miércoles, 14 de marzo de 2018

Tercer trio


Habíamos vuelto a quedar con el mismo chico para realizar nuestro tercer trío.

Como siempre fuimos a recogerle al Hotel para ir a cenar. Durante la cena estuve mucho más melosa y femenina, en el sentido tradicional, es decir coqueteando con los dos, con mi marido y con Miguel. Aquella noche me apetecía dejarme hacer, no hacer yo, no ser, como las veces anteriores, las que más actuara, la más activa. Solamente tomé la decisión al salir del restaurante de decir que fuéramos directamente al Hotel, que no me apetecía ir a tomar una copa antes como las veces anteriores.

Esta vez me senté al lado de mi marido en el asiento de al lado del conductor, no como la vez anterior que me puse atrás con Miguel para poder darnos el lote mientras mi marido conducía.

Ellos se debieron dar cuenta de mi actitud, pues al entrar en la habitación, Miguel me preguntó si me apetecía que primero, para empezar nos diéramos un baño los tres, a lo que le respondí que no.

Sin decirme nada más Miguel puso música en la radio de la habitación y mi marido y él me rodearon con sus brazos y empezamos a bailar.

Me gustaba bailar con los dos a la vez, sentirme rodeada por sus brazos, dejarme llevar y atender a la música, suave y sensual que salía de los altavoces, situados a los lados de la cama.

Mientras bailábamos, como si se hubieran puesto de acuerdo, empezaron muy lentamente a desnudarme. Cada parte de mi cuerpo que quedaba desnuda era inmediatamente objeto de sus besos y caricias, lo que me producía una languidez y bienestar especial. Mi estado de ánimo era sensual, me encantaba dejarme hacer, no hacer yo nada, dejar que me desnudaran, sentir sobre mi piel las manos, bocas y lenguas de dos hombres pendientes de mí, pendientes de ir despertando en mí el deseo que hiciera que mi cocoy fuera lubricándose, preparándose para la metida que, ya notaba, que ellos deseaban realizar, pues al terminar de desnudarme, mientras seguíamos bailando, notaba sus miembros erectos, a través de sus ropas, presionar mi cocoy.

Desnuda completamente se dedicaron, Miguel a mis pechos y boca y mi marido a mi espalda y nalgas. La boca de Miguel atrapaba mis pezones saboreandolos uno detrás del otro y su mano acariciaba mi cocoy mientras mi marido recorría con su lengua toda mi espalda, bajando por ella hasta llegar a mis nalgas y al agujero de mi trasero que lubricó abundantemente con su saliva, volviendo a subir hasta mi nuca, mientras Miguel metía dos de sus dedos en mi cocoy que ya estaba abundantemente lubricado.

Mientras mi marido seguía recorriendo mi espalda y trasero con su lengua, Miguel se separó para desnudarse, cuando volvió, ya desnudo a mi lado, y me abrazó, su miembro  erecto se deslizó entre mis piernas, rozando mi cocoy, haciéndome vibrar y fue ahora mi marido el que se separó para desnudarse, momento que aprovechó Miguel para levantarme y introducirmelo y así, empalada en él, llevarme a la cama donde nos dejamos caer sin dejásemos salir a su miembro introducida en la profundidad de mi cocoy, se tumbó encima mío besándome suavemente en la boca y acariciándome los pechos con su mano, suave y dulcemente, mientras mi marido que había acabado de desnudarse se sentaba en un sillón y nos observaba.

Miguel continuó con sus besos y caricias por todo mi cuerpo, su boca pasaba de mi boca a mis pezones, su mano pasaba de mis pezones a mi cocoy, mientras mi cocoy introducida por su erecto y caliente miembro, se empapaba cada vez más. Mientras el miembro de Miguel entraba y salía de mí, haciendo que mi cocoy segregara más y más y que mis jugos, escurriéndose de mí, mojaran la sábana, mi marido se situó a nuestro lado y dirigiéndose a Miguel le dijo: "Levántala las piernas para dejarme ver mejor como tu miembro introduce en su cocoy y como su cocoy abierto y húmedo recibe tu miembro encantado, Miguel", sacando su miembro sólo lo suficiente para poder pasar mis piernas por encima de sus hombros, volvió a introducirlo en mí, introduciendo su miembro hasta el fondo de mi cocoy mientras mi marido miraba cómo entraba y salía de mí la gorda y caliente miembro de Miguel y cómo mi cocoy se humedecía más y más para facilitar la introducida, haciendo que cada vez que el miembro salía lo hiciera más y más mojada de mis jugos, mi marido se acercó a mi cabeza y empezó a acariciarme los pechos, mientras su boca se pegó a la mía y su lengua la introducia como el miembro de Miguel introducia mi cocoy.

Mi deseo sexual había hecho, a esas alturas, irrupción plenamente en mí, haciendo que mi pubis se levantara para buscar una todavía mayor introducida de el miembro que horadaba mis entrañas, con movimientos lentos y profundos que se hicieron más rápidos al sentir mi pubis buscar una mayor introducida y oír que mis suspiros subían de volumen y mi cuerpo agitarse cada vez más intensamente. Mientras sentía el orgasmo de Miguel acercarse y su miembro vibrar cada vez más y más rápidamente, apresada y apretada por mi cocoy, mi orgasmo empezó a acelerarse, haciéndome gritar: tirame fuerte Miguel, no pares, sigue, sigue, tirame con todas tus fuerzas, introducemelo hasta el fondo, tirame como si fuera tu buscona, soy tu cualquiera, tu amante, lo que tú quieras pero tirame bien fuerte, mientras mi boca seguía apresada por la de mi marido, Miguel y yo explotamos en un orgasmo que empapó su miembro y mi cocoy del fluido caliente que salió a borbotones de su interior.

No tuve descanso pues en cuanto el miembro de Miguel se deslizó de mi interior al reducir su tamaño, fue mi marido quien, dándome la vuelta boca abajo, me lo introdujo, mientras Miguel me acercó el miembro a la boca y mientras sentía el miembro de mi marido tirarme el cocoy con desenfreno, sentía el miembro de Miguel en mi boca y el regusto salado y caliente de nuestros jugos, los suyos y los míos, que habían empapado su miembro en el orgasmo que hacía pocos instantes habíamos compartido. Al sentir que mi marido se acercaba al orgasmo, solté el miembro de Miguel, por un instante, para decirle: "Cariño, espera un poco, me apetece sentir tu orgasmo y el de Miguel al mismo tiempo, que me llenéis el cocoy y la boca de vuestro fluido en el mismo instante". Mi marido ralentizó sus idas y venidas en mi cocoy para complacerme y que su orgasmo coincidiera con el de Miguel. En ese momento, introducida en la boca por Miguel y en el cocoy por mi marido, me vino a la cabeza el deseo de estar ensartada al mismo tiempo en mi trasero y mientras me imaginaba esa situación, dicha fantasía me produjo tal morbo y deseo, que aceleró mi orgasmo que se anticipo por unos instantes al de mis dos compañeros y mientras sentía el fluido de los dos llenarme el cocoy y la boca, me prometí a mi misma realizarla en otra ocasión.

La noche terminó con los tres tumbados en la cama y mis manos acariciando, distraídamente, los genitales de los dos hombres que habían disfrutado conmigo y de los cuales había disfrutado yo.


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