros el del culo y el coño, yo no sé la veces que hizo que me corriera, hasta que él se corrió esta vez en mi culo, ya cuando terminamos yo queria seguir pero me dijo espara a mañana, se vistió y fue diciéndome mañana vengo con una pieza para la nevera y te doy otro repasito vale, yo le dije Ok, te estaré esperando. Machote.

Mi pequeña


Fue inevitable, y eso fue lo mejor de todo.

Debo comenzar por el principio. Cuando tenía 16 años me metí a una página de encuentros, con chat yuna galería de fotos, comentarios y mensajes privados, de esas que internet te facilita con genial naturaleza, solo para buscar diversión.

Por ese entonces, amaba chupar pijas más que cualquier otra cosa emparentada con el placer. También me fascinaba masturbarme por web cam para los pajeros que siempre te cargosean con querer ver más. Nunca les alcanza con las fotos insinuantes. Ellos quieren verlo todo, hasta encastrarse las manos.

No voy a negar que, aunque los histeriqueaba un poco, generalmente accedía a mostrarles más de mí. Siempre fui bastante más zafadita que mis compañeras del colegio y, mi fama de golosa o de lecherita no tardó en empapelar las paredes del aula, del club o de cada lugar al que iba.

Era buena para despistar a todos cuando quería una pija en la boca. Una vez, hasta generé que mi mejor amigo se pelee con su novia de aquel entonces para consolarlo un rato más tarde con un rico y ssabroso pete. Lo más loco de todo fue que, me regaló un lechazo tras otro, ya que jamás se lo habían hecho, y mi amiguito estaba fascinado.

Ese mismo día por la noche me hice un personaje para inscribirme en un sitio de mmi país. No tenía una búsqueda determinada. Mi foto era bien explícita. Todos podían observar mi cola con una tanguita blanca perdida entre los cachetes de mi cola, acompañada de una frase que decía ¡con hambre y solita!

Fue un éxito. Enseguida me llenaron de mensajes, sugerencias, piropos, citas, pulgares arriba, besos, fotos de pijas y tetas, números de celulares, propuestas y, de invitaciones para paja por skype. Eso me motivaba.

Creo que cerca de la madrugada lo hice con un colombiano por primera vez. El muy tonto no tenía cámara, pero sí pude escucharlo gemir, tocarse la pija y decirme chanchadas a través del mic, mientras me veía desnuda, toquetona, cada vez más mojada y pajera.

Me fui enviciando de a poco. Era normal que mis compañeros me carguen en el colegio por mis ojeras, mis bostezos incontenibles y mi malhumor. Es que todas las madrugadas, o casi todas, me pajeaba a mis anchas en mi pieza para el pajero que quisiera mirarme.

A veces lo hacía con 3 o 4 a la vez. Incluso también me animé a tocarme para algunas chicas. No discriminaba edades, ni nacionalidades ni sexo.

Pero una en especial me llamó la atención desde el principio. Era una mujer de unos 35 años, de rasgos masculinos y de voz autoritaria. Era de pocas palabras, con modales sucios y pedidos exclusivos. Era morocha, de ojos grandes y negros, largas pestañas, pelo corto, muy tetona, no tan alta y de labios carnosos.

La primera vez que me pajeé para ella fue todo un desafío. Me pidió que me desvista, pero que no me quite la bombacha, que me ponga en cuatro en la cama y que le mueva la cola con dos dedos en la vagina. Le encantaba que me los lama poniendo cara de gata.

Algo de ella me seducía sin antecedentes. Cuando la veía conectada sentía que mi cuerpo se llenaba de sensaciones encontradas. Odiaba que no tuviese una pija para chuparle, pero me encantaba ver cómo se cogía la concha con un consolador grueso y largo, el que me confió su favorito.

La segunda noche me pidió que lama mis medias, mis zapatos y mi tanguita una vez que me haya desnudado, y que me escupa las tetas. ¡Cómo gemía la perversa!

