miércoles, 7 de marzo de 2018

Un dulce castigo


Ya estabamos casi en los exámenes finales y el verano estaba a la vuelta de la esquina. Eran increíbles los nervios que teníamos todos; solo se veían apuntes por doquier y el olor a café recién hecho lo impregnaba todo... ¡¡¡ la selectividad iba a acabar con nuestras vidas!!!.

Uno de los profesores a los que más temíamos era a Don Román. Era el profesor de matemáticas. Era un hombre que mostraba un aspecto bastante interesante, siempre llevaba el pelo un poco largo y muy bien peinado, y tenía unos ojos negros de escándalo, unos ojos capaces de seducir a cualquiera que los mirase... tenía un pecho ancho, unas piernas largas y muy bien formadas...sin embargo era un hombre bastante serio. Yo jamás le había visto bromear con respecto a nada. Era más seco que la mojama. Creo que aquel año había cumplido 53 años.


Un día en clase tuvimos una disputa bastante fuerte. Me mandó que saliera a solucionar un problema de ecuaciones de segundo grado en la pizarra, cosa que yo odiaba ya que no soportaba los estúpidos comentarios de los chicos de mi clase, ya que, como tenía un cuerpo muy exuberante a mis 17 años, y encima tenía que vestir el eterno uniforme de colegiala, con la faldita corta de tablas y un fino polo blanco que apenas alcanzaba a disimular minimamente mis enormes pezones, haciendo que siempre se destacaran muchísimo, pues me sentía un poco como un mono de feria cada vez que me sacaban a la pizarra. Pero aquel día no sé por qué tenía menos ganas que cualquier otro y la verdad es que me sentía muy violenta.

Y harta ya de los silbidos, las pícaras sonrisas y los ojos lascivos, no aguanté más y me puse a gritar en clase como una loca, "¡¡Joder, siempre tengo que salir yo!!"... tomándola, en vez de con mis compañeros, con mi profesor. El caso es que Román se puso más serio de lo que normalmente era y me invitó cortésmente a abandonar la clase... y que le esperara al salir de clases aquel día, porque tenía que hablar largo y tendido sobre mi actitud.


Así pasó el día sin más contratiempos, hasta que sonó el timbre y todos mis compañeros salieron del instituto en estampida, mientras que yo me tomaba todo el tiempo del mundo en recoger mis cosas, porque sabía que no podría escapar de mi profesor. Hubiera sido peor el castigo...y por fin llegó Román, con el rostro sonrojado y aparentemente muy enfurecido. Acabé de recoger y, cabizbaja, le seguí hasta el despacho del jefe de estudios. Nos acomodamos en la mesa y me dijo que antes de nada le ayudara a ordenar una serie de exámenes. Me sorprendió la propuesta, pero obedecí, desde luego. Con un poco de suerte, podría ver qué notas tenía la gente... siempre he sido muy curiosa.

Cuando había pasado media hora larga de silencio, apartó los exámenes a un lado y se sentó encima de la mesa. Suspirando resignado me miró y me dijo:

"¿Por qué eres así conmigo, porque eres tan injusta ?¿no entiendes que vas a conseguir que me quiten el puesto de trabajo que tanto me ha costado?"


La verdad es que sus palabras me conmocionaron bastante y provocaron en mi un profundo arrepentimiento. Respiré hondo, levante la mirada hacia él y le dije que lo sentía mucho y que no volvería a pasar, y que si había alguna manera arreglarlo, que haría todo lo que estuviese en mi mano...Me preguntó que por qué me había exasperado tanto antes, en clase, y le dije la verdad. Le dije que no podía soportar los cambios hormonales de mis compañeros de clase cada vez que me tenían a tiro, especialmente cuando salía a la pizarra... y que tampoco soportaba el estúpido uniforme que nos obligaban a poner en el instituto...

"Pues no sabes lo bien que te queda..."

Le miré con los ojos muy abiertos, sorprendida por su respuesta, pero él no dijo nada.
Fue entonces cuando me invitó a sentarme en la mesa del director, junto a él. Obedecí. Sin embargo le notaba muy nervioso. Inconscientemente – lo juro – le miré el paquete de la entrepierna y casi me quedé sin respiración al ver el gran bulto que allí albergaba. Y me excité. Y cuando yo me excito no hay quien me pare. Y lo cierto es que don Román no estaba nada, pero que nada mal...

Y creo que él vio el brillo de la calentura en mis ojos porque pronto se puso muy nervioso. Decidí dar el primer paso.



Me puse de pie con toda naturalidad, levanté mi falda y bajé un poco mis braguitas, dejando entrever los labios que cubrían mi tesoro. Estaban húmedos y turgentes. Se ruborizó, pero no dejó de mirarme con ojos incrédulos.



"Toca, mira qué caliente me he puesto".



El pobre hombre no sabía qué hacer. Me miró extrañado, y al ver mi naturalidad, acercó tímidamente una de sus manos a mi sexo, pasando un dedo entre sus labios. Luego lo olió disimuladamente, y noté cómo el bulto de su pantalón había aumentado más aún. Mi profesor volvió a deslizar su dedo por mi rajita, sacándolo empapado de un líquido espeso y blanco.



"Déjame olerlo, Román, quiero olerme..."- le pedí-.



Acerqué la cara a su dedo, lo olí y lo disfrute. Estaba delicioso. Le invité a probarlo. Su dedo volvió a acariciar mi sexo, y lo saboreó cerrando los ojos... como si aquello fuera el mismísimo elixir de los dioses.

"Profesor, ¿quiere olerlo y probarlo directamente? Si lo lame de mi sexo de seguro que le sabrá mejor ... podrá saborearlo mejor...¿no le apetece...?".



No pronunció palabra, pero hacía todo lo que yo le iba diciendo. Subió mi falda, apartó mis braguitas blancas de algodón a un lado, y pasó su lengua por la rajita una y otra vez, dándome unos largos lametones que me llevaron de ida y vuelta al cielo...mi profesor de matemáticas, mi serio y huraño profesor me estaba lamiendo enterita...!!!!



"Mis padres me matarían si supieran esto..."



