
Me recosté de espaldas mientras él empezaba a besar despacio alrededor de mi vulva, antes de empezar a lamer mi muy humedecido conejito y mi clítoris. Mientras hacía esto continuaba apretando mis pezones con una mano y metiendo sus dedos en mi vulva con la otra. Yo estaba en éxtasis, esto era tal y como lo había imaginado que sería. Él sabía cómo tratar a una mujer, qué hacerle y cómo hacerlo. No tardé en sentir cómo se forjaba un orgasmo dentro de mí. Decidí que necesitaba ese orgasmo, Roberto raramente logra hacerme venir, así que decidí llegar hasta la culminación del orgasmo y entonces podría detenerme. Lo necesitaba tanto. Estaba tan excitada ahora que gemía fuertemente y tan alto, que no me di cuenta en que momento él se quitó la ropa y se colocó entre mis piernas.
Cuando sentí que sus labios tocaban los míos, abrí los ojos para encontrarme con que estaba arriba de mí y vi hacia abajo para verlo colocando su grueso instrumento entre mis estremecidos labios mayores. Era enorme de casi el doble de tamaño del de mi esposo. Temblé por el descomunal tamaño conforme él empezaba a introducirlo.
Esteban, no, detente, no podemos, no estoy protegida grité.
Su respuesta me sorprendió
Te prometo que la saco enseguida, sólo quiero sentirme dentro de ti unos momentos, oh sí se siente delicioso- decía mientras empujaba otros centímetros dentro de mí.
Estaba horrorizada, él no se iba a detener. ¡Me iba a coger! ¡No, me estaba cogiendo! Protesté nuevamente
No Esteban por favor, por favor no, por favor- supliqué. -No puedo, no hoy, mi esposo me está esperando, estoy en plena ovulación ooohhh nnooo-
Traté de cerrar mis piernas pero era demasiado tarde ya estaba yo empezando a venirme conforme él me lo introducia mas, abriendo mi canal de mi cocoy más de lo que nunca lo había estado. Mi cuerpo me traicionó y mis caderas empezaron a levantarse empujando contra él mientras un orgasmo gigante tomaba posesión de mí. No podía evitarlo, no podía ni hablar, sólo gemía muy alto y empujaba contra él mientras me cogía para hacerme venir.
Él metía y sacaba su pistón hundiéndolo cada vez más profundo con cada empujón hasta que finalmente toda su herramienta estuvo completamente dentro de mí. Su pelvis pegada con la mía. Iba a empezar a protestar nuevamente cuando sentí su grueso palo empujar aún más profundo y tocar mi cérvix a la entrada de mi útero. Eso fue todo. Exploté en mi primer verdadero orgasmo. Pensé que me desmayaría mientras oleada tras oleada de placer recorrían mi cuerpo.
Cuando finalmente recuperé el sentido comprendí que mi vulva se había ajustado plenamente a su grueso tamaño y su inmenso tronco estaba entrando y saliendo suavemente de mi húmeda grieta. Todos mis pensamientos sobre mi esposo y mis desprotegidos óvulos habían desaparecido. Estaba enamorada de este miembro. Mi cuerpo finalmente tenía lo que había estado esperando toda la noche. Yo gemía mientras él se adentraba en mí, relamiéndome con el placer puro que su miembro me estaba dando. Era fantástico tener adentro este tronco grande, poderoso y prohibido, ya sentía forjarse en mi estómago un segundo orgasmo rápidamente. ¡Me iba a venir nuevamente! El empuje de Esteban se hizo más frecuente y me di cuenta de que él estaba a punto de venirse también. Estaba un poco decepcionada porque sabía que la sacaría y terminaría antes de que me viniera yo otra vez y ya estaba yo tan cerca.
En eso lo sentí. La sensación que he estado evocando todos los días desde aquel momento. Empujó su cuerpo entero y sentí como la punta de su glande se apretaba contra mi cérvix. Él gruñó con fuerza y lanzó el primer chorro de fluido profundamente dentro de mí. ¡Dios mío! No iba a sacarla. Se estaba viniendo en mis entrañas. Me llenó de sentimientos encontrados de éxtasis y terror, traté de empujarlo, pero ya era muy tarde. Sus manos sujetaban las mías y estaba empujándose dentro de mí con toda la fuerza e intensidad de su orgasmo. Lo que más me sorprendió es que se sentía formidable. Cuando mi esposo se viene su esperma tan sólo escurre fuera de él. Con Esteban en cambio podía sentir su caliente líquido literalmente disparando dentro de mí. Salía con tal fuerza y cantidad suficientes que podía sentir verdaderamente cada chorro prohibido bañar mi cérvix y introducirmelo en mi útero.