La tercer madrugada quiso que me pegue bien fuerte en la cola, que le diga que soy su hija cochina y que me pajee con una zanahoria pelada, la que menos mal que encontré en la heladera. Me tenía tan conmocionada que, ni me importaba si mis padres escuchaban el alboroto que había en mi dormitorio.

Recién en nuestra novena conferencia me dijo que se llamaba Nora, que es lesbiana, que no tiene hijos, que vive sola y que le fascinan mis tetas.

Desde entonces me empezó a seducir con sus frases tiernas, las que siempre me escribía por mail. Me volvía loca cuando me decía que si me encontraba por la calle sola me iba a violar en un campito.

Me ponía de los pelos cuando me decía chiquitina!

Cuando le di mi celu, empezaron los sms zarpados, y ya no podía evitar tocarme en cualquier momento mientras la leía. Incluso, en algunos me pedía que lo hiciera.

¡ahora pendejita, dale, tocate la conchita, y decime si tenés la bombachita mojada, olete y lamete los deditos, y que no te importe el lugar en el que estás!, me escribía buscando enloquecerme del todo.

Finalmente, entre mensajes, conferencias de paja, fotos chanchas, audios subidos de tono por whatsapp, y miles de pensamientos obscenos, decidí que quería conocerla en persona, sin importarme los riesgos.

¡espero que no te cagues nena… mirá que yo voy de frente, y no me gustan las nenas mentirosas que arrugan a último momento o me meten en kilombos!, me dijo cuando se lo pedí con una angustia que me hacía doler el clítoris de calentura.

Nunca había tenido sexo con una chica, pero lo necesitaba todo de ella.

Esa vez, en cuanto Nora me dijo que lo iba a pensar, recuerdo que fui a la casa de una amiga para hacer unas láminas de dibujo técnico. Me atendió su hermano, y ni bien me explicó que ella tuvo que salir a comprar unas cosas que le solicitó su madre, me lo re trancé en la puerta de la casa. Al pibe se le empezó a parar la verga, y entonces yo me re froté la vulva sobre su paquete. Hasta que no aguanté más, y le bajé el pantalón para mamársela ahí nomás tras cerrar la puerta. El guacho no se lo esperaba, por lo que supongo que acabó rapidísimo. Además su madre y su abuela mateaban charlando en la cocina.

Por la noche, mientras Nora y yo nos mirábamos desnudas a través de las cámaras, me dijo:

¡ganaste pendeja, me convenciste… mañana voy a tu casa si te parece! No puedo negar que quiero olerte, chuparte, cogerte toda y hacerte gritar mi chiquitina!

Creo que mi emoción hizo que un orgasmo me estremezca con todas sus fuerzas, ya que mientras me hablaba yo me frotaba el clítoris con un dedo, y me enterraba otro en el culo para complacer a mi desconocida.

¡pero me vas a esperar en remerita, medias y bombacha, y con esa misma, la que tenés ahora, que te queda re linda guacha!, dijo un ratito antes de desconectarse.

Habíamos quedado a las 4 de la tarde. Aunque me tuvo nerviosa todo el día. Ella tenía mi dirección, y ambas la seguridad de que en mi casa no habría nadie hasta las 8 más o menos. Pero en toda la mañana no me respondió un puto mensaje. No sabía si creerle que vendría, o si algo le había molestado, o si estaba jugando conmigo.

A eso de las 3 me serené, y me entretuve con una tarea de química para no pensar en nada que me caliente.

A unos minutos de las 4 mi celu vibró, y mis ojos se sumieron en una dicha única.

¡estoy en la puerta chiquita pajera! Abrime así como estás!, decía Nora.

Claro que, yo estaba como me lo había pedido. Con una remera azul escotada, unos zoquetitos blancos igual que la bombacha del día anterior, y despeinada.

Apenas abrí me pidió que salga a la vereda para recibirla. Pensé que estaba loca. Un montón de gente iba y venía por las calles, ya que vivo en un barrio pegado al microcentro de la capital.

¡dale cagona, salí que no te voy a hacer nada que no te guste!, me dijo algo disgustada.

Me armé de valor y me paré frente a ella. El corazón me palpitaba enérgico, mientras ella me pedía que no la toque. Me dio un mordisquito en la nariz, unas nalgaditas y un chupón en la mejilla con los labios abiertos y húmedos. Luego puso mis brazos atrás de mi espalda, me olió el cuello y me dijo al oído empujándome hacia adentro de mi casa:

¡dale chiquita, entrá que te voy a coger toda nena, sos hermosa putita!

No le tenía miedo, pero algo me hacía desconfiarle un poco.

Cerró la puerta con llave y se las guardó en un bolsito. Lucía bien machona como siempre. Tenía un jean suelto, una remera de una banta metalera que no conocía, y unas zapatillas deportivas. Tenía olor a cigarrillo, y a un perfume de hombre medio alimonado.

Me apagó el celular, me sentó en una silla para atarme las manos al respaldo, me mordió las tetas por encima de la remera y me escupió la cara.

Me desconcertó, aunque no esperaba flores ni bombones. Ella era diferente, ruda, de carácter fuerte y determinante.

¡¿vas a hacer todo lo que te pida nena? Desde ahora sos mi pequeña puta, mi esclava, y te voy a hacer acabar cuando yo quiera!, me dijo sabiéndome incómoda.

Me abrió la boca, me hizo chuparle dos dedos y los lamió. Luego me separó las piernas, me amasó las lolas mientras decía:

¡sos una bebita, muy rica y pura chiquita!

Me besó el mentón y me pasó la lengua por toda la cara. Su aliento no era tan terrible como lo había imaginado, teniendo en cuenta que fumaba mucho.

Al rato me desató las manos, me pidió que me pare chazqueando los dedos, me rodeó en sus brazos y me enterró dos dedos en el culo, sin penetrarlo pero haciéndome notar su deseo.

¡qué rico olor tenés pendejita… vamos, agáchate y lameme las zapatillas!, me ordenó dejándome anonadada.

¡desatalas, lameme los cordones y moveme la colita, vamos, y escupite las manitos!, balbuceó, mientras mi estado de sumisa no se atrevía a desafiarla.

Cuando le desaté las zapatillas, ella se puso a caminar, y yo debía seguirla gateando como una perrita, hasta que llegamos al sillón.

En el trayecto no podía dejar de lamerle el calzado.

¡sacamelás nenita, y las medias también, y chúpame los pies, dale!, exigió con bravura, intentando sonar más tierna.

Por suerte, tenía unos pies preciosos, suaves, algo sudados y con las uñas cortitas.

No sé por qué, pero sentía que comenzaba a mojarme cuando mi lengua se escabullía entre sus deditos, le humedecía los talones y los empeines.

¡besalos putita, así chancha, dale que quiero calentarme bien con vos para cogerte toda la noche!, decía gimiendo Nora, hasta que no soportó la inexperiencia de mis besos.

Se puso de pie y me pidió que le baje el jean. Ella solita se lo terminó de sacar con los pies.

En eso, corrió hasta la mesa, donde había dejado su bolsito negro. Extrajo de él un pañuelo y un royo de cinta, con los que improvisó una venda para mis ojos.

Me sentó en el sillón a los empujones, me comió la boca desbordándome de pasiones y me mordió los labios con lujuria.

Me lamió las manos, los brazos, los hombros, me sacó las medias para hacérmelas oler mientras me daba cachetadas, y me sacó la remera para hacerla un bollito y frotarme la concha con ella.

¡quiero verte fumar viciosa!, dijo pronto, y me puso un cigarrillo encendido en los labios.

Entonces, quiso que luego le tire el humo en la cara, y gracias a ese jueguito me besaba con más pasión.

¡cómo te mojás la bombacha atorranta, sos muy puta!, me gritó a la vez que otro sopapo me daba vuelta la cara con su estridencia.

Se me escaparon algunas lagrimitas, y eso la excitó un poco más porque, me consoló con otro beso largo, profundo y cargado con la misma fiebre que suponía en su vulva.

Su lengua tocaba mi paladar y se hundía recorriendo todos los rincones de mi boca. Hasta que se sentó en el piso, me pidió que abra las piernas y comenzó a frotarme sus pies en la vulva.

¡dale nena, metelos adentro de tu bombachita roñosa, si te encanta putita!, me dijo, y enseguida noté que la tenía más mojada de lo que creía.

No llegué a hacerlo porque ella me pegaba en las manos, y siguió frotando sus plantas y talones en mi sexo, y yo gemía como una tontita enamorada.

¡¿a vos te gusta la pija peterita?!, dijo de repente.

No le contesté, pero enseguida agregó:

¡¿sé que chupaste varias pijas, y que te vuelve loca mostrarles a tus machitos cómo te tragás la lechita… me lo dijo el Kity!

Ese pibe era uno con los que a veces me pajeaba por web cam.

Le dije que sí, que me encanta tragarme todo, y que me peguen en la cola.

Se levantó de golpe, frotó sus tetas en mi conchita sin bajarme la bombacha y se me tiró encima para encajármelas en la boquita.

¡chupalas nena, dale, ahora tienen tu olorsito a concha mami, volveme loca con esa lengua chiquita!, me decía enredando sus piernas a las mías, masajeándome la argolla y poniendo en mi boca sus pezones duros para que se los muerda.

Ella lo quería así, y aunque no podía verla suponía el brillo de sus ojos en celo agradecidos por mi labor.

Hasta que me agarró del pelo para sentarme sobre su falda una vez que se acomodó en el sillón y me dijo:

¡a dónde está la cama de tus papis?!

No supe qué decirle. Pero antes de obtener mi respuesta, quiso que le saque la bombacha con la boca y los dientes, y no debía tocarle la concha bajo ningún concepto. Era difícil por mi vendaje, pero una vez que logré llevarla a sus tobillos, ella levantó las piernas de a una para facilitarme la tarea.

Me la sacó de las manos, me quitó el pañuelo de los ojos y quiso que la guíe hasta donde estaba el dormitorio de mis padres.

Luego me pidió un vaso de agua, y en cuanto se lo di, bebió un trago, y el resto me lo tiró en los pies.

¡pendejita, ahora vamos a la cama de tu mami, y te vas a vestir con lo que yo te voy a dar!, dijo, y fuimos de la mano hasta allí.

En el camino, se agachó para olerme y morderme la cola diciendo:

¡tenés olor a pis bebé, y me encantan las nenas con la bombachita sucia!

Entramos al cuarto, ella abrió la cama amplia, delicadamente ordenada por la empleada, me dio una pollerita cortísima, un corpiño ínfimo que solo cubría mis pezones, y me acostó en el medio de la cama después de volver a vendarme los ojos.

¡ya vengo chirusita, no te muevas ni te toques pajerita!, dijo, y luego un silencio que pareció durar un siglo me perturbó la razón.

Pero entonces, la puerta se abrió con estrépito, y mi infame amante se arrodilló a centímetros de mi rostro, y dijo:

¡agarrame el pito pendeja, y chúpalo, dale peterita!

No tardé en dar con un pene de goma que surgía seguro de una bombacha o de un cinturón, y me lo metí en la boca para atragantarme bastante, ya que ella medio que me la cogía, mientras me apretaba las gomas y gemía.

¿nunca te measte emn la camita de tus papis bebé?!, averiguó con la voz en éxtasis, a la vez que me pegaba con su verga en la boca abierta y babeada.

¡no puta de mierda, nunca lo hiceeee, pero quiero acabaaaar!, le grité irracional.

De repente, sus manos me sacaron la bombacha para traerla a mi nariz, y mientras me pedía que la lama y huela me pegaba en la cara. Me arrancó la pollerita hasta destrozarla, hundió su cabeza en mi entrepierna y me olió intensamente, pero sin tocarme la vagina.

Hasta que se me tiró encima, y mientras lamía mi oreja derecha me decía:

¡querés pija nena, querés que tu putita te coja toda?!, y me presionaba la puntita de su juguete en la entrada de la concha.

Cuando me la clavó, empezó a bombearme rapidísimo, haciendo que mi cuerpo se haga más pequeño contra el respaldo de la cama, y feliz de que mi cabeza golpee repetidas veces contra la mareda. Al mismo tiempo me enterraba dedos en el culo, me besaba con furia y me obligaba a lamer mi bombacha, pues, si no lo hacía me bofeteaba.

¡¿acá te hicieron tus papis chiquita? Seguro que cogían acá cuando te buscaban, y te cambiaron el pañal, y seguían cogiendo una vez que tu mami te daba la teta y vos te dormías! No guacha? Y vos cogiste acá con algún pendejo alzado del colegio no?!, me gritaba inconsolable, enérgico y sin detener la garchada fenomenal que me estaba pegando.

Yo me sentía en el paraíso, muerta de calentura, sedienta de más, y casi disfónica de tanto gemir. Mi clítoris propulsaba tantas descargas eléctricas como la cantidad de jugos que me inundaban la vagina, los que luego Nora eligió beber, justo cuando mi orgasmo más feroz me inducía a frotarme la vulva con fuerzas extremas sobre su boca.

Acabé sin poder pronunciar ni mi nombre, llena del repique de su lengua y su saliva en mi intimidad, con lágrimas en los ojos y sudando alegría por cada poro de mi piel.

No me importó en absoluto que luego se le antojara arrancarme de los pelos para bajarme de la cama con suma violencia. Ahí me pidió que le desprenda el arnés con el que me había hecho suya, luego de devolverme la vista.

Me arrodilló con las manos húmedas sobre mis hombros, atrapó mi cabeza entre sus piernas, y no me dejó otra alternativa.

Claro que, primero se me descostilló de risa al verme lamiendo su pito de goma con los sabores de mi conchita. La desgraciada me apretaba la nariz y me cacheteaba las tetas mientras me decía:

¡dale peterita sucia, si te encanta mamarla bien mamada, sos re cochina vos!

Pero, desde que mi cabeza estuvo apresada entre sus muslos, solo tuve la opción de lamerle el clítoris, olerle la concha y el culo, recorrer ambos agujeritos calientes con mi lengua, y colarle los dedos que quisiera en la vagina. La tenía con algunos vellos, su olor era fuerte y sus jugos mezclados con mi saliva eran un coctel explosivo para mi lengua bailarina.

En un momento pensé que se arrepentiría de lo que hizo, antes de verse las caras con un orgasmo terrible.

¡querés que te mee la carita chanchita?!, dijo segundos después de empezar a detonar un río de pis en mi cara.

Me ahogué, tosí, y hasta respiré varias gotitas, pero no podía detenerme. Quería seguir lamiéndola toda.

Pero ella gritó de felicidad, se frotó con brusquedad sobre mi rostro mientras liberaba más flujos, me apretó la cabeza con sus piernas, y luego se dejó caer sobre la cama como una hoja de papel.

Temblaba, buscaba serenar los compases de su respiración, y miraba la hora con impaciencia.

De repente se levantó, me devolvió mi celu, me dio un beso en la boca mientras me ayudaba a levantarme, me dijo que vaya a lavarme la cara pero que deje el piso meado como estaba, y que a mi vuelta me acueste en la cama.

Todo lo hice bajo sus directivas.

Cuando al fin estuve entre las sábanas de mis padres, la vi completamente vestida y con su bolsito negro en el hombro. En ese exacto momento se oyó la puerta de la calle, y a mis padres entrando con las compras del super.

Ella me comió la boca nuevamente, y luego de decirme:

¡la próxima vez te rompo bien el culo mi pequeña puta, así que preparate!
Después de eso, mis ojos se consumieron en una angustia al verla escaparse por un ventanal que da a la calle. Menos mal que reaccioné y llegué a limpiar todo antes de que me descubran mis viejos! fin

La petera del barrio


Fue raro para mi estructura comprender la conducta y los gustos de Valeria, mi mejor amiga.