" Eres una buscona, una cualquiera...sé buena, porque si no..."



Fue entonces, diciendo esto, cuando tomó la iniciativa. Me tomó por la cintura y me sentó sobre la mesa. Subió mi falda, y me quitó las braguitas, dejando al aire todo mi sexo. Separó delicadamente mis piernas y acercó su cara al hueco que quedaba entre ellas. Me eché hacia atrás, y sentí cómo su lengua acariciaba muy suavemente mi entrepierna, separando con cuidado sus labios, hinchados, rojos de placer, y exhalando aquel aroma a hembra que tan irresistible le estaba resultando a don Román...

Lamió la pequeña abertura, primero muy lentamente, para luego hacerlo mucho más rápido, succionando con sus labios el líquido que emanaba de ella, como un enorme animal sediento. Después lamió el pequeño bultito que encontró hinchándose en la parte superior de mi rajita Lo succionó, como si fuera un biberón, chupetones cortos e intensos que hacían que mis caderas se movieran como si estuviera posesa. Como si me estuviera mamando, qué placer… Veía sus ojos mirándome, mientras me lo hacía, y yo sonreía, me volvía loca de placer, me retorcía de gusto.



Entonces le separé de mi, me puse de pié y le bajé la cremallera de sus pantalones, viendo complacida cómo su miembro luchaba por salir del confinamiento de sus calzoncillos. Se los bajé y su miembro salió disparado, erguido, duro como una piedra... Era de un tamaño considerable, mediría como unos 20 centímetros, con un glande enorme y de un grosor como los vasos de un cubata. Él se bajo los pantalones a la altura de los muslos, cosa que aproveché para pasarle la punta de mi lengua por su glande... y luego empecé a lamerle sus huevos mientras que con la mano derecha agarraba su miembro y empezaba un lento movimiento ascendente y descendente. 

Con mi lengua hice círculos concéntricos en cada uno de sus huevos, para luego subir por la base de su miembro siguiendo el contorno de cada una de las venas que sobresalían, hasta llegar al glande, donde una gota brillante de fluidos se le escapaba, la cual no tardé en recoger con la lengua, la lamí, y me pareció resultándo exquisita. Mis labios volvieron a recorrer toda la longitud de su miembro, y llegó el momento de metérmela en la boca. La disfrute como si fuera un helado.... 

Él no decía ni una palabra, tan sólo respiraba fuerte, mi adorado Román, qué bien se lo estaba pasando, gimiendo como un cachorrito...me sentí poderosa.... Siempre se me habían dado bien las felaciones, pero en esta puse especial esmero. Cuando me la volví a meter en la boca quería que sintiera como mis labios bajaban por toda su virilidad hasta llegar a los testículos, enterrándola profundamente en mi garganta y no dejando de mover la lengua. Estuve mamándola durante lo que me pareció una eternidad. Ya empezaba a dolerme la boca, pero aun así no paré ni un instante. Sus gemidos me animaban a seguir. Su miembro empezó a contraerse con el preludio de lo que yo sabía que vendría después. Volví a hundirla en mi boca y mi cavidad empezó a llenarse con su fluido, fuero tres o cuatro disparos rápidos que soltaron una cantidad considerable, así que tuve que ir tragando deprisa porque no quería desperdiciar ni una solo gota de su agridulce néctar. Cuando me saqué su miembro de la boca, volví a lamérsela de nuevo toda entera para no dejar que ni rastro de fluido, pero había tanto, que me chorreaba por los labios y la barbilla. Él se acercó y lo bebió de mi boca, mientras me acariciaba suavemente los senos.


Mientras, yo iba desabrochándome el polo, quitándome apresurada el sujetador y la falda (las bragas a saber dónde estarían ya...). Después me tumbó encima de la mesa, no sin antes despejarla de libros y papelorios de un solo manotazo y cogiendo con una mano su enorme miembro y empezó a restregármela por el cocoy. Bajaba desde el clítoris hasta la concavidad de mi cocoy, metiéndome tan solo el glande, volvía a repetir la operación, volviéndome loca con cada uno de sus movimientos, empecé a gemir como una perra en celo. 

Entonces él me la clavó hasta el fondo, me la metió toda entera hasta que sus huevos golpearon mis nalgas. Sentí como mis paredes de mi sexo se contraían, y entonces estallé... Él paró un momento dejando que me recuperase, pero inmediatamente después siguió bombeando mi cocoy. Agarró fuertemente mis caderas y empezó un violento mete-saca, tirandome entera.... Las metidas eran muy profundas pues no sólo empujaba brutalmente con su miembro, sino que además llevaba mis caderas hacia él. Entonces se corrió de nuevo, esta vez dentro de mi, haciéndome sentir su cálido chorro de fluido, todo para mi...


Fue entonces cuando sonó la campana: las 3:00 de la tarde...era hora de irse a casa, mi madre me estaría esperando para comer... 

Mientras me vestía apurada por la hora, me cogió de la cintura y me susurró al oído...

"Jovencita, está usted absuelta de toda culpa..."


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Necesidad de mujer


Me llamo Alicia, tengo 31 años y soy la esposa ideal: joven, delicada, atractiva, elegante, de buen cuerpo y ardiente, y mi marido tiene 34 años y es el ideal también: guapo, fuerte, varonil y comprensivo. Comprende mis necesidades. Comprende que mi cuerpo necesita caricias, que mis senos necesitan ser apretados por manos varoniles, que mis piernas ansían rodear un torso varonil, que mi delicado bollito necesita su ración de carne.

No sólo comprende mis necesidades, sino que, con mucho amor, me ayuda a satisfacerlas. Sabe que necesito macho y está presto a complacerme. Yo lo adoro por todo eso y porque tengo su autorización para tener novio, el primero que tengo en mis ocho años de matrimonio.

Desde hace un año tengo autorización para tener novio y cuando estoy con él, no dejo de besarlo y acariciarlo mientras vamos al cine, comemos o paseamos por el malecón de un puerto cercano al lugar donde vivo.

A mi novio lo conocí por cuestiones laborales y al poco tiempo nació entre nosotros una "chispa". Por las noches, en mi casa, jugaba cartas con mi marido y nos retábamos, hasta que me prometió dejarme tener novio "oficial" si le ganaba. Y gané, por lo que de inmediato exigí cumpliera y le dije que ya tenía un candidato que hacía se me mojara las panties. Ahora, gracias a la comprensión y apoyo de mi querido esposo, tengo un noviazgo con Jorge desde hace un año.

Los fines de semana, mi esposo me lleva a la ciudad donde vive mi novio, mientras él se dedica a su trabajo. Sin embargo, en una ocasión, mi Jorge tuvo que viajar por cuestiones de trabajo y durante dos o tres semanas no lo vería.

En el segundo fin de semana que no vi a Jorge, me sentía desesperada. Pasé el viernes haciendo el amor con mi marido en esa ciudad, pero me hacía falta el enorme miembro de Jorgito partiéndome en dos.

El sábado como a las 9 de la noche estaba en el hotel, esperando el regreso de mi esposo y pensando en Jorge, cuando me decidí. Si Jorge había tenido el valor de dejarme sola tanto tiempo, podría divertirme en la disco un poco.

Me bañe y me preparé: el vestido corto de lycra dejaba ver mis pequeños pero atractivos senos y mis delgadas piernas. Me vi en el espejo y me observé ¿cómo este cuerpo tan delgado y delicado se come el enorme miembro de Jorge? Me preguntaba mientras me acomodaba los ligueros y mis medias blancas. Con zapatillas altas, mi maquillaje, el vestido corto y mi figura, estaba segura que tendría varios hombres dispuestos a bailar conmigo.

Pedí un taxi y salí a la disco. Al entrar busqué sitio y encontré una mesa cerca de la pista, pues estaba medio solo aún. Bebí un poco de Amaretto y me invitaron a bailar. Bailé con tres hombres y estaba contenta, pero pasó lo inesperado.

Estaba bailando unas baladas con un hombre mayor que yo y mientras platicábamos sobre el lugar, el hotel donde me hospedaba y otras cosas, comenzó a manosearme el trasero. Desde luego que opuse resistencia, pero la debilidad femenina es nuestra perdición cuando se está en brazos de un portento de hombre como éste, que no podía yo contener.

"¡Basta!" Le dije de repente separándome de él. "¿Cuánto cobras por toda la noche?" me dijo así de repente y aunque me sentí ofendida, sentí como tenía la pantaletita empapándose por el agasajo que me dio.

"Cobro muy caro, pero ya tengo cliente", le dije, armándome de valor y tratando de disuadirlo.

"Pago lo que me pidas y hasta te voy a hacer llorar", me contestó al momento que me decía que me buscaría en el hotel al día siguiente.

Salí del lugar mareada y con la entrepierna ardiendo.

Cuando llegué al hotel, mi marido estaba acostado viendo la tele y casi lo violé. En poco tiempo estaba sobre su tranca brincando y viniéndome una vez tras otra.

Cuando nos relajábamos, me preguntó si había visto a Jorge, porque me notó caliente, y sin pensarlo, empecé a platicarle la agasajada que le dieron a su mujercita en la disco.

"¿Así que quería bombearte?" me dijo. "Pues hasta dijo estar dispuesto a pagar lo que pidiera por pasar la noche con él", le dije ya excitada otra vez, por lo que empezamos nuevamente a hacer el amor.

"¿Y si viene a cogerte?" decía mi marido mientras me bombeaba lentamente. "Que me coja" le decía yo, ya fuera de control.

No se tocó más el tema y dormimos abrazados.

Ese día pedimos el desayuno a la habitación y seguimos en cama, haciendo el amor y fantaseando sobre como sería mi "debut" como prostituta.

De repente me dijo que quería verme con la ropa que teníamos preparada para la ocasión: medias, ligueros, zapatillas y un camisón transparente. Me dio el labial y me pinté nuevamente la boca.

Estuvimos fantaseando sobre mi supuesto "cliente" y me pidió la tarjeta que me había dado por la noche, en la disco.

Tomó su celular y me dijo que mientras yo iba al sanitario, bromeó diciendo que él se pondría de acuerdo con mi "cliente".

"No tarda en venir a cogerte, mi amor", me dijo con una enorme y visible erección.

De inmediato tomé su miembro, que estaba durísimo y traté de sacárselo de la ropa, pero me dijo que no, que esperara por mi "cliente".

Yo seguí el juego y le decía: "¿y si tiene el miembro muy grande? ¿y si quiere que le dé el trasero?"

En eso estábamos cuando tocaron a la puerta y mi esposo fue a abrir. ¡Era el presunto cliente y le dijo a mi marido que yo le esperaba!

De inmediato mi esposo, que ya estaba vestido, le dijo que enseguida salía y cerró la puerta.

"Cóbrale caro y disfruta mucho", me dijo al autorizarme a debutar como una prostituta. Yo estaba sorprendida.

"Pues bien, si quieres que me prostituya, te complaceré", pensé al tiempo que se me mojaba la entrepierna.

"Hola", le dije al abrir la puerta y se quedó de una pieza cuando me vio así, vestida especialmente para "prostituirme".

"Mi masajista ya se va", dije al tiempo de despedir a mi marido, que con la mirada me rogaba le dejara ver la escena. Tuvo que salir ante la mirada lujuriosa del "cliente". Ni modo, tendría que conformarse con imaginar lo que estarían haciendo con el cuerpo de su mujercita durante las siguientes horas.

Mi cliente estaba desesperado. De inmediato me abrazó y comenzó a besarme mientras, con rudeza, metía sus manos entre mis piernas. Comencé a desvestirlo y pude observar con satisfacción que se trataba de un hombre de cuerpo atlético. Se me hacía agua la boca al mirar su miembro queriendo salir de su ropa interior.

Se acostó y tomando con sus manos mi cabeza la acercó a su entrepierna, indicándome lo que quería. Posé mis labios pintados en su trusa, dejando una marca de labial y pegué mi nariz a sus partes, ¡qué delicioso olor a macho emanaba por entre la trusa!

No lo pude resistir, le quité su ropa interior y me abalancé hambrienta a besar, y saborear ese hermoso y gordo miembro. Era más grande que el de mi esposo y para mis adentros me felicité por tener la suerte de tener mi primera experiencia como prostituta con verdadero macho.

Con mis manos acariciaba sus testículos y sus piernas mientras disfrutaba y disfrutaba. De repente sentí que terminaría y me detuve.

"Me debes setecientos pesos", le dije de repente, añadiendo que serían mil doscientos pesos si deseaba enfundarme su miembro en mi nidito.

Creí que iba a protestar y no. Se levantó de la cama, sacó su cartera y me entregó billetes de cien pesos; "vaya negocio", pensé.

Enseguida guardé el dinero y me tomó con violencia arrojándome a la cama boca arriba. Con rudeza metió su cabeza en mi entrepierna y comenzó a darme la mamada más violenta de mi vida. Sentía que quería meterse por mi nidito.

Con mucha fuerza sorbía mis jugos y sentía que se me salía hasta el alma por ahí. Creo que mis gemidos se escuchaban hasta afuera del cuarto.

No sé cuántas veces me vine, pero cuando se retiró de mi cocoy estaba mareada y débil.

Se acostó y tomando su miembro con una mano me dijo que tenía que comérmelo.

Apenas pude incorporarme y meterme en la boca su fierro. Estaba grande, tieso y caliente. Mientras disfrutaba como desesperada me di cuenta de que sentía las piernas empapadas. Las medias estaban pegadas a mis piernas con mucho sudor. Nuestros cuerpos estaban empapados.

De repente su miembro empezó a crecer aún más y sentí que me ahogaba; me tomó de la cabeza con sus manos y aunque quise retirarme no me dejó. Empezó a vaciarse en mi boca, sentía el esperma muy adentro de mi garganta. Era la primera vez que comía macho así.

Parecía que nunca terminaría... pero al final, retiró un poco su miembro y pude tomarle sabor a su leche, ¡de lo que me estaba perdiendo! Ni siquiera a mi marido le había permitido terminar en mi boca.

Los dos desfallecidos quedamos acostados, uno al lado del otro. "Estuvo delicioso", me atreví a decirle al levantarme para tomar mis ropas, pero no me dejó, me dijo que venía lo mejor, para lo que había pagado.

"¿No está satisfecho señor?" Le pregunté y sin responderme me cargó y me arrojó a la cama boca abajo. Me colocó en rodillas y manos y comenzó a acariciar bruscamente mi trasero.

"Por ahí no", le dije cuando trató de meterme un dedo en el ano.

Pero me dijo que lo que más anhelaba era entallarme el cocoy con su miembro.

Con rapidez sacó un preservativo y se lo colocó en el miembro mientras yo observaba y me preguntaba si después de tanta leche depositada en mi boca, tendría más para rellenar el preservativo.

Sin demora, me entalló toda su virilidad hasta el fondo. Mi apretado bollito tardó unos segundos en amoldarse al miembro. Se quedó así, sin moverse. Apenas unos segundos, y de repente comenzó a bombearme frenéticamente, como si nunca hubiera tenido una mujer.

De tan rápido que me bombeaba se llegó a salir varias veces. No pude resistir, me vine nuevamente y sentí morirme de excitación cuando con sus manos intentó tomar toda mi cintura.

Me tenía bien entallada y mi nidito, de tanta venida, ya no tenía fuerza para apretar su hombría.

Por un rato así estuvimos, luego me acostó boca arriba y se llevó mis piernas a sus hombros. Dice mi marido que en esa posición la metida es total y le creo, porque hasta veía estrellitas. "Ya, ya", le decía entre gemidos y grititos.

Él seguía embistiendo con una fuerza increíble. Me sentía morir de tanto orgasmo.

Bajó mis piernas y con ellas rodeé su cintura y a cada arremetida me arrancaba gemidos de placer y de dolor. En esa posición, de repente, me introdujo hasta el fondo mientras su brazo izquierdo lo pasaba por debajo de mi cintura estrechando aún más el abrazo sexual, y con la otra mano se agarraba de la cama, gimiendo de placer.

Recuerdo que pegué un grito que seguramente se escuchó en todo el hotel. Se estaba viniendo. Le creció tanto el miembro que sentía que iba a reventarme. Comprendí lo que ocurría: el condón se había roto y sentía su leche inundando mi cocoy.

¡No! ¡no!, le dije gritando pero al parecer se excitó más y siguió bombeando a fondo.

Por fin me dejó. Al sacar su miembro se escuchó un sonido y empezó a salirme grandes cantidades de leche.

Se vistió rápidamente y me dijo que querría verme otra vez.

Al marcharse me dio un ligero beso en los labios y me dejó ahí, bien cogida y agotada.

Casi de inmediato, entró mi marido. Se le notaba una fuerte erección y una mirada lujuriosa. ¿Cuánto le cobraste? Me dijo, y le dije la cantidad.

Me sugirió que con ese dinero comprara más lencería, pues tenía hechas garras las medias. También me propuso comprar vestidos sexy.

Se acercó y al desnudarse le vi su tremenda erección. Se acostó a mi lado y empezó a acariciarme con ternura. Me quejé de que me dolía mi cocoy y todo el cuerpo.

"Ya pasó, mi vida", me dijo al tiempo que con su mano sobaba mi entrepierna, embarrándose del fluido de mi cliente. Aunque le dije que esperara a que me bañara, no quiso, me dijo que si llevaba ya dentro el fluido de otro hombre, no tenía remedio.

Me besó en la boca y me puso el miembro en la cara. Estaba tan cansada que no podía disfrutarselo; pero él se puso en posición del 69 y empezó a besar mi cocoy, sorbiendo el esperma que tenía ahí.

No podía más y creo que me desmayé de tanta excitación. Su lengua limpiaba mi interior con cariño, con ternura. No culpo a mi marido por beber golosamente la leche que ahí tenía, ¡es tan deliciosa!

Me quedé dormida y al rato, cuando desperté, se estaba corriendo furiosamente con una mano. Lo vi eyacular y me abracé a él. Nos besamos y me dijo que estuvo muy bien mi debut.

¿No te importa que me hayan dejado agotada? "No importa, porque yo gocé escuchando al otro lado de la puerta la cogida que te dieron", aunque, me dijo, personal del hotel pasaba por el pasillo cuando él estaba atento a mis gemidos, y alcanzaron a escuchar uno de los gritos que me arrancó aquel desconocido.

Platicamos y acordamos no mencionarle nada a mi novio Jorge, porque mi esposo se había comprometido con él, cuando formalizamos mi noviazgo Jorge y yo, que solamente él, mi marido, podría tirarme, siempre y cuando me cuidara para que Jorge pudiera entallarme su virilidad por lo menos cada semana.

"No te apures, mi amor, si me dejas trabajar de vez en cuando, con clientes así de potentes y bien dotados como éste, diré a mi Jorge que me cuidas mucho y que sólo tú me haces el amor, además, podría ayudarte a comprar el otro carro que quieres ¿no?"

Luego nos dormimos abrazados, al fin y al cabo somos una pareja muy feliz. Yo tengo mi novio y la comprensión de mi marido, el mejor esposo que cualquier hembra pueda desear.


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Me encanta el esperma


Lo primero de todo me gustaria presentarme a todos vosotros. Mi nombre es Susana y tengo 21 años . Desde hace un tiempo soy asidua lectora de los relatos porno de esta pagina web y tengo que confesarles que me encantan y que en muchas ocasiones no puedo evitar el halarme el ganzo mientras los leo. Llevo un tiempo dudando si enviar un relato para todos ustedes o no y al final me he decidido. Como comprobaran no va a ser un relato de alguna de mis experiencias sexuales sino que lo que quiero compartir con todos ustedes es una confesion intima.

Lo que quiero contarles a todos es mi gran pasion por el fluido. Lo adoro y el tragarlo recien salido de un miembro me resulta algo de lo mas excitante. Esos segundos que transcurren desde que el chico te avisa de que se corre hasta que comienza a salir de su miembro el delicioso manjar son de una gran excitación para mi. Despues el sentir como salen los chorros de fluido dentro de mi boca me inunda de placer. Una vez tengo el fluido dentro de mi boca me gusta mantenerlo alli por unos instantes para saborearlo. Saborear la leche del macho que me la proporcionado. Y despues la hago bajar por mi garganta con gran delicia.

Mis escenas favoritas de las peliculas porno son como se pueden imaginar el momento de las eyaculaciones. Esas escenas me excitan muchisimo sobre todo si se trata de una eyaculacion abundante en la boca o cara de la actriz. Tambien soy muy aficionada a buscar fotos de corridas en internet. Tengo un buen archivo. Mis favoritas son aquellas en las que la chica aparece con la cara totalmente manchada de fluido como producto de varias eyaculaciones. Me encantan las fotos de bukkake.

No puedo recordar la leche de cuantos miembros diferentes habre probado pero han sido muchas. Pero si recuerdo muy bien cual fue la primera. Yo tenia 15 años y el primer chorro de fluido que entro en mi boca fue el de un compañero de instituto. Fue una tarde realmente inolvidable para mi pues fue cuando vi un miembro al natural por primera vez. La excitación que me produjo aquello hizo que yo accediera a los deseos de aquel chico de hacerle una mamada. Como se imaginaran la mamada acabo con la corrida del chico dentro de mi boca. Tengo que confesarles que me dio asco y escupi su leche al suelo. Pero dentro de mi boca quedo ese saborcillo a fluido y comprobe que ese liquido blanquecino me sabia rico. Dias mas tarde este chico y yo volvimos a tener otro encuentro sexual y en aquella ocasión la mamada acabo dentro de mi boca por expreso deseo mio. Una vez tuve el fluido del chico en mi boca lo saboree y luego lo trague. Me gusto muchisimo su sabor..

En ese momento me surgio la duda de si la leche de todos los tios sabria igual o si la de cada uno tendria un sabor distinto. Este chico le conto a sus amigos lo que como me trague su fluido y rapidamente la voz se divulgo entre sus amigos. En dias sucesivos acudieron a mi varios chicos ofreciendome su leche. Yo por aquel entonces estaba en pleno descubrimiento del sexo y tengo que confesar que saborie muchos miembros con el unico motivo de poder saborear el fluido que saliera de ellas. En los meses sucesivos me converti en una autentica adicta al sexo. Mi gran pasion eran las mamadas pero pronto mis amigos me pusieron como condicion para tomar su leche el que dejara que me tiraran. Yo por aquel entonces era una chica inocentona y accedia a sus deseos con tal de poder tomar ese delicioso manjar blanco que salia de sus miembros. Para que se hagan una idea les dire que incluso accedi a practicar sexo anal a cambio de recibir sus corridas dentro de mi boca. Y yo por aquel entonces solo tenia 16 añitos. Poco a poco la situacion empezo a hacerse ciertamente insostenible. Todo el instituto sabia que yo era lo que se dice una chica facil y tenia que escuchar todos los dias los comentarios obscenos de los chicos. Incluso por los pasillos me levantaban la faldita para verme las bragas, algunos chicos se me acercaban por detrás y plantaban su mano en mi trasero, me sobaban los melones,…. Poco a poco lo que anteriormente me gustaba comenzo a convertirse en una pesadilla para mi. Asi, un dia le conte a mi prima Laura mi problema. Ella se quedo escandalizada cuando le conte todo. Pero me dio una solucion. Me dijo: "si quieres quitarte a todos esos niñatos de encima, echate un novio". Y ella me recomendo que elegiera a un chico de unos 20-24 años.

Una noche de verano en una terraza de verano conoci a Alberto, un chico de 22 años. Fue un flechazo mutuo. Enseguida nos hicimos novios y hoy todavia lo seguimos siendo. Recuerdo perfectamente la primera vez que tire con el. Nunca habia gozado tanto en mi vida. El fue el primer chico que me comio el trasero y el placer que senti aquella noche fue algo increible. Me di cuenta de que lo unico que buscaban los chicos con los que anteriormente me habia acostado era aprovecharse de mi. Solo buscaban su propio beneficio. Alberto me demostro que el sexo es para disfrutar los dos. He de decir que Alberto se quedo sorprendido de mi experiencia haciendo mamadas y de mi gusto por el sexo anal. Alberto se ocupo de alejar de mi a todos esos niñatos que me acosaban desde hacia tiempo. Desde que nos conocimos disfruto realmente del sexo. Somos una pareja muy compenetrada en la cama. Y somos adictos a tirar. tiramos siempre que podemos y en cualquier lugar. Y por supuesto la mayor parte de la leche que sale de su miembro va a parar a mi boca. Cuantos litros de fluido de Alberto habre tragado… A Alberto le encanta que lo haga. Me dice que le excita mucho ver como me trago su fluido. Muchas noches leemos juntos los relatos porno de esta pagina. Nos sentamos desnudos frente al ordenador y la lectura de estos relatos nos pone calientes y luego nos vamos a la cama a echar unos buenos polvos.

Si me he decidido a contarles esta historia ha sido por un motivo. Me llama mucho la atencion la cantidad de veces que he oido que chicas como yo no hay ninguna. Me cuentan que no hay chicas que en sus relaciones sexuales acepten el tragarse el fluido o el sexo anal. Para mi ambas cosas son muy placenteras y no me creo que no haya chicas por ahí que disfruten con lo mismo.


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La Reunion de Papá


Hola ! Mi nombre es Laura y este es mi primer relato. Soy una adoradora de los placeres carnales y si bien soy heterosexual, no me niego a nada que le cause placer a mi cuerpo. Aparatitos, hombres, mujeres, animalitos, jóvenes, viejos…lo que sea, que me acuse placer…pruebo.

Ya les contaré algunas de mis experiencias en cada campo que he probado. Digamos que mi cuerpo llamativo, el cual porto en las mismas condiciones desde mis 16 años, me ha servido mucho para tener éxito en lo sexual. Mido 1,82, peso 65 kilos, tengo pelo color rubio con rulos y mis medidas son 98-62-92. Imagínense que con este cuerpo, he sido objeto de las miradas más obscenas tanto de desconocidos, como de chicos de mi edad, parientes, amigos de padre y hasta sus compañeros de trabajo.

Hoy quiero contarles, lo que considero fue mi debut sexual con maduros.

A un mes de cumplir mis 19 años, mi padre, que trabaja para una multinacional, celebró una pequeña fiesta en caso, motivada por la visita de unos directivos del exterior. A ella, concurrieron, obviamente los extranjeros y algunos subordinados de papá que vinieron con sus esposas. Desde la ventana de mi habitación del primer piso, pude ver a todos los invitados en el jardín de casa, antes de hacerme presente. Uno de los americanos, era realmente apuesto y aproveché para fantasear con él y correrme, antes de bajar al jardín para integrarme el grupo.

- Donde estabas Lauri ? Me preguntó papá.

- Terminando de cambiarme, pá !

Me presentaron a todos los invitados, algunos de los cuales, ya conocía de otras reuniones en casa. El americano por el cual me había corrido minutos antes, debía ser homosexual, porque apenas me miró y ni siquiera bajo la mirada a mis melones, como lo hicieron todos los otros, incluído papá.

Sin embargo, Ricardo, un hombre que rondaba los 48, me miró de una manera tan especial, que me causó cierto cosquillero en el cocoy. A partir de ese instante, supe quien sería el nuevo objeto de mis fantasías durante el almuerzo y hasta podía ser que durante el evento, me escapara a mi cuarto, para correrme nuevamente, pero esta vez por Ricardo. La reunión transcurría tranquilamente, a pesar de todas las fantasías que a mi se me cruzaban por la cabeza y mas allá de algunas sonrisas dulces de Ricardo, que nada podía hacer, ya que su mujer no se apartaba un segundo de él.

Finalizado el almuerzo, y haciendo un alto antes de los postres, aproveché para irme al cuarto para desahogar la calentura con mis dedos. Por supuesto, quería ver a Ricardo mientras me corria, así que apenas corriendo la cortina, podía verlo mientras mis dedos no dejaban de acariciar mi clítoris. En eso estaba, cuando Ricardo levantó la vista y me vió. Inmediatamente, cerré la cortina y me avergoncé, pero era tarde, porque Ricardo ya me había visto, y seguramente imaginaba lo que estaba haciendo.

No se como ocurrió, ni como Ricardo pudo despegarse a su esposa, pero segundos después, mientras me encontraba tiraba boca arriba en mi cama, con la bombacha baja y 2 de mis dedos metidos en mi cocoy, la puerta se abrió de golpe y apareció él.

Me debo haber puesto roja de vergüenza mientras me sentaba en el borde de la cama, y no supe como salir de esa situación tan embarazosa.

Hola bebé…(me dijo).

Hho..ola.

Por que hacías eso ? me preguntó.

Ehhh…

Para que haces eso, si podes tenerme en vivo.

Como ?

Te gusto, no bebé ? me preguntó.

Si…mucho.

Vos a mi también me gustas mucho…

Y sin decir nada mas, luego de cerrar la puerta, se acercó a mi, bajó el cierre de su pantalón y sacó un hermoso miembro a media erección. Me tomó de la cabeza y me dijo: "disfrutala, bebé, es toda tuya. " Sin dudar, me la metí en la boca y volví a bajar mi mano derecha a mi cocoy, mientras que con mi mano izquierda, lo tomaba de la cintura. Un placer enorme me producía sentir como ese miembro iba creciendo en mi boca y como cada vez me costaba mas trabajo tragármelo todo. Se la mamé con gusto durante unos minutos, hasta que la dureza de ese miembro hacía que incrustara con mas violencia los dedos en mi cocoy. Sabiendo que no teníamos tiempo, le pregunté: " Querés cogerme o solo que te la disfrute" – "Te quiero partir en dos, pendeja" me dijo. Saqué rápido un forro de mi mesita de luz y se lo puse con la boca. Me tiré hacia atrás en la cama, abriendo mis piernas y mostrándole mi sexo húmedo. Se desabrochó el pantalón, bajándolo solo hasta las rodillas, se posicionó encima mio.

Con su mano, guió su herramienta, hasta poner su cabezota en la entrada de mi cocoy. Con la calentura que tenía yo en ese momento, sin hacer ningún tipo de esfuerzo, se fue deslizando en mi canal del cocoy. Cada milímetro que ingresaba en mi, me causaba mas placer. Se adentró lentamente al principio y una vez ingresado todo, comenzó a entrar y salir de mi cocoy afiebrada, con toda velocidad. Si bien, no tenía un miembro demasiado grande, como otras que ya había probado, se sentía claramente, que ese hombre sabía como usar su herramienta. La velocidad con la que me envestía y la media corrida que me había hecho previamente, me provocaron un rápido orgasmo, que aunque hubiera querido gritar, necesitaba callar por el resto de los invitados. Solo atiné a apretarlo fuerte contra mí y morderle la oreja.

Como si fuésemos una maquinaria del sexo, perfectamente coordinada, dentrás de mi orgasmo vino el de él. Fueron 6 o 7 golpes de cadera violentos contra mí, antes de sentir los latidos de su miembro en mis paredes de mi sexo, que claramente me indicaban que estaba acabando. Luego de eso, por unos instantes se quedó dentro mio, mientras me besaba dulcemente. Miró la hora y dijo: "Tengo que volver, porque sino, habrá problemas." Salió de adentro mio, se sacó el forro usado que me entregó en mis manos, se subió el pantalón y se salió de la habitación. Me quedé por unos segundos pensando en que me hubiera gustado que durara un poquito más, pero entendía que no era el momento ni el lugar, hasta que me dí cuenta que "solita" podía extender por un ratito el momento, aprovechando que tenía en mis manos el forro lleno.

Dejé mis pechos al descubierto y vacié allí el contenido del forro. Jugué con esa leche aún calentita sobre mis melones, mientras volvía a correrme. En el momento justo en que alcanzaba el tercer orgasmo del día, fantaseando con que tenía el miembro de Ricardo en mi boca, me disfruté los dedos mojados de fluido, tratando de capturar ese momento, también en mi boca. Realmente ese hombre me había producido placer y me hizo pensar que era por su edad y experiencia, con lo cual, desde ese día en adelante, he incitado al sexo a todo hombre maduro que tuve a mi alcance.

Con Ricardo, he vuelto a tener sexo en algunas oportunidades posteriores, pero esta la recuerdo especialmente, por ser mi primera vez con un hombre maduro.


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Noche inolvidable


usamos con Mariano (mi novio en aquella época y mi actual marido) el video grabado, mil veces para calentarnos y luego hacer el amor como animales. A Chelo lo veíamos muy seguido pero nunca más se habló del tema, parecía como si entre ellos hubiera un pacto; al brasileño no lo vimos por varios años aunque sí supimos de él ; Chelo nos contó que él y su novia estaban trabajando en EE.UU en la industria del cine porno (era obvio que con ese pedazo podría hacerse un lugar rápidamente) , que les estaba yendo muy bien, sobre todo a él , que si bien no estaba en una empresa conocida ganaba muy buen dinero y la pasaban muy bien .Unos años después volvimos a tener contacto vía mail.

Pero a medida que nuestra relación fue avanzando, el video a Mariano ya no le producía lo mismo, ya que le fueron creciendo los celos hasta tornarlo casi insoportable. Sin embargo a mí, aunque no puedo negar que fui siempre bien atendida, la cinta me provocaba un morbo único, y las ganas de ser cogida por otros hombres nunca paraban de rondarme la cabeza.

Con Mariano frecuentábamos una disco, en donde él conocía a todo el mundo, fuimos todos los sábados durante nuestros primeros dos años de novios, ya que a los dos nos gustaba mucho la marcha. Yo bailaba siempre arriba de una caja de sonido ubicada alta ,en una esquina de la pista, desde allí podía observar a los hombres tratando de observar más allá de mis minis.

La noche del 31 de diciembre , un año antes de nuestra boda, Mariano pasó a recogerme por mi casa más o menos a las dos y media de la mañana . Ya cuando saludaba a mis padres me di cuenta de que estaba borracho. Se trabó un poco cuando hablaba y mi padre que estaba en peor estado que él , enseguida se lo hizo notar entre risas, él lo reconoció sin darle demasiada importancia y nos contó que venía brindando desde la tarde, que había empezado con los compañeros de trabajo y no había parado de disfrutar en todo el día . Cuando nos retirábamos ,mi viejo le advirtió seriamente que tenga mucho cuidado con el auto, que ese día y para esa altura todos deberían estar como él , y los accidentes eran moneda corriente.

Llegamos a la disco y rápidamente entramos, fuimos directo a la barra propiedad de un amigo, donde brindamos con unos tequilas con limón, yo entré en calor enseguida y fui directo a bailar al mismo lugar donde lo hacía siempre. Mariano se acomodó en un sillón primero para observarme sin perder detalle para finalmente dos minutos después quedarse dormido como un tronco y con la boca abierta . Mientras bailaba pude ver a un nuevo custodio, era muy lindo, yo lo conocía de haber cruzado algunas miradas en el gimnasio, tenía el pelo largo y rubio, era alto y sus espaldas eran las de un culturista profesional, de cara estaba más o menos pero por más que tenía una terrible nariz, algo lo hacía interesante. Él repetidamente me miraba y se sonreía al darse cuenta que yo le respondía bailando lo más sensual que podía.

Cuando tuve ganas de ir al baño , bajé del parlante y fue allí donde este hombre me tomó por el brazo y me comenzó a hablar , lo hicimos un largo rato ya que el celoso de Mariano dormía ; me dijo que me conocía del gimnasio, que bailaba muy sexy, que se llamaba Daniel, y me preguntó si estaba sola , yo le contesté que no, que estaba con mi novio que andaba dando vueltas por allí y corté la charla diciéndole que era muy celoso y que debía ir a buscarlo. Efectivamente, después de ir al baño , fui hasta donde estaba Mariano y traté sin éxito de despabilarlo . Fue entones cuando Daniel volvió a acercarse y me propuso ayudarme cargándolo hasta el auto. Yo accedí.

Así salimos del boliche y caminamos tres cuadras hasta el coche. Una vez allí comenzó lo mejor. Daniel sin mucho esfuerzo colocó a mi novio en el asiento del acompañante . Yo cuando Daniel me hizo un lugar, acomodé un poco a Mariano y le puse el cinturón de seguridad. Yo sabía que en esta posición le estaba dando una vista inmejorable de mi trasero a Daniel y esa situación me estaba mojando por completo ; la reacción no se hizo esperar. Cuando cerré la puerta él me tomó por los brazos y me hizo girar abruptamente, entonces me tomó con una mano por detrás de la nuca y comenzó a besarme apasionadamente mientras al mismo tiempo y casi con desesperación me levantó una pierna dejándome el vestido subido y las bragas al aire, sacó su miembro y haciendo un rápido movimiento corrió el elástico de mi tanga y me lo introdujo salvajemente. Sus embestidas eran bestiales, me estaba cogiendo contra la puerta del auto de mi novio, con éste durmiendo a escasos centímetros. Mi primer orgasmo no tardó en aparecer, me corrí espectacularmente, mis propios fluidos chorreaban a cataratas por la única pierna que me servía de apoyo. Él susurraba groserías que me ponían a mil, su cara fue desdibujándose de placer hasta el punto de estar a punto de acabar. En ese momento me la sacó, me corrió el bretel de mi vestido hasta que pudo ver mi sostén, lo bajó y comenzó a sobarme los melones por turnos y con gran desesperación; lo hizo por un rato, hasta que me giró nuevamente, me colocó con los melones pegados al vidrio del auto y me dijo que mirara al cornudo de mi novio mientras él me cogía por el trasero. Se puso detrás de mí ,y me dio una lamida a mi chochi y mi agujero , que me dejó temblando, con su lengua estirada a fondo llegaba perfectamente a mi clítoris y con dos dedos se ocupaba de cada uno de mis agujeros. Yo comenzaba con mi segundo orgasmo cuando un auto lleno de adolescentes borrachos se detuvo justo al lado del auto de mi novio. Los pendejos no la podían creer , empezaron a gritarme y a alentar a mi eventual amante como si estuviesen en un estadio de fútbol. Éste como respondiendo a este improvisado público se paró detrás mío y me la metió como pudo en el trasero. Primero con dificultad pues yo estaba muy erguida, pero luego de separarme él mismo un poco más las piernas y de despegarme un poco del auto, me la pudo meter entera . El placer que sentí era incomparable. Me bombeó con mucha fuerza sacándome el aliento, yo gemía de placer lo más bajo posible para que Mariano no oiga, pero a esa altura el griterío de esos pibes era insufrible aunque debo admitir que me calentaba mucho toda la situación. Cuando estuvo por acabar ,me dijo que quería hacerlo en mi boca, me giró y tomándome del pelo me hizo arrodillar para que se lo mame unos segundos y así poder soltar toda su leche caliente en mi boca. Recién en ese momento pude ver su pija, era más corta que la de mi novio pero era muy ancha , tanto que me dificultaba disfrutarsela. Enseguida se corrió; fue el fluido más espeso que me tocó tragar , encima salió en gran cantidad por lo que me atragantó un poco.

Daniel se levantó los pantalones y sólo me dijo que me esperaba el próximo sábado, luego se fue rápidamente. Yo, me levanté las braguitas que las tenía por los rodillas , me acomodé el vestido y di la vuelta al auto para poder subir por el lado del conductor. Uno de los mocosos me quiso parar pero me lo saqué de encima con un empujón, me metí en el coche y salí a toda velocidad, Me siguieron unas cuadras , cosa que me produjo gran temor, pero finalmente, cuando ya me estaba poniendo muy nerviosa por el miedo los perdí. Al llegar a lo de Mariano, dejé el auto estacionado en la entrada de la casa, y tras intentar despabilarlo sin éxito, lo dejé allí y me tomé un taxi hasta mi casa.

Recuerdo como me latía mi sexo todavía excitado por lo vivido y hasta mi trasero que me dolió un par de días ya que si bien tenia relaciones anales bastante seguido, el ancho del miembro de Daniel y la violencia con que me tomó habían hecho estragos en ese agujero.

Par ir terminando les cuento que por dos meses no regresé a esa disco ya que estuve un mes en la costa de vacaciones con mis viejos y otro con los de una amiga, portándome como una verdadera santa (lo único excitante que me pasó en ese lapso fue cruzar un par de besos de lengua con un chico en una disco y correrse sola en el baño con mis recuerdos). Mariano, que se quedó en Buenos Aires por trabajo, aunque vino tres fines de semana a visitarme, me contaba cuando hablábamos por teléfono que un patovica (así los denominamos a los custodios en mi país) preguntaba muy seguido por mí, pero yo tardé casi un año en contarle mi aventura. Cuando lo hice se enojó muchísimo, casi hasta las lágrimas, cortamos por un par de semanas. Yo estaba destruida y me sentía la peor perra del mundo; pero el finalmente me entendió y me dijo que él también tenía la culpa por haberme iniciado en el sexo con terceros.

Volvimos a estar de novios mejor que antes; pero esta vez pasaron unos cuantos años hasta que tuviéramos otras experiencias fuera de lo normal.

A Daniel lo volví a ver en Marzo cuando retomé el gimnasio, tuve que frenarlo un par de veces que intentó pasarse de la raya y luego cambié mis horarios para no cruzármelo más , puesto que era un bocón engreído que ya le había contado a todo el mundo lo que pasó en esa noche. Se porque Mariano me contó , que lo habían echado de la disco por intentar propasarse con una pendeja que estaba medio en pedo, y que después lo denunció.

Bueno espero que les haya gustado esta segunda experiencia que les relaté, tengan en cuenta que todo ocurrió tal y como se los narré. Después de aquella noche pasaron casi tres años en los que sólo me dediqué a mi novio, y donde nuestra relación se hizo lo suficientemente fuerte como para poder disfrutar de otras experiencias sin prejuicios, como en nuestros comienzos. La próxima experiencia que les contaré sucedió una semana antes de mi casamiento con Mariano, se los narraré pronto. Muchos Besos. Gracias por brindarme esta posibilidad de recordar y calentarme con ello.


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