Dijiste que la sacarías- sollocé - oh... puedo sentirte cuando te vienes dentro de mí. Oh no... ahora no... ooohh.. se siente tan bien... Me estooyy viniendo... ooooohh Mis caderas nuevamente empezaron a empujar duro en contra de él sin que mi voluntad lo hiciera. El más intenso orgasmo que haya tenido me invadió mientras él continuaba bombeando dentro de mí y todo lo que yo hice fue sujetarlo por las nalgas y jalarlo contra mí aún más. Mi conciencia entera estaba enfocada en este placer entre mis piernas y grité de placer con la mayor experiencia sexual de mi vida. Oleada tras oleada de éxtasis recorrían mi cuerpo mientras lo envolvía con mis piernas y lo jalaba hacia mí más profundamente. Era maravilloso. Podía sentir su fluido desbordando de mí y escurriendo por el agujero de mi trasero, mientras él continuaba eyaculando. No podía creer que tuviera tanto. Mientras las oleadas se desvanecían poco a poco, podía sentir su tibia descarga expandiéndose en mis entrañas buscando mis ovarios sólo me quedé ahí recostada unos minutos en un estado de semiinconsciencia con la sensación de lo que ocurría dentro de mí.
Cuando la realidad empezó a regresar a mí, lo hizo también el arrepentimiento de lo que había hecho. Miré hacia mis abiertas piernas y vi la brillante película de su semilla que colgaba sobre la pelambre de mi vulva hasta su estaca todavía parcialmente enterrada en mí. Qué había yo hecho. Empecé a llorar. Esteban lo notó y me miró profundamente a los ojos, besándolos suavemente mientras continuaba bombeando su ahora semi erecta estaca. Mientras lo hacía podía sentir más de su descarga escurriendo de mi hinchada vulva.
Dijiste que la sacarías... lo prometiste que voy a hacer si me preñaste, tú no eres mi esposo. Le reproché.
Su respuesta me sorprendió
Lisa lo siento pero te veías y te sentías tan rica. Nunca me imaginé que me permitieras que te cogiera, Lisa la bellísima esposa de Roberto.. cuando me dijiste de que estabas fértil esta noche.. bueno... tenía que darte lo mío.. asegurarme de que me tuvieras mi bebé... y no el del hijo de perra de tu esposo.
Hice una pausa y lo supe. Todo estaba ahora perfectamente claro. Entendí que había sido solo otra competencia. Esteban se llevaba lo mejor de Roberto. Me empecé a sentir realmente furiosa, no sólo con Esteban, sino también con Roberto que me había dejado caer en esta situación.
En este punto ya no importaba. Estaba hecho. Nunca podría explicarle a mi esposo esto. Él nunca me lo perdonaría. Me embriagué y le permití a su principal rival que me cogiera y descargara su esperma dentro de mí, directamente sobre mis desprotegidos ovarios en su momento más fértil. La noche que habíamos planeado como nuestra "cita" Considerándolo todo, las píldoras de fertilidad que estaba tomando, mis óvulos ya estarían fertilizados en este momento. Esteban me había llenado tanto con su potente esperma que yo sabía que ya estaba preñada con su hijo. Me di cuenta que era una lucha desde el principio de los tiempos. Le había permitido a Esteban obtener la mayor victoria de un macho sobre otro rival. Tomar a la mujer de su oponente y preñarla con su descendencia. Roberto jamás podría mejorar esto.
Mientras pensaba que absurdo era todo esto, me di cuenta de que mis piernas aún envolvían a Esteban y éste aún continuaba pistoneando suavemente su estaca dentro de mí, mientras me sujetaba. Era en realidad una sensación muy agradable y aunque ya no estaba totalmente hinchado, aún seguía siendo más grande que la de mi esposo. Miré hacia él y me di cuenta de que mi cuerpo volvía a responder nuevamente. Él me besó muy suavemente en los labios y volvió a lamer mis pezones. Para mi sorpresa pude sentir cómo su miembro se endurecía nuevamente. Mi esposo jamás se recuperaba tan rápido. Sabía que debía detenerlo esta vez, sólo en el remoto caso de que no fuera demasiado tarde. No podía ser tan estúpida de permitirle que me estafara otra vez. Dejé a Esteban que me cogiera una vez y ahora estaba empezando a hacerlo de nuevo. Pero mientras él continuaba me di cuenta que no podría detenerlo. Todavía estaba muy excitada con lo que había hecho. Se sentía tan agradable. Me estaba dando exactamente lo que necesitaba y no quería detenerlo. Mi cadera empezó nuevamente a salir al encuentro de cada uno de sus empujes. Él soltó mis manos, lo abracé y empezamos a coger de una forma muy suave, hasta romántica. Continuamos cogiendo largo rato hasta que logré bloquear todo pensamiento que no se refiriera a este maravilloso palote que entraba y salía de mi chorreante vulva. Su enorme estaca estaba nuevamente llenándome completamente y abriendo mi conejito hasta sus límites, algo que mi esposo nunca sería capaz de hacer. No tenía idea de que coger con otro se sintiera tan bien. Mientras cogíamos tuve varios pequeños orgasmos que parecían correr al mismo tiempo. Levanté mi cabeza y empecé a succionar uno de sus pezones. Después de un rato me dijo:
Voy a venirme de nuevo ¿Quieres que la saque?