Nos conocemos desde el secundario, hicimos varios viajes por la Argentina y por distintos países limítrofes, compartimos la confirmación y hasta la misma escuela de danzas.

Hoy las dos tenemos 35 años y la vida ordenada si se quiere. Ella tiene una hija de 16 que es una preciosura, un buen trabajo de medio turno y un esposo del que se separó hace tiempo, pero que no falta a sus obligaciones como padre.

Yo, en cambio, sigo soltera, y no hace mucho acepté mi condición de lesbiana. Me cuesta demasiado sostener una relación, y eso es algo que me carcome la cabeza.

En estos últimos días Vale y yo nos juntamos seguido a charlar, tomar unos mates y a pasarla bien durante las siestas, donde habitualmente su hija está en la escuela.

La primera de esas veces nomás, mientras decidíamos si ver una peli o escuchar música, sonó el timbre, y ella me pidió unos minutos. Me quedé en el living para no importunarla, pensando en que tal vez podría ser algún filito que tuviera por ahí.

Ella se quedó del lado de adentro de la puerta, en el pasillo que se conecta con el resto de la casa, y me inquietó escucharla decir:

¡bueno, dale nene, bajate el pantalón que estoy con gente!

No sé si llegaron a pasar 10 minutos cuando oigo que la voz del fulano jadea medio suspirando, y que ella agrega:

¡te gustó pibito?, viste que mi boca es una genia?!

Y pronto los dos rieron alegres y suspicaces.

Se oye la puerta de calle, y entonces ella aparece a mi lado como si nada hubiese pasado. No quise preguntarle nada aunque quisiera.

La próxima tarde sucedió algo similar. Sólo que ya veíamos una peli cuando sonó el timbre, y esa vez ella salió de la casa. No tardó más de 15 minutos.

Esta vez en cuanto regresó dijo:

¡qué rico boluda, los pendejos largan tanta leche que me vuelvo loca y me mojo toda!

Si bien tenía alguna sospecha de lo que hacía escucharlo de sus palabras.

¡sí Eli, adivinaste! Hace tres años que les mamo las pijas a los pibes, todos de 18 para arriba, obvio! Y todo empezó con un ex noviecito de mi hermana! Esa vez los dos se habían quedado a dormir en casa, y a la noche nos pusimos hasta el monio con la nirra y el fernet… pasó que, la Caro se fue a dormir, y justo cuando yo voy al baño me lo encuentro al señorito tocándose la pija oliendo una bombachita mía que estaba colgada en la ducha! Menos mal que recién me estaba limpia! La verdad, no me pude aguantar! Le agarré la pija, me agaché, lo estampé contra el inodoro y se la empecé a chupar como una adolescente, y no paré hasta que no me dio la lechita, y encima le hacía oler mi bombacha!

Vale tiene una hermana que ahora estaba en los 25 años, y ese pibe tenía 20 cuando se lo manducó. No podía creer que mi amiga fuera capaz de semejante locura. Cuando le pregunté si se había tragado su semen me sentí tan tarada que mi cara lo reflejó con un rojo intenso que me sofocó por completa.

¡ni hablar guacha, cómo no me la iba a tragar, si estaba tan calentita, rica y, encima era un montón! Pero, lo mejor de todo es que después me lo llevé a la terraza, con la excusa de que necesitaba tomar aire para bajar el escabio! Ahí pelé las tetas para calentarlo un poquito más, y le re tanteaba el bulto mientras me lo chapaba! Hasta que me arrodillé y volví a petearlo, pero maaaal boluda, tanto que me re atragantaba con su pija, y a él le gustaba fantasear con que mi hermana, o sea, su novia nos estuviera mirando! Esa lechita también me la tragué todita!

Sus confesiones no tenían paz para mi inocencia. Pero mi bombacha comenzaba a mojarse con la sola idea de imaginarla con un pito en la boca.

Esa tarde no pudimos seguir hablando porque llegó la hija, y yo tenía algunos trámites que hacer.

El jueves fui a su casa con unas galletitas de naranja que preparé para ella, puesto que sé que le encantan, y ese día terminé de convencerme de que Valeria no tenía límites, ni los precisaba. Llovía como loco, hacía un poco de frío y, su hija no estaba en la escuela, aunque igual salió con amigas.

Hablamos un rato de algunas pavadas, hasta que sonó el timbre. Me dijo que ya volvía conmigo, pero, esta vez, hizo pasar a un pibe de unos 20 años, todo mojado y con una mochila en la espalda. Yo me quedé en la cocina desparramando las galletitas en un plato, y ella en el living hablaba con el pibe.

¡mirá cómo estás de mojado, pobresito! Imagino que tu pija tiene ganas de qe mi boquita le saque toda esa lechita, no bebé? Tu hermano te dijo que vinieras? Le gustó cómo se la chupé?

Él solo decía que sí con la cabeza. Casi no podía hablar, y se lo notaba nervioso. Ella le sacó la mochila, lo sentó en el sillón, le bajó el pantalón y el bóxer, se abrió la camisita y se sacó el corpiño para mostrarle las tetas.

¡espero que no te moleste que esté mi amiga del otro lado! Vos concentrate en mis tetas chiquitín! Te gustan?!, dijo Vale acercándoselas de a poco a la cara, pero sin dejar que se las toque.

Enseguida todo lo que veía era la cabeza de mi amiga sobre las piernas del guacho, subiendo y bajando, comiéndole la pija con su boca levemente pintada de rojo, gimiendo suave y, como estaba con una calza medio viejona, podía ver cómo le asomaba la bombacha por atrás al estar hincada en el suelo. Les juro que, a pesar de que sé que es mi amiga, eso me excitó al punto que necesité reprimir un gemido al tocarme la concha sobre mi ropa.

Cuando le vi la pija al flaco ni bien su boca se oxigenaba un poco, tuve la sensación de querer tirarme encima de ese intruso y pedirle que me coja.

¡parate pendejo, quiero que me garches la boquita, dale!, le exigió Vale, y él se levantó temblequeando sobre sus pies, dejando a la vista un buen pedazo de verga toda ensalivada, con presemen y sudor prestado y propio, el que en breve entraba y salía de la boca de Vale, que ahora estaba arrodillada contra una biblioteca.

El guacho no tenía intenciones de matarla, pero por momentos la asfixiaba con sus arremetidas. No pude ver cuándo fue el momento en el que su leche traspasó su garganta, porque él le acabó apenas ella le empezó a pegar en el culo.

¡querés que te coma la boca con tu lechita en la mía bombón?, ahora vas a ir a la facu más relajadito!, decía Vale mientras lo ayudaba a vestirse para acompañarlo a la puerta.

Le costó reanudar nuestro encuentro apenas estuvo a mi lado otra vez. Pero en cuanto vio las galletitas se emocionó.

¡viste lo que era ese pito loca? No me vas a decir que no te mojaste ni un poquito!, dijo mientras se sentaba totalmente en tetas. Ella decía que siempre después de tomarse su dosis de semen tenía mucho calor.

¡al que le tengo ganas es al hijo del vecino de en frente! Un par de veces lo vi meando en el baldío donde juega a la pelota con los pibes, y posta que tiene terrible manguera! También se la quiero mamar al noviecito de mi hija! El pibe cumple 18 mañana, y creo que ese puede ser mi regalo! Vos qué decís?!

Le dije que se estaba volviendo loca, que no podía hacerle eso a su hija, y un montón de cosas más, las que ella parecía no escuchar. No llegamos a discutir, pero la charla se ponía cada vez más acalorada, porque, según ella yo no entiendo que no puede vivir sin chupar una pija.

Al rato vimos media película, porque se cortó la luz a causa del temporal. Yo me llamé un taxi y me fui a casa a los minutos, porque mis padres venían a cenar conmigo. Pero habíamos quedado para reunirnos el lunes a la tarde.

Esa tarde la idea era que ella me pinte las uñas, cosa que hace de mil maravillas, y yo le iba a teñir el pelo de violeta. Pero, como vi la puerta abierta decidí no tocar el timbre y entrar directamente. Me sorprendió que no hubiese música, o que no sonara la tele en la cocina. Cuando llamé a Valeria con un gritito, para anunciarme, la oí decir:

¡pasá Eli, estoy arriba, en la pieza de Paula!

Subo las escaleras con una cierta ambigüedad en el cuerpo. Algo me decía que alguna se estaba mandando, pero no podía deducirlo.

Cuando me asomo a la puerta de la pieza de su hija, descubro a Vale en bombacha y corpiño parada delante de la cama, donde había tres pibes sentados en calzoncillos.

¡entrá Vale, que no tengo drama si querés mirar!, mirá, te los presento… este es Pablo, un chico que ya conoce como la mamo, no chiquito?, él es Tomás, el chico que viste el otro día, y él es Elías, el novio de Pauli! Uuuuy, no sabés éli, me parece que a este ninguna chica le chupó el pitito, porque hasta tiene olor a pis su calzoncillito!

Vale me ponía al tanto de sus identidades mientras los señalaba, les tocaba sus bultos y les pegaba las tetas a sus rostros incrédulos, felices y lujuriosos. Finalmente se salió con las suyas, y citó al novio de su hija!

No podía hacer nada. Estaba inmóvil, viendo cómo entonces la boca de Valeria les mordía las pijas sobre sus calzones manchados de pis y de algunas acabaditas, cómo los olía gimiendo, cómo los pajeaba preparando su merienda y cómo les pegaba en las manos cada vez que ellos intentaban tocarle las tetas. Cuando se sacó la bombacha pensé que quería que los tres le peguen una flor de cogida. Pero la muy turra les pasó la partesita donde su conchita se roza una y otra vez por la nariz a los tres, y recién entonces les pidió que se saquen los calzones.

¡sentate Eli, y tocate si querés, o sino vení y ayudame, creo que hay mucha leche para mi solita!, dijo ya con la pija de Pablo en la boca y pajeando a los otros. Ni sabía que hacer, pero opté por quedarme a un costado mirando.

Cuando se metió la pija de Elías en la boca empezó a saltar como una loca. Le lamió los huevos, le escupió hasta la panza, le hacía oler su calzón y se emputecía más cuando el flaco decía el nombre de su noviecita.

¡ojo con Paulita vos eh, que por ahora su mami te va a sacar la lechita… ella todavía ni se lava las bombachitas corazón!, decía la muy cínica, atragantada con su pija.

Cuando Pablo le acabó en la boca, cosa que no le iba a costar demasiado con semejante panorama, ella se lo re tranzó para que él saboree su semen. El flaco se lo había pedido.

Claramente, yo a esa altura ya me re pajeaba con el pantalón en los tobillos, por encima y debajo de la bombacha. Era insufrible sobrevivir a las succiones violentas de la boquita de Vale en esas pijas, oírla hipar, eructar, escupir, agitarse más y más, lamer y oler desesperada,y el torbellino de sus palabras sucias.

¡qué rico Tomi, cada día se te pone más durita bebé, y a vos Elías, te la voy a tomar todos los días… vos solo tenés que decirme cuando estés alzadito mi amor! Cómo me pone loquita el olor a bolas de los guachitos como ustedes pendejos!

Elías le acabó un chorro de leche magnífico en la boca, al punto que la hizo toser y ahogarse como nunca vi ni en una peli porno. El otro guacho se la dio apenas lo hizo pararse. Ella se la mamaba rozándole el agujerito del culo, y eso al pibe lo superó por completo.

Los tres salieron apurados, porque ya estaba por llegar Paula del cole. Hacía mucho que yo no tenía curiosidad por el sabor del semen. Y creo que por eso, antes de que Vale se vista, y ya sin la presencia de los pibes, le encajé un beso en la boca.

¡qué pasa mi amor? Querés que la peterita del barrio te saque esa bombachita y te coma la vagina?, me dijo confundiéndome. fin!