Mi respuesta me sorprende hasta la fecha. Mientras otro orgasmo se forjaba en mi interior le supliqué:
No por favor vente dentro de mí, quiero sentirlo, vente nuevamente dentro de mí. Él sonrió, me besó y retomó su ritmo. No pasó mucho rato y se tensó y nuevamente empecé a sentirlo arrojar una increíble carga de esperma dentro de mí mientras yo empujaba mi vulva contra él para enfrentar cada uno de sus empujones. Podía yo sentir cada chorro golpeando mi cérvix, lo que me desencadenó otro profundo orgasmo mientras su descarga me lo introduciaen mi útero. Cuando lo sentí, grité y me aferré a él, sentía que el mundo entero estaba girando, así de maravilloso. Hasta mis pezones ardían. Dios, se sentía un asombroso placer el pensar que estaba permitiéndole a otro hombre preñarme intencionalmente. Era la mayor traición que podía hacerle a mi marido. Sabía que eso era lo que me había excitado tan tremendamente y logrado un orgasmo tan intenso.
Cuando él por fin se quitó de encima de mí sacando su larga vara de mi hinchada y enrojecida vulva. Despacio me incorporé apoyándome en los codos y miré hacia abajo cuán totalmente cogida me veía. Mi precioso vestido estaba amontonado alrededor de mi cintura, mis empapadas pantaletas colgaban de uno de mis tobillos. Mi concha estaba enrojecida e inflamada y mi vello púbico estaba matizado y empapado de su fluido. Mis pechos también estaban enrojecidos y cubiertos de marcas de su intenso succionamiento. Pero lo que más me asombraba era el río de fluido que escurría de abierta grieta y formando un charco en la cama debajo de mí. Tomé una almohada y la coloqué debajo de mis nalgas para elevar mi útero. Quería mantener su calidez dentro de mí un poco más. Estaba tan abierta mi concha que pensaba si volvería a sentir el pitito de mi marido cuando me lo metiera. Esteban rió y me dijo que este sería nuestro secreto. Después de unos 20 minutos me paré y me tambaleé al caminar mientras me escurría fluido por el interior de los muslos. Nunca había visto algo como esto.
Sabía que no podía llegar a casa en estas fachas así que me metí a la ducha para lavarme tanto como se pudiera. Cuando terminé regresé y vi a Esteban durmiendo en la cama con su maravilloso y pegajoso tronco recargado sobre su estómago. Me deslicé en el vestido y me subí lo que quedaba de mis pantaletas. Me salí preguntándome si alguna vez podría volverlo a ver, pero no quería arriesgarme a volverlo a incitar tampoco. Podía sentir su descarga aún goteando de mí en el camino a casa y esperaba que mis empapadas pantaletas pudieran retenerla. Mientras manejaba me preguntaba cómo había podido permitir que esto pasara. Me sentía tan perversa. Empecé a tallarme la concha con un dedo de lo caliente que estaba. Afortunadamente Roberto esta dormido cuando llegué a casa. Rápidamente me metí al baño y me puse un camisón que tapara mis enrojecidos pechos, me coloqué unas pantaletas limpias y me subí a la cama. Estaba aterrorizada de que de alguna manera él pudiera oler la esencia de su rival en mí. Mientras permanecía acostada podía percibir el tibio fluido de Esteban todavía goteando de mi concha. Roberto se despertó finalmente y permanecimos acostados en la oscuridad. Me preguntó si había disfrutado la fiesta. Le dije que había estado bien, pero que por alguna razón no me sentía bien. Le sorprendió y desilusionó, pero pareció entenderlo. Entonces se pegó a mí y acariciando mi estómago dijo que trataríamos de culminar nuestra "cita" luego cuando me sintiera mejor. Yo no quería que él me tocara nuevamente hasta varias semanas después cuando confirmé que efectivamente llevaba el niño de Esteban en mis entrañas. Roberto me preguntó si lo había visto y me había atendido y le confirmé que sí, que incluso habíamos bailado y que en todo momento se comportó como todo un caballero. Le dije que probablemente deberíamos reunirnos con él en alguna ocasión y Roberto estuvo de acuerdo. En la oscuridad no pude evitarlo y me sonreí, no podía mi esposo saber que el estómago que cariñosamente acariciaba llevaba en el interior el bebé de otro hombre. De alguna manera yo sabía que probablemente no sería la última vez que sucediera, pero eso ya es otra historia.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario